La casa en la montaña

Code: Lyoko y sus personajes son propiedad de MoonScoop y France3.

La casa en la montaña

—Elije la que prefieras —soltó Odd abarcando el pasillo plagado de puertas con las manos.

Y ella lo había hecho, escogiendo la que estaba pegada a las escaleras. No es que tuviera alguna fobia que le impidiese estar en un rincón, era el simple hecho de que le parecía más cómodo. Dejó su maleta sobre la cama y siguió a su amigo por el improvisado tour turístico del hotel.

La planta de arriba constaba de seis suites de lujo, allí era donde Odd les iba a instalar. La segunda con doce habitaciones, no tan amplias, pero agradables, con un precio razonable y la planta baja. Yumi siguió a Odd hacia la izquierda, tras una puerta corredera se abría un pasillo ancho con cuatro puertas, Odd le explicó que estaban pensadas para personas que tuvieran problemas de movilidad, aquellas que, simplemente, buscasen un alojamiento en un lugar tranquilo y nevado, que no todo el mundo iba a aquel rincón fronterizo a hacer esquí o a seguir caminos de cabras por la montaña. Le pareció una buena idea, algo lógico y coherente en lo que no todo el mundo pensaba. Después abrió la que se ocultaba bajo las escaleras y que llevaba a un gran salón comedor, decorado con elegancia, cerrado con unos enormes ventanales. Finalmente, la llevó a la derecha, abriendo la puerta tras la que Sissi se había evaporado, allí estaba la cocina, la despensa y la sala de la caldera.

Sissi estaba escribiendo algo en la carpeta con pinza adherida a la puerta cromada de la cámara frigorífica. Yumi se preguntó si ella sería la cocinera, si sabría cocinar o si sólo estaba haciendo inventario de lo que tenían disponible.

—Es un poco pequeño, pero creo que nos irá bien.

—¿Pequeño? —inquirió Yumi. No era un palacio, pero había espacio más que suficiente—. El sitio es genial, habéis hecho un gran trabajo.

Sissi la miró con algo parecido a la sorpresa estampada en su rostro.

—Aún queda mucho por hacer —habló acomodando el bolígrafo sobre la pinza de la carpeta—, pero podremos abrir el mes que viene para el inicio de la temporada de esquí.

—Y será un éxito rotundo —añadió Odd con orgullo.

—O un fracaso estrepitoso —finalizó Sissi.

La mano de Odd se movió como si tratase de ahuyentar las palabras de Sissi, el gesto hizo reír a Yumi. Odd había madurado un poco, pero seguía siendo el mismo de siempre, exagerado y teatral.

—Si esto no sale bien, más te vale que tengas razón y tus padres nos echen una mano, porque ya te digo yo que mi padre me va a mandar de una patada a China —soltó Sissi, se plantó al lado de Odd haciendo patente que seguía siendo más alta que él—. Y no me gustaría oírle decirme "ya te lo dije, Elisabeth, irte con el vago de Della Robbia era una mala idea".

—Tu padre me odia a mí, no a ti. La patada me la daría a mí, no a ti —rebatió Odd encogiéndose de hombros.

Misterio resuelto, pensó Yumi, aquel par eran pareja y, al parecer, el director de Kadic no estaba muy contento de que su hija del alma se hubiera decidido por alguien como Odd.

—Yumi, porque no te das una buena ducha mientras esperamos a que llegue el resto —musitó Odd.

Ella asintió y subió de nuevo las escaleras, les dejaría discutir en paz.

º º º

Madrugar nunca había sido lo suyo, pero en el último mes le estaba costando más de lo habitual. Tal vez la culpa era de la enorme cantidad de turnos de noche y dobles que llevaba haciendo aquellos seis meses, pero sí, odiaba madrugar. Bostezó y se frotó un ojo somnoliento, el traqueteo del tren sobre las vías no le ayudaba precisamente a mantenerse despierto, el vaivén le adormecía aún más.

Maldecía a Odd por haber elegido un lugar tan apartado para abrir un hotel. No era que se quejase, bueno, un poco sí, pero aquel paseíto hasta la frontera con Suiza iba a acabar con él.

Estaba nervioso, iba a volver a ver a Yumi. La última vez que la había visto había sido en la boda de Aelita y Jérémie y de eso habían pasado ya dos años. Quería volver a verla, pero a la vez no quería hacerlo porque le daba un poco de miedo pensar que, tal vez, no iría sola a aquel encuentro, que pudiera tener pareja.

Entre Yumi y él siempre había habido algo. Algo complicado, inquieto e indefinido que saltaba de la amistad al amor y del amor a la amistad. Seguramente la culpa era de sus caracteres tan diferentes, de las inseguridades propias y ajenas. Si de una cosa estaba seguro era de que había presionado demasiado cuando no debía de hacerlo, que exigirle que se apartase de William porque él era incapaz de controlar sus emociones cuando los veía juntos había sido determinante en el quiebre definitivo de aquel sí, pero no, no, pero sí que mantenían desde el primer día.

El tren se adentró en un túnel y el cristal de la ventanilla le devolvió su imagen, el pelo castaño, revuelto y enmarañado que parecía que alguien le hubiera mordisqueado mientras dormía, las ojeras marcadas y aquella mueca de disconformidad casi constante.

¿Qué iba a decirle a Yumi cuando volviera a verla? No tenía ni la más remota idea, quizás algo como «siento haber evitado los últimos diez encuentros, es que me siento un poco idiota persiguiendo algo que no puedo tener». Ver a Yumi siempre se le hacía difícil porque significaba demasiadas cosas y, al final, siempre acababa cagándola. Al menos sí que había logrado mantener el contacto, aunque eso era más mérito de Yumi que suyo. El noventa por ciento de las veces era ella quien llamaba y lo de enviar mensajes siempre era cosa suya. Definitivamente, si no hubiera sido por Yumi haría tiempo que no sabrían nada el uno de la otra.

No quería hacerse ilusiones, tenía claro que pasar una semana perdidos en medio de una montaña no iba a arreglar nada, pero deseaba que algo hiciera. Que la casa en la montaña de Odd le diera un poco del valor que nunca había logrado reunir para enfrentarse a aquel sí, pero no, no, pero sí.

Continuará

Notas de la autora:
¡Hola! Segundo día, segundo capítulo. Dejamos un rato a Yumi para ir con el siguiente personaje que, aunque no haya dicho el nombre, creo que es muy reconocible.
Espero que os haya gustado, mañana más.

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