En el Bar | Extra.
—¡Maldita suerte!
—Ango... Por favor cálmate.
—¡Mis llaves... Acabo de- de perder mis únicas llaves! ¡¿Cómo me voy a calmar?!
En estos momentos, tanto Sakunosuke como Ango estaban literalmente en frente al edificio en que residía el pelinegro, el taxi los había dejado ahí hace unos minutos atrás. Oda le había pedido las llaves al menor para poder acompañarlo hasta a su apartamento y confirmar que no estuviese por ahí borracho dando vueltas por el edificio, no quería arriesgarse después de ver que el pelinegro suponía un peligro estando así.
Ahora, ambos estaban alarmados porque Ango no traía sus llaves.
—Has memoria, ¿recuerdas haberlas llevado contigo cuándo saliste de tu...?
No pudo completar la pregunta ya que se escucharía una fuerte queja por parte del pelinegro, quien había comenzado a soltar y soltar lágrimas sin cansancio aparente. El mayor lo tomó de los hombros sin saber cómo calmarlo, el alboroto por las llaves había sido tan grande que incluso hizo que la confesión romántica de Sakaguchi quedara en segundo plano por el momento, ahora solo quería hallar la manera de calmarlo.
El pelirrojo suspiró antes de volver a hablar.
—Quizás están en el Lupin y no notamos cuando se te cayeron, volveremos hasta allá para buscarlas.
El pelinegro alzó la cabeza para mirarlo, aún llorando pero sin ser tan ruidoso.
—¿En... en serio lo crees?
Oda asintió, lo próximo que haría sería poner una expresión de sorpresa, Ango se había acercado para abrazarlo...
Creía que era la primera vez que algo así le sucedía.
Sus manos pasaron de estar sobre los hombros del menor a moverse hacia los costados, sin corresponder el abrazo, no porque no quisiera sino porque seguía un poco extrañado.
—¿Ango...?
—A esto me refiero... No sé cómo haces para mantener-mantenerte calmado siempre —. Habló entre dientes, sus brazos prácticamente colgaban alrededor del cuello contrario—. Inteligente, paciente, tranquilo, respetuoso...
¿Y ese repentino cambio de humor? El pelirrojo con duda terminaría por corresponder el abrazo lentamente, por un lado se sentía tan elogiado, y que esas palabras vinieran de aquella persona significaba mucho. Aunque le caía mal tener que escucharlas por Ango borracho y no en sus cinco sentidos.
—Estás cansado, iremos ahora mismo al Lupin a buscar tus llaves... ¿Ah? ¿Ango?
Sintió todo el peso del menor encima suyo, lo miró de reojo y gracias a un pequeño ronquido comprobó que el pelinegro se había quedado dormido.
[...]
Sakaguchi despertó sintiéndose de la mierda, tenía un dolor punzante en la cabeza que le impedía seguir durmiendo, muchísima sed y náuseas. Arrugó su entrecejo y llevó una de sus manos hacia su frente, sus párpados pasaron de estar entreabierto a abrirlos completamente al darse cuenta de un detalle.
Esa no era su cama. Esa no era su habitación. Ese no era su apartamento.
Del impacto se sentaría en la cama y miró hacia los lados, no alcanzaba a escuchar los molestos ruidos de su vecino cuando seguía con la remodelación de su propio apartamento, eso era lo que agradecía, solo el sonido del aire acondicionado y de la ciudad. Miró su ropa, tampoco tenía su traje habitual para ir al trabajo, ahora traía puesta una camisa blanca y un pantalón de pijama gris.
Aún más confundido se levantaría rápido de la cama, llevándose consigo la sábana con que se había arropado para dormir y en un descuido acabó tropezandose con ella y cayendo de cara el suelo, el ruido de la caída resonó por todo el apartamento.
—Tsk... Pero qué...
La puerta de la habitación fue abierta, dejando ver a Oda con una cara de preocupación.
—¿Cuándo te despertaste? ¿Te sientes bien?
El pelirrojo daría unos cuantos pasos dentro del cuarto para dirigirse hacia Ango y ayudarlo a levantarse del suelo, el menor se le quedaría viendo un poco embobado antes de caer en cuenta de la situación y cambiar su expresión a una indignada.
—Yo... ¿Yo que estoy haciendo aquí?
Hubo un breve silencio, que se convirtió en uno extenso y a decir verdad hasta incómodo. Oda tenía todo lo que quería decir en orden dentro de su mente, aunque... Hay que ser sinceros, ¿cómo le explicas a alguien que sabes que puede reaccionar muy mal todo lo que hizo estando bajo los efectos del alcohol, más aún si lo que hizo es motivo de "vergüenza" para esa persona?. Para cualquiera que tuviera solo un poco de tacto, le sería complicado hacerlo, y en el caso del pelirrojo, él corresponde con los sentimientos del menor y se lo hizo saber. Sin embargo, tal parecía que Ango no recordaba absolutamente nada de lo que había pasado.
El pelinegro seguía mirándolo expectante de una respuesta, a lo que Sakunosuke frunciría sus labios, haciendo que formaran una línea.
—Okey... Déjame ver por dónde empiezo...
[...]
Un extra chiquito, la verdad no se me da bien el romance gente *chilla*.
Pero mejor miremos un michicalvo🐈.
Cuídense mucho, ¡y gracias por leer!
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