Capitulo 68.
Narrador omnisciente:
Después de hablar con su hija en la cena, lord James se encierra en su despacho para revisar algunos documentos, sin embargo, la tarea queda a medias porque en su cerebro yace la duda de las palabras de Anne.
Dos toques en la puerta de roble del otro lado lo sacan de sus pensamientos. La puerta se abre y lady Caroline pone los pies dentro del despacho, camina hacia su marido y se detiene justo detrás de su espalda.
—¿No vienes a la cama? —pregunta ella depositando un beso en el cuello de su esposo.
—Termino con esto y enseguida subo querida.
Toma el dorso de la mano de lady Caroline y deposita un dulce beso en ella.
»—¿No se te hace sospechoso que de la noche a la mañana, nuestra hija regrese a la hacienda, cuando prefería estar en la ciudad?
—Es por el embarazo, recuerda que a mí me pasó igual. ¿No estás feliz de tenerla aquí? —pregunta.
—Por supuesto que sí, sin embargo, creo que hay algo que oculta.
—Tonterías, Anne no nos ocultaría nada.
—¿Ves con normalidad que Richard le haya permitido venir sola en un viaje tan largo y riesgoso para su embarazo? —pregunta sembrando la duda en la cabeza de su esposa.
—Tienes razón, es muy extraño que no la haya acompañado.
Lord James se levanta con la decisión de ir a la habitación de su hija para enfrentarla y obligarla a decirle la verdad, pero lady Caroline lo detiene.
—Ya es muy tarde, mañana a primera hora hablaré con ella —dice—. Soy su madre y entre mujeres nos entendemos mejor.
—Si mañana no te dice nada, a media mañana viajaré a Essex para preguntarle yo mismo a su marido —responde con cierta molestia—. Nadie le hace un desplante a ninguno de mis hijos.
Mientras que en la mansión Kensington ya duermen desde hace unas cuantas horas, en la casa de Richard, él está sentado detrás de su escritorio con una botella de whisky a medio tomar en la mano izquierda mientras que con la otra, acaricia una caja de madera de roble tallada con el emblema de armas de su familia heredada por su abuelo.
—Estas me las pagas maldito imbécil —se dice a sí mismo, justo antes de abrir el primer cajón del escritorio y sacar una llave—. No voy a ser el cornudo de nadie, mi honor no será pisoteado por ti, ni por la ramera que fue mi esposa.
Suelta la botella e introduce la llave en el cerrojo de la caja de madera y luego la abre, observa el contenido de esta y sus ojos brillan por la rabia. Toma en su mano uno de los dos objetos totalmente iguales y apunta a la pared que tiene enfrente imaginando que tiene justo ahí al culpable de su desdicha.
Acciona el percutor del arma descargada.
—Vas a suplicarme de rodillas que te deje vivir, maldito.
Sale tambaleándose del despacho con el arma metida en la cintura de su pantalón hacia la entrada de su casa. En el camino se encuentra con su tía Juliet quien enseguida se da cuenta y se detiene frente a su sobrino.
—¡¿Qué piensas hacer con eso? —pregunta preocupada.
—¡¿Que no lo ves?! —responde— ¡Voy a matar a ese malnacido!
—¡Richard, por el amor de Dios! —lady Juliet presiona el brazo de su sobrino para que la mire— ¡Tu no eres un asesino, por favor recapacita!
—¡¿Me pides recapacitar cuando es mi honor el que ha sido pisoteado?! —espeta furioso intentando zafarse del agarre de su tía.
—¡Richard por el amor de Dios! —grita preocupada al ver la decisión de su sobrino— Por favor, piénsalo mejor, no estás en tus cabales, estás pensando mal las cosas.
Richard se zafa del agarre de lady Juliet y da dos pasos antes de que ella lo vuelva a detener abrazándolo por la cintura.
—Tía, suéltame, no quiero hacerte daño —advierte con los ojos inyectados de furia y ella niega con la cabeza con las lágrimas cayendo por su rostro.
—No, no voy a permitir que te conviertas en tu padre, tú eres mejor que esto Richard, por favor, detente, piensa en qué diría tú madre si estuviera aquí.
Richard se detiene en seco ante las palabras de lady Juliet, toma un fuerte respiro y se lleva las manos a la espalda. Presiona con fuerza las muñecas de su tía y ella afloja el agarre que tenía sobre él y la aparta de su cuerpo antes de agarrarla por los hombros. Mirándola fijamente a la cara, ella nota la furia que se entremezcla con el dolor en sus ojos.
—No. Metas. A. Mi. Madre. En. Esto —cada palabra que sale de su boca es un puñal directo al pecho de lady Juliet—. Ella está muerta... Voy a matar a ese malnacido, hoy, o en un duelo a muerte al amanecer, pero vivo no se va a quedar.
Richard camina hacia la puerta dejando atrás a lady Juliet quien se queda parada a medio pasillo con las manos en la boca y las lágrimas en su rostro, viendo la espalda de su sobrino quien toma el pomo de la puerta y sale al exterior.
—¡Quiero un caballo preparado y ensillado frente a mi, ya!
Grita antes de cerrar la puerta detrás de él.
Lady Juliet corre a su habitación desesperada, toma el chal del armario y vuelve a bajar a la primera planta. Sale por la puerta de la cocina hacia donde está uno de los coches que utiliza el personal de servicio y le grita a uno de los cocheros que afortunadamente se encuentra fumando en los alrededores.
—¡A casa de lord Chapman! —ordena mientras se sube al coche.
El cochero lanza el puro al suelo pisándolo con fuerza antes de salir corriendo por los caballos.
Dentro lady Juliet espera desesperada que el hombre ate los dos caballos a los estribos y se suba en su asiento.
—¡Qué espera, ya se ha tardado mucho! —grita y el golpe sobre el lomo de los caballos se oye.
Treinta minutos se tarda el coche en llegar a casa de lord Thomas. Todas las luces ya están apagadas, pues la madrugada ya se asoma. Con premura se baja del coche y sube los escalones de la entrada principal y comienza a tocar con desespero la puerta varias veces con ambas manos.
El mayordomo abre la puerta somnoliento y se ve sorprendido cuando lady Juliet lo aparta de la puerta y sube desesperada las escaleras hasta el segundo nivel.
Abre la puerta de golpe de la habitación de lord Thomas despertándolo de inmediato.
—¡Acaso te has vuelto loca! —grita agitado— ¡¿Quien te dejó entrar a estas horas en mi casa?!
—¡Tienes que detenerlo! —grita mientras entra de lleno al cuarto que le trae tan malos recuerdos— ¡Richard está a punto de cometer una locura, debes detenerlo!
Lord Thomas se levanta de la cama y con calma se coloca la bata de su pijama bajo la mirada de lady Juliet quien se tensa ante su presencia.
—¿Y de que se supone que debo detener a mi hijo? —dice acercándose a lady Juliet que da un paso atrás.
—Él, salió de la casa rumbo a la mansión Ferguson, dijo que iba a matar al duque.
Una sonrisa de lado llena de satisfacción llena el rostro de lord Thomas.
—¡Vaya, así que al fin le crecieron los testículos a mi hijo!
Lady Juliet lo mira sorprendida.
»No me mires así Juliet, es lo mínimo que Richard puede hacer después de semejante burla.
—¡No puedes permitir que tu hijo se convierta en un asesino Thomas! —grita— ¡Richard no es como tú!
Con dos zancadas Lord Thomas la toma por los hombros y la presiona contra la pared.
—¡Mucho cuidado con lo que dices Juliet! —dice con la amenaza saliendo de su garganta—. Las paredes tienen oídos.
—¡Eres un ser vil, un ser inhumano sin corazón! —grita frustrada— ¡No permitiré que Richard se manche las manos de sangre así tenga que ir yo misma a detenerlo!
Lord Thomas la presiona con más fuerza contra la pared y lady Juliet comienza a temblar al ver cómo los ojos de su cuñado se tornan oscuros.
—No vas a salir de aquí a detener nada Juliet.
—Thomas, déjame ir, por favor —pide con la voz temblorosa.
Lord Thomas la mira con la cabeza inclinada detallando el pánico en sus ojos.
—¿Por qué debería dejar que te vayas, si haz venido a mi habitación por tu propia cuenta?
El cuerpo de lady Juliet tiembla con más fuerza al sentir como el dedo índice de lord Thomas le recorre la mandíbula.
»Viniste por tu propia cuenta y... —él detalla la vestimenta de lady Juliet— Vienes vestida para pasar la noche aquí.
—Thomas, suéltame, por favor, yo no vine a esto —la voz le tiembla—, vine para que ayudaras a tu hijo en nombre de su madre.
De repente lord Thomas se aparta de ella echo una furia.
—¡No metas a Alison en esto! —espeta con rabia— ¡Richard está defendiendo su honor, y sinceramente no creo que se atreva a pegarle un tiro al desgraciado ese!, él es un blandengue, como tú.
Lady Juliet da dos pasos hacia la puerta para intentar huir, pero lord Thomas adivina sus intenciones y cierra la puerta de golpe, pasando la lleva y sacándola del cerrojo.
—Ahora que estás aquí por tu propia voluntad, querida Juliet —suelta dando dos pasos hacia ella—, espero que seas tan dócil como siempre y atiendas mis necesidades.
Lady Juliet palidece y aprieta su agarre en el chal que le cubre el pecho mientras se pega con fuerza a la pared queriendo que esta la trague y la lleve al otro lado.
»¿Vas a complacerme a las buenas o tengo que hacerlo a las malas como te gusta Juliet?
Lady Juliet se traga la bilis al ver que lord Thomas empieza a quitarse el pantalón de dormir quedando desnudo de la cintura para abajo y lleva su mano a su miembro que empieza a endurecerse con las caricias.
Cierra los ojos llena de asco ante la imagen del hombre que alguna vez amó, pero que ahora aborrece con todas sus fuerzas.
—Te hice una pregunta Juliet —dice sin dejar de frotarse con su mano— ¿Quieres que tome lo que es mío a la fuerza? —ella niega con la cabeza— Entonces arrodíllate y abre la boca.
Viéndose perdida y sin salida, sus rodillas tocan el suelo, mientras que las carcajadas de satisfacción salen de la boca de lord Thomas, quien se acerca a ella y roza la punta del glande en los labios de lady Juliet.
—Abre —ordena—, abre y atiéndeme si quieres que haga algo por el enclenque de mi hijo.
Lady Juliet con lágrimas en los ojos hace lo que él le ordena y abre la boca para que lord Thomas introduzca su miembro de golpe.
»¿Ves que no es tan difícil? —dice mientras toma un puñado de su cabello y comienza a mover las caderas—, toma lo que es tuyo y deja de ser tan majadera.
Lady Juliet cierra los ojos con fuerza mientras las arcadas amenazan con hacerla vomitar, por el asco y la humillación que siente. Lord Thomas acelera el ritmo y aprieta con más fuerza el cabello como si fuera arrancárselo del cuero cabelludo.
—¡Vamos, chupa! —grita eufórico presionando más adentro de su boca y luego se derrama dentro de su garganta— ¡Traga como la hambrienta de mi miembro que eres!
Después de quitarle a lady Juliet la poca dignidad que había logrado recuperar, la suelta con repulsión y se sube el pantalón de pijama.
»Richard tardará en llegar a casa de ese imbécil, mandaré a uno de mis hombres a que lo intercepte en el camino —miente, su intención es que su hijo le pegue un tiro entre ceja y ceja al hombre que le arrebató a la mujer por la que se obsesionó—. Puedes quedarte esta noche en la que era tu habitación —dice mientras camina hacia la cama y se acuesta— De repente he perdido las ganas de ti.
Lady Juliet se levanta y corre hacia la puerta olvidándose de que aún permanece bajo llave. Aprieta con fuerza el pomo e inmediatamente lord Thomas carcajea. Lanzándole la llave a los pies.
—Ups —dice con sorna— lo olvidé.
Ella se agacha a recoger la llave y sale apresurada por el pasillo hacia las escaleras, de ninguna manera permanecerá una noche con su verdugo.
Al despertar al día siguiente bien temprano en la mañana, Brunell se presenta en la oficina clandestina que tiene lord Thomas donde este lo espera desde hace más de media hora.
—Te mandé a llamar hace media hora Kraken —reclama apagando el puro en el borde del cenicero.
—Estaba en las afueras jefe, ¿para que soy bueno?
—Mi hijo debe estar por llegar a la hacienda de los Ferguson en unas pocas horas —presume—. Quiero que te encamines hacia allá y si cuando llegues, ya mi hijo lo ha matado, toma a Katherine y tráela —ordena— ya es hora de que esté donde debe estar.
—¿Y si no lo ha hecho? —pregunta.
—Mantente alerta y a la primera oportunidad la traes sin que nadie te vea.
*******
Katherine yace sin ropa sobre la cama con las sábanas envueltas en sus caderas y la cara contra la almohada. William le observa la espalda desnuda mientras se viste después de una larga noche de pasión.
Cuando está terminando de ponerse las botas, ella se estira sobre el colchón y se da la vuelta al mismo tiempo que toma la tela y se cubre los pechos. William se le acerca para dejarle un beso suave en los labios.
—¿Ya te vas? —pregunta aún somnolienta y él asiente.
—Tengo que revisar algunas cosas en las caballerizas antes de ir a los terrenos y después debo ir al club a reunirme con Antoine.
—¿Desayunarás conmigo? —le pregunta apenas se arrodilla sobre el colchón y se acerca a su esposo para acomodarle el cuello de la camisa.
—Está bien, iré a ver las caballerizas y nos vemos en el comedor.
Le da otro beso y sale de la habitación. Katherine se deja caer y se estira e inmediatamente salta de la cama para caminar al cuarto de baño, cuando Filipa toca a su puerta.
—Buenos días mi señora, ¿Quiere que le prepare el baño?
—Buenos días, sí, por favor, mientras, veré en el armario a ver qué vestido ponerme.
—Hoy hará un espléndido día mi señora —Filipa habla desde el baño mientras Katherine aparta las cortinas de la ventana y observa el sol radiante que hace afuera.
—Tienes razón Filipa.
Después de que Katherine se diera el baño matutino y se peinara con ayuda de Filipa, alguien toca la puerta de su habitación y la doncella la abre mirando con extrañeza a Ada que está del otro lado.
—Mi niña hay visitas abajo.
—¿Visitas? —Katherine observa el reloj en la pared—, ¿a esta hora?
Ada asiente.
—Lord Chapman hijo, está abajo, muy desaliñado he de decir.
Katherine la mira extrañada.
—¿Dijo que quería? —pregunta antes de llegar a la puerta para salir.
—No, pero preguntó por William apenas cruzó la puerta principal.
—William está en las caballerizas, salió hace un rato. Veré que quiere.
Katherine baja las escaleras y al pasar el arco de cemento que divide el pasillo del salón principal, encuentra a Richard de pie observando por la ventana.
—Buenos días Richard —saluda y él se voltea de inmediato.
El aspecto de Richard deja sorprendida a Katherine, lleva la camisa arrugada y fuera del pantalón. El cabello que siempre lleva engominado y peinado hacia atrás, cae sobre su frente y tiene ojeras. Aparte de un sutil tambaleo de su cuerpo de un lado al otro por el alcohol que aún permanece en su sistema.
—¡Pero, qué te ha sucedido?! —pregunta alarmada acercándose a él— ¡Por favor toma asiento!
Katherine intenta agarrarlo del brazo y llevarlo al sillón, pero este se zafa dejándola atónita.
—¿Dónde está él? —pregunta irritado.
Ella titubea antes de responder pues la actitud de Richard la ha dejado descolócada, sin embargo el grito que da a continuación la hace pegar un brinco asustada.
—¡¿DÓNDE ESTÁ EL MALDITO DE TU MARIDO?!
Mientras se suscitan los acontecimientos dentro de la casa, William se encuentra inspeccionando las caballerizas junto a Claus.
—Hay que comprar más alimento para las yeguas que están embarazadas —le dice a uno de sus empleados—, no quiero que los potros nazcan débiles.
—Sí patrón —responde el empleado.
—¿Vas al club al salir de aquí, no? —pregunta Cláus, pero William no le responde—, oye, ¿pasa algo?
Claus detiene el paso de su amigo al tocarlo en el hombro y este se voltea de improvisto.
—¿Eh, que pasa? —pregunta William mientras Claus lo observa con los brazos cruzados.
—Eso te pregunto a ti, llevo rato hablándote y no me respondes.
—Lo siento, necesito llegar a casa —responde disimulando la pequeña angustia que siente desde que se levantó de la cama esta mañana—, le prometí a Katherine comer con ella antes de irme al club.
—¡Vaya nunca te vi tan enamorado! —dice burlándose de su amigo— Ni siquiera cuando salías con Anne.
—¡Cierra lo boca! —espeta— Aún no le he dicho nada a Katherine sobre eso.
—¿Y que es lo que esperas, que se entere por alguien más?
—No, Anne y yo teníamos un acuerdo de mantenerlo en secreto, sin embargo, creo que lo mejor será contarle la verdad.
—Deberías hacerlo antes de que se entere por otra boca —William asiente.
—Por supuesto, no quiero que hayan malos entendidos y que se arruine nuestra buena convivencia.
—Me parece bien. Ahora ve a casa, yo me quedaré un rato por aquí.
William atraviesa las caballerizas con la idea de la conversación con Claus en su cabeza.
—Si, debo hablar con Katherine sobre lo de su hermana y yo... Lo haré esta misma noche.
Cerca de la entrada, nota que un caballo que no es de su propiedad está atado a uno de los soportes dispuestos para el descanso de los corceles y le pregunta a uno de los empleados:
—¿Alguien llegó de visita?
—Si, patrón, un lord entró hace un rato.
—¿Un lord? —pregunta extrañado y el empleado asiente.
William sube las escaleras de la entrada y poniendo la mano sobre el pomo de la puerta para abrirla, ya escucha a un hombre que grita. Apresurado abre de golpe y corre hacia el lugar donde escucha aquella voz tan alterada, pensando en que su esposa estará ahí enfrentándose sola a ese ser.
—¡¿DÓNDE ESTÁ EL MALDITO DE TU MARIDO?!
Es la última frase que escucha antes de cruzar el arco de cemento que divide el pasillo con el salón principal.
La ira lo invade al ver la espalda de un hombre que se yergue frente a Katherine haciéndola parecer diminuta ante sus gritos.
—¡Aquí estoy! —responde William cruzando el arco de cemento— Y de una vez te advierto que estás en mi casa y no te permito que le alces la voz a mi mujer.
La espalda de Richard se endereza en todo su tamaño y se voltea a ver a William quien con pasos apresurados se para delante de su esposa para protegerla al ver de quién se trata.
—¡¿Qué diablos haces en mi casa?!, ¡y faltándole el respeto a mi esposa! —grita William protegiendo el cuerpo de Katherine a su espalda.
—William... —Katherine trata de decir algo, pero Richard comienza a reírse como todo un desquiciado, dejando a la pareja dueña de la casa en completa confusión.
—¡¿Yo faltándole el respeto a Katherine? —habla después de lanzar la última carcajada volviendo a su estado de furia contra el caballero de melena negra—. Aquí el único que le ha faltado el respeto desde un principio has sido tú —Richard lo apunta con el dedo— ¡MALDITO BASTARDO!
»¡Tú, que la has engañado desde el principio!
William lleva los brazos atrás cuando Katherine los rodea con sus manos apretándolos con miedo al ver cómo se le desfigura la cara a Richard llena de furia y los ojos inyectados de sangre ante la rabia que siente por su marido.
Sin embargo, William automáticamente se da cuenta que Richard ya sabe la verdad de lo que sucedió entre su esposa y él y le da una orden a su esposa.
—Cariño, déjame solo con él, por favor —le pide sin dejar de ver a Richard.
—No... —responde— Richard por favor, debes calmarte, estás un poco bebido. Si quieres mando a que acondicionen una habitación para que descanses.
—¡No quiero nada! —responde alterado.
—Katherine, déjame solo con él, yo me encargo.
Katherine suelta los brazos de William, queriendo insistir en quedarse y conciliar con Richard, pero su esposo la mira de reojo y ella lo suelta caminando despacio hacia el arco de cemento.
—¡¿Qué, no quieres que tu esposa escuche lo desleal que le has sido desde el principio?!
Katherine continúa caminando despacio atenta a todo con la intención de quedarse escondida cerca para oír la conversación y el motivo por el cual Richard ha venido a su casa a enfrentar a su marido.
—Este asunto no es con ella, es conmigo —advierte William observando a su esposa de reojo.
Richard vuelve a reír.
—¡Claro que le concierne, al igual que a mi!, ¡PORQUE ELLA Y YO SOMOS UN PAR DE CORNUDOS!
Katherine se detiene en seco, justo debajo del arco de cemento y voltea a ver a William con los ojos muy abiertos ante las palabras de Richard.
—¡Cállate maldita sea! —grita William tomando a Richard de la camisa— ¡Esto es entre tú y yo, no la metas en esto!
—¡¿No quieres que se entere?! —susurra sin bajar la voz, queriendo que ella lo escuche, mientras una sonrisa malévola se dibuja en sus labios y de repente voltea a ver a Katherine quien no se ha movido ni un centímetro— Lo lamento mucho Katherine, pero tienes que saber, que tú marido y mi esposa han sido amantes desde antes que de yo me casara con ella.
—¡DESGRACIADO! —el puño de William se conecta contra la mandíbula de Richard haciéndolo caer sentado en el suelo.
La sangre de William se le va a los pies cuando se voltea a ver a su esposa, quien tiene las manos sobre la boca y los ojos muy abiertos ante la confesión de Richard.
William da tres pasos hacia ella, pero Richard se reincorpora y decide confesar todo de una vez estando de pie a escasos metros de ellos.
—¡Mi mujer y tu marido se conocieron cuando yo te cortejaba y desde ahí han tenido una relación clandestina Katherine!
—Katherine... Cariño... —la voz de William sale temblorosa de sus labios mientras ella mira de un hombre a otro.
—¡Tu hermana y tu marido nos han estado viendo la cara desde siempre!, ¡Han sido amantes todo este tiempo!
—¡MIENTES! —grita William volteando a ver a Richard y se va contra él de nuevo— ¡CÁLLATE, CÁLLATE!
—¿Es cierto? —la voz de Katherine sale casi en un susurro doloroso.
William voltea a verla con las manos sobre la camisa de Richard.
—¡No! —responde él sin soltar a Richard, pero con los ojos pegados a ella.
—¡Si! —responde Richard—, ¡Tú hermana se entregó a él y luego me tendió una trampa fingiendo que era doncella y que yo la había desflorado, por esa razón me case con ella y no contigo!
—¡MALDITO! —William vuelve a golpear a Richard con tanta fuerza, con tanta ira, que lo deja tirado en el suelo.
Con la respiración agitada, observa al hombre tendido en el piso de mármol, De repente, voltea a mirar a Katherine quien con lágrimas en los ojos no deja de mirarlo.
—¿Es cierto, William? —vuelve a preguntar temiendo la respuesta.
—Katherine... Yo...
William camina lentamente hasta pararse frente a su esposa e intenta agarrarla para que no huya cuando ella da un paso atrás.
»Por favor, deja que te explique... Las cosas no son así... Yo...
El rostro de William se voltea de golpe ante la bofetada tan fuerte que le da Katherine.
—Me mentiste —su voz sale quebrada— ¡Me has estado mintiendo todo este tiempo... ¡¿CÓMO PUDISTE HACERME ESTO?!
Grita llena de rabia y de dolor. William aprieta los puños tan fuerte que sus nudillos se vuelven blancos.
»¡Eres un desgraciado mentiroso! —le grita a la cara—, ¡¿Cuántas veces me trataste mal?!
Katherine lo enfrenta llena de rabia y dolor al saber que su marido, el hombre al que tanto ama le ha dado el golpe más certero en el pecho.
—¡¿Cuántas veces me llamaste mentirosa y traicionera?! Porque según tú, yo te había engañado con Paul.
—Katherine las cosas no son como él las dijo —suelta de repente William.
—¡¿A no?! —Katherine se ríe con sarcasmo— Eres despreciable Wiliam, sabias que ella era mi hermana.
—¡No sabía que era tu hermana cuando la conocí!
—¡Pero después si y seguiste engañándome con ella!
—¡No te engañe con ella! —grita desesperado—, Por favor déjame que te explique cómo sucedieron las cosas, dame siquiera el beneficio de la duda.
—¿El mismo beneficio que me negaste a mí en su momento William?
Katherine lo encara sin retroceder ni un centímetro.
—Por favor —suplica él— déjame que te cuente cómo sucedieron las cosas.
Él intenta agarrarla de los brazos, pero ella retrocede y tropieza con una de las mesas haciendo que el jarrón que estaba sobre esta, caiga al suelo haciéndose añicos.
—No lo escuches Katherine — se escucha la voz de Richard al fondo—, te va a envolver en sus mentiras. Él y tu hermana son expertos en eso.
—Katherine, mi amor, por favor, escúchame —pide con la voz temblorosa, pero ella niega con la cabeza.
—No quiero escucharte —dice con las lágrimas cayendo por sus mejillas—. No quiero que me toques —su voz toma más fuerza—. No quiero que vuelvas a poner tus manos sobre mi —se limpia las mejillas con el dorso de la mano con rabia—. Desde este mismo instante abandono esta casa.
—¡No! —William la agarra con fuerza mientras ella se retuerce ante el agarre—, ¡Tu eres mi esposa, la mujer que yo amo! Por favor déjame que te explique —súplica desesperado.
Katherine logra soltarse y lo mira con los ojos llenos de dolor.
—A partir de hoy, abandono esta casa y vas a dejar que me vaya William —su respiración se entrecorta— Si alguna vez me quisiste como dices, vas a dejar que me vaya.
—¡Te encerraré en esta casa, pero no vas a irte! —espeta frustrado y temeroso de que ella no le permita explicarse.
—Ni encerrada entre las cuatro paredes de una habitación me quedaré para verte la cara el resto de mi vida.
Katherine sale corriendo rumbo a las escaleras encontrándose a medio camino con Ada quien tiene los ojos enrojecidos. Ignorándola sabiendo que escucho todo, sube al lado este de la casa donde estaba su antigua habitación y se encierra.
Mientras tanto en el salón principal, William permanece con la cara hacia el pasillo sin poder creer en todo lo que ha sucedido. El sonido de un arma al ser cargada se escucha a su espalda y él voltea a ver a Richard quien lo apunta con la pistola en medio del pecho.
—¿Creíste que solo venía a reclamarte la humillación que me hiciste pasar todo este tiempo, desgraciado?
Richard afianza su agarre en el arma acomodando los dedos alrededor del mango.
—Dispara —lo reta William abriendo los brazos—. ¡Vamos, dispara! —le grita— Ya me destruiste la vida, ya para que la quiero.
—Ahora sabes lo que se siente maldito —vuelve a apretar el mango del arma apuntándole al centro del pecho.
—No me importa lo que ella te haya dicho, pero nunca estuve con ella luego de que se casó, a pesar de que se me ofreció un par de veces.
William vuelve a retarlo para que percuta el arma y Richard frunce el ceño lleno de rabia apretando los dientes ante la confesión de William.
»Ella me dejó porque pensaba que era un pobre marinero de cuarta y se casó contigo —William sigue hablando llenando de más rabia a Richard—, Nunca supe su nombre real, ni ella el mío, hasta el día de mi compromiso.
—Mientes, te has visto con ella desde siempre, ustedes dos confabularon este plan en contra de Katherine y de mi para burlarse de nosotros —grita y escupe la sangre que tenia en la boca.
—No tengo porque mentirte. Si quieres matarme, hazlo ya, no me importa nada. Ya perdí lo que más amaba por tu culpa.
Las figuras de dos hombres aparecen detrás del ventanal abierto a espaldas de Richard.
»Fue ella quien me buscó después de saber quien soy realmente, siempre la rechacé porque amo a mi esposa.
—¡MIENTES!, siempre han sido amantes.
—Piensa lo que quieras, ya no me importa... Vamos se valiente y acciona esa arma de una vez... Aquí —se apunta el pecho, justo sobre el corazón—. Dispárame aquí mismo.
Richard mueve el cuello tratando de destensarlo apuntando donde William tiene su dedo, pero un movimiento rápido y arriesgado detrás de él, detiene el movimiento de su índice sobre el percutor del arma y esta cae al suelo justo cuando su mano se afloja sobre su agarre.
—¡Ya basta Richard! —grita Claus a su espalda, mientras este se retuerce intentando zafarse de su agarre.
—¡Suéltame! —grita cuando intenta darle con la parte de atrás de su cabeza a Claus en la cara fallando el tino.
El empleado que acompaña al pelirrojo corre y se agacha tomando el arma sacándole la bala que podría haber matado a su patrón.
—¡Déjenlo, dejen que termine lo que vino a hacer aquí! —espeta William dolido.
Claus lo suelta y Richard se va contra el empleado para arrebatarle el arma y apunta a William con ella sabiendo que esta descargada.
—¡Dos días! —ruge— ¡Te doy dos malditos días, para que te prepares para tu inminente muerte, malnacido!... ¡Al amanecer, en el bosque de las ánimas! —amenaza— ¡Trae a tus lamebotas como padrinos y a un sepulturero, porque de ahí, solo vas a salir con los pies por delante!
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Capítulo largo para compensar la ausencia de actualización.
Pobre William, justo cuando estaba decidido a confesarle todo a Katherine, Richard se le adelanta y cambia parte de la historia.
😢😢😢😢😢
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Espero sus comentarios y recuerden votar en la ⭐️
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