Capítulo 41.

Narrador omnisciente:

Luego del encuentro con Camile. William vuelve con el grupo de hombres bajo la mirada inquisitiva de Simon, quien no deja de detallar los gestos de su amigo.

Lord James emocionado, les explica los nuevos proyectos que tiene para la hacienda. Son ideas innovadoras y con miras hacia al futuro gracias a los nuevos conocimientos que trajo Phillip desde Suiza.

—Así es —dice James abrazando por los hombros a su hijo—, Phillip ha demostrado ser mejor que yo en los negocios y cuando Paul regrese los pondré a la cabeza de todo, ya es tiempo de que yo me tome unas largas vacaciones.

—Lo haremos bien papá —responde Phillip parándose derecho frente a su padre.

—Lo sé, ahora solo falta que te cases y formes una familia, ya se te está pasando el tiempo hijo.

Phillip traga grueso ante las palabras de su padre, sin embargo, no lo contradice y permanece en silencio.

Richard se despide de todos cuando regresan a la mansión, debe ir por su esposa y su tía, el camino a Essex es largo y se está haciendo de noche para llevar a Anne a conocer su nueva casa.

Cuando William la ve en la entrada despidiéndose de todos, piensa que puede respirar tranquilo unos días, pero con lo que no contaba era con el atrevimiento de ella cuando se despide de él. Dándole el primer golpe al lado de su novia.

—Fue un placer volver a verte William.

«Maldición»

—Lo mismo digo, Anne —responde de manera de que nadie note su nerviosismo.

—¿Ustedes ya se conocían? —pregunta Richard a su esposa y está sonríe con malicia.

—Por supuesto, somos... —la confesión es interrumpida por Simon.

—Oh claro que ya nos conocíamos —dice sin titubeos—, tenemos amigos en común. Nos vimos un par de veces en casa de los Wallace, allí vive nuestro amigo Claus.

Katherine mira de reojo a William.

»Saludela cuando la vea milady y dígale a Claus que pronto lo visitaré —termina de decirle Simon para cortar de tajo la conversación.

Richard se despide ayudando a su tía y a su esposa a entrar en el
coche, está última sin más le da una sonrisa de suficiencia a William que él solo puede notar y este la mira con seriedad y la mandíbula apretada.

El cochero inicia su camino y cuando están solos, William se percata de la mirada inquisitiva que le da su novia. Después de que sus padres entran a la casa.

—¿Por qué no dijiste anoche que ya la conocías cuando mi padre te la presentó? —pregunta Katherine de brazos cruzados.

—No la recordaba —miente.

—Anoche, Jazmin me dijo que te encontró en el jardín y Anne también estaba allí ¿Se vieron?

William nota el enojo en la voz de Katherine y decide volver a mentirle una vez más.

—No, no sabía que ella andaba por ahí — la mirada de preocupación de su novia le oprime el pecho. Toma su rostro entre sus manos y hace que lo mire a los ojos—, no tienes porque preocuparte, yo no soy el imbécil que acaba de irse. Solo un ciego te cambiaría por tu hermana.

Con disimulo observa a su alrededor para ver si no hay nadie cerca y baja su rostro al de ella. Katherine al notar su cercanía instantáneamente cierra los ojos ante el inesperado beso que William le da al fin.

Es un beso suave delicado, pero que le sabe a gloria, solo por probar aquellos dulces labios que tantas veces se ha visto tentado a probar. Katherine permanece con los ojos cerrados aún sin poder creer que él la haya besado. Su corazón late desbocado dentro de su pecho teniendo que tomar aire por la boca, para poder calmar los latidos del órgano que la hace vivir día con día.

Una sonrisa se dibuja en los labios de William al notar el sonrojo en las mejillas de su amada. Sin contenerse, acaricia con su pulgar el labio inferior de Katherine, quien abre los ojos suavemente al sentir el tacto de su dedo.

Acaricia con el pulgar de un lado a otro bordeando todo su labio inferior y lo jala hacia abajo avivando las ganas de volverla a besar, pero no con un beso casto, sino, un beso lleno de deseo.

Tomando control de sus ganas vuelve a llevar las manos a las mejillas de ella y deposita un dulce beso en su frente.

—Ya es hora de irme, Simon esta parado en la puerta esperándome para buscar mis cosas —dice William con su frente pegada a la de ella.

Katherine todavía un poco atontada asiente sin poder gesticular palabra alguna.

William entra con ella y sube a la segunda planta con su amigo, cuando cierra la puerta de la habitación, maldice mil veces a la descarada que se atrevió a desafiar su suerte hace minutos atrás.

————————
William se despide de Katherine quien está junto a sus padres en la entrada. Deja un tierno beso sobre el dorso de su mano.

—Estaré aquí para navidad, debo viajar por asuntos de la familia.

Katherine asiente con tristeza y alzando su mano en señal de despedida lo ve entrar al coche donde ya lo esperan Simon y su abuelo.

«Dos semanas para navidad», piensa cuando ve que el coche acaba de cruzar el portón de rejas negras.

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Las dos semanas pasan en un abrir y cerrar de ojos. La familia Kensington se reúne en la sala principal junto al árbol decorado con luces y adornos por doquier.

Katherine se mantiene sentada sobre el alféizar del ventanal mirando al horizonte, donde cae una pequeña y fina capa de nieve.

Por este año, Anne no vendrá a casa de sus padres a celebrar, Richard decidió invitar a varios de sus amigos a pasar las festividades en su casa junto a su familia.

Katherine se levanta del ventanal al ver el coche que atraviesa el camino blanco de la entrada. Corre emocionada hacia la puerta abriéndola esperando bajo el tejado.

Con los brazos cubriéndose los hombros del intenso frío, espera varios minutos hasta que el coche se detenga frente a las escaleras de la entrada principal. William al verla sin nada que la cubra, baja y se quita el abrigo para cubrir los hombros helados de su novia quien no para de tiritar.

—Olvidé mi abrigo adentro —dice encogiéndose de hombros.

—Vamos, entremos.

Ella asiente aún temblando de frío, sin esperar a los demás, entran y se acercan al fuego para entrar en calor.

Simon, Lord Christian y lady Joan entran a la sala saludándo a todos, mientras William permanece frente a la chimenea frotando los brazos de Katherine.

—¡Muchachita loca! —la reprende su nana—, vas a pescar un resfriado.

Katherine esconde su rostro entre los brazos de William, mientras él sigue moviendo sus manos sobre los brazos de ella.

Como todos los años en navidad, los Kensington se reúnen en el gran salón para la cena, junto a los empleados de la casa y al padre de Paul, quien le ha servido al duque desde siempre.

Después de la cena, todos son invitados a la sala principal donde esperarán las doce campanadas que darán inicio al día de la navidad. Entre risas, chistes y copas de licor.

Las doce campanadas resuenan y los regalos son entregados. Katherine se acerca al árbol y recoge una pequeña caja que le entrega a William. Él la abre y descubre dentro unas juntas de plata con la inicial de su nombre.

   Todos los regalos son entregados y Katherine frunce el ceño, al ver que él no le obsequió nada. Un poco desanimada sale al pequeño balconcillo que da al jardín y se queda allí pensativa.

William la acorrala entre su cuerpo y el pequeño barandal y le pregunta:

—¿Que pasa?

—Olvidaste mi obsequio —él le sonríe y dice:

—Busca dentro de mi abrigo.

Ansiosa comienza a palpar cada bolsillo del abrigo que aún lleva puesto y toca algo rígido dentro de uno de los bolsillos.

Lo mira emocionada, mete la mano y saca la caja color rosa con las manos temblorosas.

—Ábrelo —le dice y lo abre dejando a la vista la hermosa gargantilla de oro blanco y diamantes azules incrustados.

Ella abre los ojos sorprendida con tan espléndida joya. William sonríe ante su sorpresa.

»Date vuelta —ella se gira dándole la espalda, mientras él suelta el pequeño collar que Anne le regaló hace semanas y le coloca alrededor del cuello su obsequio. Roza con la yema de sus dedos la nuca de Katherine y nota como se le eriza la piel ante su tacto.

William le da la vuelta para mirarla a los ojos. Con ternura lleva sus manos al rostro de ella. Se acerca hasta tocar la punta de su nariz y la besa en el balconcillo bajo la tenue nieve que cae del cielo.

Los labios de Katherine son como el terciopelo al igual que la piel que toca William entre sus manos. La oscuridad del balcón los deja invisibles ante las miradas de quienes están dentro de la sala.

William pasa su lengua por el borde del labio inferior de Katherine y ella abre su boca permitiendo la invasión.

Él lleva sus manos a la pequeña cintura de ella acercándola más a su cuerpo, mientras que Katherine, lleva sus manos a los hombros gruesos y fuertes de su amado.

Katherine deja salir un gemido al sentir como William la aprieta más contra él. Su cuerpo comienza a sentir pequeñas sensaciones nunca antes sentidas, con el simple roce de las yemas de los dedos de su novio, cuando este le aprieta las caderas con fuerza.

Los pensamientos de William deben dirigirse a otro lugar ya que la tibieza de los labios de su novia están haciendo estragos en él desviando el flujo de sangre a cierto lugar que lo pondrán en aprietos. Con toda su fuerza de voluntad se separa de ella para evitar cualquier momento incómodo dentro de sus pantalones.

—Si no me detengo ahora, no podré hacerlo después —confiesa pegando su frente a la suya.

Ella asiente con los labios hinchados y con las pupilas dilatadas. Ambos están absortos el uno en el otro, hasta que una voz desde adentro los saca de su ensoñación.

—Hay dos regalos más debajo del árbol —dice Jazmin y ambos entran a la sala, cuando su amiga toma ambos regalos, frunce el ceño al leer el destinatario del único que tiene nombre—. Katherine, este es tuyo.

Ella extrañada lo agarra y se alegra al ver el remitente de su obsequio, no en tanto William aprieta la mandíbula al leer el nombre.

«Paul, ¿Quién es Paul?», pero sus pensamientos se ven entorpecidos cuando Jazmin vuelve a decir:

—Este otro es para William.

—¿Para mí? —pregunta extrañado, lo toma entre sus manos buscando el remitente, pero no hay nada. Sospechando de quien lo envió intenta guardarlo, pero su novia le insiste para que lo abra.

Nervioso, vuelve a tomar la caja de su bolsillo y la destapa, encontrando una esclava de plata con unas iniciales grabadas "W&A".

«Maldita sea»

—¿W y A? ¿Quién es A? —pregunta Katherine al ver las iniciales.

William no sabe qué responder y Simon sale en su defensa.

—La persona que grabó las iniciales se equivocó —dice tomando la esclava guardándola en la caja—. Era una K la que mandé a grabar. Mi culpa por no revisar antes de traerla.

—¿Y porqué no ponerle el remitente? —pregunta Joan a Simon entrecerrando los ojos.

—Quería matarle la cabeza adivinando quien se la había dado, pero ya que salió mal —sube los hombros.

—Eres idiota Simon —lo regaña Joan—, ya me había creado ideas tontas.

—Lo lamento.

Luego de abrir los regalos y ver cómo lord Christian se quedaba dormido en el sillón decidieron irse a descansar, sin embargo, Simon entra con su amigo a su habitación.

—Esto se está saliendo de las manos hermano —dice preocupado Simon—, algún día no voy a estar para salvarte el pellejo y todo se sabrá. Debes ponerle freno al atrevimiento de Anne.

—Lo sé —dice abrumado—, pero no sé qué hacer.

—Creo que es mejor que le digas todo a Katherine.

—No... No puedo hacer eso, me despreciará y seguro romperá nuestro noviazgo — la sola idea lo preocupa.

—Eso no lo sabes. Deberías intentarlo.

—¿Tú te casarías con una mujer que hubiese sido mía antes? —pregunta William a Simon y este niega con la cabeza.

—Ella no los va a dejar en paz.

El día de navidad por la mañana Joan decide ir con Katherine, su madre, Jazmin y Sophy al orfanato a llevarles obsequios a los niños que aún permanecen allí.

—Tienes una muy bonita labor aquí Katherine —dice Joan apenas entran al orfanato y ven a los niños desayunando en el comedor.

—Me encantan los niños —dice emocionada mientras caminan al gran salón donde tienen el árbol de navidad del orfanato.

Acomodan todo debajo del árbol y mientras esperan a que los niños terminen el desayuno continúan su charla.

—Me alegra que tú y mi hijo sean novios. Tú lo has hecho cambiar mucho.

—¿Yo?, pero ¿Como?

—Hace casi un año, mi hijo conoció a una mujer que le destrozó el corazón —Katherine frunce el ceño al escucharla—, se que no debería contarte esto, pero no sé por qué, sé que debo decírtelo.

—Si cree que no sería prudente preferiría que no me lo dijera.

—Confió en ti y sé que no le dirás a mi hijo —Katherine asiente—, él se había ido de viaje por unos meses y ella prometió esperarlo hasta su regreso, sin embargo, cuando él regresó y fue a buscarla, ya ella estaba casada con otro

Katherine abre los ojos sorprendida ante la confesión de la madre de William.

—Desde ese momento mi hijo se convirtió en un hombre frío e incrédulo del amor, hasta que te conoció a ti... Tu lo hiciste volver a creer.

Ella se sonroja ante las palabras de su futura suegra.

—Yo... No sé qué decir, William para mí ha sido mi refugio, créame cuando le digo que cuando lo conocí, quería golpearlo por lo que le hizo a aquella gitana —Joan ríe ante su sinceridad—, luego me defendió y la dejo ir.

Ella cierra los ojos recordando ese momento.

»Luego cuando bailé con él en el aniversario de lord Ferguson, me pareció el ser más pedante y odioso del mundo.

—Lo era —reconoce su madre.

—Pero después se enfrentó a Richard por mí y eso me hizo cambiar de parecer... Y sus cartas, me hicieron ver al hombre maravilloso que sé que puede hacer feliz.

Sus ojos brillan tan llenos de emoción cuando habla de William, que Joan puede ver el amor que ella siente por su hijo.

El bullicio de los niños entrando al gran salón las saca de la conversación y van al gran árbol donde comienzan a entregarles los obsequios a todos con ayuda de Jazmin y lady Caroline, mientras Sophy ordena a los niños.

   El paseo cotidiano de William y Katherine se da luego del almuerzo cuando ya la nieve se ha asentado firme en el suelo.

   Ambos van por el jardín entapetado de nieve junto a sus acostumbrados acompañantes. La duda resurge de nuevo en la cabeza de William quien sin tantos rodeos le pregunta a su amada:

—¿Quién es Paul? —Katherine lo mira notando que tiene la mandíbula apretada.

—Paul, es el mejor amigo de Phillip. Crecimos juntos al igual que con Jazmin.

—Si, él es como un hermano más para nosotros —recalca Jazmin—,  sin contar que siempre ha estado enamorado de Katherine —Jazmin al darse cuenta de la imprudencia que ha cometido cubre su boca con ambas manos—Lo siento, no debí decir eso.

—¿Enamorado de ti? —pregunta William con cierto resquemor en su voz— ¿Ese tal Paul, sabe que soy tu novio?

—Solo nos tenemos cariño, una vez se lo deje muy claro —dice nerviosa—, y no, no lo sabe porque no está aquí. Él está en Suiza.

—Bien, espero que se mantenga allá —suelta molesto.

—¿Y qué pasa si él estuviera aquí William? —pregunta Katherine algo molesta.

—Hablaría con él para que se mantuviera a metros de ti. No quiero a ningún hombre rondándote.

—¡Vaya!, no sabía que eras tan posesivo —su voz suena irritada—, aléjate Simon, puede que tu amigo te prohíba hablarme.

   Katherine cruza los brazos al nivel de su pecho molesta y William la observa con los ojos entreabiertos analizando la actitud de ella y luego de varios segundos suspira vencido.

—Lo siento, me puse celoso —intenta tomar de la mano a Katherine, pero ella se aleja— ¿Que?

—¿Acaso no confías en mí? —pregunta molesta.

—¿Qué dices? —pregunta confundido.

—Pregunté, si no confías en mí —su voz se quiebra—, puedo estar rodeada de mil hombres William, pero mis ojos y mi corazón siempre van a estar sobre ti.

—¡Katherine lo siento! —dice apenado—, no quise decir que no confiara en ti, claro que lo hago preciosa.

   William lleva sus manos al rostro de Katherine para que lo vea a los ojos.

—Créeme cuando te digo que confío en ti, es que... Me puse celoso, es todo  —lo abraza por la cintura y él corresponde el abrazo apretándola más contra su pecho— En verdad lo siento si pensaste eso.

—Bien —carraspea Jazmin al lado de Katherine—, yo también lo siento, no fue mi intención crear este pequeño disgusto entre ustedes... Y aclaro que Kate jamás le dio alas a Paul, ella siempre lo vio como un amigo y un hermano.

—Jazmin, cariño—Dice Simon sutilmente—, creo que ya deberías callarte, eso está aclarado

   Jazmin lo ve apenada y se sonroja al escuchar el término que usó para referirse a ella. La hora de la despedida llega y William y Simon deben viajar de nuevo para encontrarse con lord Christian, las obligaciones del nuevo duque de Edimburgo están próximas a dar inicio.

—Te veré para tu cumpleaños —le informa y besando su coronilla luego de que ella lo abraza, entra al coche donde lo espera su familia.

   El fin de año llega y los Kensington viajan a Essex a casa de su hija Anne. Por más que han querido evitar al lord Thomas, esta noche tendrán que encararlo de nuevo.

   Katherine hubiese querido quedarse en casa junto a sus damas. La punzada que siente en la boca de estómago no le augura nada bueno, al tener que ver al hombre que se enfrentó a William queriéndosela llevar a la fuerza, pero desairar a su hermana, sería muy mal visto ante la nobleza invitada a la mansión Chapman-Kensington.

   La noche de fin de año se vuelve tensa con la llegada de lord Thomas a casa de Richard. El caballero llega al salón donde están todos con su acostumbrada prepotencia, mirando por encima de su nariz a los presentes. Saluda a la alta alcurnia obviando a los Kensington, pero sus ojos se clavan en la dama rubia que está sentada al lado de su hermano.

No se acerca, pero disimuladamente la detalla, lleva el cabello recogido dejando ver su esbelto cuello adornado con el collar que le obsequió William. El vestido azul oscuro con piedrecitas que adornan todo el torso, le hace lucir un poco más sus atributos, los que suben y bajan cada vez que respira, cosa que a lord Thomas lo enloquece.

La incomodidad de Katherine crece al sentarse en la mesa a la hora de la cena, ya que la mirada del padre de su cuñado de vez en cuando está sobre sus labios.

En el jardín de la casa, corren los niños con las pequeñas luces que chispean en sus manos, cuando se da inicio al nuevo año.

La champaña es servida como agua para las flores en un día de verano. Katherine toma una copa entre sus manos para brindar con su familia, pero el choque de otra con la suya la paraliza.

—Salud hermosa dama —dice lord Chapman bajo la mirada protectora de Lord James sobre su hija—. Que todos nuestros sueños se hagan realidad este nuevo año —un escalofrío recorre la espalda de Katherine— ¡Salud a todos! —grita y todos alzan sus copas para brindar.

—Creo que voy a irme a la cama —dice ella apenas terminan los niños con sus bengalas.

Camina escaleras arriba entrando en su habitación agotada. Se coloca el camisón y se acuesta, sin revisar el cerrojo de la puerta. El cansancio hace que se quede dormida casi inmediatamente, cuando coloca la cabeza sobre la almohada.

La casa se encuentra en silencio y las luces totalmente apagadas, cuando la puerta de la habitación de Katherine es abierta y una sombra entra en plena oscuridad. Camina a voluntad y se detiene a los pies de la cama, admirando bajo la luz de la luna que entra por la ventana a la dulce dama dormida.

—Estas a mi merced niñata —susurra para él mismo, tan bajo que es imposible que ella despierte.

   Lord Thomas camina libremente por la habitación. Se acerca al pequeño sillón y toma entre sus manos el vestido que llevaba puesto esta noche y lo acerca a su nariz.

Aspira profundamente deleitándose con la mezcla de olores de su perfume sobre la tela. Se estremece cuando se imagina oler tan exquisita fragancia en su piel desnuda. Vuelve a la orilla de la cama, donde con cuidado rueda las sábanas que están sobre Katherine, dejándole ver el camisón blanco que la cubre.

   Delicadamente y con mucha cautela, toma el borde del camisón y lo va subiendo poco a poco,  dejando expuestas las bien torneadas piernas de ella, deleitándose con la blancura de su piel.

   Lleva el camisón al nivel de la entrepierna de Katherine dejándole ver por encima de la ropa interior, la pequeña curvatura que se forma en el zurco de su entrepierna. Lord Thomas se deleita con la imagen y lleva su mano a ella para tocarla, pero Katherine entre sueños se mueve y este retrocede dejando a medias su intención.

   Espera unos segundos y se acerca al rostro de ella para detallar sus labios carnosos, insinuantes a pecar y perderse en su sabor. Está a punto de pegar sus labios a los de ella, no teme a ser descubierto y que Katherine grite si se da cuenta, él puede hacerla callar como lo ha hecho varias veces con Juliet.

«Necesito probar el dulce néctar de su boca», piensa cuando ya está a punto de rozar esos labios que lo tienen absorto. Cierra los ojos cuando puede sentir su aliento y de repente es obligado a alejarse cuando ella mueve el rostro hacia otro lado.

   Él suspira vencido, pero no quitará el dedo del renglón tan fácilmente.

—Hoy no será niñata, pero pronto llegará el día en que te haré mía y ya no habrá nadie que te aparte de mí —susurra para él y se va de la habitación cerrando con sumo cuidado para que no se despierte.

   Entra a su habitación con la sangre hirviendo en un solo lugar de su cuerpo. Desesperado se quita la ropa de dormír y se sienta en el pequeño sillón que tiene cerca de la ventana. Se acaricia el pecho imaginándose que es la doncella que duerme plácidamente unas puertas más allá.

   Baja su mano hacia su pelvis y toma el miembro efecto entre sus manos acariciándolo lentamente. La imagen del cuerpo de Katherine durmiendo sobre la cama, cruza por su mente haciendo que acelere sus movimientos hasta que alcanza el clímax de su placer.

   Satisfecho se limpia con un pañuelo de tela que desecha en el cuarto de baño apenas se levanta y vuelve a vestirse. Toma un puro de su caja y se va a la ventana para pensar la forma en cómo hará para llevar a cabo su obsesión por ella.

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   Al día siguiente los Kensington llegan a la hacienda casi entrada la noche, bajo una pequeña tormenta de nieve. Sophy acompaña a su dama a la habitación donde le prepara un baño reparador ya que el viaje ha sido largo y cansino.

   Cansada, Katherine toma el baño y se acuesta a dormir. Un sueño la hace moverse desesperada sobre la cama y de la nada se incorpora encendiendo la luz asustada.

—Fue una pesadilla —dice tomando varias bocanadas de aire. Se inclina a un lado y abre el cajón donde tiene su diario y empieza a escribir todo lo vivido en el sueño.

"Alguien me cubre la boca y me arrastra hacia una habitación sucia y oscura lanzándome ahí sin ningún tipo de cuidado. Un colchón raído y maloliente es el lugar donde duermo. No se donde estoy, ni qué hago aquí, pero la figura del hombre que me acecha hace que mi cuerpo tiemble de temor. Intento verle la cara cuando se acerca a la pequeña luz que ilumina el poco espacio y cuando se coloca frente a mi, grito despavorida porque no tiene cara".

   La misma pesadilla se repite una y otra vez cada noche por varios días. William le ha escrito  preocupado porque ella decidió contarle sobre su sueño, mientras que Jazmin ha dormido con ella desde entonces velando que descanse y no permanezca despierta.

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   William ya se encuentra en casa de su abuelo después de varios días fuera, preparando todo para la noche inolvidable que será el cumpleaños de su amada. El anillo de compromiso que le dio su padre a su madre yace en su mano dentro de la pequeña caja aterciopelada. Una hermosa joya de oro blanco, minuciosamente  tallada a mano, con pequeñitas incrustaciones de diamantes que rodean uno más grande,  decoran el centro del delicado aro que llevará Katherine a partir de esa noche.

   Falta menos de una semana para la gran celebración del aniversario y compromiso que definirá el destino del próximo duque de Edimburgo apenas diga el tan esperado "Sí quiero" ante el altar.

   En la hacienda Kensington se ha vuelto todo un bullicio estos días. Costureras van y vienen con rollos de telas, encajes y piedras que adornarán los vestidos para el gran día.

William entra en la mansión notando la locura en que se ha convertido la casa de su novia junto a su fiel amigo, quien hace varios días decidió enviarle una carta a Jazmin declarándole su amor y ella respondió de la misma manera. Por esa razón Katherine y él están haciendo el papel de chaperones de ambos está tarde.

   Jazmin camina junto a Simon por el jardín de la casa grande. Ella mantiene sus manos sobre su vestido y él las tiene cruzadas detrás de su espalda. Ninguno dice nada, al parecer el ratón le comió la lengua a ambos.

Simon y Jazmin son de esas personas que no pueden permanecer calladas por mucho tiempo, sin embargo, hoy, no hay palabra alguna que cualquiera de los dos emita.

   William y Katherine se miran sin saber que hacer y es entonces cuando un carraspeo se oye detrás de ellos, ambos voltean para encontrarse con Sophy quien los llama para que se acerquen.

—Creo que su presencia los tiene nerviosos, están demasiado cerca de ellos —dice Sophy cuando se acercan

—¿Lo crees? —pregunta William y ella asiente.

   Los tres deciden quedarse en su lugar mientras observan a la pareja alejarse un poco. De un momento a otro, ven como Simon se detiene y toma las manos de Jazmin. Él le habla y unos pocos minutos después, ella asiente y el moreno la trae a sus brazos depositando un tierno beso sobre sus labios.

—¿Así de ridículo me veía yo aquel día? —bromea Wiiliam ganándose un suave golpe de Katherine, mientras Sophy asiente muerta de la risa.

—Vamos, creo que es hora de acercarnos —Katherine toma la mano de su novio y se acercan a la nueva feliz pareja. 

   Las felicitaciones no se hacen esperar por parte de ambos y entre bromas caminan de nuevo a la mansión.

—Mi madre ha actuado como loca en esto días —suelta William y comienza a reír.

—La mía también, es el primer compromiso que se hace normal en casa. El de Anne fue una locura y más íntimo, por cómo se dieron las cosas.

   William recuerda lo contado por Katherine hace varias semanas atrás y a su mente regresa la noche en las caballerizas con ella.

—¿Escuchaste lo que dije William? —pregunta.

—No, lo siento, estaba recordando la vez que me dijiste cómo sucedieron las cosas, entre tu hermana y su esposo.

—¿Pregunté si querías algo para merendar?

—No, muchísimas gracias. Creo que es hora de irnos Simon —dice él mirando el reloj de bolsillo—, está oscureciendo y no quiero que nos topemos con la lluvia en el camino.

   Katherine asiente y los acompaña hasta la puerta para despedirse. William toma el rostro de su novia entre sus manos y pegando la frente a la suya le dice:

—Cada vez que me despido de ti, se me hace más difícil estar lejos.

   Katherine lo rodea por la cintura y soltando un suspiro le responde:

—Falta menos para nuestro gran día. Solo dos días para el compromiso y cuando comience la primavera nos casamos.

—Katherine —llama mirándola a los ojos— ¿alguna vez te he dicho que te amo?

—Creo que no más que yo a ti.

   Sus ojos se conectan y sin más preámbulos y sin importarles quienes puedan verlos se funden en un beso. Las manos de Katherine aprietan el saco de William en la espalda mientras miles de mariposas revolotean en su interior avivando las sensaciones que se depositan en su bajo vientre.

   El deseo por probar más que sus labios envuelve a William y debe tomar control de sí mismo para no cometer una locura en este preciso momento donde cualquiera puede verlos.

—Estas semanas serán una tortura para mi —dice él cerrando los ojos y cerca de los labios hinchados de Katherine— No olvides que te amo.

—No más que yo —responde ella tratando de tomar aire para calmar a su corazón que late exageradamente en su pecho.

   William le da un último beso y se acerca a su amigo quien está a unos metros más allá despidiéndose de su ahora novia Jazmin.

   Ambos entran al coche, mientras ellas permanecen en la entrada principal viendo cómo se alejan del camino. Cuando ya no queda rastro de ellos, ambas voltean a verse y se abrazan tan felices, que algo se aprieta en el estómago de Katherine.  Entran a la casa donde el caos aún reina y las dos se unen al barullo entre telas y encajes.

   Cae la noche y Katherine se va a dormir cansada por las innumerables cosas que hicieron luego de que William se fue.

Un nuevo sueño la abruma por la madrugada.  La hace sacar del cajón su pequeño diario donde escribe:

   "Camino vestida de blanco por un camino lleno de espinas descalza. Veo el borde de mi vestido de novia manchado con el carmesí de mi sangre ya que las espinas se han clavado bajo mis pies. Alzo el rostro y el camino de espinas se vuelve empinado y difícil de caminar, sin embargo, un tapete de pétalos de rosas aparece logrando calmar el dolor debajo de mí, cuando paso sobre el,  guiándome a una tenue luz blanca al final"

   La luz del sol le pega en el rostro indicando que el nuevo día ha llegado. Katherine se estira bajo las sábanas sin querer levantarse todavía. Sin embargo, hay mucho que hacer para el día de mañana. Sin mucho entusiasmo se levanta, se asea como de costumbre y baja a desayunar junto a su familia. 

   Una agradable sorpresa llega con el plato de su comida, cuando alza la cara y el rostro de la persona que le sonríe la sorprende y grita emocionada al levantarse para abrazarlo.

—¡Paul!

—¿Creíste que no estaría para tu cumpleaños?

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Hola! Recuerden que este es un borrador y que puede tener errores.

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