Capitulo 61.

William:

   Estoy sentado en el sillón de la habitación viendo cómo mi esposa duerme con el cabello esparcido por toda la almohada, parece una ninfa del bosque con el camisón rosa y los labios entreabiertos.

   Decidido a irme de una vez por todas, espero q que ella se estire sobre el colchón y sonrío al ver que estira el brazo hacia mi lugar. Abre los ojos de golpe al no sentirme.

—Estoy aquí cariño... Buenos días —me mira con extrañeza al verme sentado y no junto a ella.

—¿Por qué te levantas tan temprano? —pregunta medio adormilada todavía.

—He decidido que no vamos hoy mismo.

   Se sienta de golpe en la cama mirándome incrédula de mis palabras.

—Aún estás convaleciente, no es prudente que viajemos en esas condiciones.

—Cariño, ya he dejado mucho tiempo las tierras solas —me acerco a ella sentándome al borde de la cama—. Simon no puede solo con todo y ya estoy cansado de no poder hacer mis cosas cotidianas, por favor vamonos.

   Odio parecer que suplico, pero es que ya estoy hastiado de estar en esta casa y encontrarme a mi cuñado por todos lados, además la bomba de que le es infiel a su mujer con su dama de compañía explotará prontamente y no quiero que estemos aquí cuando eso pase.

»—Simon decidió adelantar la boda debido a lo que me sucedió, es justo que vuelva para que pueda hacerse cargo de los preparativos.

   Se lo piensa un par de minutos y ante su silencio agrego:

»—Le diré al cochero que vaya despacio, si eso te tranquiliza.

—Está bien —le doy un beso en los labios—, pero se los diremos a mi hermana y a Richard en el desayuno.

   Se baja de la cama y va al cuarto de baño para arreglarse. Después del desayuno y bajo la mirada sería de Richard en la puerta de entrada de su casa, nos despedimos y entramos al coche. Con cuidado me siento apoyando el lado derecho de mi cuerpo entre el asiento y el armazón del coche para ir más cómodo todo el trayecto.

   Como se lo prometí a Katherine, ordené al cochero ir despacio para no balancearnos mucho en el trayecto.  Logro dormir un par de horas y cuando el coche se detiene en la entrada me extraña ver otro muy elegante parado en nuestro lugar.

   Bajo del coche lentamente para que Katherine no se moleste conmigo, la tomo de la mano y subimos hasta la entrada principal. El grito de Ada se escucha como un eco por toda la planta baja de la casa cuando se acerca a inspeccionarme.

—¡Gracias a Dios!.. Me tenías con el Jesús en la boca —dejo que me abrace y cuando me suelta no puedo evitar preguntar:

—¿De quién es el coche que está afuera Ada?

   Ella mira de mí hacia Katherine y noto que se pone nerviosa.

—Llegaron muy temprano en la mañana y no podía dejarlos afuera —se aprieta las manos y yo frunzo el ceño—. No sabía cuando ibas a regresar, así que arregle un par de habitaciones de huéspedes para ella y su padre.

   Katherine y yo la observamos ya que ni ella ni yo tenemos idea de lo que nos habla, hasta que una voz que llevo años sin oír, resuena haciendo que mi esposa y yo volteemos al mismo tiempo. 

—¡William Ferguson, tanto tiempo sin verte!

   Reconocería esa voz en cualquier lugar y se me eriza la piel al verla de nuevo frente a mi.

—Olivia.

   Olivia Tate, estuvo enamorada de mí desde que éramos un par de adolescentes pubertos. Mi padre y el de ella soñaban con unirnos en matrimonio.

   Al principio la idea me causaba gracia y hasta bromeábamos con ser el señor y la señora Ferguson futuros duques de Edimburgo. Luego todo se volvió más serio cuando ella comenzó a obsequiarme libros con dedicatorias a las cuales nunca respondí.

   Cuando cumplí los dieciocho y con mi padre ya fallecido años atrás, Olivia se encargó de acosarme y aparecerse en cuanta fiesta era invitado y presentarse como mi futura esposa.

   Este hecho ya me estaba cansando y cuando decidí ir a su casa para hablar con su padre para que hablara con ella y que desistiera de la idea de que algún día sería mi esposa, mi mayor sorpresa fue encontrarla en medio de la sala parada frente a un espejo de cuerpo completo con un vestido de novia blanco puesto.

—El novio no debería ver a su futura esposa antes de su boda —fueron las palabras que pronunció ese día y no pude evitar enfrentarla.

  La discusión entre nosotros subió de tono y decidí desde ese día cortar cualquier vínculo afectivo que tuviese mi familia con la de ella. Lo último que supe, fue que su padre le arregló un matrimonio con un conde quince años mayor que ella.

—Buenas tardes su excelencia —saluda su padre acercándose detrás de ella.

   Dirijo mi vista hacia él y casi que no ha cambiado nada, sigue siendo el mismo hombre larguirucho y delgado de siempre, solo que ahora los cabellos plateados tiñen su cabello.

—Buenas...

   Intento saludar, pero Olivia se abalanza hacia mi pecho y me abraza con tanta fuerza que no puedo evitar quejarme a causa de la herida.

   Katherine la aparta de mí y esta le lanza una mirada de enojo que me eriza los vellos de la nuca.

—Lord Tate, Olivia. Les presento a mi esposa lady Katherine.

   Suelto el nombre con el orgullo inflándome el pecho de lo bien que se escucha: Mi esposa y muy pronto mi mujer.

   Noto que los ojos de Olivia se oscurecen un poco, sin poder descifrar que puede estar sintiendo en este momento, sin embargo, no me preocupa, su etapa obsesiva por mi fue hace mucho tiempo y ahora es una mujer felizmente casada.

—Un placer conocerlos —Dice mi esposa con el tono dulce en su voz. Si no la conociera tan bien, diría que no está incómoda, pero el pequeño temblor en sus palabras me lo dice todo.

   Lord Tate pide hablar conmigo en privado y me dirijo con él hacia el despacho a pesar de que Katherine me exigió que descansara unas horas, pero necesito saber que es lo que necesitan de mí para que se larguen lo más pronto posible.

—Bien Milord a que debe su visita sin anunciarse a mi casa.

   No me voy por las ramas, necesito que hable de una vez y se vayan por donde vinieron.

—Necesito que oculte a Olivia unos días —lo miro como si se hubiese vuelto loco—. Se que no debería pedirle esto luego de lo que pasó hace años, pero necesito ocultar a mi hija de la furia de su marido. 

—¿Y por qué en mi casa? ¿Es que acaso no tienen familia donde esconderse?

   Niega con la cabeza y no puedo creer que toda su familia haya fallecido.

—No puedo llevarla a casa de sus tías, él la encontraría allí y la mataría.

—Sigo sin entender porque en mi casa, porque pensó en mí para ocultarla.

—Porque a lord Cambeire nunca se le ocurriría que está aquí con usted.

—Necesito saber que sucedió y antes de dejarlos quedarse debo hablar con mi esposa primero, si ella está de acuerdo, pueden quedarse, de lo contrario, no podré hacer nada por ustedes. 

   Mi mayor sorpresa fue enterarme de que Olivia engañó a su marido con uno de sus hijos. El hombre los encontró en pleno acto sexual en su propia cama y para desgracia de ella, su esposo no actuó en contra de su hijo.

—El hijo de puta y me perdona la expresión, alega que fue Olivia quien lo sedujo, hasta que sucumbió ante el deseo carnal por la esposa de su padre.
  
   Lord Tate termina de contarme todo con lágrimas en los ojos, no es que justifique al amante de Olivia, ella es bonita y tiene lo suyo, pero después de saber en carne propia lo lejos que ella puede llegar, nada me sorprende.

»—¡Por favor su excelencia! —súplica cayendo de rodillas frente a mi— Olivia es lo único que tengo en esta vida y mi deber es protegerla.

   Respiro profundo, si por mi fuera la dejaría a merced de su marido, pero al saber que Katherine es un alma caritativa de Dios se de antemano que apenas le cuente va a dejar que se quede aquí el tiempo necesario.

—Debo hablar con mi esposa primero, si ella acepta que se quede, lo hará —veo como el color le vuelve a la cara—, pero si ella se niega, no podré ayudarla.

   Salgo del despacho y subo las escaleras hacia el ala oeste donde Katherine aún tiene sus ropas.

  «Debo pedirle que pase sus cosas a mi habitación»

   Toco la puerta y entro cuando la escucho con la voz entrecortada, me preocupo al verla con los ojos llorosos y un pedazo de papel en las manos.

—Cariño —tomó su rostro entre mis manos preocupado— ¿Qué pasa?

—Es de Sophy —dice extendiendo la carta hacia mi—, no va a regresar, al parecer tuvo que huir con Claus.

   La miro extrañado.

—¿Con Claus?, ¿Pero por qué?

   Comienza a contarme lo que leyó en la carta y no me sorprende para nada que la familia Wallace se haya interpuesto en el matrimonio
entre un futuro vizconde y una simple joven de pueblo. En parte me alegro, porque su amor logró sobrevivir a la estupidez de un título entre personas de alta alcurnia, pero por otra, me preocupa, ya que si Claus está huyendo con Sophy, eso quiere decir que fue desheredado por su padre.

»—Debo hallarlos y brindarles ayuda —Katherine asiente sonriéndome como ahora lo hace siempre.

   Me siento junto a ella y comienzo a contarle el motivo de la visita de lord Tate junto a su hija y me sorprendo cuando me dice que sabe lo de los libros. Decido contarle todo desde que los conocí y a pesar de que sabe toda la verdad, ella asiente en ayudarla.

—Solo con una condición —advierte y asiento—. Que se mantenga alejada de ti.

   Las carcajadas me salen auténticas, cuando la traigo contra mi pecho. Me encanta esta faceta de mi mujer, posesiva, reconoce lo que es suyo y que siempre lo será.

   Envío a Ada para que instale a Olivia en su dormitorio y de una vez le dé la advertencia que le envío Katherine. Despide a su padre y veo por la ventana como lord Tate se va.

—No se si hicimos bien en aceptar que se quedara, cariño —le digo a mi esposa atrayéndola hacia la cama mientras ella sonríe sabiendo lo que quiero—. Te extraño. Ven quiero tocarte.

   Nos acostamos de lado, uno frente al otro y comienzo a desabotonar su corset, para cuando ella intenta detenerme ya llevo el tercer botón abierto.

—William, aún no podemos —advierte, pero ya es tarde, porque el gemido que suelta cuando acaricio su pezón me dicen lo contrario.

———————————-
Katherine:

   Las carícias de William sobre mi pecho me nublan el pensamiento, a tal punto que soy yo quien ahora le está desabotonando la camisa y metiendo mis manos acariciando su pecho.

   Acerco mi boca a la suya besándolo con hambre y una furia repentina que hasta yo misma me desconozco. Cuidando de no lastimarlo, alzo mi pierna y la coloco sobre su muslo para sentirlo más cerca y poder darme placer contra su cuerpo.

   Mi piel se eriza al sentir cómo su mano viaja por debajo de mi vestido y llega hasta la enagua que llevo puesta y que ya está empapada por el deseo de sentir sus dedos dentro de mi.

   Automáticamente, llevo mi mano dentro de su pantalón y tomo su miembro endurecido acariciándolo como me enseñó. Sus gruñidos sobre mi cuello hacen que el deseo aumente y no puedo evitar apretarlo más cuando siento su dedo dentro de mi.

«Oh dulce sensación embriagadora, que solo será calmada cuando lo sienta totalmente dentro de mí».

   Muevo mi cadera hacia adelante para sentirlo más adentro y mi cuerpo explota cuando frota con el pulgar mi botón de placer.

—Correte en mi mano cariño —su voz ronca perdida por el deseo me hace pedirle más y sin dudarlo lo coloco de espalda a la cama y me subo sobre sus muslos.

   Desato completamente el corset y me lo quito quedando desnuda de la cintura para arriba ante mi marido. La vergüenza me enrojece las mejillas, pero sentir como aprieta mis senos y verle los ojos oscurecidos por la pasión, hace que el pudor se vaya de mi mente.

   Choco mis labios contra los suyos  deleitándome del néctar del sabor de su lengua contra la mía. Desciendo con cortos besos por su cuello mientras acaricio su pecho.

   Voy descendiendo mis labios por todo su torso hasta llegar al fino vello que se pierde dentro de su pantalón.

   Algo dentro de mi, me dice que debo ir más allá. Que necesito probar lo prohibido. Sin embargo el pudor frena mis deseos. Veo hacia arriba el rostro enrojecido de William y noto como su manzana de Adán se mueve tragando varias veces.

—Cariño —escucharlo llamarme por mi apodo me da calor en partes que no sabía que podía sentirlo hasta días atrás y lo veo fijamente esperando que me frene y me diga que no es digno de una señora decente lo que estoy apunto de hacer.

   Pero para mi sorpresa, toma un puñado de mi cabello con una mano y la otra la lleva a su pantalón sacando el miembro efecto dejándolo caer sobre su pelvis.

   La boca se me hace agua al ver el tamaño de mi esposo. Nunca antes había visto el miembro viril de un hombre, pero puedo decir que el de William es la cosa más hermosa que he visto.

—¿Lo quieres? —pregunta dejándome sorprendida y mi rostro se acalora cuando asiento saboreandome el labio inferior—. Tómalo yo te diré cómo hacerlo.

—¿No crees que soy una indecente por desearlo? —pregunto con el temor de que asienta y piense más de mi, pero me sonríe.

—En el sexo entre dos personas que se aman todo es válido mi amor. No sabes lo que deseo hacerte a ti. Sueño con hacerte tantas cosas que raya en la indecencia.

   Sus palabras calan dentro de mi haciendo que me encienda más. Con su mano guía mi cabeza hacia abajo y tomo entre mis manos su miembro.

—Bésame, justo ahí —me indica y beso la punta del glande humectandome los labios con el líquido preseminal—. Ahora puedes lamerlo como quieras.

   Paso mi lengua por toda su longitud como si fuera una paleta dulce y no me asquea, me enciende más. Cierro los ojos deleitándome con su sabor y cuando llegó de nuevo a la punta, abro la boca y lo sumerjo dentro.

   Escucho como suelta el aire y tensa los muslos. Aprieta su agarre en mi cabello sin hacerme daño y empiezo a bajar y a subir mi boca por todo su miembro.

—Sigue... No... Pares —el sabor salado se asienta dentro de mi boca y siento como una arcada amenaza con hacerme vomitar cuando lo llevo hasta el final de mi garganta.

   Sigo complaciéndole mientras las ganas se depositan en mi entrepierna, hasta el punto de dolerme por la falta de atención. Acaricio sus testículos con una mano. No se lo que hago, pero siento que lo hago está bien porque no se queja ni una sola vez, solo respira exhalando con fuerza y soltando ruidos guturales.

   Puedo sentir en la palma de mi mano como sus testiculos se tensan y me aparta de él tomando el control de su miembro. Me quedo viendo lo que hace hipnotizada ante la imagen y de repente sus fluidos salen disparados derramándose por todo su abdomen.

«Si hay algo más seductor que esto, espero verlo en mi marido».

   Me lleva contra sus labios para darme un beso profundo probando su sabor en mi lengua, lleva su mano a mi entrepierna y sonríe contra mis labios al sentir la humedad.

—Quiero devolverte las atenciones, mi amor —dice y yo niego con la cabeza.

—No puedes —le digo con la respiración entrecortada.

—Puedo, solo si tú me ayudas —lo miro a los ojos sin entender—. Desnúdate.

   Pienso un par de minutos antes de  bajar mi enagua y quitarme la falda quedándome sólo con el fondo que le da volumen. 

—Siéntate sobre mi pecho —ordena y Dios, la sola orden alborota las mariposas en mi estómago.

   Nerviosa y con mucho cuidado para no lartimarlo, me subo en él, sin saber que hacer separo las piernas colocando los muslos a cada lado de sus hombros. Mi cuerpo se estremece al verme tan expuesta frente a sus ojos.

—Respira. Esto es solo un poco de lo que ansío hacerte cuando esté completamente bien.

   Alzo las caderas cuando siento sus dedos separará mis pliegues y una corriente de placer invade mi cuerpo cuando suelta el aire en mi entrepierna. El calor de su lengua invade mi botón de nervios y mi mente se borra cuando comienza a lamerme x cierro los ojos tratando de controlar mi respiración, pero es inútil ante el sin fin de sensaciones que me provoca.

—William —jadeó su nombre mientras muevo mis caderas por instinto de atrás hacia adelante sincronizándomelo con sus lamidas cuando atrapa mis glúteos entre sus manos.

   Debo aferrarme con fuerza al dosel de la cama para no caer sobre su cara al sentir las piernas débiles cuando el orgasmo me invade y me hace estremecer.

   Con el cuerpo tembloroso me aparto y caigo a su lado respirando con dificultad.

—Deliciosa —dice con su voz ronca—. Creo que acabo de encontrar mi postre favorito.

   Siento el calor subirme a las mejillas y lo beso probando mi sabor en sus labios. Debería sentirme avergonzada por hacer esto en plena luz del día, pero no es así, una felicidad enorme me embriaga el pecho.

—¡Te amo William!

   No puedo evitar que mis ojos se llenen de lágrimas al decirlo.

—Yo también te amo.

   Dormimos casi toda la tarde hasta entrada la noche. Me levanto de la cama cuando mi estómago resuena por el hambre y camino al cuarto de baño.

   Los golpes en la puerta de la habitación me hacen abrirla y veo a Simon de pie con un pequeño sobre en sus manos.

—¿Cómo te sientes Hermano?

   Lo dejo entrar y veo cómo le entrega lo que traía a William. Abre el sobre y lo lee. La cara de sorpresa que pone me hace fruncir el ceño, pero luego dibuja una sonrisa en sus labios que me confunde.

—¡¿Tan pronto?! —pregunta aún sorprendido y la cara de felicidad que tiene Simon hace que yo sonría sin saber de que se trata todo esto.

   William me extiende el sobre para que lo lea. Miro a Simon sorprendida y vuelvo a ver la invitación que tengo en las manos sin podérmelo creer.

—¡Ustedes dos serán nuestros padrinos de boda! —confirma lo que ya veníamos sospechando desde el principio de su relación con Jazmin— ¡En dos semanas por fin seremos marido y mujer!

—¡Por Dios, mi mejor amiga va a casarse en dos semanas! —abrazo a Simon feliz por la noticia— ¡No la he ayudado en nada!

   Llevo las manos a mis mejillas dándome cuenta del poco tiempo que tenemos.

»—Debo traerla para ayudarla con el ajuar, con la dote...

—Cariño —William me llama, pero sigo caminando de aquí para allá en la habitación.

—¡La modista! Debo hablar con ella, se tardará más de dos semanas en hacer el vestido...

   Los nervios comienzan a invadirme como si fuera yo la que se fuera a casar.

»—¡¿Que vestido voy a ponerme?! Soy la madrina y debo verme bien ese día..

—¡Cariño!

   William alza la voz. No me di cuenta en que momento se levanto de la cama y se acerco a mi carcajeándose.

»—Mañana te ocuparás de todo, por ahora tenemos que bajar a cenar, Jazmin llegará temprano para que se ocupen de los preparativos.

—Lo siento, me gano la emoción.

   Su sonrisa me llena el pecho, estamos felices y él está conmigo.

   A la hora de la cena, el ambiente cambia totalmente, siento como todo se pone tenso en la mesa cuando Olivia cruza el arco que da entrada al comedor. Su presencia en la casa no me gusta, hay algo en ella que no termina de convencerme y el que mire a William como lo hace me alborota la bilis. 

   Intento pasar por alto sus miradas lascivas hacia mi esposo y llevo las cosas lo más calmada posible, diciéndome a mi misma que es solo por corto tiempo que permanecerá en la casa.

—William, ¿Mañana podrías enseñarme la hacienda? —pregunta y no puedo evitar apretar el cubierto en mi mano, cuando le oigo el tonito de niña mimada que utiliza— Me gustaría ser útil aqui, hasta podría ser tu asistente si lo prefieres.

   Veo cómo acerca su mano a la de William y me revuelve el estómago, pero él rápidamente la aparta.

—Si quieres conocer la hacienda, puedo decirle a uno de los empleados que te lleve a dar un paseo —sonrío disimuladamente cuando me llevo la copa con agua a la boca y la oigo resoplar incómoda—. Sobre lo otro, ya tengo un asistente.

—Pero... Simon ya contraerá nupcias y se irá de viaje de luna de miel, necesitarás a alguien que te ayude.

—Tengo a varias personas que pueden cubrirlo y si no, está mi esposa que muy bien puede hacerlo.

—Las mujeres no saben de esos trabajos —refuta y debo intervenir.

—Mi padre me explicó un tiempo el manejo de la hacienda —le aclaro haciendo que me vea a la cara—. Además si dices que las mujeres no sabemos de esas cosas, ¿Por qué quieres trabajar con mi marido?

   Abre y cierra la boca sin saber que responder, pero al final se da por vencida y continua la cena en silencio. 

   Al día siguiente muy temprano, estoy abrazando a Jazmin en la entrada principal, mientras que uno de los cocheros de mi padre descarga los baúles que trae con ella.

—¡Tenemos tanto que hacer! —le digo emocionada— Tendremos que ir a ver a la modista, pagar una buena cantidad para que tenga tu vestido listo a tiempo.

   Después del desayuno entramos en uno de los coches rumbo al pueblo, a casa de la modista.

   La cita con la modista y el viaje a algunas tiendas para comprar el
ajuar nos lleva casi todo el día.

   Llegamos antes de que anocheciera y en el pasillo principal me encuentro a Olivia, quien trae entre sus manos el libro de Romeo y Julieta haciéndome recordar la dedicatoria escrita en él.

   La saludo por simple cortesía y le presento a Jazmin antes de subir las escaleras hasta la habitación donde se quedará estas dos semanas.

—Así que ella estuvo enamorada de tu esposo. No creo que lo haya olvidado, por la forma en que te miró cuando llegamos, creo que aún siente algo por él.

   Jazmin hace que la duda se siembre en la boca de mi estómago, «¿Sentirá William algo también por ella y por eso la ayuda?». Mi cabeza comienza a divagar y debo sacudir las ideas de mis pensamientos.

   Después de acomodar las cosas que compramos para Jazmin, bajamos a cenar y en la cena, le informo a William que dormiré con mi mejor amiga para cuidar su doncellez mientras ella permanezca aquí.

   William gruñe ante la idea, pero sabe bien que es de muy mal ver el que una doncella duerma bajo el mismo techo que su prometido antes del matrimonio.

—Nadie se va a enterar si duerme sola o si Simon la visita por las noches —dice con cierta molestia en su voz cuando recojo mi camisón de dormir.

—Te hubiese gustado escabullirte en mi habitación sin estar casados entonces —confirmo mi sospecha cuando lo veo sonreír con picardía—. Voy a cuidarla de tentaciones carnales antes de la boda, esposo mío. Mientras tú te sigues recuperando —camino hacia él y le doy un casto beso en los labios—, conmigo a tu lado es más difícil para ti mantenerte quieto.

   A regaña dientes me deja ir, pero no dice nada más.

   Días después, el médico llega a revisar la herida y ya puede retirarle los puntos. A pesar de ya estar en buen estado de salud, debe permanecer algunos días más sin hacer esfuerzos. Cosa que lo tiene molesto día y noche.

   Faltan sólo siete días para la celebración del matrimonio de Jazmin y Simon y cansada entro al salón después de un largo día de compras y una nueva cita con la modista para ajustar los vestidos que usaremos ese tan esperado día.

   Dejo que Jazmin suba al ala oeste donde está su habitación y camino a la este en busca de William. Entro y no lo encuentro lo que se me hace extraño.

—Ada ¿Has visto a William?

—Salió hacia las caballerizas hace un rato, al parecer hay una yegua que está a punto de parir.

  Subo de nuevo sabiendo que podría demorar en llegar y tomo un baño para bajar a cenar.

   Luego de la cena subo a nuestra habitación y le dejo sobre la cama el pantalón del pijama para que se refresque apenas llegue y me voy a dormir con Jazmin.

   Inquieta me muevo en la cama una y otra vez con cuidado de no despertar a Jazmin quien ronca plácidamente a mi lado.

   Cruzo el ala oeste hacia la este entrando a la habitación ion de William y la cama aún permanece tendida. Salgo y desciendo las escaleras rumbo al despacho y en pleno pasillo me encuentro a Olivia quien viene de regreso. Se acomoda el albornoz que trae puesto y puedo detallar a simple vista que no trae más nade debajo del trozo de tela.

   La ira burbujea en mis venas cuando un sin fin de imágenes de William y ella juntos comienza a parpadear en mi cerebro acelerando los latidos de mi corazón.

   Sonríe llena de satisfacción cuando pasa a mi lado y me mantengo estoica y con la frente en alto, como toda una dama.

   Ni siquiera toco la puerta cuando me encuentro frente al despacho, abro sin más con la ira y el dolor apoderándose de mi ante la burla del hombre que juraba amarme.

——————————-
   William:

   Estos días han sido un ajetreo tras otro. El que Simon haya decidido adelantar su boda con Jazmin y que Katherine tenga que domir con su amiga para proteger su doncellez me tiene molesto.

   El haber probado la esencia de su intimidad me tiene al borde de la locura porque quiero más, deseo meterme dentro de ella y perderme entre sus piernas de una vez y no salir de allí jamás.

Hoy salieron muy temprano y decidieron acomodar algunas cosas en la nueva casa de Simon y Jazmin. Por fortuna compraron las tierras vecinas y no debo preocuparme en buscarla muy lejos, porque mi amigo se ofreció a traerla cuando terminen.

Tengo el trabajo atrasado gracias al atentado en mi contra, a pesar de que Simon hizo un buen trabajo estos días, hay cosas que solo yo puedo firmar.

Regreso a la casa después de salir de las caballerizas donde una de las yeguas acaba de tener a su potrillo, lo único que quiero es ver a Katherine ya que no la he visto en todo el día, pero cuando entro al recibidor, encuentro a Antoine con una pequeña pila de papeles en sus manos.

«Olvidé que le pedí que los trajera»

Concentrado detrás de mi escritorio, revisando los documentos del club de caballeros, no me doy cuenta cuando la puerta del despacho se abre. Alzo la cara para ver quien es y Olivia entra vestida con un albornoz de seda negro y el cabello suelto.

—Pensé que estarías aburrido aquí solo y quise venir a hacerte compañía un rato.

Camina hacia mi con un aire sensual acariciando de vez en cuando el borde del albornoz que cubre sus pechos.

Se para a mi espalda hojeando lo que tengo entre las manos. Me pongo alerta ante su cercanía y me levanto apartándome de ella.

—No creo que sean horas de que andes por ahí así vestida, además, como ves, tengo mucho trabajo que hacer. Así que por favor déjame solo, no quiero que mi mujer llegue y te encuentre aquí­.

—Ella lleva días que no te atiende William —dice acercándose a mí y me molesta su cercanía—. Yo puedo atenderte mientras ella no está, ni cuenta se dará.

—Olivia apártate —advierto—. Estás aquí porque tu padre me rogó que te ayudara y mi esposa lo aceptó, no hagas que me arrepienta de haberte ayudado.

De repente se lleva las manos a la cara y comienza a llorar.

—Estoy tan sola —solloza—. Tan desatendida, mi esposo nunca me trató con amor, necesito cariño William, que alguien me ame, que me llene en todos los sentidos.

Me cruzo de brazos al ver una de sus mejores actuaciones.

—Necesito sentirme amada aunque sea una vez —dice mientras observa por la ventana.

—Y por eso te follaste al hijo de tu marido —le recuerdo.

—¡Estaba tan sola y tan falta de amor, que creí­ en sus palabras! —espeta volteando a verme—. No creas que soy una golfa que se acuesta con todo el mundo.

—No he dicho eso.

—Pero lo piensas —voltea la cara a un lado—. Solo te he amado a ti, siempre fuiste tú mi gran amor, el hombre que quiero tener entre mis piernas.

Sin más, se quita el albornoz mostrándose como Dios la trajo al mundo frente a mí.

—Por favor hazme tuya, aunque sea una vez, prometo que Katherine no se enterará de nada.

La propuesta hace que me hierva la sangre y me agacho para recoger el albornoz que le tiro al pecho.

—¡¿Acaso te has vuelto loca?! —le grito— ¡Vístete!, ¡Jamás vuelvas a insinuarme nada, porque no voy a caer en tus artimañas! Amo a mi esposa y la respetaré hasta el día de mi muerte.

—¡Ella no es más mujer que yo! —grita furiosa mientra se viste.

—Te equivocas, porque no hay mujer que se le compare.

Regreso a mi silla detrás del escritorio ignorándola por completo, hasta que sale rabiosa. Vuelvo a mi trabajo tratando de concentrarme,  cuando la puerta se abre de nuevo y veo a Katherine con la cara roja y furiosa.

—¿Que hacía ella aquí y así vestida? —espeta muy molesta.

Me levanto de la silla y camino hacia ella. Intento tomarla de los brazos, pero se aleja.

«No vayas por ahí ­cariño».

—Dime. Revivieron viejos tiempos.

—Cariño —le digo suavemente intentando acercarme de nuevo—. No hice nada con ella, te lo juro.

La veo a los ojos y puedo ver el miedo en su mirada.

»—Con la única que quiero hacer cosas es contigo, mi amor. Te juro que no pasó nada entre nosotros.

—La quiero fuera de esta casa William, no toleraré que se acerque a ti, ni una vez más —me advierte y sonrío al darme cuenta de lo celosa y posesiva que es conmigo al igual que yo con ella.

La tomo de la cintura y la traigo a mi cuerpo.

—No sabes lo que me enciende verte así.

Las mejillas se le enrojecen y deseo tomarla aquí mismo, pero no es el lugar más propicio para su primera vez. Comienzo a besarle las mejillas y cuando busco su boca desvía la cara hacia un lado haciendo que frunza el ceño extrañado.

—Quiero que ella se vaya y mientras ella esté aquí, no habrá nada para ti cariño.

Su voz no suena dura, pero sé que es una exigencia y tiene toda la razón.

—Mañana mismo enviaré una nota a su padre para que venga por ella.

Asiente y se va dejándome en el despacho solo. Busco papel y pluma y comienzo a redactar la nota que enviaré a su padre apenas amanezca. No voy a arriesgarme que ella por su locura decida una noche meterse en mi cama.

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   Hola a todos.

   Pido una disculpa por la demora, pero es que llevaba días, tratando de actualizar la historia.

   Soy de las personas que no escribe directamente en la plataforma, para así poder respaldar mi historia por si a Wattpad se le ocurre eliminarla. Pues, llevaba días intentando copiar y pegar el capítulo, pero no sé qué le pasa a la app que cuando lo subía, todo eran símbolos, palabras y letras locas.

   Esperé varios días, a ver si era error de la nueva actualización de Wattpad, pero seguía igual, así que, no me quedó más remedio que ir arreglando las palabras mal escritas, corregir símbolos y demás locuras que aparecían. Ahora si leen algo extraño, echémosle la culpa a la IA que ahora maneja Wattpad 😉.

   No olviden que esto es un borrador y recuerden votar ⭐️ y dejar un comentario constructivo.

   Nos vemos en el próximo capítulo.

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