Liberación

Amelia

Si no hubiera sido porque escuché la conversación que estaba teniendo mi tío con mi tía, ni me hubiese enterado de esto. Tuve que amenazarlo para que me trajera. 

En el fondo, no puedo molestarme con Enzo por haber actuado de esta forma, de tratarla como lo estaba haciendo, porque conozco que todo esto lo ha hecho por mí, porque sé que él no es el malo aquí, porque una vez más saca la cara por mí, a pesar de estar consciente de que nos podría perjudicar si algo sale mal. 

Quizá no vale la pena ensuciarse las manos con ella y la bruja, pero mi alma clamaba venganza, destrucción. 

Después del tiempo que estuve en la cárcel, todo el sufrimiento que experimenté, los maltratos, la soledad, la angustia, el miedo, la preocupación, todo eso me hizo ser lo que soy ahora. Ella y esa bruja me lo arrebataron todo, me alejaron de mi hijo, es tiempo de que paguen por eso. 

Tal vez la humanidad la había perdido, pero no podía sentir ni un poco de pena o lástima por las atrocidades que estaba presenciando o provocando. 

Su rostro lucía sumamente inflamado, irreconocible y ensangrentado, por los golpes que le estaba proporcionando con la manopla de acero que me brindó Enzo. Sus dientes partidos y llanto me hacían sentir un poco más liviana. 

Enzo no se opuso a nada, de hecho, él mismo sujetaba y presionaba sus piernas contra el pavimento para que no pudiera defenderse de ninguna manera. Él sabía que todas mis frustraciones, mi ira, todos esos sentimientos y emociones negativas y malignas que corroían mi alma estaban en todo su apogeo y no medía las consecuencias. Ni siquiera él quería intervenir conmigo. 

Siempre sospeché de ella y de su cercanía con Dominick, pero para ser sincera, me parece enfermizo que hubiera llegado tan lejos con tal de quedarse con él. Ella y esa bruja envenenaron a Dominick para que él me alejara de mi hijo, se metieron con lo más preciado que tengo y eso jamás lo pasaré por alto y tampoco lo olvidaré. 

Quizás acabo de condenar mi alma, pero ya nada de eso me importaba, después que pudiera descargar todo este peso y dolor que guardo aquí dentro. 

Solo de pensar que ese inocente que perdió la vida en manos de esta mujer hubiese podido ser mi hijo, esa rabia y furia regresa, sacando la peor versión de mí a relucir, la misma que quería despellejarla viva y verla sufrir y rogar más.

Todavía estaba respirando y quejándose. A pesar de ver la piel de su rostro perforada, sus labios partidos y nariz fracturada, eso no me iba a frenar hasta que descargara todo lo que llevaba acumulado en mi interior. Parte de los ligamentos de su piel colgaba de la manopla. 

Toda su vida se ha jactado de que es un encanto de mujer y de que todos los hombres caen fácilmente por tener un rostro y cuerpo bonito, pero ¿ahora dónde quedó esa belleza de la que tanto alardeaba?

«Claro, ahora está en mis manos». 

Lo único bonito que tenía se lo he arrebatado, con la misma rapidez y eficacia que ella me lo arrebató todo. 

—Toma un descanso, mi florecilla— tomó mi mano, apretándola entre la suya—. No quiero que lastimes más estas pequeñas, bellas y perfectas manos. Mis mascotas tienen mucha hambre y hay que llevarles de comer. Se darán un buen festín con esta. No obstante, debemos separar un regalito para la bruja. Estoy seguro que le hará muy feliz esa sorpresa. 

Incluso sonando tan maquiavélico y siniestro con sus planes me derrite. 

«Joder, amo tanto a este hombre».

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