Capítulo 15.- Persuación

            "La Persuasión es quisquillosa y escoge a aquellos que pueden poseerla. Tiene la facultad de convertirte en un camaleón y adecuarte a cualquier situación. Su mayor objetivo lograr que los demás piensen lo que crees conveniente, su arma letal tu impactante y segura personalidad. Es la rata de las ratas, pero he de admitirlo, es una condenada lista. Acá en mi tierra la llamamos La Reina de las Timadoras".

            Y aquí estamos en una bella calle solitaria, llena de hermosas mansiones. Una bola de paja podría pasar volando a nuestro alrededor, lo único que oímos es nuestra respiración, porque lo jadeos de Thor ya se han perdido. ¿Qué se supone que hagamos? Lo sensato sería correr, llamando el nombre del can por doquier. Haydee al parecer no conoce los formalismos naturales de los seres humanos tanto como yo, y eso que es ¡humana! De verdad a ésta niña el fracaso le quemó las neuronas. No creo que sea sensato sentarse en la acera con aquella cara inexpresiva, y ¡ajá! Ahora saca el celular ¿acaso va a llamar a Thor? Perra llamando a perro. Ja, Ja, Ja, Sí lo sé, es un mal chiste, pero déjenme ser feliz. Ok ¡No! Ya estoy harta del llantén, una lágrima más y te dejo, me oíste Haydee, una lágrima más y bye, bye contigo. ¡Muérete Miedo! ¿Qué si sé que ella brincaría si la dejo? Claro que lo sé, pero que se aguante.

            —Mon deja tu absurdo discurso. Nunca imaginarás lo que me acabó de pasar —se mira las uñas y ¿está riendo? —Perdí al perro de McKengsly —Está ahí riendo a carcajadas.

            —No entiendo.

            —Es que mi vida es tan cómica Mon, no sé cómo, pero ahora estoy sentada en la calle, sin enorme perro en mis manos. Mejor río para no llorar, pero es que si escribiera mi vida desde que salí de Mongomeri crearía una de las mejores comedias —continua riendo y hasta se pone la cartera debajo de la cabeza y se acuesta por completo en la acera. Bueno me he quedado con el ojo cuadrado.

            —¿Qué harás? No entiendo nada de perro, me imagino que es la mascota de McKengsly, ni idea de por qué lo tenías tú y menos sé cómo fue que lo perdiste, pero recupéralo o date por muerta.

            —¡Nah! Esperaré que vuelva, todos los perros eventualmente regresan a sus casas. Lo que menos quiero es darme mala vida.

            —Haz lo que quieras. Por cierto en serio no te perdonaré lo de ayer.

            —Mon ya te dije que dejes ese tema. Yo debería ser la ofendida. Todas fueron muy groseras al irse cuando McKengsly llegó, me recordó a la secundaria —vuelve a reír. Los recuerdos de la juventud siempre son lindos, aunque esos no son muy lindos que se diga —. McKengsly por fastidiarnos podía acercarse para decir alguna estupidez y todos nos íbamos como si apestara, ay ¡qué tiempos! ¿Crees que esté pagando todo?

            —¿Lo dudas? Haydee ayer te veías muy amigable con él, tal parece que te cae bien ¿acaso se acabó el odio hacia McKengsly?

            —No —responde de inmediato —. Bueno... no lo odio, así en letras mayúsculas. Digamos que lo tolero. A veces parece hasta débil y ayer le dio un beso a una chica que fue ¡guao!

            —Sí, lo vi. Mejor dicho la chica no perdió el tiempo para anunciarlo en su Twitter, también tiene un espacio para ti en tu muro, aunque te llama la "vieja latina de barrio".

            —¡¿Qué?! —ahora sí nuestros ojos cambiaron de tamaño ¿qué pasó?

            —Debo colgar Haydee, hablamos luego. Cuéntame como acaba lo del perro de McKengsly. 

            Nos cuelga y no esperamos más para buscar las noticias en nuestro teléfono inteligente ¿acaso no es el mejor invento del hombre? Y yo que en mis tiempos creí que las cartas eran tan novedosas e importantes. Volvamos a lo interesante.

            "El Gran Magnate Ian McKengsly se somete a la sumisión de una desconocida Dominatriz"

            Leemos y se nos ha bajado la tensión. Los oídos de Haydee en este mismo instante están zumbando, pero... ¡lee más porquería! 

            Bueno, la serie de fotos que se vienen no son muy favorecedoras que se diga.

            "¡Oh mi Dios! Esto de no tener que comer es la mejor de las dietas —incluso brinca feliz ¿esto es enserio? ¡En serio Haydee! —, te ves linda Haydee, talla dos te amo —besa el celular y yo estoy torcida ¿alguien puede ser tan cabeza hueca? Dónde quedó mi genio de los negocios —, pero... Yo no soy ninguna dominatriz —frunce el ceño —¿Dónde demonios está el relacionista público de McKengsly para impedir estas cosas?"

            Con cara seria se levanta y comenzamos a caminar. Espero que haya pensado en algo inteligente que hacer.

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            Nos estamos acercando a la casa de McKengsly y la verdad, no entiendo. ¿Acaso no te acuerdas que no tenemos perro? ¡Thor no está! ¿Qué explicación piensas dar? ¡Oh, oh! Bueno... esto siempre ha sido problema tuyo, menos mal que yo no soy Haydee.

            McKengsly salió incluso antes de que termináramos de llegar a su imponente entrada.

            —¿Dónde está Thor? —pregunta no muy contento mirando a Haydee y alrededor de ella. Cómo si un perro de tal magnitud pudiera esconderse detrás de la espalda.

            —Ah Thor —exhala como si apenas se acordara del can, ¿Saben que es lo peor? Que apenas se acordó del can —, por ahí —se encoge de hombros y la cara de McKengsly es de espanto total —. Mira esto —levanta su celular.

            —¿Dónde está Thor? —grita, evade el celular y comienza a buscar con la mirada por las calles.

            —Está por ahí bronceándose —esboza restándole importancia —. Te digo que mires —insiste con el celular.

            —¡Basta! Ahora mismo trae a Thor, no sé qué tengas que hacer, pero tráelo de vuelta, o ni aparezcas.

            —¡El maldito perro es lo de menos! —grita fuerte y hasta lo jala del cuello de su camisa. Hasta hace poco no sabía que mi Haydee fuera agresiva —Mira, mira —clava su celular contra la cara de McKensgly, no soy ella y ya tengo miedo ¿no teme que le metan un golpe? —. Ahora se supone que eres mi esclavo o algo así, la verdad no estoy familiarizada con el BDSM, tú sabes sé lo que se lee en Cincuenta Sombras de Grey, pero ese mundo y yo, pero nada que ver.

            Sé que McKengsly está a punto de decir algo, pero tiene la brillante idea de ver el celular y por su expresión sé que no le gusta lo que ve.

            —¿Qué es esto? —escupe y le arranca el celular a Haydee.

            —Explícamelo tú, se supone que tengas personas trabajando en resguardar tu imagen.

            Les explicaré un poco lo que dice la funesta nota. Todo lo que dice está basado en el testimonio de la rubia que fue seducida por McKengsly, debido a que su ama, es decir Haydee, lo mandó a hacerlo. La joven quedó abismada con la forma en cómo Haydee le gritaba a McKengsly, dándole órdenes, mandándolo a callar y como él la obedecía tan prestamente. Para respaldar la información aportada por la rubia desconocida, se muestran una serie de fotos. En una McKengsly está besando a la rubia, foto tomada por una de sus amigas. En otra Haydee le está arrancando un trago a McKengsly de las manos y pareciera que le está advirtiendo que se comporte, aunque eso no fue así. En la última Haydee le está quitando el celular y gritando de nuevo. A la final la nota dice "y se fueron sin pagar la cuenta".

            —¡Y nos fuimos sin pagar la cuenta! —exclama McKengsly anonadado.

            —¡Vaya! No me acordaba de eso, y yo toda la noche pensando en alguien que me pagara los tragos cuando es tan fácil irse sin pagar.

            —¿Dónde está Thor? —entregándole el celular vuelve a preguntar amargado.

            —Y estás con lo mismo, no ves que tenemos peores problemas. Tú tienes mayores problemas.

            —Te digo que traes a Thor de vuelta o...

            ¡Vaya! ¿Fuiste tú destino? Sí, entiendo ¿para qué perder más tiempo con el fulano perro? Un auto de vigilancia se estaciona frente a McKengsly y Haydee y, ya creo que saben quién viene de pasajero.

            —Ahí está Thor, yo lo digo, todo perro vuelve a su casa —McKengsly la asesina con la mirada y se apresura a tomar el perro y agradecerle al vigilante —. Ni te pongas así McKengsly, si tanto quieres a tu perro ¿Por qué dármelo?

            —¡Cállate Haydee! ¡Cállate! —grita y se adentra a su mansión. Haydee lo sigue, aunque pienso que está loca —¿En qué estaba pensando cuando te contraté? Compadezco a Andrew por tolerarte tanto.

            —Lo siento, sé que me he comportado de forma muy inmadura, a veces no me reconozco, pero debes hacer algo con ese rumor sobre ti.

            —Mi plan de pasar desapercibido por la prensa se está yendo al caño por tu culpa. Ya voy a llamar a mi relacionista público, algo hará.

            Thor se queda en el patio y ahí estamos en la cocina de McKengsly. Haydee tomó una manzana y no está dudando en comérsela a grandes mordiscos.

            —Algo que podría ayudarte con tu imagen, los negocios y todo el paquete, es dar una buena impresión en la convención en Dubai, todos estarán y es momento de que demuestres...

            —No iré a la convención en Dubai —la interrumpe en seco —. Nunca he ido a esa presuntuosa convención, en dónde todos se visten de gala para fornicar con sus secretarias, y nunca lo haré.

            —¿Nunca fornicarás con tus secretarias?

            —¡Nunca iré a la convención! Aunque por ahora no hay ninguna secretaria sexy en Titanium con quien fornicar.

            —No me sentiré ofendida ante eso. Pero McKengsly la convención de grandes magnates es para cerrar tratos, forjar sociedades. Andrew espera la convención para hacerse cada vez más rico, si no vas estarás de nuevo fuera de la jugada. La batalla, el dinero, se reúne allá, no puedes quedarte por fuera, no puedes perderte esa oportunidad. Que los demás vayan a fornicar, tu ve a ser amigable y a ganar los contratos. Te aseguro que cuando vuelvas tu capital habrá subido en un 30% o más —habla con emoción y pasión.

            —¡No! Di todo lo que digas, pero ¡no iré!

            —McKengsly no seas necio. A veces o todo el tiempo, ser tu no es bueno. Tú crees que tu forma de ser ermitaña es lo más "Cool", pero no es así. Si quieres ganar debes cambiar.

            —Señorita Ramírez he sobrevivido sin su sabiduría por mucho tiempo. Siendo yo me ha ido bien, algo que no puedo decir de usted. Yo soy un magnate, dueño de una de las más grandes corporaciones mundiales, usted es una economista graduada en harvard, con mala reputación profesional y moral. Una gerente que pasó a ser la secretaria de la secretaria en una compañía que siempre quiso hundir. No lo has pensado Haydee, ser tú, no es bueno.

            Uno sabe que las cosas están mal cuando McKengsly comienza a tener razón. Y así es como reina el silencio mientras preocupación se adueña de nuestro rostro, o para aclarar, del rostro de Haydee, pero ustedes ya llevan suficiente tiempo conmigo como para entenderlo.  

            Haydee comienza a pensar y ya veo como con música melancólica debe pasar su vida en su mente. Conciencia me dice que tengo razón, y es que mi Haydee es obvia. Ya se viene el llanto, lo presiento, sus ojos se enrojecen y ¡otras vez!, pero... esperen. Hace una mueca como "qué más da" y como por arte de magia sus ojos vuelven a un blanco leche. Les digo que parece a esos bebés berrinchudos que al darles un caramelo se les cambia el semblante en un parpadeo.

            —Eso no importa. Lo importante es que debes crecer McKengsly, no puedes vivir solo de mantener lo que tú padre logró. Debes ser innovador, formar tu legado, grabar tu nombre en los cimientos de la economía mundial —habla con tanta pasión que casi le creo y la manzana en sus manos ya se está poniendo negra.

            —Y Dubai me dará todo eso —exclama irónico —. Haydee entiende algo, si yo voy, jamás, oye bien ¡jamás! Te llevaría conmigo. ¿Qué quieres? ¿Quedarte una semana sola en Titanium? No y no. Me importa muy poco lo que diga ¡No iré!

            —Está bien, qué drama. Solo deja de escupirme —con algo de asco se aleja de él, ve la manzana en sus manos y la deja a un lado —¿Qué harás hoy McKengsly?

            —¿Por qué? ¿Piensa invitarme a algún lado? —con prepotencia la empuja para abrir la nevera.

            —Es imposible hablar contigo —escupe —, por eso no nos llevábamos bien en la secundaria.

            —Creí que se debía a tu inútil e infunda mentado egocentrismo. Ah, verdad, también a que eres una imita mono.

            Yo lo amo, el condenado sabe que tiene unos increíbles ojos azules y no demora en agrandar sus ojos a cada instante. Deténganme por ya me estoy desnudando frente a él. Fortuna ese comentario fue tan grosero, de verdad ¡qué vergüenza! Claro que McKengsly no se vomitaría al verme, de ser un ser humano, mi cuerpo sería perfección, pero continuemos. No le haré más caso a comentarios hechos con el único propósito de bajar mi autoestima. Todos existen, porque yo existo y que no se hable más.

            ¡Uy! ¡Ay! ¡Un rayo! ¡Perdón, perdón! Soy un gusano, ya lo sé hablé sin pensar, yo existo porque me crearon, ya lo sé. Uff de la que me salvé, es hora de ir refrenando mi lengua, o aquí mi jefe me extermina.

            —Tanto tiempo perdido peleando y peleando. Como tú dices, nunca fuimos enemigos McKengsly, nos dejamos llevar por un rencor que no nos pertenecía. Reafirmemos nuestros lazos, comencemos desde cero —hasta se le ven destellos en los ojos, mi Haydee no puede ser más habladora. Persuasión ¡desiste! Nada servirá con McKengsly —, y que mejor lugar para hacernos amigos que Dubai.

            —Sabes amiguita, tienes razón —¡oh! ¡oh! Nos toma por el brazo y comienza a caminar ¿por qué será que esto no me suena bien? —¡comencemos desde cero! Y qué mejor forma de empezar que... —ya lo dije el hecho de que abra la puerta no suena bien para mí, creo que para Haydee tampoco — ¡echándote de mi casa!

            Grita, nos empuja y ¡nos caemos! Oh, no, esperen. Es que de miedo cerré los ojos, sí lo sé, soy la peor, pero bueno pánico también influye en mí. Les digo que me hice más lenta para poder apreciar todo y relatárselo a ustedes mientras ocurre. Así es cómo Haydee comienza a caer, pero se aferra a los cabellos de McKengsly, la condenada tuvo siempre su mano preparada y es que lo digo "ella no es tonta", está presionando tanto su mano, que ya se le ve roja, podría arrancarle todo ese gran mechón a McKengsly de seguir así. McKengsly arruga la cara, intenta dar un paso atrás, pero Thor llega. El can debe creer que todo es un juego porque pone sus patotas delanteras sobre la espalda de McKengsly, dándole un último empujón y justo ahora estamos cayendo todos al suelo.

            ¡Auch! Ese choque de cabezas dolió.

            —¡Maldita desgraciada! —McKengsly quejándose y tomándose la cabeza, se revuelca al lado de ella.

            —¡¿Qué?! —Sé que se siente un poco mareada porque antes de sentarse lo piensa un poco —¡¿Desgraciada yo?! Eres un cretino imbécil. Ibas a echarme como a una basura —está histérica gritando —¡Mira! ¡Rompiste mi tacón! —siento que es Dakota Fanning gritando en estos momentos.

            —Ya lárgate Haydee antes de que me olvide que eres mujer —se sienta pero su ojo es algo feo de ver ahora.

            —McKengsly te ves mal —lo observa como bicho raro, y es que McKengsly está sangrando efusivamente, toda su cara se está llenando de sangre que brota de aquella herida en su ceja.

            —Déjame, tú no te ves tan bien que se diga.

            Se levanta pasando sus manos en su cara, intentando limpiar la sangre, pero esta no deja de salir. Haydee se toca su frente y un gran chichón se ha formado ahí en la mitad. Asustada se toca la parte de atrás de su cabeza en dónde pareciera que tiene un corazón y el mismo resultado.

            —Mi frente, necesito hielo —hacemos el intento de entrar a la mansión y McKengsly que parece salido de The Walking Dead nos detiene.

            —Busca hielo en tu casa.

            —Púdrete McKengsly —toma su cartera, se saca sus zapatos y recupera su dignidad —. Aunque literalmente te pudrirás si no te ves eso. Hay que curarte, tal vez necesites puntos.

            —No necesito tu ayuda.

            —¿En serio? Porque ahora mismo estás ahogándote en tu sangre, está entrando a tu boca ¡qué asco! Hay que lavarte.

            Lo toma del brazo y lo jala dentro.

            —Haydee ¡vete! ¿Acaso eres sorda? —protesta, pero continua aunque ha optado por limpiarse la herida con su camisa.

            —Debes lavarte y no me iré, no aún. Si te mueres luego tendré remordimiento de conciencia. Y amo dormir bien en las noches.

            Entramos a la cocina y sin miramientos lanza la cabeza de McKengsly dentro del fregadero. Abre la llave y ahí está McKengsly profanando malas palabras y casi ahogándose.

            —Ya, ya, deja de quejarte bebé —Haydee comienza a buscar por los gabinetes, hasta que encuentra el botiquín de primeros auxilios  —¡aquí estás! —Toma el frasco de Alcohol —ey McKengsly —con brusquedad lo jala sacándolo de la llave, él se queja un poco y de improvisto vacía la botella de alcochol sobre su ojo.

            —¡Oh my god! —Grita y pobrecito —¡Oh Dios! —está revolcándose del dolor, de un manotazo arrojo el pote que Haydee tenía en las manos. Como una bestia se retuerce, ha tumbado unos adornos de cocina que por ahí estaban, unas lágrimas se le han escapado y en su borrosa visión la ve a ella —¡Demonios! ¡Maldita sea! —como desquiciado la agarra con una mano por el cuello. Haydee se ha quedado tiesa y fin....

            No se preocupen aun no es el fin, pero Haydee lo ve casi así.

            —McKensgly, Mc-Kengs-ly —intenta con sus manos quitar la de McKengsly en su cuello, pero él presiona y la ve por su solo ojo con rabia —Me muero —logra exhalar, la verdad es que McKengsly no está presionando tanto, pero Haydee ya se está poniendo morada, mi amigo pánico decidió visitarla un rato.

            —Bah, no me convertiré en asesino por un gusano como tú —la suelta y continúa con un trapo presionando su herida.

            —Se supone que las heridas deben desinfectarse, animal. Solo eso hice —ha recuperado su garganta y ahí está gritando de nuevo. A ésta niña le pega lo tonto.

            —Pero no de esa forma, animal —refuta.

            —Entiendo que los hombres no soportan el dolor. Ahora... aguja e hilo —Los ojos de McKengsly casi se salen de sus cuencas cuando la escucha mencionar esos dos objetos, más cuando la ve buscando con tanta presura —. Aquí está el ron, para que aguantes ¿dónde hay aguja e hilo en esta casa McKengsly?

            —Tú no vas a coserme Frankestein

            —Algo hay que hacer y no puedes ir a una clínica. Será peor, dirán "en un extraño juego sexual la vieja latina dominatriz hirió al magnate Ian McKengsly" ¡Vieja latina! ¡Cómo se le ocurrió a esa fea rubia decirme vieja! ¡Vieja!

            —Eres vieja —Haydee tuerce los ojos y nada más amerita un comentario así —. Ahora llamaré a mi doctor y tú te irás.

            —Déjame ponerte una gasa al menos hasta que el doctor llegue —No entiendo qué le pasa, en otro tiempo se habría ido, dándole antes una patada en el estómago.

            —¿Por qué tanta consideración? No importa lo que hagas, no iré a Dubai y mucho menos te llevaré a Dubai.

            —No es eso —poco a poco se acerca a él, con la gasa levantada casi como la representación de una bandera blanca, en su otra mano está el adhesivo. Él duda, pero deja que se acerque e incluso deja de presionar su herida con aquella camisa. Creo que en realidad McKengsly tenía la excusa perfecta para quedarse sin camisa. Ahí está con un torso con manchas de sangre y ¿por qué aquello me parece sexy? Ya estoy más que enferma, me quemaré como los habitantes de Sodoma y Gomorra, les adelanto que algo así pasará con ustedes ¡pervertidos! Pero bueno eso es otro tema, ahora tal vez me regañen por dar información confidencial —. Estuve pensando —toma una tijera pequeña y corta la gasa —, tal vez todo lo que me pasa sea el Karma, admitámoslo no fui la persona más buena del mundo, así que de ahora en adelante me portaré bien, ayudaré a mis enemigos, amaré a mis enemigos —Se acerca más, como Bella se acercaba a Bestia, aunque mi Haydee nunca podría ser Bella su corazón es negro y podrido, yo lo sé.  Coloca la gasa sobre el ojo de McKengsly y comienza a colocar tiras de adhesivo. Masajea levemente la zona, para asegurar que se pegue bien y siento que ella siente lo que yo siento ¿ustedes lo sienten? Sí, sonó a trabalenguas, pero este momento se está subiendo de temperatura.

            —Pues, no necesito que me ames —la aleja y él se vuelve a llevar la mano a su ojo.

            —Tampoco pienso hacerlo, solo dije que intentaré ser buena. Aunque tú logras sacar lo peor de mí.

            —¡Vete! —la mira como niño malcriado, de verdad no sé cómo Haydee aguanta eso.

            —Hasta el lunes querido jefe.

            Estamos saliendo sin zapatos, con un chillón en nuestra frente y sin un quinto ¿cómo volveremos a casa? Hemos dados unos cuantos pasos lejos del imponente portón cuando escuchamos la voz de McKengsly

            —Por cierto tu plan funcionó, tienes la comisión de Tilbra.

            No nos da tiempo a emocionarnos porque literalmente nos trancó la puerta en la cara, pero no tenemos tiempo a molestarnos. Estamos brincando de la emoción, la canción "we are the champions" suena en nuestras cabezas. Ya nada puede salir mal. Creo que Destino ya se cansó de nuevo, está dejando de meter su mano peluda y sucia.

            Tal vez y podamos resurgir, podemos volver a ser las reinas de la bolsa bursátil. Acciones, ya las extraño. Pero mejor no me hago muchas ilusiones.    

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            Aquí estamos entre papeles que huelen mal. Son tan viejos que casi se deshacen en nuestras manos. Tenemos un gran scanner, una laptop y un programa de arreglar fotos. Lo extraño es que al parecer los McKengsly tenían varias fundaciones benéficas y siempre se les ha considerado de los seres más viles sobre la tierra.

            Haydee está atenta, casi que leyendo cada documento, tal vez la historia de una empresa sirva para algo en el presente. Cómo sea ya es viernes. Haydee está melancólica porque ya todos los grandes empresarios se han embarcado a la gran convención y el generoso de Andrew Maxwell se llevó casi que a todo Mongomeri. Nos sentimos como unas hormigas abandonadas, muy solitarias.

            La relación con McKengsly esta semana ha sido pacifica, él ha tenido que ir a muchas reuniones y Haydee no ha esperado para decirle lo bien que le iría si le diera un cargo más importante. Ya tantos papeles viejos me están dando alergia, y suena el celular, que sea algo que acabe con este monótono día, porque si no, me voy, me voy de aquí.

            —Esto es un milagro —contesta prepotente.

            —Haydee no estoy para estupideces. La central de Titanium no sirve, necesito que le pidas a Margaret la carpeta naranja, ella sabe a qué me refiero y la envíes con el chofer. ¿Entendiste?

            —Sí, sí ¿Por qué no llamaste a Margaret?

            —No tengo su número privado.

            —¿Por qué tienes el mío?

            —Siempre he tenido el tuyo. Ahora deja las preguntas tontas y haz lo que te dije.

            Cuelga y nos quedamos pensando. Haydee se queda un rato viendo al vacío. Varias veces McKengsly la ha llamado y solo hasta hoy se pregunta ¿por qué tiene su número? Siendo una empleada más ¿Por qué tener su número registrado? "Pero claro, eras importante Haydee, la asistente de Maxwell, un genio en las finanzas, por eso es. Además te odia". Piensa en voz alta, y tal vez no sea tan bueno hablar solo, no cuando alguien nos puede tildar de locas.

            Margaret nos entrega la carpeta, muy elegante y mona. Bajamos a llamar al chofer de McKengsly, y estoy bostezando, Haydee también. Todo en Titanium es lento y aburrido, entonces una idea se prende en nuestras cabezas.

            —El señor McKengsly necesita que me lleve con él, debo entregarle una carpeta personalmente.

            —Claro señorita.

            Así es cómo terminamos en el auto de McKengsly dirigiéndonos quien sabe a dónde. Haydee  de seguro quiere respirar otro aire, ver otras personas, solo salir un rato.

            Llegamos a una gran casa blanca, con un lindo patio. Es algo que se encuentra en una de las peorcitas calles de la ciudad, pero se ve linda. Hay globos afuera, entramos, yo estoy pendiente de ver con mi radar de mangazos algo bueno por ahí, pero ¡miren eso! Una mega pancarta con la fotografía de McKengsly impresa guinda del techo y nosotras estamos con la boca abierta. ¿Llamarán a un biblioteca cómo McKengsly?

            —¿Qué haces aquí? —la voz detrás de nosotras nos hace brincar.

            —Me asusté. ¿Saliste de la pancarta? — Bromea, aunque a McKengsly no le causa gracia —Es surreal verte ahí y verte aquí. Te ves mejor en foto.

            —Te hice una pregunta.

            —Vine a dejarte la carpeta, tal y como dijiste.

            —Dije que la enviaras con el chofer.

            —No, dijiste "que el chofer te traiga" eso dijiste, no pongas esa cara —un mesonero pasa con unos camarones y no esperamos para quitarle uno —. ¿Qué es esto?

            No nos responde y es que una chica alta morena de cabello y ojos oscuros se acerca a nosotros. Es muy linda, nos sonríe y no duda en acercarse tal vez demasiado a McKengsly.

            —Espero que te esté gustando tu sorpresa. La verdad no debías saberlo hasta luego del discurso, pero todos hacen todo mal —sonríe y está acariciando su brazo. Haydee ahora tiene una copa de champan y los ve divertida.

            —La verdad me honras, pero no debías hacerlo —ese tono de voz no se lo conocía. Ya me puse triste, con él es más caballero, menos toro salvaje ¿Qué quiere decir? Díganme ¡Qué ocurre!

            —Claro que sí, eres nuestro mayor colaborador. Sin ti está fundación no podría subsistir. Les has dado tantas oportunidades a estos niños, así que es lo menos que podíamos hacer. Tú lo tienes todo, solo espero que este humilde regalo te muestre lo mucho que te apreciamos —no deja de mirarlo y sonreír, de tocar su brazo y aquellos senos operados ya pronto se van a salir de ese nada decente vestido —. Oh pero disculpe, no me he presentado —dice mirando a Haydee.

            —Ella es solo la asistente de Margaret, vino a traerme esto que es para ti —le da la carpeta naranja y ahora nos arrepentimos de no haberla registrado antes.

            —¡Muchas gracias! Te dejo, nos vemos, es que aún hay cosas que arreglar antes de que empiece la ceremonia. Espero que disfrute señorita asistente de Margaret —nosotras le sonreímos y miramos como su voluptuoso trasero se aleja.

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            —Está loca por ti McKengsly —Haydee riendo le da un leve golpe, y cuando agarró ese huevo de codorniz.

            —Haydee ¡cállate! ¡Compórtate! —nos toma del brazo y nos aleja a una esquina.

            —¡Oh! ¡La mesa de quesos! Gracias por traerme aquí —toma un cubito y otro —. Pero en serio está enamorada de ti, vi cómo te miraba, te sobaba el brazo, a todas te decía ¡mírame aquí estoy!  Aprovecha McKengsly ¿Qué te impide no estar con ella? Algo sientes, porque no eres cavernícola con ella.

            —Haydee no hay nada entre ella y yo. Además poco te importa, colaboro con su fundación, eso es todo.

            —A mí me huele a que no quisiste ir a la convención por venir aquí, con ella. Y créeme que tengo un sexto sentido para estas cosas.

            —No, no lo tienes.

            —Sí, si lo tengo.

            —No, no.

            —¡Que sí!. Pero si no es con ella, con la chica a la que le desembolsas millones, entonces con alguien debe ser. En más, yo McKengsly te ayudaré. Te ayudaré a encontrar a tu media naranja.

            —No quiero tu ayuda.

            —Claro que sí.

            —No, claro que no.

            —Sí.

            —No

            —¡Que sí! Y ya deja de contradecirme —menos mal que acabó ésta guerra de si y no —. Sé que no puedes ser el novio de una chica de alta sociedad, porque admitámoslo sus padres te odian, pero puedes ser novio de una famosa. No solo ser novio, sino casarte. Yo conozco a casi todas las modelos de Victoria Secrets.

            —Por favor deja de hablar estupideces —ruega.

            —¿Por qué te has quedado hablando conmigo? —una nueva copa de champan entra a su estómago.

            —Porque a decir verdad no conozco a ésta gente. Sí a Patricia y su familia.

            —Entonces se llama Patricia. Lindo nombre. Esta gente te quiere McKengsly, yo creí que nadie podría quererte, pero tiene ésta fiesta en tu honor, una biblioteca llevará tu nombre. Pero procura que la próxima biblioteca con tu nombre se la biblioteca nacional, o el museo de Wall Street  —dice burlona.

            —Dime señorita Ramírez qué cosa lleva tu nombre, aparte de una orden de embargo, desalojo y juicio —Ok, ya nos callaste. Otro camarón para mí, por favor —Deberías irte, no se supone que esto cubra tus horas de trabajo.

            —Me iré, pero piénsalo. Patricia puede ser tu costilla.

            McKengsly va a decir algo, pero no lo escuchamos. No podemos creer que él esté frente a nosotras, a una distancia algo considerable, pero ahí está.

            —¡Eric!!!!!!!!

            ¡Vaya! Nunca pensé que Haydee se emocionaría tanto como yo. Grita y lo llama, incluso corre un poco hacia él y se guinda en su cuello ¿qué le pasó a esa loca? Hace poco lo odiaba.

            Veo un rato atrás y McKengsly ha puesto los ojos en blanco y se revira un poco, aunque no se ha ido de ahí. Parece un cocodrilo dispuesto a atacar.   

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Prometí no volver a demorarme tanto, pero éstas semanas he estado ajetreada con la búsqueda de un trabajo, por fin se me va a dar y tal vez trabajando tenga más tiempo para escribir. Es irónico, porque debería ser al reves jaja, pero es que en mi casa el tiempo no rinde con tantas cosas que hacer. También mi hermana menor me quitó la laptop ¡hermana mala! jaja y no me acostumbro a escribir en la pc, se me quita la inspiración. Mil gracias por esperar, espero que les guste. E intentaré escribir éste fin de semana antes de empezar a trabajar. Besotes a todas!!!!!!!

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