| Capitulo 20 |
| Una renuncia definitiva, Un toque suave por la piel y El llanto que jamás saldrá de los pensamientos |
La oficina de Namjoon siempre tenía un toque de olor a lavanda, por lo que sabía Seokjin era quien dejaba un aromatizante sobre su escritorio, le decía que le daba un mejor toque que el olor a café recién hacho de todo el lugar, y no podía negarlo, él tenía toda la razón del mundo, era especial, más refrescante que el olor del café de No Vacancy.
Había regresado a la cafetería para recoger algunos papeles que había entregado, entre ellos una copia de mi curriculum, y por supuesto una carta de recomendación que Namjoon debía entregarme por derecho según el contrato.
—Bien, Jimin —preste de nuevo atención, mire a mi jefe que estaba terminando de firmar el último de los papeles, para después colocarlos frente a mí—, fue bueno que estuvieras trabajando con todos aquí, espero tengas suerte en donde quiera que vayas.
—Muchas gracias, el ambiente es muy bueno por aquí —mencione—, si pudiera quedarme me encantaría volver a trabajar aquí.
Y no estaba bromeando, había conocido varias personas, accidentes y momentos divertidos que pasaban allí, aunque claro a veces podía ser un soplón de primera categoría con respecto en acusar a mis compañeros, pero en realidad si tuviera que buscar otro empleo, definitivamente lo haría en una cafetería, no me molestaba en lo absoluto, aunque claro, las jornadas podían ser tediosas debido a clientes que son molestos o cuando hay una enorme fila de ordenes por preparar, pero de ahí en fuera, me sentí cómodo.
—Si llegas a regresar, te esperara un puesto aquí sin duda —me regalo una sonrisa haciendo resaltar sus hoyuelos en las mejillas.
Había pocas personas que veía que tenían esa característica especial, en lo personal me agrada, les da un dulce toque a las sonrisas de las personas.
—Muchas gracias, fue un gran honor trabajar aquí.
Ofrecí mi mano hacia el frente a lo cual él comprendió, estiro su mano hasta dar con la mía y de ese modo me dio un apretón de manos, un suave apretón, y una leve sacudida, era una despedida definitiva, mi renuncia a ese empleo es el comienzo a una huida más en mi vida.
Definitivamente a pesar de que me sentía listo para desaparecer de Daegu, no quería hacerlo, Yoongi era el motivo por el cual podría quedarme allí para siempre, pero tampoco quería hacerlo, quería mirar un poco más el país, poder viajar solamente un poco más, tal vez así podría ver más cosas, y experimentar otras, definitivamente está ciudad quiere que me quedé, y también quiero quedarme, pero tengo una pequeña vocecita que me insiste en seguir escapando, aunque sea por una última vez.
...
—Me encanta tu piel, Yoongi —había mencionado mientras repartía besos por la extensión de su cuello.
Me había costado algo de trabajo insistirle en que hiciéramos el amor, pero lo había conseguido, seguía dándole suaves penetraciones, sin prisa alguna, haciéndolo disfrutar de las ondas de placer que a ambos nos recorrían en el cuerpo una y otra vez, podía sentir como sus paredes lograban apretar mi extensión y hacerme sacar suaves gruñidos que trataba de reprimir que salieran, pero era inevitable.
—J-jimin —gimió mi nombre al sentir como apreté suavemente la punta de su pene, su cabeza se hizo para atrás dándome más espacio para seguir saboreando la hermosa y sedosa piel de su cuello—... Aaah.
—¿Te gusta lo que hago, Yoongi? —mis palabras habían salido despacio, como si las hubiera soltado en un suspiro, miré su rostro, me quería concentrar en sus ojos, seguí con mis movimientos.
Sentía sus manos dándome caricias sobre la espalda, apretando de vez en cuando sus uñas sobre mi piel, se sentía tan bien aquella sensación, paso su lengua por sus labios remojándolos, mientras suaves suspiros salían por sus labios, me acerque a su rostro para depositar un beso en sus labios, despacio, suaves movimientos, lamí sus labios y él abrió la boca, pude introducir mi lengua, seguía penetrándolo dulcemente, sin ninguna prisa, y él seguía soltando suaves gemidos que eran retenidos por la unión de nuestras bocas en aquel beso lleno de deseo.
Nuestras lenguas se tocaban, disfrutándose mutuamente, sentí como intento separarse de mí para darme una suave mordida en los labios y pasar su lengua por ellos, sonreí al sentir sus acciones, y volví a unir nuestros labios en otro beso más, disfrutando cada onda de placer recorriendo nuestros cuerpos, pude sentir como se empujó hacia adelante arqueando su espalda y separándonos del beso, parece que he encontrado el punto favorito de Yoongi, de nuevo lo penetre intentando dar en el mismo lugar, y lo había logrado, de nuevo arqueo su espalda haciendo la cabeza hacia atrás mientras decía mi nombre en un gemido suave.
—Aah... Ji-min —volvió a decir y seguí con mis acciones, abracé su cuerpo para pegarlo más al mío, sentí como sus manos se aferraban rodeándome, sus manos lograron llegar hacia mis cabellos, sentía las suaves caricias de sus dedos pasando por las hebras de mi cabello, mientras soltaba pequeños gemidos y seguía diciendo mi nombre.
—Y-yoongi —solté al sentir que casi estaba a punto de llegar al preciado orgasmo que tanto buscaba pero que no quería que llegará tan pronto, estaba disfrutando cada parte de Yoongi y él estaba de igual manera que yo, miré sus ojos que estaban entrecerrados mientras seguía embistiéndolo.
El cosquilleo bajo mi vientre se sintió y por fin pude liberarme dentro de él, apreté su cuerpo contra el mío y sentí como Yoongi tembló al venirse encima de ambos, nuestras respiraciones trataban de calmarse, podía sentir las suaves exhalaciones frescas sobre mi piel sudorosa, como una corriente de aire que cruzaba por mi piel cuando terminaba de correr.
Sentí a Yoongi apegarse más a mí, escondiendo su rostro en mi pecho, sus piernas se habían enroscado con algo de fuerza sobre mi cuerpo, apoye un poco mi rostro por su coronilla, cerré mis ojos, podía sentir suaves temblores de su cuerpo, y escuche un suave sollozo, me alarme por completo al escuchar eso, aparte un poco a Yoongi para mirarlo a los ojos, y grande había sido mi sorpresa al verlo llorar, sus ojos totalmente cristalizados, mire las primeras lagrimas bajar por sus mejillas lentamente.
—¡Yoongi! ¿Te lastimé? —estaba alarmado, no quería que llorara, me quería golpear, pensaba que había hecho algo mal, que lo había lastimado, pero al ver como negaba con la cabeza en respuesta, me sentí más extraño—. ¿Por qué lloras, precioso?
—L-lo siento —no quería que se disculpara, deposite un beso sobre su frente, quería que se tranquilizará, volví a acercarlo hacia mí, abrazando su cuerpo, y el apretó mi cuerpo con sus brazos y sus piernas, podía escuchar sus sollozos saliendo y siendo casi atrapados en su garganta—. Lo siento.
Volvió a repetir, y a pesar de que sabía que no estaba mirándome, negué lentamente con la cabeza, lo que menos quería era que se disculpará por nada, no debía de disculparse, no había hecho nada malo, no tenía por qué pedirme una y otra vez disculpas.
—Yoongi, no debes disculparte, no hiciste nada malo —de nuevo lo separe un poco y pude ver sus ojos, soltando un par de lágrimas más, pase mi mano por sus mejillas limpiando los restos de aquellas saladas gotas, y deposite un beso en su pequeña nariz, vi la pequeña sonrisa que me regalo después de mis acciones, ahora era yo quien quería llorar.
Todavía pensaba que le había hecho algún daño en aquel acto de amor, pero al sentir sus caricias en mis cabellos supe que no había sido así.
—Perdón... —dijo con una voz casi inaudible—, pero el recuerdo de que pronto te irás me abrumo de repente y... —no deje que terminará de hablar, junte nuestros labios, sentí que había sido un movimiento algo brusco de parte mía, pero quería que por lo menos con esta muestra de afecto, las lágrimas desaparecieran por completo de sus hermosos orbes marrones.
—No pienses en eso —le dije cuando por fin nos separamos de aquel beso—, perdóname a mí por esto, pero en verdad lo necesito, sé que es difícil que nos digamos un hasta luego, pero piensa en eso, es un hasta luego, regresaré, y lo haré por una única razón —mi mano aparto un poco los cabellos húmedos de su frente—, por ti, Min Yoongi.
Y de nuevo lo abrace, acercándolo a mi pecho, brindándole protección, no había salido de él, y sus piernas seguían enroscadas en mi cuerpo, y definitivamente no quería separarme de él, no en ese momento.
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