12- Jefe

—¡Misterio resuelto! —anunció Kanae con júbilo entrando a la sala de profesores.

Sanemi no apartó la vista de los exámenes de matemáticas que estaba revisando, pero tarareó en respuesta indicando a Kanae para que continuara explicando. La joven se acercó hasta su escritorio que quedaba vecino al suyo y se inclinó sobre él, para acortar la poca distancia que quedaba hacia su oído. A pesar de que eran los únicos dos en la habitación, Kanae no quería arriesgarse a que alguien más la escuchara y prefería soltar esa información como un susurro discreto:

—Shinobu está saliendo con alguien. Por eso estaba tan rara —explicó Kanae y soltó una risita de colegiala.

Sanemi, por primera vez en toda la conversación, se cruzó de brazos y se giró hacia ella para verla cara a cara.

—¡Ja! Era más creíble mi teoría de que estaba ocultando un asesinato.

El rostro de Kanae pareció genuinamente ofendido por el comentario tan insolente, por lo que Sanemi se apresuró a desviar la conversación a lo que parecía estar emocionando a la azabache.

—¿Y bien? ¿Quién es el condenado? —preguntó el albino haciendo el intento de mejorar la situación.

Tal como lo había previsto, una enorme sonrisa no tardó en decorar los labios de Kanae y la emoción pareció regresar a su cuerpo, sin tomarle más importancia a su broma. La joven maestra entrelazó ambas manos.

—¡Es Murata-kun, el vicepresidente de segundo año! —anunció rompiendo por completo con la confidencialidad que había intentado mantener al principio—. Se ven tan lindos juntos. Voy a hacerles una cena especial este fin de semana, aprovechando la tranquilidad después del festival...

Kanae dejó la frase en aire mientras meditaba un poco sobre la situación. Sus orbes rosas se dirigieron hacia el profesor que la seguía escuchando con atención y le dedicó una suave sonrisa acompañada de un rubor casi imperceptible coloreando sus mejillas.

—Si tienes tiempo me encantaría que nos acompañaras —terminó de proponer colocando detrás de su oreja un mechón insurrecto de su cabellera.

La invitación extendida provocó que las mejillas del hombre se encendieran, provocando en ellas un tenue sonrojo. Se limitó a asentir como respuesta y giró su silla para volver a concentrarse en los exámenes que estaba revisando. No lo iba a hacer obvio, pero estaba aliviado de que las cosas volvieran a ser las de antes con Kanae, recuperando ese carácter que parecía haberse perdido entre tantas desgracias.

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—¡Kochou-Sempai!

El chillido proveniente de su espalda la hizo detener y voltearse justo en el momento exacto en que una masa amarilla de mocos y lágrimas la asía con fuerza de las piernas, usando sus medias blancas subidas hasta las rodillas para limpiar los fluidos que expulsaba. La azabache tuvo que hacer un esfuerzo descomunal porque su rostro no degenerara al asco al sentir como su piel se empezaban a empapar y no quería ni saber el lugar exacto de donde provenía ese líquido.

—¡¿Por qué él y no yo?! —lloriqueaba el chico desconsolado una y otra vez mientras restregaba su rostro por las piernas de la joven.

Shinobu dio un profundo suspiro, manteniendo la calma. A pesar de que no se trataba de un comportamiento nuevo en Zenitsu siempre le era desagradable tener que perder un par de calcetas gracias a que se convertían en pañuelo para lágrimas.

—Zenitsu, ¿qué sucede?

—¡Zenitsu, basta! —intercedió una tercera voz llegando hasta donde se encontraban los dos jóvenes.

Era Tanjiro, que se apresuró a agarrar a su amigo para apartarlo de las piernas de Shinobu. La azabache lo analizó con curiosidad como cada que hacía cuando llegaban a encontrarse. Le costaba evitarlo desde que Kanao había mostrado un evidente interés en él. Al menos, si su hermana se atrevía a dar un paso con Tanjiro, confesando sus sentimientos, parecía ser un chico decente al que Shinobu no tendría que romperle las piernas por comportamiento inapropiado.

—¿No ves que Shinobu-san ya tiene suficiente con que invadan su privacidad?

La cuestión que realizó el pelirrojo terminó de sacar a Shinobu del análisis meticuloso que hacía a su persona y frunció el ceño algo disgustada. ¿Invadir su privacidad? ¿A qué se refería con eso?

—¿De qué estás hablando? —indagó con cierto temor ante la respuesta que Tanjiro pudiera darle. No había otra cosa que la llegara a asustar más que sus secretos se filtraran a esas alturas, con tantas artimañas que se esforzaba porque nunca vieran la luz.

Tanjiro se sonrojó con vergüenza al encontrarse visiblemente incomodado por la pregunta de Shinobu. Ante los ojos de la joven eso fue una contestación y sus latidos empezaron a acelerarse por el miedo. ¿Qué sabían? ¿La artimaña que tenía con Douma? ¿Giyuu se había atrevido a hablar? Meneó la cabeza de forma casi imperceptible. No, tenía que ser otra cosa... Debía serlo. Aunque Giyuu mantenía una buena relación con ambos chicos, Tanjiro el principal hasta el grado de considerarlo buen amigo. Tal vez se había atrevido a mencionarlo con él y él a su vez había hecho correr el rumor por todo el lugar.

—Es que... —las palabras dudativas que salieron de la boca de Tanjiro rompieron la burbuja de sus miedos y las orbes violetas de la joven no tardaron en fijarse en el chico, deseosa de saber lo que tenía para contarle—. Escuchamos una conversación y nos enteramos de lo tuyo con Murata-kun... Lo sentimos mucho, de verdad no era nuestra intención interrumpir en tu vida privada.

La mandíbula de Shinobu casi quedó desencajada de su rostro por el alivio así como la sorpresa que me causó escuchar la explicación de Tanjiro. Cualquier secreto que se supiera de ella parecía insignificante en comparación al enredo que trataba de ocultar. Habiendo pasado el miedo inicial, meditó por unos segundos en lo que el chico más joven le decía. ¿Murata...? ¿Qué tenía ella con Murata y por qué interesaba a los demás? De pronto, Shinobu se acordó de la supuesta relación que ambos mantenían.

—Eh... ¿Y quién te dijo? ¿Sabes cuántos tienen conocimiento de esto? —preguntó Shinobu con un titubeo casi imperceptible mientras intentaba colocar detrás de su oreja un mechón de cabello como un gesto nervioso.

Tanjiro volvió a mostrarse incómodo ante el interrogatorio de la joven. No estaba seguro, a juzgar por la reacción que había tenido, de qué tan bueno iba a ser para ella enterarse de la respuesta.

—Shinobu-san..., toda la escuela está hablando de eso. Nosotros lo escuchamos de Kyōjurō-Sempai que se lo contaba a Tomioka-Sempai durante el descanso.

El rostro de Shinobu degeneró totalmente con la explicación que Tanjiro le dio. ¿Tomioka sabía? Era demasiada información para procesar y la azabache no estaba segura de qué era lo que le asustaba más, que fuera un rumor que incluso había llegado a los maestros o que alguien ya le había dicho a Giyuu sobre la situación. Iba a pensar que era una horrenda persona, saliendo con dos chicos al mismo tiempo.

La joven de orbes violetas agitó la cabeza intentando deshacerse de esos pensamientos que siempre aparecían en el peor de los momentos. Había otras cosas más graves de las cuales preocuparse, no necesitaba meter sus sentimientos hacia Giyuu de por medio. Tanjiro apartó de las piernas de Shinobu a la masa llorona que la seguía asiendo y la colocó debajo de su brazo como si no tuviera el más mínimo peso.

—Te deseamos la mejor de las suertes en tu nueva relación, Shinobu-san. Que duren hasta el altar y sean una feliz familia —profesó el chico provocando un leve ceñir de cejas en Shinobu. En otras circunstancias ese gesto le habría hecho gracia y se lo hubiera contado a su hermana menor para incomodarla diciéndole que Tanjiro se iba a querer casar con ella, pero no tenía tiempo para pensar en eso.

Shinobu no contestó, aunque tampoco hacía mucha falta hacerlo. Tanjiro ya se había alejado llevando a su amigo rubio que aún seguía lloriqueando como si no fuera más que un costal de papas. La chica se llevó una mano al puente de su nariz y lo apretó con frustración. Si la información había salido de la sala de maestros era obvio que Kanae estaba detrás de su divulgación. Shinobu había estado tan preocupada por mantener en pie el engaño que se le había pasado por alto decirle a su hermana que fuera discreta porque justamente quería evitar que los demás se enteraran.

Si la noticia sobre su supuesta relación se había regado por el instituto más rápido que la pólvora eso quería decir que su farsa no solo iba a tener que ser sostenida delante de Kanae, ahora tenía que actuar como una verdadera pareja delante de todo el mundo.

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«—¡Regalos! —exclamó la melodiosa voz femenina entrando a casa con las manos cargadas.

Como en cada visita él se abalanzó sobre ella y las bolsas que llevaba consigo, ayudando a cargarlas lo antes posible a la mesa, donde procedió a hurgar dentro de cada una en búsqueda de dulces y comida, lo que le interesaba. Ella no pudo evitar reír al ver cómo el papel de seda que cubría la mercancía volaba por todo el lugar. Contemplar su entusiasmo le levantaba el ánimo, haciéndola olvidar el cansancio de su viaje.

—Me harás sentir mal si ignoras todo lo demás que te traje —le avisó con fingida tristeza acercándose a él, quien ya tenía las mejillas infladas de comida como una ardilla preparándose con nueces para el invierno.

La mujer rebuscó hasta sacar una caja de zapatos y mostró su interior al chico para que examinara los tenis nuevos que le había conseguido, desplegando una brillante sonrisa.

—¿Qué tal? Me tardé mucho en elegir tu par perfecto... Yo creo que este es, ¿tú qué piensas?

Los ojos verde pálido del muchacho analizaron el calzado antes de pasar a mirar sus propios pies desnudos llenos de lodo y algunos callos por no estar acostumbrado a protegerlos.

—Con ellos vas a poder correr más rápido. No habrá quien te alcance —aseguró nuevamente la mujer al notarlo dudar. Como si hubiera dicho las palabras mágicas lo convenció de inmediato. Sus orbes se iluminaron con alegría y arrebató los zapatos de las manos de la joven para írselos a probar—. Eh, primero lávate los pies...

Pero era demasiado tarde, el chico de mechones azulados ya se había probado el calzado, sin importarle más nada y corría de un lado a otro en la casa, intentando comprobar qué tanto había incrementado su velocidad.

—No sueles traer cosas tan geniales —admitió deteniéndose por un instante a ver su nueva adquisición.

La azabache le dirigió una sonrisa de alegría. La conocía de sobra. Eso significaba muy buenas noticias para los dos.

—Me han ascendido en mi trabajo y estoy ganando más dinero —contó a su hermano menor con evidente alegría mientras juntaba sus manos—. Pronto conseguiré ahorrar lo suficiente para pagar un apartamento donde podremos vivir los dos. Ya verás que te gustará mucho... y podrás asistir a la escuela...

De solo pensar en abandonar su pequeña casa en la montaña y mudarse a la caótica ciudad, el rostro del chico degeneró a la consternación. Aquello ya lo habían hablado antes. No estaba listo ni quería irse.

—Vamos... Sé que te gusta la casa, pero no es bueno para ti pasar tanto tiempo solo —insistió la joven al ver que el menor mostraba nuevamente.

—¡Yo me sé cuidar solo! ¡Soy el jefe! —exclamó en un grito enérgico señalando su pecho desnudo que empezaba a tornearse por el trabajo del campo—. Tú podrías volver aquí. Extraño tu comida.

Su hermana suspiró con tristeza al ver que nuevamente entraban en esa conocida riña que se volvía tan frecuente cuando le tocaba regresar a casa.

—Inosuke, un chico de tu edad necesita ir a la escuela... Tener amigos... Y no, los jabalíes que encuentras en el bosque no son tus amigos... —refutó de inmediato al saber que ese iba a ser el argumento que Inosuke sacaría a la luz.

—¡Sí lo son! Soy el jefe y ellos lo saben —le recordó el chico mostrándose ofendido por las palabras de Kotoha.

—Bien, bien, necesitas amigos humanos —corrigió la azabache para poder pasar de ese punto—. Por favor, hazlo por mí... Eres la única familia que tengo y no quiero que sigamos separados.

Inosuke miró a su hermana. Detestaba la idea de mudarse, pero había tocado un punto muy especial: los dos solo se tenían mutuamente. Y aunque no quisiera perder su imagen de chico rudo admitiendo eso, también extrañaba a Kotoha. Se cruzó de brazos y se encogió de hombros. La máxima afirmación que conseguiría de él. La azabache le dio un caluroso abrazo al saber que hacía su mejor esfuerzo.

—Sí, sí, es solo para que no me sigas cambiando por ese tipo del que siempre hablas —contestó Inosuke desviando la mirada—. No me agrada ni un poco.

—¿Douma? Por favor, solo espera a conocerlo. Te caerá muy bien.

—Lo voy a retar a una pelea y seré el máximo ganador.»

Esa escena estaba fresca en la memoria de Inosuke como si hubiera sucedido esa misma tarde, a pesar de haber transcurrido ya meses. Miraba el techo del lugar donde se alojaba, totalmente perdido en sus pensamientos. Otro día más que su búsqueda no daba resultados... Otro día más en la ciudad sin encontrar a su hermana...

Un par de lágrimas furtivas amenazaron con deslizarse fuera de sus ojos. La señora que le dio alojo le había prometido ayudarlo a entrar a la escuela y saber que empezaba en una semana había revivido en Inosuke todos los recuerdos junto con una gran desesperación por encontrar a Kotoha. No había otra persona con la que deseaba compartir ese momento, pues sabía que su hermana siempre había querido acompañarlo el primer día.

¿Y si no era posible...? Meneó la cabeza. Aunque su hermana no estuviera con él el primer día, iría a la escuela  y cumpliría con su deseo. Así al volverla a ver le mostraría orgulloso lo que había logrado... Y eso le recordaba que también tenía que conseguir amigos... Muchos, para que Kotoha se sintiera más feliz y satisfecha.

Las lágrimas no pudieron ser retenidas por más tiempo y el chico estalló en un llanto tan profuso como estruendoso a causa de la tristeza que lo embargaba. Necesitaba a su hermana, era la única persona que le quedaba en la vida.

N.A:  ¡Hola de nuevo! Espero que hayan pasado unas felices fiestas. En mi caso así fue, pero por un problema u otro estuve retrasando la actualización de este capítulo hasta ahora jajajaja. Espero que a pesar de la espera lo hayan disfrutado n.n

Creo que necesito aclarar algunos puntos, como el hecho de hacer a Inosuke y Kotoha hermanos en vez de madre e hijo como lo son originalmente en el canon. Esta decisión creativa la tomé teniendo en cuenta las edades de los personajes, y en mi headcanon tanto Kotoha como Kanae y Douma, rondan por la misma edad (por eso Kotoha no puede ser madre de un chico de 15 años jajajajaja)

En fin, si tienen alguna duda o algo, no duden en decírmelo. Estaré encantada de responder sus preguntas n.n

Besitoooos, espero que tengan un feliz fin de año 💕

P.D Odio a Wattpad por no dejarme usar mis separadores de siempre... Luego editaré la historia (٥↼_↼)

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