Rebeldía
Code: Lyoko y sus personajes son propiedad de MoonScoop y France3.
Rebeldía
Con las maletas en la puerta, los abrigos debidamente abrochados y las bufandas bien enroscadas en el cuello, el móvil de Jérémie resonó en el vestíbulo. Aelita le miró agobiada mientras lo sacaba del bolsillo y suspiraba.
—Hola —saludó de mala gana—. Estaba a punto de salir de vacaciones, ya te había avisado.
»Me llevará más de cinco minutos y lo sabes perfectamente.
—Jérémie...
Los dedos de Jérémie le pasaron un mechón rojizo tras la oreja con cariño.
—Voy a perder el tren, si el cliente quiere me conectaré en remoto y revisaré su equipo, pero no voy a ir a ningún sitio que no sea la estación de tren. Sí, bien, consúltalo.
Jérémie colgó y tomó con determinación el asa de su maleta para asombro de Aelita.
—¿Acabas de negarte a ir a casa de un cliente?
—Sí. Hay más informáticos en la empresa, puede hacerlo cualquier otro, es un trabajo simple —explicó con calma—. Y estas son las primeras vacaciones que he pedido en los dos años que llevo trabajando allí, si tienen algún problema con ello que me despidan.
Una parte de Aelita se sorprendió por su respuesta y actitud, la otra agradeció que por fin se hubiese dado cuenta de su propio valor y que ellos le necesitaban a él más de lo que él necesitaba aquel trabajo. Podían vivir perfectamente con lo que habían ahorrado, el poco de dinero que había dejado su padre en una caja de seguridad para ella, además, los programas informáticos de Jérémie tenían buena salida, les iba bien. Y, muy a las malas, podría alquilar alguna habitación en L'Hermitage.
—¡Guau! Me casaría contigo ahora mismo.
Jérémie soltó una risita.
—Ya estamos casados.
—Pero lo haría otra vez —declaró feliz—. Ahora mismo, en pijama si hace falta.
Agarrados de la mano se metieron en el ascensor y pusieron rumbo a la estación de tren montados en un taxi.
La mirada de Aelita no se despegó de la ventana del taxi, tampoco de la del tren, como una chiquilla ansiosa por conocer el mundo, con la mirada limpia y curiosa. Jérémie se concentró en su imagen, ansioso por que su móvil no volviera a sonar para obligarle a trabajar en remoto para ningún cliente. Se sintió afortunado por poder disfrutar del viaje sin sobresaltos, bajar del tren cargado de equipaje y encontrar un taxi a la primera.
Desconectarse en medio de la nada iba a ser fantástico. Sería casi como la luna de miel que no habían podido tener, con el añadido de tener a sus amigos con ellos.
º º º
La mano de William tanteó la oscuridad reinante en la habitación en busca del maldito móvil que gritaba y vibraba, descolgó y se lo llevó a la oreja sin molestarse en mirar antes quién era, ¿para qué? Ya le había despertado.
—¿Diga? —contestó con tono adormilado, le daba igual que supieran que estaba durmiendo.
—Ey, tío, ¿te he despertado?
—¿Odd?
—¡El mismo!
—Sí, me has despertado. He tenido turno de noche —murmuró incorporándose, encendió la lámpara de la mesita de noche, rompiendo la penumbra—. ¿Pasa algo?
—Lo siento, debería de haberte enviado un mensaje —dijo riendo. William suspiró, debería de haberlo hecho, ya se lo había dicho antes, pero Odd se olvidaba siempre—. No es nada. Sólo quería invitarte al hotel ahora que hemos acabado la reforma.
»Vendrán todos, así que espero que tú también lo hagas. Hace siglos que no coincidimos todos.
—¿Cuándo?
—Bueno, aún no tengo la fecha, porque tengo que cuadrarlo con los otros, pero te avisaré con tiempo para que puedas pedir días libres.
—Odd, ¿te importa si voy acompañado?
—¡No fastidies! ¿Has conseguido engañar a alguien para que salga contigo?
William rió, Odd a veces era gilipollas, pero le caía bien y le apreciaba. Había sido el primero en apoyarle tras el desastre de Lyoko, de no haber sido por él jamás habría podido volver a ser uno más.
—Me engañó ella a mí, pero sí.
—Es genial, me alegro.
Su tono de voz casi parecía murmurar con alivio porque así Ulrich no se pondría histérico por los celos. William había pasado página hacía ya un tiempo, estando en Kadic ya había decidido que si Yumi consideraba que con su "sólo amigo" sería feliz pues la ayudaría con ello, aunque había acabado fatal, tan mal que sería difícil de remontarlo.
—Oye, ¿y quién es? ¿La conozco?
—Sí, la conoces y no, no voy a decirte quién es.
—¡Eso es injusto!
—Considéralo como el castigo por haberme despertado —murmuró escuchando con orgullo la protesta al otro lado de la línea—. Te dejo, voy a seguir durmiendo. Adiós, Odd.
Dudaba lograr volver a dormirse, así que revisó la hora en el móvil comprobando que quedaba algo más de una hora para que le sonase la alarma. No valía la pena dar media vuelta en la cama, se acabaría despertando con más sueño. Salió de la cama, levantó la persiana bostezando y abrió la puerta del dormitorio. La vio sentada en el sofá, leyendo un libro con los auriculares puestos para evitar hacer ruido y despertarle. Llevaban un par de semanas viviendo juntos y aún le sorprendía encontrársela allí haciendo cualquier cosa.
—Buenos días —musitó acercándose a ella y revolviéndole el cabello con cariño.
—¿Te he despertado? —inquirió quitándose los auriculares—. Lo siento, no estoy acostumbrada a...
—No, ha sido Odd.
—¿Odd?
—Ya sabes, bajo, flacucho, rubio, vestido con colores estridentes... Odd.
»Me ha llamado por teléfono.
Ella meneó la cabeza, sonrió aceptando un cálido beso en los labios, enredó los dedos entre sus cabellos negros y rebeldes.
—¿Qué quería?
—Invitarnos a su hotel. ¿Te apetece? Aún no sé la fecha, pero nos iría bien pasar un tiempo respirando aire fresco.
—¿No tendrás problemas con el trabajo?
William se encogió de hombros.
—Me deben días del año pasado, no habrá problema.
—De acuerdo, a mí también me irá bien descansar unos días —declaró ella relajada—. Puedo pedirme unos días, mi jefa lo entenderá.
—El que tu jefa sea tu mejor amiga ayuda un poquito. Enchufada.
La risa de ella murió ahogada contra sus labios.
Continuará
Notas de la autora:
¡Hola! Quinto día y llega William, porque sí, porque me gusta y puedo meterlo.
Mañana más.
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