Capitulo 67.

Narrador omnisciente:

Lord Thomas se retiró en pleno apogeo de la fiesta molesto por no poder completar su cometido, sin embargo, no es el único con mala cara, ya que lord Wallace el padre de Penélope y Claus observa a este último bailando con su esposa Sophy desde su lugar donde se está bebiendo una copa de champaña.

Con la ira recorriendo su cuerpo se acerca a William para encararlo.

—¿Que clase de tontería es esta su excelencia? —pregunta ofendido.

—No veo la tontería Milord —respondió—. En mi casa recibo a quien quiera y su hijo es uno de mis mejores amigos.

—¡Yo no tengo hijo! —espeta apretando los dientes.

—¿Ah no? y dígame una cosa, Milord. ¿Será su hija Penelope quien continuará con su linaje? —William lo enfrenta y lord Wallace no sabe que responder—. Claus se ha casado con una excelente mujer, digna de su apellido he de decir.

—No es de la nobleza, no aportó una dote a esta familia —refuta.

—Dígame Milord, ¿Le ha dado usted la suya a su hijo? —lord Wallace no responde—. Afortunadamente, todo lo que tiene Claus ahora, ha sido por su propio esfuerzo.

—Es absurdo, mi hijo no tendrá un título menor.

—Por algo debe empezar ya que su padre se niega a devolverle lo que le pertenece.

Lord Wallace fija la vista sobre su hijo quien ahora se está integrando muy bien a las conversaciones con algunos nobles de la mano de Sophy y suspira.

—Mi hijo no tendrá el título de barón.

—Por algo debe empezar.

William se retira a conversar con sus invitados mientras lord Wallace toma una nueva copa del camarero que pasa a su lado y la bebe de un trago para pasar el mal rato.

Penelope quien llegó junto a sus padres permanece en una esquina observando el vientre abultado de Anne que aún no se ha acercado a saludarla.

—Ya vuelvo madre —Penelope camina hacia la mesa donde están servidos los dulces cuando siente la presencia de Anne justo detrás de ella.

—Tiempo sin verte Penny —Penelope se voltea para enfrentar a la que un día consideró su amiga.

—Vaya ahora soy digna de tu saludo —responde con cierta molestia—. Veo que conseguiste lo que querías, a pesar de la desgracia de tu hermana.

—Penny no tuve otra opción —Anne se pone nerviosa ante la molestia de su amiga—. ¿Podemos hablar en otro momento?, te contaré todo, lo juro.

—¿Y por qué no puede ser aquí y ahora?

—No es el lugar apropiado para hacerlo.

—Yo creo que sí —la insistencia de Penny comienza a irritar a Anne quien no sabe que hacer—. Me extraña que a estas alturas te preocupe el qué dirán, cuando fuiste tú quien con toda premeditación le arrebató el prometido a tu hermana y aún tuviste el cinismo de hacerte pasar por una virgen doncella cuando sabemos que no lo eras.

Penelope alza un poco la voz y Richard que está un poco alejado nota la incomodidad entre las dos mujeres.

Anne toma del brazo a Penélope llevándola fuera del salón hacia un pasillo alejado del bullicio, sin darse cuenta que alguien las sigue y se esconde detrás de una pared para espiar su conversación.

—Penelope, no tuve otra opción que casarme con Richard —dice justo cuando se detienen al final del pasillo—. Eleanor la prima de mi madre me tendió una trampa y tuve que manipularlo, haciéndole creer que él me había desvirtuado y obligarlo a casarse conmigo.

—¡Mientes! —alza la voz Penelope indignada— ¡Manipulaste a Richard desde el principio! Jamás tuviste en mente casarte con William porque era un pobre marinero.

—¡No es cierto! —alza la voz y cuando se da cuenta vuelve a bajarla— Yo lo amaba, pero no podía casarme con él, sin embargo, lo esperé tanto como pude y luego Eleanor me tendió una trampa. Me amenazó con decirle a mis padres mi historia con él. Ella lo descubrió una mañana cuando salía de mi habitación.

Anne comienza a llorar y le cuenta toda su versión de la historia mientras que Penelope le da la espalda.

—¡Eres una hipócrita Anne!, una falsa, ¿Cómo puedes dormir todas las noches con un hombre al que engañaste? —vuelve a gritar—, ¿Cómo puedes verle la cara a William después de todo lo que pasó entre ustedes? y a tu hermana que tuvo que recluirse en un convento, ¡Para evitar las habladurías de todos!

—¡Cállate por favor! —suplica Anne.

—No me callo Anne, no sabes lo mucho que sufrió William cuando supo que te habías casado.

—Lo sé.

—Y con todo y que ya estabas casada seguiste buscándolo

—¡¿Cómo sabes eso?! —pregunta sorprendida— Solo lo hice una vez y me arrepentí, amo a Richard y he intentado ser mejor persona por nuestro bebé, William ya no es nadie para mi, solo el marido de mi hermana.

Penélope entrecierra los ojos hacia Anne.

—Solo espero que estes diciendo la verdad Anne, porque si me llego a enterar que andas buscando a "tu cuñado" —hace el gesto con los dedos—, yo misma le diré todo a tus padres.

Penélope sale del pasillo dejando a Anne a su espalda agarrándose el pequeño vientre atemorizada. Ella da zancadas molesta sin percatarse que al final de la pared, la sombra de un hombre las espiaba y escuchó todo lo que hablaron.

El apretón en el brazo de Penélope la hace detenerse en seco y voltea a ver quien la tiene atrapada.

—¿Es cierto? —pregunta Richard con los ojos inyectados en sangre. Penelope lo observa sorprendida— Dime Penelope, ¿Es cierto lo que acabo de escuchar?

—Yo... Yo, no sé qué escuchaste —titubea nerviosa.

—¡No me mientas carajo! —la atrapa por los hombros, la pega contra la pared y su rostro palidece.

—Yo...

Penélope baja la cabeza y luego asiente apenada.

La suelta y se lleva las manos a la cabeza.

—¡Estupido, soy un estupido! —Su cara se transforma de dolor a furia y vuelve a pegarla contra la pared— Ni una sola palabra a nadie —la amenaza y ella asiente atemorizada—Ahora vete.

La suelta y ella sale corriendo despavorida rumbo al salón.

Él se voltea con las respiraciones entrecortadas y camina hacia el pasillo donde encuentra a Anne limpiándose las lágrimas, ella palidece cuando lo ve y trata de poner su mejor cara.

—Nos vamos.

Richard la toma del brazo y busca entre la gente a su tía, dando su mejor cara se despide de las personas con las que estaba Juliet y los tres suben al carruaje.

Nadie dice nada en todo el trayecto a casa, pero apenas llegan y suben a su habitación, Richard cierra la puerta con fuerza tras de sí, encarando a Anne hecho una furia bajo la mirada estupefacta de su esposa.

—¡¿Quién crees que soy Anne?!

Anne lo mira preocupada sin saber de qué habla.

—Cariño... ¿Te sientes bien?

Anne intenta tocarle la cara, pero él se aparta y ella retrocede.

—¡¿Creíste que podías ocultarlo toda la vida?!

—Mi amor, no sé de qué me hablas.

Cuando se percata de la furia en su rostro, el de ella palidece y comienza a temblar.

—Creíste que nunca iba a enterarme de tu engaño, querida esposa —dice las dos últimas palabras entre dientes—. ¡¿Pensaste que tu artimaña duraría toda la vida?!

—Richard no se de que me estás hablando —ella retrocede mientras él avanza hacia ella con pasos amenazantes.

—¡Todo este tiempo me estuviste viendo la cara! —le grita— ¡Coqueteaste conmigo para que cayera en tus redes y así librarte del supuesto marinero sin un peso!

Anne abrió los ojos aterrorizada y se cubrió la boca con ambas manos al verse descubierta.

—¡No fue así, Richard!, ¡déjame explicarte!

Ella intenta tomarlo del brazo, pero él se lo quita como si le quemara.

—¡Apártate de mi ramera!

—¡No, déjame explicarte por favor!, no es lo que piensas. Eleanor nos tendió una trampa.

Richard se va contra ella tomándola con fuerza de los antebrazos y pegándola contra el armario.

—¡¿Crees que voy a creer cualquier cosa que me digas ahora?!

La voz de lady Juliet suena desde el otro lado de la puerta mientras golpea la madera, pero Richard no le hace caso.

—Eleanor... Fue Eleanor, ella me obligó, por favor, ¡Tienes que creerme!

Anne comienza a llorar mientras que el agarre de Richard en sus brazos se hace más fuerte.

—Dime querida esposa, ¿Cuántas veces se burlaron de mí mientras fornicaban?

Los golpes de lady Juliet cesan.

—Richard, no —responde con la voz temblorosa—, no estuve con él después de ti.

La suelta de repente.

—¿Y crees que voy a creerte?

—¡Es la verdad te lo juro!

La voz de Anne tiembla y Richard vuelve a agarrarla y la avienta contra la cama.

—¡¿Me crees imbécil?!, ¡¿Piensas que voy a creer en tus palabras, ramera?!

La puerta se abre de golpe y Anne se levanta de la cama a toda prisa y se aferra a lady Juliet quien la tomó en sus brazos sin saber lo que estaba pasando.

—Richard, no sé lo que está pasando, pero creo que deberías calmarte.

Richard ríe como loco y su tía mira de él a Anne que tiembla como una rama seca.

—¿Calmarme?, ¿Te calmarías tu, si te enteraras después de tanto tiempo que tu querido esposo te ha estado engañando?

Lady Juliet aparta a Anna para mirarla a la cara y ella niega con las lágrimas escurriendo por sus mejillas.

—¿Anne, es eso cierto? —pregunta ella y Anne vuelve a negar con la cabeza.

—¡NO LE MIENTAS MALDITA SEA!

Richard barre con todo lo que está encima del buró.

»—¡ESTA GOLFA MINTIÓ, ENGAÑÁNDOME FINGIENDO QUE ERA DONCELLA Y ELLA YA HABÍA SIDO DE OTRO HOMBRE!

—¡Dios mío! —gritó lady Juliet.

—¡NO, ELEANOR TIENE LA CULPA! —gritó Anne cubriéndose el vientre— Ella me obligó a hacerlo.

Richard se va contra ella, haciendo que caiga sobre la alfombra y camina arrastrándola hacia el armario, donde empieza a lanzar los vestidos de Anne al suelo.

—¡Quiero que salgas inmediatamente de mi casa! —espeta furioso.

Lady Juliet extiende su mano para ayudar a Anne a levantarse y se enfrenta a su sobrino.

—¡No puedes tratarla de esa manera!, ¡Ella es la madre de tú hijo!

Richard la mira como si le hubiesen salido dos cabezas.

—¡Mi hijo!, ¡quién sabe de quién será ese bastardo!

—¡Es tuyo! —espeta Anne aún en el suelo sollozando!

Richard se acerca a Anne y la jala fuertemente del brazo hasta que le levanta y le grita a la cara.

—Yo no tengo hijos con rameras y si de verdad es mi hijo, le pido al cielo que muera, antes de que tenga algo que ver con una golfa despreciable como tú.

—¡Richard por Dios! —vuelve a reprenderlo lady Juliet.

Richard camina hacia la puerta y cuando toma el picaporte en su mano, voltea y dice sobre su hombro:

—Tienes media hora para largarte de esta casa por tus propios pies, de lo contrario, te llevaré a rastras hasta la casa de tu padre y les diré todo.

Richard sale de la habitación dando un portazo que hace estremecer a las dos mujeres.

—No puedo volver a casa de mis padres —solloza desesperada.

—Debes hacerlo, lo humillaste y le fuiste infiel, ¿Que querías que hiciera?

—No le fui infiel, yo lo amo y enmendé mi vida para dedicársela a él y a nuestro hijo —llora desconsolada— ¡Por Dios, deseó la muerte de su propio hijo!

—Intentaré hablar con él, al menos de que te deje aquí por esta noche y mañana en la mañana te irás.

Lady Juliet sale de la habitación yendo en busca de su sobrino al despacho, encontrándolo con una botella de whisky en la mano.

—¡No vengas abogar por ella tía, porque no voy a cambiar de opinión! —bebe un largo trago directamente de la botella.

—No vengo a abogar por nadie Richard, tú eres mi sobrino y siempre voy a estar de tu lado. Sin embargo, ella es la madre de tú hijo...

—¡Ese bastardo no es mi hijo! —espeta furioso.

—Ella jura no haber estado con más nadie desde que se casó contigo Richard.

—¡¿Y quien le va a creer semejante estupidez?!, ¡Dios soy un perfecto imbécil, dejé a una mujer maravillosa por una ramera barata!

Vuelve a tomar un largo trago y lady Juliet intenta quitarle la botella, pero él la aparta.

—Lo hecho, hecho está sobrino, no puedes retroceder el tiempo, pero te pido que le permitas quedarse al menos por esta noche.

—¡¿De que lado estás tía?!

—Del tuyo por supuesto, pero no es prudente que salga al camino a estas horas, lo sabes, los bandidos de carretera pueden interceptar el coche y...

—¡Me importa una mierda lo que le suceda! —interrumpe Richard.

—Richard, por favor —suplica—, no lo hagas por ella, hazlo por el bebé que lleva en su vientre.

—Ya te dije que no me importa ese engendro.

—Tu madre no querría que te comportaras así.

Richard se endereza al escuchar las palabras de su tía y aprieta con fuerza la botella que sostiene en su mano.

—Apenas amanezca se larga, no quiero verla por la mañana.

Lady Juliet asiente a su sobrino.

—Apenas salga el sol, irá en camino a Kent.

Sale del despacho dejando solo a su sobrino quien bebe lo último de la botella y se sienta detrás de su escritorio con otra.

Richard lleva dos botellas y aunque la embriaguez lo marea no deja de pensar en la traición de la mujer que amaba. Los celos, la burla, la rabia y el rencor consumen sus pensamientos.

Se levanta de su silla tambaleándose hacia el minibar y toma otra botella.

—¡Maldita sea! —grita— Cómo pude ser tan estupido.

La botella se hace añicos contra la pared.

»—No se va a ir impune esta maldita ramera.

Camina tambaleante hacia la puerta y sube las escaleras agarrado del pasamanos. Camina por el pasillo a oscuras y se detiene en la puerta de su habitación. Abre la puerta con sumo cuidado y con el reflejo de la luna que entra por la ventana nota a Anne dormida sobre su cama.

Se acerca e inclina su cara a un lado mientras la ve dormir. Levanta una mano y con un dedo recorre las facciones de su esposa sin siquiera tocarla, cuando llega a sus labios retira la mano y la cierra en un puño con tanta fuerza que su brazo comienza a temblar.

Con rabia retira las sábanas del cuerpo de Anne, quien se despierta de golpe observando la cara desfigurada de su marido.

—Richard —dice con la voz temblorosa—, ¿Qué haces aquí?

—Creíste que te ibas a ir así sin más, golfa.

Anne palidece cuando Richard la toma de los tobillos con fuerza.

—Richard por favor —Anne intenta calmarlo, pero el rostro desencajado de su marido hace que su corazón se acelere.

—¿Te gustaba la forma en que te fornicaba tu cuñado? Querida esposa

Richard se cierne sobre Anne atrapando sus manos sobre su cabeza con una mano, mientras que con la otra le sube al hasta la cintura el camisón.

—Richard basta, así no —suplica asustada.

—Vamos a ver si vas a seguir pensando en ese malnacido ahora.

Le abre las piernas con fuerza con sus muslos, mientras Anne le suplica que se detenga con lágrimas en los ojos, pero ni sus sollozos evitan que él se posicione sobre ella.

—¡Richard por favor, no me lastimes! —vuelve a pedir mientras las lágrimas ruedan por sus mejillas.

Una bofetada cae sobre la mejilla de Anne mientras que Richard comienza a desabrocharse los pantalones. Ella se remueve debajo de él sabiendo lo que se avecina, sin embargo otra bofetada resuena y prueba el sabor de su propia sangre dentro de su boca.

—¡Vamos a ver si sigues deseándolo después de esto! —con los ojos nublados por los celos, saca el miembro y lo presiona contra el sexo de ella y de un empujón se mete dentro. Anne grita de dolor y llora mientras él mantiene sus manos prisioneras sobre su cabeza.

La embiste con fuerza, con brutalidad, la muerde y la marca con sus dientes en varias partes de su cuerpo.

—Dime ramera, ¿él te embestía así de duro? —empuje—, ¿te gusta así no? —empuje. Las lágrimas de Anne no dejan de caer y cierra los ojos ante la brutalidad que ejerce Richard dentro de ella— ¡Dime maldita sea! —le grita después de marcarla con sus dientes uno de sus pechos— ¡Vamos gime! Porque así es que te gusta.

El empuje de Richard se torna más feroz cada vez, hasta que logra su liberación y cae sobre ella quien intenta quitárselo de encima como si fuera lava ardiente que estuviera quemándola.

Richard se reincorpora y se levanta tambaleante acomodando su miembro flácido dentro de los pantalones y toma un puñado del cabello de Anne jalando con fuerza hasta que ella dobla la cabeza a un lado.

—¡Eres patética! Quiero que mañana por la mañana saques tu asqueroso ser de mi casa.

La suelta y se va cerrando la puerta detrás de él mientras que Anne se envuelve en la sábana y se hace un ovillo sobre la cama llorando, sin creer lo que acaba de pasar.

—————————

A la mañana siguiente apenas destellan los primeros rayos del sol, Anne se levanta con un intenso dolor en sus partes íntimas y en su bajo vientre. Camina con esfuerzo hacia el cuarto de baño y se mira en el espejo.

La imagen que ve la asquea. Su cuerpo marcado con mordidas profundas en sus senos, cuello y clavícula la hace recordar el acto criminal de su marido de anoche y se muerde la mano para evitar que alguien la escuche mientras grita.

Camile entra en la habitación y se apresura al baño cuando nota a su señora que se tambalea.

—¡Mi señora! —grita sorprendida al ver las marcas y el labio partido de Anne.

Le toma un par de minutos recomponerse y luego se gira hacia su doncella para decirle:

—Prepárame un baño, que sea rápido.

Camile asiente y prepara el baño lo más rápido que puede y ayuda a Anne a meterse en la bañera, mientras toma una esponja y comienza a pasársela por todo el cuerpo.

—Señora, ¿Fue su marido? —pregunta y las lágrimas de Anne vuelven a formarse en sus ojos— Anoche escuché voces...

—Anoche no pasó nada Camile —espeta Anne—. Terminaré de bañarme sola... Ve y preparame un vestido.

Cuando Camile sale del cuarto de baño, Anne toma la esponja escurriendo más jabón sobre ella y se restriega con más fuerza el cuerpo, dejando marcas rojas por su piel mientras las lágrimas vuelven a aparecer.

Una hora más tarde Anne ya está pisando el umbral de la puerta principal como se lo ordenó su marido, bajo la mirada de Juliet y Camile quien la ve subirse al coche.

Las ruedas comienzan a sonar bajo el suelo empedrado hacia la entrada principal, cuando Richard aparece detrás de las dos mujeres aún con la ropa del día anterior.

—¡¿Sigues aquí?! —habla dirigiéndose a Camile quien lo ve sin entender nada— ¡Tu ama ya se fue, debiste irte con ella!

—Mi señor —titubea—, pensé que me necesitaba aquí por...

Los gritos de Richard la interrumpen:

—¡CREES QUE PORQUE TE ABRISTE DE PIERNAS PARA MI IBAS A OCUPAR EL LUGAR DE MI RAMERA ESPOSA!

—Mi. Señor. Yo. Pensé. —baja la cabeza con vergüenza.

Richard se acerca a ella y la toma del brazo.

—¡¿Crees que no se que mientras mi esposa fornicaba con su cuñado tú estabas enterada?!

Camile levanta la cara sorprendida y con los ojos muy abiertos mira la cara de Richard.

—Siempre fuiste su tapadera, ¿Me vas a decir que no lo sabías? —la enfrenta, pero Camile empieza a llorar y cae de rodillas.

—¡Mi señor, perdóneme, yo solo cumplía órdenes!

Camile intenta salirse del problema, sin embargo Richard no le cree ni una sola palabra.

—Tienes dos horas para recoger tus cosas e irte detrás de tu señora.

Richard se da la vuelta apenas la suelta y sube tambaleándose las escaleras, pero la noticia que le da Camile hace que se detenga en pleno ascenso.

—¡No puede echarme con su hijo en mi vientre!

Richard aprieta el pasamanos hasta que sus nudillos se tornaron blancos y voltea para enfrentarla.

—¡¿Crees que soy estupido Camile?! —baja tres escalones—, ¿crees que me vas a engatusar con ese cuento tan usado? —baja otros tres más—, yo no tendré hijos bastardos con ninguna muchacha de servicio.

Baja el resto de los escalones bajo la mirada atónita de lady Juliet quien ha permanecido ahí todo este tiempo.

—¿Cuánto tiempo es que tienes? —le pregunta a Camile cuando la jala por el cabello hasta hacer que su cuerpo se curve de una manera incómoda.

—Mi periodo no vino el mes pasado —dice entre dientes.

Richard mira a su tía quien está petrificada a unos pasos de Camile observando a su nieto con temor pensando que se ha vuelto la viva imagen cruel de su padre.

—Llévala a la cocina y asegúrate de que le den un abortivo —suelta a Camile tirándola al suelo— Y enciérrala en su habitación, que no salga y cuando veas que ha botado al bastardo despachala fuera de mis tierras.

Richard sube a su habitación y se tumba sobre la cama boca abajo y antes de quedarse dormido susurra:

—Voy a matar a ese malnacido de Ferguson. Quiero verlo enterrado tres metros bajo tierra.


Las puertas de metal se cierran detrás del carruaje que lleva a Anne hacia la entrada principal de la casa de sus padres. Josephine se apresura a recibirla cuando la ve bajando del coche con dificultad.

—¡Mi niña! —dice sorprendida al verla— ¿Qué te pasó? —pregunta al verle el labio roto.

—Tuve un pequeño accidente en la casa.

Josephine llama a uno de los muchachos de servicio para que ayude con el equipaje de Anne y lo suban a su habitación.

—¿Mis padres están en casa nana?

—Tu padre está en el viñedo con tu hermano, tú madre se fue a la iglesia hace una hora.

—Bien... Voy a descansar un rato. Despiértame para el té.

Josephine sale de la habitación un poco preocupada por el aspecto demacrado de Anne, sin embargo no se atrevió a preguntarle nada, ya que ella desde que era una niña siempre fue muy discreta en contar sus cosas.

Cuando lady Caroline llega de la Iglesia, Josephine le cuenta que su hija está aquí y de cómo la vio, sin titubear, sube apresurada hasta la habitación de su hija, quien no se encuentra en la cama.

—Cariño, ¿Estás ahí? —lady Caroline toca la puerta del cuarto de baño y se queda parada ahí esperando alguna respuesta, pero el picaporte se gira y se encuentra cara a cara con su hija.

—¡Por Dios mamá estaba haciendo mis necesidades! —Anne comienza a fingir delante de su madre.

—¿Qué te pasó en el labio? —pregunta con los ojos entrecerrados hacia su hija.

—Me tropecé con una de las puertas del ropero —miente—, estaba atascada, ejercí algo de fuerza y cuando logré abrirla me golpeó.

—¿Haz comido algo?, ¿Te veo un poco pálida?

—Estaba esperando la hora del té para comer lago contigo y papá.

—Pues vamos entonces! —lady Caroline toma la mano de su hija— tu padre debe estar por llegar con Phillip.

Lady Caroline apresura un poco el paso, pero nota que su hija se queja un poco al moverse.

—¿Qué pasa?

—Me duele un poco el vientre, es todo.

—Es porque está creciendo, es normal, iremos con más calma.

——————————-
Mientras que Anne toma el té junto a su padres y lea miente sobre él porque de su visita a su casa Richard se despierta de su largo sueño con un intenso dolor de cabeza.

Se va al cuarto de baño para darse un baño con agua fría y mientras se limpia el miembro, recuerda lo que hizo la noche anterior, sin una pizca de remordimiento.

—Se lo merecía.

Sale hacia al dormitorio donde se viste y llama a uno de los cocheros para que lo lleven al registro civil donde se reúne con el jefe y solicita el divorcio de su esposa.

—Necesito saber la causa de su divorcio Milord —dice el jefe civil, tensando a Richard, que ni de chiste le dirá que es un cornudo.

—desavenencias conyugales —miente y el hombre asiente.

—Sin embargo Milord, estoy enterado de que su esposa está de encargo, eso hará que el divorcio se complique un poco.

—No si el divorcio es de mutuo acuerdo y ella está dispuesta a firmar.

—Bien en ese caso, podremos procesar su pedido dentro de poco.

Richard le estrecha la mano al hombre y sale del registro civil, observando a todos en la calle mientras su cerebro comienza a jugarle una mala pasada. Imágenes de las personas que se cruzan en su camino burlándose de él y llamándolo cornudo invaden su mente y sacude la cabeza para apartar los pensamientos.

Llega a su casa encontrándose a su padre sentado en el salón esperándolo.

—¡Vaya hasta que te dignas a llegar!

—¿Qué quiere padre? —pregunta toscamente.

—Acaso no puedo visitar a mi hijo, dime dónde está la inservible de tu mujer que no la he visto en el rato que llevo aquí.

—No está y no estará más aquí —dice y su padre frunce el ceño—. La mandé a Kent con sus padres y de una vez te digo que ya introduje la demanda de divorcio.

Lord Thomas deja caer el puro sin encender que tenía en la mano y mira a su hijo.

—¿Divorcio?, ¡¿Que hiciste muchacho imbécil, de quien te obsesionaste ahora?!

—¡De nadie!, ¡Simplemente me voy a divorciar y ya!

—Hay algo más y no me mientas esta vez —amenaza.

Richard se queda callado por unos minutos. Contarle la verdad a su padre es darle la razón porque siempre estuvo en desacuerdo con su boda y sospechó de Anne desde el principio.

—Simples desavenencias conyugales.

Camina al mini bar para servirse un trago, pero su padre lo detiene.

—Desavenencias conyugales, ¿Que desavenencias pueden tener ustedes con el color de una alfombra?

Richard lo mira con rabia.

»—¡¿Fornicaste con una de tus empleadas y te descubrió?, ¿Fuiste tan imbécil para que te descubriera?

—¡SÍ, SOY UN IMBÉCIL! —grita— ¡SOY TAN IMBÉCIL QUE MI ESPOSA NO ERA DONCELLA CUANDO LA DESPOSÉ!

—¡Lo sabía! —espeta lord Thomas—, ¡sabía que algo había en todo ese cuento!, te dije que no cayeras en la trampa, pero tú insististe e insististe y ahí lo tienes idiota. ¿Quién fue?

—Ya me arreglaré yo con él —advierte.

—Dime quien fue y lo mandaré a matar.

—¡Ya te dije que me encargaré yo mismo!, ¡Yo
mismo me encargaré de quitarle esa máscara de noble intachable y cuando lo haga, lo retaré a un duelo a muerte, esta afrenta no se la voy a dejar pasar y después me quedaré con lo que fue mío desde el principio y no supe valorar.

Lord Thomas lo ve por unos segundos sin saber de qué habla.

—¿De qué demonios estás hablando?

—De cierta doncella que se derretía entre mis brazos y nunca pude hacer mía, pero después de que la haga viuda, la tomaré como mi esposa, tal como debió ser.

********

Hola, hola. Mis disculpas por haberme tardado en actualizar, es que a veces me pongo a leer y soy de esas personas que cm cuando comienza una saga no puede parar de leer. Sé que a ustedes también les pasa. Además, también tuve un poco de bloqueo escritor y pues estoy saliendo de él poco a poco.

Un capítulo un poco fuerte y lo que falta. No dejen de dale like al capítulo.

Se les quiere ❤️

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