Capítulo 19.- Engaño
"Ella es, pero no es. Ella nunca será verdad y siempre sacará ventaja. Pertenece a los grandes villanos de la vida, y es que Engaño, carece de cualquier valor o buen resultado. Úsalo una vez y quedará plasmado en ti, como un feo tatuaje en medio de tu cara. Lo peor del caso, es que no hay ser sobre la faz de la tierra que no lo haya usado".
—McKengsly hay ciertas cosas que debo hablar contigo —está buscando las palabras, me imagino que nada bueno ha de ser. ¡Vaya! Se me había olvidado cuan tecnológico se está volviendo La India ¡malditos millonarios! Si vamos al otro lado de la ciudad, nada se verá tan majestuoso.
—No me interesa —responde seco, la ve de reojo y continúa manejando. McKengsly de verdad es odioso.
—Me importa un pepino si te interesa o no, debo hablar contigo y punto.
—Creo que ya estás hablando ¿para qué necesitas permiso? Eres idiota, Haydee.
—Ok. No toleraré esto. Hay que poner ciertos límites, porque en esa cena no pienso ser tu pelele —ya está arrugando la cara. Haydee por favor eso saca arrugas y admitámoslo no eres una adolescente.
—Estoy pagando por eso —resalta con fastidio.
—No hemos discutido el precio. Dime cuanto será mi pago y veremos qué puedo aceptar o no.
—Como toda una zorra. Tu amiga Christina debe tener más dignidad que tú. Si quieras sabes qué es eso.
—McKengsly no empecemos. No comiences a denigrarme o me iré. Y antes hablaré con el príncipe y le diré que en vez de semental, eres un mulo al que las yeguas le quedan grandes.
—No me amenaces, que por donde sea, saldrás perdiendo tú. Si no me haces quedar bien, no tendrás lugar dónde vivir, querida Haydee.
—Christina ni me cae tan bien. Anda quítale el departamento, que a ella no le sobrará hombre que quiera acogerla en su casa y mantenerla. Y en cuanto a mí, siempre puedo irme a vivir con Eric, ya que bien sé que su complejo departamental pertenece a los Hilton y no a ti.
—¡Con Eric! al que le acabaste de partir la cabeza.
—Así ha sido nuestra relación todo el tiempo.
—Debería darte vergüenza admitir eso—Haydee se queda con cara de póker y es que es verdad—. Como sea, te pagaré lo que considere justo, dependiendo de tu desenvolvimiento, querida.
—No pienso besarte. Y no pienso aceptar eso. Digo, no iré al matadero sin ningún tipo de garantía.
—Ok, hablemos de números. Si consigo a Fuskiaj tendrás 10% de comisión.
—Y sí lo que no le convence eres tú. Puede que yo haga muy bien mi parte, pero admitámoslo yo solo tengo que... la verdad no sé ni que tenga que hacer. Pero necesito algo ¡Una garantía!
—Diez Mil dólares y de verdad te estoy haciendo un gran regalo.
—¡Diez mil! Solo diez mil... yo...
—Tú, eres exactamente igual a cualquier prostituta latina, así que ¡cállate Haydee! No quieras que baje el precio.
—Ojala hoy te atores con una aceituna o algo parecido. En más, ojala y algún día te enamores de una prostituta latina, que te rechace, entonces pagarás tu karma.
—Ojala un día te enamores de un magnate apuesto y con ninguna pizca de tonto, y que te rechace, entonces pagarás tu karma. ¡Verdad Haydee! Es más fácil que tú pagues tu karma, a que lo haga yo. En más, creo que es larga la lista de magnates que te han dicho "No gracias" —sonríe de lado y Haydee solo quiere cachetearlo. Yo sé de una mejor forma de cerrarle la boca. ¡Aw! Lengüita para que te tengo.
—Pues la lista de magnates de los cuales me he enamorado es nula. Así que no he pagado mi karma. Sin mencionar que nunca me han dicho "No gracias".
—Tus años están pasando, Haydee. Y continuas soltera ¿no te da miedo? —Auch, tocó el punto sensible de Haydee. La pobre ha arrugado la cara, y creo que la peliculita que se creó de ella muriendo vieja y sola, se está reproduciendo en su cabeza.
—¡Imbécil!
No queda chance para nada más y es que la entrada de aquel palacio nos deja boquiabiertas. Podría asemejarse a las grandes majestuosidades de antaño. Todo es tan colorido y alumbrado, que de no ser por el cielo oscuro, creeríamos que es de día.
—¡Oh McKengsly esto es hermoso! —no para de sonreír y ¿qué fue eso? Claro que vi esa mirada, no fue una mirada normal.
—¿Con Andrew llegaste a entrar en un palacio?
—Honestamente no, yo no iba de forma presencial a las cenas de negocios. París, la tonta de París, siempre era su acompañante. Yo estaba en el auricular de su oído, diciéndole lo que debía decir. No sé cómo le vas a hacer, pero debes tomarme una foto en este lugar, debe ir a mi perfil.
—Eso será difícil señorita, no se supone que los magnates nos impresionemos con cosas así. Siempre hay que aparentar tener más dinero que el resto del mundo.
—Pero yo no soy magnate, solo una secretaria que tiene la suerte de ser tu amor incondicional.
—¡¿Suerte?!
—Ya ves, sé meterme bien en mi papel —el auto ha andado unos buenos metros, casi que un kilómetro desde la entrada, y ya vemos el palacio —. Cuando acabemos con esto, te conseguiré una novia.
—Claro que no.
—Claro que sí. La necesitas y te aseguro que tengo amigas famosas, millonarias, que serían un buen trofeo para ti.
—Creo que he dejado claro mi aversión a las latinas.
—No son latinas. Aunque eso es una gran ofensa. Brincos dieras de poder salir con una ardiente latina. Pero tengo amigas, gélidas y frías europeas. Tal y cual como tú.
El auto se estaciona y el valet ya nos está abriendo la puerta. Salimos todas sonrientes y claro que aquel chico ya está encantado con nosotras. McKengsly llega rápido a nuestro lado. Ambos dudan entre si Haydee debe tomarle el brazo o no. A la final deciden qué es lo más caballeroso.
—Debimos investigar sobre el tema —le susurra Haydee al oído.
—Totalmente de acuerdo, pero ya no hay para dónde agarrar. Digamos que vamos de acuerdo a nuestras propias reglas.
Un amable mayordomo nos abre la puerta y todo dentro es oro, o así parece. Todo es de blanco y dorado. Le dicen a McKengsly que el jeque se encuentra en el salón principal con el resto. ¿Quiénes son el resto?
¡Holy Crap!
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—Ya llegó quien faltaba —siempre me imaginé a Fuskiaj diferente. Es alto para ser indio, es un hombre mayor, aunque sus cabellos no pueden ser más azabache. Se cuida mucho y es que su cuerpo se ve tonificado. En su imaginación debe creer que es un adonis indio, o algo así. Se ha levantado de su asiento y camina sonriendo hacia McKengsly, pero no es él, el que tiene a Haydee y al propio McKengsly sin respiración.
Haydee ha palidecido y creo que ellos allá sentados están igual de incomodos. Haydee solo ha atinado a presionar la mano de McKengsly.
—Señor McKengsly bienvenido a mi humilde hogar. Veo que no puede estar mejor acompañado. Lindo espécimen el que lo acompaña, se ve aún mejor en persona —¡Espécimen! Haydee también se ha ofendido y es que sus ojos demostraron su incomodidad ante aquel adjetivo.
—Muchas gracias por habernos invitado —se apresura a decir McKengsly —. No tenía idea de que tendríamos compañía —señala con su mirada al fondo y Fuskiaj no puede esconder lo divertido que está.
—El señor Maxwell y el señor Roberth se encontraban muy cerca. Así que decidieron venir a visitarme. Creo que tendremos una velada muy encantadora. No tienen ningún inconveniente ¿verdad?
—Claro que no —Andrew también se pone de pie y hasta está sonriente —. Claramente podemos soportar una cena ¿cierto McKengsly?
—Por supuesto. Yo diría que más que una cena. Siempre he estado en pos de convivir, pero tú siempre has sido el evasor, Maxwell.
—Por cierto... ¿Cómo le enseñaste a cerrar la boca? —Señala a Haydee y es como si nos clavaran una flecha en el corazón.
—¿La conoce? —salta el señor Fuskiaj, se nota que aquello no le agrada.
—Trabajaba antes para mí. Se puede decir que la conozco ¡muy bien!
Todos en el salón saben lo que está insinuando y al menos Haydee y yo sabemos que eso no es cierto.
—¿Trajo a una simple prostituta? —furioso Fuskiaj mira a McKengsly, y esto es el colmo.
—¡Qué! Yo no... —Haydee ya está saltando para defenderse, pero McKengsly se revira y le echa una de esas miradas, que los padres de antes le echaban a sus hijos y los dejaban callados en el acto.
—Yo conozco a París —la rubia levanta la vista de inmediato. Ha estado callada, casi invisible —, la conozco muy bien. ¿Acaso no te lo dijo? Perdió la virginidad conmigo y mucho más que eso —Andrew se está conteniendo para no revirar y mirar a París, pidiendo alguna explicación, tiene su puño presionado y sé que solo quisiera estamparlo contra la cara de McKengsly —. También conozco a Fiji, y lo siento Roberth, pero es la verdad. Sabes que solo digo la verdad. Al parecer así somos, nos intercambiamos las mujeres.
—Eso me gusta —señala Fuskiaj.
—Oh Andrew no veo porque te molestas—McKengsly sonriente lo reta.
—No lo estoy —responde seguro.
—Es que no tienes razones. Señor Fuskiaj ¿acaso está enamorado de sus concubinas?
—Sexo, lujuria y furor, cero amor—responde orgulloso. Y el condenado de McKengsly está ganando puntos. Aunque no me gusta la forma en que lo está logrando.
—Exacto, ellas deben amarnos, pero nosotros...
—Por supuesto que no —continua Roberth —. Por cierto me parece justo que me prestes a Haydee por una noche, Ian. Soy el único del grupo que no la conoce.
—Ya hablaremos de eso —responde McKengsly seco.
—De todas formas, pasaremos el fin de semana en comunión. Habrá mucho de qué hablar —todos tragamos saliva —. Ahora a cenar.
Fuskiaj se apresura a dirigir el paso y al fondo todos no echamos las miradas más feas que podemos. Sí ¡muérete París! ¡Muérete Fiji! Y continúa la guerra de miradas. Un fin de semana ¿Cómo se supone que aguantaremos esto?
Fiji, quien viste un vestido verde, tipo el que usó Keira Knightley en Expiación, Deseo y Pecado, pasa al lado de Haydee empujándola. París pasa muy cerca de ella para decirle
—Sabía que eres la reina de las zorras.
—Le voy a arrancar la peluca a esa tonta Barbie —molesta ya va a lanzársele encima, pero McKengsly la detiene bruscamente.
—Más te vale que te comportes. Tú, no piensas, no escuchas, no hablas. ¡Me entiendes!
—Pero.. ¡Ahg! Te odio.
—Bien, puedo lidiar con eso.
Somos casi arrastradas al comedor, y ahora nada nos impresiona. Puede haber postres exóticos, la vajilla puede parecer salir de un cuento de hadas, pero todo ha perdido su color.
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—¿Por qué precisamente tendremos un fin de semana entero para congeniar? No digo que me disguste pasar tiempo con usted, es solo que me parece un gran honor, del cual no me creo merecedor —señala McKengsly, tomando un poco de su vino blanco, que acompaña al excelente pescado.
—Tengo tiempo. Y siempre me ha llamado la atención la gran competencia que hay entre ustedes dos. Ambos quieren manejar mis acciones, ambos quieren hacer negocios conmigo y no encuentro las razones que me digan por qué debería quedarme con uno y no con otro. Tengo un fin de semana para poder solventar mis dudas.
—¿Será como una competencia? —pregunta Andrew.
—Me gusta esa palabra. En más, me encanta.
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Pasan de un tema aburrido, a otro más aburrido. Y está la continua pelea a risas de Andrew y McKengsly, se lanzan flechas disfrazadas de rosas.
—Me impresiona la forma en cómo se arrebatan las cosas. Jugó una buena partida contra el señor McKengsly —le sonríe a Andrew —, y usted ahora quiere ser el dueño de diamante Van der Price.
—¡Que! —se levanta Andrew furioso, y oh que bien, menos mal, ya me estaba quedando dormida ¡acción! ¡Acción! ¡Pelea!
—Vi su movimiento en el banco el día de ayer señor McKengsly.
—¡Eres un desgraciado! Nunca te quedarás con diamantes Van der Price —Paris furiosa se pone de pie, y esto ya se volvió un zaperoco.
—¡Diamantes Van der Price! ¿Dónde tienes la cabeza? —Haydee, tu mejor quédate callada, ya la Paris se había lanzado la soga al cuello, debiste tomar ventaja, animal —. Es una completa ruina, solo te hundirás solito en la banca rota.
—Veo que sus acompañantes tienen voz y voto —menciona el tipejo ese que no aguanto.
—Claro que la tenemos, no somos espécimen, somos...—de nuevo Haydee, esta vez lo diré por McKengsly ¡Cállate!
—¡Cállate!—Grita McKengsly y se revira con tanta rabia que nos helamos —Nadie te pidió que hablaras.
Haydee se calla, aunque se ve la indignación en su rostro. Andrew observa a Haydee como diciéndole "mira en lo que has caído" y sé que nosotras no nos quedaremos con esto. Ay Orgullo no te rías, no te rías. En más ¿Qué haces aquí? Estoy narrando de forma ilícita. Si me entero que te fuiste de lengua larga, te juro que... Sí, lo sé, no tengo nada con qué amenazarte, entonces, por favorcito, no digas nada. Please. Sabes algo, has lo que mejor te parezca, si hay algo para lo que no nací, es para estar jalándole a un imbécil, ni a nadie. ¡Púdrete! Y ahora continuemos.
—Creo que para calmar los ánimos deberíamos irnos —habla McKengsly, carraspea un poco y no espera para ponerse de pie.
—Pero, por favor. Todos tienen habitaciones en mi palacio. No pensará rechazarme —Ese viejo parece Destino personificado. Ya va, déjenme pensar ¿dónde está ese desgraciado? No creo que... Si lo hiciera su castigo no sería grato, pero... ¡Es un maldito desgraciado! ¡Ups! Lo sé, nada de maldecir. Lo siento.
—Entonces debo buscar mis cosas en el hotel —intenta no sonar exasperado, pero está exasperado.
—Alguien las buscará por usted —Mendigo viejo ¿qué tienes, he?
—No, son muy valiosas. Iremos nosotros mismos y volveremos, no se preocupe.
McKensgly no está de ánimos de dar muchas explicaciones, así que toma de la mano a Haydee y salimos de ahí. Andrew no deja de seguirnos con la mirada, al igual que el resto.
Mi Haydee está a punto que llora de la rabia y así nos subimos al auto que maneja McKengsly.
Cuando ya estamos lejos de aquel infernal lugar, aprovechamos.
—¡Maldito desgraciado! —Haydee con toda su rabia le está dando manotazos a McKengsly por doquier.
—Haydee ¡basta! Nos vas a matar —grita intentando manejar y a la vez tratando de quitársela de encima. Haydee, dale más duro, métele el dedo en el ojo, eso siempre funciona.
—Disfruta de gritarme ahorita, pero tengo un límite imbécil ¡Tengo un límite! —toma un buen tajo del cabello de McKengsly y no lo suelta por nada.
Finalmente un frenazo hace que Haydee se golpee con el otro lado del auto, con un buen ramillete de cabello de McKengsly en sus manos.
—¡Ay! —McKengsly se lleva las manos a la cabeza, a ese lugar dónde ha quedado un pequeño hueco —No te habría gritado de no ser porque saliste a abrir tu bocota.
—Andrew no se comporta tan miserablemente como tú.
—Y por eso voy ganando. No quiero perder de nuevo con Andrew, no puedo. Y espero que estés dispuesta a ayudarme. ¿Puedo confiar en ti? Y te digo con confiar, que te daré una gran, gran cantidad de dinero.
—¿Cuán grande? —ahí está de nuevo la zorra de mi amiga. Podría al menos disimular un poco.
—Mucho —responde exasperado.
—Ok, puedes contar.
Saldadas las dudas proseguimos nuestro camino. Haydee se pierde en su celular, no sé qué vea, pero le entretiene.
—¡Debemos ir a una librería!
—¿Por qué? No pienso cumplir tus caprichos.
—Verás, si queremos ganar, debemos ser unos expertos en el tema. Y toda esta cosa del... bueno, de lo que sea que sea el juego del jeque ese, se hizo boom, por el libro ese que todas las mujeres han leído. El 50 sombras de no sé quién.
—¡¿Tú no lo has leído?!
—Yo no leo nada que no sea de economía. ¿Tú sí?
—No, soy hombre.
—Cómo sea, hay que buscarlo. Empaparnos del tema y actuar.
McKengsly protesta un poco más pero termina accediendo. Primero vamos al hotel a recoger todo y luego vamos a la librería. En las librerías Indias, hay libros de lenguaje indio, así que nos cuesta encontrar una copia en inglés, pero en esta vida, nada es imposible.
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Ajá. Esto se ve bien para mí, no tan bien a los ojos de Haydee.
Hemos vuelto al castillo y se nos ha llevado a nuestra habitación. ¡Sorpresa pasaremos la noche con McKengsly! Por eso le dije que sonaba bien para mí. El señor que ya quiero que mi amiga muerte se lo lleve con ella, ese ¡idiota! Le ha dicho a Haydee que la alfombra es realmente lujosa. ¿Acaso piensa que dormiremos en la alfombra? Haydee solo sonrío, aunque sé que estaba mordiéndose los labios para no decir lo que ese hombre se merece.
—Yo dormiré en la cama y no hay discusión en eso —Haydee prepotente corre hacia la cama, para sentarse en ella. Es una inmensa cama dorada, con un edredón rojo pasión.
—Ni modo que duerma en el suelo, porque esa es tu tarea.
—Ni lo pienses McKengsly, ni lo sueñes —advierte.
—La cama es lo suficientemente espaciosa, así que los dos dormiremos en ella. Juntos pero no revueltos.
Haydee pasa de mirar la cama a McKengsly, como si hiciera cálculos mentales, finalmente asiente.
—Iré de primera al baño.
—Como quieras.
Haydee toma su maleta y con paso sigiloso entra al baño, asegurándose de poner bien el seguro.
Nos hace falta un buen baño. Un estupendo baño. Y lo tomamos. Consentimos nuestro cuerpo con una tibia agua y perfume de rosas. Haydee no se conforma con eso y comienza a depilar sus piernas, aunque eso ya lo habíamos hecho, se baña en crema humectante. Y limpia sus dientes tan bien, que creo que casi se sacó sangre. Saca su pijama, y no creo que sea el pijama adecuado, no ahora que dormirá con McKengsly, pero, eso es lo que hay. A ella parece no incomodarla.
—¡Lindo Pijama! —Resalta McKengsly incorporándose en la cama.
—¡Idiota! Se supone que dormiría sola. Me gusta sentir las suaves sabanas recorrer mis piernas.
—¡Esas patas de pollo!
—Ay McKengsly, solo piérdete en el baño. Ojala te resbales y accidentalmente te ahorques con la cortina.
Él divertido nos deja, y veo a Haydee algo nerviosa. Está frente al espejo mirándose más de lo normal. ¿Acaso quiere verse bien para McKengsly? Incluso comienza a arreglar sus senos. Últimamente no la entiendo. Aunque yo no dejaría pasar esta noche ¡nunca!
McKengsly sale y solo unos pantalones deportivos lo cubren.
—No te acostarás a mi lado así.
—¿Por qué no? Tú tienes tus piernas desnudas, yo mi torso ¿Acaso te sientes tentada? ¿Te éxito?
—Estoy casi que botando baba del morbo —refuta —. Hice un fuerte, esto nos delimita —señala una fila de almohadas que dividen la cama en dos mitades, bueno... vamos a admitirlo... Desiguales, la mitad de Haydee es más grande. McKengsly lo nota, pero no dice nada.
—¿En dónde estarán Andrew y Robert? —comienza a acostarse.
—Toda esta noche fue horrible. Andrew piensa lo peor de mí. Y no entiendo por qué Roberth iba a pedirme "prestada", no le importó Fiji. Y a ti ni se te ocurra. Y esa París, ay ¡como la odio! Y tú, la verdad no te cuesta nada ser un cerdo, McKengsly. Ya no quiero conseguirte una novia, no si piensas de esa forma.
—No voy a intentar convencerte de que no soy así. Solo ¡duérmete!
—Pero para nada, a informarnos de en qué cosa nos estamos metiendo. Toma —le lanza a McKengsly una copia del libro que compraron, y que honestamente yo ya me leí —, a leer se ha dicho.
McKengsly suspira, pero ambos comienzan a ojear. Haydee es más escéptica de lo que pensaba. Y no hace más que bufar y reírse burlona.
—¡Que idiotez! Esta tipa es ¡horrible!
—¿Quién podría enamorarse de alguien tan sosa? ¿Todas las mujeres son así? —pregunta McKengsly pasando otra hoja —. Me voy a volver retrasado con esto.
—Y ese Grey ¡Maldito imbécil! "No me toquen, no me toquen" —ríe a sus anchas, de verdad lo está gozando —Oye —susurra —¿Será este nuestro cuarto rojo? —ambos ríen.
—¿Cuál será nuestra palabra de seguridad? —sarcástico pasa otra hoja.
—"Déjame idiota" creo que explica bien la situación. Nada de colores, ni que fuéramos semáforos.
—Pensé que serías una tonta enamorada del increíble, mega apuesto Grey. Aunque yo podría ser Grey —concuerdo con él. Levanto mi manito.
—Nah, ni tú eres tan idiota. Tampoco estás tan traumado, o lo que sea que le pase a este tipo.
—Yo creo que ya estoy enterado de todo lo que tenía que saber. Así que toma, si quieres leelo dos veces y cumple tus fantasías más oscuras —McKengsly literalmente lanza el libro sobre la cara de Haydee y comienza a sacar algo de su maletín.
—Tienes razón no hay mucho que aprender. Nalgadas, no hablar, obedecer ciegamente, creer que tienes una diosa interna que es más idiota que el tu externo. Hacer que hagan contigo lo que les venga en gana porque el tipo está más bueno que chocolate en día de lluvia, o que cerveza en playita. Y... No, no hay nada más. Entiendo que el tal Grey siendo tan caritas haga esas cosas, y que la Anastacia siendo tan bobita las acepte, puedo entender que un día te pongas en esas cosas, digo he de admitir eres de buen ver McKengsly —McKengsly casi brincó de la cama de sorpresa.
—¿Debo cuidarme? —toma una de las almohadas para cubrirse el torso. Haydee sonríe.
—Créeme que si quiero tocarte, lo haré. Pero siguiendo mi línea de pensamiento. Fuskaj en estas cosas. Digo, él es tan... tan... despreciable. Compadezco a sus concubinas.
—Son concubinas, si Fuskaj ofreciera mantenerte ahí estarías siendo la mejor versión de Anastacia S... lo que sea.
Dejan de hablar y McKengsly termina de sacar una revista de su maletín, incluso saca unos lentes de lectura y se los coloca.
—¿Usas lentes? ¿Por qué no los usabas hace rato que leías?
—Porque no me importaba leer bien. No es que necesites saberlo, pero desde aquella vez en la secundaria que entré en un coma diabético quedé con problemas en la vista.
Sabemos porque lo dijo y es que ahora Haydee se siente miserable. Mejor dejamos el tema atrás.
—¡Es la Bussines Magnate World! —Haydee ha desbaratado el fuerte de almohadas y está casi sobre McKengsly.
—Sí.
—Andrew me dejaba leerla —Está emocionada casi como cachorro en veterinaria —. ¿Me dejas leerla?
—Está hecha por magnates, para magnates.
—¡Por favor! —ruega.
—Lee desde ahí, me imagino que con tu perfecta vista puedes hacerlo.
Haydee le toma la palabra y ahí está con la boca abierta leyendo números y aburridas entrevistas. Mi Haydee de verdad está loca.
—Lees lento Ramírez —protesta McKengsly cuando Haydee lo detiene antes de que pase la hoja.
—Debo procesar cada número y grabarlo en mi mente, no me culpes.
—Por cierto, estás en mi lado.
—Ok, ok. Te dejo en paz, debemos dormir. Pero quiero una copia de esa revista.
Haydee se estira para apagar la luz y McKengsly dejando la revista a un lado apaga su luz también.
—Que sueñes con el cuarto rojo —dice McKengsly en la oscuridad.
—Que sueñes conmigo.
Cada quien se acurruca en su lado y se dan las espaldas. ¡Eso será todo! ¡Que decepción! Lo bueno es que podré hacer mi trabajo, así mi jefe no tendrá sospechas de mí. Es hora de volver a mi rutina, mientras estos duermen.
¿Qué está pasando? Ja, ja, ja. ¡Pobre McKengsly! Eso es Haydee abrázalo, mantenlo como un gran peluche, entre tus manos. ¿Por qué McKengsly no le ha dado una patada? Sería algo muy típico de él.
Bueno... Ahora sí, mejor atiendo mis asuntos y espero que llegue el día. Continúo creyendo que esta ausencia de Destino es porque está en otro lugar haciendo estragos, pero si llego a confirmar que está personalmente desbaratando la vida de mi Haydee allá en dónde no podemos estar, no se salvará.
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Creo que estoy mejorando porque no me demoré tanto :) Espero que les haya gustado. Y veremos que pasa en este fin de semana que anuncia terminar pronto.
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