Amigos II

Code: Lyoko y sus personajes son propiedad de MoonScoop y France3.

Amigos II

William, tras cambiarse de ropa, entró en el comedor y observó a Yumi y Ulrich que estaban sentados lo más lejos el uno de la otra que les permitía aquella sala. La idea de Ulrich era la de hablar con ella y avanzar en la dirección correcta, sin embargo, viéndolos tan separados no pudo evitar preguntarse si no le habría salido el tiro por la culata. Ninguno de los dos parecía molesto, pero con aquel par nunca se sabía.

Arrastró una silla hasta el lugar en el que Yumi permanecía inmersa en un grueso libro que cerró de manera automática al entreverle.

—El resplandor... no sé si es un buen libro para leer atrapada por la nieve en un hotel viejo.

—¿Te da miedo que me convierta en Jack Torrance?

William rió. Yumi era el tipo de persona que sería capaz de alojarse en el Hotel Cecil para comprobar si estaba encantado, a aquellas alturas ya ni le sorprendía, ni cuestionaba, su afición por leer cosas perturbadoras que pudieran mezclarse con la realidad del momento que vivía.

—¿Todo bien?

—Sí, ¿por qué lo preguntas?

—Por esta distancia nada sospechosa y tan natural entre vosotros dos —musitó con tono sarcástico.

La mirada de Yumi se desvió hacia Ulrich que estaba inmerso en la pantalla de su móvil, con un auricular puesto y el otro colgado desgarbado frente a su pecho. Se encogió de hombros y le sonrió a William.

—Sí, todo bien —repitió.

—¿Habéis hablado?

—Suelta lo que sea que quieres decirme, anda, hay una fiesta en el salón de baile y me la estoy perdiendo.

Yumi le conocía bien, le hizo reír el ser calado con tanta facilidad. Ignoró la mirada de Ulrich que se había clavado en él, cargada de curiosidad y tal vez un poco preocupada también.

—¿Habéis acabado ya de jugar a los amigos?

—Eres un cotilla.

—Oye, quiero que estés bien y seas feliz, si ese idiota enfurruñado es quien lo logra, perfecto —susurró encogiéndose de hombros—. Mereces conseguir lo que quieres. Sólo me preocupa que haya logrado el efecto contrario diciendo alguna estupidez.

La mano de Yumi le empujó con suavidad del hombro.

—Estamos bien ahora. Hemos hablado y llegado a un acuerdo.

—¿En la buena dirección?

Yumi se encogió de hombros y le dedicó una sonrisa de medio lado.

—¿Cuál es la buena dirección?

—Bien jugado —respondió sin ofenderse—. Si tengo que empujarle por las escaleras y hacer que parezca un accidente avísame, ¿entendido?

—Entendido. ¿Dónde has dejado a Emilie?

—Arriba con Aelita y Sissi, querían hablar de no sé qué.

—Parece que, al final, te preocupabas por nada. Se ha integrado perfectamente.

Una semana antes de acudir a aquel encuentro, William, había estado hablando por teléfono con Yumi sobre lo mucho que le preocupaba que se sintiera fuera de lugar, pero sí, se había preocupado por nada. Al final, Emilie, se las había arreglado para encajar en el grupo y no sentirse una extraña.

—Supongo que exageré un poquitín. Sissi parece haberse integrado bien también.

—Bueno, estaba segura de que lo lograría, sólo necesitaba confiar en sí misma.

Odd cruzó la puerta del comedor echó un rápido vistazo al panorama: Yumi y William hablando en un rincón, Ulrich en solitario en una esquina.

«¿Es que no podéis ser dos adultos racionales ni treinta minutos?» pensó Odd. Durante la agresión con bolas de nieve estaban la mar de unidos, Yumi incluso le había proporcionado un proyectil traicionero, pero ahora, ahí estaban como si ni soportasen ni compartir el aire que respiraban. Menudo par de idiotas.

—¿Habéis mandado a Ulrich al rincón de pensar? —inquirió, la mirada de ambos se desvió, de manera automática, hacia el chico que había despegado su atención de la pantalla y se había deshecho del auricular.

—Estoy viendo un vídeo, Yumi estaba leyendo —soltó Ulrich era, en parte, cierto. Al regresar del baño se la había encontrado enfrascada en la lectura y había preferido sentarse en otro lado sabiendo que no podría evitar dejar entrever que, desde hacía unas horas, ya no eran sólo amigos—. Se llama respeto, no sé si te suena de algo...

Odd ignoró el golpe que acababa de soltarle y se encogió de hombros señalando a William.

—Deberías explicárselo a él.

«No hurgues ahí» pensó Ulrich. Si Odd quería hacerle saltar no lo conseguiría. Ya no era un crío, no iba a caer de nuevo en ese error, lo dejaría pasar y empezarían con buen pie, no sería él quien lo arruinara.

—Tenía curiosidad por lo que está leyendo Yumi —contestó William, él no pensaba propiciar el desastre.

Ella alzó el libro enseñándole la portada.

—El resplandor. ¿Te gustaría que mi hotel estuviera encantado?

—Depende, si me pagas por encontrar a los fantasmas entonces sí.

Odd no quería saber nada de hoteles encantados y menos contemplar la posibilidad de que el suyo pudiera serlo. Señaló a Ulrich con el dedo.

—¿Le invitamos a acercarse?

—Puede venir aquí cuando quiera, Odd —declaró Yumi con un tono de voz que ponía de manifiesto que si seguía metiendo el dedo allí a ver qué podía sacar se lo mordería—. ¿Quieres venir, Ulrich?

—Claro, si no me obligas a leer eso.

A Ulrich no le gustaban los libros en general y, en particular, los de miedo con más de cien páginas.

—Si te portas bien no lo haré.

Bien, de acuerdo, normalidad. Habían acordado actuar con normalidad y eso iban a hacer.

—También podrías recompensarle por su buen comportamiento con un buen beso —soltó Odd.

—¿Estás seguro de querer ir por ahí? —inquirió William.

—¿Qué? Sólo era una opción.

—Odd, métete en tus asuntos —farfulló Ulrich—. Somos amigos. Fin.

La miró de reojo esperando descubrir si esa respuesta había sido la más adecuada o no, Yumi asintió discretamente. Si Odd se enteraba en menos de treinta segundos lo sabrían hasta en París.

Continuará

Notas de la autora:
¡Hola! "El resplandor" es lo que estaba leyendo cuando empecé a escribir esto, por eso está ahí. Quedan dos para el final.

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