La Suma De Todo

Este capitulo esta dedicado con todo cariño a mi gran amiga Daniela Pachao, sin su inspiración este fic nunca hubiera salido a la luz. Muchas gracias.

*o*O*o*

Antares

No tuvo el valor para enfrentarse a la implacable determinación de su hermano. Se quedó en silencio tragándose los reproches y los insultos en contra de su madre. Con el dorso de sus manos limpio los últimos vestigios de sus lágrimas con más fuerza de la necesaria, avergonzándose de haber perdido el control de esa manera.

Seguía pensando lo mismo, culpaba a Hermione por no crecer con un padre que los cuidara, por no vivir bajo el mismo techo como una verdadera familia. Pero en ese momento necesitaba pensar con la mente fría como Scorpius, ya cuando pasara todo tendría tiempo de decirle unas cuantas verdades a su madre.

Se escucharon fuertes ruidos y explosiones en los pisos superiores, lo que alerto a los gemelos que se apresuraron a formar un plan de escape. La ventanilla era demasiado pequeña para que cupiera Scorpius, pero sin duda Antares podría salir sin dificultad.

Una nueva explosión y gritos los hicieron apresurarse. Cuando la puerta del sótano se abrió Adolpus entro por ella a tropel reparando en que ahí se encontraba ya solo uno de los gemelos. Colérico se apresuró a tomarlo por el cuello y sostenerlo con fuerza contra su cuerpo robusto enterrando la punta de la varita. A los pocos minutos irrumpió Draco con varita en mano dispuesto a destruir al responsable del secuestro de sus hijos.

-¡Suéltalo! –Ordeno furioso el rubio.

-No te acerques Draco. -Advirtió Adolpus con una sonrisa enfermiza en los labios.

-¿Dónde está Antares? –Pregunto al darse cuenta que no se veía por ningún lado.

-¡Escapo! -Contesto con valor el chico a pesar de sentir la varita de aquel hombre enterrándose en su piel.

-Son un par de ratas inmundas como sus padres. -Siseo colérico. -Ella es una puta como su madre y el tan patético como la escoria de su padre.

-¡Suéltalo! -Repitió ignorando sus insultos.

-Si me atacas el morirá primero, apártate de la puerta y suelta tu varita. -Ordeno con intenciones de utilizar al chico como escudo y tabla de salvación.

Draco no tuvo más remedio que obedecer, lanzo a unos metros la varita y se hizo a un lado para dejarle espacio para que salieran. Con lo que no contaba era que Hermione entro también al sótano.

Lejos de sentirse decepcionado Adolpus pareció extrañamente feliz de verla.

-Miren quien se unió a la fiesta. –Soltó con sarcasmo.

-¡Suelte a mi hijo! –Advirtió con frialdad sin dejar de apuntarle.

-Deja tus aires de heroína, ¡inmunda sangre sucia! Te recuerdo que tengo a tu bastardo en mis manos.

-¿Qué quieres? -Pregunto en un tono desesperado a pesar de mantenerse aparentemente firme.

Adolpus pareció meditar por un momento la situación.

-Creo que vale más tu vida que la de tus bastardos. –Sentencio.

-¡De acuerdo! –Hermione ni siquiera lo pensó. –¿Quieres una garantía para huir? llévame contigo, pero deja en paz a Scorpius.

-¡No mama! –Grito desesperado su hijo, que no tardó en ser silenciado por su captor por medio de un hechizo.

-¡Que buena madre! –Se mofo. –Pero ese papel ya no te queda, se que eres una puta que se revolcó con el Lucius y con Draco, padre e hijo. No eres más que una cualquiera, una ramera sangre sucia.

-Piensa lo que quieras, mientras sueltes a mi hijo.

-Solo digo la verdad, tus propios hijos saben la escoria que eres o me vas a decir que tienes alguna excusa.

-No tengo ninguna. –Admitió, desviando por un segundo la mirada hacia Draco que permanecía a pocos pasos de ella rígido por la tensión. –Quise a Lucius y ame a Draco, mis errores son solo míos, así que suéltalo y me iré contigo.

-Lanza tu varita y camina hacia mí.

-No lo hagas Hermione. –Draco la retuvo tomándola por el brazo.

-Cuida de ellos. –Fue la respuesta de la castaña quien se zafo de su agarre para hacer lo que le pedía Adolpus.

-¡Que conmovedora escena! –Se burló lanzando a Scorpius contra Draco para coger a Hermione en su lugar. –Que poco valoras tu vida sangre sucia para entregarte sin pensarlo y que ingenua eres para creer que voy a liberarlos.

Granger sabía que no podía confiar en aquel hombre por eso había tomado sus precauciones, la varita que entrego era falsa y la suya estaba a buen resguardo oculta entre sus ropas.

Adolpus estaba a punto de conjurar maldiciones en contra de Draco que cubria con su cuerpo a Scorpius cuando sintió un golpe en el estómago que lo dejo por un segundo sin aliento. Fue el tiempo suficiente para que Hermione se liberara y se pusiera delante de los hombres que más amaba en ese mundo.

-Mis errores son muchos, no soy perfecta pero por ellos soy capaz de morir o matar con tal de protegerles.

No fue necesario que Hermione conjurara ningún hechizo, Antares se ocupó de dejarlo fuera de combate con la varita de Draco.

La rubia no había tenido el tiempo suficiente para salir del sótano por la ventila, además no estaba dispuesta a dejar a su hermano solo a su suerte. Por recomendación de Scorpius se había ocultado tras unas enormes cajas para que creyera que había logrado escapar y así ganar tiempo y quizás la oportunidad de salir juntos de ese lugar.

Cuando Adolpus Greenglass cayo inconsciente, Draco y Scorpius corrieron para unirse a Hermione y abrazarla con fuerza.

De golpe Antares fue consiente de muchas cosas al verlos abrazados, al percibir las miradas que intercambiaban Draco y Hermione. El amor de su madre siempre había estado ahí a pesar de todo, les dio un verdadero hogar a ella y a su hermano, todo el cariño y las atenciones para crecer en un ambiente seguro y feliz.

Hermione había cometido varios errores, pero siempre habia estado dispuesta a darlo todo por ellos y por la manera en que se miraban, se notaba que el amor que sentía por su padre seguía ahí lastimándola por no poder estar de nuevo a su lado y aguantaba ese dolor solo porque ella se había aferrado a regresar a Londres en busca de la ilusión de un padre y un hogar que no se dio cuenta que siempre había tenido.

-¡Antares, hija! –Le llamo con los brazos abiertos y el rostro lleno de lágrimas, le sonreía esperando estrecharla cerca de su corazón como cuando era pequeña y le temía a las tormentas.

Scorpius había esperado que en ese momento su hermana explotara y comenzara a gritar como hacía rato para reclamarle a su madre porque según ella había arruinado sus vidas al privarles de un padre por su moral dudosa. Pero en contra de todo pronóstico la vio correr con los ojos acuosos para abrazarse a Hermione.

Unidos los cuatro en un cálido abrazo, en el silencio del aquel sótano se perdonaron.

Antares se despidió de su abuelo con una tristeza genuina, sin importar el pasado que la unió a su madre.

Era cierto que Antares se parecía mucho a su padre en su carácter y porte, pero tenía el corazón de su madre y en el no había cabida para resentimientos. Lo pasado era pasado y había que vivir con ello.

*o*O*o*

Amelia Catherine

Sentada frente al espejo de su tocador se observa con atención. Todo ha cambiado tanto en su interior que apenas se reconoce. Sus ojos azules tienen un nuevo brillo lleno de esperanza y en su corazón ahora se cobijan los sueños que quiere conquistar.

Sus equipaje ya está listo, ya nada la retiene, pero todo la impulsa para poner tierra de por medio y dejar de anhelar un amor que nunca fue suyo y que le impidió encontrar uno para ella.

Termina de arreglar su largo cabello negro con calma y cuando esta a punto de pintarse los labios se detiene, mirando con fijeza el color rojo carmesí que siempre ha sido su distintivo y decide que es tiempo de dejar también aquellas arraigadas costumbres.

Deja en un cajón para que se llene de olvido su lápiz labial rojo y aquel perfume francés que siempre uso como su esencia personal.

Acaricia su mejilla en el justo lugar donde ahora se muestra una leve cicatriz, la misma que le hizo Aron al salvarla de uno de sus captores. Hubiera podido borrarla de manera definitiva con algún hechizo o poción, pero decidió que también hay cicatrices buenas que te recuerdan que estas vivo, que sigues luchando y que hay personas que dejaron una marca imborrable con sus afectos.

Estaba en la mansión de sus padres, la misma que Aron restauro para ella y donde se concentraban los recuerdos de su primera infancia. En ese lugar estaba parte de su vida y la de sus padres, pero también buena parte de su sufrimiento, por eso necesita buscar un nuevo cielo como techo para renacer.

Cerró la puerta de la mansión Outebridge, dejando dentro los recuerdos que le hicieron feliz así como los que la hicieron sufrir. Quizás algún día regresaría cuando esté lista y esos recuerdos le causen más felicidad que dolor.

Antes de marcharse escribió dos cartas que mando sin esperar respuestas. Tenía cosas que concluir si no deseaba tener más cargos de conciencia. En eso pensaba cuando en la sala de arribos en el aeropuerto de Nueva York choco con un hombre.

-¡Lo siento! –Se disculpó galantemente un hombre alto de cabello negro y ojos azul aguamarina. -¿Se encuentra bien? –Le pregunto aun sin soltarla pues por el choque y para detener su caída la había estrechado contra su cuerpo.

-Sí, gracias. –Dijo cohibida por la mirada profunda de aquel hombre que le regalaba una sonrisa seductora.

-¿Cuál es tu nombre? –Pregunto sin poder apartar sus ojos de ella.

-Amelia. –Contesto con una sonrisa ya pintada en sus labios.

-Yo soy Da.... –No termino de decir su nombre pues fueron interrumpidos en ese momento por la carrera de una azafata que estaba por perder un vuelo. Cuando la abrupta intervención paso y sin dejar de mirarla continuo hablando –¿Te gustaría tomar un café conmigo?

-Lo siento, pero apenas nos conocemos.

Él sonrió seductor. –Es solo un café, aunque me gustaría mucho más.

Amelia se sonrojo intensamente ante esa declaración aunque no tardo en recomponerse, después de todo las oportunidades se presentan en el lugar y momento menos esperado, y quien sabe, quizás ese hombre traería un aire nuevo a su vida.

-Un café y después ya veremos. –Acepto sonriente con un nuevo horizonte antes sus ojos.

. . .

Narcisa recibió una larga carta por parte de Amelia. En ella le agradecía profundamente que la hubiera salvado, pues a pesar de los planes que había tenido de utilizarla para vengarse de Hermione, de no ser por su ayuda ella no habría salido del mundo oscuro en el que vivía después de que la dejara Lucius.

Era una carta de agradecimiento, pero también de despedida. Emprendía un largo viaje para sanar sus heridas. Esperaba regresar algún día y le deseaba toda la felicidad por su reciente matrimonio.

"...Ha sido usted una madre para mi, en más de un sentido y estaré eternamente agradecida..."

Se leía en el último parrado.

-¡Buena suerte! –Le deseo sinceramente Narcisa con los ojos acuosos por las lágrimas.

La vida de Narcisa había cambiado mucho y nunca pensó que su fracaso matrimonial pudiera traerle a la larga la oportunidad de ser completamente feliz al lado del hombre que en verdad amaba.

Su corazón sano borrando el odio y el resentimiento que había sentido en contra de Lucius y de Granger. La vida le estaba dando una nueva oportunidad y pensaba aprovecharla, para lograrlo necesita aceptar que esa mujer era la madre de sus nietos y que si quería ser parte de sus vidas debía al menos dejar atrás los malos sentimientos y tomar las cosas buenas que la vida le estaba ofreciendo.

. . .

La segunda carta la recibió Draco, en ella explicaba la manera en que lo engaño a el y a Hermione para separarlos, detallando como se hizo hecho pasar por la castaña para seducirle y que ella terminara encontrándolos juntos.

Le pedía perdón por todo el daño que les habia causado y esperaba que lograran ser verdaderamente felices.

"...Si algo han enseñado mis errores es que incluso de las cosas malas hay que aprender. No dejes que el orgullo te impida ver las cosas buenas que tienes delante de tus ojos. Si yo hubiera sido capaz de tomar la ayuda que me brindaba Aron quizás las cosas hubieran terminado de una manera diferente.

Aprendí que no se puede forzar el amor. Mereces estar al lado de quien amas, por eso te dejo libre para que seas feliz..."

Con esas cartas Amelia cerraba ese ciclo de su vida para intentar comenzar sin cargos de conciencia. Ante todo se estaba perdonando a si misma para dar un paso importante hacia su vida nueva.

*o*O*o*

Draco y Hermione

Frente a frente se miran en silencio, al fin con la carga del pasado evaporándose. Se han secado al sol y con el tiempo, las lágrimas que con su sal han terminado por sanar las viejas heridas.

Están de nuevo donde todo comenzó. Era necesario regresar sobre sus pasos antes de dar definitivamente un cambio de dirección y tomar una decisión definitiva.

Pasaron muchos veranos desde aquel que marcara sus vidas para siempre, ambos lo saben y lo siente en esos sentimientos que se mezclan entre los más noble y los más terribles. Deciden entonces separarse para tener un tiempo a solas para lidiar con sus propios fantasmas.

Camina por los jardines, el sol esta en lo alto besando su piel con una suave caricia, el viento revuelve sus cabellos castaños, levantando también el faldón de su vestido blanco sin tirantes dejando entrever las bragas que cubren su intimidad.

Sonríe presa de los recuerdos que una vez compartiera Lucius con ella. Se apura a poner en su sitio la ropa, a su vez ve hacia la mansión tratando de comprobar que nadie la ha visto. Es cuando se encuentra con el gris acerado de sus ojos, fijos en ella desde la ventana del despacho.

Su mirada es predatoria y hambrienta, tanto que la hace estremecerse.

Hace años era otro quien la mirada a hurtadillas desde ese sitio, sin embargo, ahora tiene la certeza absoluta que aquel hombre que la contempla es el indicado.

Se han esfumado los miedos y las dudas. Han perdido años muy valiosos para seguir pretendiendo que el tiempo ha cambiado de algún modo lo que sienten el uno por el otro.

Por un momento, solo se miran con el mismo deseo de siempre. Hermione entiende que la espera por eso se apresura a entrar en aquella vieja y ancestral mansión de los Malfoy.

Los ecos del pasado ya no le hacen daño cuando cruza el umbral. Sabe bien que nunca se sentirá cómoda en ese lugar, pero a pesar de todo, ha dejado de sentirse pequeña e insignificante por pisar ese suelo. Se ha ganado a pulso el derecho de estar en aquel lugar, sin importar su linaje o la sangre que corra por sus venas.

Conoce muy bien el camino al despacho. Sus pasos son lentos, pero seguros. Toma el tiempo suficiente para admirar la belleza que aún conservan esas paredes que seguramente si hablaran contarían los horrores de las que han sido testigos, aunque quizás también tengan para contar historias más amables sobre una familia que sobrevivio a duras penas a la guerra.

No se detiene a tocar la puerta. Sabes que la espera. Gira el picaporte suavemente y cierra tras de si, recargando un momento su espalda en la puerta de madera sin poder dejar de ver al hombre que la espera de pie recargado en el borde del escritorio de caoba oscura.

Nota a simple vista su erección apretada en sus pantalones de línea recta. Su mirada le incitada de tal manera que se encuentra ya húmeda, deseosa y agitada.

Ve su propio deseo reflejado en sus ojos de pupilas dilatadas. Aun así camina despacio a su encuentro siguiendo con su mirada esa mano que comienza a acariciarse de manera perezosa sobre el pantalón, como si quisiera tentarla con el bulto creciente que aguarda a ser liberado.

Recargado en el borde del escritorio está a la altura justa para mirarle directo a la cara. Sonríe de medio lado con esa mueca ladina que tan bien le queda.

-¡Hola! –Pronuncia esa simple palabra en un tono bajo, como si acariciara cada letra mientras la pronuncia.

Su intensidad la desarme a pesar de ser un simple saludo pareciera que acaba de soltar una propuesta indecorosa, una obscenidad que la hace sonrojarse y sentir como comienza a calentarse cada vez más su piel.

-¡Hola! –Contesta dispuesta a seguirle el juego paladea la palabra exhalándola con una bocanada de aliento caliente que choca con la piel pálida de su rostro.

Sonríe de buena gana ante el desafío. -¡Te estaba esperando! –Agrega sin tocarla siquiera, solo acariciándola con la mirada desde sus ojos bajando lentamente hasta el nacimiento de sus senos.

-Lo se. –Contesta mordiéndose el labio y haciendo a un lado su mata de cabellos ingobernables para mostrar su cuello, tentándolo.

Están tan cerca que sus alientos se mezclan a pesar de que sus labios aún no se conectan siente en calor irradiando de su piel haciendo que los vellos de su piel se erizaran.

No se podía saber con claridad quien cayó primero en la trampa de sus labios. Los milímetros que separaban sus bocas se extinguieron en un húmedo y profundo beso donde sus lenguas se enredaron con ansias.

Con sus bocas conectadas en un ansioso y necesitado beso, sus manos corrieron en carias urgentes. No era suficiente tocar sobre la ropa, repentinamente parecía estorbarles tanto que entre besos bufaron frustrados, dándose a la tarea de hacer caer las ligeras barreras que los separaban.

Hermione libero el miembro duro y caliente de Draco con una presteza avasalladora. Comenzó a acariciarlo suave de arriba abajo disfrutando de la sedosidad de esa piel de terciopelo y de los ronroneos que comenzaron a salir sin permiso de su garganta.

Se sentía poderosa al tenerlos entre sus manos con el rostro contraído por el placer, que quiso enloquecerlo aún más. Sin dejar de acariciarle fue haciendo un camino húmedo de besos no sin antes morderle sensual y cariñosamente su mandíbula.

La piel pálida comenzaba a enrojecerse por el flujo sanguíneo y por el tormento delicioso de esa bendita boca que comenzó a trazar una línea por el cuello, su clavícula y mas abajo. Jugueteo con sus tetillas disfrutando de la tensión creciente perceptible en los músculos de su abdomen mientras bajaba cada vez más.

-¡Oh, Merlín! –Soltó en una exhalación echando la cabeza hacia atrás, apretando los ojos y mordiendo sus labios para contener los gemidos guturales al sentir su miembro siendo acogido por su boca.

Granger entretenida hacia que el rubio estuviera a nada de tocar el cielo. Paladeaba su sabor, lo caliente de su falo erecto, disfrutando de los sonidos que huían con rapidez en gemidos agónicos.

Todo el cuerpo le temblaba, las oleadas de calor eran cada vez más abrumadoras, de seguir asi no aguantaría más.

Bajo el rostro para mirar a Hermione hincada frente a el. Era una visión fantástica y salvaje, de solo verla estuvo a punto de explotar en un orgasmo.

Movía su cabeza rítmicamente, acogiendo su miembro hasta su garganta. Era la deliciosa gloria sentir sus labios apretados en torno a su pene, succionando, lamiendo, incluso descubriendo un poco los dientes para torturarle.

Era un tormento grandioso y excitante. Sus revueltos cabellos se mecían ingobernables como una marea salvaje. El ímpetu de su boca, de esa lengua deliciosa que acariaba su piel infinitamente sensible pero cuando la observo levantar la ojos parar mirarle sin dejar su labor experimento una dicha incomparable ante la sensualidad erótica que irradiaba por cada poro de su piel.

Incapaz de soportar más la levanto con rapidez para besarla, saboreando su propio sabor aun en su boca. El calor que corría por su cuerpo era desmedido y brutal, tanto, que ya no podia contener ni medir sus impulsos.

Tiro con rapidez cuanto había en el escritorio para tumbarla, manteniendo sus piernas abiertas y sus nalgas en el borde. Destrozo de un tirón sus bragas blancas, sonriendo ante la inminente prueba de su humedad, estaba lista para recibirlo

Ni siquiera lo pensó, entro de ella de una sola estocada hundiéndose a fondo hasta que sus testículos chocaron contra sus nalgas. Gimió con fuerza haciéndola gritar a su vez, con la respiración agitada y superficial, deteniéndose un poco para intentar contenerse y no verter su semilla tan pronto.

Dentro de ella se tomó uno momento para hacer acopio de todas sus fuerzas, se inclinó ligeramente sobre ella para entretenerse un poco entre sus tetas, succionando sus pezones, lamiendo sus contornos, incluso mordiéndolos con la fuerza suficiente para hacerla gritar entre el umbral del dolor y el placer infinito.

-¡Sigue! –Le suplica con la voz rota.

El vestido blanco quedo enredado en su cintura, fue bajado para tener acceso a sus pechos y el faldón levantado para entrar en ella.

Así en el borde, levanto sus piernas acomodándolas sobre sus hombros para tener una entrada todavía más profunda, se inclina para mirarla comenzando a moverse rítmicamente. Sus pechos se agitan en cada arremetida, no puede evitar gritar ante aquella placentera invasión.

No puede aguantar más y lo sabe. -¡Ven conmigo! -Suplica con una voz cavernosa acelerando aún más, sus movimientos son erráticos pero contundentes.

Obediente Hermione gime dejándose arrasar por un orgasmo que comparte, se aferra a su espalda convulsionando por el placer que experimenta.

Exhausto y sin aliento le baja las piernas con cuidado solo para enderezarla y comerle los labios en un beso pausado, los tintes de pasión desenfrenada se han encausa a una calma que hacía muchos años ninguno de los dos experimentaba.

Esta preciosa con los vestigios del amor culminado reflejados en el rostro y el cuerpo, sus ojos brillan por un amor maduro que ya no añoran un pasado, sino que se entrega a un presente. La acaricia queriendo sentir que es real y no un producto de su imaginación trastornada.

Aparta un par de mechones de su cabello de su rostro para tomarlo entre sus manos y mirarla tan profundo que Hermione no puede evitar sentir que esa mirada puede ver incluso se alma.

-Te amo. –Confiesa con el corazón latiendo de nuevo con fuerza.

Draco sonríe genuino porque por fin tiene la certeza absoluta de que es cierto, porque el siente lo mismo.

Rompe el vestido que ha quedado enredado en su cintura para tenerla completamente desnuda. La besa de nuevo susurrando sobre sus labios. –También te amo.

Con movimientos fluidos termina de sacarse el pantalos que quedo enredado en sus corvas sin dejar de besarla, para después estando tan desnudo como ella, la carga entre sus brazos para salir del despacho y buscar otro mejor lugar para seguir encumbrando sus placeres.

Hermione deja que su risa inunde aquel recinto ancestral mientras Draco camina desnudo por los corredores con ella en brazos.

Si las paredes de esa mansión hablaran ahora tendría cosas más interesantes que contar que un oscuro pasado.

Entran en una de las muchas habitaciones, una que no fue de nadie en particular y que no tiene recuerdos dulces o amargos. Ninguno de los dos quiere empañar el momento con los turbios fantasmas que acechan aun ciertos lugares.

Draco la deposita con cuidado en la cama, deteniéndose a admirar las formas de su cuerpo. La encuentra más mujer que antes, mucho más bella. La maternidad tuvo que obrar milagros en su cuerpo ya esplendido y armonioso.

Su piel canela sigue firme y torneada en esas largas piernas que ahora tiene abiertas para invitarle a que se pierda de nuevo en ellas. Pero el quiere ir lento esta vez por eso la hace girar para que termine recostada boca abajo.

Subiéndose a la cama a su lado comienza acariciarla, haciendo suaves trazos con las yemas de sus dedos desde el cuello y baja lento por su columna vertebral hasta llegar a la división de sus nalgas, para volver a subir de nuevo.

La escucha suspirar y sonríe, hace a un lado el cabello para depositar un beso sobre su hombro antes de darle un suave mordisco.

-¿Estamos juguetones? –Pregunta en medio de un gemido.

-Eres mi juguete predilecto. –Acota.

Hermione sabe que es un cumplido por eso no se ofusca ante la insinuación. Conoce demasiado bien su carácter para notar la acides de sus bromas.

Aun asi se muestra ofendida para seguir el juego, se gira boca arriba para intentar levantarse solo para sentir como el cuerpo de Draco se cierne sobre ella reteniéndola.

-Todavía no acabo contigo. –Susurra sobre sus labios.

Hermione sonríe e intenta empujarlo, pero este es más rápido y toma sus manos hasta sujetarla sobre su cabeza con una sola de sus manos.

La tiene a su merced y lo sabe, es algo exquisitamente satisfactorio. Besa el pucherito que se ha formado en sus labios antes de acariciar sus senos con sus mano libre. Sigue tocándola con suavidad haciendo que se estremezca e intente liberar sus manos, pero por mas que lo intenta no puedo y eso lo hace sonreír aún más.

Besa su boca de manera profunda haciendo que sus lenguas dancen en un caliente combate sin tregua. Hermione audaz le muerde los labio y el sin más le abre las piernas para darle placer con sus largos dedos haciendo que arquee su espalda.

-¿Te gusta? –Pregunta y como toda respuesta ella gime levantando sus caderas para que tenga un mejor acceso.

-Sigue. –Suelta entre gemidos aun con las manos sobre sus cabeza, impedida de moverse, no asi de sentir placer ante la invasión de los gloriosos dedos de su amante que acarician su intimidad.

Escuchar deshacerse en sonoros gemidos lo enciende y esta listo de nuevo para perderse en sus carnes. La gira de nuevo poniéndola a gatas, levantando su trasero de nalgas redondas, no puede evitar la tentación y la palmea en un golpe sonoro que la calienta más alla de lo debido.

Ciertos recuerdos emergen en la castaña, sin embargo, los mantiene amordazados bajo ese ayer que ya no permite que regrese.

Disfruta de las suaves caricias pero también de las ardientes acciones que la ponen al borde entre el dolor y el deseo.

Draco entra desde atrás enterrando sus dedos en la piel de su caderas, comenzando a moverse rítmicamente a un paso constante. Percibe la tensión de su vagina, está a punto de formarse un nuevo orgasmo por eso se detiene y se sale rápido como castigándola por la osadía de evocar aquel pequeño recuerdo o al menos eso siente en ese instante Hermione cuando siente el frio y la ausencia de repente.

Pero no es asi, lo sabe cuando se gira para verlo y lo encuentra semi recostado a su lado acariciar su pene erecto lubricado por su propia humedad. Tiene una sonrisa preciosa y sus ojos oscurecidos le piden que tome lo que le esta ofreciendo.

No lo piensa, solo sonríe a su vez con todos sus sentimientos y deseos a flor de piel. Lo sabe suyo, como nunca antes lo había sido y ella también le pertenece.

Ese no es un momento prestado, ese es solo el inicio. No teme que un nuevo amanecer los asalte y terminar sola en la cama cuando él se marche.

Se acomoda sobre el guiando se erección a su entrada y lo deja hundirse, abandonada en un suspiro que le roba el aliento, haciéndola sentir de nuevo llena.

Lo monta con destreza agitando sus caderas con ímpetu haciendo que Draco apriete los dientes y tomo entre sus puños las sabanas con fuerza. Admira la manera en que lo toma, con sus pechos danzando a la par del movimiento de sus caderas, la ve cerrar los ojos y echar hacia atrás un poco para seguir en un nuevo Angulo que lo hace enloquecer.

Tomándola por las caderas la hace moverse con más fuerza y entrar más hondo. Sabe que no aguantara más por eso la guía para llegar de nuevo juntos al nirvana.

Terminan en una explosión que los hace temblar por la fuerza de los espasmos internos. Hermione se deja caer sobre el cuerpo perlado de sudor de Draco tratando de recuperar el aliento. Cuando intenta moverse sus fuertes brazos se lo impiden.

-¿Quédate? –Le pide con la voz ronca.

Hermione entiende que no se refiere solo a ese momento.

-Siempre. –Es su respuesta y un beso del rubio es la confirmación de esa promesa.

. . .

Hermione y Draco nunca se casaron, pero vivieron juntos hasta el fin de sus vidas. No necesitaban un papel que les dijera que debían estar juntos, cuando ambos se amaban tan profundamente.

Volvieron a ser padres nuevamente de gemelos. Los genes Malfoy eran contundentes, ambos varones eran una copia exacta de su padre, rubios platinados pero de cabellos ondulados, de unos precioso ojos grises, con la piel pálida y el porte innegable que tienen aquellos que están seguros del suelo que pisan.

Los pequeños Lucius y Aron llegaron a complementar sus vidas y darles un poco de locura al día a día a sus padres y hermanos mayores con sus travesuras y ocurrencia.

*o*O*o*

Hermione quiso a Lucius y aprendió a conocerse a si misma en sus brazos, creciendo y transformándose. Comprendiendo que era mucho más que la niña buena o la heroína de guerra. Ella era una mujer, dulce, sensible y amorosa, pero también impasible e incendiara, pasional y ardiente, tímida y aveces obscena, fuerte, sí, pero también necesitada de protección. Y eso no la volvía mejor o peor que cualquiera, era solo un ser humano con el derecho a vivir y cometer errores, soportando las consecuencias y aprendiendo a lidiar con cada una de sus elecciones.

En su interior era todo eso, la suma de muchas cosas que por si solas no la definían, pero que en conjunto daban como resultado a Hermione Granger, la mujer que amo a los Malfoy y que les enseño a vivir bajo la perspectiva del amor humano, que a veces quita, pero otras tantas da lo suficiente para hacernos felices.

. . .

En la vida hay matices. No todo es blanco o negro, también hay colores y una infinidad de gamas en gris. A veces las personas buenas se equivocas y las malas aprenden que aun la noche mas oscura puede ser precedida por un radiante amanecer.

Somos lo que somos. Ni buenos o malos. Ni héroes o villanos. Solo seres humanos imperfectos que perdonamos, esperando ser perdonados y que solo cuando nos entregamos al amor, podemos ser amados en la misma medida que nos amamos a nosotros mismos.

FIN

*o*O*o*

Hola a Todos,

Gracias por acompañarme en este viaje, por leerme hasta el final. Pero sobre todo por su paciencia por esperarme en mis largas ausencias y disculpar mis errores al escribir.

Espero de todo corazón que disfrutaran tanto como yo esta travesía llena de altibajos y cosas muy nuevas para mi en cuanto a escritura se refiere.

Como ya he mencionado este proyecto inicio como un juego con mi grupo de locas y hermosas amigas, en mucho gracias a Daniela Pachao a quien dedico con todo cariño este capítulo, sin su ayuda esta historia no hubiera nacido y crecido como lo hizo.

Agradezco sus comentario, votos y a todos aquellos que me pusieron en favoritos. Me proporcionan el aliciente para seguir esforzándome.

Asi que solo me queda decir "Hasta la próxima aventura, espero seguir contando con su apoyo incondicional.

Besos.

Helena Grand

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top

Tags: