Capítulo 8.- Arrepentimiento

"El arrepentimiento es ese sentimiento enfermizo que todos alguna vez han sentido. Saca aquello que en verdad está en tu corazón, en cierta forma te dice la verdad, aunque lo hace demasiado tarde. A mi humilde parecer el arrepentimiento es tan inútil, muy pocas veces se les da segundas oportunidades a los arrepentidos".

           

¿Qué puede ser peor que ver a tu jefe enemigo casi morir y que te sacara en cara tus errores del pasado? La respuesta es, estar en la disyuntiva de acompañarlo a la clínica o irte a tu casa. ¿Han visto la película de los Simpson? En la película cuando viene esa gran bola de cristal a taparlos hay un hombre que no se decide entre irse o quedarse, finalmente no tiene que decidir más porque la cosa esa, lo aplasta. Mi Haydee vivió algo parecido. Era obvio que McKengsly insistiría en que lo dejara solo, pero "¿está bien dejarlo solo?" bajó junto con los paramédicos y estaba a punto de comerse las uñas ahí enfrente de aquella ambulancia "me voy o no me voy, me voy o no me voy" las palabras revoloteaban en su cabeza.  

—¿Viene señorita? —nos decía aquel paramédico, que ¡Oh mi Dios! Y está mal que yo hable de él, pero qué más da. Este hombre está para comérselo. La propia Haydee no había notado a aquella maravilla masculina, por su cara y su sonrisa supe que apenas lo había descubierto.

—Claro cómo no.

            Mandada a hacer tomaba la mano de aquel hombre y se subía a la ambulancia. McKengsly la miraba como diciéndole "bájate de aquí" pero ella decidió no verlo.

 Ahora estamos aquí, nunca nos habíamos subido a una ambulancia. McKengsly está con su camisa abierta y estoy llegando a pensar que alguno de estos paramédicos es gay ¿de verdad había tanta necesidad de abrirle la camisa? Aunque gracias al que sea que lo hizo, porque magnifico panorama, no sabía que McKengsly entrenara tanto ¡Hello Mr. Chocolates! Ese catirito frente a nosotras se ve con cara de travieso, como que disfruta del baile A GoGo, tú fuiste el que le abrió la camisa, ya lo vi todo.

—¿Cómo está? —le dice a aquel sexy chico sonriendo, aunque con un tono de voz que denota preocupación.

—Estoy consciente y estoy bien —exhala McKengsly molesto —no sé qué haces aquí secretaria.   

—Creí que usted era su novia o esposa —el sexy paramédico comienza a revisar el pulso de McKengsly, aunque eso no es necesario, el tipo está que se levanta para bailar polska.

—Oh no —se apresura a decir —soy su secretaria.

—De ser así me presento soy Adam Cameron —que sonrisa tan blanca, qué dientes tan perfectos, con él a la cama ¡Ya! —Tu nombre tiene que ser tan bonito como tú —aw nos derretimos, aunque puedo ver como McKengsly exhala un bufido y voltea los ojos, un "esto es típico" debe estar pasando por su mente.

—No sé si sea lindo, pero es el nombre que mi madre me dio. Me llamo Haydee Estefanía Ramírez Olivares —a la muy condenada siempre le ha gustado tanto su nombre, creo que a veces es como esos niños de dos años que aprenden sus nombres completos y los repiten a cada rato.

—Un placer Haydee Estefanía Ramírez Olivares. Yo tenía razón tu nombre es lindo —ahí está ella con esa sonrisa tonta.

—¡Oh ya basta! ¿Es esto un lugar de citas? —McKengsly se sienta jalándose aquella aguja que pusieron en su muñeca. La ambulancia está aún andando y a gran velocidad he de decir —deténganse porque me voy.

—Señor acuéstese —el catiriro que ha estado callado se levanta de inmediato y sostiene a McKengsly de su desnudo pecho para volverlo a la camilla. Ésta mariposa ya hizo su sueño realidad.

—¡Déjame! —grita. Empuja al delicado catire y yo me estoy orinando de la risa.

—Señor por favor tranquilícese —nuestra linda nueva conquista le habla de forma pasiva —tiene un alto índice de insulina en la sangre, si se altera solo se empeorará. Hay que hacerle unos exámenes —creo que de verdad McKengsly se siente mal porque un tanto tonto comienza a agarrarse de la camilla.

—Solo baja a la zorra de la ambulancia —Maldito yo te mato. Haydee está con la boca abierta como yo y la ambulancia se detiene ante el alboroto atrás —¡bájate Haydee! ¡Bájate! —vuelve a gritar y Adam está sin saber cómo actuar, ve a Haydee y ella no sabe qué decir, solo sonríe.

—Me da pena dejarte aquí, pero el señor se está empeorando —le susurra al oído.

—Claro, claro. Entiendo, pero no soy una zorra —abrazando su cartera nos bajamos de ahí en cuanto nos abren la puerta.

            Y ahora sí estamos en medio de la nada, nos han dejado en  lo que de día es una autopista muy concurrida y que ahora solo es una gran vía solitaria con carros que de vez en vez pasan más volados que meteoro. Haydee traga saliva y con sus tacones de aguja empieza su caminata.

            "Me vale lo de no tomar el aventón de desconocidos si alguien se para para llevarme a casa no lo pensaré dos veces —está hablando en voz alta y es que no hay ni un alma por ahí —¡Oh maldito McKengsly! Debí dejarlo morir, un gran favor que le habría hecho a la humanidad, en más ya ni me arrepiento de lo que le hice a los  15 años, merecido que se lo tenía, solo me cobré las que me iba a deber en un futuro. Y ni siquiera Adam pidió mi número. Espero que todo esto de la delincuencia sea un mito, porque quiero llegar viva a casa y mi estómago ya no aguanta más"

            Continuamos caminando y que feo se ve todo en la noche. Tú amiga Soledad eres bien fea, tan tenebrosa. Vemos a unos vagabundos salir de unos callejones y solo apresuramos el paso, un gato sale de un pote de aluminio y corremos del susto. Después de 1 hora de caminata llegamos a casa de Christina, justo entrar y el tacón que se parte.

            "¡Agh! —Grita, se saca el zapato y lo lanza —necesito vino, mucho vino —como desquiciada corre a la nevera y por suerte lo único que consume Christina es licor. Toma una botella abierta y olvidándose de protocolos se la lleva a la boca —no podré aguantar esto mucho tiempo más" vencida se lanza en el sofá. Sus pies le están ardiendo y tiene llagas por doquier "¿cómo caminaré mañana?".

            Una buena tanda de curitas cubren sus pies y unas botas son la mejor solución para tapar el desastre que  ahora tiene. "No quiero trabajar, no quiero trabajar hoy, de seguro hoy me bota, aunque no puede botarme, tengo un contrato. O también puedo inventar que estoy embarazada, así tal vez hasta me libre de ir a prisión, seré como Lindsay Lohan" 

—Buenos días Haydee —Christina sale de su habitación radiante como siempre —¿qué tal tu día ayer? no noté cuando llegaste.

—Fue un desastre llegué caminando desde la avenida 8. McKengsly casi se muere y la tonta de yo lo ayudé a continuar fastidiando al mundo.

—¿Casi se muere? Pero hecha bien el cuento —emocionada se sienta a su lado —mira que tú ahora eres mi fuente de todo lo que ocurre en Titanium.

—En Titanium no hay nada interesante. McKensgly es diabético, ayer tuvo un ataque, sentí miedo de que se fuera a morir, te imaginas, luego dirían que yo lo maté. Lo ayudé y el muy desgraciado me mandó a salir de la ambulancia en medio de una autopista. No me arrepiento de haberlo dejado a su suerte cuando tenía 15 años.

—¿Qué pasó a los 15 años? Nunca me has contado bien como fue eso de estudiar en la misma escuela que Maxwell, McKengsly y París —yo puedo responder eso, fue emocionante, ahí comencé a encariñarme con Haydee la nueva becada que todos aceptaron.

—Bueno McKengsly siempre ha sido un idiota con letras mayúsculas. Cuando yo entré ellos ya se iban a graduar y yo estaba dos años atrás. Paris se hizo mi amiga porque la ayudé a arreglar su cabello. McKengsly le había lanzado agua y su cabello se encrespó, en fin yo le hice una crineja muy mona y desde ahí ella me incluyó en su grupo. Ella era novia de Andrew y bueno por eso lo conocía, entonces supe que todos odiaban a McKengsly y él ahora que lo pienso no había sido malo conmigo, incluso él fue el primero en darme la bienvenida ¿Cómo no me acordaba de eso? —es verdad lo habíamos olvidado, que raro —en fin, yo comencé a defender a mi nuevo grupo de amigos y juntos le hacíamos ratadas a McKengsly y sus tres amigos. Aunque él no era una santa paloma, siempre estaba esa guerra, la pobre París y sus primas siempre llevaban lo peor. Y un día...

            Ya que tengo el poder mejor vámonos unos 11 años atrás.

            ¡Oh miren! Es día de educación física, el condenado de Andrew siempre ha sido tan lindo, no tenía los músculos de ahora, pero que cara más hermosa. La zorra de París siempre ha sido "La zorra" no me acordaba de lo tonta que se veía Fiji con sus colitas, ella creía que se veía tan Cute, pero menos mal que cambió. Ahí está Haydee, es raro verla tan plana, los senos comenzaron a salirle después, aunque igual luce linda, saluda a París de lejos y con su bolso entra a los vestidores. Justo apenas ha comenzado a coquetear con Christopher así que mirando su celular no se da cuenta que entra al vestidor equivocado. Tantos años y no había notado que entraba al vestido de hombres, ahora entiendo el por qué McKengsly entraba allá.

            Le parece extraño no ver a nadie pero sonriente se dirige a su casillero, inserta la llave y el candado no se abre. Escucha un sonido al otro lado del casillero y se asoma curiosa.

—Haydee ayúdame —emite Ian sentado en el suelo con su espalda recostada en los casillero.

—¡McKengsly! —sorprendida e insegura se acerca a él.

—Ayúdame a abrir mi casillero —estira la mano con unas llaves y se ve la agitación en su pecho, está sudando.

—Alguna broma pesada piensas hacerme —ve a todos lados desconfiada —abre el casillero tú mismo —se apresura a correr, incluso alza sus pies para pasar por encima de las piernas de McKengsly, quien está con el uniforme de futbol. Él se apresura a tomarla de la mano y la jala hacia él.

—Es en serio ayúdame, necesito una inyección —suplica.

—Suéltame —grita y de un jalón recupera su mano —arréglatelas solo McKengsly.

            Algo asustada sale corriendo de ahí. Creo que cualquier persona habría notado que McKengsly no bromeaba.

—¿Qué pasa? —preguntaba ella abriéndose camino. Había ido a pasar un poco ese suceso tan raro en los vestidores, ahora estaba sentada con unas amigas tomando una bebida y veía como la enfermera y otro grupo de personas entraban al vestidor.

—McKengsly está muerto —gritaba Amber, la chica rara que estaba obsesionada con McKensly .

—¡Muerto! —palideció al instante.

—Te digo que fue lo más horroroso que haya sentido, me puse a decirle a todos "yo creí que estaba jugando, que iba a hacerme alguna asquerosa broma por lo que le hicimos en la fiesta" y lloraba, y lloraba.

—Obviamente no se murió, pero te pasaste Haydee, como no notar que estaba enfermo —Christina se echaba un poco más de brillo en la boca.

—No sé. McKengsly siempre ha sido malo. Los paramédicos se lo llevaron y estuvo una semana en estado de coma. Por una semana no dejé de sentirme como un gusano, algo peor que un gusano y tenía miedo de que en cualquier momento me metieran presa, fue casi como intentar matarlo, pero reaccionó, dijeron que su vista se vio afectada, o algo así. Después de unas semanas pudo volver a estudiar y yo pensé en irme de ahí, volver a mi antigua escuela. Sabía que debía disculparme y armándome de valor un día que estaba solo me le acerqué y me disculpé.

—¿No te golpeó? ¿O te escupió?

—Casi lo hizo. Con aquella rabia me tomó fuerte por los brazos, tanto que me quedaron sus dedos marcados. Me dijo que él nunca me había hecho nada malo, y solo hasta ahí recordé que en efecto él a mí nunca me hacía nada, yo a él sí. Recalcó que era la peor basura que había llegado a su vida, que no me disculpaba y ya vería como mi vida me cobraría ser tan detestable. Me dijo "un día la pagaras latina inmunda" e incluso me empujó y caí al pasto, entonces dejé de tenerle lástima y bueno... todo fue peor para McKengsly.

—¡Ja! Como dicen por ahí, al malo siempre le va bien.

—No soy mala —refutó.

—Siempre que cuentas algo de la escuela tú quedas como la villana Haydee. Pero qué más da, solo admítelo, fuiste mala, muy mala.    

—Pero yo estoy pagando lo tonta que fui. McKengsly me hizo muchas cosas, a Andrew y a mí y míralo.

—Qué, es un hombre rico y comestible, que se la pasa solo y que tiene que vivir con una enfermedad de por vida. Oh Haydee encuéntrame una cita con él, yo siempre he sido buena con los hombres, yo puedo darle lo que necesita —se ve en el espejo e inspecciona sus curvas.

—SIDA —eso es Haydee. Christina es muy cómica pero está más que usada.

—Que graciosa. Ahora vamos a trabajar, por estar escuchando tus cuentos se nos hizo tarde.

—Yo creo que en cuanto McKengsly me vea me despedirá, cuidado y si no me bota el mismo a la calle.

—Descuida Haydee el horóscopo dice que hoy tendrás suerte en el trabajo.

—Claro me voy al matadero, porque las estrellas dijeron que mi vida laboral irá viento en popa —dice irónica, Amargura, Amargura salte de ella — al diablo la astrología y los fenómenos sobrenaturales, en ésta vida no hay quien te ayude.

            Ya dejen de reírse detrás de mí. Odio a éstas tontas, Amistad, Soledad y Lujuria como que están de vacaciones y no hacen más que burlarse de la incredulidad de Haydee para con los seres inmateriales como yo, pero eso que más da solo las personas de fe pueden creer y esas no abundan.

            Llegamos a Titanium y Haydee está respirando hondo antes de entrar "yo tengo que ser la ofendida, él me botó en medio de la calle a altas horas de la noche, así que tú llega con la frente en alto".

—¡Haydee! —nos gritan la pelirroja, la rubia pequeña y no voy a poder acordarme de tantos nombres.

—Hola —sonríe ya abriéndose el ascensor.

—Debes contarnos lo que pasó con nuestro jefe. Carl el vigilante dice que se lo llevaron en ambulancia ¿está bien? —la rubia habla realmente extraño y parece que tiene el mal de zambito, brinca, brinca y brinca.

—Me imagino que sí. Estaba muy bien la última vez que lo vi.

—Pobre, nuestro jefe si no intentan matarlo, su salud se empeora —la pelirroja se ve realmente preocupada, no sabía que alguien quisiera a McKengsly. Sí Soledad ya sé que tú eres su más ferviente fans, pero ya que lo quieres tanto deberías dejarlo un ratito —muero por ver el día en que se encuentre una chica linda y se case —ella está realmente feliz e incluso la rubia brinca de la felicidad "ya va ¿Qué es esto?".

—Ok, ustedes lo quieren mucho, ya entendí —Haydee está tan desconcertada como yo.

—Él es un buen jefe, además de lindo —interviene la rubia.

—Bueno nosotros no nos llevamos muy bien, pero que bueno saber que alguien se lo cala.

—Haydee eres tan cómica. Nos vemos en el almuerzo, tienes que almorzar con nosotras —dicen emocionadas.

—Claro, nos vemos.

            Ellas se bajan sonriendo en el piso 12 y nosotras seguimos. "Almuerzo. Yo quiero almorzar, me muero por almorzar, quiero incluso desayunar, mi estómago me arde, nunca he pasado tanto tiempo sin comer, pero no hay dinero. Oh Haydee que miserable eres ¿cómo caímos en ésta situación? Debes encontrarte alguien que te invite a almorzar. Justo ahora pienso con mi estómago". De verdad el hambre la ataca tanto que se baja del ascensor sin ningún temor por encontrarse con McKengsly.

—¡Haydee! ¡Haydee! —la señora Margaret se nos acerca corriendo.

—Hola, buenos días. El señor McKengsly ya debe estar en la junta ¿verdad?

—¡No! Ese es mi problema —Margaret está realmente nerviosa —el joven nunca falta a una junta, pero ayer estuvo mal, está en la clínica y dice que ya viene para acá, pero los ejecutivos de Tilbra ya están aquí y se quieren ir ¿qué hago?

—Debe haber alguien más que los atienda. Habla con el vicepresidente, el presidente de relaciones, a alguien. Debe haber alguien que lo suplante.

—No, el señor McKengsly no confía en nadie, solo en su administrador y no está aquí. Los grandes empresarios no llegan tan temprano. Se irán y entonces nos botaran ¿qué hacemos?

—Que se vayan, al fin y al cabo Tilbra era de Maxwell. McKengsly es solo un ladrón —despreocupada comienza a caminar hacia su oficina.

—Cómo puedes decir eso. El joven McKengsly es muy correcto, ha esperado mucho ésta oportunidad. Los Maxwell siempre han sido unos desgraciados —Haydee exhaló un sonido de sorpresa. Oye tú no hables mal de nuestros amigos, aunque a decir verdad no son nuestros amigos. Andrew nos fastidió la vida. Sí ya cállate Cupido, sé que fue Destino quien fastidió todo, y sé que fue por culpa mía, ya cállense todos.

—Los Maxwell no han sido unos desgraciados, no sabes toda la historia, pero te juro que los malos no son ellos.

—Se supone que trabajas aquí ¿De qué lado estás? —pregunta desafiante y la Margaret está sacando las garras, mírenla y con tanta cara de gafa.

—Todos saben que trabajaba en Mongomeri antes y es difícil dejar mi devoción por aquello por lo que trabajé tanto.

—Entonces tal vez es tu momento para redimir tus errores —señora Margaret ya nos está cayendo mal "Redimir nuestros errores" no hay ningún error.

            El teléfono comienza a sonar, la señora Margaret se apresura a atenderlo y nosotras a irnos de ahí.

—¡Haydee! —Nos llama con el teléfono en mano —el señor McKengsly quiere hablar contigo. "Oh, oh, mejor corramos de aquí".

—Aló —dice insegura.     

—Haydee atiende a los de Tilbraca. No voy a poder llegar a tiempo.

—Soy una secretaria y ese no es mi deber — Haydee no tientes al demonio, ser buena una vez en  tú vida no te hará mal.

—No seas necia, atiéndelos es una orden —responde molesto.

—Así no se piden las cosas, ayer me porté muy bien con usted y me dejaste en medio de la nada gritándome Zorra, quiero al menos una disculpa.

—Las disculpas no funcionan entre nosotros. Solo atiéndelos y hazlo bien, si mal no recuerdo me lo debes.

—No te debo nada. Y ¿usted confiando un cliente tan importante a una secretaria? —pensándolo bien que nos ruegue, es bueno escucharlo perder la paciencia.

—Haydee no voy a rogarte —gruñe —sabes qué, no hagas nada. Adiós.

            Cuelga y creo que Haydee metió la pata, aunque ella se ve muy segura.

—Quiero que traigan Mokacino de la calle Ribs y muffins de Breakfast Park.

            Arreglando su cabello un poco entra con una gran sonrisa a la sala de juntas. Esa es mi Haydee, mi lista ejecutiva. A enseñarle al mundo como se hacen las cosas. 

—Buenos días caballeros, no tengo forma de pedirles disculpas por la demora.

—Señorita Ramírez ¿es esto un ensueño? ¿Estamos en Mongomeri? —Dice un señor muy importante de Tilbra, es de esos señores mega millonarios que son tan amables, que no puedes hacer nada más que quererlos —nos agarró yéndonos con la competencia.

—Sí, los atrapé —dice juguetona, ya ellos se conocen, hay una cierta relación —la verdad es que dejé Mongomeri y corporaciones Maxwell, ahora trabajo aquí en Titanium.

—Se vino a trabajar con la competencia, eso es un juego... —el joven abogado de Tilbra creo que piensa si mejor no se hubiera quedado callado.

—Sucio —completa Haydee —no hablaré mal de Corporaciones Maxwell, solo les aseguraré que McKengsly le dedica a su negocio las 24 horas del día, acá tendrán ese servicio donde el Horario Laboral no tiene descanso. Es decir, yo le vi su lado bueno a Titanium, yo, alguien que trabajó y luchó en Maxwell, sí yo le di una oportunidad a McKengsly por qué ustedes no. Oh sí ya sé ustedes pondrán en juego millones y millones de dólares —todos rieron —así que tomemos todo más serio. Me imagino que ya revisaron el contenido de sus carpetas, las hojas con las estadísticas, lo que más nos importan números y gráficas. Yo sé lo que tienen en Maxwell, así que díganme ¿qué fue aquello que no llenó sus expectativas?

—Que el motivo más poderoso para ir a Mongomeri ahora se encuentra aquí —decía el presidente de Tilbra de forma picarona, a lo que todos rieron.

—Entonces lo he dicho, preparen sus bolígrafos porque se quedarán aquí conmigo.

           

            Hay personas que nacen con la facilidad de caerle bien a todo el mundo, yo no soy una de esas, pero es que ni persona soy, como sea soy un ser bastante odioso y es raro que me caiga bien Haydee con todas sus múltiples sonrisas y buena estrella.

            McKengsly no sé si se cayó en un agujero negro, pero la reunión acaba y él simplemente no llega.

—Pero... ¡Ya se fueron! —exhala Margaret que apenas llega al piso con el encargo de Haydee.

—Claro, las reuniones de presentación nunca duran mucho. La que viene sí será más larga y las otras serán vía web, no hay porque retardar a personas tan ocupadas e importantes.

—Y yo llegaba con los muffins y los mokacinos —Margaret nos ve desconfiada, no la culpo, debe creer que Haydee los envió de vuelta a Maxwell.

—Eso es para mí, mira que me muero del hambre —de un solo jalón le arranca la bolsa de papel y le quita uno de los vasos con café.

—Pero...

—Pero nada, me lo merezco.

            Entra corriendo a su mini oficina y saca contenta uno de los muffins "comida ven a mí" con sus ojos brillando de la felicidad y su estómago diciendo gracias de antemano dirige el redondo muffin a su boca, pero...

—Haydee ¿qué ocurrió? —el grito de Mckengsly hace que el muffin sin remedio caiga al suelo.

—Gracias deberías darme. El Viernes habrá otra reunión temprano, se llevaron parte de tu propuesta para analizarla y ya —Haydee no deja de mirar con tristeza aquel muffin en el suelo. Cuando alza la vista sé que le sorprende ver a McKengsly con su cabello aún húmedo y con una camisa rosa. Debe ser por estar enfermo que luce mucho más joven de lo normal, o tal vez es lo despeinado de sus cabellos castaños —¡Que linda camisa! Los colores pasteles te quedan bien, siempre estás muy triste y serio, yo escogeré tu ropa para la junta que viene.

—No harás tal cosa, se vestirme solo —gruñe —ven a la oficina, tienes que contarme todo lo que ocurrió.

—Pero es que... —mira con tristeza su desayuno.

—¿Qué? Apresúrate señorita Ramírez.

            Sin más remedio sale incluso antes que él, no le da chance si quiera de ver su desayuno por última vez. Entra a la gran oficina y se sienta aun pensando en lo sabroso que debe saber todo aquello "qué tonta debías morderlo sin tanto protocolo".

—¡Haydee! ¡Haydee! —Grita trayéndola de nuevo a la realidad —¿En dónde estás?

—Aquí por desgracias —dice amargada y su estómago ya no quiere estar un segundo más en silencio. Siente como algo dentro de ella ruge y comienza a toser para evitar que McKengsly oiga aquello.   

—¿Te pasa algo?

—Me atoré —continua tosiendo —¿Por qué demoraste tanto?

—No es tu problema. Dime, ¿convenciste a Trilba de volver con Maxwell?

—No, los convencí de firmar contigo. Verás trabajo aquí y no me gusta trabajar en un lugar mediocre. Aunque ya entiendo todo, querías que los convenciera de volver con Maxwell después de todo algo malo debes saber de Trilba ¿hay algún problema interno a punto de explotar que baje sus acciones de forma catastrófica? —emocionada se levanta y su estómago exhala un sonido tan duro y extraño. McKengsly la observa extrañado y ella solo comienza a toser de nuevo —te salió el tiro por la culata, porque en éste mismo instante piensan que hacer negocios contigo es lo mejor que les pueda pasar —dice rápido e incluso comienza a dirigirse a la salida "mientras más lejos mejor, y tú estómago solo cállate".

—No tengo una mente tan perversa como la tuya, no sé de ningún problema interno que baje las acciones. Solo pensé que siempre me traicionarías. Ahora puedes irte, pero quiero un reporte de cada detalle de la reunión para el medio día.

—No tengo computadora.

—Escríbelo a mano.

            Lo dice como si Haydee fuera el ser más bruto del mundo. Si no fuera porque el estómago de Haydee está dejándola mal, se habría quedado ahí a discutir, en cambio solo con muy mala cara sale corriendo de ahí. Sé que en su mente solo están los Muffins sobre su escritorio, pero ¡Oh no! ¡Qué asco!

            "¡No! ¡No! ¡No! ¡Malditas chiripas!"

            Creo que está a punto de llorar al ver como esos horribles animales han entrado a la bolsa e incluso están sobre el muffin del suelo. "¿Qué clase de empresa multimillonaria es esta? ¿Cómo pueden tener plagas de chiripas? Aunque sea me quedó el Mokacino". Con asco mueve una carpeta para botar las chiripas de su escritorio, pero en el proceso y como por arte de magia lo que se cae es aquel café. Ya basta, te vi Destino, te vi. Esto es obra tuya. Ahora qué ¿Piensas hacer morir de hambre a mi protegida?  

            La mañana se nos va en quejarnos, limpiar la oficina, echar insecticida y limpiar la mancha de café de aquella alfombra. Haydee no hace más que tomar agua como desgraciada y sabe que debe encontrarse a alguien que le brinde el almuerzo. Tiene que  haber un alma generosa por ahí.

—Trae el informe —nos dice McKengsly por el teléfono.

            "Se me olvidó el maldito informe" —susurra quejándose —"¡Oh mi cabeza va a explotar!"

            Malhumorada toma una amarillenta hoja y garabatea algo en ella. "Aquí tienes tu informe".

—El informe —entró sin tocar la puerta y con muy poca educación lanza la hoja en el escritorio de McKengsly.

—¿Esto es un informe? —indignado y anonadado alza la hoja que solo dice "Puntos tratados completamente, entrega de carpetas y habla espontanea".

—¿Querías que detallara las bromas entre el señor Félix y yo? ¿Los coqueteos hacia mi persona, o lo mucho que nos encantan los números? No tengo tiempo para detallar eso, si querías saber lo que ocurrió en la junta, entonces habrías llegado a tiempo.

—No voy a discutir contigo, creo que te enviaré a otro departamento, tal vez y si le muestres respeto a otro jefe —a estas instancias a Haydee poco le importa —mientras ve a buscar mi almuerzo a el Ridkson, quiero un filete especial —"no hables de comida desgraciado" piensa furiosa.

—Los llamaré —su estómago vuelve a hacer una de las suyas y ella comienza a toser, aunque no puede evitar tomarse el estómago. McKengsly la ve raro.

—No le confío mi comida a todo el mundo, búscala tú —sé que Haydee está imaginándose la caminata de ida y vuelta al Ridkson, en donde olerá comida que no podrá comer, con un estómago que no deja de quejarse y arderle.

—No puedo ir a buscarla. Llamaré para que la traigan no seas tan paranoico.

—Te di una orden.

—Y yo le digo jefe que no puedo —su barriga hace su última travesura y simplemente ya no puede.

—¿Qué fue eso? —su mirada inquisidora no se aleja de Haydee. Esa mirada tan azul y penetrante. Ian McKengsly hoy por fin te visitaré en tú casa, tengo que deleitar mi vista un rato y cada vez que lo veo me provoca más.

—¿Qué fue qué? —Pero ahí va otro sonido raro —ahg ya no aguanto, no puedo buscar tu comida porque no tengo dinero para pagar un taxi e ir allá —comienza a hablar fuerte —me estoy muriendo de hambre y arruinaste lo único que tenía para desayunar. Ahora busca tú mismo tu comida y mándame a otro departamento, o bótame, al fin y al cabo que con o sin trabajo estoy en la misma miserable situación.   

            No espera el permiso de McKengsly para retirarse simplemente se va de ahí. "Tal vez si voy al comedor las chicas me den de su comida —piensa —qué dices. A dónde haz caído. Ni en mis peores momentos me morí de hambre. Ahora hasta McKengsly sabe de tus penurias ¿qué has hecho? ¿Cómo pude quedarme sin un medio?"

—Toma —una barra de chocolate cae de pronto encima de nuestro escritorio.

—¿Así me querías ver desgraciado? Esto es tan humillante —creo que ahora sí está a punto de llorar —no vine a mendigarte comida, sino a trabajar y ganármela. Atragántate con tu chocolate y yo renuncio —extirpa  el chocolate frente a él y toma su bolso para salir de ahí.

—No, espera —Oh ¿Qué es esto? McKengsly la sujeta fuerte de las manos y la atrae hacia él. Es tan fuerte que maneja a Haydee como muñequita de trapo.

—¡Suéltame! —grita y se retuerce. Pero él solo la sujeta más duro y la tiene ahí a centímetros de su rostro, incluso con una mano le levanta la cara obligándola a mirarlo. Y yo les digo que me estoy acalorando. Haydee puede oler más de cerca aquella deliciosa colonia y sentir su mentolada respiración. El corazón de ella está tan agitado como el mío ficticio, nunca hemos estado tan cerca de McKengsly y yo sé las razones por las que me pone nerviosa, pero ¿Haydee conocerá las de ella?

—¡No! Escúchame. Tú crees que todos son como tú. No lo hice para humillarte, mi intención nunca ha sido humillarte. Si todo fuera al revés tú no desaprovecharías la oportunidad de ponerme por los suelos, pero yo no soy el malo Haydee, nunca lo he sido —le habla fuerte y ahí está ella con temor y quizás algún otro sentimiento que no sé explicar. Aquí están Soledad, Amistad e incluso Miedo afirmando que McKengsly nunca ha sido el malo, y ya por favor ¡Cállense! Vayan a alabarlo a otro lado, yo quiero seguir odiándolo —Te necesito con lo de Tilbar, llamaron y al parecer hiciste un buen trabajo —dice en un tono más bajo y ya soltando a Haydee.

—Entonces lo reconoces —ella aún se siente rara, pero alisa su camisa e intenta sonreír.

—¿Dejas tu orgullo y aceptas almorzar conmigo?

            Él evita mirarla y ahí está ella pensando que decir, por su cara sé que va a salir con algún "claro que No, solo quieres humillarme, me harás alguna ratada" pero ¡Idiota! Tienes hambre y creo que McKengsly se está tragando años de rabia para ser un poco amable, eso es lindo, eso me gusta. ¡Acepta! Ella sigue analizando la situación. No he dicho misión fallida ésta tonta lo rechazará. Que alguien me recuerde porque ella es mi persona favorita en el mundo.

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Son pocas las que leen En Horario Laboral, pero igual debo pedir disculpas por la demora, es que sin laptop todo es un rollo y quiero acabar con mi otra novela Envenenado de Ti, una vez que acabe podré tener mucho más tiempo para terminar ésta, que como siempre dije no será tan larga, o esos son los planes. Gracias a las que leen, votan y sería genial que comentaran. Espero que el capi les guste y mil besos y abrazos a todas :)

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