Capítulo 23.- Despecho


"Él es la muestra de que alguna vez se amó. Así como destruye, crea. Por su causa se han escrito poemas, canciones y también cartas de suicidio. Es doloroso y mortal, todos los seres humanos lo padece, y el resto resguarda su corazón en una coraza para no sentirlo. Él es una gran tormenta que destroza todo a su paso. Malo, malo, malo, el despecho solo puede ser malo".

¿Cómo tenemos las santas pelotas para venir a Titanium? Aún no lo sé. Yo vine por mórbida curiosidad.

Haydee se arregló muy bien el día de hoy, ese vestido azul marino le queda muy lindo, y nos vemos bien, aunque sé que lo que menos quiere es toparse con McKengsly.

Miramos a todos lados, no lo vemos, respiramos y subimos al ascensor, que para nuestra extrañeza está vacío, tal vez porque es temprano, decidimos llegar temprano para evitar toparnos con él, encerrarnos en nuestro cuchitril y salir bien tarde, esa es la idea.

La puerta del ascensor ya está cerrándose y... ¡Qué fastidio! Odio cuando ya creemos que estaremos solitas para vernos en el espejo y alguien mete la mano ¡Oh! ¡Oh! ¡Es McKengsly! Se ve radiante, puedo oler el perfume de su colonia, y su cabello aún está húmedo del reciente baño ¿Por qué puso esa cara de sorpresa al vernos? Es que es la primera vez que estamos tan temprano acá.

Les aviso que incomodidad está paseándose en ese ascensor.

—¡Oh! Señorita Ramírez, no pensaba verla hoy por acá y menos tan temprano.

—¿Por qué? Ayer ya falté al trabajo y no me gusta abusar.

—Lo decía porque pensé que estaría muy cansada de su movida noche con su ex novio.

¡Auch! Eso dolió. McKengsly nos vio un segundo sonrió para continuar dándonos la espalda, mirando la pantallita del ascensor dónde se puede ver un episodio de los Simpson.

—¡Eric! ¿Cómo lo supiste?

Dejen que la cachetee, por favor, alguien hágalo por mí, denle una tunda. McKengsly no dice nada, solo se rie como quien dice "esto es el mayor descaro del mundo".

—¡Ah! ¡Paris! Tuvo que ser Paris ¿Hablas con ella McKengsly, en serio?

—Eres tan descarada, que no tengo ganas de verte.

—Entre él y yo no...

—No me interesa, puedes revolcarte con quien sea, después de todo así eres tú, una zorra.

—Sí, tienes razón. No te debo ninguna clase de explicación.

El ascensor se abre y ambos, golpeando sus hombros salen atropelladamente cada quien a su oficina.

¡No! ¡No! Devuélvanse, hablen. Haydee cuéntale lo que pasó anoche, dile que no pasó nada, no dejes que se vaya pensando así de ti, vamos, anda ¡Agh! Ya sé porque Cupido vive tan ojeroso y calvo, esto de juntar corazones es un lío.

***

—¡Y te acostaste con Eric! ¡Eres idiota!

Mónica le grita a Haydee, y gracias al jefe, que estamos hablando por teléfono, creo que si estuviera frente a nosotras nos habría dado un golpe o algo parecido, aunque yo sí tuve ganas de hacerle algún daño a mi Haydee cuando tomó la insensata decisión de revolcarse con Eric.

—Hay que ser más que idiota para acostarte de nuevo con el perro de Eric y justo después que McKengsly...

—Oh no, McKengsly no se me declaró ni nada parecido, fue su hermano quien empezó a decir cosas raras, tal vez solo me estaba tomando el pelo.

—¿Eres o te la haces? No quiero ser más tu amiga Haydee, no vales la pena.

—¡Mónica! ¡No me cuelgues! Deja al menos que termine de contarte.

—¿Dónde estás? ¿Por qué hablas bajo?

—Estoy en mi oficina, escondida debajo del escritorio, es que tengo mucha pena, no quiero topármelo, esto es tan incómodo.

—Merecido te lo tienes por perra, ojala Eric te haya pegado gonorrea, o algo parecido.

—¡Mónica! ¿De cuánto acá tanta simpatía por McKengsly?

Sí, que alguien me lo explique ¿Por qué Mónica está tan de parte de McKengsly? Desde hace un tiempo esa Mónica me huele mal.

—Además, no llegué a nada con Eric.

—Explícate.

—Sí, lo intentamos. Nos besamos, tocamos, desnudamos.

—¡No quiero detalles!

—El fin es que no pude, sabía que estaba mal, después de todo creo que tengo algo de conciencia, y aunque lo de McKengsly tal vez sea un juego se me hizo muy borde ir y revolcarme con otro, y más con Eric. Él tampoco tenía muchas ganas, así que recogí mis cosas y fui a mi departamento, y tengo de testigo a Christina que terminé de pasar la noche en mi departamento.

—¿Eso se lo dijiste a McKengsly?

—Al mequetrefe ese no le debo ninguna explicación, así que piense lo que se le dé la gana, además ya sé que sigue en contacto con la raquítica de París, así que ni me hable, él todavía está enamorado de ella.

—¡Agh! Eres imposible. Adiós Haydee o me dará úlcera.

Creo que Haydee piensa igual que yo, la conversación con Mónica no fue nada fructífera, sé que quiere que alguien la aconseje, pero ¿Qué podrían decirle?

***

Es medio día y Haydee no ha salido de su cuchitril ni para ir al baño, lo peor es que tampoco está trabajando, solo está ahí mirando el techo, de vez en vez hace gestos raros con su rostro y manos, se pone histérica y de nuevo vuelve a la calma.

¿Qué es todo ese ruido? Nos despabilamos cuando la puerta se abre de pronto y el montón de hurracas, de las cuales nunca me tomaré el tiempo de saber sus nombres, entran.

—¡Haydee! Vinimos a buscarte para almorzar. Almorzaremos en la sala de juntas.

—¡Qué! ¿Pueden hacer eso?

—Hoy el señor McKengsly salió temprano y no volverá en todo el día, se lo dijo a Margaret. Lo vino a buscar la mujer esta bonita, la de la fundación... —explica Karen, la alta

¡McKengsly se fue con Patricia!

—Con Patricia —nos corrobora Keira, la peliroja— ¿Acaso ellos no hacen una hermosa pareja?

—¡No!

Haydee creo que ese grito no debió salir de tu boca. Todas nos miran, date cuenta.

—Bueno... creo que ella y él no se ven tan bien juntos.

—Es una buena y hermosa jovencita, claro que hace buena pareja con el niño, yo espero que se hagan novios —exclama Margaret con emoción, y de verdad no soporto a esa vieja.

—Ni tan jovencita. —Ay Haydee, deja la amargura ¿Acaso estás celosa?

—Es más joven que tú —reta Margaret. Esa viejita está buscando que Muerte se la lleve muy pronto a la fosa, nadie sospecharía.

—¡Vaya! Los años han tratado mal a la pobre.

—Pobre no es, es la dueña de..

—¡Ya! Sí, es linda, es rica, Patricia es perfecta. Cambien el tema.

Las hurracas se miran una a las otras, y yo estoy mirándome con ellas. Sí, Haydee está celosa, muy celosa.

***

Caminamos como monótonas después de haber terminado nuestra jornada laboral. En efecto, McKengsly no apareció por el resto del día y sé que Haydee se muere por saber si pasó todo ese tiempo con la Patricia que ya nos cae mal.

"Haydee ¿Por qué siempre haces todo mal? Sería para que hoy fueras la novia de McKengsly, y estuvieras... ¿Qué dices? McKengsly nunca te pediría que fueras su novia, por mucho, un revolcón, es curiosidad, lujuria, más nada, y si acaso, también puede ser un juego, para mantener mi mente lejos de las finanzas ¡Eso es! Está jugando contigo ¡Agh! Lo odio".

Haydee parece una loca, porque está susurrando, hablando literalmente sola y ahora pateó aquella lata.

¿A dónde se supone que vamos? No has llamado un taxi, y ya hemos caminado muchas cuadras, demasiadas ¿No te duelen los tacones?

—¿La ramera busca nuevos clientes?

¡Esa voz! ¡Ay! ¡Barbie, desgraciada! Huye por tu vida.

La mirada de Haydee lo dice todo.

—¡Maldita! Tú le dijiste a McKengsly.

—Así, es. Él no debería estar con mujerzuelas como tú.

—¿No te cansas de insultar con lo que tú has sido siempre? ¿No sabes que al insultarme te insultas a ti misma?

—No te compares conmigo, zorra.

—Y vuelve el burro a la cebada. Aléjate de McKengsly. No he podido entender la historia loca que llevan, pero aléjate de él, o sino...

—Sino ¿Qué? Tú no puedes amenazarme. Como lo dijiste, él y yo tenemos una historia que no acaba, ni acabará, no hay hombre que pueda olvidarme, todos vuelven rogando por mi cariño, y ahora se me antoja que McKengsly está muy atractivo.

—¡Bruja! No te atrevas. Él ya no te quiere, nunca lo ha hecho, él me...

—¿Qué, Haydee? ¿Te ama? ¿Te quiere? ¡Por favor! ¿No lo has entendido? Le quitó a Andrew lo único que lo alejaba de ser el mejor en esta idiota competencia que siempre ha existido. Solo eres eso, la nerd, que estorbaba en sus planes. McKengsly no hace nada de a por gusto. Por algo te contrató, pero no es amor, no es cariño, es ventaja ¿En serio pensaste que era algo más? Te creía más inteligente.

—Oh, ve a escupir tu veneno a otro lado, culebra albina. Sé que Andrew te dejó y tú última opción es McKengsly, pero como tú dices, él no es tonto, no caerá en tus estúpidos juegos.

—¿Quién dice que ya no lo hizo? ¿Cómo y en dónde crees que le dije lo tuyo con Eric? Es muy linda la extensión que le hizo a su habitación, antes no era tan grande, y aquellas sábanas negras de algodón egipcio ¡Hum! ¡Como las disfruté!

Eso no puede ser verdad. Díganme que no es verdad. McKengsly no se revolcó con Haydee, la misma noche que casi se le declaró, aunque... y si no iba a declararse.

—Le dije que usara hoy aquella corbata lila que le acentúa más lo azul de sus ojos ¿Verdad que se veía especialmente lindo hoy? Eso es lo que pasa luego de una noche conmigo.

—Si lo hizo, lo habrá hecho por despecho. Además no habrá quedado bien satisfecho, porque pasó todo el día con Patricia Stewart ¿Sí sabes quién es?

El semblante de París cambió, pero lo supo disimular pronto.

—Ella no es competencia para nadie. Ahora largo de aquí, porque en esta zona de la ciudad no debería haber gentuzas como tú.

Paris toma a Haydee del brazo empujándola hacia la calle ¡Oye bruja! ¡Suéltanos!

—¡No me toques!

—Las rameras pobretonas no deberían ni caminar en la acera.

—No sabes que las aceras y las esquinas son nuestros lugares predilectos ¡Idiota!

Paris nos vuelve a empujar y tropezamos con nuestro tacón cayendo ¡Desgraciada!

—¡Te lo advertí!

¡Eso es Haydee! Derecha, izquierda, derecha, izquierda.

¿Por qué las mujeres siempre pelean agarrándose de los cabellos?

Esto de verdad es un espectáculo. Haydee está limpiando la calle con el cabello de Paris, y un gentío se ha parado alrededor, mirando y grabando con sus celulares.

El mini vestido de Paris se ha levantado dejando al aire libre sus nalgas, y la falda de Haydee se rompió dejando toda su pierna izquierda desnuda, pero ahí seguimos, jalando, mordiendo, pateando.

¡Ey, ey! ¿Quién nos jala? ¡Por mis jefes! ¡James Cooper!

Miles de veces quisimos estar entre sus brazos, pero no en estas circunstancias.

—¡Llamen a la policía! Esta escoria me atacó.

¿Por qué no le cae un rayo a la Barbie esa? Sería una forma genial de callarle la boca.

—Escoria tu vagina.

Haydee no ha notado que quien la sostiene es James Cooper, lo sé, porque le dio un pisotón y se estiró para jalar por última vez el cabello de Paris, logrando quedarnos con un buen montón de extensiones en nuestras manos.

¡JA, JA, JA! Esa Barbie está pelona.

—¡Ya tranquilícese! —Nos grita James Cooper.

Haydee toda molesta va a replicarle, pero, ajá, ahora sí le viste la cara.

—James no intentes razonar con ella, es una salvaje. No dejes que escape, ya viene la policía.

—¡Qué! No ¡Suéltame! Ella me atacó primero, yo solo me defendí.

Si Haydee, intenta liberarte, nos meterán en una celda de nuevo, no podemos con eso. James, papi, sé que estás como me lo recomendó el forense, pero déjanos ir.

¿Qué el dicho es, como me lo recomendó el doctor? Sí Soledad, eso lo sé, pero ¿Acaso el forense no es un doctor? Mijita no seas bruta, de vez en vez, ver más allá de lo obvio, no hace daño.

—No la sueltes, es la zorra de McKengsly.

—Ah, ya te recuerdo.

James nos suelta y nos mira con algo de desagrado ¡No! Tú no nos mires así, nosotras te amamos. Bien, está bien, míranos feo, pedazo de mariposita, púdrete, no te necesitamos.

Haydee ¡Corre!

Y en efecto eso hace. Las sirenas de policía nos alertan, pero continuamos. Haydee incluso se quita sus tacones y corremos como si quisiéramos ganarnos el oro en las olimpiadas, justo ahora Usain Bolt se quedaría perplejo. Somos como un rayito de luz.

***

Dirán que es ironía, pero la corrida no nos sirvió mucho. Llegamos al departamento, y cuando creímos que nos quedaríamos horas en la ducha llorando nuestras penas, la policía tocó nuestra puerta, para decirnos que pasaríamos horas en una celda, llorando nuestras penas.

Haydee esta vez de verdad se derrumbó, lloró, se arrodilló, rogó, fue arrastrada por todo el pasillo pataleando. La condenada parece un orangután, porque con sus piernas se sostuvo bien de la puerta, para no entrar a la patrulla, pero nada sirvió, aquí estamos, y los bichos esos están tan molestos que no piensan dejarnos ir en un buen tiempo.

—¡Eric! ¡Eric! —Haydee emocionada se guinda a abrazarlo.

Qué hace ese loco aquí. Si los politontos esos no quisieron ni dejarnos hacer nuestra llamada.

—¿Cómo te enteraste? ¿Cómo lograste que me dejaran salir?

—Paris me llamó para burlarse de que te había refundido en prisión, y digamos que no me acuesto con las personas de a por gusto, siempre tengo evidencia, así que tengo una decena de fotos y videos que jamás querría que salgan a la luz y no le quedó de otra que levantar los cargos en tu contra.

—¡Te amo! ¡En serio te amo!

Haydee, Haydee, deja los besos, tantos besos en los cachetes de Eric, esa forma de abrazarlo, no será un buen punto a tu favor, si quieres convencer a McKengsly que no tienes nada con Eric.

—Yo te amo por la revolcada que le diste a Paris. Te quedó de lujo, está en youtube, y es hilarante. Te digo que eres viral.

—Lo que faltaba, que hagan memes sobre mí.

—Bueno señorita, yo siendo tú no revisarías las redes sociales en un buen tiempo, porque un policía grabó tu arresto y también está en la web. Mira este meme.

Soy la primera en ver el celular de Eric ¡Esto no puede ser! Haydee estás fregada, quedo de lujo, a gente sí es ociosa.

Denme un momento para pasar la risa, pero es que esto es... Ok, yo puedo, yo puedo... No, no puedo... Ajá respirando, respira, respira, pero es que... Dios, hasta lagrimas boté.

Pasaré lo que queda de noche viendo los memes.

Les cuento, el meme que nos muestra Eric, dice "¡Tom Hiddleston y Taylor Swift se casan!" y abajo sale el gif de Haydee cuando estaba agarrándose a las paredes gritando "No, no, no, noooo".

Es que la condenada gritó demasiado fino, comenzó con gritos graves que se hicieron agudos a medida que la jalaban más jajaja.

Vanidad me cuenta que hay otros en dónde Haydee grita, No, soy inocente. Y el Soy Inocente ya está en todos lados. Lo digo, tendré una noche entretenida.

—Eric ya estoy harta, de verdad ya estoy harta.

¡Oh! ¡Oh! Ya llegaron las lágrimas.

Llorando se acerca a Eric y él la abraza. Ahí está echa un mar de lágrimas en el pecho de Eric.

—Ya no puedo, mi vida es una pesadilla, intento tomármelo con gracia, pero ya no puedo.

—Haydee todo pasa. Ya verás que recuperarás el control de tu vida, y dejarás de ser un chiste. Estos memes pronto se olvidarán, ya verás, en la web nada es duradero. De seguro no salen de Chicago, y en cuanto a todo lo demás, eres Haydee Ramírez, una becada muy sexy, que encuentra lo que se propone, tú puedes, solo deja de pensar que es cuestión de mala suerte, que hay algo que está contra ti, somos los dueños de nuestro destino, así que cámbialo, tú puedes.

Bueno Eric en eso está un pelín equivocado, porque en efecto Destino la tiene contra Haydee, y ni porque la pobre haga malabares, ese idiota no quitará el dedo de la llaga.

***

Creo que queda de más decir que Haydee no quiere salir del departamento. Christina se la pasó contándole y riéndose de cada nuevo meme, que Haydee se negó a ver, solo por eso, agradeció no tener celular, ni ningún artefacto tecnológico.

En vueltas en un gran abrigo, unos lentes negros y un gorro, llegamos a Titanium. Creo que Haydee se está preparando mentalmente para las burlas de McKengsly, pero llegamos a nuestro piso y aquí no hay nadie. Ni siquiera Margaret. Ayer se fue antes porque dijo sentirse mal y hoy como que sigue enferma.

Las hurracas deben saber que no estamos de humor porque ninguna ha llegado a fastidiarnos.

De vez en vez salimos de nuestro hueco para ver si McKengsly llegó, pero ni señas de él.

Haydee aprovecha que ya es casi la hora de salida, para entrar a la oficina de McKengsly, es obvio que no llegará hoy. Así que aquí estamos solas en el piso presidencial y sentadas en la costosa y cómoda silla de McKengsly encendiendo su laptop.

—¡Rayos! Contraseña, claro que tendría una contraseña.

Después de muchos intentos en los que el nombre de Paris, Patricia, Robert, Andrew, y en fin todos los posibles, fueron probados, nos damos por vencidas.

Haydee comienza a revisar cada gaveta, pero McKengsly no tiene nada que no sea trabajo en su oficina.

Decepcionada Haydee se sienta en el escritorio de Margaret, usamos su computadora y tecleamos el nombre de Patricia en google.

Es impresionante la cantidad de fotos en las que sale con McKengsly, en otras sale con el hermano menor, al parecer estudiaron juntos, debe ser ahí cuando conoció a McKengsly, les debo decir que Jared McKengsly, el menor de los McKengsly, es muy lindo.

Cansada de ver lo perfecta que es la tal Patricia esa, Haydee se recuesta en el sillón y por inercia abre una de las gavetas, se supone que Margaret debía ponerle llave, pero tal vez por el malestar se olvidó.

Ahora que me pongo a pensar en el repentino malestar de Margaret ¿No será que por primera vez Muerte me hizo caso y le dará matarile? ¡Aw, no puedo tener tanta suerte! Sí, lo sé, suena demasiado malo, pero... ¿Quiénes son ustedes para juzgarme?

Regresando a lo importante ¿Esas son las llaves de la casa de McKengsly? Bueno, pueden ser llaves de cualquier cosa, además son muchas, pero estoy casi segura que al menos una debe ser la llave de la casa de McKengsly, y parece más la que tiene el control de alarma, aunque son tres las que tienen control de alarma.

Haydee las toma, le da vueltas en sus manos y de pronto ve la hora. Por fin se da cuenta que ya son las siete de la noche.

¿Para qué tomas todas las llaves? ¿Entrarás en la casa de McKensgly?

***

¿Por qué no fuimos a casa de McKengsly? Yo que me había emocionado.

Antes de salir de Titanium nos topamos con Ethan. Haydee le dio el pendrive ese que buscamos la otra noche, en esa mágica noche y le preguntó por McKengsly, él dijo que llevaba dos días sin saber de él y de verdad le urgía hablar con él.

¿Le habrá pasado algo? Sé que yo puedo ver qué es de su vida, pero tengo miedo, no quiero saber que está muerto, ni tampoco quiero verlo revolcándose con la Paris esa, ni me apetece saber que anda con la Patricia. Mejor dejo de romper mis reglas y me quedo con la incertidumbre que tiene Haydee. Después de todo es ese toque de incertidumbre lo que hace la vida interesante.

Sé que Haydee no está bien, porque no hace más que suspirar, taparse la cara con la almohada con rabia, taparse, destaparse, patear la cobija, lanzar el peluche.

"¿De verdad esto es un juego? Estás acostándote con Paris, y solo burlándote de mí, o... Como Eric dice yo no soy importante, pero... ¡Agh! Y si te enfermaste, si estas mal, yo... ¿Cómo saberlo?".

Haydee en pijamas camina a la sala, toma el teléfono y dura horas, entre marcar el número, veo que duda entre terminar de presionar la tecla de llamado, cuando ya va a hacerlo, se arrepiente y así dura un buen tiempo ¡HAZLO! Solo hazlo, presiona el maldito botón, es fácil ¡Presionalo!

¡Sí! ¡Al fin!

Repica, repica ¡Buzón de voz! ¡No!!!!!!

Golpeamos nuestra cara con el teléfono y frustradas volvemos a nuestra habitación. Esta noche será larga.

***

Es otro día, y no dormimos nada. En parte que bueno que no soy humana, estas cosas por las que ustedes pasan son feas. Haydee es un gran rollo mental y se ve enferma.

Es bastante temprano, pero pese a todo, Haydee se arregla bien, se maquilla y desaparece la enferma chica que no hace más que jalarse los cabellos.

Ahora un poco más decidida que en la noche, marca el número de McKengsly, pero de nuevo nos envía a buzón.

"Ya basta, esto no es normal".

Son las seis de la mañana y tomamos un taxi ¿A dónde vamos? Esta no es la ruta normal. ¡Oh! ¡Sí! Vamos a la casa de McKengsly.

***

Haydee prueba con una llave y otra hasta que damos con la que abre el portón eléctrico.

"Solo entra verifica que esté bien y vete sin que te vea"

Entramos por la puerta del patio, y esto se ve solo, no hay ni guardias de seguridad, pareciera que no hay nadie. Haydee se saca los zapatos, los lleva en la mano y comienza a subir las escaleras.

Con mucho cuidado giramos el asa de la puerta de la habitación de McKengsly y vemos un gran desorden, ropa por doquier, botellas vacías, todo oscuro, las oscuras cortinas corridas, por lo que los rayos del sol no pasan, la cama es otro desorden, y en efecto tiene sábanas negras, lo que nos decepciona a ambas, es evidente que Paris sí estuvo aquí.

Nos acercamos más y ¡Aw! Él es hermoso.

Está durmiendo, con una mano que sale de la cama y toca el piso, la cobija lo cubre hasta un poco más arriba de la cintura, de verdad se ve lindo y tierno, además ¡que espalda te gastas dios griego!

Sé que Haydee está hasta más tonta que yo observándolo porque está perpleja viéndolo.

¿Haydee escuchas ese sonido? Es como... ¿Agua? ¡Hay alguien en el baño! ¡Haydee despierta! ¡Hay alguien en el baño!

Cuando una puerta se corre, el sonido del agua se hace más fuerte y Haydee actúa pegando un brinco. McKengsly se mueve y abre un poco los ojos, y Haydee pálida emprende la corrida.

Bajamos como alma que lleva el diablo y salimos por la puerta de la cocina.

Haydee, amiga, no debimos salir por este lado, mira quien nos acompaña.

—¡Thor! —exhala Haydee tragando aire— Lindo Thor, quieto, soy tu amiga ¿Me recuerdas? Debo irme.

Haydee hace el intento de pasarle por un lado, pero el bicho ¡Nos está siguiendo! ¡No!

Thor se nos lanza encima, con su bocota agarra una parte de la camisa holgada rosa de Haydee y la jala tan fuerte que desprende los botones de enfrente dejándonos desnudas, nada más sujetas por nuestros brazos a la camisa. Haydee jala más, alcanza el rastrillo del jardín y golpea la nariz de Thor para terminar de salir.

—¡Thor! ¡Thor!

Escuchamos los gritos de McKengsly y palidecemos. Haydee se apura en cerrar el portón con la llave, toda agitada se coloca los tacones. Miramos la camisa que está imponible y sentimos que el perro junto con su amo se acercan más y más a la puerta. Haydee mete la camisa en la cartera y corre alejándose un poco, pero sabemos que no podemos escondernos. Se detiene, y ¿Qué hace?

Arregla su cabello, coloca su cartera en el hombro y muy erguida comienza a caminar en dirección a la casa de McKengsly como si estuviera llegando a visitarlo o algo así.

¿No te das cuenta que estás en sostén? Llevas una falda tuvo negra y un sostén rosa. Sí, el sostén es lindo y tienes un buen cuerpo, pero no es común.

—¿Qué pasó Thor? ¿Viste a alguien?

Me babeo. Ante ustedes un McKengsly en boxers, descalzo y despeinado, que hablando con su perro se asoma desde su gran portón a la solitaria calle.

—¡Haydee! ¿Qué haces aquí y así?

—Pero si el hombre está vivo, y mira quién habla de estar así, creo que estoy viendo más de lo que debería.

McKengsly baja la vista para notar que está desnudo.

—¡Ah! Es que creí... Thor... Eso no importa ¿Qué haces aquí? ¿Acabas de llegar?

—Sí, vine a... ver si encontraba a James Cooper en su casa para decirle lo que se merece, pero como no estaba aproveché para ver si mi jefe estaba vivo, te desapareciste por dos días.

—¿Qué pasó con James Cooper?

—Algo... Dime ¿Estás bien?

—¿Y eso qué te importa?

—Kengsy, Kensgy, de verdad creí que...

—McKengsly —gruñó.

—McKengsly —resaltó—, fue extraño no verte, tú nunca faltas, si tuviste complicaciones con tu salud, dime, es mejor...

—Nada que pase conmigo te concierne Haydee, deja de ser molesta. Ahora, ya que estás aquí, dale comida a Thor.

—¿A Thor? Sabes que él y yo no...

—¡Dale comida! Voy a vestirme y nos iremos juntos a la oficina ¡Muévete!

McKengsly nos deja pasar. Caminamos con él por el patio hasta llegar a la gran mansión y es imposible no detallar ese trasero y esas piernas, me sofoco. Sube corriendo a su habitación y una temblete Haydee comienza a buscar la comida de Thor, quien aún nos ve como comida.

—Thor, menos mal que no sabes hablar —dice Haydee una vez ya el enorme perro está concentrado comiendo.

¿Qué es eso? ¿Risas? ¡No me digan que se están bañando juntos!

Haydee se acerca más a las escaleras y escucha más risas, conversación y una puerta abriéndose. Corre a esconderse detrás del mueble y esos dos bajan. Es poco lo que podemos ver. Hasta que McKengsly se despide.

—Adiós lindo, hasta pronto.

Esa perra le da un pico en los labios ¡Desgraciada!

—¡Ni siquiera es Patricia! —grita Haydee detrás de McKengsly, saliendo de su escondite detrás del mueble y una vez ya se ha cerrado la puerta.

—¡Qué!

—Al escuchar voces creí que estabas con Patricia, pero ¿Quién es esa?

—¿A ti qué te importa? Haydee me estás colmando la paciencia ¡Muévete! Qué es tarde, al auto, corre.

Como perros somos correteados hasta que subimos a la enorme camioneta de McKengsly.

—De verdad Haydee ¿Qué haces vestida así? Si es que a eso se le puede llamar vestirse.

—Para tu información Lady Gaga se viste así, pasea por New York vestida así, a mí se me ve igual de bien.

—Refuto eso, pero, es tu vida. Tal vez a los ejecutivos de la junta de hoy le guste tu nuevo look. Sabes que hoy me reuniré con Andrew.

—¡Qué!

—Sí, vamos a ver qué quiere ofrecer ese idiota para que no lleve su empresa a la quiebra. Le encantará verte ahí a mi lado.

—No, yo no tengo que entrar, soy la asistente de la asistente.

—Entrarás, Margaret está enferma, debes hacerle suplencia. Por cierto, mira.

Señala y ¡No! James Cooper saliendo hacia su auto.

—Sí estaba en su casa. —McKengsly se estaciona justo detrás del auto de James. —Bueno, ve y dile lo que ibas a decirle ¿Acaso no viniste por eso?

—Pero... es que...

—Ve Haydee.

Haydee abre la puerta y se baja. Esa niña de verdad está loca, no sé si vergüenza nunca se pasea por su vida o qué, pero traga saliva y empieza a caminar con paso firme hacia James Cooper, quien ya a notado su presencia y la ve perplejo. Está ya a la distancia suficiente y sin más... ¡Ja! ¡Ja! Nunca imaginé que harías esto.

—Se más hombre y deja de estar dañando la reputación de las mujeres. Imbécil.

Se da la vuelta y James Cooper aun no procesa que le hayan dado una cachetada. Al volver al auto McKengsly está muerto de la risa. Haydee cierra la puerta y él aun riéndose arranca.

—¿Qué te hizo James?

Es obvio que McKengsly no sabe nada.

—Algo. Pero me des cobré.

—¿Qué hiciste estos dos días Haydee Ramírez?

Ella no responde y él deja de mirarla para concentrarse en el camino. McKengsly toma su celular y lo enciende, creo que estos dos días estuvo apagado, y el perolito comienza a sonar como loco.

Cuando ya parece que las notificaciones dejaron de llegar, McKengsly toma el celular y lo desbloquea, lo que ve parece muy gracioso, porque esa carcajada no puede ser por otra cosa. Está rojo carcajeándose, más que cuando Haydee estuvo "silbando".

—¿Qué te pasa?

—No puedo, debo estacionarme, o chocaré.

Hace luces con el carro y logra orillarse. Se echa aire a la cara, pero vuelve a ver el celular y las carcajadas vuelven, es tanta la cosa que por momentos se queda sin aire. Ve a Haydee y se carcajea como si estuviera en mute, de verdad es demasiado cómico, yo ya me imagino que es lo que está viendo y Haydee también porque rueda los ojos.

—Ay Haydee me hiciste el día. Dios, el karma existe.

—¡Karma! Yo no le he hecho daño a nadie.

McKengsly se limpia unas lágrimas y sigue revisando su celular, soltando una risa contenida una que otra vez.

—No terminaré de reírme nunca, pasaran mil años y esto seguirá siendo gracioso.

—Sí, al menos es bueno hacerte reír, jefe.

—¿Por qué te peleaste con París?

—Cosas, solo cosas.

McKengsly ve algún otro meme que lo hace explotar de risa de nuevo, y el resto del viaje como que está acordándose porque vuelve a carcajearse a sus anchas.

—Ay, cómo me mantendré serio en la reunión de hoy.

—McKengsly —llama y él revira un poco a verla—, tú más que nadie conoces a Paris, sabes lo perra maldita que es, no vayas a...

—Haydee yo me llevo a la cama a quien se me dé la gana. Además no llames a Paris, perra maldita, porque solo te estás insultando tú misma.

—Eso le dije a Paris, que me dejara de llamar zorra, porque ella lo era, pero yo no soy...

—Claro que sí, eres una perra maldita, dilo Haydee, repítelo, dilo en voz alta, reconócelo, quiérelo, porque eso eres, es cansón escucharte negarlo. Ahora ya llegamos, prepárate al parecer tu querido Andrew ya llegó.

***

Todo en este maldito día es incómodo. Haydee no hace más que suspirar profusamente mientras subimos en el ascensor. Llamamos la atención de todos con nuestro vestuario, pero lo peor está en la sala de juntas.

Ian nos arrastra allá ni bien pisamos el piso, y en efecto Andrew y muchos otros están ahí.

—¡Haydee! —exclama Andrew sorprendido— Esto es el colmo McKengsly —¿Está molesto? —Ya basta, no puedes tener a Haydee de tu payasito personal. Esta mujer es inteligente, brillante, la mejor amiga, y nadie tiene una mente como ella en los negocios, pero tú te has encargado de convertirla en la burla de la sociedad, la escoria de los negocios, la ramera de la bolsa, el hazmerreír de las redes sociales, el pus de...

—¡Andrew ya! —protestó Haydee.

Si Andrew, no expliques porque enredas, qué clase de defensa en esa.

—El punto es que la has denigrado, pero yo volveré a devolverle el lugar que se merece. No me importa cuánto pidas pero la quiero de regreso, quédate con Tilbra, Malestron, Keltz, te las dejo todas, pero devuélveme a mi asistente.

Haydee está con la boca abierta, helada, de pie, casi desnuda, frente a todos esos hombres que miran a Andrew sorprendidos.

—¿Tanto confías en ella que me darás todo? ¿Piensas que ella levantará todo de las cenizas?

—Lo sé McKengsly. Toma todo, es tu oportunidad de derrotarme, te lo dejo, pero rompe el contrato que tienes con ella.

—Ella puede irse si quiere.

Haydee alzó la vista de inmediato hacia McKengsly. Kengsy no dejes que nos vayamos, no queremos irnos.

—No aceptaré nada de lo que ofreces, quédate con todas tus cuentas. Si ella quiere irse, que se vaya contigo ¿Haydee te irás?

¡Oh! ¡Oh! ¿Por qué nos haces esto? Si Haydee se queda, le asegurará a Andrew que siente algo por McKengsly, sino por qué quedarse, si se va, que es lo más lógico, no veremos más a McKengsly, de verdad lo habremos perdido ¿Qué harás? Se valiente y quédate, deja el orgullo y reconoce que nos gusta McKengsly, hazlo. Pero también, si los sentimientos de McKengsly no son ciertos, solo nos habremos quedado sin el chivo y sin el mecate y con un corazón roto.

—¿Haydee? —Andrew nos presiona, y solo así Haydee sale de su letargo.

—Me voy —susurra.

¡No!!!!!!!!!!

—Bien, recoge tus cosas y te espero abajo, no aguanto estar un segundo más en este lugar. Hasta pronto McKengsly.

—Hasta pronto Andrew.

McKengsly le sonríe y se queda despidiéndose del resto de los ejecutivos.

Haydee tragando saliva sale casi corriendo y nos encerramos en nuestro cuchitril.

"¡Dios! ¿Qué hiciste? ¿Qué hiciste? No podías quedarte, sabes que no podías, él te acorraló".

Nerviosa y sabiendo que Andrew nos espera abajo, Haydee recoge las pocas cosas que tenía, y hay una carpeta vieja que mete en su caja. Miramos todo por última vez y sonreímos con nostalgia.

Caminamos por el solitario pasillo y ahí frente al ascensor está McKengsly. Ay no, mi corazón ya está hecho trizas, esto no puede ser.

—Bien señorita Ramírez creo que hasta aquí llegó todo. Gracias por dejarme unos buenos memes por los cuales reírme el resto de mi vida.

—Como dije en el auto, siempre es bueno hacerte reír. McKengsly, gracias, después de todo por ti no estuve en la calle, no sé qué clase de juego fue todo esto, pero... fue divertido, eres divertido Kengsy, Kensgy.

—Será más divertido ver cómo le haces para liberarte de Fuskaj. Volvió el juego, después de todo estaba siendo aburrido pelear con Andrew, él no piensa mucho. Esfuérzate Ramírez, yo no tendré compasión.

—Yo tampoco, ya me conoces. Tal parece que todo vuelve a su origen —suspiró y sé que está aguantando un nudo en su garganta. —Todo será igual que antes.

La puerta del ascensor se abre con esa ruidosa campana. Y Haydee entra y desde ahí se despide con su mano libre.

—No —McKengsly tiene un pie dentro del ascensor y otro fuera, sosteniendo la puerta con sus manos ¡Por favor qué pase algo! Dile que se quede. —No será igual que antes, porque ahora me conoces y ahora yo sé quién eres. Y después de todo esto sirvió para eso. Años sabiendo de nuestra existencia, sin conocernos de verdad. Hasta pronto Haydee Ramírez.

¡Yeah! McKengsly tomó nuestro rostro con sus dos manos y nos acercó a él. A Haydee a duras penas le dio tiempo de cerrar los ojos, y soltando la caja pasó sus manos hacia el cuello de McKengsly atrayéndolo a ella. Si esos dos no se gustan ¿Por qué se besa así? Yo puedo sentir el corazón agitado de Haydee y la forma en cómo se aferra, esos pequeños ruidos que hace con su garganta ¡No lo dejes idiota!

—El juego vuelve a empezar.

Dice McKengsly y mirándonos una última vez sale del ascensor marcando antes en el camino el botón para que las puertas se cierren, y así quedamos, agitadas, desequilibradas y tristes. Haydee sin volver a este mundo se agacha para recoger sus cosas y sin darnos cuenta ya estamos en planta baja.

Andrew está esperándonos y Robert se aparece de pronto para subir al ascensor. Mira a Haydee sus cosas en la mano y a Andrew a su lado y frunce el ceño.

—Después de todo vuelves a dónde perteneces. Tú nunca debiste estar en este lugar. —¿Acaso nos odia? Después que en casa de Fuskaj fue amable.

—Y tú también vuelves dónde perteneces —intervino Andrew—. Nunca perteneciste a Mongomeri.

—Tienes razón, enloquecí el momento que me fui allá, pero recapacité. Ahora todo vuelve a su cauce.

—Ahora todo será como siempre.

Andrew jala a Haydee del brazo sacándola del ascensor y ella ve a Robert quien solo la mira con desprecio.

Andrew está equivocado, nada será como antes, ahora conocemos a McKengsly, antes lo odiábamos, porque no sabíamos nada de él, ahora cómo odiarlo. Cómo hacer una guerra para derrotar al hombre del que quizás nos hemos enamorado. Porque Haydee admítelo, esto es más que curiosidad, más que lujuria.

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Dije que iba a subir ayer, pero acá en Venezuela todo es un desastre. Hay que hacer colas desde la madrugada o el día anterior para poder comprar algo de comida. Y justo me tocó irme a una cola en la medianoche del jueves para pasar toda la madrugada huyendole a guardias que te quieren meter presos, a malandros que no respetan nada, para después de muchas peleas, empujones, aguantar lluvia, el cansancio por llevar tantas horas paradas, la humillación de tener que ir detrás de un militar para que se digne a agarrarte la cedula de identidad, aguantarte a borrachos, todo para poder comprar, después de todo eso, lo peor fue no comprar nada. Así que llegué a mi casa molida, enferma, con frío y solo quise acostarme a dormir, porque si pienso mucho en lo que vivimos me vuelvo loca.

Pero pasé esas horas de cola, un poco cuerda, solo porque en mi mente estaba entretenida con mis novelas, dandoles continuación en mi cabeza, y esta es una de esas que me hace olvidarme de todo, y reírme de las desgracias de Haydee y no llorar con las mías jaja.

Las quiero un montón, espero que les haya gustado. Ahora volverá la guerra entre Titanium y Mongomeri, pero Haydee como que no estará muy enfocada.

Besos.

P.D: Pensé que el capi estaba mega largo, pero resultó ser de la misma extensión que el resto jaja, mil perdones.

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