Nieve

Code: Lyoko y sus personajes son propiedad de MoonScoop y France3.

Nieve

Odd tenía un plan. No era el mejor plan que se le había ocurrido, pero algo era algo. La caminata por la ruta circular se había alargado un poco más de lo esperado porque Jérémie había propuesto sentarse a descansar a medio camino. Se había olvidado de que Jérémie era informático y que los únicos músculos debidamente ejercitados de su cuerpo eran su cerebro y los de las manos. Las piernas de Jérémie seguían siendo aquel par de alambres tensos, pero que parecían a punto de quebrarse si daban un paso de más. Sin embargo, no había mal que por bien no viniera.

Emilie, un poco pálida, se había dejado caer en una de las butacas del vestíbulo, William se había arrodillado frente a ella con gesto preocupado para subir después las escaleras. El resto se había dispersado, Sissi, Aelita y Yumi se habían metido en la cocina, Ulrich y Jérémie estaban sentados en las escaleras de entrada bajo el sol pobre invernal.

Se dijo que ese era el momento perfecto para asaltarla y saciar su curiosidad. Con paso firme llegó hasta la butaca contigua y se sentó dejando escapar un suspiro de cansancio exagerado; Emilie le miró con curiosidad.

—¿Te ha gustado la caminata?

—La zona es preciosa, ha sido agradable poder pasear sin tráfico ni prisas —contestó tranquila, pero sin bajar la guardia porque era a Odd a quien tenía enfrente y, cuando se lo proponía podía ser un auténtico idiota—. Gracias por haberme dejado venir.

—Es genial —replicó asintiendo—. Vivir sin prisas es lo mejor del mundo.

—¿Qué es lo que quieres preguntar?

Abrió los ojos sorprendido. Emilie y él había tonteado de manera intermitente en Kadic, eran compañeros de clase y, al parecer, aún era capaz de reconocer el tono de "quiero que bajes la guardia para preguntar algo que no debería".

—Es que me ha sorprendido un poco verte aparecer con William —soltó decidido a pasar a la carga al ser descubierto—. No quiero decir que me moleste ni nada así. Es genial y me alegro mucho de verte.

—¿Pero?

Sí, Emilie le conocía bien. Le había calado sin muchos problemas.

—¿Cómo habéis acabado juntos? En Kadic no recuerdo que hablaseis jamás.

—Nos encontramos un día y quedamos algunas veces.

—En Kadic era un rompecorazones, ha debido de ser complicado.

—En realidad no.

De acuerdo, acababa de perderla definitivamente, había subido la guardia del todo, igual podía conseguir que se relajase lo suficiente como para arrancarle frases menos cortantes.

—Estando Yumi...

—Odd —bufó molesta—. Déjame tranquila.

—Pero no he dicho nada malo, ¿por qué te enfadas?

—¿Por qué me preguntas por William y, automáticamente, mencionas a Yumi? ¿Qué problema hay? ¿Tan raro te parece que la gente tenga relaciones normales de amistad?

—Odd.

El aludido dio un saltito en la butaca, se esforzó por dibujar una sonrisa inocente, pero que, en realidad, era tensa. William era un buen tío, le caía bien, pero le estaba mirando como si quisiera fulminarlo y eso le inquietaba.

—Estábamos poniéndonos un poco al día —atinó a pronunciar nervioso—. Ya sabes que Emilie y yo tonteamos un poco en Kadic.

—¡Odd! —protestó ella.

Se estaba metiendo en un jardín del que no sabía cómo iba a escapar. Prefería que William le fulminase con la mirada a que ella le soltase una bofetada como la última vez.

—Ajá. ¿Y? No sabía que eso la obligase a darte explicaciones.

¿Se le estaba yendo de las manos? Sí. ¿Iba a acabar mal? Probablemente. ¿Quería cagarla el primer día? Definitivamente, no.

—Sólo quería ser amable con vosotros.

—Lo que quieres es cotillear porque no te he explicado lo que querías —murmuró William sentándose en el brazo de la butaca.

—Me has dejado con la intriga, no puedes culparme.

—¿Con la intriga de qué?

—Quieres saber por qué lo dejamos una temporada.

Emilie le miró con incredulidad.

El sonido de la puerta acristalada al abrirse la hizo quedarse con la palabra en la boca.

—Está nevando —anunció Ulrich.

—Estamos en la montaña, junto a unas pistas de esquí, no debería sorprenderte tanto —declaró Odd agradeciendo el cambio de tema hacia terreno seguro—. Aunque no había predicción de nevadas para esta semana.

—Pues puedo asegurarte que está nevando.

—A lo mejor son los cañones de nieve artificial, cuando los ponen en marcha parece que nieve.

—No, es nieve —aseveró Jérémie—. Se ha nublado.

»Voy a avisar a Aelita, le encanta la nieve.

Odd salió decidido a comprobar si eran o no los cañones de nieve, también para huir de manera definitiva de la conversación en la que se había enredado él solito.

William ayudó a Emilie a salir para poder ver la nieve también, al poco rato estaban todos reunidos bajo la fina precipitación.

—Hay comida suficiente por si nos quedamos aislados —susurró Sissi.

—¿Aislados? —preguntó Aelita tratando de no ponerse nerviosa.

—Puede ocurrir, pero por poco tiempo, las máquinas quitanieves despejaría el camino en un santiamén —declaró Odd tranquilizándola—. Compartimos carretera con las pistas, así que nos abrirían el camino rápido, el desvío es corto y se puede limpiar a paladas.

—Quedarme aquí atrapada es lo que menos me preocupa —murmuró Yumi—. Al menos así podré desconectar un poco.

—A mí me serviría de excusa para que me den todos los días que me deben —soltó William.

—A Noémie le dará un ataque si la dejo mucho tiempo sola.

—Sobrevivirá, créeme.

—Yo no tengo nada que hacer en los próximos veinte días —pronunció Ulrich—, así que quedarme aislado me da igual.

Aelita se encogió un poco sobre sí misma. Ella trabajaba por libre, pero Jérémie... acabaría histérico si estaba desconectado demasiado tiempo.

—Bueno, supongo que no sería tan terrible pasar unos días sin cobertura y sin trabajar —siseó Jérémie, aunque la idea le inquietase bastante.

Continuará

Notas de la autora:
¡Hola! Llegamos al ecuador del reto y empieza a nevar, ¿se quedarán atrapados?
Mañana más.

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