Capítulo 1

Jungkook no podía negar el hecho de que estaba sintiéndose malditamente nervioso, eso y la ansiedad tenían su corazón latiendo a una velocidad que no debía ser segura.

Si las cosas salían mal ese día, su vida estaría jodida.

Llevaba una semana entera preparándose para esa entrevista, y es que no podía permitirse volver a casa sin obtener ese trabajo. No quería escuchar de nuevo ese discursito de que era un bueno para nada. No, ahora que tenía dieciocho años iba a demostrar que podía hacerse su propio dinero solo. Él definitivamente iba a dejar con la boca cerrada al patán de su padrastro.

—Estás muy tenso —le dijo el señor Park, quien desvió la mirada de la carretera por un segundo para observarle—, deberías relajarte, todo va a salir bien. Tienes este puesto casi asegurado, ella solo quiere conocerte en persona.

—Ah, no lo sé, de verdad me inquieta que no me considere lo suficientemente capaz —aceptó, percatándose de que había estado empuñando la tela de sus holgados jeans, así que la soltó de inmediato, debía lucir impecable—. De verdad le agradezco que le haya hablado de mí para este trabajo, señor Park, pero creo que es demasiado para comenzar. Soy un desconocido, ella ha de requerir a alguien de confianza.

—Eres de confianza, por eso estás aquí —sentenció el hombre—. Conozco a tu madre desde antes de que incluso pensara en tenerte, prácticamente te he visto crecer. Mira, hoy en día las personas saben que es bueno trabajar con gente joven, la señora Young Mi es una mujer muy amable y ella está buscando a alguien como tú. A medida que crezcas así mismo irá creciendo su confianza. Cuando seas mayor podrás ser un gran socio de la familia, sabes lo mucho que rigen las relaciones públicas.

—Ya, pero eso es un poco precipitado. Ahora lo único que deseo es salir de mi casa y librarme de las peleas diarias con Hyun Bin. —Suspiró, con la vista fija en el paisaje del otro lado de la ventana.

—¿Y Joy?

—Mi madre es una buena mujer, pero las últimas semanas han sido muy agobiantes para ella. Mi ausencia le dejará un poco más de aire para que respire y se recupere tranquilamente.

—Escucha nada más como estás hablando —negó, con una dolorosa sensación de déjà vu en el pecho; una conversación casi tan corta como asoladora que había sostenido en ese mismo auto con una persona diferente hacía varios años ya—. Ah, llegamos.

Jungkook se enderezó en el asiento, observando a través del parabrisas lo que no podía ser otra cosa que una mansión. Los nervios le estaban consumiendo, de verdad necesitaba el empleo. Bajó del auto y siguió al señor Park hasta la entrada, el chófer de la señora Kim le dedicó una sonrisa con la que le deseaba buena suerte y que hizo al azabache sentirse más seguro.

Se detuvieron en el portal y el hombre mayor timbró, Jungkook aprovechó para mirar hacia arriba, intentando apreciar la fachada completa. Era una casa majestuosa sin duda, e imponente, de arquitectura moderna y materiales de construcción elegantes, como los brillantes azulejos incrustados en el marco del umbral y los delicados detalles que poseía en madera de abeto. Creyó notar movimiento en una de las ventanas del segundo piso, por lo que fijó mejor su atención ahí, pero desde donde estaba no alcanzaba a diferenciar nada del interior, además de que los cristales parecían polarizados, haber visto algo en realidad era en absoluto improbable, por no decir imposible. Lo descartó como un simple reflejo del sol, y la puerta abriéndose hizo que regresara la mirada al frente, donde una mujer de cabello rojizo les indicaba que pasaran.

Saludó con formalidad, siguiendo los pasos del señor Park hasta el centro de la sala. Entonces observó anonadado a la mujer de cabello castaño medianamente corto, quien se acercaba a ellos acompañada del sonido de los tacones contra las lustradas baldosas de mármol, vestía con elegante ropa ejecutiva y tenía una simpática sonrisa adornando su rostro de delicadas facciones.

—Tú debes ser Jungkook —dijo, mirándole con amabilidad—. Gracias por traerlo, señor Park, ahora hablaré un rato con él. —El hombre asintió y se despidió con una pequeña reverencia antes de retirarse—. Puedes sentarte —invitó, señalando el sofá. El muchacho obedeció y ella tomó asiento frente a él.

—Muchas gracias.

—Min A traerá café en un momento. Ya estás enterado sobre de qué va este trabajo, ¿cierto?

—El señor Park me comentó un poco al respecto. —Asintió.

—Bien, lo que estoy buscando es alguien que sea mi mano derecha. Yo estoy constantemente fuera de la casa por cuestiones laborales, tengo que salir incluso de la ciudad varias veces al mes y necesito a alguien a quien pueda dejar a cargo de la administración aquí. Los empleados están... cambiando a menudo también, todos los que están aquí ahora no llevan más de un mes en la casa. Como ya sabes, el señor Park es el único en quien realmente confío y el que lleva conmigo muchos años, pero como es mi conductor predilecto no puede quedarse aquí todo el tiempo —explicó, su manera sutil de sentarse con la espalda recta hacía que siguiera viéndose igual de grácil y esbelta—. Por eso accedí a hablar contigo cuando me dijo que eres un muchacho competente, responsable y que puedo sentirme segura dejándote a ti a cargo. —El azabache no tenía idea de qué decir, sentía que todavía no era su momento de hablar y que cualquier palabra que saliera de su boca le haría quedar como un completo idiota. Era su primer trabajo y ya era demasiada responsabilidad, quería hacerlo bien—. ¿Vives con tus padres, Jungkook?

—Yo... realmente vivo con mi madre y su esposo. —La mujer de rojizos cabellos que les había abierto la puerta pidió permiso y le entregó a cada uno una taza de café, el menor la recibió y agradeció en voz baja con una venia antes de que Min A se retirara.

—Entiendo, el señor Park te habrá comentado también la posibilidad de que vivas aquí... Tengo entendido que tu casa queda algo lejos y te puede resultar difícil el transporte diario en la mañana y luego en la noche. Sin embargo, sé que eres joven y necesitas la autorización de-

—Señora Kim, disculpe, pero en realidad no tengo ningún inconveniente con quedarme aquí y mi madre tampoco. De esa manera puedo ejercer mis obligaciones debidamente las veinticuatro horas. —La mujer sonrió.

—Perfecto, entonces te propongo esto —dijo, inclinándose un poco en el sofá—. Quédate aquí el tiempo que duran tus vacaciones y será como tu periodo de prueba. Si luego de eso me siento satisfecha y decides continuar, podremos conversar la posibilidad de que te quedes con un contrato a término indefinido sin que esto afecte tus clases, ¿te parece?

¿Que si le parecía? Jungkook estaba a punto de saltar de la emoción. Era un trabajo serio, sí, que le exigía madurez, que tal vez sería aburrido, pero era un trabajo a fin de cuentas y estaba muy bien remunerado. El tonto de Hyun Bin no tendría derecho de volver a decirle nada y mejor todavía si conseguía trabajar con la señora Kim por mucho tiempo más.

—Me parece. Muchas gracias por la oportunidad, señora Kim.

—Ah, está bien, puedes llamarme Young Mi.

—Gracias, Young Mi —le dijo, con una pequeña sonrisa tímida.

—¿Damos un recorrido por la casa mientras te comento el resto?

—Sí, por supuesto. —Siguió los movimientos de la mujer, quien se levantó y dejó la taza en la mesita de centro, Jungkook le dio un sorbo rápido a su humeante bebida antes de hacer lo mismo y seguirla por el pasillo.

Ay, el café.

—Tu tarea es el mantenimiento del control de la casa en mi ausencia. Aquí ya todos saben lo que deben hacer, pero quiero que puedan acudir a ti en caso de cualquier percance y que tú puedas ayudarles en lo que requieran, desde comunicarse conmigo hasta alguna labor fuera de la casa —explicó, mientras pasaban por la cocina. Todo estaba perfectamente organizado, el mesón reluciente y con cada implemento en el lugar correspondiente. Además de que era la más ostentosa que Jungkook había visto nunca—. Serás mi puente directo con ellos, ya sea que necesiten comunicarme o preguntarme algo o que les haga falta dinero. Aunque siempre me aseguro de dejar todo lo necesario, nunca se sabe cuando se precise algo más. También necesito que me ayudes a administrar mis actividades diarias, tengo muchas reuniones y compromisos al día y me queda un poco pesado organizarlo todo. En el futuro, Jungkook, también espero que puedas ayudarme a manejar mis cuentas. La verdad es que no me queda mucho tiempo para dedicar a ese tipo de cosas —agregó, y el azabache sabía que eso era algo que no podía cuestionar. Young Mi, a pesar de la postura estilizada y la ropa pulcra, no podía hacer mucho para ocultar las ojeras que levemente se asomaban por encima de su maquillaje. Jungkook se preguntaba si acaso estaba descansando bien, pero por supuesto eso era algo que no iba a mencionar.

Salieron al jardín trasero, el muchacho ni siquiera se sorprendió al ver la piscina, ya suponía que una casa como esa debía tener una, pero sí le asombró la vista completa. El agua se veía limpia y cristalina, el césped verde y bien podado, y la cerca alta que lo rodeaba generaba una agradable sensación de privacidad. Había una zona despejada, donde sería asombroso acostarse a observar el cielo. La señora Kim sonrió al ver la expresión en su rostro.

—Puedes entrar a la piscina de vez en cuando si quieres, a veces pasan meses sin que alguien la utilice, no hay... —Young Mi se humedeció los labios, la firmeza de su mirada titubeando por un momento— no hay quien lo haga. ¿Continuamos? —Jungkook solo asintió, sin atreverse a decir nada, y volvieron sobre sus pasos al salón principal—. Es bueno tener un muchacho joven por aquí —añadió la mujer, con una sonrisa risueña que al menor se le antojó más bien tristona.

—Quién sabe, tal vez pueda conseguir que todos terminen en la piscina un día de estos —bromeó, intentando aliviar el peso del ambiente, su nueva jefa soltó una risita.

—Desde luego. —Le hizo una seña hacia las escaleras, indicando así que subieran—. Las habitaciones están en la tercera planta, solo hay otra empleada que duerme aquí también, los demás se van al atardecer y regresan en la mañana, te daré los horarios de igual manera para que puedas tenerlos en cuenta. Hay una pequeña terraza también, donde está ubicada la zona de lavandería. —Se detuvieron en el rellano de la segunda planta y Jungkook observó hacia los dos lados del pasillo—. En este piso, a la izquierda, está mi oficina y una biblioteca a la que tendrás acceso sin problema; exceptuando eso, no hay más razones para frecuentar aquí. Tienes el resto de la casa a tu entera disposición, ¿de acuerdo? Yo necesito calma para concentrarme en el trabajo y prefiero que este corredor permanezca despejado.

—Por supuesto. —Asintió.

—Bien, espera un momento, te traeré unos papeles que preparé para ti —le dijo, dando media vuelta para dirigirse al lado izquierdo del pasillo, pero se giró antes de dar el segundo paso—. Ah, Jungkook, la puerta marcada con el número siete no debe abrirse, nunca. ¿Entendido? —El menor se sorprendió con el comentario repentino, pero asintió con la cabeza sin dudar.

—Sí, señora. Entendido. —Young Mi le dedicó una sonrisa y retomó hacia su oficina para buscar los susodichos papeles.

El azabache observó a su alrededor mientras esperaba y se acercó por el lado derecho, mirando con atención las obras colgadas en la pared. Algunas eran bastante reconocidas y otras tantas de pintores fantasma, le resultó interesante conocer que a la señora Kim le gustaba el arte.

A medida que avanzaba, el pasillo se tornaba más silencioso. Ya no se escuchaban los pasos de las personas que caminaban en la primera planta, ni los ruidos del jardinero o los sonidos comunes del exterior. Las pinturas se terminaron y en su lugar se topó con algunos diplomas enmarcados, observó con curiosidad las menciones, Kim Taehyung. Excelencia académica, buen comportamiento, gran manejo del idioma inglés, sensibilidad artística, y técnico en dibujo de rostros y anatomía humana; todos siempre al mismo nombre, Kim Taehyung.

Desvió la mirada de la pared para enfocar su atención al frente, a unos cinco metros de distancia de su posición había una puerta cerrada de madera oscura que llegaba a tope con el suelo, aquella habitación parecía ocupar la mitad de todo lo que era el segundo piso. En la pared, del lado derecho de la cerradura y a un par de metros de distancia del techo, reposaba un único número de metal de color cobre, siete.

Miró hacia atrás, asegurándose de que la señora Kim todavía no volvía y terminó por acabar con la distancia que había entre él y la puerta, acercó su oído izquierdo sigilosamente y del otro lado no escuchó más que silencio.

Se encogió de hombros y volvió sobre sus pasos al lugar donde Young Mi le había dejado, pero un último marco llamó su atención a mitad de camino. Se detuvo para admirarlo, sintiéndose anonadado por la fragilidad que le denotaba aquel cuadro, compuesto por cuatro fotografías. Eran de un muchacho de cabello castaño oscuro y piel aterciopelada. Sí, era un muchacho sin más, pero Jungkook no podía dejar de sentirse embelesado con la imagen, casi sentía que se trataba de un ser etéreo, como si no perteneciera a ese soso mundo mortal, si es que acaso eso tenía algún sentido.

El sonido de los tacones de la señora Kim le informó de su presencia, pero ni siquiera por eso pudo desviar la mirada del retrato, adorar su atractivo no se sentía como hacer algo malo. Escuchó sus pasos acercarse hasta que percibió que se detenía a su lado.

—Siempre que paso por aquí termino deteniéndome para observarlo —dijo ella, con un tono suave, Jungkook la miró por unos segundos, tenía una pequeña sonrisa acompañando ese deje melancólico en su voz.

—¿Quién es? —preguntó, casi en un susurro, cuando sus ojos se posaron de nuevo en el cuadro.

—Mi hijo —musitó en respuesta.

—Oh, no sabía que tenía un hijo, ¿no está aquí ahora? —Young Mi negó con la cabeza.

—Taehyung murió hace dos años. —El azabache la miró de inmediato, ¿que ese muchacho tan hermoso estaba muerto? No podía ser.

—De verdad lo siento, no lo sabía.

—No te disculpes, no es tu culpa —le dijo ella, con una pequeña sonrisa tranquilizadora—. Vamos, te enseñaré tu habitación. —El menor asintió y lanzó una última mirada a la obra de arte, que no era exactamente una pintura, antes de seguirla.

Subieron las escaleras hasta el tercer piso, Jungkook no podía olvidar tan fácil esa última confesión ni sacar de su cabeza aquellas fotos, pero hizo lo posible para no demostrarlo y enfocarse en su posición dentro de la casa. Para la señora Kim ese tema debía ser realmente difícil, por lo que no quería terminar agobiándola.

—Ten, aquí están los horarios que te mencioné, algunos cronogramas básicos y todos los números de teléfono que puedas llegar a necesitar, incluido el mío y el del doctor de la familia. —El menor recibió los papeles y los hojeó mientras Young Mi seguía explicando—. Debes mantenerme al tanto de cualquier anomalía y asegurarte de que todos estén cumpliendo con sus respectivas tareas.

—Entendido.

—Eres muy receptivo. —Sonrió ella—. Esta es tu habitación —informó, abriendo una de las cuatro puertas que ocupaban la tercera planta, era más espaciosa que la que Jungkook tenía en su casa e incluso tenía un baño propio incorporado. Hizo un esfuerzo para no abrir la boca debido a la sorpresa y emoción—. El señor Park te llevará a tu casa para que puedas buscar tus cosas y luego volverá a traerte. Tienes el resto de este día para que te ubiques y conozcas mejor a los empleados y demás. Comenzarás oficialmente con tus labores mañana.

—Es perfecto, gracias de verdad.

—No, gracias a ti, espero que te adaptes bien —le dijo, y con una última sonrisa lo dejó para continuar con sus cosas. Jungkook hizo una reverencia en su dirección y se adentró al cuarto para recorrerlo un poco.

Tenía una cama mediana y un escritorio a un lado de ésta, también un guardarropa y una ventana con vista al exterior, desde ahí podía ver la entrada principal y el auto del señor Park.

Dio media vuelta para tener una visión panorámica de la habitación y se lanzó a la cama con una sonrisa enorme, llevándose la agradable sorpresa de que el colchón se sentía cómodamente suave.

—Ah, esto es tan bueno. —Suspiró y sacó el móvil de su bolsillo para revisar la hora, 10:03 a. m., en ese momento su madre debería de estar levantándose toda apesadumbrada luego de su intenso turno nocturno en el hospital en el que trabajaba.

Mordió su labio inferior, a sabiendas de la charla que le esperaba al llegar. Sin embargo, sabía que no se opondría a dejarle ir. Ella es buena, solo ha estado algo agobiada.

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