Code: Lyoko y sus personajes son propiedad de MoonScoop y France3.

Reunión en la montaña

Con las cabezas juntas, fijas en la pantalla del móvil habían estado barajando varias opciones para ir hasta el hotel de Odd. Descartaron el avión y la moto, porque no podrían cargar el equipaje, y debatieron entre el coche y el tren, decidiéndose finalmente por el tren. William se pasaba la mayor parte del tiempo a bordo de una ambulancia, aunque no era él que conducía normalmente, no quería que tuviera que conducir durante casi once horas, aunque la idea de hacer noche en algún pueblecito y pasar una noche romántica le tentaba especialmente. Pero él estaba cansado y no quería obligarle a meterse en el cuatro por cuatro durante horas. Así que el tren era una gran opción y podría acurrucarse a su lado.

William había elegido un tren nocturno con el que llegarían un día antes, por lo que sería igual que haber ido en coche y parar a medio camino para descansar. No podía quejarse, estaba encantada.

Subieron al tren, él acomodó el equipaje en el portaequipajes y se sentaron antes de que el tren arrancase.

—¿Crees que irá todo bien?

—¿Qué es exactamente lo que te preocupa? —preguntó William besándola en la coronilla.

—Yo nunca he pertenecido al grupo, a lo mejor no les gusta que esté allí.

—Todo irá bien. Te llevas bien con Yumi y Yumi arrastra al resto, así que no tienes nada de lo que preocuparte.

Era cierto que se habían hecho amigas de una manera un poco extraña, pero esperaba poder seguir llevándose igual de bien con ella durante mucho más tiempo.

—De acuerdo, dejaré de preocuparme por eso.

—Buena chica —susurró—. ¿Has traído los analgésicos?

—Sí, ya lo sabes, van siempre conmigo.

—Vale, perfecto.

Seguía preocupándose por ella como si fuera una cría. Ya había pasado bastante tiempo desde el accidente, pero no parecía haber bajado la guardia todavía, suponía que el que ella aún tuviera pesadillas no ayudaba a que lo hiciera.

William levantó el brazo que separaba ambos asientos y se acurrucaron juntos para dormir.

Eran las cinco de la mañana cuando, por la megafonía, anunciaron que quedaban treinta minutos para llegar a la estación de destino. William la despertó con cariño y empezó a bajar su equipaje mientras ella se frotaba las rodillas entumecidas por la mala posición al dormir. Empezaba a notar el cambio de tiempo en los huesos, pero evitó decir nada o poner mala cara, se tomaría algo mientras desayunaban.

El día empezaba a despuntar al bajar del tren. Bien abrigados dejaron atrás la estación y se encaminaron hacia el centro del pueblo en busca de alguna cafetería abierta, tuvieron que esperar un rato sentados sobre un frío banco de madera añeja. Desayunaron, buscaron el hotel para dejar el equipaje y dedicaron el resto del día a hacer un poco de turismo por la zona y descansar bien por la noche.

El despertador sonó a las ocho, desayunaron en la cafetería del hotel, dieron otro pequeño paseo por el pueblo y después de comer pidieron un taxi que los llevase hasta lo alto de la montaña allí donde se ubicaba el hotel de Odd.

La carretera llena de curvas hizo que William agradeciera no tener que conducir, aunque le encantaría meter su cuatro por cuatro por aquellos escarpados caminos de montaña, tal vez lo hiciera en otra ocasión.

El taxi enfiló la última curva y se detuvo en el centro del aparcamiento. Le pagó la carrera al taxista y se bajaron del vehículo.

—Yumi ya ha llegado —declaró William mientras ella se abrochaba el abrigo—. Su coche está ahí aparcado.

Así sería menos incómodo o eso quería pensar.

La puerta del hotel se abrió y la cabeza de Odd se asomó con curiosidad atraído por el sonido del motor, la sonrisa se dibujó en su cara al instante.

—¡Bienvenidos! Vaya, esto sí que es una sorpresa —exclamó más alegre de lo que habría esperado—. Cuando decía que iba a venir acompañado no me imaginaba que se refiriese a ti, Emilie.

William rodeó sus hombros con el brazo y se sintió tranquila al momento.

—¿Por qué?

Odd se tragó el «porque no me pareces su tipo» que amenazaba con huir de entre sus labios y sacudió la cabeza.

—Porque era el gamberro de Kadic, ya sabes.

—Me he reformado —soltó William agradeciendo en silencio que no hubiera soltado alguna estupidez típica de Odd—, dame cancha.

—Bueno, bueno, tenéis que contarme cómo ha ocurrido este milagro.

—¡Will, Emilie!

La voz de Yumi cruzó el espacio hasta a ellos.

—Eres madrugadora, flacucha.

Ella rió acercándose abrigada con un jersey de lana, unos tejanos y botas. Los abrazó a ambos con cariño sorprendiendo a Odd.

—Espera —soltó señalándolos a los tres con el dedo índice—. ¿Tú sabías que están juntos?

—Sí, hace tiempo que lo sé —contestó Yumi encogiéndose de hombros.

—¿Y no me lo habías contado?

—No sabía que ahora fuese el punto de información de confianza.

Emilie rió relajada. Siempre los había observado de lejos envidiando un poco la naturalidad de la relación que había entre todos ellos. No se quejaba de sus amigas y la buena relación que tenían, aunque mentiría si dijese que nunca había deseado formar parte de aquel grupo.

—Oye, este sitio tiene una pinta genial —murmuró William cambiando de tema—. Sin duda, os irá bien.

—Pues aún no habéis visto nada —canturreó Odd con gracia—. Vamos a empezar con el tour turístico por villa Odd y Sissi.

—Si le ponéis ese nombre se irá a pique en dos días —le picó William.

—¡No fastidies!

—Igual Yumi puede sugerirte algún nombre interesante.

Odd la miró y disintió con energía.

—No quiero nada sacado de una película de terror.

—Lástima, tengo algunos nombres lúgubres para sugerirte.

Siguieron a Odd al caldeado vestíbulo, cargados con el equipaje. Yumi se quedó sentada en el butacón retomando la lectura por el punto en el que la había dejado, mientras Odd les enseñaba el lugar. William y Emilie eligieron la habitación del fondo, pegada a la salida de incendios.

Ya sólo quedaban tres por llegar.

Continuará

Notas de la autora:
¡Hola! Si habéis leído lo que tengo publicado de 25 Instantes, la historia de William y Emilie, es la que está repartida entre los shots "Borracho" y "Piernas".
Mañana más.