Capítulo 13
—Ah, joven Jungkook. —La cocinera le llamó en cuanto le vio aparecer en la sala, él se acercó de inmediato—. Eric ha preguntado por usted dos veces, debería ir a ver qué es lo que quiere, me pone muy nerviosa a veces.
—Claro, iré ahora mismo. —Le dedicó una sonrisa y una pequeña reverencia antes de dirigirse al jardín trasero. Se sentía particularmente feliz luego de haber estado con Taehyung, pero, ya que había desaparecido por un buen rato, ahora debía centrarse en sus labores y reponer el tiempo.
—Señor Eric —llamó al jardinero cuando estuvo a la distancia suficiente para que le escuchara, el hombre estaba desenvolviendo la manguera para llenar la piscina que acababa de limpiar y no tardó en volverse en su dirección.
—Jungkook, hola.
—¿Me necesitaba? —le preguntó, llegando frente a él.
—Ah, sí, era para confirmar si se hizo el pedido del abono para las plantas.
—Claro, yo mismo lo hice, debería llegar en el transcurso de la semana. De todas formas puedo preguntar si es posible que adelanten el envío.
—Está bien, gracias. —Jungkook asintió y dio media vuelta para irse al ver que Eric regresaba a lo que estaba haciendo, pero se giró de nuevo para mirarle.
—¿Era eso para lo que me necesitaba? —Él le lanzó una mirada rápida mientras abría la llave para que corriera el agua.
—Sí, bueno, a la señora Kim le gustan mucho sus plantas y a mí cuidarlas, necesitan abono para que crezcan más rápido y muy bonitas.
—Umh, vale. —Le restó importancia y se alejó para regresar al interior de la casa. Ah, realmente, buscarle con tanta insistencia para preguntarle sobre abono... Negó con la cabeza, de cierta forma le parecía divertida la situación, tal vez el trabajo de jardinero a veces resultaba solitario y aburrido.
—Joven Jungkook. —Yuri se acercó de inmediato a él nada más verle y el azabache asintió, atento a lo que tenía por decirle—. ¿Podría ayudarme a levantar unas cajas de la biblioteca? Necesito limpiar, pero son muchas y solo tengo dos brazos —dijo, moviendo ambos brazos como si se trataran de espaguetis, haciendo reír al menor.
—Por supuesto, vamos. —La siguió escaleras arriba y se cruzaron de frente con Young Mi, quien venía bajando.
—Jungkook, necesito que me hagas un favor —le dijo ella—. Voy un poco retrasada para una reunión, ayúdame llamando a estos números. —Le entregó una libreta de contactos donde tenía varios señalados con un resaltador amarillo, el muchacho la recibió y la examinó—. Solicita a cada uno de ellos que por favor me envíen los documentos que debo firmar y los pasos que tengo que seguir para retirar todo el dinero que tengo en las cuentas. Que por favor no se te pase ninguno. —La señora Kim estaba hablando bastante rápido, lo que le daba a entender que tenía prisa. Jungkook se limitó a asentir para que supiera que estaba quedando claro—. Te pedirán algunos de mis datos, te lo dejé todo ahí apuntado.
—Entendido, le tendré lista la información en cuanto regrese.
—Bien. —Ella le sonrió de una manera amable, expresándole así lo agradecida que estaba, y tocó su hombro en despedida antes de seguir bajando. Tanto él como Yuri hicieron una pequeña reverencia en su dirección y prosiguieron a la biblioteca. La mujer le llevó hasta el lugar donde estaban todas las cajas y el menor no tardó en comenzar a moverlas, eran de un tamaño considerable y estaban llenas de lo que parecían los registros de servicios públicos de la empresa de su jefa.
—La señora Young Mi quiere sacar el dinero de sus cuentas... —murmuró Yuri—. Ella dijo que solo lo haría cuando... —Levantó la mirada y la fijó en su compañero, quien desvió la vista hacia el suelo, observando sus propios zapatos—. Va a llevárselo, ¿cierto? —susurró, notándose afectada. Jungkook asintió y levantó la cabeza, justo para verla sentarse en una de las cajas, con los ojos clavados en algún lugar de la habitación—. No pensé que sería tan pronto... Pero ¿ya tiene lo suficiente? —El azabache observó sus ojos en cuanto ella volvió a mirarle, a espera de una respuesta. Parecía ida, como si todo eso estuviera superándola.
—Tiene a Taehyung, así que sí —respondió, y se sentó a su lado en otra caja, los dos de repente sintiéndose abatidos.
—Mi niño —musitó—. Conozco a Taehyunggie desde que él tenía once años. Me hará mucha falta, pero me alegra que ya no tenga que esconderse. —Asintió despacio, con una mirada ausente—. Sabes, yo... El día que llegaste, cuando me preguntaste por Taehyung —comenzó, enderezando la espalda—, hablé con la señora Kim después de eso. Le dije que me había parecido sospechoso y ella me pidió que te mantuviera a la vista por si acaso. Ah, ahora me siento tan tonta por dudar de ti, es obvio que desde llegaste has hecho mucho bien.
La mujer exhaló una sonrisa, un tanto avergonzada, pero él prefirió no decir nada. No estaba tan seguro de eso.
—¿Cómo reaccionó cuando se lo dijeron? ¿Está feliz? —Yuri le miró, pero su sonrisa se desvaneció al ver las expresiones tristes en el rostro del contrario—. ¿No lo sabe? —El menor negó con la cabeza y ella suspiró—. Me dijo varias veces que no quería ser un estorbo —confesó, mirando sus manos mientras jugueteaba con sus dedos—, que no quería que Young Mi se olvidara de su vida por centrarse demasiado en la de él. Como si no supiera que su vida es él. —Jungkook sintió sus ojos escocer, dolía, la manera en la que Taehyung se sentía, dolía jodidamente demasiado. Escuchar las palabras que habían salido de su boca se sentía como si le estuvieran rasgando el pecho.
Quería hacer algo por él, quería ayudarle a darse cuenta de su magnificencia, quería que entendiera que quienes le querían lo hacían por lo que era, que nadie estaba con él por lástima y que ninguno estaba sufriendo por amarle. Taehyung debía entender que no era una carga, ni un maldito desastre, que el problema no estaba en su cabello colorido sino en la humanidad opaca, y que lo único que estaba haciendo mal era creer que los que se preocupaban por su bienestar se estaban condenando.
Porque Young Mi no estaba dejando todo para irse con él, ella más bien estaba pisoteando la basura de su vida para irse con su todo.
—Señora Yuri —llamó, en apenas un murmuro—, ¿puedo hacerle una pregunta?
—Sí, adelante.
—¿Cómo se le hace entender a alguien que vale demasiado siendo que, durante toda su vida, el mundo le ha estado convenciendo de lo contrario?
—Todos valemos mucho, Jungkook, pero desafortunadamente la vida no es sencilla para nadie. Tal vez esto te suene como las palabras que suelen decir todos los que no han experimentado demasiado el dolor... y quizá... quizá por eso lo estoy diciendo yo, que lo he sufrido. Hay personas que han tenido que soportar mucho más que nosotros, y otras quizá menos que tú y yo. Supongo que... el mundo es así de miserable.
—Pero ¿por qué a Taehyung? Si es tan bueno que incluso recibió todas esas capacidades que lo hacen todavía más especial. No le ha hecho daño a nadie y sin embargo su alma se siente cada vez más destrozada, aunque él no pueda verlo o simplemente no le importe. Lo sé por las cosas que dice de vez en cuando. Se siente tan solo, que se esfuerza por convencerse de que eso es lo que merece. Y yo no sé cómo puedo ayudarle a ver lo equivocado que está, porque mientras yo le digo que es hermoso, el mundo sigue gritándole que es un fenómeno. —Se quedó callado, siendo consciente de que quizá estaba hablando de más, pero se sentía tan desesperado que eso no le interesaba. Yuri suspiró, negando con la cabeza mientras sus ojos tristes se mantenían fijos en el suelo.
—No lo sé, Jungkook. No lo sé.
Cuando cayó la noche, Young Mi le contó emocionada que las cosas estaban saliendo bien, que estuvo gestionando para comenzar a recoger todas las ganancias que había estado generando su empresa durante todos esos años en los que se había negado a utilizar más de lo necesario, y que las cifras no eran para nada deprimentes. Jungkook también había hecho su parte, solicitando a los contactos correspondientes lo que le había pedido. La señora Kim estaba sin duda muy feliz y parecía que quería apresurar las cosas lo que más pudiera.
El azabache respiró hondo mientras caminaba por el pasillo hasta la habitación siete, su jefa y su compañera ya debían estar en un sueño profundo, por lo que la casa entera estaba sumida en un intenso silencio. Jungkook se sentía agotado, pero solo mentalmente, su notoria participación para que la ida de Taehyung se precipitara le tenía bastante desanimado, pero se esforzaba por recordarse todo el tiempo que eso era lo mejor para él.
Llegó a la puerta y tocó de una manera casi imperceptible antes de girar la manija, sabía que el rubio dejaría abierto para él, a espera de su llegada. Se asomó al interior, pero se quedó inmóvil ante lo que estaba pasando ahí.
El mayor estaba sentado frente a su escritorio en el centro de la habitación, entregado por completo a un lienzo al que acariciaba delicadamente con carboncillo y acuarela. Pero su inminente belleza y el aura de sosiego que poseía al dibujar no fue lo que más le sorprendió, sino el hecho de que sus rubios cabellos estaban poco a poco adoptando un color diferente.
Observó con sorpresa la manera en la que un tono azulado estaba tiñendo sus mechones claros. Se extendía despacio, sutil, igual a las pinceladas que estaba dando el chico con tanta dedicación, y se intensificaba con las suaves luces que rodeaban toda la estancia.
Jungkook cerró la puerta con cuidado de no hacer ruido, Taehyung parecía no haberse percatado de su presencia y lo menos que quería era interrumpir esa gloriosa escena. Se apoyó en la pared y se deslizó hasta sentarse en el suelo para no llamar su atención estando ahí de pie. No sabía si estaba mal quedarse, si lo mejor sería irse y volver después, solo sabía que lo que estaba teniendo el honor de presenciar era demasiado sublime como para no verlo hasta el final.
Taehyung no solo estaba haciendo arte en ese lienzo, estaba también haciendo arte en su propio cuerpo. Y Jungkook no podía dejar de preguntarse cómo alguien tan puro y auténtico podía considerarse una amenaza, o cómo él mismo no conseguía ver todo lo bueno que estaba conformando su precioso ser. El menor estaba sintiendo tanto con tan solo mirarle... Y es que no había persona en el mundo que pudiera parecerle más etérea, más real.
Sintió su pecho oprimirse, estaba observando el nivel máximo de su majestuosidad y estaba sintiendo pena. Porque ese no era su lugar, no era ahí donde Taehyung debía estar, no encerrado, no escondido, no con miedo por el daño que quieren causarle, no ahogándose en el sentimiento de insuficiencia. Él debía estar en donde nadie que quisiera herirle pudiera lastimarle, en un lugar tan alto donde nunca le alcancen y donde pueda tocar el cielo con los dedos si así lo quiere; un lugar donde sea feliz, donde no tenga que volver a preocuparse por la soledad y el silencio, y donde no vuelva a conocer el sufrimiento. Pero ¿existía acaso un lugar así? ¿Podría ser él un lugar así?
Jungkook no sabía que en su rostro había una expresión melancólica hasta que Taehyung le miró y sintió la necesidad de sonreír para él. Se levantó despacio y el mayor hizo lo mismo.
—¿Hace cuánto estás ahí? —le preguntó, casi en un susurro, sintiéndose aturdido al pensar en Jungkook observándole durante todo ese tiempo.
—Lo siento, es que no quería interrumpirte. —Taehyung llevó una mano a la parte posterior de su cabeza, despeinando su cabello con nerviosismo, pero miró a su acompañante de inmediato cuando un mechón azul cayó frente a sus ojos.
El azabache se acercó a él y, pudiendo detallarle mejor de cerca, se percató de que esa mirada estaba llena de miedo. Le observó con atención, perdiéndose en el contraste de esa tonalidad con su acaramelada piel y sus preciosas facciones, entonces sonrió en grande, encantado con lo que tenía en frente.
—Mi cabello cambia de color y mis heridas sanan de inmediato, ¿no te asusta lo que sea que soy? Porque no tienes que seguir aquí, Jungkook, yo realmente puedo comprender si luego de esto quieres alejarte. —El menor puso el dedo índice sobre sus rosados y atractivos labios, pidiéndole de esa manera que no siguiera hablando, y le miró fijamente a los ojos para que pudiera comprobar lo honesto que estaba siendo.
—Saber esto solo hace que me gustes más. Eres arte, Taehyung. ¿Puedes comprender eso? —El aludido le miró embelesado y el azabache supo que esas no eran las palabras para las que se había estado preparando, pero que eran las que había estado deseando escuchar. Le sonrió con cariño y no tardó en reemplazar su mano por sus labios.
El mayor le correspondió el suave beso con una ternura y afecto desmedido que hicieron que su corazón se sacudiera. Se separaron solo para abrazarse con fuerza, Jungkook aferrándose a su cuello mientras los brazos de Taehyung rodeaban su cintura. Cerró los ojos, disfrutando del momento.
—Y deberías saber que te ves jodidamente caliente con el cabello azul —añadió, hablando cerca de su oído en un tono bastante bajo.
—Ah, ten cuidado, Jungkook —le respondió, apretando su cintura—, o puede que no responda por mis actos. —El menor exhaló una risita traviesa y se separó lo suficiente como para mirarle a los ojos, pero sin romper ese cálido abrazo.
—¿Puedo ver lo que estabas pintando? —le preguntó, respetando su privacidad, puesto que podía hacerlo con solo mirar hacia su lado izquierdo. Taehyung asintió, así que observó el escritorio y el lienzo que reposaba sobre él, quedándose con la boca abierta de la impresión, como solía pasarle cada vez que confirmaba el increíble talento que tenía el muchacho frente a él, y sintiendo su pecho encogerse ante lo cálido de ser la imagen con la que conseguía expresar tanto.
—Joder, tú... Te luciste, esto es en serio espectacular —expresó, perdiéndose en cada detalle. Levantó la mirada para regresarla a la suya, le sorprendía la manera en la que él parecía verle, era como si ante sus ojos Jungkook fuera perfecto, y eso estaba llenándole de un sentimiento que podría hacerle llorar de la felicidad. Se lanzó a sus brazos de nuevo y Taehyung le recibió riendo, abrazándole con la misma fuerza con la que él lo hacía—. Gracias, gracias, gracias.
—Ah, yo realmente no estoy seguro de por qué me estás agradeciendo —le dijo, risueño, mientras acariciaba su espalda. El azabache le miró, entregándose a la profundidad de sus ojos donde se sentía tan seguro.
—Por... ser tú. —Taehyung levantó ambas cejas ante esa declaración. Jungkook estaba agradeciéndole por existir, cuando por tanto tiempo había sido odiado y rechazado por lo mismo. Buscó en él cualquier cosa que le ayudara a saber lo que estaba pasando por su cabeza, lo que encontró solo le llenó de plenitud.
Implementó más fuerza en los brazos alrededor del menor, atrayéndole más cerca para alcanzar sus labios y decirle con besos todo lo que estaba causando en él. El azabache enredó los dedos en sus cabellos, abrazándole con firmeza al sentir su propio cuerpo tembloroso por la forma lenta pero intensa con que Taehyung le besaba. Y es que sus labios eran realmente lo más cercano a la gloria.
—¿Vamos a seguir con el juego de las preguntas? —propuso, el mayor sonrió sobre su boca.
—Claro. —Se separaron y Jungkook fue el primero en dirigirse al sofá. Taehyung, entre tanto, se acercó para disminuir un poco la intensidad de las luces, todo bajo la atenta mirada del contrario—. Es que ya no las necesito, era porque estaba pintando —aclaró.
—Ya. —Sonrió ladino y palmeó el espacio a su lado en el sofá, por lo que su acompañante se dirigió ahí y se sentó tranquilamente—. Bien, tengo varias preguntas todavía.
—Y yo mucho tiempo para que me beses, digo, para responderte. —El menor no pudo evitar la risita nerviosa y se pasó una mano por el cabello para evitar el contacto visual—. Ah, ¿estás seguro de que ese es tu lugar? —Jungkook le miró sin comprender al principio, pero todo fue evidente en cuanto apreció su inmensa y hermosa sonrisa cuadrada. Sonrió también y se movió para acomodarse a horcajadas en su regazo, mirándole con diversión mientras él descansaba ambas manos a cada lado de su cintura.
—Es que, de verdad, eres increíble —le dijo, negando con la cabeza.
—Es tu culpa por ser tan irresistible —se defendió, con un encogimiento de hombros, observando con fascinación sus mejillas adoptando ese tono sonrojado. Dejó un besito en la comisura de sus labios y luego unos cuantos más por su mandíbula. Jungkook suspiró, entrecerrando los ojos mientras disfrutaba de sus mimos, y apoyó ambas manos en sus hombros.
—Así no me dejas concentrarme.
—No tienes que concentrarte —respondió, sin dejar de repartir pequeños besos.
—No te hagas el listo, te quedan varias dudas por resolverme todavía. —Presionó los dedos en sus hombros con más fuerza cuando sintió los suaves y cálidos labios del chico que le volvía loco llegar a su cuello.
—Umh, que sea rápido entonces.
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