3- Inquietud

Igual que un animal ansioso privado de su libertad, Kanae caminaba por la habitación mientras se dedicaba a morder con insistencia la uña de su dedo pulgar. La inquietud ya se había apoderado de ella en su totalidad, desde hacía una hora desconocía el paradero de su hermana menor. Se sentía como una bomba a punto de estallar.

De pronto sus ojos violetas se detuvieron sobre la jovencita que se dedicaba a contemplarla en silencio, sentada a pocos metros de ella. El rostro de Kanae se ablandó y se dirigió a la presencia:

—Deberías dormir, Kanao —sugirió mientras con gesto dulce acariciaba los mechones insurrectos de la menor—. Mañana hay clases. Yo puedo esperar a Shinobu.

La azabache la contempló, vacilando durante unos segundos sobre la propuesta efectuada. Finalmente asintió en el momento que una leve sonrisa se esbozaba en sus labios. Se puso de pie y se retiró de la habitación en silencio, dirigiéndose a la planta alta de la residencia. Apenas quedó sola Kanae se apresuró a tomar su teléfono para marcar de nuevo al número de su hermana ausente.

—Por favor, Shinobu, responde... —suplicó entre susurros al aparato que sostenía contra su oreja. Sin embargo, la línea muerta proveniente del otro lado fue su única contestación. ¡Directo a buzón!

Kanae apretó el móvil y observó la pantalla mientras sus dedos lo asían con cada vez más fuerza. Su hermana no contestaba, miles de posibilidades empezaban a acechar su mente, cada una peor que su antecesora. Por fin se decidió, no podía seguirse quedando de brazos cruzados. Tomó su abrigo y fue hasta el pasillo de la entrada.

—¡Kanao, saldré un momento a buscar a Shinobu! No tardaré... Espero —completó en un susurro mientras se colocaba con urgencia sus zapatos.

Se acercó a la puerta y se hallaba a punto de tomar la perilla, cuando esta se abrió de golpe. Kanae se dio un sobresalto por la acción tan abrupta que la agarró desprevenida. La chica de mechones púrpuras hizo su aparición, entrando por aquella puerta. Apenas sus ojos violáceos se encontraron con los de su hermana mayor su rostro reflejó la sorpresa.

—¿Nee-san?... ¿Ibas de salida? —preguntó con inocencia Shinobu.

El silencio las embargó a ambas. Un alivio pasó a recorrer el cuerpo de Kanae, reemplazando la ansiedad que segundos antes había sido su cruel verdugo. Un involuntario nudo se posó en el pecho de la joven y antes de darse cuenta las lágrimas hacían una furtiva aparición en sus ojos. Pocas situaciones le despertaban más el miedo que el sentir que sus hermanas menores estaban en peligro.

—¡Por Dios, Shinobu! —exclamó envolviendo el delicado cuerpo de la menor en un abrazo tan fuerte que casi amenazó con dejarla sin aliento. Se apartó de ella y la miró con dureza. Sus orbes lilas mostraban una notable preocupación—. ¿Se puede saber qué andabas haciendo fuera tan tarde?

Como una losa pesada de piedra arrojada a sus hombros sin previo aviso, la culpa cayó sobre Shinobu. La dureza en las palabras, sus ojos vidriosos y sobretodo la tensión acumulada en la mandibula de Kanae le indicaron que la había hecho pasar un susto innecesario... De nuevo.

—Lo siento mucho, Nee-san... —se disculpó Shinobu bajando la cabeza con sumisión—. Lo que sucede es que Mitsuri...

—La llamé hace rato. —Kanae interrumpió las excusas que estaba por brindarle. Shinobu tragó saliva con pesadez y quedó callada, no encontraba sentido a refutar si ya había sido descubierta. Solo le quedaba limitarse a esperar la sentencia que le daría Kanae mientras en su mente se formaba otra excusa que sonara creíble—. Me dijo que desde hace una hora habías salido de su casa... ¿Dónde has estado?

Shinobu mantuvo la cabeza gacha, agradeciendo por dentro haberlo hecho así. Su hermana no había percatado del gesto de sorpresa que invadió su cara al escuchar que Mitsuri había mentido por ella. Con un par de parpadeos recuperó la neutralidad en su semblante y levantó la vista hacia su hermana.

—Sí, es que nos separamos porque yo quería ir a preguntar al centro por algunas cosas que vamos a necesitar para el festival cultural —mintió con soltura permitiendo que su voz adquiriera un tono preciso y suave para que su hermana mayor lograra tranquilizarse—. Pero no me di cuenta de que se había hecho tan tarde. De verdad lo siento mucho, Nee-san.

—Mínimo contestame el teléfono. Avísame que te vas a demorar para no preocuparme así —reprochó Kanae tajante, cruzándose de brazos.

Shinobu sacó su celular y mostró la negra pantalla a su hermana mayor.

—Me quedé sin batería. No tenía forma de hacerte saber que me iba a tardar más de lo esperado. —Trágica historia era esa, quizá la única que contenía algo de verdad en toda la explicación que estaba brindando. Mientras regresaba en el metro Shinobu había deseado marcar a su hermana para evitar que se preocupara en exceso, Kanae siempre solía ser muy sobreprotectora. Sin embargo, al permitir que la grabadora siguiera funcionando por tanto tiempo el aparato perdió la poca batería restante, dejándola incomunicada—. Fue un pequeño inconveniente que me evitó ponerme en contacto contigo. Me conoces, sabes que no tienes razones para desconfiar de mí y que esta situación no volverá a darse.

¡Qué mala elección de palabras había hecho! Apenas mencionó la confianza la culpa volvió a atacar a Shinobu, recordándole que no merecía la confianza que su hermana le brindaba cuando era tan irrespetuosa para mentirle así a la cara. Kanae, por su parte, paseó sus orbes violáceas por el rostro de la menor, como deseando saber lo que realmente pasaba dentro de aquella cabeza suya. Al cabo de unos segundos su gesto se suavizó y suspiró con fuerza. No era capaz de mantener su enojo durante mucho tiempo si de sus hermanas se trataba.

—¿Qué voy a hacer contigo? —le preguntó recuperando su habitual dulzura. Shinobu respondió a ella con una tímida sonrisa—. Está bien... Sube a tu habitación, mañana hay clases y necesitas descansar.

—Tú también deberías descansar, Nee-san —suplicó Shinobu. A pesar de su descaro, al ser ella la causante, le preocupaba el agotamiento que manifestaba su hermana.

Kanae asintió en silencio y extendió una mano hacia ella. Shinobu correspondió el gesto, tomándola para dirigirse juntas a su respectiva habitación. Mientras subían las escaleras la menor no pudo evitar mirar a su hermana con aflicción. Sabía que los últimos meses habían resultado todo un infierno para ella: deudas, fraudes, decepciones amorosas, toneladas de trabajo y, por si fuera poco, una familia a la cual sacar adelante... Todo se había juntado para la mayor de la casa Kochou y ahora se añadían a la lista las mentiras y las llegadas tarde de Shinobu.

Al reflexionar en esto último a Shinobu le entraron enormes ganas de abrazar a su hermana. Nada deseaba más que ser honesta y contarle lo que había estado acaeciendo en las últimas semanas. Quería hacerle la promesa de que lograría hacer que las cosas mejoraran, pero sabía que lejos de causarle sosiego la iba a hacer caer en un vórtice desesperación más profundo y agónico que el anterior. Por el momento era mejor guardar silencio, dejar las cosas así y seguir actuando a sus espaldas. Después encontraría la forma de enmendar el dolor que estaba causando.

Shinobu entró a su habitación y cerró la puerta tras de sí. Su mirada se enfocó en la cama bien hecha. La atraía hacia ella como un imán, nada le habría sentado mejor en esos momentos que descansar. Pero aún tenía pendientes que arreglar antes de entregarse por completo a sus cobijas.

Se giró de mala gana y se dejó caer en la silla frente al pequeño escritorio. Encendió la lámpara de mesa para dedicarse a buscar entre sus papeles y libros una libreta en específico. Gracias a lo ordenada que era no tardó mucho en dar con ella, lo sacó de su lugar y sus ojos recorrieron esa portada de pasta dura con una mariposa en ella como si fuese la primera vez que la contemplaba.

Buscar entre sus páginas y escribir en ellas siempre causaba una desagradable sensación en la boca de su estómago. Shinobu lanzó un suspiro, sabiendo que tenía que terminar rápido con ello. Las hojas se deslizaron entre sus delicados dedos cuando de pronto una pequeña tarjeta salió de entre las páginas hasta aterrizar en el suelo.

Los ojos violáceos de la chica analizaron con desdén aquel trozo de papel que yacía a sus pies. Esa cosa, que a cualquiera le podría parecer insignificante, era en realidad una evidencia que marcaba el inicio de sus problemas familiares.

“—Es que..., estoy viendo a un chico —anunció Kanae con timidez después de que Shinobu le cuestionara la razón de su buen humor extendido por días.

La azabache no pudo ocultar su sorpresa y lo desprevenida que la tomó escuchar esas palabras saliendo de la boca de su hermana. Incluso el arroz que traía en la boca casi amenazó con ser disparado fuera de ella. Kanao también contemplaba a su hermana mayor, abriendo más de lo usual sus pequeños ojos. Era una declaración que no se esperaban.

—¿Qué?, ¿cómo?, ¿cuándo...?, ¿quién..? —balbuceó Shinobu siendo incapaz de formular completa la primera pregunta.

—Calma, calma, una cosa a la vez —pidió Kanae entre risitas que mostraban su nerviosismo. Se levantó de la mesa, se dirigió a su bolso y sacó una tarjeta de contacto, la cual extendió a sus dos hermanas menores—. Lo conocí en Shinjuku. Se llama Douma, tiene mi edad y es asesor financiero...

De solo recordarlo y volver a pronunciar su nombre una sonrisa decoraba sus labios. Una vez dado el anuncio pasó a parlotear maravillas de aquel hombre: como lo amable que era y lo atento y carismático que había resultado ser.

—Se escucha alguien agradable —comentó Kanao cuando su hermana hizo una pausa de sus relatos.

Kanae asintió con alegría al escuchar la aprobación de su hermana y se giró a Shinobu, esperando también que le diera su visto bueno. La ojivioleta se dedicaba a contemplar en silencio la tarjeta. Algo había en esa historia que despertaba su recelo.

—¿Por qué no nos habías hablado de él? —indagó sin poder ocultar el tono de reclamo presente en su voz. Aunque comprendía que su hermana era una mujer adulta con plena capacidad de elección y derecho a la privacidad, le dolía que imaginar que no confiaba lo suficiente en ellas como para no hacerles saber algo tan importante en su vida.

—Bueno, es que nos acabamos de conocer —confesó Kanae avergonzada, bajando la vista.

Shinobu encaró una ceja, haciendo evidente lo contrariada que la ponía esa información.

—¿Y qué? ¿Ya están saliendo? —cuestionó con agresividad sintiendo un amargo sabor en la garganta por el desagrado.

—¡Oh! No, no es nada formal todavía, pero creo que no tarda en pedírmelo —explicó la mayor sin poder ocultar la ilusión que le hacía pensar en ese momento. Sus mejillas se habían encendido y con sus manos intentaba no hacerlo tan obvio, quedando todavía más expuesta—. Creo... Creo que podría ser una conexión predestinada.

A pesar de lo irracional que sonaban aquellas palabras, Shinobu se contuvo de soltar un sermón. Nunca había visto a Kanae comportarse de esa forma, parecía una adolescente experimentando su primer flechazo amoroso. Le dedicó una frágil sonrisa y se concentró nuevamente en el plato de comida frente a ella. Toda la situación lograba despertarle un agudo resquemor, pero por una vez iba a ignorarlo. No quería lastimar a su hermana”.

Shinobu salió de sus recuerdos y recogió la tarjeta que aún posaba a sus pies. No se atrevió a darle otro vistazo, casi con agresividad rebuscó entre su cuaderno hasta llegar a esas facturas bancarias y recortes de periódico que decoraban las hojas. Sujetó la tarjeta con un clip y miró los encabezados que había decidido conservar, todos informaban sobre diversos casos donde un hombre había sido acusado de estafa, saliendo absuelto por falta de pruebas en cada uno de ellos.

Cada uno de esos titulares eran las pruebas que ahora Shinobu se dedicaba a buscar y recolectar. Sin embargo, algo no estaba bien... Preparó una hoja en blanco para escribir en ella:

Jueves 15 de septiembre: Busca algo en Ginza.

No pudo evitar fruncir el ceño al contemplar tan escasa información. De nuevo sus pistas parecían más bien datos ambiguos que no eran capaces de llevarla a algún lado.

«De nuevo nada que me ayude con el caso de mi hermana», pensó mientras cerraba el cuadernillo con evidente frustración.


N.A Holaaa, espero que les haya gustado. Antes de irme me gustaría decir que este capítulo está especialmente dedicado a Maarit_Viscardi ella fue súper linda conmigo, y gracias a sus palabras de ánimo hizo que volvieran mis ganitas d vivir jsjsj.

También quisiera mencionar a _ESME-SAN_ Eeeehh... si mal no recuerdo, fuiste mi primer voto el capítulo pasado y lo aprecio mucho :'3

InfinityEliss ¡eres un amor! Tus comentarios siempre me hacen reír y me animan demasiado, me haces sentir que mi trabajo vale la pena 💕

LizhyBye ¡Espero que el capítulo te guste! perdona si otra vez tarde un poco en actualizar :'3

¡Ah! Y obviamente a Bambirille gracias por ser mi beta, sin ti ninguno de mis capitulos vería la luz.

MUCHAS GRACIAS C LES AMA Y YA ME PUSE GAY PERDOOON 😭😭😭😭😭 y tmb perdón si estoy olvidando más gente, es que no soy muy buena con los nombres, pero aprecio mucho que me den una oportunidad con esta historia ❤️

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