Capítulo extra
Las pisadas se tornaron apremiantes de camino al elevador y presionó el botón al tiempo que su pierna derecha se entregaba a un impaciente tic. El panel le indicaba que el habitáculo había iniciado su descenso desde el quinto piso, pero tres segundos jamás le habían parecido tan eternos. Sus manos apretujaron el material de tela de las bolsas del supermercado, decidiendo que tardaría menos si tomaba las escaleras.
Subió los cuatro tramos sin que sus zapatos provocaran algún ruido, a diferencia de sus precipitados latidos doblando la frecuencia ante la actividad repentina. Consiguió la llave del bolsillo de su pantalón cuando todavía tenía varios metros por delante y se asomó al interior de la habitación sin al menos terminar de abrir la puerta por completo. Estaba buscando lo que estaba mal, pero todo lo que vio fue una figura conocida de pie junto a la cama.
—Jungkook, ¿estás bien? —le preguntó, cerrando a sus espaldas y dejando las bolsas a un costado en el suelo. Se acercó sin dar prioridad a quitarse los zapatos, el menor le dedicó una expresiva mirada mientras jugueteaba con el celular entre sus dedos—. Vamos, fue cuestión de cruzar la puerta de la recepción para saber que algo te tiene muy alterado.
—Tae, yo... —musitó, titubeante—. Yuri llamó. Tu... —carraspeó, impacientando incluso más a su acompañante—. Esta mañana encontraron a Kim Jin Young en su celda. Está muerto, Tae. Él mismo lo hizo. Al parecer había recibido una visita de un amigo suyo la noche anterior. Creen que en realidad era un jíbaro que le vendió una dosis peligrosa de pastillas. Lo siento...
—Ah —balbuceó, el azabache apretó los labios mientras observaba su expresión perdida, sus ojos fijos en algún lugar le hicieron saber que su consciencia se había alejado varios años luz de la habitación de hotel que estaban compartiendo.
—Podemos regresar si quieres —propuso, en apenas un susurro. Se acercó un paso, pero se contuvo de tocarlo, su novio estaba generándole la sensación de ser una columna de polvo.
—No —respondió entonces, volviendo la mirada a él como si temiera que estuviera arrepintiéndose de la decisión que habían tomado—. Yo no quiero regresar a Seúl.
—Está bien, descuida —le dijo, esta vez llevando ambas manos a su rostro, quería que viera lo seguro que estaba—. Continuaremos hoy como lo teníamos planeado, no creerás que voy a dar marcha atrás ahora ¿o sí?
—Me mandaste solo al supermercado aun cuando sabes lo mucho que me inquieta verme rodeado de tantas personas, ahora puedo esperar lo que sea de ti. —Jungkook exhaló una sonrisa y besó el puchero que le ofrecía el de ahora cabellos cenizos, aferrándose a su cuello después para envolverle en un apretado abrazo de consuelo.
La mañana todavía no se había despedido cuando unieron sus mochilas al resto de sus cosas en el Jeep Wrangler que habían adquirido para el viaje y volvieron a la carretera. Solo tenían tres meses desde que iniciaron el trayecto, recorriendo muchos lugares pero sin asentarse en ninguno. Hacían paradas en algún hostal para descansar y luego continuaban. Estaban seguros de que podían seguir por mucho tiempo así, sin pertenecer a ningún lado, simplemente a ellos mismos y a la libertad que habían adquirido al decidir por fin cómo querían vivir.
Taehyung había descubierto una gran fascinación por conducir. En poco tiempo creía que lo tenía bien dominado, sin embargo, nunca se pasaba de confiado. La vista de la despejada carretera a través de sus gafas de sol le resultaba emocionante porque nunca atisbaba el final. Le gustaba que el destino se le antojaba incierto, explorable. Sin una ruta trazada, sin un mapa, solo con la mano de Jungkook sobre la suya en la palanca de cambios y la música a un volumen bajo porque el sonido del viento era la mejor canción, hacía bailar sus cabellos y acariciaba su rostro con persistencia.
Los niños en el jardín de infantes solían decir que su héroe es su papá.
Ese día, a diferencia de los demás, no conseguía dejarse acaparar por completo por todo eso. Iba con la mente perdida. No podía negarse a sí mismo que la noticia de su padre era algo que veía venir más temprano que tarde, pero había sido como un rotundo impacto que le sacó de un golpe parte del aire. Por alguna razón, pensar que ahora él tampoco estaba le generaba una sensación de malestar en la boca del estómago. Lo que le parecía más bien un sinsentido, después de todo que estuviera Jin Young o no en su celda no marcaba ninguna diferencia en su actualidad.
También yo lo dije.
Y, aun así, había algo que se sentía diferente dentro de sí mismo. Recordaba bien ese día en el hospital, cuando estuvo seguro de que se vaciaba por dentro al enterarse de que Young Mi se había ido. Ese vacío todavía lo tenía, no podría llenarlo nunca porque ella ya no iba a regresar, pero estaba aprendiendo a vivir con él y a ser feliz incluso sabiéndose incompleto. La muerte del hombre que también le había dado la vida estaba reavivando ese sentimiento. Eso pensó, hasta que comprendió que, a pesar de todo, también existía un vínculo que le unía a él. O, más bien, un vínculo que existió hasta el momento en el que el alma de su padre abandonó su cuerpo esa madrugada.
Tú me levantaste en brazos y me sonreíste cuando nací.
Creía estar seguro de que le odiaba, pero en ese instante estaba cuestionándose de si realmente era así. Era pequeño cuando tuvo que vivir su rechazo, no sabía todo lo que ahora sí. Había tantas cosas que le hubiese gustado decirle, pensaba que si lo hubiese hecho la impotencia no le tendría frunciendo el ceño. Advertía una extraña necesidad de llorar, aunque no porque le extrañara. Nunca lo había tenido, se preguntaba cómo podría echar de menos algo que jamás le había pertenecido. No, quería llorar porque le frustraba haberse dejado herir tanto. Porque detestaba estar sintiéndose culpable aun después de lo que había pasado. No era nada justo.
Pero yo no puedo recordarlo.
Estaba preguntándose si de verdad iba a ser capaz de dejar el pasado atrás algún día, de vivir un presente que no estuviese influenciado por tanto sufrimiento, por tantas pérdidas. Justo ahora estaba volviendo a tener momentos felices, ¿por qué tenía que joderse eso otra vez? ¿Es que acaso no se merecía avanzar? Jungkook necesitaba a alguien que le hiciera bien, no a alguien partido a la mitad.
Solía pensar que me querías.
Sus dos manos apretujaron el volante. No, amaba al chico que tenía al lado y no iba a dejar que su mente pesimista le alejara de él. Ya se había comprometido a ser la mejor versión de sí mismo para su novio, el dolor no podía ser más un obstáculo, no si no lo permitía. El amor era algo tan caótico, pensaba. Por él podía volverse alguien que mereciera la pena; por él Jungkook estuvo dispuesto a dejarle irse lejos, aun si jamás volvían a verse; por él su madre había entregado su vida; por él se odiaba; por él se moría. Por amor es que Taehyung había sobrevivido tanto.
Porque los padres se supone que quieren a sus hijos.
¿Y si Jin Young había amado con tal fuerza a Young Mi, por qué no le amó también a él si ella le había dado lo mejor de sí misma? ¿Su padre realmente la amaba entonces? Pero bien sabía que aquellas eran preguntas para las que ya nunca hallaría respuestas. Con todo lo que había tenido que ver, llevaba claro que se encargaría de que en su vida y en la de su chico nunca faltara el amor real, el sano, el que cura y no el que solo hace daño, el que les había unido una vez en la habitación siete y que les mantenía juntos ahora.
Sin embargo, no dije que eras mi héroe en base a una suposición vacía.
Se preguntó si, en cual fuese el lugar al que se llega después de morir, estaría su madre volviendo a patear el trasero de Jin Young. No temía por nada porque sabía que ella podía defenderse sola, pero prefería creer que Young Mi estaba en una bonita playa, con la escurridiza arena deslizándose entre los dedos de sus pies y los cálidos rayos del sol tostando su blanquecina piel, mientras que su padre estaba ahogándose en el medio del mar, creyendo neciamente que algún día podría alcanzarla.
Lo dije porque yo sí te quería.
Jungkook debió notar lo distraído que estaba, porque alcanzó su mano izquierda y acarició sus dedos para llamar su atención. Disminuyendo la velocidad, Taehyung volvió el rostro hacia él y apreció la hermosa sonrisa que le estaba ofreciendo, no pudo evitar que sus propios labios se curvaran también. Su pecho fue bombardeado por punzadas de un cariño desmedido. El azabache señaló por la ventana abierta con la mano libre y el mayor recién fue consciente del bonito paisaje que estaban atravesando. Se orilló para estacionar el vehículo y bajaron para caminar por la zona.
Se trataba de un campo de césped bajo salpicado de pequeñas flores blancas, el aire hacía un limpio camino por los pulmones y una ráfaga de viento les recibió de la mejor manera. El de cabellos cenizos estaba maravillado, solo había visto lugares así dentro de sus sueños, ahí donde reposaban sus deseos y fantasías. Observó a su acompañante y sonrió, percibiéndose finalmente realizado. Fue en ese momento cuando comprendió que su vida siempre había estado justificada. El dolor, el rechazo, la pérdida, el miedo y el silencio, todo había sido jodidamente necesario. Todo eso hacía parte del camino que era imprescindible recorrer para llegar hasta ahí. Y merecía la pena, mierda que sí.
Me esforcé por hacer que me aprobaras.
Se quitaron los zapatos y las gafas y los dejaron descuidadamente en cualquier lugar. Jungkook tiró de la mano ajena para hacerle correr e internarse más, las risas no se hicieron esperar, la hierba les hacía cosquillas en los pies desnudos y las ropas se hondeaban con vehemencia al compás de sus movimientos. Se volvieron niños que disfrutan los detalles, los momentos, las minucias. Taehyung se sintió por un momento el pequeño que corría jugando a la traes con sus amigos, y supo por qué nunca lloraba cuando se lastimaba las rodillas. Cada instante se disfruta cuando se aprende a aceptar que, para ser feliz, también se tiene que experimentar la tristeza. Porque la alegría y el dolor se vuelven la misma cosa si la vida no enseña que es importante saberlas diferenciar.
Estuve dispuesto a cambiar para agradarte.
Se dejaron caer de espaldas sobre el césped, sonriendo al cielo que era testigo de lo fuertes que fueron obligados a ser. El agarre de sus manos se mantenía firme, como un recordatorio de que no se desmoronarían siendo que contaban con el implacable apoyo del otro. El menor se tendió de lado, queriendo admirar al ser divino con el que estaba teniendo el privilegio de compartir otro momento de plenitud. Los rayos del sol jugaban con el marrón de sus iris, acariciando su tersa piel canela e iluminando de la mejor forma las hebras de su cabello. Embelesarse por la magnificencia de su chico era sin espacio a dudas aquello a lo que irremediablemente estaba configurado, una de sus pasiones favoritas.
Rogué por tu amor.
Taehyung se le antojaba irreal, nunca podría desistir de esa verdad. No sabía qué era lo que había hecho tan bien para que el universo le premiara de semejante manera. Y, aunque bien había aprendido que no podía evitarle el sufrimiento, se encargaría de cuidarle porque era su obra más preciada. Le contempló mientras él observaba las nubes, seguramente vagando en los lugares más recónditos de su consciencia, apacible. Jungkook no necesitaba tener su sensibilidad para saber que estaba pensando en Young Mi.
Me odié por no ser lo que querías.
—Me gusta pensar en ella —le escuchó murmurar, al parecer habiendo notado su escudriño—, porque la recuerdo feliz. —El azabache se acercó para apoyar la cabeza en su pecho, permitiendo que los dedos contrarios juguetearan distraídamente con sus cabellos, y se dejó acariciar por el suave timbre de su voz. Se abrazó a su torso porque rodearle con fuerza le hacía sentir todavía más afortunado.
Fueron muchas noches de lágrimas, Dios sabe que sí.
—A pesar de que durante esos dos años la mayor parte del tiempo la vi llorar —continuó, entornando los ojos—. Me hubiese gustado tomar tu mano y decirle que te amo, que te encontré. Que encontré a esa persona que ella me aseguró que llegaría para quererme tal cual soy. Pero sé que, aunque no tuve oportunidad de decírselo, ella lo sabía. Porque siempre supo notar cuando yo era feliz.
El más joven sonrió, cerrando los ojos mientras su alma era arropada por el sentimiento tan intenso que solo ese muchacho sabía cómo hacerle experimentar. No le miraba pero no hacía falta, estaba desvaneciendo toda cicatriz palabra a palabra, uniendo cada parte fracturada de sí mismo con el roce de su piel. Porque Taehyung podía hacer eso.
Me enseñaste a no amarme, a no aceptarme.
—Gracias por hacerme tan feliz. —Jungkook se incorporó, apoyándose en su brazo para mirarle, y su novio le sonrió desde abajo. Recorrió su rostro con ojos ansiosos y emocionados, brillantes por toda la dicha que quería desbordarse por ahí, las palabras se atascaban en su garganta porque creía que no existía algo que pudiera decirle para hacerle entender todo lo que significaba para él. Ahí, en ese lugar que parecía haber sido creado solo para ellos dos, no importaba nada más cuando había tanto amor por consumirse.
¿Qué es lo que hice mal?
Se arrojó encima suyo, afirmando los brazos alrededor de su cuello y haciendo que giraran sobre el césped por el impulso. Teniéndole ahora arriba, le dijo con la mirada que no tenía que agradecerle por nada cuando era él quien hacía que su corazón sintiera tanto, que estaba dispuesto a perderse en Kim Taehyung porque el planeta no dejaría de girar por eso y mientras tanto ellos serían infinitos juntos, le dijo que era su verdadero milagro. ¿De verdad estaban ahí ahora? Porque todavía temía despertar y descubrir que no eran más que un magnífico e imposible sueño.
No te molestó que rompiera el florero, te molestó que lo reparara.
Lanzándose a sus labios, le besó con tantas ganas que creyó que se quedaba sin aliento, pero sentir el del contrario en su boca le compuso de la mejor manera. El mayor enterró los dedos en el césped, demandando todo del chico que tenía bajo su cuerpo. Sus corazones desbocados golpeaban con fuerza en sus pechos juntos, latían en una sincronía exquisita, la misma con la que sus labios se encontraban como si no existiera nada más. Si corría el tiempo o no, si les caía la noche sin haber avanzado demasiado o no ya no importaba. Desde luego que no importaba.
Ya sé que desearías no haberme traído al mundo.
Cuando se separaron tenían la respiración entrecortada, los labios rojos y las ropas arrugadas en donde las habían estado empuñando. Taehyung se levantó y le extendió la mano para ayudarle a hacer lo mismo, apenas y esperó a que se pusiera de pie para tirar de él y envolverle en un fuerte abrazo. El azabache no perdió tiempo en aferrarse a su cintura, riendo cuando comenzó a repartir besos por todo su rostro.
Lamento no haber sido suficiente para ti.
El de cabellos cenizos no contuvo la exclamación de sorpresa cuando su novio le levantó del suelo, con una sonrisa enorme que enseñaba todos sus dientes y le hacía ver adorable, girando con él mientras la brisa hacía que las rebeldes hebras se interpusieran en su campo de visión. Cuando sus pies volvieron a entrar en contacto con el césped, dio un golpecito al hombro contrario a modo de reproche. El menor no hizo más que reír, diciendo que era necesario presumir sus innegables músculos de vez en cuando, entonces cerró los ojos cuando su acompañante acarició sus mejillas y juntó sus frentes.
Pero entiende que he comenzado a dudar.
—Te amo, Jungkook —musitó, percibiendo las emociones de ambos ligadas alrededor de los dos. Tenían mucho tiempo juntos por delante, pero estaban deseando hacer eterno ese momento, detener el tiempo e inmortalizar ese día. Sin embargo, estaban seguros de que el paso de los meses, de los años, no ahogarían las llamas, siempre podrían seguir dándoles oxígeno. Porque cuando estuviesen en los ochenta, o en los noventa, todavía se amarían como lo hacían a sus dieciocho y veinte.
Ya no sé si quiero gustarte. Ya no estoy seguro de que merezcas eso.
—Y yo te amo a ti, Taehyung. —Esas palabras no eran suficientes, pero toda una vida para demostrar ese sentimiento lo sería. Decir que estaban convencidos de que a partir de ese momento todo sería felicidad es mentira, pero las adversidades que pudieran avecinarse ya no era algo que les asustara. Porque para que no haya arrepentimientos en el futuro, quizá deba vivirse como si no hubiera un futuro. O, tal vez, y es más lindo pensar así, ellos ya estaban viviendo su futuro.
Comentario nada que ver:
No tenía pensado que esta historia tuviera un capítulo extra porque sentí que ya todos los puntos importantes se habían tocado, pero una vez que se me ocurrió no me lo pude sacar de la cabeza y, ni modo, tuve que hacerlo :]. Por otro lado, este banner tan bonito me lo hizo Seleny de EditorialHeartbeat y habría sido pecado no usarlo, espero que les guste tanto como a mí ♡
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