Capítulo VII

"La melancolía nunca es buena, no es buena para nadie, no me había dado cuenta en la soledad en la que había vivido todo este tiempo, la verdad es que estaba consumiéndome"

A veces es mejor alejarse de las personas que son importantes para nosotros para no lastimarlos, cuándo los vi conversando tan enérgicamente aquel día sentí que me moría, como es que uno puede perderse y dejarse consumir por los celos, realmente no fue nada lo que vi pero resulta que conozco a Evan y se de lo que es capaz.

No quería hacer algo de lo que después me arrepentiría y lamentaría, no quería perderla y menos por mi orgullo, ella es una mujer libre de relacionarse con quien quiera, a pesar de que muchas cosas han pasado entre nosotros siento que no somos nada, aunque por otra parte ella lo es todo para mi.

Así que lo mejor que pude haber hecho fue salir de allí y no envenenarla a ella también, la calma nunca fue mi fuerte pero por ella soy capaz de sacrificar lo que sea, ese día me retiré temprano, Carol canceló todas mis reuniones y entrevistas previstas para el día y las agendó para la semana siguiente. 

Decidí ir a mi departamento y desahogarme con el saco de boxeo que utilizaba cada vez que me sentía sin salida y sin auto control, aunque debo decir que lo hice bastante bien, Evan aún tiene su rostro intacto, así que creo que lo hice más que bien.

Alguien llamó a la puerta con fuertes golpes y me obligó a salir de mi trance, mi departamento era lo bastante extenso como para tener mi propia sala para realizar mis actividades físicas aunque siempre me gustó salir a correr al aire libre pero a veces prefería quedarme aquí en mi zona de confort.

Tomé una de las toallas que la señora Morrison me había dejado, ella era una mujer muy trabajadora y por años ha sido conocida de mi familia, viene unas tres o cuatro veces a la semana para encargarse de los quehaceres, siempre que puedo las hago yo, pero no es algo que se pueda ver todos los días.

Todo mi cuerpo estaba sudado, mis shorts se pegaban a mis muslos y mi torso estaba al descubierto, coloqué la toalla alrededor de mi cuello mientras me dirigía a la entrada. La persona que llamaba a la puerta lo hacía de manera insistente, puedo entender que la calma tampoco es su fuerte.

— ¡Ya voy! — grité mientras me disponía a abrir la puerta.

Cuando la abrí me llevé la sorpresa de mi vida jamás pensé que aparecería por aquí y en esta época del año y más a estas horas, ya son casi las nueve de la noche, el invierno ya se encuentra a unos pasos de llegar y se muy bien que ella siempre odió el invierno, estaba empapada, traía puesto unos jeans rotos y una camisa azul con cuadros blancos y yo por mi parte ni siquiera me di cuenta del giro que había tenido el clima, bueno tampoco es que vaya a revisar el pronóstico a cada rato.

— ¿May? — pregunté sorprendido, ella me miraba con los ojos bien abiertos.

— ¿Dorian? — ella preguntó también, sus ojos se le llenaron de lágrimas de repente.

Ella me abrazó con fuerza y comenzó a sollozar empapando mi pecho de lágrimas y todo mi cuerpo con el agua de la lluvia que trajo consigo.

Ella es una antigua amiga de la preparatoria y luego también en la universidad, siempre fue una de las más sinceras, me decía lo que pasaba por su mente de la forma más cruda posible, lo soltaba sin reparos y más cuando no le caía la chica con quien salía, me recuerda un poco a Loana aunque ella no tenga comparación alguna.

— ¿Que te sucedió? — inquirí preocupado agarrándola del rostro, me extrañaba verla así, quebrada y derrumbada, ella siempre fue de esas que nunca derramarían una sola lagrima, siempre fue muy fuerte y orgullosa.

Ella se secó las lágrimas y tomó aire para poder hablar, inhaló y exhaló profundo. Pero antes de que May pudiera esbozar palabra alguna la hice pasar y le ofrecí ropa seca y un té bien caliente para que no coja ningún resfriado. Me puse una sudadera antes de sentarme y acompañarla en el living.

— Ahora si, cuéntame ¿que fue lo que te trajo hasta aquí? — dije acomodándome en el sofá opuesto al suyo.

— Disculpa por llegar así Dorian, no sabía a quien más acudir.. — confesó limpiándose la nariz con los pañuelos desechables que coloqué cobre la mesa y su melena castaña ya se estaba secando.

— No tienes porque disculparte, sabes que puedes contar conmigo para lo que necesites.. siempre.. — dije mientras me sostenía sobre mis rodillas con mis codos. — Sabes que puedes confiar en mi.. — agregué tranquilo.

— Gracias, eres el mejor amigo que una chica pueda tener.. — dijo dándole un sorbo a su bebida caliente. — Bueno como ya sabes desde hace mucho tiempo que mis padres rompieron todo tipo de lazos conmigo, y ahora Nicky.. — empezó a decir y lágrimas empezaron a surcar sus mejillas rosadas, su nariz y sus ojos estaban rojos por haber llorado tanto. — Lo perdí todo.. hasta mi trabajo Dorian.. — confesó entre sollozos.

— Dios May.. — fue lo único que pudo salir de mis labios en ese momento porque me puse a pensar en todo lo que ella ha tenido que enfrentar sola desde hace años y lo difícil que ha sido todo.

— Lo sé.. estoy jodida.. — musitó y entre sollozos comenzó a reír — Soy un desastre.. todo se derrumbó..

— No digas eso, aún me tienes a mi.. y puedes quedarte aquí el tiempo que necesites.. — espeté.

Luego de que May se había calmado ordené comida Thai, se que a ella le encanta y quiero subirle el animo, y muy aparte de todo el lío y las lágrimas me estaba muriendo de hambre.

Una hora después de haber ordenado sonó el timbre, solo que yo estaba saliendo del baño y tenía una toalla que me cubría de la cintura para abajo mientras me secaba el pelo.

— ¡Voy! — gritó May con esa voz chillona que la mayoría de las mujeres tiene.

— ¡Aguarda! — vociferé saliendo a toda prisa de mi habitación sosteniendo mi toalla y dirigiéndome a la entrada — Aún hay que pagar.. — dije y me detuve estupefacto porque no era la orden que había solicitado hace una hora.

Loana estaba parada en la puerta y Wallace detrás de ella serio e inexpresivo, de Loana no puedo decir lo mismo, sus ojos estaban abiertos de par en par a punto de cristalizarse.

— Loana.. ¿Que haces aquí? — dije aún sorprendido pero más que nada extrañado, la verdad no esperaba que ella viniera aquí en mi departamento.

— Soy May.. mucho gusto.. — May saludó gentilmente, Loana parpadeó varias veces y luego le extendió la mano para saludarla.

— Soy Loana.. y el gusto es mío.. creo que llegué en un mal momento.. — dijo con desdén observándome de pies a cabeza y se detuvo mirándome directo a los ojos.

— De hecho llegaste justo a tiempo para la cena.. May te presento a mi socia y Loana ella es una vieja  amiga.. — musité de repente saliendo de mi estado de shock. — Pasen por favor, no se queden ahí.. — dije invitándolos a pasar.

— No quisiera interrumpir nada.. — agregó Loana y podía sentir la furia en cada palabra que esbozaban esos hermosos labios que me moría por besar.

— No interrumpes nada, ¿no es así May? — insistí dándole un codazo leve a May que se había quedado embelesada observando con detalle a Loana. Lucía perfecta con ese vestido holgado color azul eléctrico y encima una chaqueta negra, estaba preciosa.

— No, claro que no.. — dijo May saliendo da su estado embelesado.

Loana miró a Wallace quien asintió levemente con la cabeza como si le dijera que es seguro pasar y que no es lo que ella está pensando, la verdad es que espero que no haya pensado que me he tirado a mi mejor amiga, de solo pensarlo se me revuelve el estómago, May es como mi hermana. La hermana que nunca tuve.

Wallace se despidió de Loana y le dijo que la esperaría en la entrada, pero insistí en que él también debía acompañarnos, tampoco soy un desalmado para dejarlo afuera, pero él insistió que esperaría en el coche y no quise ser molesto, él solo cumplía con su trabajo.

Y ahora yo me encontraba en aprietos, con dos mujeres muy importantes para mi, una que ni cuenta se daba de lo que pasaba y la otra que me asesinaba con la mirada cada vez que tenía la oportunidad, estaba como un animal acorralado, preso en mi propio territorio.

— Bueno, las dejo para que se conozcan y mientras voy a ponerme algo de ropa.. — dije mientras me dirigía a mi habitación.

— Dorian. — espetó Loana incorporándose — No me quedaré mucho tiempo solo vine porque necesito conversar contigo.. — manifestó de repente.

— Está bien, déjame ponerme algo de ropa y mientras puedes esperar en el estudio, permíteme enseñártelo.. — dije señalando con la mano para indicarle hacia donde debía ir.

— Les aviso cuando llegue la comida Thai.. — agregó May y ambos la miramos con una cara de que eso no era lo que a nosotros nos importaba.

— Está bien, ahí dejé el dinero para pagar por la orden al repartidor.. — dije señalando la mesita que se encontraba en el living cerca de ella.

Mientras Loana me esperaba en el estudio y May esperaba la cena yo me estaba poniendo unos jeans rasgados de color azul y una camiseta blanca con cuello en v para luego ir descalzo hasta el estudio.

May ya se encontraba disfrutando de la cena cuando pase por allí, ella estaba atascando su boca con ped dang que sería asado de pollo al jengibre, era su favorito.

— Déjame un poco.. — espeté divertido.

— No te preocupes, atiende a tu novia primero.. — musitó divertida con la boca casi llena.

— ¿Perdón? — inquirí sorprendido.

— Quien te viera.. estás jodido.. — dijo riendo y la comida casi se le sale por la nariz.

— Si, al igual que tu.. — sostuve riendo también.

Cuando entré al estudio Loana estaba recostada sobre mi escritorio de caoba apoyando su trasero en el borde y cruzada de brazos lista para reprenderme por lo que sea que la estaba molestando, que por cierto ya voy sospechando sobre qué será.

— ¿Puedes explicarme porque demonios te retiraste así de la empresa? Y.. ¿Que hace esta mujer aquí? — reclamó con hastío.

— Primero cálmate.. — dije levantando los brazos en señal de paz. — Estaba furioso con Evan y no quería que salieras afectada.. — confesé muy tranquilo.

— Pero que considerado. — dijo con sarcasmo — y por cierto no me pidas que me calme porque será peor para ti. — bramó con algo de furia.

Me acerqué a ella y puse ambas manos sobre su cintura pero no se inmutó, seguía furiosa, su pecho subía y bajaba con determinación.

— Me encanta verte molesta.. — confesé y pase mi dedo índice entre sus cejas que estaban fruncidas — Me encanta esta línea que se te forma cuándo te enojas.. — murmuré muy cerca de sus labios.

— Créeme.. no me quieres ver realmente molesta.. — aseguró con determinación alejando un poco su rostro.

A pesar de toda esa rabia que emanaba de sus palabras podía sentir la calidez en ellas, entendí que aunque muchos hombres la busquen o la desearan ella volvería a mi y yo a ella, estábamos destinados a encontrarnos, pegué mis labios a los suyos y aunque se resistió al principio por su orgullo, ella cedió ante su deseo al igual que yo.

— Te necesito más a ti, de lo que tú a mi.. — susurré.

Ella enredó sus piernas a mi cintura y si no fuera porque May estaba en el living ya lo haría aquí con ella dejándome llevar por esta oleada de emociones y sensaciones.

— Aún no respondiste que hace aquí esa mujer.. ¿Te acostaste con ella? — preguntó entre jadeos apartando mi rostro con sus manos que estaban tibias y su perfume era tan fresco que me transportaba a otro lugar.

— ¡Dios no! Ella es gay.. — exclamé separándome de ella y la ayude a bajarse del escritorio que se había quedado en un desorden total.

— ¿Entonces no pasó nada? — preguntó avergonzada.

Cómo es que las mujeres tienen una mente tan creativa, ya se que tengo un pasado pero tampoco me tiraría a cualquiera que se me cruce en el camino.

— No, ya te he dicho que es gay, pero si se quedará conmigo un tiempo hasta que logre restablecerse.. — confesé más tranquilo.

— ¿Vivirá aquí contigo? — inquirió inquieta.

— Oye mi cielo, es una amiga que necesita de una mano en estos momentos.. y si yo puedo dársela se la daré.. — dije acercándome a ella y tomándola del rostro acaricié su mejilla con mi pulgar.

— Está bien, me disculpo por mi arrebato.. se que no estoy en posición de reclamarte nada.. — musitó apenada.

— No hay nada que disculpar, me has demostrado que te importo más allá de la atracción física y sé que aún no te lo he pedido, pero quiero pedirte que seas mi novia.. ¿Aceptas? — dije mirándola directamente a los ojos.

— La verdad es que.. pensé que ya lo éramos.. — dijo divertida.

— Perdone futura señora Wilde.. — dije riendo y ella se ruborizó, adoraba eso — solo prométeme que no aceptarás nada que Evan te ofrezca, por favor.. — imploré en un tono casi desesperado.

— ¿Van a venir a cenar o no? — nos interrumpió May y la fulminé con la mirada — Si.. no engañan a nadie, ya mejor cásense.. — dijo riendo y se retiró.

— Si que es intensa.. — musitó Loana divertida.

— Le gustas, ¿no te diste cuenta? — dije en un tono burlón para molestarla.

— Tal vez ella también me guste a mi, hasta ahora me cae bien.. — confesó y sentí que estaba provocándome.

— Lo que me faltaba.. mi novia y mi mejor amiga.. ya era demasiado bueno para ser verdad.. — reclamé divertido. — Pero al final no me preocupa, toda vez que no sea con Evan.. estoy tranquilo. — confesé.

— Dios.. ¿Que tienes con Evan? — inquirió con fastidio. — ni siquiera lo registro..

— Es peligroso y eso es suficiente para que te mantengas alejada de él.. no es de confianza.. — espeté.

— Pues quédate tranquilo, no es que me agrade, tengo que fingir que me cae bien.. — confesó con hastío.

— Solo mantén tu distancia y yo me encargo de él.. — aseguré muy tranquilo.

Le di un beso rápido y luego nos fuimos a cenar, bueno en realidad May casi nos deja bajo la mesa, es una devoradora, nunca se sacia, es como un barril sin fondo pero súper delgada a la vez, no se como lo hace.

La melancolía nunca es buena, no es buena para nadie, no me había dado cuenta en la soledad en la que había vivido todo este tiempo, a pesar de compartir los fines de semana con mi familia, la verdad es que estaba consumiéndome, desde que tengo a Loana y ahora también a May se que Dios me tiene algo bueno.

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Nota de autora: ¡¡Al fin llegó el tan esperado Sábado!!
Espero que disfruten el capítulo y puedan decirme que les ha parecido May, a mi me encanta ❤️🥰

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