DOCE: En fin, la hipocresía
✩━━✩━━✩━━✩━━✩━━✩
CAPÍTULO 12
✩━━✩━━✩━━✩━━✩━━✩
Sandy
He metido la pata una cantidad innumerable de veces, pero creo que lo que hice anoche se gana el premio a la cagada más grande de mi vida. No solo porque razoné con los pies —o con cualquier parte del cuerpo ajena a la cabeza—, al parecer, tomando una decisión tan estúpida, sino porque también decidí hacerlo justo cuando no puedo alejarme y evitar a los implicados, porque literalmente dormimos bajo el mismo techo.
En la misma habitación.
Cuando salgo de la ducha —no porque quiera enfrentar el día, sino porque ya llevo acá casi una hora y no quiero que mi amiga se preocupe—, me alivia un poco ver que Mau no está. Pero Vicky sí y no sé si eso es mejor o peor.
Ella me observa con el rabillo del ojo mientras termina de maquillarse, el espejo redondo en su mano inclinado para ver bien su párpado. Cual perrito regañado camino alrededor de la cama para buscar en mi maleta mis zapatos.
—Hay buffet de desayuno —dice Vicky con naturalidad—. Viene incluido con la estadía, así que come muchísimo para que haya valido la pena.
—Tengo mucha hambre, así que no será problema.
Vicky termina de maquillarse y se pone de pie para dejar sus cosas en su lugar. Cuando sus manos quedan desocupadas, se reclina contra el marco de la puerta del baño, desde donde me mira con los labios apretados y las cejas enarcadas.
—¿Vamos a fingir todo el día que no vi nada anoche?
Siento el calor en mis mejillas, el instinto doloroso de excusarme y culpar a Mau o cualquier cosa que no me haga lucir como una imprudente, impulsiva y traidora. Que sí soy, pero no me gusta que los demás lo vean.
Tomo el valor para mirarla a los ojos.
—¿Estás enojada?
Frunce las cejas, como si fuera lo más estúpido para preguntar.
—No sé si «enojada» es lo correcto. Creo que me voy más a «sorprendida» o «confundida» o «asqueada». No tienes hermanos, así que no puedes entender lo perturbador que es encontrar a uno compartiendo fluidos con tu mejor amiga. Soñaré con eso y sufriré por años.
Hago una mueca ante su elección de palabras.
—No digas «compartir fluidos», suena asqueroso.
—Exacto. —Vicky pone su mano en la cintura antes de resoplar—. ¿Qué pasa entre ustedes, hace cuánto y por qué es un secreto que decidieron arriesgar justo conmigo mirando? ¿Qué rayos les sucede? ¿Qué mal les he hecho yo?
—¡No hay nada entre nosotros! —casi grito—. No es nada.
—De acuerdo —dice Vicky, suspirando. Se retira del marco de la puerta del baño, luego va hacia la cama para tomar su bolso—. Nosotras no nos presionamos entre nosotras para hablar de lo que no queremos. No me quieres contar, está bien, solo... No lo hagas frente a mí para luego negarlo, eso está cabrón, Sandy.
—No es que no te quiera contar...
—Bueno, por el motivo que sea, tengo fe en que me contarás cuando sea preciso. —Vicky llega a la puerta y me mira con intensidad—. Pero ahora no tengo mente para esto, llevo años esperando trabajar en esta convención, no puedo... ni pueden ustedes dos arruinarlo con sus enredos. Dejen el drama para cuando acabe el fin de semana.
—Lo siento mucho —murmuro, bajando la mirada.
No sé qué decirle, porque no sé qué decirme a mí misma de lo que pasó con Mau. No he logrado ordenar mis ideas para tener claridad personal, mucho menos para contarle nada a Vicky. Y tiene razón, estamos aquí por algo sumamente importante en su carrera, en su trabajo, está muy mal de mi parte querer emborronar eso con estas tonterías.
Vicky abre la puerta, sin embargo al dar un paso afuera, se devuelve. Entra a la habitación y camina hacia mí, cuando está cerca, se inclina y me abraza. Sabe que lo necesito, porque así nos conocemos y así nos queremos, así que envuelvo su cintura con sus brazos mientras ella, sin soltarme, ordena distraídamente mis trenzas.
—No estoy enojada, en serio, solo... no lo he procesado. Tú y mi hermano son adultos, ustedes verán qué hacen, pero para mí ambos son mis hermanos y es raro. No es enojo, solo necesito digerirlo y supongo que por tu cara, tú también tienes que procesar bastante.
—Gracias por entender —murmuro contra su pecho, aliviada—. Por favor no se lo digas a las demás aún.
—Claro. Cuando necesites hablarlo...
—Lo sé.
—Vale. —Vicky me suelta, y sí me siento más liviana mientras vuelve a salir—. Te veo abajo para desayunar, hoy también será un día largo.
Imagino que Mau también está desayunando, pues se levantó más temprano que ambas y aunque fingí total inconsciencia, supe de cada paso y movimiento que hizo por la habitación; hasta que escuché que salió, pude respirar con tranquilidad.
Pero ni modo, el día sigue y no puedo ignorarlo por siempre, así que acabo de arreglarme y salgo, dispuesta a enfrentarme a todo.
Al pensar «enfrentarme a todo», no tenía previsto el enojo de Mau.
Ocupamos la misma mesa para desayunar; él ya va por su cuarto desayuno, aprovechando que es buffet libre, Vicky tiene su plato lleno y finge que todo está bien, el mío tiene fruta, algunas salchichas y varios panes, pero como tan lento que cualquiera diría que me desperté con el estómago repleto.
Mau me ignora por completo.
Si yo estaba ignorando ayer el elefante en la habitación, él de plano ignora que hay una habitación y que yo estoy en ella montada en el elefante. Recién llegué, me miró un segundo, pero había rencor en sus ojos y no me dedicó más atención.
Y lo entiendo: lo herí anoche.
Lastimé sus sentimientos y aunque no lo parezca, pasé como dos horas antes de poder dormir, pensando en ello y en el gesto de Mau al escucharme decir que había sido un terrible error.
Fui completamente egoísta, centrándome solo en mi sentir, como si el error lo hubiera cometido yo sola, como si Mau fuera un objeto que usé y no una persona que siente y que no merece ese desprecio.
Quisiera decir que en mi defensa pensé que funcionaría, que darle un beso corto y rápido haría que mi cuerpo notara con fuerza que es Mau, mi mejor amigo, que quizás sentiría ese pinchazo de que no estaba bien, de que no me apetecía seguir besándolo y todo volvería a la normalidad... pero sería engañarme; incluso esperé que me desagradara.
Qué ilusa.
Además, no podría usar eso como defensa por dos motivos: uno, evidentemente no salió como pensaba, y dos, ese razonamiento —aunque hubiera sido correcto— no es suficiente justificante para lastimar a alguien.
Y menos a Mau, que es el alma más bonita que conozco. Mau, que antes de decidir besarlo, me dijo que no dejaba de pensar en nuestro beso y que quería saber si para mí significó algo. Mau, que en pro de ser sincero, decidió ser vulnerable, todo para que yo lo lastimara sin importarme más que yo misma.
Me avergüenzo de mí. Me siento hipócrita porque situaciones similares han sucedido a mis amigas y cuando me piden consejo, les sugiero honestidad, no jugar con sentimientos ajenos, no arriesgar los propios, sino ser directas y darse tiempo de pensar bien la situación antes de actuar, pero cuando me pasa a mí, ahí estoy, cometiendo cada uno de los errores que intento evitar en las demás.
Predicar y no aplicar, al parecer.
O simple hipocresía.
Vicky aclara la garganta al terminar su jugo de naranja y nos mira a uno y al otro.
—Pues... siento tensión acá, así que creo que sobro en la mesa. Voy a subir un rato a la habitación antes de irnos a trabajar.
Mau y yo la miramos, ambos rogando con los ojos que no se vaya, pero al mismo tiempo, ninguno de los dos hace nada por detenerla. Nos quedamos solos; Mau me ignora.
—Lo siento mucho, Mau.
Al escuchar su nombre, levanta la mirada. Algo que se destaca de Mauricio es que no puede odiar ni sentir rencor y mostrarlo físicamente por demasiado rato; ignorarme es un acto de resentimiento, pero cuando sus ojos llegan a los míos, el gesto agrio se le disuelve. Sigue enojado, lo sé, pero no sería capaz de mirarme mal o fruncir su ceño mucho tiempo en mi dirección.
—¿Cómo amaneciste, Sandy? —dice en tono bajo, metiendo más comida en su boca.
—He tenido mejores mañanas. Te debo una gran disculpa por lo que pasó anoche.
Mau toma aire, como si hubiera pensado mucho en esas palabras saliendo de mí pero ahora que las tiene, se abruma. Me pregunto si, al igual que yo, pasó mucho tiempo de la noche pensándolo y desvelándose por ello.
Espero que no; pero también espero que sí.
—¿Exactamente por qué parte me pides disculpas?
—¿Por... todo?
Niega con la cabeza.
—Puedes disculparte por besarme o puedes disculparte por insinuar que fue el peor error de tu vida; no por ambas.
Mau evita conectar con mis ojos, a cambio mira su plato mientras decide qué ir metiendo a su boca. Esperaba esa pregunta, la supuse, la intuí, pero no le hallé respuesta cuando la imaginé porque siento que no puedo elegir una para disculparme: si lo hago por besarlo, implicará que no me gustó, lo que es mentira, pero si lo hago por decir que fue un error, también será mentira, porque creo que lo fue.
Con cualquiera de los dos lo estaré engañando.
—Creo que por ambas es lo correcto.
—Entonces no acepto tus disculpas —resuelve con un suspiro.
—No quise lastimarte.
—En ese caso, pídeme disculpas por decir que fue un error; eso fue lo único que me hirió, Sandy.
—No debimos...
—¿Te funcionó? —interrumpe. Lo observo sin saber a qué se refiere—. Lo del beso para quitarte el antojo. ¿Te funcionó? ¿Perdiste totalmente el interés en mí y todo volvió a la normalidad? Dime la verdad.
Desde ayer cuando hablamos es lo único que Mau me ha pedido: la verdad. Y le he dado vueltas, lo he besado, lo he lastimado, pero no lo he complacido en su sencilla petición. Y lo merece, Dios sabe que lo merece, así que se lo concedo, porque es lo único que puedo hacer por él ahora:
—No, no funcionó.
Una muy ligera, casi invisible sonrisa, adorna sus labios.
—¿Y eso dónde nos deja?
Muerdo mi labio, insegura. No nos deja en ningún lado, porque no tengo claras mis ideas, menos mis sentimientos y en un par de días volvemos a casa, donde Addie existe y siente cosas por Mau, donde le oculto a Mau mi trabajo sin saber cómo reaccionará al respecto, donde todo es tan complejo que no me convenzo de que valga la pena.
Aún.
—No lo sé.
Mau asiente, como si esperase esa respuesta. No luce molesto, ni un poco de lo frustrado que yo me siento conmigo misma ahora, lo que me hace preguntarme si en realidad me estoy ahogando en un vaso con agua.
—Me avisas cuando lo averigües.
Sigue comiendo, impasible y me obligo también a comer poco a poco lo que me traje en el plato —bastante, pensando que tendría el apetito abierto al cien—. No hablamos más, no siento el resentimiento de Mau hacia mí y no sé si lo ha disimulado o si se ha disipado lo suficiente para no volver incómodo todo el fin de semana.
Solo espero que en lo que queda de tiempo acá no acumule más errores de los cuales arrepentirme después; ya con los hechos es suficiente.
✩━━✩━━✩
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top