Capítulo 12
Jungkook frunció el ceño cuando pasaron varios segundos y Taehyung no abrió, insistió una vez más, pero solo sintió preocupación al no obtener respuesta de nuevo.
—Hyung —murmuró, mirando hacia atrás para volver a asegurarse de que nadie le escuchaba. Sujetó la manija y la giró solo un poco, llevándose la sorpresa de que la puerta estaba abierta; sintió que su corazón daba un vuelco. ¿Por qué Taehyung no le tenía puesto el seguro?—. Hyung, voy a entrar —avisó, antes de empujar la puerta con una mano temblorosa y asomarse al interior. Suspiró de alivio al verle ahí y entró, cerrando con pasador detrás de sí.
Jungkook no esperaba encontrarle de esa manera, él estaba sentado en el suelo, recostado en la pared de enfrente con los brazos apoyados sobre sus rodillas y el rostro escondido en ellos. Sintió la melancolía del mayor juntarse con la suya y ese fuerte sentimiento le hizo fruncir las cejas en una mueca de tristeza. Se acercó despacio, sabiendo que desde hace rato había notado su presencia y que aun así no se había atrevido a mirarle.
—Hyung... —llamó, hincándose frente a él.
—¿Qué le dijiste? —Su voz se escuchaba ahogada debido a la posición en la que se mantenía, el menor ladeó la cabeza sin comprender.
—¿A qué te refieres?
—Sentí su tristeza, y luego su corazón llenarse de esperanza. —Taehyung le miró y Jungkook se sintió desfallecer al ver sus bonitas facciones siendo decoradas por la pesadumbre. Se inclinó hacia él sin poder ni querer evitarlo y dejó un pequeño beso sobre sus labios.
—Lo siento —murmuró, bajando la cabeza para evitar el escrutinio de sus profundos ojos.
—¿Por qué te disculpas? —El azabache sintió unas inmensas ganas de largarse a llorar ahí mismo, de confesarle todo lo que le asustaba y ser consolado por sus cálidos y amables brazos. Negó con la cabeza y cerró los ojos con fuerza, sabiendo que él no alcanzaba a verle. Quería decirle que acababa de convencer a su madre para que se fueran muy lejos cuanto antes, quería disculparse por eso y explicarle que solo quería lo mejor para él, pero decidió que no quería decepcionarle todavía; esperaría un poco más antes de hacerle saber que acababa de pasar por encima de su palabra—. Estás demasiado agobiado —Jungkook se enderezó para mirarle, notando su semblante más suave—, ven aquí. —Taehyung abrió los brazos, invitándole a que se acercara y se dejara consentir. El contrario no lo pensó dos veces, se acurrucó contra su pecho y escondió el rostro en su cuello mientras las manos de su hyung acariciaban su espalda y cabello—. Te ayudaré a sentir mejor. —Su cálida voz se sintió como una caricia más y cerró los ojos, disfrutando de él.
¿Por qué Taehyung estaba haciéndole sentir bien cuando él mismo acababa de ver en sus ojos lo mal que estaba pasándola? ¿Por qué estaba dejando de lado su propio dolor para ayudarle a soportar el suyo? ¿Por qué solo no le decía si también quería ser consolado? Jungkook realmente se olvidaría de sí mismo y le ayudaría sin pensarlo.
«Ahí tienes tu respuesta, tonto».
Aspiró su deleitable aroma y se aferró con ahínco al cuerpo del rubio, disculpándose de esa manera con él por temor a hacerlo en voz alta. Le pidió en silencio que no le soltara, que le dejara estar entre sus brazos hasta que el mundo dejara de asustarle, de modo que le permitiera estar ahí por siempre. Le dijo que le quería y que todo su ser se llenaba de un sentimiento diferente cuando estaba con él, un sentimiento que era capaz de encontrar clara la más profunda oscuridad; pero sabía que Taehyung no escuchaba nada de eso, porque su ridículo miedo le impedía gritárselo.
Sin embargo, a Jungkook se le olvidaba la sensibilidad del mayor en cuanto a emociones y sentimientos se trataba, por lo mismo, sin tener muy claro por qué, él estaba sintiéndose jodidamente querido en ese momento, con el azabache ahí contra su pecho, humedeciendo el cuello de su camiseta con su dolor. Le apartó solo un poco para mirarle de frente y observó con cuidado sus mejillas cristalizadas, el menor le regresó la mirada con ojos oscuros pero llenos de afecto.
—Estás llorando —musitó, como si lo que estuviera viendo era algo que en definitiva no esperaba, como si esas lágrimas no debieran estar ahí—. Lo siento, pensé que podía ayudarte, yo... pensé que-
—Lo estás haciendo —interrumpió—. Llorar también es bueno.
El rubio secó sus mejillas con el pulgar de la mano vendada, sin dejar de abrazar su tembloroso cuerpo. Jungkook tiró de su ancha y blanca camiseta para atraerle hasta sus labios y, en cuanto hicieron contacto con los suyos, se sintió lleno. Su cálido aliento era todo lo que estaba anhelando en ese instante, y la suavidad con la que le besaba era suficiente para llevarle a un mundo donde estaba bien, donde no había dolor, donde las personas no estaban llenas de maldad y donde no podían hacerle daño. Taehyung podía hacer eso, podía elevarle hasta el cielo y darle alas para que ni siquiera el golpe más fuerte le hiciera luego estrellarse contra el suelo.
Arrugó la prenda entre sus manos y profundizó en su boca, sintiendo sus labios ser humedecidos por las últimas lágrimas que derramó, quería sentirle cerca, necesitaba saber que todavía estaba ahí y que lo seguiría estando por más lejos que se encontrara. Taehyung no sabía que se iría, pero Jungkook ya estaba sintiéndose vacío por eso. De modo que rodeó con ambos brazos el cuello del mayor, para terminar de convencerse de que todavía le tenía a su alcance.
Enredó los dedos en sus cabellos claros, atrayéndole más cerca. Taehyung dejó de abrazar su espalda para permitir que se recostara en el suelo, asegurándose de que sus labios no se separaran en ningún momento. Jungkook ejerció presión en su nuca, invitándole a que se acomodara tranquilamente sobre él, y siguió saboreando sus besos, sintiendo las manos del contrario repartiendo tiernas caricias que le hacían estremecer.
Deslizó las manos hacia abajo para acariciar su espalda mientras el rubio pasó a atraerle de la nuca, besándole de una manera tan suave como apasionada. Jungkook suspiró cuando Taehyung comenzó a trazar un camino de besos desde su mandíbula hasta su cuello, e implementó más fuerza en el agarre para acercar sus cuerpos todavía más. Tenerle de esa forma era más increíble de lo que pudo haber imaginado, su calidez era embriagante y sus caricias adictivas, el cuerpo del mayor sobre el suyo se sentía malditamente bien.
Taehyung abrió el segundo botón de su camisa, dejando a la vista un poco más de la blanquecina piel de su pecho, y sus labios no demoraron en bajar hasta esa zona, Jungkook no pudo evitar jadear, arqueando la espalda al sentir la humedad de su boca en esa parte tan sensible. Paseó las manos por su cintura de infarto mientras arrugaba los bordes de su camiseta, subiéndola al compás de las caricias, y sintió un agradable cosquilleo por todo el cuerpo en cuanto sus dedos entraron en contacto con la piel cálida del muchacho.
Taehyung se estremeció al sentir sus manos explorando debajo de su camiseta y volvió a su boca para besarle con fuerza. Sus lenguas comenzaron a juguetear entre ellas, causando en ambos un placentero hormigueo. El mayor mordió el labio inferior del azabache, sacando el pliegue de su camisa de dentro de su pantalón para tener acceso también a su ejercitado torso y Jungkook se apretó contra él, perdido por completo en la manera deseosa con que le acariciaba. Maldita sea, él no quería dejar de sentirse así de bien.
El calor que emanaba la piel del menor estaba encendiendo más a Taehyung, quien comenzó a bajar la mano despacio, dándole tiempo a detenerle si así lo quería, y sin dejar de besarle con una pasión arrebatadora. Llegó a su entrepierna al no recibir una respuesta negativa y le acarició por encima de los vaqueros.
Jungkook rompió el beso y llevó la cabeza hacia atrás, dejando escapar pequeños gemidos y brindándole a Taehyung una imagen jodidamente caliente. Dios, él realmente tendría que dibujarle así algún día.
El rubio estaba por desabrochar el botón de su pantalón cuando Jungkook le detuvo.
—Espera, espera —susurró, con la respiración entrecortada, sosteniendo la mano de Taehyung para alejarla de ahí y en cambio entrelazar sus dedos—. Se supone que estoy en horario laboral.
—Ah, cierto, cierto —le respondió, también en un susurro, como si de repente recordaran que debían ser silenciosos, y fue cuestión de segundos para que comenzaran a reír a un volumen moderado. El mayor plantó un último beso rápido en los labios del chico y se levantó para luego ayudarle a hacer lo mismo.
Se acercó y le acomodó el botón que había abierto antes, mientras Jungkook maldecía en su mente todo lo que se le ocurría. Ah, nunca había odiado el trabajo tanto como en ese momento, o, mejor dicho, no lo había odiado hasta ese momento. Ahora solo podía quedarse con el pensamiento de lo que pudo haber pasado por el resto del día. Miró a Taehyung al detalle en lo que él terminaba de arreglarle el cuello de la camisa, y una vez hecho le observó de vuelta.
—¿Qué? —le preguntó, con una sonrisa escondida en la comisura de sus labios.
—De verdad me gustas, hyung. —El muchacho de rubios cabellos se mostró de repente tímido tras escucharle y eso le causó gracia al menor—. No puedo creer que después de todo, con lo que te pongas nervioso sea con esto.
—Ah, no te burles. —Acunó su rostro con ambas manos, atrapó su labio inferior entre los suyos y presionó suavemente, entonces se alejó y le miró a los ojos—. También me gustas, Jungkook, mucho.
El azabache le dedicó una enorme y adorable sonrisa que casi le deja sin aire, antes de comenzar a acomodar de nuevo su camisa dentro del pantalón. Taehyung se pasó una mano por el cabello mientras le detallaba con atención, perdiéndose en lo bonito que era.
—Bien, joven trabajador, ya deberías volver a tus labores.
—Sí, sí, pero antes de irme voy a cambiar esa venda, porque ya veo que si yo no lo hago tú tampoco lo harás. —Señaló con la cabeza la mano herida del mayor, quien palideció de inmediato tras escucharle.
—Ah, no, no lo hagas. Está bien, ya lo viste, no me duele.
—Hyung, no te asustes, prometo que tendré cuidado —le dijo, y se encaminó al baño para buscar lo necesario—. Solo voy a limpiar el corte y a vendarlo de nuevo, ¿sí? Seré suave —aseguró.
—No es eso, es que de verdad no es necesario, ya casi ni ha de notarse, no fue nada profundo —farfulló, balanceándose como si sufriera de un tic nervioso.
—Claro que lo fue. —Jungkook se giró hacia él con el ceño fruncido—. Estuve ahí, yo lo vi. —Regresó a donde estaba el mayor, sosteniendo las cosas con una mano y con la otra le empujó suavemente hasta el sofá—. Ha pasado un día. Sí, ya estará sanando, pero te garantizo que si no cambiamos esta venda podrá infectarse o algo. —Se arrodilló frente a él en cuanto hizo que se sentara y dejó todo en el suelo para sostener su muñeca y comenzar a quitar el vendaje.
—De verdad no quiero que lo hagas. —El menor le miró y se encontró con el miedo demasiado visible en sus expresiones, le sonrió para intentar tranquilizarle y se impulsó para dejar un beso en su frente.
—No dolerá, en serio, pero no quiero que empeore —le dijo, y continuó con lo que hacía—. ¿Qué ha pasado con el chico super valiente que ni siquiera se quejó de dolor ese día? —bromeó, tratando de aliviar la tensión.
—Jungkook... —El mencionado levantó la vista de nuevo, sorprendiéndose por la manera en la que estaba mirándole, sus ojos parecían estar suplicándole por algo. Tiró de la venda, quitándola por completo, y cuando bajó la mirada a la mano de Taehyung sintió que se quedaba sin aire.
—Joder. —Fue todo lo que salió de su boca, se sostuvo del rubio con la otra mano para no caerse debido a la impresión, a pesar de que estaba sobre sus rodillas y con el suelo demasiado cerca como para que eso pudiera pasar.
Barrió con la mirada la palma de Taehyung, el lugar donde se había hecho el corte, pero donde no quedaba ni una mísera marca. Deslizó las yemas de los dedos por esa zona, nada, no sentía ni un mínimo desliz o tan siquiera algo que le asegurara que no había perdido la cabeza, que no había imaginado lo que había pasado. Porque esa taza no podía estar intacta y la mano de Taehyung no podía no tener una cicatriz, no cuando en su memoria los recuerdos de ese momento exacto seguían estando tan frescos.
—Jungkook. —Escuchó que le llamaba, levantó la mirada y le observó con ojos ausentes y labios temblorosos.
—Dime la verdad —musitó—. Estoy loco, ¿cierto?
—No, no, no lo estás. —Taehyung suspiró y le sujetó de los brazos para que se levantara y se sentara a horcajadas en su regazo. Rodeó su cintura para abrazarle con firmeza y Jungkook se aferró a su cuello, percibiendo sus propios pensamientos revueltos. No entendía, no podía comprender lo que estaba pasando, era todo tan confuso. El contrario acarició su espalda con suavidad mientras le susurraba al oído palabras de consuelo—. Todo está bien, tú estás bien. —Comenzó a entregarse a esa sensación de paz y a sentirse más tranquilo, cerró los ojos e inhaló con fuerza para luego dejar salir el aire despacio—. Por esto no quería... Yo... No quería que te asustaras.
—¿Tú lo hiciste? —le preguntó, alejándose un poco para mirarle de frente—. ¿Lo del portarretratos y la taza de tu madre? ¿Por eso no querías que la tirara?
—Sí... —murmuró. Jungkook, contrario a lo que esperaba, le miró con ojos curiosos.
—¿Cómo lo haces?
—Umh, no lo sé. —Taehyung frunció el ceño, pensativo—. Creo que simplemente pasa. —El azabache abultó su labio inferior, para nada satisfecho con esa respuesta—. Ah, no me mires así, te ves demasiado adorable. Quiero contarte todo, pero me resulta un poco difícil de explicar.
—Puedes hacer el esfuerzo, te daré un beso por cada respuesta que me des, ¿qué dices?
—Que sean dos. —El menor negó con la cabeza, sonriente.
—Uno.
—De acuerdo, de acuerdo. Bien, umh, es... No es como que haga magia con chispas de colores y esas cosas, yo solo me dedico a ordenar cada pieza en su lugar, en donde deberían estar, haciendo que encajen, entonces es como si ellas supieran que es así como pertenecen y ahí se quedan. Es complicado de explicar, te lo dije —añadió, al ver la expresión de confusión de su acompañante.
—Está bien —dijo, y se inclinó para dejar un besito en sus labios, se alejó rápido con la siguiente pregunta lista. Taehyung hizo un puchero—. ¿Y lo de esa... sensación de bienestar? Tú ya lo hacías desde antes de que nos conociéramos, cuando bajaba y me quedaba apoyado en la puerta —explicó, sintiéndose un poco tímido al mencionar aquello—, esa calma con la que me ayudaste a dormir... Y también lo has hecho con la señora Kim.
—Esa es un poco más fácil —respondió, asintiendo con la cabeza—. O tal vez es porque lo hago más a menudo, pero... de cierta forma puedo... encontrar en ti los buenos sentimientos, los pensamientos y las emociones positivas. De ese modo hago que vuelvas a experimentarlos. Es intenso, y el problema de eso es... que a veces puedo transmitirte lo que yo estoy sintiendo también, como si me superara. Sin embargo, la tranquilidad que crees que te doy en realidad es tuya, yo solo te ayudo a recuperarla.
—Y es por eso que sabes también cuando alguien tiene buenas intenciones o no —aseguró.
—Sí, puedes llamarlo sensibilidad. Es como si fuera muy sensible para percibir lo que hay en el verdadero ser de las personas, como si sus almas me buscaran y me hablaran, si es que eso tiene algún sentido.
—No lo tiene, pero suena lindo.
—A veces es deprimente —confesó—, hay personas en las que me resulta difícil encontrar algo bueno, me esfuerzo por eso, pero muchas veces no lo consigo. ¿Sabes? Recuerdo cuando le pregunté a mi padre por qué su alma se sentía tan oscura, por qué tenía esos raros pensamientos a veces. Ah, la mirada que me dio tampoco la olvido, supongo que fue eso lo que terminó de mandar a la mierda todo.
—Tu madre me la contó.
—¿Qué? —preguntó, ladeando la cabeza en confusión.
—La historia de tu padre, ella me la contó.
—Ah... —Taehyung pareció ensimismarse en sus pensamientos por un momento, antes de volver y clavar los ojos en los suyos—. Pero si ya lo sabes entonces eso es un beso menos. —El azabache no pudo evitar reír y le acarició la nuca con los dedos mientras el mayor volvía a hacer pucheros, desvió la mirada a sus labios y se inclinó hacia él, como siendo atraído por un imán.
—Te lo daré de todas formas —murmuró. Le besó despacio, disfrutando el momento todo lo que pudiera, y esta vez Taehyung no le permitió separarse rápido, le abrazó con más fuerza, acercándole a su cuerpo todo lo que fuera posible y causando en Jungkook una oleada de muchas sensaciones. Deslizó las manos por su espalda hasta su trasero, apretándolo y haciéndole jadear—. Ah, Tae, espera.
—Ah, Jungkook, no es justo que me pidas que pare luego de escucharte decir mi nombre de esa manera. —Volvió a atacar sus labios con entusiasmo y, Dios, Jungkook no quería que parara, pero no podía evitar temer que alguien le buscara por su prolongada ausencia y terminaran descubriendo a Taehyung.
El mayor volvió a apretar su trasero con deseo y el azabache gimió sobre su boca, comenzando a moverse sobre él de una manera casi inconsciente, solo deseando sentirle más cerca y creando una fricción que pronto les tenía locos a los dos.
—Bien, ah, espera, yo realmente no podré parar si no te detienes ahora —le dijo el rubio, sosteniendo sus caderas, ambos tenían la respiración pesada y sus ojos estaban llenos de pasión al mirar al otro.
—Cierto, el trabajo.
—Sí, el trabajo. —Asintieron y se miraron antes de compartir un último beso. Jungkook se levantó, dejando que Taehyung hiciera lo mismo, y volvió a arreglar su ropa—. Seguiremos con las preguntas después, ahora ve a ser un buen chico. —Le revolvió el cabello con afecto y el menor sonrió.
«¿Buen chico? Sí, claro. Estaré fantaseando contigo todo el día, que me conozco».
—Bien, me voy ahora. —Se acercó a la puerta y se giró hacia él antes de abrir—. ¿Hay alguien cerca?
—Lo dices como si fuera algún vidente o algo así. —Jungkook se encogió de hombros con diversión y Taehyung rodó los ojos de igual manera—. Umh, no percibo a nadie más que a ti, muy fuerte, por cierto, pero ten cuidado de todos modos.
—De acuerdo. —Abrió despacio y se asomó para revisar el pasillo, confirmando que estaba despejado, salió en silencio y le guiñó un ojo al mayor antes de cerrar la puerta. Sonrió como un tonto enamorado y subió las escaleras hasta su propia habitación, con la idea de reponerse un poco antes de bajar y tener que centrarse solo en el trabajo por un largo rato.
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