Infusiones
Code: Lyoko y sus personajes son propiedad de MoonScoop y France3.
Infusiones
—Sissi, ¿estás dormida?
—Sí —susurró ella en la oscuridad.
—¿Crees que deberíamos encerrar a Ulrich y Yumi juntos para que avancen?
—Déjales en paz.
—Pero mírales —musitó encendiendo la lamparita de noche haciéndole soltar un bufido—. Están solteros y apuesto a que aún se...
—Odd, no es asunto tuyo.
La idea de la necesidad de ayudar a su par de amigos seguía allí, enredada en su pecho, desde que le había asaltado en la ducha. En Kadic se había esforzado para lograr que estuvieran juntos, pero nada había funcionado porque bueno... porque eran un par de cabezotas incapaces de mantenerse en paz cinco minutos. Después llegó el "sólo somos amigos" que lo había complicado todo un poco más. Más adelante Yumi entró en la universidad en París «sólo un par de años» les dijo, pero allí seguía perfectamente instalada y sin señales que indicasen que regresaría en algún momento. Y el tiempo iba pasando y nada parecía preparado para cambiar.
—Sissi...
—No. Sea lo que sea, no.
—Pero...
—No. Apaga la luz y duérmete, es muy tarde.
Con un suspiro resignado, Odd, alargó el brazo y apagó la luz, pero no se tumbó. De acuerdo, tal vez Sissi no estuviera dispuesta a ayudarle, sin embargo, él podía urdir un buen plan y sacarlo adelante por sí mismo. Apartó las sábanas y se levantó.
—¿A dónde vas?
—A por agua, tengo sed.
Dejó la habitación cerrando la puerta con cuidado. A pesar de saber que Ulrich había quedado en el pasado, no podía evitar preguntarse si, de algún modo, la negativa a ayudarle se debía a que una parte de ella aún lo sentía como algo que vivía en su corazón. Sacudió la cabeza, no debía pensar en eso, no llevaba a ningún lado e iba a hacerse daño tontamente.
Quizás Sissi tenía razón y debería de quedarse a un lado y dejar de empujarlos. Si querían hacerse viejos en solitario manteniendo su relación de sólo amigos, pues adelante, peor para ellos. Sí, debería. Sería lo mejor. Allá ellos con su desastre.
Un suave chasquido llegó a sus oídos. Se puso en alerta, no debería de haber nadie allí abajo, debían de estar todos durmiendo. ¿Se habría olvidado de cerrar la puerta y habría entrado alguien? Estaban en un lugar bastante aislado, pero nunca habían tenido ningún problema, nadie había intentado colarse ni cuando estaban haciendo obras.
Pulsó el interruptor y la luz se derramó por el vestíbulo. No había ningún ladrón, sólo Aelita deslumbrada y sorprendida.
—¿No puedes dormir?
—No, he soñado con mi madre. ¿Tú tampoco puedes dormir?
—Bueno, algo así. ¿Quieres un té o algo caliente?
Aelita asintió y le sonrió. Odd pasó el brazo por encima de sus hombros y la dirigió hacia la cocina. Los fluorescentes parpadearon antes de encenderse, el reflejo sobre el aluminio le daba un aspecto fantasmagórico a la cocina.
—No le digas a Sissi que hemos estado jugueteando con sus infusiones.
—No se lo diré a nadie.
Odd puso agua a hervir, en Kadic, las noches en las que no podía dormir bajaba a hurtadillas hasta la máquina de bebidas del patio, alguna vez se había topado con Aelita que tenía pesadillas. Cuando ocurría se escondían en el estrecho espacio entre la máquina y la pared, hablaban durante un buen rato, resguardados de la vista del vigilante y del frío en invierno, y al regresar a la habitación todo parecía mejor. Si hubieran tenido la oportunidad de conversar en un lugar con el que ahora compartían todo hubiera sido mucho mejor.
—¿Por qué no puedes dormir, Odd?
—Los dos idiotas me quitan el sueño.
—¿Te refieres a Ulrich y Yumi?
—Sí.
Añadió en la tetera una mezcla de manzanilla y hierbas relajantes y la retiró del fuego cuando empezó a hervir. Sacó dos tazas, dos cucharas y el azucarero y se sentó en uno de los taburetes junto a Aelita.
—Quiero ayudarles a acercar posturas, quería que Sissi me echase un cable, pero se ha negado.
—Creo que Sissi tiene razón —musitó ella.
—No fastidies, ¿tú también?
—Odd... ¿cuántas veces lo has intentado? ¿cuántas te he ayudado a hacerlo? —inquirió mirándole con seriedad—. Nunca ha funcionado, nada ha funcionado. Al contrario, cada vez que has intentado acercarlos has logrado el efecto contrario, alejarlos.
»Creo que lograrán encontrar su propio camino.
—¿Y si no lo hacen?
Odd sirvió la infusión en las tazas. Suspiró. Quizás tanto Aelita como Sissi tenían razón y debería mantenerse al margen, confiar en que se obrase la magia, que entrasen en razón y admitiesen que se querían.
—Sé que igual soy muy optimista, pero me ha parecido que durante la cena estaban bien.
—¿Bien?
—Que estaban más cerca que al llegar. Deberíamos dejarlos hacer su propio camino.
—Espero que no te equivoques.
Aelita se calentó las manos con la taza. Comprendía a Odd, estaba con él en aquello de que Ulrich y Yumi estaban hechos el uno para la otra, pero también había comprendido, con el tiempo, que cuanto más trataba de juntarles más se alejaban. Por eso ya no intentaba nada, aunque quisiera hacerlo.
—Les irá bien, estoy segura.
—¿No sientes que es un poco culpa nuestra?
La mirada curiosa de Aelita le atravesó. Se arrepintió de haber preguntado eso. Llevaba años callándose y ahora lo soltaba así sin más.
—¿Por qué?
—No es ningún secreto que cuando discutían nos ponían en una situación complicada a todos, por eso dejaron de intentarlo —explicó preguntándose si Aelita era consciente de ello—. También para centrarse en la lucha en Lyoko, la búsqueda de tu padre, seguir a X.A.N.A. por la red...
—No lo había pensado nunca.
—Por eso he querido ayudarlos desde que apagamos el superordenador.
—Pero no ha funcionado nunca —musitó Aelita—. Ojalá tuviera una barita mágica para solucionarlo.
—Sería fantástico.
Apuraron sus infusiones en silencio antes de regresar a sus respectivas habitaciones. Odd se encontró a Sissi dormida. Aelita, por su parte, le sonrió a Jérémie que estaba sentado en la cama despierto.
—¿Estás bien, Aelita?
—Sí, no podía dormir y he bajado a mirar la nieve, pero me he encontrado a Odd y hemos estado tomando unas infusiones.
—¿Otra pesadilla? ¿Por qué no me has despertado?
—Estoy bien, no pasa nada —declaró metiéndose en la cama—. Vamos a dormir.
Continuará
Notas de la autora:
¡Hola! Uno para el final. ¿Tendrá consecuencias lo que le ha dicho Odd a Aelita?
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