Capítulo 5: Gorlax, la bestia del ácido

Narra Clockwerk:

- Argh, mi cabeza... - murmuré mientras me levantaba, muy poco a poco. El mareo continuaba, pero al menos ya era más o menos consciente de lo que ocurría a mi alrededor.

Noté algo frío en mi mano, miré a ver que era, y me llevé una gran sorpresa, era nada más y nada menos que un brazo robótico de un Grox. Sí, parecerá raro, pero me lo quedé, pensé que lo necesitaría más adelante.

Oí el sonido de una bocina, y también el sonido de un montón de personas..., ¿vitoreándome?

Miré a mi alrededor, y me vi en el centro de un coliseo, y más de 1000 Groxianos gritando mi nombre al unísono.

- ¡Estoy confuso! - grité, pero nadie hizo nada para explicarme el porqué de todo esto.

Una gran puerta bajo las gradas se abrió, y de ella salió una enorme bestia que hacía temblar el suelo a su paso.

- He aquí el primer oponente: ¡Gorlax, la única criatura capaz de salivar el ácido más potente, el único capaz de corroer el acero! Clockwerk, - intenté ver de dónde provenía la voz - buena suerte.

En el palco, ahí estaba el Grox con el que había hablado en la transmisión antes de que me dieran aquel golpe.

"No hay tiempo de cháchara" - pensé. Aquella criatura tenía hambre, y lo único comestible en esta arena era yo.

La criatura rugió con todas sus fuerzas, y los guijarros del suelo empezaron a vibrar. El público guardó silencio, mientras yo miraba fijamente a la criatura.

"Nunca me han entrenado para esto, ay Spode, no sé cómo me lo voy a montar..." - pensé mientras reculaba para alejarme de la bestia. Ví como una baba rezumaba de su boca que, al caer al suelo, le dejaba un pequeño hoyo por la corrosión.

Tonto de mí, la bestia acabó por arrinconarme y dejarme entre la espada y la pared. De repente me acordé que aún conservaba el brazo de Grox, que, gracias a mis estudios de geología, identifiqué que estaba recubierto por una fina capa de Groxalita, un raro mineral que es 100 veces más duro y resistente que el diamante convencional.

"¡Para eso sí que me han entrenado!" - pensé mientras agarraba el brazo con fuerza. Ya casi podía notar el aliento de la bestia, era el momento perfecto para atacar.

Con todas mis fuerzas, le propiné una buena bofetada en la cabeza. Fue un golpe tan fuerte que le tumbé en el suelo, lo cual aproveché para volver al centro de la arena y tomar posición.

El público gritaba como loco mi nombre una y otra vez. ¡Creo que sólo gracias a ellos fue como pude salir de esta!

La criatura se reincorporó y me miró fijamente; vi la vivísima figura de la ira en sus ojos. De repente, abrió la boca, y un chorro de ácido salió disparado hacia mí. Por puro instinto, me puse el brazo de Grox delante de la cara, y el ácido rebotó y salió disparado al cielo. La bestia, al darse cuenta de su fallo, paró de soltar ácido.

- ¡Con esto se puede hacer de todo! - dije sorprendido, mientras la criatura se preparaba para otro disparo.

Esta vez me preparé bien, incliné el brazo, de forma que el rebote fuera directamente a la cara de la bestia. Ésta volvió a abrir la boca, y salió despedido otro chorro de ácido. Mantuve la posición, y el ácido chocó contra el brazo, el ácido rebotó e impactó con la cara de aquel bicho.

Éste se retorcía de dolor, rugía sin parar, tanto que se le oía más a él que a los Grox aplaudiendo.

Era mi momento. Corrí hacia la criatura y le propiné el segundo y último puñetazo. Tras aquello, la criatura desfalleció y se desplomó, haciendo temblar el suelo por última vez.

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