Capítulo 21.- Conciencia
"Shakespeare debió pensar en ella cuando creó su célebre frase, ser o no ser, esa es la incógnita que siempre intenta resolver. Ella es la madre regañona, la que apuñala el cerebro para ser escuchada, ella es la más molestosa y la más ignorada. Todos nacen con ella y todos aprenden a olvidarla. Ella es eterna y la única evidencia del sentido de lo bueno del ser humano, ella es... la conciencia".
McKengsly parece estar muy divertido. Pasamos de su auto, al avión y ahora estamos ahí en pleno vuelo viéndolo jugar con su laptop. Hay un brillo especial en su mirada, tal vez sea ¿Maldad?
Honestamente no estoy muy interesada en su plan, yo solo ando con dos corazones en mis ojos pensando en el beso. Miro de refilón a Cupido para ver si se ha decidido a dejar de ser un vago y clavó una flecha en McKengsly, pero Cupido está... ¡Roncando! Esto es inaudito ¡Despierta!
Oh mísero bueno para nada ¡Despierta!
Sí Amargura yo sé que aunque despierte no me ayudará ¿Puedes dejar de repetir lo obvio? Sí, también sé que soy insoportable.
Esta gente de acá, no me tolera, pero viven pegados a mí, como mosquitos a lámpara fluorescente.
Volviendo al presente ¿Acaso ninguno piensa tocar el tema? ¡Hubo un beso! Y sí, no soy una mojigata, hemos tenido miles de besos, pero este fue un beso de McKengsly ¿Podemos dejarlo pasar así por así?
—¿Piensas en algún momento contarme tu increíble plan?
Así es Haydee tomemos la iniciativa. Te cerramos la laptop ¿Ahora qué harás, McKengsly? ¿Ah? Respóndenos, respóndenos.
—¿Tu cabeza aún no puede trazarse una idea?
Odiamos cuando nos mira con esa superioridad, esa sonrisa arrogante y ese balanceo tonto de su cabeza.
—McKengsly estoy cansada. Por primera vez en tu vida no hables en clave. Por cierto... No sé qué clase de poder crees que tienes sobre mí, pero no puedes besarme cuando se te dé la gana.
¿Por qué te ríes? Haydee está con igual cara de poker que yo.
—Eso te tiene loca ¿Cierto? Oh Haydee, Haydee, pobre niña, aunque sea disimula un poco tu excesivo deseo por mí.
—Yo no te besé.
—Pero quedaste toda deslumbrada y desorientada ¿Crees que no me di cuenta?
Conozco a mi Haydee, sé que se muere por dejar marcado sus cinco dedos en la mejilla de Ian, pero porque la conozco sé lo que ese cambio en su mirada trae. Y así es Haydee, nosotras nunca nos dejamos intimidar.
—Me descubriste, jefe —Amo cuando usamos la voz sensual. —Kengsy, Kengsy hace tanto que te deseo, por eso todo mi "odio" por ti. Acabemos ya con esto y hagámoslo.
Quitamos la mesita con la laptop de sus piernas y ¡Sí! ¡Sí! Me encanta esta posición. Estamos con nuestras rodillas rodeando la cintura de McKengsly, sobre el espacioso asiento de su avión privado. Quiero acción, hoy debe haber acción.
—¿Quién dijo que yo quiero?
—¿Eres gay o algo así? Un hombre nunca rechazaría la propuesta de sexo sin compromiso de una linda chica.
—¿Quién dice que eres linda?
—Fuskaj, Robert, Andrew. Soy linda, deja de negarlo, yo admití que te deseo, sé un poco honesto contigo mismo. Anda Kengsy, Kengsy, si lo niegas es verdad.
Ambos se miran fijamente, Haydee con fingida lasciva y McKengsly con un brillo perverso.
—Puedes ser linda, pero hay muchas razones para rechazar sexo sin compromiso con una linda mujer.
—No, no lo hay.
—Quien dice que no estoy enamorado, y no quiero dañar eso por pasar una noche de mal sexo contigo.
—¡Enamorado!
¡Qué! Ahora entiendo las razones por las cuales Cupido no movió un maldito dedo. McKengsly está flechado desde hace tiempo ¡NO! ¿Quién es la desgraciada? Hiperventilo, hiperventilo.
—No me digas que es Paris. —¡No!!!!!!! —McKengsly por favor, no puede ser Paris, no seas idiota.
No creo que esté permitido que una secretaria maltrate así a su jefe, pero a quién queremos engañar, nosotras somos una cosa rara. Haydee batuquéalo un poco más. La cabeza de McKengsly está balanceándose de un lado a otro.
—¡Basta! —Sentimos su fuerte agarre, no nos queda otra que mantenernos quietas. —¡Bájate de una buena vez!
Como perritos regañados nos bajamos de la silla. ¡Agh! ¡Malditos tacones! Tenían que enredarse en la alfombra. Haydee ni se perturba con lentitud se levanta del suelo, creo que la pobre ya está acostumbrada a que de un tiempo para acá vive en el suelo.
—¿No negarás que es Paris?
—No tengo que darle explicaciones a mi asistente.
—McKengsly pero...
Ian con claro fastidio nos deja con la palabra en la boca, nos mira con rabia una última vez mientras cierra la pequeña puerta del baño ¡Maldita Paris! ¿Qué tiene el espagueti desabrido ese? Parece una lombriz albina, definitivamente los hombres aman a las mujeres con letreros de zorra.
***
O a McKengsly le cayeron mal los camarones o estaba dándose una larga aliviada observando la foto de Paris en su celular.
Haydee ya está con los ojos cerrados y una manta sobre ella, finge dormir y abre un poco su ojo izquierdo para ver a Ian acomodarse para dormir.
Ian corre el asiento hacia atrás convirtiéndolo en una cama. Toma el antifaz para poder dormir tranquilo, y se acurruca más a la caliente manta. Como está ciego por el antifaz Haydee se da la libertad de abrir bien los ojos, se sienta y lo observa por unos minutos.
—¿En serio es París?
—¡Oh Por Dios, Haydee! —exclama Ian. Sin quitarse el antifaz se da la vuelta dándole la espalda a Haydee. —Solo quiero dormir, necesito descansar.
—Pero es que Paris no se lo merece.
—¿Ahora soy un trofeo?
—Ni el más miserable de los hombres se merece ese karma.
—Te digo que necesito descansar.
—McKengsly no sigas alimentando esa obsesión, ella es una víbora, podrá ser linda, pero...
—Haydee ¡Cállate!
Quitándose el antifaz se revira a vernos y ambas nos quedamos heladas al verlo. No es normal que esté tan blanco.
—¿McKengsly, te siente mal?
—¡No! —Eso es sarcasmo ¿Cierto?
—¡Dios! ¿Te estás muriendo? McKengsly, McKengsly no vayas a la luz.
—¡Haydee! La mayoría del tiempo me cuesta creer que te hayas graduado con honores.
—McKengsly tus medicinas, la inyección. —Está como gallina clueca trastabillando de un lado a otro.
—Ya me inyecté, solo debo esperar. Es una baja de azúcar, nada más. Me descuidé en casa de Fuskaj. Ahora duerme, que debo dormir.
—¿En serio estás bien?
—¿Ahora te preocupas por mí?
—Es que... si te mueres en ningún lado hay constancia que me debes dinero.
—De verdad te odio.
Haydee ríe, aunque se queda recostada en su asiento mirando desde su posición a McKengsly. Él está de nuevo con su antifaz y luego de un rato su respiración se hace más relajada.
A McKengsly no puede pasarle nada ¿Cierto? Muerte ni se te ocurra poner tus manos en él, te lo advierto ¿Por qué esa risa? ¡No te rías! ¡Ay! Me da el tileque leque.
¿Qué haces Haydee? Haydee como que se lo piensa dos veces, pero finalmente estamos saliendo de nuestro caliente asiento, nos arrodillamos al lado de McKengsly y ella toca su frente y lo inspecciona un poco. Notamos que no está frío y sigue respirando.
"No se te ocurra morir McKengsly o nunca te lo perdonaré".
Susurra.
No se te ocurra tocarlo muerte, porque te las verás conmigo. Soy capaz de... de... ¡Agh! ¿Por qué soy tan inútil?
***
El viaje de la India a Chicago es largo. Primero haremos escala en Francia. Haydee pasó toda la noche buscando algo en su celular, yo me fui un ratito a ver cómo están las cosas en otros hemisferios.
Haydee no me asuste ¿Por qué tienes esa cara?
—McKengsly —Llama.
¿Por qué muerte no está por aquí? ¿Por qué no hay nadie por aquí? ¿Por qué McKengsly no se mueve?
—McKengsly —Haydee está a centímetros de su rostro y con sus dedos comienza a puyarlo en el hombro.
Esto no me está gustando ¿Por qué mis hijos no me avisaron?
—¡McKengsly!
Deja la delicadeza niña, batuquéalo, respiración boca a boca ¡RCP! No ves que ya está morado.
—¡McKengsly! ¡McKengsly! ¡McKengsly!
Los gritos de Haydee son de terror y ahí está sobre McKengsly, sujetando su camisa y separando su espalda del sillón para volver a recostar con movimientos bruscos.
—¡Qué! ¡Qué!
¡Está vivo!
—¡Haydee! Por Dios Haydee, que susto.
McKengsly se agarra el corazón y vuelve a acostarse. Haydee sigue con sus rodillas rodeando su cintura, está agitada, estamos agitadas.
Estos malditos me hicieron creer que perdí a McKengsly ¡Los mataré! Desgraciados, maldecirán el día en que fueron creados, ya verán.
—¿Por qué no despertabas?
—¿Ah? La inyección es fuerte, ya lo sabes. Estaba durmiendo. Pudiste haberme matado del susto.
—No vuelvas a hacer eso, no vuelvas a hacerlo. —Haydee casi no puede hablar, está muy alterada, no deja de mirar a Ian, y él solo está recostado mirando a un lado, como intentando despertarse bien. —No vuelvas a asustarme así.
Oye Haydee, no creo que sea buena idea abrazarlo justo ahorita. McKengsly creo que se terminó de despertar con el abrazo de oso de Haydee, está lelo procesando todo.
—¿Estás llorando?
—Es que... yo no soportaría ver a alguien morir.
Sí, está llorando. Bueno... creo que Haydee está demasiado alterada.
—¿Por qué me estabas despertando?
—Debes desayunar —Limpiando sus lágrimas se aleja un poco. —Estuve investigando todo sobre la dieta que deben tener los diabéticos, sus medicinas, los cuidados extras, los últimos avances en tecnología farmacéutica. Esto no volverá a pasar, de ahora en adelante cuidaré tu dieta, ya basta de mal comer, de arriesgar tu vida.
—¿Tú vas a cuidarme? —Sí, eso ni yo me lo creo ¿Alguien le lavó el cerebro a i Haydee?
—Mira McKengsly no te hagas una novela. A Andrew le escogía hasta los calzoncillos. Como tu asistente procuraré tu bienestar.
—No eres mi asistente, eres la asistente de mi asistente.
—Como ella no hace bien su trabajo, entonces yo lo haré por ella.
—¿Qué ganas con esto?
—Mucho. Siempre y cuando estés vivo, yo tendré un empleo. McKengsly cadáver, Haydee en la calle ¿No te parece lógica mi lógica?
—Nada que provenga de ti es lógico. No confío en ti, podrías envenenarme. Si de verdad harás esto, exijo que pruebes frente a mí todo lo que me des antes de que yo lo consuma.
—¿De verdad crees que te envenenaré?
—Hayde de ti creo todo.
Así es como algo que empezó desconcertantemente lindo de parte de Haydee está transformándose en una pelea campal.
***
—¿Cuál es tu maldita estrategia para acabar con Andrew y Fuskaj?
Seguimos en pleno vuelo y yo ya me estaba durmiendo. Lastimosamente las personas me desperdician mucho en trasladarse de un lugar a otro, no sé por qué pese a tantos avances tecnológicos nadie ha puesto a funcionar la teletransportación, así todo tipo Goku.
—Si hubieras pasado la noche leyendo las noticias de economía en vez de estar intentando aprender de diabetes, ya lo sabrías.
—Discúlpame, no sé qué clase de bicho entró a mi cabeza para preocuparme por ti. No volverá a pasar.
—Creo que a ese bicho le llaman "amor" —Se burla. Les digo que este es el McKengsly que odio y amo al mismo tiempo.
—No, cariño, se llama lujuria. Yo solo te deseo, siento curiosidad. Pero la curiosidad mató al gato, así que mejor me quedo pensando que tal vez seas un dios en la cama, así no me decepcionaré cuando no sienta nada.
—¿Pensarás en ello?
—¡Oh, sí McKengsly! No saldrás de mis sueños húmedos ¿Te incomoda?
—Si lo admites es mentira, si lo niegas es verdad, ese siempre ha sido tu lema.
Haydee creo que recordó lo mismo que yo ¡Aw! Aquellos tiempos. Cuando éramos porristas, jóvenes y perfectas.
—¿Cómo puedes recordarlo? Lo tenía escrito por todo My Space, en mi casillero. Paris en mi cumpleaños me regaló esa camisa rosa con mi lema bordado en él. Aún tengo esa camisa.
—Eras tan estúpidamente popular que fue el tema de mi graduación, pese a que tú no te graduabas ese año.
Como olvidarlo. Lo único que no amaba de esos tiempos era el idiota novio que teníamos, aún se me erizan los vellos del asco.
Pero esta desgraciada. Sí, estoy consciente que nunca he tenido un beso, no he encontrado la forma de materializarme, pero cuando lo logre no habrá quien me detenga. En más no me hables, que la bromita de la mañana con McKengsly no te lo perdonaré.
—¡Sí! Ese año París y Andrew fueron los reyes, y yo fui parte de la corte.
—¡Sí! ¡Yeah!
Ja, ja, ja. No puedo con esa expresión femenina de McKengsly. Haydee lo ve con fastidio, pero sé que se está mordiendo los labios para no reírse.
—Nunca fuiste rey del baile McKengsly.
—Y mi vida se traumó por eso. No sabes cuánto lloré abrazado a mi almohada. Era mi mayor sueño tener la corona de plástico en mi cabeza.
—¡Plástico! No era una corona de plástico, tampoco de Oro, pero tiene unos hermosos cristales sharowski. Yo aún tengo la mía. Y mi banda.
—Vuelvo a repetir ¿Cómo es que te graduaste con honores? ¿Cómo entraste a Harvard?
—Di el discurso de graduación en Harvard —presumió.
—¿Cuándo te hiciste tan amiga de Andrew? Eras la lame botas de Paris pero no de Andrew.
—Cuando comencé a trabajar con él. McKengsly ¿En serio todavía te gusta París?
—No tengo que responder eso.
—Eres tan irritante.
—Tú no te quedas atrás.
Haydee se masajea el ceño, creo que desde hace mucho quedó claro que con McKengsly no ganaremos una pelea verbal. Aunque podría hacer mejores cosas con esa lengua venenosa en nosotras ¡Yumi!
Sí, Melancolía, siempre ando calenturienta, y ustedes también, caras de moscas muertas.
Volviendo al hilo de esta ridiculez... ¿Por qué siempre pasa algo cuando me volteo? La cara de Haydee es indescifrable, no sé si está molesta, solo sorprendida, afligida o decepcionada.
—No se supone que tú no eres así.
—Aprendí de la mejor.
¡Déjenme leer!
"Corporación Maxwell envuelta en una gran red de prostitución clandestina" ¡Por mi jefe! Es un gran artículo del New York Times.
—En cuanto la bolsa abra en unas horas escucharemos el dulce sonido de las acciones Maxwell cayendo.
Yo creo que al igual que Haydee algo de lealtad por Andrew nos queda, pues no me siento bien, ella no se siente bien ¡NO, NOS SENTIMOS BIEN!
—No tienes ninguna prueba. Sabes que este artículo es mentira. El dueño de toda esa mafia es Fuskaj, pero como no lo puedes tocar te fuiste con Andrew. No sé dónde queda todo tu discurso del juego limpio.
—¿Molesta Haydee? No te lo dije antes porque sabía que algo harías para advertirle al amor de tu vida.
—¡Decídete! Amo a Eric, o amo a Andrew —bufamos molestas—. Acá no importa a quien ame. No puedo sentirme feliz, simple y llanamente porque yo levanté esa compañía, era todo lo que tenía, mi bebé, y aunque me votaron será espantoso verla en la nada. Y tú McKengsly ¿Qué harás luego que no tengas competencia?
—Descansar, merezco unas vacaciones indefinidas.
—McKengsly no puedes meterte con esa gente. Son mafiosos, te aniquilarán. —Yo no había pensado en eso.
—¿Ahora te preocupas por mí? Yo no dije nada de Fuskaj, yo no dije nada de Andrew, todo fue a través de un intermediario. Andrew será el que emprenda su guerra contra Fuskaj.
Haydee palidece y yo también. Ese McKengsly es una ratita. Pero... pero... ¡Muerte, no te lleves a Andrew!
—Cuando estuvimos en esa casa aproveché para investigar. La noche que estuviste con Robert me di mi paseo por el palacio, la tonta de Paris me sirvió para pasar por desapercibido. Tengo las pruebas de las redes de Fuskaj, y las pruebas de la inocencia de Andrew ¿Cuánto estará él dispuesto a dar por ellas? Ah y por cierto, gracias a mi enemistad con Fuskaj gané la cuenta de Exupéry. Te dije los enemigos son mejores que los amigos. Ahora cierra la boca que ya estas babeando, y ponte el cinturón de seguridad, estamos aterrizando.
Deberíamos estar brincando de una pata, después de todo Andrew es un imbécil ¿No? El mayor de los idiotas por habernos despedido por una zorra. Un pelele que está dominado por la rubia Barbie esa. Pero... Andrew fue nuestro amigo, nos dio la mano cuando estábamos destrozadas y nos hizo su mano derecha. Andrew nos confió todo ¡Quiero llorar!
El mugre de Destino no solo está jugando con la vida de mi Haydee, sino con la vida de todos los que la rodean. Bueno... pero al fin y al cabo así es la vida, todos creen vivir en soledad, pero la vida se suspende en tantos enredados hilos, una maraña, no una trama. Lo extraño es que todo esto favorece a McKengsly, de pronto es como que todo le sale bien al muérgano ese, pero... tampoco me cae mal que McKensgly gane, se lo merece ¡Agh! Por eso les decía al principio que me gustaba mantener mi margen, si conoces bien a alguien sabrás que tiene algo bueno, todos siempre tienen algo bueno, una historia atrás y la perspectiva de un mejor futuro.
¡Ya aterrizamos!
Haydee se levanta como un resorte y ahí está tomando su maleta. Bajamos del avión, no sé por qué tanto apuro, pero quiere salir de ahí ya.
—¡Hey! —McKengsly nos sujeta el brazo. —¿A dónde crees que vas?
—A casa, a dónde más. Necesito descansar, darme un baño y...
—Vendrás conmigo.
—¡Qué!
—No soy tan idiota. Irás corriendo a ver la forma de ayudar a Andrew. Lo sé. Vendrás conmigo y no está en discusión.
¡Ja! Ahora, somos sus prisioneras. Ahora sí quiere tenernos a su lado. Lo habría hecho cuando estábamos de ánimos. Aunque ser prisioneras de McKengsly ha sido uno de mis sueños húmedos ¡Aw!
Con desgano Haydee camina aún jalada por McKengsly ¡Haydee! ¡Haydee! Mira a esa gente, vienen hacia ti ¡No! ¡No!
¡Destino, te mataré!
—¡Hey!
Haydee suprimió su queja al ver a esos hombres que sujetan su otro brazo.
—¿Ocurre algo señores? —pregunta McKengsly sin dejar de soltarla.
—La señorita debe acompañarnos. Está acusada de robo, esperando un juicio y decidió dejar la ciudad. Quebrantó las leyes de libertad condicional.
—¡Qué! Pero... ya volví, nadie habló de que no pudiera salir.
—No me dirá señorita que no sabía que en período de juicio no podía salir de los límites de la ciudad, acompáñenos, no nos obligue a usar la fuerza.
El tipo uniformado nos jala y... ¡McKengsly nos suelta!
—McKengsly ayúdame. Diles que fue por trabajo. No soy tan tonta para darme a la fuga y volver.
—Arreglaremos esto en la comandancia. Tiene derecho a guardar silencio, a un abogado...
¡Nos están esposando!
—¿Qué le pasa? No soy una criminal —Haydee perdió los estribos y ahí está retorcinedose.
—Señorita no hagas las cosas difíciles.
—Tantos criminales sueltos por ahí haciendo de las suyas, pero usted escatima todos sus esfuerzos en mí. Vergüenza debería darle, bueno para nada. Esto no se quedará así, prepárese para ser cheriff en algún condado olvidado de Texas.
—Usted prepárese para pasar unos largos años en prisión, ah, y se levantó otro cargo a su historial, irrespeto a la autoridad.
Los policías siempre me han caído gordos y este no es la excepción. Muerte, acábalo. Muergana condenada, no sirves para nada, crees que ese Goliat maltrata mujeres merece vivir.
No importa que aquí nadie me ayude, ya veré yo como me vengo de ese idiota que ni tan lindo es.
—McKengsly no me dejes ¡McKengsly ayúdame!
—Si es cierto que viene con usted, tendrá cargos a su favor por complicidad.
—No viene conmigo. Subió a mi avión de polizonte, incluso justo iba a poner la denuncia. Sabe que en el aire ni modo que la lanzara por una ventana.
¡No lo puedo creer! Nos dio la espalda ¡Nos abandonó! Me arrepiento de todos mis buenos pensamientos para McKengsly, lo odiamos, muerte al imbécil, solitario diabético, guaperrimo, sensual, dios griego ¡Aw! ¡Ya va! Me estoy desviando ¡Muerte a McKengsly!
***
. Hogar dulce hogar ¡No! Esta mugrienta celda no puede ser nuestro hogar ¿Y ese inodoro al lado de la cama? ¿En serio piensan que orinaremos ahí? Es decir, no hay puerta y... ¡Ah! ¡Una rata queriendo salir del hueco!
—Una llamada, una llamada —grita Haydee histérica agarrada a los barrotes de la celda—. Tengo derecho a una llamada.
—En eso tiene razón.
Ruedo mis ojos ¿Es que acaso no hay otro policía bobo en Chicago? El mismo imbécil nos ve con suficiencia, quiero tomar su mano y que él mismo golpee su estúpida barbilla al estilo Ben Afleck.
—Las peores siempre son lindas.
¿Acaso nos está buceando? No, no y no. Estos abusos de autoridad no pueden permanecer así.
Sí, Justicia ¡Lo sé! Los abusos de autoridad son la orden desde los inicios de la humanidad, pero ¿Pueden dejarme hablar sin refutarme? Vivan su vida, dejen a mi Haydee en paz. Tú Destino, no te cruces en mi camino, llegas a pasar a mi lado y no la cuentas, no me importará el regaño del jefe, quien le manda a hacerte tan irritable.
—Mire policía de quinta, no crea que va a recrear conmigo alguna escena de película porno barata. Cuando salga de aquí usted recreará una escena porno gay, eso júrelo. Ahora, quiero mi llamada.
No sé qué tan sensato sea desaprovechar que le levantamos el fideo al policía malo. Podría ser algo a nuestro favor, pero creo que Haydee está harta de fingir ser zorra. También está que este policía no nos provoca nada, de nada.
***
Sabía que esto algún día pasaría. Haydee lo sabía, pero ahora estamos con el teléfono en nuestras manos pensándolo dos veces antes de llamarlo. Haydee suspira y marca, no nos queda de otra.
—Christopher, se supone que eres mi abogado, estoy presa por haberme ido en viaje de negocios. No sabía que no pudiera salir de la ciudad. Ven a buscarme, por favor.
—Haydee tiempo sin saber de ti ¡Presa! Ahorita de verdad estoy ocupado. Un asunto muy importante con respecto a un cliente. Pasaré cuando pueda.
—¡Christopher! No me dejes aquí.
—Iré Haydee, iré, pero no ahora, espérame.
¡Nos colgó! El policía tonto está a nuestro lado sonriendo y Haydee no está de ánimos para disimular su rostro.
Volvemos a nuestra celda, nos sentamos en la mugrienta cama a observar una de las tantas basuras en el suelo y de pronto...
Eso es un ataque de Histeria. Oye Serenidad, ve y detente a Histeria, ese es tu trabajo, mantener el equilibrio ¡Serenidad! ¡Serenidad! ¿Cómo que salió a pasear con Temor? No sé si sepan que están prohibidas las relaciones sentimentales en el trabajo.
Sí, yo rompo todas las leyes laborales, pero no ando de manitas sudadas por ahí. ¿Qué dijiste Vanidad? Yo podría levantarme al mismo idiota de Destino si me lo propusiera.
Esta gente sí que sabe ponerme de mal humor. Creo que haré una rabieta igual a la que Haydee está haciendo desordenado la mugrienta cama, despedazando la flaca almohada, incluso bajó la cadena del inodoro, la rata da vueltas y vueltas ¡Se fue! ¡No! ¡Volvió!!!
Gritando despavoridas nos montamos en la cama. Esto no nos puede estar pasando a nosotras.
Haydee esconde su cara en el colchón, creo que ya no nos da tanto asco, y en esa posición medio pervertida, porque andamos pompas arriba con la cabeza hundida en la cama, pasamos un largo rato. El cabello despeinado nos cubre la cara. Creo que Haydee ya perdió la cordura.
¡No puede ser! ¡Vino! ¡Él vino!
—¡Haydee!
Alza la cabeza, míralo ¡Míralo! Sí yo sabía que te quedarías boca abierta.
—¡Andrew! ¿Qué haces aquí?
Es extraño porque Andrew viste muy informal. Un Jean algo viejo, un suéter ancho con capucha y unos converses. Se ve tan joven y comestible.
—Salí justo detrás de McKengsly. Dejé a París, siempre tuviste razón, es una zorra. Me enteré de tu detención, estaba en el aeropuerto cuando me enteré de todo, no te gustará saber que estas en las redes sociales.
—¡Agh! Como si mi vida no pudiera ser más miserable.
—Te sacaré. No quieren darte fianza por haber roto la libertad condicional, pero con dinero todo se puede, solo que tendrás que usar un rastreador en tu tobillo.
—¡Qué!
—Solo hasta el juicio, que también puede adelantarse con dinero.
—¿Harás todo eso por...?
—Somos amigos, pese a todo fuimos amigos y no creo que eso se haya acabado así de pronto. Sé que tú no ayudaste a McKengsly a hacer lo que hizo al acusarme en... ya sabes de qué me acusó. Estoy seguro que no lo ayudaste, no me harías eso. Ahora... ayúdame Haydee, solo tú puedes hacerlo y a cambio tendrás Maxwell de nuevo en tus manos ¿Qué dices? Aunque digas que no, yo igual te sacaré de aquí, eso no está en discusión, pero sé que por nuestra amistad no dirás que no ¿Cierto?
Claro que no papi. Nosotras siempre hemos estado de tu bando. Vamos Haydee salta de alegría, volveremos a Maxwell ¿Por qué no está celebrando? Vi ese toque de alegría en sus ojos por un momento, pero ahora lo está pensando ¿No lo ayudarás?
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Dije que actualizaría ayer, pero mi sobrino es una piedra de tropiezo jajaja. Luego me quedé sin internet, después sin luz, y ya luego vino la inauguración de las olimpiadas, osea, ayer Destin no quería que subiera jajaja.
Espero que les haya gustado ¿Creen que Haydee ayudará a Andrew? ¿Qué harían ustedes?
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