1

El día llegaba a su fin, los últimos rayos de luz apenas se filtraban entre el follaje dándole al paisaje un aspecto lúgubre, las plantas alrededor se hallaban cubiertas de gotas de la reciente lluvia. Inquieta, recorrí la arboleda con la mirada, sería inconveniente seguir allí al anochecer, en especial si quería sacarnos con vida. No entendía por qué el líder se había empeñado en enviarnos con tanta prisa y solas siendo ella tan importante. Al anochecer nadie debía salir del pueblo, era decreto, aún así ahí estábamos a merced de fieras y desangradores.

Di vuelta sobre mis talones sólo para percatarme que ella ya no estaba conmigo. Maldita sea, cómo pude perderla. No había tiempo para entretenerse, ellos nos buscaban, lo sentía.

Regresé sobre mis pasos esperando encontrarla pronto, no podía estar muy lejos. Más allá la vi. Un suspiro de alivio escapó de mis labios al encontrarla apoyada en un tronco con los ojos cerrados, recuperando el aliento.

—Apresúrate —tiré de su mano para seguir avanzando, no podíamos detenernos o nos atraparían.

—Solo un momento Kyra, hemos caminado mucho —el crujido de ramas atrás nuestro alertó mis sentidos —. Estoy muy cansada - cubrí su boca con mi mano e hice una señal para que guardara silencio. Podía sentir su presencia cerca, no era nada bueno.

Un leve murmullo a mi costado erizó la piel de mi cuello, reaccionando ante el peligro. Uno de ellos nos había encontrado. Estaba ahí, a la sobra de los árboles, mirando fijamente a su víctima. Vi reunirse mas sombras junto a él, acechando, acechándola. No se habían percatado de mí aún. Era cuestión de rapidez, así que la arrastré conmigo mientras corría. Se agotaban las fuerzas y con ellas la oportunidad de salir de esto. Sabía que ella no resistiría mucho más.

—Debemos avanzar, solo un poco más —supliqué tomando su rostro, era tan hermosa, tan dulce. No la perdería, no de esta forma. Volteé hacia atrás para asegurarme que no nos habían alcanzado aún, algo estúpido sin duda. De ser así la historia sería muy diferente, pero la preocupación hacía olvidar toda lógica.

La oí sollozar y quise consolarla, pero no podíamos parar. Solo un poco más. El límite estaba cerca y, una vez allí, estaríamos a salvo. Sin embargo estábamos exhaustas, llevábamos horas recorriendo el bosque intentando escapar de ellos, había sido un descuido de mi parte y nos habían visto, la habían visto a ella.

—Kyra... No puedo más —su vocecita me hizo girar a tiempo para ver su cuerpo desplomarse.
—¡Jade! —me lancé para atraparla sin importarme nada más, olvidándome del peligro rondante. Cuando miré hacia los árboles y los encontré observando supe que era demasiado tarde.

Podía defenderme a costa de dejarla, cosa que no haría, me quedaría a su lado aunque implicara morir. No pude salvarla y yo no merecía vivir después de ello.
La apreté contra mi pecho y cerré los ojos fuertemente esperando lo peor. Oí sus pasos acercándose, sentí su aliento golpear mi rostro y, en ese momento, temí.

Una ráfaga de aire sacudió mi cabello, como una flecha al ser disparada. Dos segundos, tres, ¿por qué no atacan? No pudieron haber actuado tan veloces, no sentí nada. Abrí los ojos extrañada y lo que hallé frente a mi no era lo que esperaba.

Tres cuerpos tendidos a mis pies con flechas saliendo de sus pechos ocuparon mi visión. Certeros disparos directo al corazón. Examiné los alrededores en busca del autor, sin embargo estábamos solas. Más tarde me preocuparía por eso, primero atendería a Jade, que se hallaba inconsciente en mi regazo.
—¡Maldición! Vamos cariño, despierta... Prometo que esta vez jugaré contigo —palmeé sus mejillas intentando despertarla en vano. —. No puede ser cierto.

La recosté en el suelo y empecé a quitar las piedras y hojas caídas bajo un árbol, adecuando un espacio para pasar la noche. No era lo mejor pero no avanzaríamos mucho más en ese estado, Jade no despertaba y mi cuerpo no soportaría su peso mucho tiempo, eliminando la opción de cargarla. Una vez terminada mi labor la llevé bajo el árbol y puse mi abrigo bajo su cabeza en forma de almohada.

—No pensarás dormir ahí, ¿o sí? —pegué un bote en mi sitio, sobresaltada, ningún ruido me había alertado de su llegada. Me moví lento hasta una posición que me permitiera atacar de ser necesario. Lo examiné con cuidado, buscando algún signo que delatara sus intenciones. El arco en su espalda decía que él había acabado con los desangradores y salvado nuestras vidas. Después de eso dudaba que quisiera matarnos, se ahorraría dejarnos a los desangradores, habrían hecho un trabajo irreprochable. Su pose relajada y su aura ligera bajaron mi guardia, pero valía ser precavido y mantuve mi daga a la mano. Está bien Kyra, tuvo muchas oportunidades para acabar con nosotras y no lo hizo. Vaya conciencia, siempre tan oportuna. Vergüenza para un mercenario.

—No puedo hacer nada más por ahora —contesté encogiéndome de hombros y relajando mi postura. —¿Quién eres?

—Estás demente si piensas que sobrevivirás a la caída del sol. Solo un loco entraría a esta parte del bosque esperando
salir con vida, ahora que...

—Deduzco entonces que estas loco y quieres morir —dije interrumpiéndolo. No iba a soportar que me hablara así, sabía muy bien qué acechaba entre el ramaje y no necesitaba que un arquero loco me lo recordara. Además me había ignorado. —Contesta a mi pregunta.

—Qué desconsiderada. Acabo de salvarte la vida y ni siquiera me das las gracias. ¿No te enseñaron las palabras mágicas?
—Púdrete. Ahora dime quién demonios eres.
—¡Uh, que carácter! Seguro que si un desangrador bebe de ti morirá envenenado- hizo una mueca de desagrado como si estuviera imaginando la escena.

Que criatura para molesta. Como él no tenia intención de responderme ni yo paciencia para escucharlo lo dejé hablando y me senté en el suelo junto a Jade. Sin saber en que ocupar el tiempo, me dediqué a dibujar figuras en la tierra con ayuda de un palito, al tiempo que recordaba los sucesos de aquel día. Alcé la cabeza unos minutos después para mirar al intruso y me sorprendí al no encontrarlo. Era demasiado silencioso para mi gusto, no lo había oído llegar y ahora no había notado su partida y mis sentidos estaban en perfecto estado como para atribuirlo a una falla de mi parte. Si tenía suerte ninguna criatura atacaría esa noche y el extraño no volvería, si no ni quería imaginarlo.

Solté un suspiro y me levanté. Pondría en práctica lo que Téban me había enseñado, a ver si sus conjuros servían para algo más que para calentar una sopa. Levanté mi mano izquierda y corté la palma con la daga que llevaba en mi bota hasta que un hilo de sangré se deslizó por la hoja. Marqué algunos árboles que nos rodeaban con la sangre que caía y pronuncié las palabras que esa noche nos mantendrían a salvo. La densidad del aire cambió ligeramente. Al parecer había funcionado, así que volví a recostarme junto a Jade dispuesta a dormir hasta el amanecer.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top