Capítulo 48.

William:

   Mi cuerpo se tensa y siento la mandíbula tan apretada que siento que puedo romper mis dientes al ver al imbécil de Paul dejar la leña a los pies del asador. No aparto la vista de él ni un solo instante, hasta que percibo la mano de Katherine enredarse en mi brazo.

   La miro de reojo y tomo su mano con fuerza y me volteo con ella para dirigirnos a la salida.

—¡Vamonos! —le digo y aunque me mira con extrañeza, no dice ninguna palabra, solo sigue mis pasos hasta que mi abuelo nos detiene en medio del jardín.

—¿A dónde van? —pregunta y luego veo que mira sobre la cabeza de Katherine percatándose de todo—. Hija porque no vas a ayudar a Joan que está en la cocina.

     Katherine intenta soltarse de mi agarre y por unos instantes me niego, pero siento sus dedos suaves acariciar mi mano y me doy cuenta de que estoy haciendo lo contrario de lo que habíamos planeado antes de llegar aquí y la suelto para que se vaya, sin quitarle la vista de encima hasta que se pierde dentro de la casa.

—¡¿Te estás burlando de mí acaso?! —espeto disimuladamente— ¡¿Qué hace ese tipejo aquí?!

—Yo lo invité —lo miro con el entrecejo fruncido.

—¿Y lo dices así tan tranquilo? Sabiendo lo que sucedió el día de mi compromiso.

—Hablé con Simon hace unos días y decidí que hoy se hiciese la petición de mano de Jazmin junto a todos sus seres queridos.

—Él no es de la familia —digo entre dientes.

—Para los Kensington lo es —su voz tan tranquila me altera la rabia.

—¡Entonces me voy con mi esposa! —alzo la voz solo para ambos e intento dar un paso lejos de él, pero su agarre fuerte en mi antebrazo se detiene.

—¡Tú no vas a ninguna parte! —espeta fijando la vista en los invitados—. Esta es mi casa y te comportas. No querrás que tu esposa te odie por no dejarla ver como su mejor amiga es feliz en este día tan especial para ella.

—Solo lo invitaste para martirizarme y recordarme lo que ella me hizo ¿No es así? —me mira de reojo.

— Te equivocas... Lo invité porque es parte de la familia de la novia de Simon y para que te des cuenta que entre tu esposa y él no hay nada —no entiendo nada de lo que dice mi abuelo—. Sé observador hijo, detalla los gestos y movimientos de cada uno y verás que no hay nada entre ellos.

—¡Tonterías! —gruño.

— Para ti son tonterías, para mí un gesto vale más que mil palabras y aquí el único tenso es él. Mira a tu esposa —ella viene con mi madre con algo en sus manos, lo deja sobre la mesa y luego se va junto a sus padres—. Ella no lo determina. En cambio él, la sigue con la mirada.

— Solo disimula —le digo buscándole una excusa y él mueve la cabeza a los lados.

—Mírala bien. Mientras hemos estado hablando aquí y tú muerto de rabia, ella no ha dirigido sus ojos hacia él ni un momento.

—Sabe actuar muy bien —mi abuelo rueda los ojos.

—Vamos por un trago —resoplo y camino junto a él hasta la mesa donde está un mesero sirviendo las bebidas.

—Whisky doble, seco —pido y el mesero me lo entrega. Llevo el vaso a mi boca y bebo el contenido de un solo trago—. Otro —ordeno y vuelvo a repetir lo mismo quemándome la garganta.

   Observo a mi esposa desde lejos con otro trago de whisky en mis manos, intento llevármelo a la boca, pero Simon me lo arrebata de golpe.

—No bebas tanto —advierte, solo relájate.

—¿Que me relaje?  Cómo demonios quieres que me relaje si ese imbécil está aquí.

—Es amigo de Jazmin, ella hubiese querido que él estuviera aquí, de lo contrario nunca aceptaría que viniera para hacerte pasar un mal rato.

—Cómo sea —espeto y sin pedir un trago más me acerco a donde está mi esposa quien me sonríe cuando me siento a su lado.

«Eso es, sigue actuando». Tomo su mano y la llevo a mi boca dejándole un tierno beso mientras veo al imbécil del empleaducho cómo aprieta con fuerza la madera.

—No han dicho nada sobre su vida de esposos —suelta mi suegro—. ¿Cómo te has sentido hija, eres feliz?

   Pregunta y por un momento siento como ella aprieta mi mano inconscientemente.

—Si —miente—. William ha sido todo un caballero y siempre está atento a lo que necesito.

«¡Vaya si que sabe actuar!». Pienso y sé que puedo jugar este mismo juego.

—Todo para que seas feliz mi amor —digo e inmediatamente baja el rostro hasta donde están nuestras manos cruzadas.

—Buenos días, disculpen la tardanza —la vocesita de Richard termina de amargarme el día cuando lo veo de la mano de Anne —Suegros —los saluda y extiende una mano hacia Katherine quien se la da para que él deje un suave beso sobre su dorso y el simple gesto me hierve la sangre.

   Anne saluda después de él y luego de que asiento con la cabeza hacia su lugar, ella arruga la cara.

—¿Qué huele tan apestoso? —pregunta acercándose a su madre, quien la ve con extrañeza.

—No hay ningún olor apestoso. Es solo la ternera, cariño ¿Estás  bien? Te veo algo pálida.

   Anne se sienta entre su madre y mi esposa, mientras que Richard preocupado va por un poco de agua para ella. De pronto comienza a tener arcadas e inmediatamente se levanta de su asiento y corre hacia la casa con Katherine y lady Caroline detrás de ella.

—————————————
   Anne:

    Salgo corriendo hacia la casa buscando desesperadamente un baño para no hacer un desastre aquí en el suelo. Afortunadamente logro alcanzar una puerta la abro y me voy hacia el retrete a devolver todo lo que comí antes de salir de casa.

Últimamente no me he sentido tan bien como digamos, los ascos y los olores fuertes me han estado revolviendo el estómago desde hace días.

—¡Cariño! —escucho que mamá  grita preocupada, salgo del cuarto de baño y un mareo hace que me tambalee mientras me sostengo del brazo de Katherine.

—Hay que sentarla — dice Katherine y entre las dos me llevan a la sala de la casa.

Me siento en un sillón, mientras mi hermana intenta abrir el ventanal para que entre el aire, mamá me abanica la cara con su abanico.

—Ya estoy mejor... Ya estoy mejor —les digo para tranquilizarlas mientras tomo un poco de aire.

   Lady Joan se une a nosotras entregándome un vaso de agua, tomo un par de sorbos antes de dejarlo sobre la mesa del centro.

—¿Desde cuándo estás así? —pregunta mi hermana con los brazos cruzados.

—Tengo unos días así, pero desde ayer en la mañana se hicieron más frecuentes—respondo y mi madre agudiza la vista hacia mi.

—Cariño, has visto tu periodo este último mes?

   No me había dado cuenta de esto hasta que mamá me lo preguntó, comienzo a contar con la mano y abro los ojos espantada.

—Hace mes y medio.

—¡Cariño, estás embarazada! —grita mamá emocionada y mis ojos se desvían a ella.

   Siento como si la sangre fuera drenada de mi cuerpo en este preciso momento y las palabras de mi madre se repiten una y otra vez en mi cerebro sin poder dar crédito de ellas.

—¿Embarazada? —pregunto en un susurro casi inaudible, pero mi madre logra escucharlo.

—Por supuesto. El asco, las náuseas, el mareo. Cariño todo lo indica. ¡Oh estoy tan feliz por ti! —me abraza feliz mientras yo sigo sin poder creerlo.

«¡Dios mío! Un hijo de Richard y mío».

— ¡Hay que decírselo a todos!

—¡No! —grito— Yo se lo diré a Richard primero, él debe saberlo antes que todos.

—Está bien, se hará como tú digas... Oh estoy tan feliz, ¡Seré abuela al fin! —la emoción le gana a mi madre quien aplaude llena de felicidad—. Katherine debes apresurarte tu también, me encantaría que quedaras embarazada al mismo tiempo, así sus hijos crecerían juntos.

—¡Sería maravilloso! Ya muero por ser abuela yo también.

   Mi estómago se aprieta con las palabras de mi madre y Lady Joan hacia mi hermana y el  remordimiento me comienza a carcomer el pecho.

—Ya veremos mamá —responde ella con un deje de desesperanza que solo yo puedo notar.

—Vamos tenemos que volver afuera —dice mamá levantándose del sillón.

—Vayan ustedes —pido—, yo me quedaré un rato aquí descansando, no quiero volver a oler la ternera.

—Está bien cariño, cómo quieras.

   Katherine se va con mamá y lady Joan al jardín, mientras comienzo a divagar en mis pensamientos ahora que sé que estoy esperando un hijo de mi marido.

«Dios, estoy embarazada... Llevo en mi vientre al heredero de los Chapman... Esto lo cambia todo, necesito ser una buena madre para este bebé».

—¿Cariño te sientes mejor? —La voz preocupada de Richard hace que mi pecho se apriete.

   El remordimiento por todo lo que he hecho para dañar a los demás comienza a respirarme en la espalda y las lágrimas se acumulan en mis ojos.

»Cariño, me estás preocupando. ¿Qué pasa?

   Mi mente divaga en si decírselo o esperar a confirmarlo con el médico de cabecera antes, pero su rostro preocupado me hace soltar las palabras entre sollozos.

—¡Estoy embarazada! —suelto mientras me cubro el rostro con las manos. Siento como mi esposo se levanta del sillón donde estaba sentado a mi lado y me descubro la cara para ver la inmensa sonrisa que se dibuja en sus labios.

—¡¿Estás segura?! —se agacha frente a mi tomando mi rostro entre sus manos.

—Bueno... Tengo todos los síntomas.

   Toma mis manos y con cuidado me levanta para envolverme en un cálido abrazo.

—Entonces sólo esperaremos la confirmación del médico, mientras tanto, puedo decirte que acabas de hacerme el hombre más feliz sobre la faz de la tierra.

   Besa mis labios con tanta devoción que mi pecho se comprime por todas las cosas que hice en el pasado: Provocarlo para que se fijara en mí, el engaño de mi doncellez, la insinuación hacia William y él sembrar la duda sobre la integridad de mi hermana. Las lágrimas salen a mares recorriendo mis mejillas y me aprieto más contra el hombre que ha hecho uno de mis sueños realidad. No lo esperaba tan pronto ni de esta manera, pero está sucediendo y debo ser una excelente madre para este pequeño ser que está creciendo dentro de mi.

   Salimos luego de un rato donde nos sentamos junto a mis padres. Inconscientemente acaricio mi vientre plano, no me había dado cuenta hasta que sentí la mano de Richard sobre la mía. Volteo a verlo y esta sonriendo al ver mi gesto.

   Una de las mujeres de servicio se acerca a mi con un vaso de jugo de piña sobre una bandeja.

—La cocinera le envía esto Milady, calma las náuseas.

—Gracias —bebo a pequeños sorbos el jugo que se asienta de maravilla sobre mi estómago.

—Señores pueden pasar a la mesa, ya la ternera está lista.

   La voz del camarero nos hace levantar a todos para dirigirnos a la mesa arreglada en el jardín. Mamá toma el brazo de papá, William se acerca a mi hermana con una sonrisa que ella corresponde y me pone a dudar si en verdad son felices, pero recuerdo la tristeza de ella hace unos momentos y no se que pensar.

   El almuerzo está siendo muy ameno, los hombres charlan sobre la temporada de cacería que ya se aproxima y los escuchamos atentas cuando hablan de sus experiencias.

   Mi vista se dirige hacia Paul quien está sentado al lado de Phillip sin decir ni una palabra. El ranchero nunca me ha caído bien, siempre supe que amaba a mi hermana y que ella merecía más que un simple peón, pero al ver que ha prosperado debido a la sociedad con mi hermano en Suiza, me hace verlo con otros ojos.

   Fijo mi mirada en William quien de vez en cuando mira hacia Paul y puedo notar como aprieta el cubierto entre sus dedos. La espina de la duda y los celos fue sembrada aquel día de su compromiso y yo terminé de enterrarla con mis palabras. Los ojos me escuecen y debo parpadear varias veces para alejar las lágrimas para que nadie note mi pesar y el arrepentimiento de mis malas acciones.

«Debo remediar esto pronto antes de que sea demasiado tarde».

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   William:

—Deja de beber —reclama mi abuelo quitándome el vaso que tomé luego de terminado el almuerzo—. No eres hombre de embriagarte.

—¡Déjame en paz! —digo con los dientes apretados mientras observo a mi esposa que charla con Jazmin y Sophy.

   De repente Simon llama la atención de todos y nos invita a acompañarlo a una zona del jardín alejada del asador y todos quedamos boquiabiertos al ver la hermosa decoración que preparó para la pedida de mano.

—Siempre tan cursi —lo molesto cuando golpeo su hombro con el mío.

—Deberías de seguir mi ejemplo, hermano —responde y pongo los ojos en blanco.

   Un camino con pétalos de flores llevan a una pérgola de madera en el centro del jardín donde cuelgan por sus columnas enredaderas y flores silvestres. Jazmin ve las intenciones de su novio y nerviosa toma la mano que él le extiende para que camine junto a él hasta detenerse en el centro del lugar, donde Simon comienza a confesarle todo lo que siente por ella bajo los ojos nublados de todas las damas presentes y nosotros.

   Una lágrima se escapa de los ojos de Katherine al verlo arrodillarse ante su amiga quien llora a cara lavada sin poder contener la felicidad.

   Mi primer pensamiento es ir a abrazarla y así lo hago, la atraigo hacia mí envolviendo mis brazos sobre sus hombros. Ella tarda en corresponderme, pero finalmente lo hace y cierra sus brazos alrededor de mi cintura, el calor invade mi cuerpo cuando aspiro el aroma de su cabello y siento como la sangre se va hacia un solo lugar intentando engrosar el miembro dormido entre mis piernas.

—¿Me concederías el inmenso honor de ser tu esposo? ¿Te casarías conmigo? —pregunta Simon e inmediatamente Jazmin asiente con la cabeza y extiende su mano para que él le coloque el anillo.

   Simon se levanta y deposita un tierno beso en los labios de Jazmin y todos aplaudimos ante la feliz pareja.

—¡Champagne para todos, que pronto tendremos boda! —grita mi abuelo y los meseros se acercan con las copas ya servidas.

   Una copa se convierte en dos y hasta tres en algunas manos de los invitados, quienes aún brindan felices por los nuevos prometidos.

    Siento una pesadez en mi espalda y cuándo volteo, noto que Anne tiene sus ojos fijos en mí, frunzo el ceño en su dirección y la ignoro dándole la espalda de nuevo.

   Tomo el brazo de Katherine y me dirijo con ella hacia los nuevos prometidos para felicitarlos. Mi esposa se va contra su amiga fundiéndose en un abrazo donde comienzan a gritar y Jazmin le muestra feliz su anillo de compromiso.

—Creo que deberíamos dejarlas solas —Simon pone su mano sobre mi hombro apartándose de ellas, para ir por un trago.

   Bebo el líquido ambarino que me sirve el camarero sin apartar la vista de las mujeres a quien se les ha unido Sophy. Busco con la mirada al imbécil de Paul y no lo veo por ningún lado, lo que me hace sospechar. Vuelvo mis ojos a las tres damas y veo cómo Katherine se excusa y camina hacia la casa.

   La sigo con la mirada hasta que se pierde entre las puertas de vidrio. Intento ir tras ella al ver que lleva rato sin salir desde que entró, pero la voz de mi suegro me detiene, cuando empieza a hablarme de nuevo sobre la próxima temporada de cacería. Lo escucho hablar y hablar, pero no presto atención a sus palabras. Un escalofrío recorre mi cuerpo cuando se unen Phillip y Simon y al no ver a Paul por ningún lado, mis alarmas se encienden.

«¿Dónde estará el bastardo?».

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   Katherine:

   Entro a la casa con ganas de ir al cuarto de baño para hacer mis necesidades básicas, me lavo las manos apenas termino y veo mi rostro reflejado en el espejo.

   Mi mente viaja al recuerdo de hace unas horas donde nos enteramos del embarazo de Anne, no es que me moleste, estoy muy feliz por ella, sin embargo, las palabras de mamá y Joan se colaron dentro de mi corazón. El deseo de ser madre para mi está descartado, eso nunca pasará, entre William y yo no hay ni habrá intimidad ya lo dejó muy claro desde el primer día que decidió que durmiéramos en habitaciones separadas.

   Una lágrima solitaria corre por mi mejilla y la limpio antes de respirar hondo y tomar fuerzas para volver a salir.  Abro la puerta y camino por el pasillo hasta la sala principal de la casa y me detengo frente a la chimenea donde hay algunos pequeños retratos hechos en óleo de la familia de mi esposo.

   Se parece mucho a su padre, sus ojos, la mirada profunda, la mandíbula bien marcada, tal vez si yo tuviese un hijo sería como él, pero eso nunca sucederá. Una voz a mi espalda me hace estremecer del susto.

—¿Qué haces aquí adentro? —la voz neutral de William hace que me voltee a verlo y me fije en sus ojos. Un azul más oscuro de lo normal los envuelve y cuando se acerca más a mi, me acorrala entre su cuerpo y la chimenea apagada— ¿Esperas a alguien o te viste con alguien?

   Algo lo molesta, pero no sé que puede ser, todo el día he hecho todo al pie de la letra, nos hemos comportado como una feliz pareja recién casada, lo que está muy lejos de ser la verdadera realidad.

—Estaba en el baño y luego vine aquí a ver los cuadros de tu familia. 

    William me toma del brazo y me lleva con él o mejor dicho me arrastra de nuevo al jardín, pero antes de cruzar las puertas de vidrio, nos topamos con Phillip que trae a Paul pasado de tragos.

—Lo lamento, ya nos vamos —Se excusa mi hermano con el brazo de Paul sobre su hombro—. Bebió de más, debo llevarlo a casa.

   William aprieta su agarre en mi brazo, lastimándome un poco, pero no digo nada. Intentamos pasar por Phillip y Paul, cuando esté me agarra del otro brazo y me mira con los ojos enrojecidos.

—Perdóname Kate, yo no quise hacerlo —suelta sin más y puedo jurar que escucho un gruñido salir de la garganta de William.

   El frío recorre mi espalda y trago grueso al no saber cómo reaccionar ante la situación y delante de William, que no sabe lo que ocurrió el día de nuestro compromiso.

—¡Vamos Paul! Estás diciendo tonterías —Phillip lo lleva con él hasta la entrada principal donde se pierden cuando el mayordomo cierra las puertas detrás de ellos. 

   No me atrevo a mirar la cara de William, desde que salimos al jardín no me ha soltado el brazo y bebe trago tras trago.

—Deberías dejar de beber —le digo calmada para que no reaccione de mala manera.

   Suelta el vaso en la primera bandeja del mesonero que pasa frente a nosotros y camina tambaleándose un poco hacia el abuelo. Lo abraza y le dice algo al oído. Cuando veo que él fija la vista en mi sonrío y me acerco.

—William me está diciendo que ya se van —asiento con la cabeza sin saber qué más decir.

   El abuelo me abraza y los tres vamos hacia donde están los demás y nos despedimos de ellos, con la promesa de que Sophy vendrá en unos días a instalarse como mi dama de compañía.

   Simon nos alcanza en la entrada, pero William no lo deja subir al mismo coche que nosotros.

—Vete en el coche de mi abuelo —dice—, quiero regresar solo con mi esposa.

—Solo voy a despedirme de mi prometida y nos vemos en la casa —tras las palabras de Simon, William sube al coche y cierra la puerta con un golpe seco y fuerte, haciendo que me estremezca a su lado.

   El cochero emprende el viaje hacia la casa donde ninguno de los dos dice palabra alguna. Hay tensión en el aire y me aterra que William esté pensando en las palabras que dijo Paul.

   Al llegar a casa ni se molesta en ayudarme a bajar del coche, el largo de mi vestido me hace tropezar con el escalón y casi caigo de bruces al suelo, si no fuera porque soy socorrida por el cochero.

   Entro a la casa saludando a Ada tragándome la molestia y me dirijo a las escaleras del ala oeste para subir cuando la voz de William me detiene en seco.

—¡¿Estás feliz no es así?! —pregunta William irritado mientras que la confusión se dibuja en mi rostro.

—¿De qué hablas?

—¡No te hagas la tonta! ¡Estás feliz porque viste a aquel idiota no es así! —ignoro su comentario intentando hablar con él ama de llaves— Ada, en un par de días vendrá mi dama de compañía, necesito que preparen una habitación para ella.

   Ella asiente e intento subir cuando la mano de William me detiene.

—¡No me ignores cuando te hablo!

—¡Apestas a alcohol —suelto y creo que lo que acabo de decir lo irrita más.

—¡Claro! Yo apesto a alcohol y te repugna pero si fuera aquel imbécil, dirías lo contrario.

—Mi niño —dice Ada acercándose a él—, ven a la cocina y te prepararé un café.

—¡Estoy bien Ada! —grita— No estoy ebrio, estoy furioso, ¡Con esta mentirosa! —abro los ojos sorprendida al igual que Ada— ¡Deja ya de mentirme maldita sea!

—Creo que es mejor que te vayas a tu habitación Katherine —pide Ada al escuchar el desespero en la voz de William.

—Hablaremos mañana William cuando estés calmado —nerviosa comienzo a subir, pero el
grito de William me paraliza.

—¡¿Que pasó la noche de nuestro compromiso Katherine?! ¡¿Por qué ese imbécil te pide perdón?!

   Palidezco y titubeando respondo:

—N...Nada, no pasó nada.

   William resopla y niega con la cabeza gacha decepcionado.

—¡Te vi, maldita sea! —cubro mi boca con las manos ante la sorpresa— ¡Te vi besándote con él momentos antes de aceptar ser mi esposa! —reclama con rabia y su con la voz entrecortada.

—¡Yo no lo besé, él me besó a la fuerza! —grito desesperada y con las lágrimas asomándose en mis ojos.

—¡Mientes!, ¡Hubieses forcejeado si así fuera!

—¡Lo hice, lo abofetee, en el instante que pude soltarme!

—Mientes, solo mientes.

—¡No estoy mintiendo William!.. Yo, yo solo salí al jardín porque necesitaba hablar con él y explicarle, pero lo tomó mal y me besó a la fuerza —mi voz se une a mis sollozos—, yo forcejee y tuve que morderlo para que me soltara.

—Te pregunté varias veces que había pasado y nunca dijiste la verdad —la decepción se nota en su voz.

—¡Me callé porque no quería que fueras en su contra! —sollozo mientras las lágrimas lavan mi rostro.

—!No querías que lo matara a golpes porque sientes algo por él! —vuelve a gritar lleno de rabia mientras las lágrimas siguen cayendo por mis mejillas.

—William, Katherine —interviene Ada—, creo que es mejor que se calmen.

—¡No te metas Ada! Esto es entre ella y yo.

—Lo lamento —digo cubriéndome el rostro.

   —Yo lo lamento más que tú.

   William intenta irse, pero intento detenerlo tomándolo del brazo y rechaza mi toque.

—¡Iba a decirte la verdad, solo que no encontré cómo hacerlo. Y luego él me pidió perdón!

—¡Y lo perdonaste! —vuelve a gritar.

—Es mi amigo, crecimos juntos.

—Lo perdonaste porque sientes algo por él, de lo contrario no lo hubieses hecho.

   La decepción en su voz se puede palpar en el aire y no se que decirle en estos momentos.

   Baja un par de escalones cuando se tambalea y Ada corre hacia él para evitar que se caiga.

—Mi niño estás ebrio, vamos para que tomes un café.

—¡Que no estoy ebrio, maldita sea! ¡Estoy furioso porque se atrevió a engañarme! —puedo ver cómo sus ojos se nublan, pero parpadea para evitar que las lágrimas caigan por su rostro—. No sabes cuánto te aborrezco.

   Cierro los ojos y cubro mi boca ante sus palabras que a pesar de haberlas dicho tan bajas, logré oírlas.

   Ada se lo lleva a la cocina y yo caigo sentada sobre el escalón aún consternada por sus palabras.

«Me detesta»

   Me levanto y tomo el borde de mi vestido y corro hacia mi habitación donde me encierro y me lanzo a la cama abrazando una almohada y dejo que las lágrimas vuelvan a salir, negándome a creer todo lo que ha pasado.

   Siento como algo dentro de mi pecho se rompe, si alguna vez pensé que podrían arreglarse las cosas entre William y yo, con sus palabras acaba de enterrar esa pequeña esperanza.

«Debí decírselo ese mismo día»

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William:

   Me deshago del agarre de Ada y me voy tambaleándome hasta mi habitación, los recuerdos de hace unos instantes se revuelven en mi cabeza.

—No negó sentir algo por ese imbécil —me digo a mí mismo y sin fuerzas me deslizo por la pared hasta quedar sentado en el frío suelo de mi habitación.

—Todo este tiempo estuvo mintiendo. Solo se casó conmigo por un status y abolengo.

   Mi voz vuelve a entrecortarse y mis ojos vuelven a nublarse, pero esta vez no parpadeo, solo le doy rienda suelta al dolor que hay en mi pecho y lloro, dejo que las lágrimas corran como cuando era un niño y perdí a mi padre.

—Solo tenías que decirlo y ya, que pasara lo que tenía que pasar —las lágrimas comienzan a salir y el sabor salado se fija en mi garganta.

Caigo de lado en el suelo y me quedo ahí con el cuerpo inerte.

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