Seguir adelante no es olvidar

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Seguir adelante no es olvidar

“Mientes cuando afirmas que lograste olvidar a la persona que mas has amado en el mundo, lo cierto es que solo tratas de seguir adelante…”

 

Hermione


Sigues adelante, fingiendo que nada a pasado, que todo está bien en el orden normal de las cosas. Continúas levantándote todas las mañanas de la cama y de manera instintiva e inevitable cuando el sopor que deja el sueño no se ha retirado, estiras tu mano buscando alguien a tu lado que ya no está ahí. El frio de la cama delata su ausencia y hace que abras los ojos por completo apartando cualquier vestigio de adormilamiento, para darte cuenta que no importa cuánto sueñes con él y cuando desees que vuelva, ya se ha marchado y no regresara jamás.

Su cepillo de dientes sigue al lado del tuyo, podrías tirarlo pero te niegas a hacerlo porque al verlo te hace recordar las mañanas que peleaban por el baño y como intentaba hablar con la boca llena de espuma de dentífrico; su bata verde preferida sigue en el armario y en los cajones del lado derecho de la cómoda esta un par de cambios de ropa, la almohada de su lado de la cama aun conserva su aroma. Lo absurdo es pensar que llevan meses ahí, desde antes de que rompieras su compromiso, hasta ahora notas como te aferrabas desde entonces a ellos, como si se trataran de tu tabla salvavidas.

Sigues preparando dos tazas de café por las mañanas y compras el cereal que le gustaba aunque lo detestas, son pequeñas costumbres que adquiriste desde que se hicieron pareja y aun cuando rompieron no puedes evitar seguir con tu pequeña rutina, con esa sucesión de pequeños detalles que te lo recuerdan.

Casarse era el siguiente paso, para formalizar su relación, aun cuando prácticamente vivieran juntos desde hacía meses y que se trataran con la misma familiaridad de unos recién casados paso desapercibido para ambos, porque todo se dio tan natural que ni siquiera notaron cuando saltaron de  comenzar a escoger cosas junto  a pensar en un futuro como si se trataran de una sola persona.

Ahora que lo había perdido de manera irremediable se daba cuenta lo mucho que lo amaba y que fueron sus inseguridades las que le impidieron ver que la verdadera felicidad estaba  justo a su lado.

Podrías decir que te han roto el corazón, pero eso sería hipócrita, porque no es toda la verdad y lo sabes. Para ser francos tendrías que admitir que tu diste el primer golpe y sin importar quién hubiera ganado esa pelea, tu corazón no fue lo único que se rompió. Lejos hay un hombre –o quizás dos- que sufre por tu causa aun cuando toda su vida hubiera creído que no tenía un corazón que se pudiera romper.

Todos los días antes de salir de tu departamento te detienes un momento, tomando el pomo de la puerta,  observas en silencio el solitario lugar, preguntándote si alguna vez regresaras y lo encontraras recostado en su sillón favorito, saqueando tu alacena o paseado de un lado a otro con solo sus bóxer puestos y esa sonrisa socarrona e irresistible adornando su rostro; contienes las ganas de llorar y cierras, sabiendo muy bien la respuesta. 

Te dejas arrastrar por la rutina y llenas los huecos que dejo en tu vida lo mejor que puedes, la mayoría de las veces con jornadas más amplias de trabajo, hasta que el cansancio es tal, que puedes dormir en cuanto tu cabeza toca la almohada.

A veces no tienen tanta suerte, las noches se vuelven eternas y en el insomnio sofocante y desesperado, no puedes alejarlo de tu mente y lloras, abrazada a esa almohada que tus lágrimas humedecen con frecuencia, dejándote llevar por la nostalgia y la desazón de que su aroma se va perdiendo poco a poco.

Sigues adelante, repitiéndote a ti misma que el tiempo lo cura todo, aunque sabes de antemano que eso es mentira. El tiempo no cura nada, el dolor sigue, es solo que con el transcurso de los días y las semanas te haces más fuerte para soportarlo y sigues esperando que algún buen día pase y comience a doler menos.

Tu gustaría huir de esa vida que llevas y comenzar de nuevo en un lugar distinto, donde nadie te conozca, donde no temas encontrártelo de nuevo, pero el cielo es el mismo a donde vayas y sabes que entre una multitud de extraños seguirás buscando su rostro conocido.

Puedes intentarlo y arrancar tus raíces para cambiar de tierras, pero seguirás añorando los aromas familiares e incluso los climas insoportables y los días malos llenos de dificultades, de aquella tierra que te acogió siendo una semilla y te vio transformarte bajo su cobijo; puede si quieres, aprender otros idiomas, pero el amor es amor en todos los lenguajes; puedes fingir que no lo extrañas y dejarte llevar para conocer otros, pero ninguno es él, y en el fondo de tu corazón lo sabes.

De repente te siente solo la mitad de un todo y te hace falta él, para sentirte completa y no entiendes como no pudiste darte cuenta mucho antes, para no joderle y joderte la vida de esa manera.

Pero todo pasa y lamentarte no cambiara nada, ni te hará sentir mejor, así que sigues intentado sobreponerte a la angustia, a esa sensación de estar siempre perdida e incompleta y avanzas por ese camino que elegiste, que está llena de espinos y de hiedra, que te lastima las plantas de tus pies desnudos y hace que se encoja tu corazón.

Sonríes para no llorar y lloras a solas en aquel departamento que se ha hecho tan enorme e insoportable, con ese silencio y esa soledad que te devoran lentamente mientras esa almohada suya a perdido ya todo su aroma y todo lo que te lo recuerda se va llenando de polvo y de vacío.

Sientes que tu vida era como una pared llena de cuadros hermoso, que de repente se a vaciado y solo quedan las marcas en una pintura desteñida y los agujeros que dejaron los clavos que te marcaron como heridas que jamás sanaran por completo.

No se olvidan el amor verdadero, solo intentas seguir adelante lo mejor que puedes, aunque a veces no sea suficiente.

Draco

Sigues adelante por orgullo, tratando de fingir que las heridas no te escosen como el infierno, disfrazas de frialdad tus penas y de indiferencia su recuerdo, pero sabes que no es cierto y que por mucho que la maldigas en voz alta, en silencio la amas igual que siempre. 

Te repites hasta el hartazgo que la odias y entre mas lo haces es peor la mentira, porque con todo y todo no puedes odiarla, porque para eso tendrías que dejar de amarla como la amas.

En un arranque de cólera has roto todo lo que te recuerda a ella y tarde te diste cuenta que no había espacio en tu departamento o en tu vida,  que de una manera y otra no te la recordara, porque está ahí entre tus sabanas, enredada en tus recuerdos, desnuda con sus infinitas piernas largas, abiertas para ti, para acogerte, para perderte en ella mientras grita y tortura sus labios con los diente;   la llevas metida en la piel en esa marca que llevas en el brazo y que infinidad de veces a besado mientras te repetía que no le importa lo que fuiste, sino quien eres.

Quemaste todas sus fotos y ¿De qué sirvió? Si te basta cerrar los ojos para verla, para tener su imagen metida hasta la medula, esta tras tus parpados, tras tus noches en vela, tras las borracheras y las carreras maratónicas de sexo para olvidarla. Esta en los cuerpos extraños, en los rostros sin dueño, en los labios que besas con sabores distantes. Esta como un fantasma que te persigue, que te acosa y te acecha en cualquier lugar y a todo momento.

Sufres en silencio y sigues adelante, digiriendo con pesadez el miedo que te causo perderla y te obligas a seguir de largo cuando estas a punto de tocar su puerta. Ignoras esa voz que te dice que lo intentes y haces que tu orgullo someta tus ansias y continúas pretendiendo que no la extrañas, ni la necesitas.

Has bebido copa tras copa hasta embrutecerte, intentando olvidar hasta su nombre, pero aun en la inconsciencia del alcohol, tirado en tu propia inmundicia la vez sonriente, con su cuerpo espigado y su rostro iluminado por esos ojos infinitos.

Sigues en ese huracán que te divide, que te sacude hasta las entrañas y a veces piensas que mereces haber pagado por tus crímenes de esa manera tan sórdida y violenta, pero a veces, solo a veces, crees tener el derecho de odiarla por ser una infeliz ramera que incluso se medio con tu padre para herirte.

Pasan lentos los día y todos parecen igual, nada cambia la pena continua y tu sigues tu camino, intentando no cruzarte jamás con ella.

Quieres odiarla, aborrecerla, borrarla de tu vida, mas sin en cambio no puedes olvidarla. Solo te queda intentar seguir a medias con esa vida de mierda que ya no es vida.

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