Capítulo 22.- Decisiones
"El hombre habría tenido una vida tan diferente y feliz si el poder de elegir le hubiera sido negado. Pero Él dispuso que pudieran disfrutar del libre albedrío, y cada paso se convirtió en la muerte o reafirmación de un primer destino. Sí o no, son las dos palabras que dominan el mundo, y los seres humanos son tan propensos a dar pasos en falso. Tal vez, Sí o No, no debió existir, pero es ello, esa posibilidad de elegir lo incorrecto, lo que hace que su existencia sea interesante".
Es lunes y aquí estamos, entrando en nuestro querido hogar. Sonreímos saludamos, las hurracas no dejan de acecharnos preguntándonos de todo sobre lo que ha pasado en nuestras vidas en estos días. Llegamos a nuestro piso y la vieja esa no nos ve con buena cara, igual sonreímos y continuamos. Es tan lindo estar en... ca – sa. Imaginen que mi voz disminuyó en la última palabra, y es que este chiquero, no es nuestra casa. Este no es el lugar en el que debemos estar. Yo no quería esto, y deja de reírte Destino.
Haydee, Haydee, tuvimos la oportunidad de volver a nuestra hermosa oficina al lado de Andrew, en Mongomeri, ese edificio con tanta historia, con tantos traseros jugosos. Tuviste el chance de darle una patada en las nulas pelotas de Destino, pero no, él eunuco ese está muriéndose de la risa, mientras nosotras volvemos a nuestro chiquero.
Vemos ese pequeño y oscuro hueco, con su luz nostálgica, y olor a papeles recontra podridos y tenemos ganas de llorar ¿Cierto? ¿Cierto?
El teléfono de la era victoriana, porque esa cosa esta horrible de vieja, suena, tal vez es la tonta de Margaret mandándonos a hacer algún mandado, después de todo somos sus asistentes ¿No?
—Estas no son horas de llegar señorita Ramírez. —Oímos la voz de McKengsly al otro lado del teléfono.
—Kengsy no fastidies, es la primera vez que me subo al subterráneo, si alguna vez quieres que alguien te meta mano, o quieres meter mano, te lo recomiendo, salí violada de esa cosa.
—Situación a la que estás acostumbrada, así que no tienes justificación, que no se vuelva a repetir.
—O Kengsy, no me tientes, no me tientes, porque estoy a punto y no de caramelo.
—Señor McKengsly para ti, ahora ven a la oficina de inmediato, debemos hablar.
El sonido del auricular siendo colgado suena duro. Sé que Haydee no está contenta porque tiene los ojos cerrados y respira acompasadamente.
"No fue en vano, no fue en vano. Tomaste una buena decisión. Volverás a Montgomeri, pero no así".
No sé cuál sea el raro plan de Haydee. Creí que al rechazar a Andrew le dijo adiós a la idea de algún día volver a nuestro trono, pero por ese susurro parece que algo cocina entre manos. ¡Maldita sea! ¿Por qué no soy Conciencia, o hasta Destino para saber qué demonios piensa hacer? Yo solo debo esperar, porque soy el estúpido tiempo y ni siquiera puedo adelantarme, es tan... frustrante.
¡Cállate Destino!
¿Qué? Que se te haga la boca chicarrón Lujuria. ¡Destino y yo! Antes le limpio el trasero al pervertido de Fuskaj ¡¿Qué?! ¡Tiene mujeres que le limpian el trasero! Por mi jefe. A las cosas que estuvo expuesta mi Haydee.
¡Ya, apártense! Por culpa de estar escuchando sus idioteces me perdí el momento en que nos desplazamos ¿Se saludaron? ¿Cómo fue el encuentro? ¿Tocó la puerta o entró así no más? ¡Respóndanme!
Oh, Oh, pero que bello está mi McKengsly, ya, ahora lo entiendo todo, es obvio que no podíamos abandonar este colirio, mi Haydee siempre ha sido un genio.
—¿Cómo saliste de prisión?
¿Acaso esto es un interrogatorio? McKengsly está rodeándonos y nosotras estamos sentadas en esa minúscula silla, mirando su trayectoria. Ni los oficiales nos interrogaron así.
—Gracias a ti no fue, así que no tiene que importarte. Estoy aquí, puntual a mi trabajo y eso haré.
—¿Puntual?
—¡Fueron diez minutos! Que tú amanezcas aquí y creas que todo el mundo llega tarde es otra cosa.
—¿Cómo saliste de prisión?
—Le hice sexo oral al guardia —¡Ja! La forma como lo dijo con ese descaro y observando con atención una de sus uñas, me gusta, aunque no parece causar el mismo efecto en McKengsly.
—Si no respondes, tendré que pedirte que dejes Titanium de inmediato.
—No puedes, mi contrato es por cinco años, y la única forma de romperlo es que yo incumpla con alguna de mis responsabilidades, y que quiera irme. Pero responderé tu pregunta, solo porque no tengo nada que esconder, me sacó Christopher.
—Tu ex.
—Él mismo, es un famoso abogado, como sabrás y me hizo el favor. Aunque yo tenga que hacerle otros después —dijo más bajo—. Por cierto Kengsy, Kengsy, me debes dinero, lo tengo bien contado.
De un lado de su corta falda saca un pequeño cuaderno, un lapicerito y empieza a leer las cuentas pendientes. La cara de McKengsly no tiene nombre, sé que debe pensar, no hay persona más descarada que Haydee.
—Haydee pagaré mis deudas, sabes que tengo como, no soy ruin para robarle a una vagabunda. Ahora, Ethan mi abogado vendrá en unos minutos, espéralo en la sala de juntas.
—¿Para qué? —No es que ver al papi chulo de Ethan nos moleste, pero sí es extraño.
—El llevará tu caso.
¡Qué! Los ojos de ambas parecen los de un Búho ¿McKengsly nos ayudará?
—No, sé lo que tramas, me darás un abogado que solo me hunda más, para verme podrirme en una celda. No soy tan idiota.
—No pienso hacer eso. Ehan es un completo profesional, si de verdad robaste te hundirás, pero si eres inocente te salvará. Solo digamos que sé pagar mis deudas, no quiero deberte nada. Y yo a diferencia de ti, creo que no todo se paga con dinero. Ahora retírate, y no hay discusión alguna, Ethan llevará tu caso.
Nos ponemos de pie dispuestas a correr de ahí, pero McKengsly desde su lindo escritorio habla.
—Por cierto, Andrew fue algo astuto con su jugada para zafarse del escándalo de Fuskaj, pero no sé por qué supe que haría eso, fue una estrategia tan a los tiempos de antes, a cuando tú eras su asistente, tal vez después de todo, sí aprendió algo de ti.
—Ni idea, he estado ocupada en mis propios asuntos, estar a un pie de perder mi libertad, es bastante estresante, créeme.
No sé qué piense Haydee, pero yo creo que McKengsly sospecha algo. Ella también debe pensarlo pues sale refunfuñando.
Angustiadas llegamos a la sala de reuniones y no terminamos de sentarnos cuando el guaperrimo de Ethan hace acto de presencia. Por un momento nuestros problemas se van y nos concentramos en esa sonrisa.
—Señorita Ramírez, Ian me informó de su caso el fin de semana, y estuve averiguando, ordenando el caso, pero necesito oír su versión, encontrar pruebas, como verá tenemos poco tiempo.
—¿Cuánto dinero podría sacar por injuria?
—Depende del daño.
—Decomisaron mi departamento, todo lo que había dentro, sin mencionar lo perjudicada que se ha visto mi reputación en el medio. Espero sacarles un buen tajo de dinero, y una disculpa pública, y que vayan presos y que...
—Ok, señorita Ramírez. Entiendo lo ofendida que está, pero por ahora a armar el caso, sin pruebas, usted podría ser declarada culpable.
—Pruebas, yo tenía pruebas, pero están en mi departamento que ahora está custodiado por la policía ¿No podremos entrar a buscarlo cierto? Ya veré yo cómo le traigo las pruebas.
***
¿Por cuánto tiempo podremos ignorar a Andrew? No deja de llamarnos y Haydee solo ve aterrada el celular dejando que suene hasta que se calla. Esto no está bien, no se puede servir a dos amos, es algo hasta bíblico, bueno... no es que Haydee siga mucho los mandamientos bíblicos, sobre todo ese de amar al prójimo, ella es pésima en eso, pero... de nuevo me estoy distrayendo.
Ya es hora de irnos, nos demoramos más de la cuenta porque Haydee quiso acabar de archivar ese estúpido año que la tenía verde, y así, a las ocho y más de la noche nos subimos al ascensor. Está haciendo frío y Haydee no tiene abrigo, de paso con esa mini falda las piernas parecen la piel de una gallina. Evitamos tiritar porque no es bueno que los demás noten nuestra incomodidad, aunque como es común en Titanium, todo está desolado, podría llegar el destripador, destriparnos, valga la redundancia, y nadie se daría cuenta.
Sacamos nuestro celular y ¡Aw! Haydee llamará a Eric, siempre lo digo, y siempre lo diré, amo a ese canino.
—¡Haydee! —¿McKengsy nos llama?
Volteamos a verlo sorprendidas y medio encorvadas, porque de verdad hace mucho frío, humo sale de nuestras bocas.
—Tengo que ir a uno de esos clubs que tú sueles frecuentar, sube al auto.
—¿He? ¿Quién dijo que quiero ir?
—No te lo estoy preguntando, irás y no hay discusión.
Creo que luego de que McKengsly tomó nuestro brazo y nos empujó al auto, estamos muy propensas a algún día ser secuestradas.
—McKengsly esto es un atropello, yo no tengo que ir, menos después de la ratada que me hiciste en el aeropuerto, cuando yo te ayudé con sudor, sangre y lágrimas con Fuskaj.
—Ajá, deja el drama. No tienes nada más interesante que hacer y yo debo cerrar este negocio. Odio la bulla de esos lugares, además es un club latino, el hombre habla entre español e inglés, así que me ayudarás.
—¿Quién dice que sé español?
—¿Acaso no eres latina?
—Sí, pero una muy quisquillosa, no me gustaba hablar español para no tomar algún raro acento.
—¡Agh! Entonces, bájate, no sirves para nada.
—¡Suéltame! Claro que sé español, idiota. No es el único idioma que sé, también sé mandarin, italiana, francés...
—¡No me importa! Si te limitas a hablar solo cuando lleguemos al club y no entienda algo, estaremos bien.
—Ay Kengsy, Kengsy, nunca de los jamases, hagas enojar a tu traductor.
Al menos en el auto hay calefacción, porque ya estábamos convirtiéndonos en gallinas congeladas. Luego de lo último, el silencio reina, McKengsly se entretiene en su celular, mientras el de Haydee de pronto comienza sonar, sabemos que es Andrew, pues le asignamos la canción "Girlfriend" de Avril Lavigne.
—¿No piensas contestar? —indaga
—Hem, hum. Es el bueno para nada de Eric, así que no contestaré.
—¿Qué le viste a Eric? No logro entender qué le ven todas ustedes.
—Tal vez lo mismo que te ven a ti, digo, si hacen una lista y se ponen a comparar estoy segura que al menos coincidirán en un ochenta porciento con las mujeres con las que se han revolcado.
—No me compares con él.
—Eric es un perro, y como perro sabe hacer bien su trabajo, es divertido y te hace sentir valiosa, aunque todo sea una mentira, pero él tiene el don de hacerte vivir una ilusión y mantenerte contenta con eso.
—Eres patética.
—¡Ba! Mira quién habla, tú...
—Llegamos, baja.
Resoplando insultos nos bajamos frente a ese gran club de salsa. Sí, hemos venido acá veces anteriores. No es que haya chicos muy buenotes, pero uno se divierte bien, o al menos Haydee se divierte.
—¡Haydee!
—¡Marco!
McKengsly voltea los ojos y eso me da risa. Marco es un bailarín gay que enseñó a Haydee a bailar salsa, se aman, pero como amigos. Marco es la cosa linda de este club, pero es gay, ósea, otros changos se lo gozan, con este boom homosexual Haydee y yo nos fuimos quedando sin oportunidades, pero qué se le hace, los hombres son tan egoístas, ahora todo es entre ellos y nadie más.
—Llevabas mucho sin venir. Me debes un baile.
—Por supuesto. Muero por bailar.
Marco le sonríe a McKengsly ¡Ja! Ese Marco no pela una. Esa sonrisa no es solo de cordialidad ¿Qué es esto? ¿Le está mirando el trasero? Ja, ja, ja. Eso McKengsly te están desnudando con la mirada, me imagino que Marco tiene cosas nada decentes en esa cabecita con McKengsly.
—Marco, él es... —No podemos continuar porque McKengsly agarrando nuestro brazo nos empuja para seguir adentrándonos en el club.
—No me interesa conocer a tu amigo, estamos por trabajo Haydee, trabajo.
Y así arrastradas llegamos a una mesa en la zona VIP dónde nos espera un hombre alto, moreno bronceado, de camisa colorida, junto con otros dos hombres, y tres mujeres muy operadas, una a cada lado de la otra.
Que no te intimiden Haydee, eso es puro silicón.
***
Luego de las presentaciones, las bromas, comienza la conversación seria. Al parecer los hombres son hijos de unos políticos de algún país latino, su empresa está teniendo bastante renombre últimamente, sus acciones están subiendo mucho, y ellos solo quieren seguir ganando más, sin preocuparse tanto, y sin rollos. Dieron todo este discurso de cómo están las cosas, cuales son los números que manejan, y Haydee escuchó sin interrumpirlos porque le parecía irrespetuoso hacerlo.
—¿Qué dijeron? —susurró McKengsly sin dejar de sonreír y tomar un poco de su trago. Haydee tomó aire para traducirle todo, pero... yo sé lo que significa esa mirada.
—Que su empresa es linda.
—¿Qué más?
—Solo eso.
—Verá señor McKengsly, sabemos que nuestra empresa está en auge —continuó uno de ellos—, pero sabemos el gran tesoro que tenemos, conocemos su trabajo y no tenemos queja, pero qué más nos asegura ¿Qué nos ofrece?
Todos miran expectantes a McKengsly y él mira a Haydee. Ian creo que entiende algo de español, pero esta gente de verdad tiene un acento extraño.
—Dicen que soy linda.
¡Auch! Sé que Haydee se está aguantando las ganas de gritar, pero ese McKengsly es un abusador, un poco hombre ¡Nos pisó!
—Deja de jugar —gruñe.
Eso es Haydee, hunde tu tacón en su espinilla, así, así mismo ¿Ahora qué McKengsly? Grita, grita.
El juego acaba cuando Haydee nota la cara de expectativa de los posibles nuevos clientes. Una cosa es jugarle una broma a McKengsly, otra estropearle así tan descaradamente un negocio, más cuando estamos en salsa y no de tomate. Así que Haydee le traduce bien todo a McKengsly y él comienza a hablar, esperando que Haydee no vuelva a la misma niñería de hace rato.
***
—Dejemos los negocios a un lado un rato, que nuestra nenas están aburriéndose. —Las siliconadas mal pintadas sonríen con sus bocas de guasón y de inmediato frente a nosotros se colocan un montón de shots de Vodka, o eso parece. —A beber se ha dicho.
Haydee aplaude y es la primera en llevar un shot a su boca.
—Es dulce —exclama no muy contenta con el sabor.
—Son diferentes, unos dulces, otros amargos, no hay nada mejor que hacer un coctel ¿No cree?
La música no puede ser más rompe tímpanos y parece que McKengsly no la está pasando muy bien. Los hombres cada vez que se lanzan un shot le dan uno a él, esperando que tome a su ritmo.
A Haydee el alcohol la prende y ya está súper sonrisas y hasta bromeando con las siliconeadas. Notamos que le pasan otro shot a McKengsly y la mesa vuelve a llenarse de ese montón de vasitos con líquidos de colores, creo que algo se enciende en el cerebro de Haydee, porque deja su conversación para acercarse más a McKengsly justo cuando le han dado otro trago.
—¡Miren!
Haydee señala hacia enfrente suyo y todos reviran, toma el trago de McKensgly y lo bebe ella.
—¿Acaso no bailan espectacular?
Todos asienten y dos de ellos se animan a sacar a bailar a sus siliconadas ¿Cómo pueden moverse con tantas bolas de plástico?
—Señor McKengsly ya que no baila, hagamos una competencia de tragos ¿Le parece?
Haydee palidece y yo todavía no entiendo.
¡Oh! ¡Es eso! Bueno, pero tampoco me maltrates Vanidad, sí me pase de ignorante por un momento, pero esas no son formas de decir las cosas. A mí todo el mundo me maltrata ¿Acaso no creen que una tiene sentimientos? ¿He? También soy un ser, quiero cariño, amor, necesito que alguien me abrace... ¡Hum! Necesito un abrazo... un abrazo ¡Por el maldito! ¡Alguien abráceme! Está bien, perfecto, algún día necesitarán de mí y no me verán, cuerda de mal vivientes.
Pueden creer que me dejaron rogar un abrazo y no me lo dieron. Ay, pero esos no saben lo que les espera, es que se las tenga anotaditas todas. Volviendo al objetivo de esta ridiculez ¡Qué! Ven, siempre me pierdo lo importante por ustedes. A retroceder un momento, y si alguien le cuenta al jefe dense por muertos.
—Competencia de tragos entre hombre, que a – bu – rri- do —cantarrana Haydee—. Mejor veamos si puedes vencer a una chica.
—Así son las cosas, acepto. Amo a una mujer que sepa tomar.
Haydee demuéstrales que ese estómago pequeño tuyo puede almacenar alcohol así como los cuatro estómagos de los camellos.
***
Y así es como terminamos en esta situación. Haydee vomitando en el pote de basura fuera del club y McKengsly sujetándole el cabello.
—¿Cómo pudiste tomar tanto?
—Idiota lo hice por ti. Si no fuera por mí estarías camino a una clínica en una ambulancia, con una pata en el más allá. Tienes que ponerte límites, tú sabes que no podías tomar esas cosas y lo hiciste solo por...
—Para que no sepan mi enfermedad, sabes que no pueden saberlo.
—Tonterías. Algún día vas a tener que decirlo, o simplemente decir no tomo porque no quiero, que sé yo. Hay formas elocuentes de decir que no.
—¿Así como la forma elocuente en la que le dijiste que no al hombre del bigote?
Haydee hace memoria y eso estuvo de lujo. Luego de tomar, mi Haydee estaba muy prendida y se fue con las de los silicones a bailar, ahí estaban cuando unos hombres llegaron a hacerles compañía, un bigotón comenzó a fastidiar a una de las rubias y Haydee histérica creyendo que la cosa era con ella, que estaba al lado de la rubia, gritó como poseída que nunca se dejaría manosear por alguien tan feo, el hombre iba a replicar que no era con ella, y terminó con un bandejazo que Haydee clavó en su calva cabeza. Creo que el hombre quedó viendo estrellitas. Ahí fue cuando decidieron terminar la velada, y Haydee salió con el estómago revuelto a vomitar.
—McKengsly no te burles, estaba borracha, aún estoy mal, muy mal, mira las cosas que hago por ti y tú solo eres malo. —Sí, sigue borracha.
—¿Por qué lo haces? ¿Por qué haces cosas por mí? —preguntó sujetándola por la cintura para que no caiga. Y la escena se ve tan linda, sería mejor si Haydee no tuviera restos de vomito en su quijada.
—No sé, creo que después de todo me caes bien.
¡Aw! ¿Es eso una sonrisa? Esa sonrisa de McKengsly es muy linda, no es de odioso, o presumido, es linda, y yo me derrito.
—Espero por el bien de mi dignidad que mañana no lo recuerdes, gracias Haydee.
Exclamó McKengsly y eso nos dejó tocadas a ambas, sonó lindo, un bello sentimiento se propagó hacia mi corazón.
—Te llevaré a tu departamento.
—¡No! Tengo algo que hacer y ya que estoy borracha debido a ti, tú me ayudarás. Ven, iremos a mi departamento, mi bello apartamento.
—Haydee lo conocí y no es lindo.
—Ese no, mi apartamento, es hermoso, espacioso, lo amo, y lo recuperaré.
¿Acaso quiere ir al departamento del cual nos sacaron a patadas?
***
No me equivoqué, aquí estamos en nuestro antiguo edificio ¡Aw! Quiero volver a vivir aquí.
—Shu, no hagas ruido —Haydee jorobada comienza a caminar escondida entre los arbustos.
—¿Qué piensas hacer? Ya no vives aquí Haydee.
—¿Cómo sabes que vivía aquí?
—Lo supuse —carraspeó—. Dijiste que iríamos a tu bello departamento, es sumar dos más dos.
—Tú solo sígueme, tengo que recuperar algo y nos vamos, es pan comido.
Haydee se saca sus tacones y los deja a un lado, sé por sus pupilas más grandes de lo normal, que sigue borracha, incluso el olorsito que se carga no es nada atractivo.
—Tú, quédate aquí escondido, te silbaré cuando quiera que me sigas ¿Entiendes?
—No, no entiendo nada, explícate bien, porque no seguiré con esto.
—Ajá, sí, eso mismo, que me esperes aquí, eres tan obediente Kengsy, Kengsy —Como una viejita trata a un niño, comenzó a palmear las mejillas de McKengsly. —Y tus ojos son tan lindos.
—¿Qué?
—Ajá, eso mismo. Ahora espera, shu.
Con su dedo índice en sus labios se aleja sonriendo, creo que parece una desquiciada, y es que nuestro maquillaje está corrido, nuestro cabello ni se diga, parece un nido y ni la mini falda luce atractiva. Me quedo un momento viendo a McKengsly pero por alguna incomprensible razón decide hacerle caso a Haydee y se esconde más entre el arbusto.
Haydee muchacha loca ¿Qué haces? Nos meteremos en problemas ¡Suelta eso! Te dije que lo soltaras. No se te ocurra, ni lo pienses, quita esa sonrisa de muñeca diabólica. No, no ¡No! ¡Agh! Desgraciada, ya lo mataste.
¿Ahora qué haces? Corre de la escena del crimen, esto es serio, ya nos veo en una correccional de mujeres, y no me gusta el YURI, los hombres son muy espectaculares para verle el rabo a una mujer, así que ¡Corre!... ¿Acaso eso es silbar?
Haydee está haciendo extrañas formas con su boca, y lo único que logra es babear, como que se da por vencida, y sí, está borracha, no hay duda.
—Silbido, silbido, fiu, fiu, silbido ¡Sal ya McKengsly! —termina gritando.
McKengsly sale muerto de la risa, de verdad tiene la cara roja, creo que casi no puede respirar, y así, arrastrándose llega a la entrada del edificio.
—¿Eso es silbar? —esboza entre carcajadas.
—¡Shu! Está dormido. —Señala al guardia que yace desmayado en su asiento.
—¡¿Qué hiciste?! —pregunta McKengsly ya serio, a susurros.
—Solo lo golpee un poquito con esta roca —sube la mano con el arma homicida—, está dormidito. Ven vamos, le quite las llaves del ascensor.
—No me gusta lo psicópata que te vuelve el alcohol, vámonos de aquí.
—Ah no, entra gallina, ya estás aquí ahora me acompañas.
—No, me voy.
¡Qué!!! Esto no me lo esperaba. Haydee te amo con toda mi alma, el propio McKengsly se quedó perplejo. Alza su mano que ahora está unida forzosamente a la de Haydee por medio de esas esposas.
—Andando.
La cara de matona de Haydee no puede ser más hilarante. Deberían verla, para gozar como yo lo estoy haciendo, hasta Manipulación está aquí muerto de la risa. McKengsly podría arrastrarnos con todo su cuerpezote a donde quiera, pero nos sigue.
Entramos al ascensor y Haydee comienza a tararear una canción como si en ese ascensor colocaran música.
—Turururu turururu, piso dos. Turururu turururu, piso tres.
Sé que a estas alturas McKengsly piensa que estamos dementes. Haydee y Vodka, no combinan.
El ascensor se abre en el penúltimo piso y Haydee arrastra a McKengsly a las escaleras, esto se está haciendo interesante. Detrás de esa pesada puerta está la azotea. Oh, aquí la vista sí que es hermosa. Aunque esas enormes nubes cubriendo el cielo no pintan nada bien.
—¡No dejes que la puerta...! Se cierre —Culmina cuando la propia Haydee asegura la puerta. —Una pregunta, mente criminal ¿Cómo bajaremos de aquí? Esa puerta solo se abre por ¡dentro!
—Kengsy yo he pensado en todo, solo mira y aprende.
Intenta alejarse, pero nota que sigue esposada a McKengsly, así que lo jala con ella detrás de unas viejas tablas. Saca algo así como una enorme cuerda y comienza a ver hacia su alrededor ¿Qué busca?
Creo que lo encuentra pues jala de nuevo a McKengsly y está atando esa cuerda a una columna.
—Ya está.
—Ok, entiendo, haremos rapel en este edificio —sonriendo se acerca más a Haydee y ella dulcemente asiente también sonriendo— ¡Acaso crees que esto es Misión Imposible! —grita furioso— Ya reacciona, he dejado que andes con tus locuras, pero no moriré debido a ti, no, no lo haré.
—Kengsy que miedoso, yo he hecho esto miles de veces, no es la primera vez que me quedo fuera de casa, y aquí la conserje es una mujer que me tiene tirria, es desagradable, así que esto era preferible a verle la cara. Así que bebé deja de llorar, esto irá atado en tu cintura, no te caerás, solo un minuto de estar al vacío y entraremos al departamento.
—No, estás loca. Haydee aléjate, Haydee déjame.
¡Ja, ja! Estas cosas nunca las vivimos antes. McKengsly está sujetando las manos de Haydee, y sé que la loca esa no podrá con su cometido, pero... "grito eufórico". Eso se llama sacar provecho.
Haydee está comiéndose los labios de McKengsly, eso lo tomó fuera de base porque se quedó muy quieto. Así es Haydee saborealo, chupa esos carnosos labios, enséñale como se besa. No quepo de la emoción.
—Deja ¿Estás loca? —McKengsly logra alejarse, pero acaso esos son mejillas sonrojadas, me muero.
—Sí, un poco.
¡No!!!!!!!!!! Destino no dejen que mueran, haz algo. Que todo se detenga. Sí lo sé me botarán, mis días están contados, pero no pueden morir, no así, no los dos justo ahora. A Haydee como que le pusieron droga en las bebidas. Por favor Destino con lágrimas en los ojos te lo pido, haz algo, seré tu sirvienta, haré lo que digas ¡Muerte! ¡Muerte! Tú no te los lleves, ni se te ocurra, por favor.
¿Qué? ¿Qué dices Cupido? Que mire bien. Estoy mirando y están cayendo, cayendo al vacío, por cierto ese gritito de McKengsly quedó de lujo, pero qué digo, no puedo reírme ¡Se van a morir!
Sí idiota estoy mirando, están cayendo y... ¡Oh! Ahora entiendo, sí ya decía yo que mi Haydee no era tan desquiciada. Imbéciles gracias por haberme ayudado, hicieron que me humillara, pero el que ríe de último ríe mejor.
—Morí, morí, después de todo morí y por tu culpa, pero... ¿Qué haces tú aquí? —McKengsly todo bobo se levanta sobre Haydee quien está morada, pues ella fue la que recibió el golpe y todo el aire salió de sus pulmones.
—McKengsly pesas. Casi me matas.
—¡¿Yo?! Quien me empujó al vacío sin avisar.
—Tonto —Haydee ya con aire rie a sus anchas—, te até la cuerda cuando estabas tan embelesado con mis labios —Se burla y sé que McKengsly sueña con tener su cuello entre sus manos para hacerlo trizas. —Y yo tengo un balcón. No caeríamos muy lejos, ves, ya estamos en mi departamento.
—¿En serio hiciste esto antes?
—No —explotó en carcajadas—, pero funcionó.
McKengsly sigue tan asustado que solo se lleva su mano libre a la cabeza para masajearla, tal vez quiere despertar de ese raro sueño. Haydee lo jala y de pronto están dentro del espacioso departamento.
—Aquí no hay nada —acota McKengsly observando el gran espacio vacío. Esos desgraciados sí que supieron llevarse todo.
—A simple vista no, pero aquí está mi boleto a mi maravillosa vida pasada.
Haydee camina a lo que antes servía de cocina y se arrodilla jalando a McKengsly para que se arrodille a su lado también. Tantea bien el suelo, con sus dedos, y levanta una pequeña tablilla de madera.
—Acá está mi salvación —muestra un pen drive negro en una bolsa.
—Entonces, larguémonos de aquí.
McKengsly comienza a caminar hacia la puerta, pero Haydee lo jala de nuevo al balcón.
—No volveré a ese balcón, además no podemos salir por ahí porque cerraste la puerta, y ni loco me guindo a esa cuerda.
—Kengsy es la única forma.
Y ahí está ella subiéndose a la cuerda, con un McKengsly que no dará su brazo a torcer, y Haydee parece el niñito de up cuando quiere subir a su casa flotante, es hilarante. McKengsly se cansa y jala con todas sus fuerzas, haciendo que Haydee caiga y la arrastra hacia la puerta principal.
—Hay policías McKengsly y no tenemos la llave. Nos meterán presos, nos tienen rodeados —grita durante su trayectoria, barriendo el piso con sus cabellos y cuerpo.
—Me vale, aunque los muela a golpes, prefiero eso a volver a arriesgar mi vida en esa idiota azotea.
McKengsly solo por si acaso gira el asa de la puerta y esta se abre, dándole la bienvenida a un solitario vacío.
—¡Ups! Yo creí que estaría vigilado.
La mirada de McKengsly es de otro mundo, solo continua su camino más rápido y presiona el botón del ascensor para salir de ahí. Haydee se logra poner de pie y es un verdadero desastre.
***
—Toda esta estupidez y pudimos subir por el ascensor, abrir la puerta y voilá —escupe furioso mientras caminamos del ascensor a la salida del edificio.
—Yo creí que habrían policías vigilando.
—No eres importante Haydee ¿Cuándo vas a entenderlo? No hay policías perdiendo el tiempo contigo, ni nadie vigilándote ¡Eres nadie!
—¡Desgraciado!
A solo unos tres metros de salir Haydee enrolló su pie en el de McKengsly haciéndole una llave y lanzándolo al suelo, lo que sigue no es apto para menores de doce años.
—Todo lo que hago y me sales con esto —Haydee como desquiciada está sobre McKengsly dándole manotazos dónde puede.
—Haydee basta —McKengsly se defiende, pero nunca enojen a una mujer drogada y borracha, esas sacan fuerzas dónde no las tienen.
Y ahí están dándose patadas y mordiscos por doquier.
—¡Quietos ahí!
¿Cómo no lo vi venir? El viejo está ahí con un radio en sus manos y su otra mano dónde recibió el golpe de Haydee minutos atrás.
Tanto Haydee como McKengsly dejan su pelea. Y Haydee sin dejar de ver al vigilante busca a tientas la piedra que hasta hace un momento no se fue de su mano derecha ¡Auch! Eso dolió.
—Bueno tú estás demente, ese pobre hombre tendrá una contusión —reclama McKengsly.
—Calla y ¡Corre!
En efecto el golpe no noqueó por completo al viejo. Haydee y McKengsly le pasan por un lado corriendo y continúan haciéndolo pese a que es incómodo con las manos atadas. Y comienza la lluvia, es que el clima no puede ser más inoportuno.
***
No sé cuánto corren pero fue bastante. La lluvia ha cesado y Haydee cansada se lanza en pleno piso de la plaza sin pedirle permiso a McKengsly.
McKengsly la sigue y entre jadeos los dos mirando al cielo comienzan a reír a sus anchas.
—Esto es lo más bizarro que he hecho en mi vida. —Aw, mi Kengsy se ve lindo así todo feliz.
—¡Cuantas estrellas! —señala Haydee.
—¿Qué viene ahora? ¿Me contarás alguna historia sobre estrellas y constelaciones, con algún origen en la mitología griega, para llevarme a la cama?
—No necesito historias para llevarte a la cama Kengsy, Kengsy. Tú me deseas, al menos sientes curiosidad, yo también tengo curiosidad —Estoy segura que a Haydee no le gustará recordar en unas horas todo lo que dijo, aunque con la lluvia el efecto de lo que sea que le metieron en las bebidas, debió haber pasado un poco. —Pero no satisfaremos esa curiosidad.
—¿Ah no? ¿Por qué? —pregunta bromeando.
—Porque es más interesante poner a volar la imaginación, a decepcionarte con la realidad, y otra cosa —se acomodó de lado para verlo a los ojos—, no quiero una razón para odiarte de verdad.
***
Sí, esta noche pudo terminar mejor, pero no me quejo. Haydee está rendida en una de las habitaciones de la mansión de McKengsly, y él está pasando lo que resta de noche sentado con una tasa de chocolate, acariciando a su enorme perro y con la mirada perdida. Está pensando, aunque no tengo idea de qué pase por esa cabeza.
***
Al despertarnos McKengsly no está y todas bobas nos levantamos, tomamos una ducha, nos colocamos nuestra ropa sucia y nos damos cuenta que llegamos sin zapatos.
Creo que los recuerdos vuelven a Haydee de a gota, porque se queda lela y de pronto se le eriza la piel, y tiembla como si tuviera escalofríos, además que se lleva las manos a la cara y exhala un "¡Qué vergüenza!"
Como nosotras somos nosotras salimos a la calle solo calzando un par de medias, y comenzamos a buscar un taxi. Unas cuadras más allá nos topamos con James Cooper saliendo de su casa. Con que ahí vive, tan cerca de McKengsly. Nos escondemos rápido detrás de un árbol hasta que nos pasa con su costoso audi.
***
Ya dentro de un taxi, cuyo taxista nos confundió con cualquier ramera, Haydee revisa su celular para encontrarse con más llamadas de Andrew, incluso justo ahora vuelve a entrar una llamada. Haydee se lo piensa varias veces, pero luego baja la ventanilla y arroja el celular. Se siente contenta aunque la muy burra no ha pensado que no tenemos dinero para comprarnos otro.
¿Titanium hoy? No, no se nos antoja. Así que Haydee llama por el teléfono fijo e Christina, a la oficina y avisa que está enferma. Margaret no nos cree, pero no nos importa. Hay demasiado en qué pensar el día de hoy.
"¿Cómo ayudo a Andrew sin perjudicar a McKengsly? Vamos Haydee tiene que haber una forma, ambos son tus amigos ¡McKengsly es mi amigo! ¿En serio?"
Digo que odio cuando las personas no me aprovechan, pero este tiempo de acicalamiento de Haydee puedo soportarlo, pasó de bañarse muy bien, a colocarse una mascarilla, y ahora anda con mascarilla en la cara, un tratamiento en su cabello y pintándose las uñas mientras come pepino ¿Quién come pepino de pasapalo? En fin.
Por fin algo interesante, el teléfono está sonando.
—Aló.
—Haydee ¿Pasó algo con tu celular?
—¡McKengsly! —El pepino mal mordido que teníamos en la boca cae de inmediato. —Entenderás las razones por las que no fui a trabajar. Y mi celular se cayó, murió.
—Entiendo. Cenemos esta noche, y así te llevaré un nuevo celular, lo necesitas.
—¿Me estás invitando a salir? —¡Oh por Dios! Mis sueños hechos realidad. Brinquen conmigo.
—Hay algo que debo hablar contigo. No creo que tengas nada más importante que hacer. A las siete en Field's ¿Te parece?
—Sí, ahí estaré. Nos vemos entonces.
—Nos vemos.
No sé ustedes, pero esa conversación fue extraña, como que McKengsly estaba tenso, su tono era diferente. Haydee por su parte colgó, pero tiene una sonrisa tonta en su rostro, como que alguien está emocionada por la cena con McKengsly.
"¿Qué me pongo?"
Saltamos del sofá y ese closet quedará hecho un desastre, necesitamos el vestido perfecto.
***
Siete en punto y hacemos nuestra muy elegante entrada. Tenemos un vestido dorado que resalta nuestra bronceada piel, con un gran escote en la espalda que detalla más lo lacio y largo de nuestro cabello. La falda tiene un corte en V que llega unos dedos por encima de nuestras rodillas y deja una de nuestras piernas muy al descubierto. Estamos hermosas para que negarlo, pudimos ser modelos.
Para nuestra suerte McKengsly ya ha llegado y ¡Oh, papi! Desnúdame aquí ya, poséeme. No es mi imaginación, McKengsly está mucho más elegante que de costumbre, se ve que se tomó su tiempo en seleccionar su ropa. Presiento que esta noche algo impactante pasará y la verdad ya siento a los parásitos de mi estómago peleándose entre ellos, porque eso de mariposas, solo es la forma tierna de decirlo.
—Kengsy, Kensgy estás como muñequito de torta.
—Y tú quieres causarle un infarto a alguien hoy.
¡Aw! Yo me muero, beso, beso, ya quiero beso, dejen los preámbulos y sobre esta mesa, ahora ¡ya!
Haydee sonriente se sienta.
—Ya sabes, en esta nueva etapa de mi vida de archivóloga, no tengo muchas salidas sociales, así que debo aprovechar cuando se presenta la oportunidad. Y... ¿Para qué es esta cena? —Eso, al grano, responde McKengsly y no nos salgas con alguna chorrada.
—Ordenemos primero.
¡Agh! Yo quiero acción. Ordenen su estúpida comida pues, pero coman poco porque en unas dos horas o menos habrá acción, yo que se los digo.
—¿Cuántos novios has tenido Haydee?
—¿Vinimos a hablar de mis novios?
—No... —Kengsy se ve nervioso, esto es algo nuevo. —Ayer dijiste que yo te deseaba, sentía curiosidad, y también que tú sentías lo mismo.
—¿Dije eso? —Con un trago a su copa de vino Haydee pasó su pena.
—Sí, lo dijiste.
—Hum, bueno en vista de los hechos, sí lo dije, sabes que soy idiota la mayor parte del tiempo. —¿Dónde están los menús para esconder nuestros rostros, cuando se necesitan?
—No has ayudado a Andrew, pudiste irte con él y no lo hiciste —¿Cómo sabe eso? —Me has ayudado, y pese al desagrado inicial siempre en cierta forma la pasamos bien.
Creo que Haydee, al igual que yo, no cree lo que estamos escuchando.
—Dices que siento curiosidad, y la verdad es que desde hace...
—¡Ian!
Pero ¡Qué demonios! ¿Dónde está el desgraciado que interrumpió este momento?
—No fastidies —bufa McKengsly muy molesto levantándose con la intención de llevarse a su hermano lejos, porque ese es el hermano menor de McKengsly.
—¡Haydee! —El efusivo hermano de McKengsly lo rodea para abrazar a Haydee muy cariñosamente. —¿Ya por fin se te declaró?
—¿Qué? —Sí ¡¿Qué?!
—Vamos, largo de aquí, mira cómo estás, vámonos. —McKengsly comienza a jalarlo, pero el niño tiene fuerza.
—Ian deja el malhumor, siempre has sido tan aburrido, desde que murió papá eres peor. En más solo quiero saludar a mi cuñada. Mira Haydee este hombre ha estado loco por ti desde uff, ya ni recuerdo. Siempre era Haydee esto, y Haydee aquello, aunque claro nunca me lo decía a mí, solo a Robert.
—¡Cállate!
A McKengsly parece que le va a dar algo y Haydee que es de procesador lento todavía creo que va por la parte en la que dijero "este hombre ha estado loco por ti".
—Hasta quiso cambiarse de universidad al enterarse que decidiste Harvard en vez de Princeton, pero papá no lo dejó.
—¡Te dije que basta! —Lo jaló más, incluso tapó su boca con su mano. —Lo siento tengo que llevármelo, no está bien.
Haydee atinó a asentir y ahí nos quedamos solas. El hermanito de McKengsly como que estaba borracho, pero eso no es lo que importa ¡Siempre le hemos gustado a Ian!
***
"Estás soñando Haydee, eso es, estás soñando, eso no puede ser verdad, sería demasiado raro, una cosa es deseo, otra amor, aunque eso suena más a obsesión, pero... ¿Qué dices? Nada de lo que él dijo es cierto ¿O sí? ¡Agh! Necesito a Mónica"
Comienza a buscar en su cartera, pero ¡Hey, Haydee! No tienes celular, lo botaste ¿Recuerdas?
Haydee está tan lela, creo que pasa de la alegría al susto, que hemos caminado unas buenas cuadras sin rumbo alguno.
¡Guacala! Este lugar huele a orine, y Haydee con ese vestidito yo no caminaría tanto, sola por ahí. Y ahí está te tropezaste con un borracho.
—¡Eric!
—¡Haydee!
Ambos riendo, como si esperaran encontrarse, se abrazan muy fuerte ¿Más o menos qué les pasa?
—Necesito contarte algo, es urgente.
—Yo también necesitaba verte. Vamos a mi departamento, ven.
***
Haydee, Eric es uno de mis caninos favoritos, pero estar esta noche en su departamento no parece ser muy inteligente, mejor toma tu cartera, llama un taxi y vámonos a nuestro cuchitrill, a esperar que Ian nos llame ¿No te parece una mejor idea?
—Entonces McKengsly ha estado enamorado de ti todo este tiempo ¡Wow! —Eric choca la botella de su cerveza con la de Haydee.
Ambos están sobre el cómodo mueble de Eric, ambos descalzos, sentados en posición de indios, unos frente al otro, y demasiado cerca.
—No creo que sea así, no puede ser así, nos odiamos, somos enemigos, le he hecho mil ratadas.
—Tal vez es masoquista. Haydee eres mi diosa, tener loco a McKengsly.
—La verdad no creo, debe ser un juego, hay algo raro, no puede ser...
—¿Y si fuera verdad? ¿Qué harás si mañana McKengsly te acorrala en una esquina y te dice que en efecto ha estado enamorado de ti? ¿Qué sientes tú Haydee?
—Yo... yo no... yo... yo no, claro que no, lo odio ¿No?
—Estás en problemas niñita.
—¡Ay! Lo sé. Tal vez solo siento simpatía por él, después que pasas tiempo con él, llega a ser divertido, y no puedes negar que es lindo, pero ¡Agh! No, no y no, a mí no me puede gustar McKengsly.
—Puede gustarte ¿Quién dice que no? Lo que no puedes es enamorarte.
—Tal vez y solo es que llevo tanto tiempo sin sexo que mi cuerpo está confundido. ¿Qué ibas a contarme tú? También parecías nervioso.
—Ah, es que...
El celular de Eric comenzó a fastidiar ¿Quién es? ¡Paris! Maldita bruja, no puede ser que Eric todavía se revuelque con ella.
—La Barbie bruja está fastidiando de nuevo —dijo con cansancio.
—¿Tú cansado de sexo y con Paris? ¿Qué te hicieron amigo?
—Llega un momento en el que ser un juguete sexual se torna cansado. —¿Nuestro Eric tiene sentimientos? Se ve afligido, nunca creí que esto llegara a pasar.
—¿Quieres hacer una travesura? —propone Haydee, estoy segura que lo hace para alegrar a Eric. —¿Seguro que no quieres volver a revolcarte con la Barbie bruja?
—Seguro.
—Ok. —Haydee toma el celular y contesta. —¡Ah! ¡Ah! ¿Quién habla? —Está gimiendo y Eric se cubre la boca para no reír. —¡Ah! ¡Eric más adentro, Eric!
—Como quieras muñeca —dice siguiendo el juego—, pero deja ese teléfono Haydee.
—Alguien te llama —responde en gemidos.
—Y qué importa.
¡Pam! La llamada se cortó. Y los tres nos derretimos en carcajadas.
—¡Haydee! —La llama mientras observa como está secándose las lágrimas de tanto reír. —¿Quisieras intentarlo? Si es la falta de sexo lo que te tiene así, podrás comprobar si de verdad te gusta McKengsly o no, y tú siempre has sido mi favorita, así que si contigo me siento igual de vacío, entonces probaré una teoría que tengo.
¡No! ¡No! ¡No! Eric siempre fuiste mi favorito, así todo perro, te quise, pero ahora no, debemos esperar a McKengsly, él siente algo por nosotras, y nosotras por él, no solo es la falta de sexo, no solo es eso. Decide correctamente Haydee.
—Tú hasta ahora has sido el único que me ha entendido. Y no nos despedimos bien, así que... hagámoslo.
¡No!!!!!!!!!! Es la primera vez que me opongo al sexo. No, no se acerquen, no se besen, no, no se toque ¡No!!!!!!
_______________
No me maten jajajaja.
Por fin subi capítulo, dije que sería el viernes, pero ando medio enferma y luego la computadora está en sus últimos días y sin ella no sé que haré :(, pero por ahora resucitó y mi espalda está un poco mejor, así que les dejé este capítulo largo.
El próximo capítulo se llamará "Despecho" y ya se imaginan lo que viene. No me abandonen, please, besotes!!!!!!!
Quiero saber sus impresiones del capítulo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top