Capítulo 62.
William:
Termino de redactar la carta que debo enviarle a lord Tate mañana a primera hora y dejo el papeleo que tengo que revisar para después. El que Olivia haya irrumpido en mi despacho como lo hizo y luego tener que casi rogarle a mi esposa para que me creyera me tiene de mal humor.
Subo las escaleras en dirección al ala este donde está mi habitación y una sombra a mitad del pasillo detiene mi paso.
«¡Maldita sea!». Maldigo para mi
mismo reconociendo el bulto de Olivia mas adelante parada frente a la puerta de mi habitación. Antes de que voltee y me vea, me doy la vuelta dirigiéndome al ala oeste.
Toco despacio la puerta donde duerme Katherine con Jazmin y ella me abre con el camisón de dormir ya puesto. Veo las protuberancias de sus senos que se marcan en la tela y debo tragar grueso para no irme contra ella y besarla como quiero.
—Vengo a darte las buenas noches —le digo cuando cruza los brazos sobre su pecho—. Esta noche dormiré en la habitación de invitados de este lado.
—¿Por qué?, Tienes tu propia habitación —dice y suspiro antes de hablar.
—Antes de que te molestes, voy a dormir de este lado, porque encontré a Olivia en el pasillo frente a mi puerta —baja los brazos y veo cómo aprieta los puños a cada lado de su cuerpo—. No quiero que te enojes conmigo. Ya le escribí a su padre, mañana temprano enviaré la carta.
—Está bien —afloja los puños poniendo su mano sobre mi pecho y su simple toque hace que toda la sangre baje a mi entrepierna— Que tengas buenas noches mi amor.
Deja un suave beso en mis labios y luego cierra la puerta.
«Espero que estos días pasen rápido hasta la boda».
La mañana siguiente envío al mensajero con la carta a la mansión de lord Tate, no quiero tenerla un minuto mas aquí, así que, solo espero que se siente en la mesa a la hora del desayuno y le suelto la noticia de una vez, frente a todos.
—Cuando termines de desayunar, necesito que recojas tus maletas, tu padre vendrá por ti.
Suelta ruidosamente el cubierto que tenía en su mano y explota comenzando a decir improperios, justo como ya lo estaba imaginando.
—¡¿Como te atreves a echarme como si fuera una simple basura?! —grita bastante alterada, pero yo me mantengo estoico mientras los demás la miran.
—Ya está decidido, regresarás con tu padre.
—¡¿Acaso no entiendes que si regreso con él, mi marido puede llegar a matarme?!, —grita y veo el miedo en sus ojos— ¿Donde quedó el hombre que amaba cuando éramos adolescentes?!
Habla con tanta tristeza que si no supiera la clase de mujer que es, me lo creería de inmediato.
Veo a Katherine quien permanece quieta en su sitio sin decir ni una sola palabra.
—Nunca te vi más que como una amiga —le respondo tranquilo sin dejar mi plato.
—¡Eres un mentiroso! —golpea los puños en la mesa haciendo que mi taza de café se derrame sobre el mantel y ya estoy perdiendo la paciencia con ella.
—Olivia —hablo en modo de advertencia—. Ya envié la carta a tu padre, así que es solo cuestión de horas para que venga por ti.
— ¡¿Que va a decir la nobleza, si Walter me encuentra y vocifera a todos que le fui infiel?!
—¡Eso debiste pensarlo antes de abrirle las piernas a tu hijastro! —grito perdiendo la paciencia—. Debiste mantener la compostura Olivia, abandonarlo primero e irte después a calentar la cama de alguien más si tan necesitada estabas.
—¡William! —me reprende Katherine poniendo su mano sobre la mía para tranquilizarme. Mis ojos y los de Olivia se detienen en mi esposa.
—¡Todo esto es tu culpa! —le grita Olivia a Katherine enfurecida— ¡Fuiste tu quien le pidió que me echara como una basura de su casa!
—Yo no le pedí nada —ella habla tan calmada que me sorprende el autocontrol que tiene sobre si misma en este momento— .Tu misma te encargaste de que mi esposo tomara esa decisión, al atreverte a meterte en su despacho anoche.
—¡Tú no lo atiendes maldita! —espeta furiosa. La observa con tanta rabia que parece que le estuviera saliendo fuego por los ojos.
—¡Ya basta! —grito por encima de sus gritos.
Me levanto de la mesa arrastrando la silla haciendo un sonido sordo detrás de mi y le agarro el brazo con rudeza sacándola del comedor. La arrastro hasta la habitación de invitados donde se está hospedando y la lanzo con fuerza dentro.
—¡Recoge tus mierdas que te vas! —espeto.
—¡No puedes hacerme esto William, Walter me matará —comienza a sollozar cuando cae de rodillas delante de mí.
—¡Jamás debiste ofender a mi esposa! Ahora recoge tus porquerías, que hoy mismo te vas.
Cierro de un portazo y la escucho gritar mi nombre desde adentro. Camino hasta el inicio del barandal de las escaleras y grito para que la servidumbre me escuche.
—¡Que alguien venga a ayudar a Olivia a recoger sus ropas para que se vaya más rápido de aquí!
Vuelvo al comedor donde aún continuan sentados, Katherine, Jazmin, Simon y Ada y me paro al lado de mi esposa tomando su mano para besarla.
—Lamento lo que te dijo cariño.
Katherine no le da importancia y sigue con su desayuno, mientras yo regreso a mi despacho luego de haber perdido el apetito.
A medio día llega el mensajero con la carta de nuevo en sus manos y me la entrega. La rabia me invade el cuerpo cuando me informa que lord Tate no se encuentra en la ciudad.
«Era lo que tramaba desde un principio. Traerla aquí, seducirme, hacerla mi amante y así protegerla y mantenerla a salvo».
—¡Maldito vejete!
Katherine entra al despacho con una bandeja en sus manos y le cuento lo sucedido sin saber que hacer ahora.
—No podemos echarla a la calle así sin más —dice y si por mi fuera la devolvería a su casa— Sé que es una arpía de lo peor y debemos sacarla de la casa cuanto antes, pero si su marido la encuentra y la mata será nuestra culpa.
—No me importa lo que le suceda Katherine, ya tuvimos suficiente de esto —soy sincero, no quiero verla un día más bajo nuestro techo.
—Puedes enviarla con los campesinos mientras no encontramos a su padre.
La beso dejándola sorprendida.
—Acabas de darme la solución perfecta mi amor —camino a la puerta y llamo a Simon quien en un par de minutos entra al despacho—. Dile a los empleados que suban a la habitación de Olivia y lleven sus pertenencias a la casa más alejada de los terrenos y que la dejen ahí.
—Va a explotar de la ira al ver que la envías con los campesinos —se burla Simon y lo sigo.
—No me importa lo que haga, pero de que hoy se va de nuestra casa, se va.
Como lo imaginamos, Olivia hizo un escándalo mayúsculo al ver como cuatro de los empleados cargaban con sus baúles hasta el coche de servicio de las tierras, llevándola sendero adentro.
Soltó una cantidad enorme de improperios en nuestra contra, pero no me importa para nada, su lenguaje no me afecta. Ahora solo deseo que estos días pasen lo más rápido posible para tener a mi esposa en mi cama de nuevo.
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El día de la boda al fin llega y todo está vuelto una locura desde muy temprano en la mañana. Jazmin y Simon decidieron casarse en la pequeña capilla que construimos entre las dos haciendas y la recepción se hará en el salón de su casa. Como ninguno de los dos cuenta con más familia que la abuela de su futura esposa, no era necesario un lugar mayor para albergar a los escasos veinte invitados que estaremos en la recepción.
Veo a Simon nervioso tratando de acomodarse el corbatín frente al espejo y sonrío de medio lado burlándome de él.
—¡Vaya hermano, jamás pensé verte tan nervioso —me burlo—. El hombre más calmado de toda Gran Bretaña no puede ni atarse un corbatín.
—¿Y si se arrepiente? —pregunta preocupado y trato de calmarlo antes de que mi abuelo entre junto a una de las empleadas de servicio, quien trae tres copas y una botella de coñac.
—Vamos muchacho, bebe una copa, aliviará tus nervios.
La empleada sirve las tres copas y nos las entrega. Brindamos por la futura familia y bebemos el líquido ambarino saboreando su exquisitez, antes de que baje por nuestras gargantas.
—Es hora —avisa mi madre asomándose a la puerta vestida elegantemente con un vestido esmeralda.
Simon toma aire profundamente antes de acercarse a mi madre, quien tendrá el honor de llevar a mi hermano hacia el altar.
Cuando bajamos las escaleras, Ada viene subiendo con un trozo de tela de tul en sus manos.
—¡Es el velo! Al fin llegó —dice y asentimos en su dirección mientras se pierde en el ala oeste del pasillo.
Mamá sale de la casa junto a Simon y mi abuelo a la espera de la novia en la capilla, mientras que yo permanezco de pie en el último escalalón esperando a mi adorada esposa, quien me deja sin aliento con su vestido color vino apenas aparece en las escaleras.
Posa la mano delicadamente en la barandilla de la escalera y va bajando cuidadosamente. Me enfoco en ella, en lo hermosa que se ve este día y todo desaparece a mi alrededor.
Su aroma tan único llena mis fosas nasales cuando la siento cerca de mi y el simple roce de su mano sobre la mía, hace que el corazón me lata desbocado.
—¡Estás realmente hermosa! —sonríe ante mis palabras mientras que sus mejillas toman un tono rosáceo que me encanta, porque sé que tengo en ella el mismo efecto que tiene en mi.
Camino hacia el altar junto a Katherine, parándome al lado de un sudoroso y muy nervioso Simon quien está muy impaciente. Las puertas de la capilla se abren dando paso a la novia con su vestido blanco haciendo contraste con su piel morena. Miro a mi hermano y una enorme sonrisa se dibuja en sus labios cuando la ve caminar hacia él.
La ceremonia es corta. Katherine llora a mi lado cuando escucha los votos matrimoniales de nuestros amigos y no puedo evitar que un nudo se forme en mi garganta.
«Pensar que cuando dije los míos, lo hice con tanta rabia y ahora me arrepiento»
—Debemos reanudar nuestros votos algún día —le susurro al oído y la sonrisa que me brinda se clava en la mitad de mi pecho.
Asiente y beso el dorso de su mano, antes de girarnos y ver cómo Simon besa a su ya esposa frente a todos.
Los nuevos esposos abren el primer vals apenas llegamos al salón acompañados de los sonoros aplausos de todos.
Tomo a Katherine de la mano y la llevo al centro de la pista, tomándola por la cintura y comienzo a moverme al compás de la música con ella.
—Esta noche te tendré solo para mi.
Noto el enrojecimiento en sus mejillas. Y quiero ver hasta donde le llega cuando le diga todo lo que quiero hacerle a su cuerpo.
»—Ya he esperado bastante, todo mi cuerpo te anhela y pide a gritos poder entrar dentro de ti al fin.
Juro que puedo ver como sus pezones se yerguen a través de la tela con pedrería y la sola idea manda impulsos a mi miembro.
»—Ya no hay nada que evite que al fin te haga mía.
Suelto las palabras y veo cómo su garganta se mueve. Al terminar la pieza de baile, un mesero pasa junto a nosotros y ella toma una copa de champaña de la bandeja y se la bebe de un solo sorbo.
—Estoy nerviosa —me dice cuando ve que alzo una ceja al ver lo que acaba de hacer. Bajo la vista a su pecho y noto cómo sube y baja acelerado.
Los gritos de Jazmin nos sacan de nuestra burbuja cuando la veo correr hacia la entrada, tengo que parpadear varias veces para dar crédito a la pareja que entra tomada de la mano.
Katherine a mi lado grita casi dejándome sordo, pero no me importa, porque apenas corre y abraza a Sophy, Simon y yo nos vamos contra Claus.
Lleva el cabello un poco más largo y una corta barba pelirroja cubre su mandíbula. Ambos huyeron hace varias semanas a Escocia donde se casaron a escondidas de los padres de él.
Siento un poco de culpa ya que por mi incidente nos enteramos muy tarde de su huida.
No me sorprende para nada cuando Claus nos cuenta que su padre, encontró a Sophy y le ofreció dinero a cambio de abandonar la idea de un noviazgo con su único hijo varón y heredero del titulo de la familia.
—Ahora soy un hombre desheredado, sin título, ni apellido y busco trabajo.
La melancolía en su voz es notoria.
—Te ayudaremos, no te preocupes —le digo para que se tranquilice y pueda disfrutar de la celebración.
Sabía que en algún momento eso sucedería, lord Wallace es uno de los nobles más estrictos que he conocido y de ninguna manera iba a aceptar que su único hijo varón se desposara con una plebeya.
Gran parte de la celebración, Katherine se pierde en una charla con Sophy y puedo notar desde mi lugar que tiene las mejillas enrojecidas y un brillo peculiar en sus ojos.
«¿Está ebria?». Camino hacia ella y me da una sonrisa exagerada cuando me le paro enfrente. Le quito la copa que tiene en la mano dejándola sobre la bandeja del mesero que pasa a nuestro lado.
—Es suficiente —le digo sutilmente—. No vas a beber más.
—¡Está deliciosa! —reclama, pero no le hago caso.
Sé porque está bebiendo. Lo que le dije hace unas horas la tiene nerviosa. Me extraña que no hiciera lo mismo cuando nos casamos, que también era su primera vez en ese entonces.
La llevo a la pista de baile para un vals suave, a ver si así se le baja un poco la embriaguez, pero trastabilla en el camino y la agarro con fuerza de la cintura para que no caiga.
Se ríe de ella misma, haciéndome reír a mi también y la llevo de nuevo a la mesa para que se siente.
Acabada la celebración. Claus y Sophy se van con nosotros a nuestra casa. Esta semana se quedarán allá. Cargo a Katherine de manera nupcial, cuando casi se va de bruces contra el suelo cuando insistió en bajar sola el escalón del coche.
Entro con ella a nuestra habitación en el ala este de la casa, dejando a nuestros amigos del otro lado. Me encierro en el cuarto de baño para asearme no sin antes dejar a mi esposa recostada sobre la cama. Cuando salgo la encuentro de pie observando el jardín iluminado por la luna llena.
Me paro detrás de ella y la tomo de la cintura.
—Cariño, deberías tomar un baño —le digo sintiendo su cuerpo rígido a mi toque.
Se da la vuelta y toma el camisón que Ada dejó sobre la cama antes de irnos al matrimonio de Simon y Jazmin. La veo caminar de un lado a otro aún bajo los efectos de la champaña que bebió de más. Espero un rato sentado en el sillón al pendiente de cualquier ruido que pueda hacer dentro del baño y de repente la veo salir con el cabello húmedo todavía cayendo por toda su espalda.
La cara lavada sin maquillaje y el camisón rosa me roban el aliento. Sin embargo, aún sigue achispada por el alcohol.
Por más que muera por hacerla mía esta noche, no voy a tomarla así. Deseo que recuerde su primera vez como el día más especial, donde nuestros cuerpos se convertirán en uno solo: Cuerpo y alma, juntos.
La tomo del brazo e intento recostarla sobre la cama, pero se niega. Creo que el alcohol le ha dado valentía, porque rodea mi cuello con sus brazos y me besa con tantas ansias que caigo en picada por ella.
La tomo de la cintura y caigo con ella sobre la cama, cuando su lengua saborea la mía en un vaivén desenfrenado. Besa mi cuello y lleva una mano a la cinturilla de mi pantalón de pijama desatando la cinta que lo mantiene pegado a mis caderas.
Huelo sus intenciones y tengo que hacerse de todo mi autocontrol para no meterme en este momento dentro de sus pliegues. Tomo su mano y la detengo haciendo que frunza el ceño cuando me mira a los ojos.
—Hazme el amor William —susurra en mi oído y trago grueso al escuchar su voz tan sensual calándome en las venas.
—No quiero que te lo tomes a mal cariño —le susurro mirándola a los ojos—. Quiero que cuando esté dentro de ti lo recuerdes por siempre. Si lo hago ahora, mañana no lo recordarás.
—Lo haré William —vuelve a besarme y me está costando separarme de ella.
—Te prometo que mañana será el día mi amor. No sabes el esfuerzo sobrehumano que estoy haciendo ahora para no separar tus pliegues y hundirme en ti, hasta oírte gemir mi nombre mientras te embisto.
Suelta el aire decepcionada, pero no voy a hacerla mi mujer estando ebria, quiero que lo recuerde, que el placer de tenerme entre sus piernas lo recuerde por mucho tiempo y no como una suave neblina en su memoria.
Me acuesto a su lado y la traigo contra mi pecho. Veo como cierra los ojos y sonrío cuando la oigo susurrar:
—Eres un cobarde —su boca se levanta en una suave sonrisa y me uno a la suya cuando le beso la coronilla.
—Duerme mi amor. Ya veremos si mañana sin una gota de alcohol en tu sistema, sigues tan valiente.
«Debo levantarme mañana temprano antes del amanecer para tener todo listo para nuestro día».
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Antoine:
Llegar a la pequeña casa donde vivo luego de ser el nuevo encargado del club de caballeros solo, no se siente nada bien.
Desde muy joven siempre le he servido a la familia Ferguson y me acostumbré a estar rodeado de servidumbre, sin embargo, el abrir la puerta principal y encontrar todo a oscuras y en silencio, hace que un vacío se asiente en la boca de mi estómago.
Enciendo la pequeña luz cercana a la puerta y me sobresalto del susto al ver el pequeño bulto que duerme sobre mi sillón.
Con cuidado me acerco a ella y noto que tiene la cara hinchada. Cautelosamente, sacudo su hombro con mi mano mientras la llamo.
—Filipa... Filipa.
Ella se remueve y se estira antes de abrir por completo los ojos y mirarme.
De repente se levanta de golpe y lleva sus brazos hacia mi cuello y la siento temblar.
—¡Milord, perdóneme, estaba muy asustada! —su voz tiembla y me preocupa.
— A ver, siéntate y dime ¿Por qué entraste aquí sin mi permiso?
—Decidí venir a hacerle el aseo y lavar su ropa después de que se fue a la boda de lord Simon —comienza a contarme—. Al ver que se hacía tarde y ya había oscurecido, cerré la puerta y me fui, pero en el camino, sentí que alguien me seguía.
Sus manos comienzan a temblar.
»—Cuando iba a pocas cuadras, volteé y vi a un hombre vestido de gabardina y un sombrero le tapaba el rostro. Senti mucho miedo y cómo estaba más cerca de aquí que de el club. Me encerré aquí... ¡Por favor no me haga irme tengo miedo!
Toma mis manos con fuerza y sus ojos suplicantes hacen que se me haga un nudo en el pecho.
—¿Es la primera vez que sucede esto? —pregunto preocupado y niega con la cabeza, poniéndome alerta.
—No. He visto a ese hombre un par de veces, cuando voy al mercado, pero anoche estaba mucho más cerca.
La sola idea de que se trate de lord Thomas después de haberla visto en el club hace tiempo atrás, me cruza por la mente, pero él no se atrevería a actuar de frente, es un cobarde.
—Puedes quedarte esta noche a dormir aquí. Mañana temprano iré a ver a mi señor y lo solucionaremos.
La llevo a la habitación de huéspedes para que se acomode y me encierro en la mía, detallando lo solitaria que ha sido mi vida.
Al día siguiente, el aroma a café recién hecho me despierta y salgo de la cama sobresaltado hacia la cocina olvidándome por completo que Filipa se quedó en casa anoche.
—Buenos días lord Antoine, ¿Durmió bien? —me pregunta colocando un plato con tostadas, mermelada y mantequilla sobre la mesa.
—¿Dormiste bien? —le pregunto apenas sentándome a la mesa.
La sonrisa que me da asintiendo a mi pregunta me lo dice todo, dejándome un no sé qué en el pecho.
Terminamos de desayunar y la dejo en mi casa, mientras voy camino a las tierras de mi señor. Sin embargo, al llegar me encuentro con la noticia de que se ha ido por unos días con lady Katherine a la casa de verano.
—Me alegra muchísimo que al fin se hayan arreglado —le digo a Ada—. Espero que nada ni nadie pueda romper esta segunda oportunidad que se están dando.
Al terminar de decirlo, una voz conocida me hace voltear y solo de reconocerla me estremezco.
—¡¿Donde está William?! —le grita a Ada casi llegando a la histeria lady Olivia.
—¡Mi niño no está! —le responde cruzándose de brazos.
—¡Mientes! —refuta— ¡Siempre has sido su tapadera, vieja decrépita!
—¡Un poco más de respeto hacia Ada Milady! —la encaro y ella me mira de abajo hacia arriba— Está no es su casa, para que venga y le hable así.
—¡Tú! —dice dirigiéndose a mi— Pensé que ya te habías cansado de ser el simple sirviente de William, pero veo que ahora tienes más poder... Sabrá Dios que clase de "favores" le habrás hecho para que te diera un puesto tan importante.
Tenso los hombros sin gustarme ni un ápice la manera en que dijo sus palabras.
—¡No tienes permitido estar por aquí Olivia! —grita Ada— Mas te vale alejarte de aquí si no quieres que te eche de una vez y te deje a tu suerte.
La cara de lady Olivia palidece y recogiendo el borde de su vestido, se da la vuelta y se va.
»—Que no te afecten sus palabras Antoine, ella está loca.
Asiento fingiendo que no me importan las palabras ofensivas de lady Olivia, pero si lo hacen.
Nunca me importó que mi señor supiera mi orientación sexual, él siempre me trató con respeto y nunca se lo falté ni le insinué nada, a pesar de sentirme un poco atraído hacia él.
Dejo a Ada y regreso a mi casa llenando mis fosas nasales con el aroma a comida apenas abro la puerta de la entrada.
—Le preparé el almuerzo, espero que no le importe.
Filipa me sonríe y eso hace que mi pecho se llene de nuevas sensaciones. Es casi una niña, apenas tiene dieciocho años y le he tomado cariño.
—¿Comerás conmigo? —pregunto y se sorprende— No pretenderás que te quedarás ahí parada viéndome comer. Toma un plato de la alacena y sírvete.
Hace lo que le digo y nos sentamos a comer juntos. La conozco un poco más cuando conversamos mientras comemos y puedo ver que tiene el mismo aura dulce de mi señora Katherine.
Es una pena que haya tenido que vivir tantas penurias desde tan joven.
Su madre murió cuando ella tenía cinco años de edad y fue criada por una tía ya que su padre no quizo hacerse cargo de ella.
La situación en la que vivían era precaria y su tía decidió probar otros aires trayéndola hasta aquí, pero al poco tiempo la mujer falleció y se vio en la obligación de trabajar siendo tan joven.
—Por fortuna, caíste en el club y no en otro lado Filipa —le digo tratándo de consolarla cuando se seca las lágrimas—. Si no te importa el que dirán, puedes quedarte aquí en mi casa hasta que mi señor regrese de viaje y veremos que hacer contigo.
El rostro se le ilumina y una sonrisa se dibuja en la comisura de mi boca.
—¿No tendré que volver al club a trabajar?
—No, desde ahora quedas bajo mi protección hasta que regrese mi señor.
Es mejor que se quede conmigo, el que la estén siguiendo me preocupa y no debe ser para nada bueno, si el hombre que la persigue se oculta entre las sombras.
⭐️⭐️⭐️⭐️⭐️⭐️⭐️⭐️⭐️⭐️⭐️⭐️⭐️
Capítulo un poco corto, pero es que sigo con los problemas de copia y pega con Wattpad.
No olviden dejar su voto.
🥰🥰🥰
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