La habitación frente a la escalera

Code: Lyoko y sus personajes son propiedad de MoonScoop y France3.

La habitación frente a la escalera

Aparcó en el arcén, Ulrich estaba realizando lo que Odd había apodado, tiempo atrás, como la danza de la felicidad, una especie de repiqueteo en el suelo con el pie al tiempo que deambulaba como un animal enjaulado tratando de contener el mal genio. Ulrich tenía mal carácter, pero siempre buscaba el modo de mantenerlo bajo control porque no quería parecerse a su padre.

Bajó del cuatro por cuatro, se subió la cremallera de la chaqueta y caminó hacia a su amigo con cautela. No iba a gastarle ninguna broma, Odd sabía reconocer cuando Ulrich estaba al borde de su límite y que, añadirle gasolina a las llamas, siempre era mala idea.

—¿Alguien ha pedido un rescate exprés?

—Gracias a Dios —farfulló.

—Vamos, sube. Te llevaré al hotel.

Ulrich cargó el equipaje en el maletero del cuatro por cuatro con el ceño fruncido y se subió en el asiento del copiloto. Odd esperó hasta que se abrochó el cinturón de seguridad.

—Gracias por venir a buscarme —musitó algo más tranquilo—. Supongo que soy el último en llegar.

—Bueno, lo que importa es que has venido. Empezábamos a preguntarnos si ibas a darnos plantón.

—Hubiera avisado, no soy tan cabrón.

Odd arrancó, el sonido del motor ahogó la risita que escapó de sus labios.

—Yumi ha venido sola —murmuró Odd decidido a apagar el incendio antes de que saltase la primera chispa—. Y William acompañado.

—No me importa.

—Sí, claro, por supuesto.

Puso la calefacción al máximo porque, aunque no se quejase, era evidente que estaba congelado, tenía la punta de la nariz y las mejillas bien rojas.

—Al menos no me ha cobrado la carrera.

—Habría sido un poco feo hacerlo, ¿no crees?

—Ya.

Ulrich soltó un suspiro. Seguía de mal humor, hasta que no lograse entrar en calor seguiría estándolo. Esperaba que al llegar todo mejorase.

—Ya verás, te encantará el sitio —continuó Odd tratando de subirle el ánimo—. Estábamos hablando sobre qué podríamos cenar antes de llamarte, pero no nos hemos puesto de acuerdo.

—¿Vamos a encargar comida?

—No, Sissi cocinará.

La cara de sorpresa de Ulrich le hizo reír.

—¿Sissi? ¿Sissi Delmas? ¿La hija del director de Kadic?

—Sí, mi Sissi —añadió—. Encontró su pasión un día, así de repente, se apuntó a una escuela de cocina y se ha sacado el título.

—¿Así de la nada?

—Puede que mi madre y su "en casa todo el mundo tiene que cocinar" contribuyese a su cambio de rumbo en la vida.

»Como sea, cocina genial, en serio.

La última curva obligó a Ulrich a agarrarse a la maneta sobre la ventana. La explanada sorprendió a Ulrich, que se echó hacia adelante admirando la fachada de piedra del edificio, las plantas resistentes al frío plantadas en las jardineras de las ventanas. Con el tiempo se convertiría en un lugar espectacular.

—¿De quién es el coche?

—De Yumi —respondió aparcando—. Es la única que se ha atrevido a conducir casi once horas. Quién sabe, a lo mejor puedes volver con ella en coche y ahorrarte los taxis y trenes ya que se te dan tan mal.

Ulrich le miró con el ceño fruncido, aunque no pareció molestarse, eso significaba que su estado anímico había mejorado lo suficiente como para ver interactuar a William y Yumi sin alterarse.

Bajaron del coche, Odd sacó el equipaje del maletero, pero Ulrich se lo cargó al hombro con gesto mecánico. Por unos segundos se quedó inmóvil como si el edificio le intimidase, como si fuese su peor enemigo. La última reunión la había esquivado, tal vez eran los remordimientos los que le había paralizado.

—Ahí dentro no hay nadie culpándote de nada, entra o te congelarás.

Se movió, Odd tenía razón, aquello era absurdo e infantil. Odd empujó la puerta dejando que el calor del interior se derramase en el porche. El interior olía de maravilla y el calor era agradable, se bajó la cremallera del abrigo y se deshizo de la bufanda.

—No está nada mal —admitió soltando un silbido.

—Pues aún no has visto lo mejor. Espérame un minuto, voy a avisarles de que estamos aquí, te enseñaré el lugar y dejaré que te instales.

Ulrich se quedó plantado en el centro del vestíbulo sin despegar la mirada de Odd que se perdía por la puerta oculta bajo las escaleras. Era idiota, podría haberle seguido y entrado a saludar a los demás, se suponía que eran amigos, la gente normal saludaba a sus amigos, aunque llegase ridículamente tarde al encuentro que habían planificado. Pero no lo hizo, no se movió ni un milímetro y, como si estuviera congelado, recibió a Odd en la misma posición exacta en la que le había dejado.

—Os hemos instalado a todos arriba —le explicó señalando las escaleras, Ulrich se decidió a moverse y a subir tras él—. Las paredes están bien aisladas, pero me ha parecido mejor dejar una habitación vacía entre medio por si alguien hace ruido por la noche.

—Me parece bien.

—Como eres el último en llegar sólo queda una habitación libre —musitó, deseando que no refunfuñase por ello—. De cara a las escaleras, frente a la suite de Yumi.

—¿Es algún tipo de plan retorcido?

—No, Yumi eligió la suite junto a las escaleras, William la de al lado de la salida de incendios al igual que Jérémie y Aelita, así que sólo queda libre esa.

—Odd...

—En serio. Si hubieses llegado antes podrías haber elegido la que quisieras —soltó sin dejarse intimidar—. Si tienes alguna duda puedes preguntarles cuando bajes.

Ulrich soltó un suspiro que sonó más como un bufido, Odd sacudió la cabeza. Abrió la puerta de la suite y observó como su amigo dejaba el equipaje en el suelo con cierta desgana.

—Odd, te lo pido por favor —siseó mirándole a los ojos—. No hagas nada que fuerce la situación entre Yumi y yo, ¿de acuerdo? Estoy cansado de ese tema, voy a pasar página. Seremos sólo amigos y punto.

—Tranquilo, no pienso hacer nada. Ya os las arreglaréis como queráis, pero tengamos la fiesta en paz. Vamos a divertirnos y nada más.

Continuará

Notas de la autora:
¡Hola! Y por fin, Ulrich, logró llegar a destino. Este es el último capítulo de introducción mañana entramos en materia por fin.
Mañana más.

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