Cap 21: Avísame si necesitas algo

Hanta se despertó con el olor a alcohol y antiséptico. Eran olores ásperos y punzantes que quemaban sus pulmones mientras respiraba.

Soltando un quejido, Hanta parpadeó un par de veces, refregándose los ojos mientras miraba hacia las luces brillantes arriba de él. El olor, las luces, el ruido que hizo su cuello, todo un horrible recordatorio de lo que sucedió el día anterior. Los muebles coloridos y la pecera en la esquina no hacían nada para calmar sus preocupaciones.

De pie, Hanta giró el cuello, haciendo sonar este mismo y su espalda. Miró alrededor de la colorida sala de espera pediátrica. En la esquina junto al pez había un niño pequeño con el cachete aplastado contra el vidrio de la pecera, su madre sentada a un lado de su cama, leyendo una revista. Había también una niña de ocho años acurrucada en un sillón rosa neón, y una niña estaba jugando con un camión mientras su padre la observa con cariño.

Ni Kaichi, ni Raizo, ni Yukari. ¿Dónde estaban? Esperen. Esa fue una pregunta tonta. Probablemente estaban con mamá y papá. Y mamá y papá probablemente estaban en la habitación de Haruka. Su habitación de hospital.

Dejando escapar un suspiro, Hanta se acercó a la sala de enfermeras, frotándose los ojos y bostezando. Ugh. Probablemente habría sido mejor quedarse despierto toda la noche. Esa siesta no había sido suficiente.

-Cariño, ¿De casualidad eres Sero Hanta? -Preguntó una enfermera con una carpeta con un estampado de cohetes, mirando hacia arriba desde el portapapeles que estaba estudiando.

Hanta se detuvo a mitad del bostezo, una expresión culpable en su rostro. ¿Habría hecho algo malo?- Uh, sí, lo estoy. ¿En qué la puedo ayudar?

La enfermera sonrió dulcemente, aunque había un toque de tristeza en sus ojos- Alguien te está buscando. Alta, pelo negro y corto, ¿Me dijo que se llamaba Kirumi?

Esperen, ¿Kiki estaba ahí? ¿Cómo? Si Haru fue atacada a las tres, y Egipto tenía siete horas de diferencia horaria con Japón, ¿No eran como las ocho de la mañana donde estaba? ¿Cuándo recibió la llamada? ¿Cuánto tarda un vuelo aquí? ¿Cuánto costó? ¿A qué hora llegó?

-Gracias por avisarme -Es lo que Hanta se encontró diciendo, casi automáticamente- ¿Está en la habitación o...?

La enfermera asintió con la cabeza. -Por lo que sé que sí, pero antes de que hagas nada sugiero que tomes un pequeño desayuno -Señaló hacia una puerta pintada con estrellas pastel- Parece que lo necesitas.

Volvió a su portapapeles cuando Hanta se dio la vuelta y se dirigió a la puerta. Probablemente no sería capaz de comer nada, pero un café no sonaba tan mal en ese momento.

Mientras abría la colorida puerta y entraba en la habitación, Hanta fue invadido con el olor a café y rosquillas glaseadas. Una combinación familiar.

Cerrando la puerta detrás de él, Hanta miró alrededor de la habitación. Había unas cuantas mesas alrededor que estaban apiladas con varios alimentos, junto con algunas sillas que no eran de diferentes tonos de neón como las que estaban afuera. Qué alivio.

Paseando alrededor de la mesa con la cafetera encima, Hanta se preparó una taza y tomó un bagel de semillas de sésamo. Será mejor que trate de comer algo.

Comiendo un bocado de su bagel, Hanta escaneó la habitación. Había algunos grupos de personas salpicadas alrededor de la habitación, algunos de ellos susurrándose, otros medio dormidos. Y en la esquina había un niño acurrucado hecho bolita y con un abrigo grande cubierto sobre sus hombros.

Kaichi.

Cruzando la habitación, Hanta se sentó en la silla junto a su hermano pequeño. -Oye, hermanito, ¿Cómo estás aguantando? -Preguntó, su voz flaqueando mucho más de lo que a él le habría gustado.

Kaichi no respondió, optando por esconder aún más la cabeza entre las rodillas.

Hanta se abofeteó mentalmente. Dios, ¿Qué tan insensible podía ser? Qué pregunta tonta. Pregunta estúpida y tonta. Estúpido, estúpido insensible.

Tragó gruesamente y fijó su vista en el café de su taza- Yo, uh, lo siento -Arrancó un pequeño trozo de su bagel y lo sostuvo frente a la nariz de Kaichi- ¿Bagel?

Una de las manos de Kaichi se levantó lentamente y agarró el bagel, que luego llevó a su boca y mordisque. Eso estuvo bien. Comer era bueno.

-¿Viste a Kirumi? He oído que está aquí.

Kaichi sacudió la cabeza y sopló en el bagel ligeramente, semillas de sésamo cayendo al suelo.

-¿Quieres ir a verla?

Se encogió aún más en su lugar.

-Bueno, voy a ir a ver si puedo encontrar a los demás. Avísame si necesitas algo más, ¿De acuerdo?

Hanta guiñó

-Oye. Mírame.

Los ojos oscuros de Kaichi revolotearon alrededor de la habitación durante unos segundos antes de establecerse en la cara de su hermano, una mansedumbre poco característica en ellos.

-Vamos a superar esto. Sé que suena muy cursi, pero somos fuertes. No vamos a dejar que algo así nos arruine.

-Lo sé -Su voz apenas estaba por encima de un susurro, y se tambaleó con cada sílaba. Pero al menos dijo algo. Era como cuando Yukari era un bebé. Pasos pequeños, no había que forzarlo.

-Sólo avísame si necesitas algo, ¿De acuerdo?

-Ya dijiste eso antes

-Porque es doblemente cierto

Una pequeña sonrisa ladina se formó en el rostro de Kaichi. Eso estuvo bien. Sonreír era bueno, sonreír significaba esperanza.

De pie, Hanta le dio otro mordisco a su bagel y lo combinó con un trago de café. Ah, refrescante. Ahora era momento de encontrar al resto de su familia. Probablemente estaban en la habitación de Haruka. Claro, no podría evitarlo para siempre.

Tragando gruesamente, Hanta terminó su bagel y abrió la puerta, pasando en su camino la sala de enfermeras y ganándose una sonrisa tranquilizadora de la enfermera con la carpeta de cohetes. Wow. Realmente necesitaba eso. Gracias enfermera de la carpeta de cohetes.

Siguió caminando, terminó su café y lo arrojó a un tacho de basura cercano. Sólo unas cuantas vueltas más. Unas cuantas docenas de pisadas. Habitación 405. Podía hacerlo.

Y ahí estaba. La puerta estaba algo entreabierta. Podía oír murmullos y suaves voces que venían de dentro de la habitación. Mamá. Papá. Kirumi.

Colocó su mano en la perilla, y abrió la puerta. Los ojos de todos estaban puestos en él. Los de papá estaban oprimidos e hinchados, como si hubiera estado llorando. Los de mamás eran anchos y carecían de su habitual brillo travieso. Los de Kirumi eran inquietantes y tenían bolsas grandes debajo de ellos.

-Hey, campeón -Dijo Kirumi con una voz rasposa, una sonrisa quebradiza en su rostro- ¿Cómo has estado?

-Mejor.

Resopló suavemente y miró hacia abajo, sonriendo cayendo- Creo que así estamos todos...

Levantando una silla, Hanta se sentó junto a Kirumi, mordiéndose levemente el labio. Todo era tan... Frágil. Al igual que la paz cuidadosamente mantenida que se habían engañado para creer, que se desmoronaría en el instante en que alguien exhalara un poco fuerte.

Kirumi estaba encorvada en su silla, mordiendo sus uñas y golpeteando su pie contra el suelo. Parece que aún conservaba esos pequeños tics. Ahora ella estaba pasando una mano a por su cabello, tirando de los remolinos los que a Hanta le gustaba jugar cuando era un bebé.

Los ojos de Hanta se deslizaron hacia su izquierda, donde su madre estaba sentada, torciendo su anillo de bodas mientras miraba la cama del hospital frente a ella. No. No estaba mirando la cama. Estaba mirando a la persona de la cama. Haruka.

Su padre estaba sentado en la silla junto a ella, con las gafas en la nariz, haciendo poco y nada para ocultar su perdida mirada. Yukari estaba acurrucado en su regazo, con la cara enterrada en el pecho mientras roncaba suavemente.

Pero todavía había alguien más en la habitación. No podía ignorarla. No importaba cuánto quisiera. Ella era la razón por la que estaban ahí después de todo.

Respirando profundamente, Hanta levantó los ojos y se obligó a mirar a Haruka.

Ya ni siquiera se parecía a Haruka, si debía ser honesto. La persona en la cama estaba demasiado quieta para ser Haruka, demasiado pálida, demasiado... sin vida. No. Todavía estaba viva. Sólo estaba durmiendo. Durmiendo, eso es.

La verdadera Haruka nunca habría dejado que nadie se acercara a su cabello. A esta Haruka le tuvieron que rapar la mitad de la cabeza para que las enfermeras pudieran tratar una herida que se provocó durante el ataque. La verdadera Haruka nunca dejaría que en sus lentes hubiera ni la más mínima mancha de suciedad. Los lentes de esta Haruka habían sido completamente destruidos, y habían sido barridos con el resto de los escombros durante la limpieza.

Pensar todo eso no era justo. Esta Haruka era la verdadera Haruka ahora.

¡Pero volvería a ponerse de pie en poco tiempo! ¡Anoche estaba despierta!

Bueno, despierta no era la palabra correcta. Él estaba medio dormido, y ella gruñó de dolor un par de veces, pero no estaba despierta.

Además, los médicos sólo querían darle un poco más de tiempo para descansar y asegurarse de que todo estuviera bien con su cerebro antes de que la enviaran a casa con suficientes analgésicos para detener el corazón de un elefante. Se perdería mucha escuela, seguro, pero ella y Kiwa estarían bien. Tendrían algunas cicatrices geniales, una historia genial para contar, y algún que otro trauma que descargar sobre un psicólogo. Todas cosas que se podrían arreglar.

¿Pero volvería a ponerse de pie? Basándose en el corte gigante a un lado de su cabeza y la violencia con la que fue arrojada contra la pared, no se sabía si habría algún daño permanente.

Sólo necesitaba tiempo. Tiempo de que las peculiaridades curativas y los procesos naturales de su cuerpo entren en acción. Solo tiempo.

Hanta se obligó a mirar hacia otro lado. No podía seguir observándola. Esto fue su culpa. Si él no se hubiera desquitado en ella, ella no habría evitado volver a casa y-

-¿Dónde está Raizo? -Preguntó en voz baja, mirando al suelo, con el corazón martilleando en su pecho. Sólo necesitaba distraerse, dejar de pensar en eso. Dejar de pensar en ella magullada y ensangrentada.

-En la escalera -Contestó Kirumi- Dijo que quería gastar algo de energía y una de las enfermeras lo sugirió.

-Eso tiene sentido.

La habitación cayó en silencio, sólo el sonido de las máquinas y sus pitidos y la respiración constante llenando el espacio vacío.

-Sé que esto parece un poco repentino, y entenderé si ustedes no pueden responder, pero ¿Tenemos un plan? -Sigue avanzando. Sigue sonriendo. Todo saldrá bien.

Konomi suelta una pequeña bocanada de aire, y sus manos se congelan en su anillo- En este momento, Kirumi es la que tiene el horario más flexible, así que probablemente le tocará una buena parte del trabajo pesado. O tu padre o yo estaremos aquí en el hospital. Si quieres, puedes faltar otro día más a a la escuela, puedo llamarles y explicarles la situación. Sólo avísame.

Hanta asintió con la cabeza- Eh, creo que voy a volver mañana. No quiero atrasarme demasiado

-Si eso es lo que quieres, nosotros no tenemos problema -Dijo su padre, acomodando a Yukari en su regazo mientras ella aún dormía.

Lo que quería era que Haruka mejorara. Quería tener la oportunidad de disculparse con ella. Quería una última pelea de almohadas, una última noche de películas, una última pelea de lucha libre.

-¿Hanta?

Se aclaró la garganta y se limpió sus palmas sudorosas en los pantalones. No era el momento de pensar en ese tipo de cosas. Esas cosas eran para pensar cuando estaba solo, para que pudiera llorar tan fuerte como quisiera- Yo, eh, lo siento. Sólo estoy pensando en algunas cosas.

Sus padres compartieron una breve mirada antes de que Konomi asintiera con la cabeza- Por supuesto, querido.

Hanta sonrió débilmente cuando la habitación cayó de nuevo en un silencio que llenaba el aire como una espesa niebla, presionando y asfixiando a los habitantes de la habitación.

...

El viaje en auto de vuelta a casa era inquietantemente tranquilo. Sólo los sonidos de la respiración y el olfato ocasional se podían escuchar mientras Kirumi conducía por las calles.

Hanta miró hacia el espejo retrovisor y vio en el asiento trasero a Yukari, todavía estaba dormida, de alguna manera logró pasar todo el día sin despertarse. Probablemente iba a ser un dolor de cabeza esa noche, pero eso era un problema para el futuro Hanta y la futura Kirumi. Kaichi estaba mirando por la ventana, el abrigo de su padre todavía sobre sus hombros. Raizo estaba golpeando su pie ansiosamente, lleno de energía a pesar de pasar todo el día corriendo arriba y abajo de las escaleras.

Hanta mordió el interior de su mejilla y miró por la ventana. Agarraría las llaves de Kirumi y abriría la puerta, luego volvería al auto y se aseguraría de que todos entraran. Después de eso intentaría comer algo, se iría a la cama y al día siguiente iría a la escuela como si nada de esto hubiera pasado.

El auto se detuvo cuando Kirumi se estacionó en la entrada- Muy bien niños, vamos. Hay que dormir o mañana será un día muy pesado.

Ella se bajó del coche y abrió la puerta del asiento trasero, desabrochando el cinturón de Yukari y sacudiendo ligeramente el hombro de Kaichi, sacándolo de sus pensamientos.

Kaichi parpadeó perezosamente cuando Raizo abrió la puerta y se bajó del auto, corriendo hacia la entrada y rebotando de pies a pies impacientemente. Parece que no iba a dejar que todo lo que había pasado le afectara.

Hanta se bajó del auto, Kirumi le dio las llaves mientras levantaba a Yukari en un brazo y agarraba la mano de Kaichi con el otro, llevándolos fuera del auto.

Subiendo al porche, Hanta abrió la puerta y estaba a punto de entrar cuando alguien llamó.

-¿Hanta? ¿Hanta cariño, eres tú?

Entregando las llaves a Raizo, Hanta giró a la izquierda, donde su vecina, la señora Arai, estaba parada.

Ella sonrió, tenía una dulce sonrisa de abuela, y le hizo señas para que se acercara a ella.

-¿Hay algo que pueda hacer por usted? -Preguntó, caminando hacia ella.

-Tengo algo para ti -Explicó, buscando algo en su bolso- Un buen muchacho de cabello azul y lentes pasó el otro día buscándote. Como ninguno de ustedes estaba en casa, lo guardé para ti -Ella sacó de su bolso un folio con varias hojas dentro y una inscripción delicadamente escrita que decía "Tarea"- Avísame si necesitas algo, ¿De acuerdo?

Hanta asintió con la cabeza- Lo haré. Gracias señora Arai -Dijo automáticamente, extendiendo la mano y agarrando las cosas.

-No es nada cariño. Ahora vayan a dormir un poco. Dios sabe que lo necesitan.

-Lo haremos -Hanta volvió a dirigirse a su casa, abriendo su bolso y hurgando en su contenido. ¿Iida realmente había ido a dejarle la tarea? ¡Incluso lo organizó todo!

Hanta hizo muecas cuando pensó en lo que había hecho los últimos días. Besó a Iida, y al día siguiente saltó por su ventana sin ninguna explicación. Oh, vaya.

Esperen. ¿Qué era eso? Justo al lado de su tarea en inglés había un sobre naranja brillante.

¿Una carta?

Sacando el sobre, Hanta lo examinó mientras subía los escalones del porche. Era una carta, definitivamente escrita por Iida. ¿Pero por qué la había escrito? Sólo había una manera de averiguarlo.

Arrancando la parte superior del sobre, Hanta sacó la nota que había en su interior, que estaba escrita en papel blanco y nítida con un borde azul oscuro. Naranja y azul. Eso parecía haber sido intencional. Sacudiendo la cabeza, el chico de pelo negro comenzó a leer la nota.

Querido Hanta,

Sé que escribir esta carta puede parecer demasiado, pero sentí que era apropiado para la ocasión. Quería asegurarme de que pudieras aferrarte a estas palabras y tomarlas en serio.

Sólo quería que supieras que pase lo que pase, me preocupo por ti. Tu mera presencia me trae tanta alegría, y cuando sonríes siento que mi corazón va a explotar.

Sé que esto es bastante corto, pero prefiero guardar mis alabanzas para cuando llegue a verte en persona. Toma esto como una especie de recordatorio. Un recordatorio de que hay personas que te aman, te necesitan y te adoran.

Tuyo de corazón, Tenya

No. No iba a llorar. No iba a llorar por esta nota jodidamente dulce y hermosa, estúpidamente reflexiva e increíblemente increíble. No iba a llorar. Después de todo lo que acaba de suceder no había manera de que llorara por eso.

-Hanta, entra. Quiero que trates de comer algo.

Gracias a Dios. Distracción. Las distracciones eran buenas.

Levantó la vista y hacia la puerta principal, que ahora estaba abierta. Kirumi estaba allí parada, acurrucando a Yukari quien aún dormía en sus brazos. ¿Cómo esa chica logró dormir todo el día? Hanta no lo sabía.

-Claro, Kiki -Su voz se quebró, deslizó un pulgar sobre su ojo y guardó la nota en su bolso. Si miraba esa cosa por otro segundo estaba seguro de que iba a estallar en lágrimas.

-Oh chico... Todo va a estar bien -Dijo Kirumi, suavizando las expresiones.

Un pequeño hipido- Lo sé. Es solo... Es mucho -Dios. Venían. Las cataratas de lágrimas venían.

Kirumi colocó una mano tranquilizadora en su hombro- Vamos a entrar. Te consguiré algo de beber.

Hanta asintió con la cabeza, usando una mano para tratar de detener su llanto mientras Kirumi lo guiaba dentro, cerrando la puerta detrás de ella.

Vagamente, Hanta vio a Kirumi pasar al lado de él, probablemente iba a dejar a Yukari en su cama. Pero eso no importaba ahora. Sólo necesitaba respirar. Sólo necesitaba respirar hondo y dejar de llorar, y todo estaría bien.

Su rostro se vio adornado con una sonrisa cuando las lágrimas calientes comenzaron a rodar por su rostro, el cuerpo temblando con una combinación de risas y sollozos. Sigue sonriendo y todo estaría bien. Mantente feliz y nadie te mirará raro.

Pero Kirumi estaba de vuelta, y ella lo miraba con una expresión preocupada en su rostro. Sostenía una taza de té humeante en sus manos.

-¿Quieres hablar de ello? -Preguntó dulcemente.

Hanta se sonó la nariz en la manga- Yo, ella-

-Oye, va a estar bien. Haru es una luchadora.

-Lo sé -Esta vez tomó una servilleta para limpiarse los mocos- Es sólo... No sé. Supongo que creo que esto es mi culpa, o algo así.

-Campeón, no había manera de que pudieras haber hecho nada -Le aseguró Kirumi.

-Lo sé, pero no puedo evitar preguntarme. ¿Por qué estaba en la zona en primer lugar? ¿Fue por mi culpa?

-¿Por qué habría sido tu culpa?

-Nos peleamos el otro día. Las cosas estaban un poco tensas por aquí. Ella estaba evitando volver a casa, se quedaba hasta tarde con sus amigas y todo eso. Es sólo que, tal vez si me hubiera disculpado ella habría vuelto a casa y no hubiera estado en ese local.

-¡Nada que ver! Escucha, lo que está en el pasado el pasado se queda en el pasado. No es nada lindo, ya lo sé, pero tenemos que seguir avanzando.

Hanta soltó un supiro y masajeó su sien con una mano- Lo sé. Sé que no es racional y probablemente no tenga sentido en este momento, pero...

-Niño, nada tiene sentido en este momento. Está bien. No hay nada de malo en que estés triste.

Hanta suspiró de nuevo y tomó un largo sorbo de su té- Probablemente debería irme a la cama. No quiero llegar tarde a la escuela mañana.

Kirumi asintió con la cabeza y le quitó la taza a su hermano- Sólo, avísame si necesitas algo, ¿De acuerdo?

Hanta sonrió y se puso de pie- Hasta mañana, Kiki.

-Duerme bien, campeón.

...

Sero se frotó la nuca, tratando de despertarse del todo. Anoche había sido otra noche difícil. Estaba bastante seguro de que si se cubría con una bufanda y se levantaba un poco el pelo podía pasar como un mini-Aizawa.

Sólo necesitaba llegar a la cafetería y conseguir algo de comer. Eso seguramente le haría sentir mejor. Tal vez tomaría una siesta en inglés, probablemente se saldría con la suya.

Suspirando, continuó caminando a través de la multitud de estudiantes. ¿A dónde estaba su squad? ¿Habían ido a la escuela ese día? ¿Acaso él había ido a la escuela? ¿Era esto una alucinación?

-¡Dios mío, Sero! ¿¡Dónde has estado!? -Mina exclamó, corriendo hacia él. Oh. Ahí estaba. Parece que hoy sí fue a la escuela.

-Ehh...

-Amigo, no te ofendas, pero pareces la muerte -Dijo Kaminari, el resto del equipo que se acercaba detrás de él, Bakugo algo a regañadientes- O como, un mini-Aizawa.

-Tonto de tu parte asumir que un mini-Aizawa no es la muerte.

Kaminari asintió con la cabeza- La alien tiene un buen punto.

-Sí, lo sé -Sero se encogió de hombros y se rascó la nuca torpemente- No me perdí demasiado, eso espero -Bien. Aleja la conversación de ti mismo. Pregunta por las anécdotas navideñas de Kaminari para sellar el trato. No habría vuelta atrás luego de eso.

Jiro asintió con la cabeza, girando un earjack alrededor de su dedo- No, sólo lo de siempre. Creo que Aizawa tiene todos tus deberes, pero si no, pídeselos a Iida. Puedes tomar prestadas mis notas si quieres.

-Gracias, Jiro -Bostezó torpemente- Hey Kami, ¿Cómo ha estado tu tía?

-¡Insufrible! ¡Juro que ha memorizado mi horario para que llame cuando ella sea la única en casa y tenga que atender! Y habla de las cosas más tontas, como por ejemplo hace dos semanas que quería saber sobre las, ¿Declaraciones de impuestos? Primero que nada, no sé nada de impuestos, y segundo ¿No van a venir en marzo? ¿Por qué querría-

Jiro entrecerró los ojos y clavó uno de sus jacks en la nuca de Kaminari- Eres un idiota, ¿Sabes?

-Sí, sí lo sé. ¿Pero por qué soy un idiota en este momento?

-Porque Sero obviamente está tratando de cambiar el tema, y caíste en su trampa.

Maldita sea Jiro y su capacidad de percepción. Pero no fue completamente su culpa. Realmente debería haber intentado hacer todo más sutil.

-Cierto. De vuelta al punto. ¿Por qué faltaste ayer? -Kaminari chilló, agarrando a Sero por los hombros y sacudiéndolo.

-¡O por qué tus ojeras son grandes! -Mina agregó.

-¡Chicos, Sero no tiene que decirnos si no quiere! -Kirishima protestó, agarrando a Kaminari por la parte posterior de su abrigo y separándolo de Sero.

-Pero si él quiere, no nos oponemos -Dijo Jiro, una sonrisa en su rostro.

Ugh. Maldice a sus amigos y sus actitudes persistentes y entrometidas. En realidad, tachen eso. Sólo lo estaban cuidando. Siendo entrometidos en el proceso, claro, pero la intención es lo que cuenta.

-Yo uh, es un poco complicado -Eso era mentira, la situación era bastante simple. Fueron los sentimientos los que complicaron todo. Aunque así era con todo en realidad

-Dios, Cara plana ¿Podrías callarte? A nadie le importa -Gruñó Bakugo, con las manos metidas en los bolsillos- Probablemente se quedó despierto toda la noche jugando videojuegos o algo así, se durmió, y luego se sintió demasiado avergonzado para presentarse en la escuela.

Eso no fue exactamente lo que sucedió, pero al menos Bakugo estaba adivinando... Un poco.

-Bakugo, si solo vas a molestar, puedes irte -Le indicó Jiro, visiblemente enfadada.

-Gracias a Dios -Y con eso Bakugo se dio la vuelta y se dirigió hacia la cafetería, dando un codazo a dos estudiantes de estudios generales en las costillas en el camino. Vaya, Bakugou siendo rudo, qué sorpresa.

-¡Vamos amigo! ¡Dinos por favor! -Kaminari rogó, juntando las manos y haciendo un puchero- ¡Por favor!

Mirando las caras de sus amigos, Sero podía sentir que su determinación se desmoronaba. No pudo evitarlo. Aunque empezara a llorar como un bebé, no importaría.

-Bueno, bueno, eh, hubo un ataque hace dos días en un local de comida, ¿Verdad? -Todos asintieron con la cabeza- No es demasiado inusual. Un poco pequeño, honestamente -Más asintiendo con la cabeza- Pero, una de mis hermanas estaba allí y salió herida, y, eh, yo estaba en el hospital ayer -Silencio- Siento no haberles mandado ningún mensaje ni nada, es solo que, no sé. Todo era un poco loco.

Sero se preparó. Se preparó para la pausa incómoda seguida de las palabras vacías de consuelo. Iba a ser una mierda, sí, pero al menos se acabaría.

Pero luego un par de brazos se envolvieron alrededor de su torso y alguien enterró su cara en el su pecho, unos cuernos golpeaban su cuello.

-¿...Mina?

Ella lo abrazó aún más fuerte, ya empezando a sollozar- Sero, sé que probablemente has estado escuchando esto mucho últimamente, pero avísame si necesitas algo, ¿De acuerdo? -Dijo, mirándolo, lágrimas que ya se derramaban de sus ojos- ¡Y no te disculpes por no respondernos, está bien! ¡Nosotros podemos esperar! -Sollozó, apretando aún más fuerte.

-¡Muévete! ¡Quiero darle un abrazo a Sero! -Kaminari chilló, también llorando. Colocó una mano en el hombro de Mina y trató de alejarla.

Ella siseó en respuesta, por el amor de Dios, siseó como un gato. Sero no podía evitar sonreír.

Kami se enfureció indignado y directamente empujó a Mina, haciéndose un espacio para envolver sus brazos alrededor de Sero al mismo tiempo que Ashido empezaba a llorar de nuevo, soplándose la nariz con el uniforme de Sero como una niña pequeña.

-¡Ew! ¡Mina! -Kirishima exclamó, tratando de tirar de ella hacia atrás y consiguiendo otro siseo de parte de la de tez rosada.

-¡Tú no eres el que se acaba de ensuciar el uniforme! -Protestó, limpiando otra mancha de mocos de su abrigo.

-Eso no cambia el hecho de que es súper asqueroso -Respondió Jiro, sacando un pañuelo de su bolsillo y dejándolo en una de las manos de Sero- Creo que vas a necesitar esto.

Sero se encogió de hombros, su sonrisa habitual regresando, aunque lentamente- Estoy acostumbrado.

-Amigo, ¡Estás siendo super varonil en este momento! -Kirishima renunció a su orgullo y se acercó, uniéndose al abrazo.

-¡Vamos Jiro! ¡Únete a nosotros! -Kaminari dijo, sollozando ligeramente- ¡Hora del abrazo grupal!

Se rió torpemente- Eh, yo, ehh...

-No la hagas hacerlo si no quieres -Dijo Sero, despeinando juguetonamente a Kaminari.

Jiro sonrió suavemente, susurrando un "gracias" mientras Sero le daba un guiño tranquilizador.

Mina soltó un llanto particularmente fuerte y se voló la nariz de nuevo, haciendo que todos hicieran muecas y se alejaran del abrazo. Todos menos Sero, obviamente.

-Mina, vamos... Tienes que soltarte -Convenció Kirishima, tirando suavemente de la parte posterior de su camisa.

-¡No!

-¡Tenemos que conseguirle a Sero algo mejor que la comida del hospital! -Kaminari ordenó mientras él y Jiro la tiraban de sus dos brazos, Kirishima separándola al fin de Sero.

Ella hizo un puchero, pero no protestó cuando el grupo se dirigió hacia la cafetería.

...

De acuerdo, Aizawa no tenía su tarea. Iida la tenía. No había problema con eso, pero la cosa se estaba por poner un poco incómoda. En realidad, iba a ser muy incómoda. ¿Cómo iba a explicarle todo? ¿Sería capaz de contarle sin estallar en lágrimas?

No había más tiempo para vacilar. Tenía que hacerlo

-Un pajarito me dijo que tienes mi tarea -Dijo Sero, una sonrisa astuta que aparecía en su rostro, con la esperanza de que no sonara completamente loco. Escuchar algo de los pájaros era una frase, ¿Verdad? Esperaba que lo fuera.

Iida giró a verlo, una expresión ilegible en su rostro. ¿Preocupación? ¿Afligimiento? ¿Ira? Era difícil de decir.

Bueno, duh. Por eso era ilegible. Que genio que eres Sero.

-Hanta, ¿Qué pasó? ¿Estás bien? ¿Por qué te fuiste tan de repente el otro día?

Dios. No otra vez. No otra vez. Ya podía sentir las lágrimas en sus ojos. No, no, no, no, no.

Pensamientos felices. Necesitaba pensar en pensamientos felices. Cachorros, gatitos, los chistes tontos de Kaminari, la determinación de Kirishima, los comentarios sarcásticos de Jiro, los apodos de Bakugo, la actitud alegre de Mina, la sonrisa de Iida.

El espíritu errante de Kirumi, la curiosidad de Yukari, la pasión de Raizo, las preguntas de Kaichi, las de Haruka-

Esperen. No. Eso no es feliz. Eso es malo. Eso le recuerda el olor del alcohol y el pitido de la maquinaria y su hermana pequeña acostada allí, inconsciente, con tubos conectado a ella, horriblemente pálida.

-Hanta -Iida estaba a su lado, una mano tranquilizadora colocada en el hombro de Sero.

-Lo siento. No sé por qué...

Sero vagamente notó a Iida atrayéndolo para un abrazo, y una pequeña voz en la parte posterior de su cabeza protestó diciendo que no deberían estar haciendo esto en la escuela. Cualquiera en clase podría pasar por allí y verlos. O hasta sus profesores.

Pero en este momento, eso a Sero no le importaba.

-Está bien. No tienes que decir nada -Murmuró Iida

-Lo siento -Dijo Sero- Es sólo... Haruka...

-No hace falta que me expliques, no te fuerces a ti mismo.

-Probablemente no quieres abrazarme en este momento de todos modos -Sero se despejó la garganta y rompió el abrazo - Estoy cubierto de mocos.

Iida se encogió de hombros y volvió a abrazar a Sero- No me importa.

Sero soltó un suspiro contenido y parpadeó para sacar el resto de sus lágrimas. Eso se sintió. Pero no podía durar para siempre.

-Lo siento, pero-

-No deberíamos estar haciendo esto. Lo sé -Iida suspiró y se alejó del abrazo.

-Pero oye, hay un lado positivo: Mañana tendremos esa excursión de la que habló Aizawa hoy.

-Tienes un don para darle un buen giro a todo ¿Sabes?

Sero se rió- Sí, lo sé. Creo que es una de mis mejores cualidades.

-Eso y tu sonrisa. Y tu determinación. Y tu devoción a los que amas, tu actitud relajada-

-¡Lo entiendo, lo entiendo! -Sero cubrió su rubor con una mano- Vamos. Tengo que volver a mi casa, tengo demasiada tarea que hacer.

Iida se rió- Yo estaría dispuesto a ayudarte con eso, si quieres.

Sero sacudió la cabeza- Nah, estaré bien solo.

Iida hizo muecas- Entiendo... Oye Sero, avísame si necesitas algo, ¿De acuerdo?

Sero asintió con la cabeza débilmente- Está bien. Tengo que irme ahora. Hasta luego.

☆.。.†:*・゜☆Final del capítulo☆.。†.:*・゜☆

¡Hola mis rayitos de sol! 

Perdón por no actualizar ayer, tuve una serie de eventos desafortunados, dea. Pero sí, pasaron muchas cosas- 

¡Pero el lado bueno es que ya publiqué el capítulo!... Aunque bueno, considerando todo lo que pasó, no sé si eso es bueno o malo- 

En fin, no quiero hacer esto muy largo así que me voy despidiendo. ¡Acuérdense de tomar mucha agua y cuidarse! 

¡Chau mis rayitos de sol! 

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