Capítulo 2.- La Soledad

"La soledad está ganando terreno, pero en sus ojos se ve su envidia a la amistad"

—¿Qué haces aquí? —Estamos que lo matamos con la mirada ¿Cómo se atreve a meterse en nuestro territorio?

—No acostumbro a darle explicaciones a secretarias. —Mira a Haydee de arriba abajo, para luego reírse de lado y mirar algún punto en la puerta. Estoy molesta por la forma prepotente de vernos, pero aquí entre no, este tipo está para comérselo.

—¡Ahg! ¡Púdrete! —Sabe que McKengsly es desagradable siempre, así que le da la espalda, mientras comienza a textear en su celular.

—¿Cómo una secretaria puede hablarle así al dueño de...

—Me sé cuántos millones hay en tu cuenta de memoria —Interrumpe—. Sé que perdiste hoy una buena cantidad, que tienes la loca idea de comprar alguna acción de éste edificio, y qué de seguro no estás aquí en visita a ningún amigo, pues de esos no hay en tu vida, y sé que para mí fortuna no dependo de ti.

—La vida da muchas vueltas Señorita Ramírez, muchas vueltas.

Sentimos que nos lanzó un conjuro o algo así, por suerte la puerta se abre y él se baja con una gran sonrisa en su rostro.

¿Qué demonios hacía ahí? Haydee no demoró en enviarle un mensaje a Andrew. Yo podía fijar mi atención en él y descubrir que tramaba, pero había decidido hace mucho dejarle a Ian mi parte automática, si llegas a saber la historia de cada quien, te das cuenta que todos sin excepción tienen algo bueno, yo quería saber lo que es odiar, así que decidí no saber nada de Ian, solo sé lo que Haydee y Andrew ven, así junto con mi equipo odio a Ian, aunque es difícil. Primero porque a mí no me ha hecho nada, pero nadie puede herirme, con excepción de aquel demente que habló de un lugar en el que me detenía. Ojala y existiera un lugar así, uno donde descansar, pero la realidad es que siempre estoy trabajando, no hay poder sobrenatural que me detenga, pero de nuevo comienzo a divagar.

Ian es tan apuesto, de ojos azules oscuros como el mar, cabello castaño oscuro, cuerpo magistral y sonrisa tan seductora, que no entiendo cómo es que vive tan solo.

***

Andrew toma el traje que Haydee ha dejado para él encima de su cama, es increíble verlo cambiarse de ropa, o bañarse, lo digo... soy realmente afortunada. Toma el frasco de aquella colonia naranja, lo ve y lo ve, para finalmente rociarse un poco en su cuerpo.

—No huele mal, la loca tenía razón. —dice mirándose al espejo

Ve su reloj, brinco de la felicidad, luego ve el celular y ahí está ella, con su inútil mensaje de nos vemos en la fiesta. Él ya sabe que estará en la fiesta, se supone que todo el edificio Montgomery estará ahí. No sé qué pensará, pero se queda mirando un rato la foto de ella y luego dándose un último vistazo a su cabello, toma las llaves de su auto y sale de la habitación.

***

El salón de fiestas luce increíble, todo es tan elegante y costoso. Se supone que es la fiesta de los diamantes Van der Price. Paris debo admitirlo parece una muñeca con todos esos diamantes encima, y aquel vestido largo rosa que solo podría lucirle bien a ella. Andrew va directo hacia ella, pero Haydee lo toma del brazo llevándolo a otro lado

—¿Qué ocurre?

—Ya sé porque nuestro amigo estaba en el edificio —dice sonriendo.

—¿Y bien?

—Roberth Jona comenzó a trabajar con Van der Price.

—No lo creo —exclama incrédulo—. Es el mejor amigo de McKengsly.

—Amor mata amistad. Brenda del sesenta y cinco, me contó que Fiji, la prima de Paris.

—Sé quién es Fiji. —Exasperado le hace señas de que vaya al grano.

—¿Por qué todas las mujeres de la familia Van der Price tienen nombres de países? Es raro ¿no crees?

—¡Haydee! —La toma por los hombros. —¡Concéntrate!

—Ok, no te molestes. En fin Fiji se enamoró de Roberth, él dicen que está loco por ella, al parecer están hasta comprometidos. Sonya del ochenta y nueve, me contó que el señor George no quería que Fiji y Roberth se casaran, porque su familia ha sido amiga de nuestros enemigos por décadas. Así que Roberth dejó sus negocios con McKengsly y se hizo socio de Daleowee.

—Pobre McKengsly, a veces siento lástima por él.

—Sí, él único amigo que lo soportaba se le fue. —Ambos se quedaron pensando en los tiempos en la escuela ¿Habrán sido muy malos? Ambos sacudieron su cabeza al mismo tiempo, solo habían sido justos. —Siguiendo con el chisme, Brenda del sesenta y cinco, me dijo que McKengsly fue hoy casi que ha rogarle a su amigo que volviera, aunque eso lo dudo, él no le ruega a nadie, pero quizás y si lo apreciaba como amigo.

—Debe ser, porque... se humillo al pisar Montgomery.

—O quizás, fue para ver el edificio y planear como quitártelo.

—No digas eso. Lo cierto es que Roberth tenía que enamorarse de una Van der Price, o Cooper o Maxwell, porque de lo contrario McKengsly no habría dudado en acostarse con ella. Ahora debo irme a socializar. Por cierto ¡Que hermosa! —dijo mirándola de forma seductora, como siempre jugaba con ella—. Cuando puedas saluda al señor Jo Yung, firmará con nosotros con solo mirarte.

—No soy una prostituta.

—Cuando se trata de negocios todo se vale, tú no sabes con cuantas he tenido que acostarme.

—Entonces, te recomiendo que lo visites tú, lo he visto detalladamente y creo que es gay. Ya sabes picaron presiona esos músculos.

Las fiestas he de decirlo me encantan, más las empresariales. Todos vistiendo tan elegantes, todos coqueteando y dejándose llevar por el alcohol, son en estas fiestas en que grandes negocios se concretan, y la infidelidad aprovecha.

A veces siento lastima por Fiel, él siempre trabajando en conjunto con Amor, pero para su desgracia Infiel tiene más armas a su favor, más aliados, nada más y nada menos cuenta con Lujuria, Pasión, Vanidad y Deseo ¿Quién puede rendirse ante esos cuatro compañeros? Y ustedes dirán por qué ésta loca está hablando de eso, bueno es que en éste preciso instante alguien se dejó llevar por mi amigo Infiel, ese condenado siempre está feliz, tampoco es que le haya costado mucho trabajo, esa muñequita de diamantes siempre ha sido una zorra. Ojala y Haydee viera todo, o mejor aún que Andrew entre, pero con mi suerte eso no pasará.

¡Oh, No! ¿Qué está pasando aquí? ¿Acaso ha perdido la cabeza? Haydee de lo más divertida habla con sus amigas, una copa de Champan la cuarta ya, posa en sus manos "revira, Haydee tan solo revira" claro no importa cuánto le grite ella no me escucha. A veces quisiera ser Conciencia, pero que digo, esa tonta no sabe lo que hace.

—No lo puedo creer. —Mónica está como ciervo alumbrado, mirando fijamente la lejanía, el resto de las chicas reviran para sorprenderse también.

—¿Qué ocurre? ¿Vieron un fantasma? —No le requirió mucho tiempo estar con la misma expresión, en cuanto lo vio su noche cambió. —¡Holy Crap! ¿Qué demonios hace aquí?

—Creo que perder a su único amigo le hizo perder la razón. —Christina lo ve y aunque si bien entiende las diferencias con McKengsly, creo que no puede dejar de sentirse atraída por semejante espécimen. Lo notó por su mirada lujuriosa.

¡Eso Haydee! Reparo en que ella decidida se dirige hacia McKengsly, él sonríe con aquella prepotencia que lo caracteriza, ya uno de los meseros le ha dado un trago, así que observa a todos divertido.

—¿Qué hace el gran McKengsly aquí? —Lo mira fijamente, he de decir cuando Haydee quiere ser ácida lo es.

—¿Por qué he de darle explicaciones a una SECRETARIA? —Acentúa todo lo que puede la última palabra.

Haydee ríe irónica, y el ríe también burlándose, ¡ay como me gustaría quitarle esa sonrisita de un golpe! Aunque ¡Como se ve de provocativo el condenado! pero concéntrate, no mires su sonrisa de lado, no mires su boca, ni mucho menos lo bien que se le ajusta ese traje en los pectorales, si fuera humano ya tendría baba borboteando de mi boca, así como esos marcianos de los Simpson, hace tanto que no veo eso, de nuevo concéntrate.

—Sí, soy una secretaria, pero al menos no estoy aquí mendigando un amigo. ¿No crees que venir aquí es tocar fondo? —Eso Haydee, dale por donde más le duele.

Ya va... ¿Qué dices Amistad? Ya que vas a hablar entonces... ¡Habla bien! Siempre lo digo ustedes buscan que me altere ¿Qué dices? ¿Qué eso no es lo que más le duele? Entonces ¡¿qué carrizo le duele?!... No me digas nada vieja bruja, quédate con tu secreto, con tal McKengsly no está en mi mira, pero ya deja de estar chismoseando por aquí.

Siento que hayan tenido que presenciar todo eso, pero es que les encanta fastidiarme, por eso me paralicé un rato, pero volvamos.

—No. —Toma otro sorbo de su whisky. —Tocar fondo es estar hablando contigo. Ahora si me disculpas voy a codearme con personas de mi nivel. —Habla tan cerca de ella que podemos sentir el olor a licor y ver el blancor de sus dientes, no sé cómo aguanta, yo ya estoy derretida, ese hombre es tan malévolo y honestamente me siento atraída por eso, pero... ¿Qué demonios le afecta? La idiota de Amistad ya sembró la duda en mí.

—No irás a ningún lado. —No puedo creer lo que veo, pero con rabia toma el brazo de Ian.

—Sé que te mueres por tocarme, pero secretaria te estás extralimitando. No eres nadie. —Quita la mano de Haydee de una forma hasta delicada.

—Repítetelo hasta que lo creas. Yo seré quien te destruya y entonces veras de lo que es capaz una secretaria.

—Que cansado —exhala un bostezo y sé que Haydee está que explota— Estar librando batallas de otros es patético, me da lástima señorita Ramírez, si es que así debo llamarla. —Conozco a Haydee y sé que está a punto de meterle un golpe. —Y es que da pena saber que no tiene vida propia, por eso hace la de otros como suya. Realmente Patético.

—No es ser patético, es tener amigos y hacer lo que sea por ellos, concepto que no puedes conocer, porque... ah sí, ya recuerdo, NADIE TE QUIERE. Quería ahorrarte la pena, pero quieres ir a codearte con los de tu nivel, ve y hazlo, me divertiré más al ver cómo te echan como a un perro. O mejor aún disfrutaré al ver como serás un solo hombre con un trago sin lados a donde mirar, sin lugar a donde pararse, sin nadie con quien conversar. Pásala excelente Mr. McKengsly.

¡Bravo, Haydee! Lo digo, la amo. Aunque veo a McKengsly y no sé qué piense pero creo tenerle hasta un poco de lastima, los perros que más gruñen son los que más cariño quieren, además la tonta de Amistad me dejó con la duda ¿Cuál será la debilidad del Mr. McKengsly? pero mejor me quito esas ideas de la cabeza. Él es nuestro enemigo y nada más tengo que saber.

—Amor de mi vida —dice Eric quien luce increíblemente SEXY, lo digo amo a ese canino, lo amo— ¿Bailamos? —Toma por la cintura a Haydee, ella sonríe un poco aunque no deja de seguir con la mirada a Ian.

—No creo que sea buena idea —dice tomando por la mano a Eric y alejándose de la pista de baile— ¿No ves que McKengsly está aquí? —señala el lugar por donde Ian se desaparece.

—¿Aquí? —De inmediato revira a ver. —Esto hay que grabarlo. —Divertido saca su celular. —De seguro viene a caer a golpes a tu jefecito.

—No creo. Se trae algo más entre manos. —Con sigilo caminamos persiguiendo a Ian quien no pasa desapercibido por nadie.

Ambos vemos como pasa ignorando por completo a su amigo del alma Roberth, quien ahora lo observa con total extrañeza mientras habla con su futuro suegro.

Todos los murmullos hablan sobre el descaro de McKengsly, aunque yo bien sé que son muchas las que aunque despotrican acerca de él, por dentro piensan en lo lindo que sería tenerlo en sus camas. La mente es COCHINA, pero quien soy yo para juzgar, creo que mi mente o lo que sea que tenga que me deje pensar está más sucia que toda la humanidad.

Haydee casi que exhala un grito ahogado cuando ve que McKengsly en efecto se acerca a Andrew, quien parece completamente ajeno a la presencia de su archienemigo, pero sé que Haydee no se preocupa por ello, sino por aquel hombre asiático de edad mayor que acompaña a Andrew.

—Buenas noches caballeros. —Ian sonriendo se acerca al par.

—¡McKengsly! —Andrew totalmente confundido lo observa con aquella cara de desconfianza.

—Buenas noches señor Yung —Saluda en un perfecto mandarín.

—Señor McKengsly un gusto verlo —Responde en su propio lenguaje, sonriendo y es que no hay nada que le guste más que dejar de intentar hablar inglés. A veces pienso que es raro que cada lenguaje para mi suene igual, y es que los entiendo todo y casi ni distingo cuando hablan uno u otro.

—Supe de su llegada a Manhattan y no quise perder la oportunidad de saludarlo — continúa con su perfecto mandarín. Andrew sé que está a punto de golpearlo, entiende el lenguaje pero no se atreve a hablarlo su acento es demasiado pronunciado—. Hace mucho tiempo que no nos vemos, recuerdo los días que con mi padre lo visitábamos en su gran morada.

—¡Oh! Su padre era un hombre honorable, un gran amigo. Inteligente como nadie, creo que usted ha heredado eso.

—Quizás deba juzgar eso por su propia cuenta ¿Le parece si conversamos? — Tomándolo levemente del brazo comienza a dirigirlo a un lugar más privado. Andrew has algo, no dejes que se lleven tu mina de oro ¡Has algo! Le grito aunque como siempre él no me escucha.

—Disculpa McKengsly pero el señor Yung y yo teníamos una conversación muy importante antes de tu llegada —dice interponiéndose.

—Señor Maxwell tan solo me pondré al tanto con el hijo de un antiguo amigo, éste joven que ve aquí, era el niño que jugaba en mi piscina con mi hijo Kim que en paz descanse y con mi hija Nhira, no sé cómo es que me olvidé de usted. —Palmea el hombro de Ian a su lado, quien le lleva tal vez demasiados centímetros en altura. —Ahora me siento un mal amigo. Nuestra conversación puede esperar Maxwell.

¡Se están yendo! ¡Andrew has algo! Grito, la verdad es que te amo Andrew pero la mayor parte del tiempo eres tan inútil. Mientras se alejan Ian no puede evitar revirar para sonreír de forma odiosa a Andrew. Haydee desde la distancia se muerde las uñas mientras ve como Ian se va con su premio gordo, incluso presiona fuertemente el brazo de Eric del cual está sujeta.

—¡Haydee! —Andrew jaloneándola improvistamente le grita al oído. —Haz algo. —Señala a Ian y el señor Yung dirigiéndose al bar.

—¿Qué haga algo? ¿Por qué dejaste que se fuera con él? —susurra furiosa.

—¿Por qué dejaste que Mckengsly entrara aquí? Es tu responsabilidad velar por quienes entran a nuestros eventos.

—Este no es un evento de corporaciones Maxwell, es el evento Van der Price, nada tengo que ver en él, ¡idiota! —Andrew la ve como diciéndole que lo respete, ella solo asiente a regaña dientes con la cabeza, admitiendo su error. —Sabes que nuestro mayor logro sería tener a Yung de nuestro lado, siempre supimos que era muy amigo del difunto señor McKengsly, sería nuestro gran logro quitarle al único que podría ser su socio ¿cómo dejaste que se lo llevara? —Furiosa comienza a pegarle pequeños golpes a Andrew en el brazo.

—¡Haydee! Basta —susurra con voz grave. Me da risa que en todo esto Eric es solo un observador más, están ahí al lado de él susurrándose, gritándose, golpeándose, incluso lo usan como escondite, él observa todo como si Haydee y Andrew fueran bichos raros, y solo piensa en que espera que Haydee recupere sus ánimos para poder tener una noche digna de recordar en la cama. —Comenzó a hablarle en mandarín ¿Cómo iba a vencerle a eso?

—Te dije, te dije, mil veces te dije que aprendieras mandarín ¿No te lo dije?

—Sabes que lo intenté, pero no me gusta ese idioma, me sentía payaso hablándolo.

—Ugh. —Haydee voltea los ojos. —Quítate de mi camino que yo arreglo esto. —Lo empuja, pero antes de irse se acerca al oído de Eric. —Sabes que cualquier cosa que vayas a ver es solo por negocios. —Él solo sonríe.

—Por los negocios lo que sea, ve y vende tu cuerpo querida —bromea, aunque eso a Haydee la hace sonreír, creo que ella en serio lo ama, a mí también me encanta aunque aún no sé por qué, y es que al instante en que Haydee se da la vuelta, Eric pierde su hilo de pensamiento con aquella pelirroja explotada que se pasea enfrente de él.

No quiero decepcionarme de Eric, así que mejor sigo a Haydee, camina lento así sé que está aún cuadrando bien que debe hacer. Y ¡oh! ahora que ha tomado aquella copa sé exactamente lo que va hacer. La risa incesante de unos hombres al lado de Ian los obliga a dirigirse a un lugar más privado.

—Siempre le dije a Henry. —Se refería al padre de Ian— Que la enemistad no trae nada bueno, pero en los negocios un enemigo es el incentivo para crecer. Él supo sacarle provecho a eso, y por lo poco que se usted también. —El señor Yung tan sabio, tan ¡Tonto!

—Que le puedo decir siempre trato de seguir el ejemplo de mi padre. Hasta ahora he logrado mantener una empresa sólida. Renovada y repotenciada.

—Renovarla fue un reto y salió victorioso, lo aplaudo por eso joven McKengsly, porque aún no me sale decirle señor a un jovencito que era menor que mi hijo.

—Sentí mucho la muerte de Kim, era un amigo como ninguno. Creo que era el único que me dio aliento cuando mi padre murió, confiaba en que podía hacerlo. —Siento nauseas con ésta conversación ¿Acaso fuiste al funeral del tal Kim McKengsly? Yo creo que no.

¿Qué? ¿Quién está hablando de nuevo? Otra vez tú Amistad, acaso no te dije que te fueras, dices que no hable sin propiedad, yo digo lo que quiera. De nuevo disculpen, volvamos a lo nuestro.

—Porque era inteligente como nadie y vio eso en usted. Ahora me siento mal, no sé porque estoy considerando asociarme con el imperio de sus enemigos, no sé porque me hice a la idea de que al morir Henry aquella enemistad había terminado, y aun así está aquí en un lugar donde no es bienvenido, con el objetivo de hablar conmigo, pero la verdadera pregunta es ¿Lo hace solo por negocios? O ¿De yo no estar en américa para asociarme habría venido igualmente a visitar a un viejo amigo?

—Creo que usted era amigo de mi padre y yo amigo de Kim, usted siempre ha sido el padre de mi mejor amigo, alguien a quien respeto que sé cuan ocupado está con su propio imperio, nunca podría molestarlo por nada.

—Entonces comencemos una amistad. —Sonriendo se reviraba, pero se topó de frente con una chica, cuya bebida en sus manos se desparramó de forma irremediable por su cuello y senos. —¡Señorita cuanto lo siento! —exclamó ya en su extraño inglés.

—Oh, que torpe soy —dice Haydee en ese tono un poco pequeño y sexy—. Me he empapado toda. —Sonríe. —¿Tendrá algún pañuelo?

—Claro señorita, que poco caballeroso. —De inmediato el señor Yung saca un reluciente pañuelo que para las excentricidades de esas personas debe costar millones, quizás y sea hecho de tela de hilo de oro. Lo digo los ricos son tan banales. Le extiende el pañuelo pero Haydee con sus manos empapadas también en champagne, tan solo saca más su pecho.

—¿Podría? Es que mis manos son un asco. —El señor Yung un tanto nervioso, pero a la vez sin poder quitar los ojos de sus senos acepta de inmediato.

La expresión de McKengsly es de lujo, en lo que Haydee sacó más su pecho hizo un sonido extraño con su boca y comenzó a mirar sonriendo de forma irónica al techo, su expresión decía en letras capital "¡Perra!". Sé que Haydee lo notó pero tan solo lo miró por sobre la cabeza del señor Yung que se esmeraba en pasar su pañuelo por el cuello y los senos de Haydee, lo miró diciéndole sabes que gané. Y claro que luego de eso ganamos ¡Yeah! O eso espero.

—¿Usted es la asistente del joven Maxwell? —pregunta Yung ya deteniendo su pañuelo.

—Sí, hemos hablado muchas veces. Muchas gracias por secarme un poco, es que siempre camino despistada. Creo que lo veré mañana en las oficinas – sonríe – espero que esté pasando un momento agradable, por eso que hoy no se hable de negocios, a descansar un poco.

—¿Se puede realmente descansar de los negocios? —pregunta el tonto del Yung con su tono de sabiduría.

—Al menos se intenta. Fijese en mí ¿no cree que debería estar divirtiéndome? Bailando con mi novio, pero, no, tengo que estar de un lado a otro corriendo para que personas de su posición puedan intentar descansar.

—Cierto, casi se me olvida su novio.

—Eric y yo tenemos una relación algo inusual.

—Sí, creo que su acuerdo es ten sexo con quien quieras, pero llámame Novia — interviene McKengsly tomando un buen trago de whisky.

—El señor McKengsly no pudo resumirlo mejor. —Haydee finge sonreír. —Y es que me baso en la filosofía japonesa.

—¿En serio? ¿En cuál? ¿Quiero escucharla? —pregunta el señor Yung realmente interesado.

—En el gran valor de la palabra, el mundo necesita de contratos notariados, de abogados por todos lados, pero si algo sé, es que nunca alguien como usted, de principios, ferviente a sus ancestros, torcerá o romperá la palabra dada. —Tanto el señor Yung, como yo y hasta McKengsly saben que Haydee no habla de ella y Eric, sé que en éste mismo instante el semblante del señor Yung ha cambiado a... déjenme adivinar, creo que es CULPA. —Eric y yo creemos en eso, tenemos un acuerdo y sé que el podrá ver mucho, coquetear con muchas, mírelo ahora mismo como se come con la mirada a la pelirroja explotada —señala a Eric al fondo del salón, aunque sé que Haydee por dentro no está muy contenta–, pero sé que cumpliendo con su palabra nunca me engañará.

—¡Ja! – exhala McKengsly, incluso se atora un poco con su bebida y comienza a toser efusivamente. Haydee lo observa de reojo y sonríe.

—Claro que el señor McKengsly no puede saber de eso. Prometió a su difunto padre cuidar de su ahijado Damian y lo primero que hizo al heredar todo fue eliminar las empresas Norce, precisamente esas de las que Damian Banks era dueño.

—No hablaré de las razones por las cuales las eliminé con usted señorita Ramírez, solo diré que causaban más pérdidas que ganancias y en los negocios, —Observa al señor Yung— no hay cabida para los sentimentalismos.

—No, pero sí para las estadísticas, los resultados y sobre todo el honor, pero como le dije señor Yung, hoy no hable de negocios, creo que lo estoy aburriendo.

—No, como cree —dice amablemente.

—Pruébese la corona "King Land" —señala una gran corona en la exhibición de diamantes—. Ande pruébesela, le quedará muy hermosa. Ahora los dejo caballeros.

—Vaya y disfrute lo que queda de noche con su novio —señala el señor Yung.

—Seguiré su consejo y mañana nos veremos de todas formas. Así que hasta mañana.

Se aleja sin revirar atrás. Sé que el señor Yung ya no querrá romper su palabra, tan solo falta una firma para cerrar el trato entre Maxwell y Yung, si no había quedado convencido con lo del respeto a la palabra, luego de saber que McKengsly no se basa en artículos o leyes para obtener lo que quiere, mucho menos querrá congeniar con él.

Andrew por la forma en como con alegría Haydee lo mira, sabe que el trato con el señor Yung aun va viento en popa.

***

—Oh Eric, una vez que el señor Yung firme que será mañana, manejaremos casi que todo el sector petrolero mundial, las acciones subirán aún más y luego de una serie de trucos que tengo por ahí verás cómo Corporación McKengsly se irá desvaneciendo. —Sé que Eric no le presta atención en absoluto a lo que Haydee dice, se concentra en besarla, besar su cuello, sus hombros y en ir bajando su vestido. —Claro al principio cuando comience a ver que sus acciones pierden valor emprenderá una lucha contra la derrota, pero ya me muero porque empiece esa guerra económica —dice emocionada, dejando que Eric con sus manos explore su cuerpo, él solo hace un sonido extraño con su garganta—. Pasaremos a la historia, así como Cardigan y Rockefeller.

—Haydee, mi amor. —Con dulzura quita algunos cabellos de su cara. —Por favor ¡Cállate! —grita aunque lo hace bromeando, por eso no nos asustamos, solo sonreímos.

Haydee tapa su boca, haciéndole señas que no dirá nada más. Él comienza de nuevo su tarea de llenar su cuerpo de besos, pequeñas mordidas y caricias.

—Pero. —Con su mano aleja de improvisto a Eric de ella. —¿Y si no firma? ¿Y si no lo convencí? Necesito del señor Yung. —Preocupada se sienta.

—Sabes algo, mejor veamos televisión. —Eric acostándose en el lado derecho de la cama toma el control remoto. Veo su perfecto torso desnudo y esa Haydee está loca por ignorarlo de esa forma, si yo estuviera ahí como estrujaría esas nalgas. Ya, ya, necesito un baño de agua fría.

—Me parece perfecto. Buscaré mi laptop, la bolsa mañana estará agresiva. —Se levanta de inmediato, aunque parece no darle importancia a que está semi desnuda. —No estas molesto ¿verdad? —Le dice revirándose a verlo con cara de ángel.

—Claro que no —expresa amable—, prefiero hacerlo con mi novia y no con una calculadora. —Ambos ríen.

—Es que ésta noche debo concentrarme en mañana, pero mañana a la noche estaré tan contenta que te lo compensaré, y sabes que soy buena compensando mis errores.

—Lo sé, por eso es que me encanta cuando me dejas en segundo plano.

Haydee corre a buscar su laptop a la sala de aquel muy fashionista apartamento, sin embargo, se da golpes en la cabeza de lo tonta que es, ese es el apartamento de Eric por lo que no tiene su laptop ahí con ella. Ve la de Eric y no le parece una mal opción, como Eric entra a tomar un baño no le pregunta si puede usarla, solo la prende y comienza a revisar su correo.

Yo decido acompañar a Eric con una parte de mí a la ducha, el panorama no puede ser más excelente. Yo digo que estas personas parecen vampiros porque son las 4 am, cuando una trabaja y el otro se baña, en fin mi atención vuelve a Haydee cuando escucho que exhala un grito de horror ¿Qué pasó? Que fastidio porque dejé de atenderla, ya va déjenme ver... Ah, eso... por favor Haydee lo supe antes que tú, aunque no todo el plan malévolo detrás de todo.

Para cuando Eric sale del baño Haydee no con la mejor de las caras lo está esperando. Agárrese mundo porque se va a armar la batalla grande.


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