Capitulo 38.

William:

   Tengo que apresurarme si quiero llegar a la hacienda Kensington horas antes del almuerzo. Lo de anoche fue un claro indicio de lo que ella me hace sentir. He estado con varias mujeres, no soy ningún novato célibe que se corre a la primera con solo ver unos pechos femeninos firmes. Soy el tipo de hombre apasionado, que embiste con fuerza y precisión tocando en los puntos exactos para el disfrute de su amante.

   Pero ella... Ella me hace sentir muchas cosas más, que si la quiero entre mis sábanas desnuda, por supuesto, quién no querría a una mujer como esa debajo de él gimiendo su nombre. Solo un idiota se negaría a hacerle el amor a Katherine.

«Si tan solo supiera porque no se casó con el imbécil de Chapman». La duda ronda en mi cabeza desde esta mañana que desperté con ganas de ella. El miembro me dolía y la vergüenza me abrazó cuando me levanté de la cama y la mucama entró con Antoine sin avisar y notó el bulto creciente entre mis piernas. 

   Disimuladamente camine al cuarto de baño, desaforé las ganas auto complaciéndome y tomé un baño de agua fría. Envolví mi cuerpo en la bata de baño y esperé en el balcón de mi habitación hasta que la muchacha aseara todo para vestirme.

   Desayuné con mi abuelo, mi madre y Simon quien volvió a insistir en acompañarme a la hacienda. No me quedó más remedio que asentir y ahora vamos juntos rumbo al pueblo a comprar las flores del día para Katherine.

   Reparo entre la infinidad de arreglos florales que hay en la tienda: rosas blancas, amarillas, rosadas, naranjas, pero no es el color que busco, ella incita pasión, lujuria, amor desmedido y en un rincón, las veo... Rosas rojas como la sangre misma y pido al dependiente un ramo enorme que ella pueda tomar entre sus manos.

   Las mujeres saben más que los hombres del significado de cada color de las flores, por eso al cortejar a una dama se debe tener cuidado con lo que se quiera expresar con los primeros envíos de ellas, pero mi abuelo se encargó de eso tiempo antes de mi regreso así que el tiempo de expresar algo más profundo a llegado y aquí me encuentro yo ahora, de pie frente a Katherine con un arreglo de rosas rojas para darle.

   No puedo dejar de detallar su mirada cuando nota el color de las flores entre mis manos. Abre y cierra su boca sin saber que decir en unos breves instantes. Luego de agradecerme, toma el ramo con las manos temblorosas.

   Puedo soltar el aire contenido al no ver su cara de disgusto, en el peor de los casos me hubiese abofeteado por obsequiarle este color tan apresuradamente, en cambio, dibuja una sonrisa tímida en sus labios y se sonroja.

—Pueden tomar asiento... Ya regreso.

   Con el ramo entre sus manos, sube a la segunda planta y cuando regresa, tiene las manos vacías.

«Lo dejó en su habitación seguramente». Una sonrisa de lado se dibuja en mi rostro imaginándome lo que puede estar pasando por su cabeza en estos momentos, pero solo quiero disfrutar de su compañía, el aroma de su piel que es tan pelicular. He percibido aromas femeninos antes que me han encantado, sin embargo, el olor que emana de su cuerpo es totalmente exquisito y embriagador.

   —¿Vengan hoy les enseñaré el viñedo de mi padre? 

   Su rostro se ilumina cuando nos habla del trabajo que se realiza en la hacienda. Le tiembla la voz al hablarnos de lo sucedido tiempo atrás, pero ellos siguen optimistas y están haciendo su mejor esfuerzo para levantarla de la cenizas y han estado haciendo una excelente labor por lo que alcanzo a ver.

   Las casas de los empleados están casi en su totalidad en pie. Niños van de aquí para allá y al notar su presencia corren hacia la dama que está a mi lado acaparando toda su atención dejándome de lado.

—Mi padre construirá la escuela para ellos allá —señala una pequeña loma no muy lejana rodeada de árboles—. Mi sueño siempre fue enseñar a los niños a leer y a escribir, formarlos como individuos independientes.

«¿Es que acaso hay una mujer más perfecta?»

   Luego de que nos enseñara el lugar donde se está reconstruyendo la bodega, volvemos al jardín de la casa.

«Debo hacer esto ya», pienso.

   Aprovecho que nuestros acompañantes se quedaron un poco más atrás, gracias a que Simon pudo entender la señal que le hice a mi espalda sin que Katherine lo notara y me detengo frente a ella obstaculizándole el paso.

   Ella me mira con esos ojos tan expresivos llenos de timidez, la tomo de las manos y sin titubear le suelto las palabras que pensé que jamás iba a decir.

—lady Katherine —sus ojos están fijos en mí—. Entiendo que puede pensar que es demasiado pronto para lo que le voy a decir, pero siento que es el tiempo suficiente para saber lo que siente el uno por el otro.

   Bajo mi vista a su boca, puedo ver claramente que su respiración ya no es nasal.

»En el corto tiempo que llevamos hablando en persona me he dado cuenta de que usted es la mujer que quiero en mi vida y no nos hagamos los tontos, porque sé que piensa lo mismo que yo.

   Se que me desea tanto como yo lo hago, pero no puedo ser tan directo.

»Entonces, quería preguntarle ¿Si me haría el honor de ser mi novia, para en un futuro no muy lejano, he de confesar,  comprometernos y casarnos?  

   Se queda callada y vuelvo mi vista a sus ojos y noto que los tiene totalmente abiertos como si no creyera en lo que le acabo de decir. Mi corazón sube a mi garganta. Trago grueso y puedo sentir como mi manzana de Adan se mueve. Mis piernas se congelan.

   Decidí dejar todos mis rencores a un lado y olvidar lo pasado para formar un futuro con ella, pero al ver que no me responde siento que el alma se me escapa.

—Si... Si... Por supuesto que quiero todo contigo —suelta con la voz temblorosa y puedo respirar de nuevo.

   Sin dudarlo ni un segundo, pongo mis manos en su rostro y acaricio sus mejillas, suaves como el terciopelo. Bajo mi rostro hacia el de ella y sonrío al ver que cierra los ojos esperando a que la bese en los labios, pero desvió mi boca a su frente depositando allí un tierno beso.

   Frunce el ceño cuando no la vuelvo a besar y es que levanté la vista para ver si alguien nos veía y los imprudentes estaban muy cerca de nosotros.

—Lo siento, pero tenemos compañía y créeme cuando te digo,  que el beso que deseaba darte no era nada discreto.

   Sonríe y asiente comprendiendo mis palabras.

—Quiero hacer esto sin secretos William y necesito contarte el porqué no me casé con Richard —veo el temor en sus ojos al tener que contarme todo y sin retirar las manos de su rostro espero que me hable.

   La voz irritada de un hombre nos interrumpe. Volteo en dirección a donde escucho los gritos y veo a lord Thomas Chapman que se acerca a nosotros a zancadas molesto.

   Katherine se coloca a mi espalda "escondiéndose" del caballero y cuando él se acerca maldice y sin más me lanza un golpe directo a la cara que me hace tambalear.

———————————
Lord Thomas:

   He esperado demasiado tiempo por la respuesta que debe darme el rey ante mi petición de concederme la mano de la niñata Kensington.

   Por eso me encuentro hoy en el despacho de su majestad para que me dé al fin su decisión. Escuché un rumor de que hay un noble que la está cortejando y no voy a vacilar en ir por lo que me pertenece.

   Sentado en el despacho espero que aparezca su majestad y dé su veredicto al fin. La puerta se abre y me levanto inclinando mi cabeza ante él.

—Su majestad.

—Milord —responde. Con su mano me invita a tomar asiento y lo hago sin poder contener la ansiedad de saber su decisión.

«Necesito un puro y un trago».

—Bien, he estudiado minuciosamente su caso y debo decirle que es un atrevimiento de su parte llegar hasta mí para solicitar tal cosa —dice y no es eso lo que quiero saber—, a todas estas, debo recordarle que usted tiene la edad para ser su padre.

—Pero no lo soy —refuto calmado.

—Eso lo sé, lord Kensington es uno de mis mejores hombres en la cámara del senado y si apruebo esto me veré en un aprieto si él llegase a renunciar a su puesto.

—No renunciará. Él está al tanto de mis intenciones, se niega a aceptarme por mi edad y porque soy el suegro de su otra hija.

—Eso es lo que me hace entrar en un dilema en aceptar Milord —su respuesta no me alegra, me tensa donde estoy sentado—, sin embargo, su hijo es un buen prospecto para un futuro miembro de la cámara y ser yerno de lord Kensington le suma varios puntos a favor.

—Lo sé, estoy consciente de ello —lo veo abrir un cajón de su escritorio, saca un pergamino el cual firma y sella con cera caliente y me lo entrega.

—Aquí está mi consentimiento para su noviazgo con lady Kensington. Tiene un lapso de 30 días para que ella lo acepte como su prometido —no era esto lo que buscaba cuando vine aquí.

«Maldita sea».

»Si en este periodo de tiempo ella no ha aceptado a alguien más, queda en su total disposición y mi autorización para desposarse con ella.

   Tomo el documento que me extiende y con premura entro en el coche que me lleva a Kent.

—A la hacienda Kensington —ordeno.

   No era lo que quería. Mi petición bien lo estipulaba: Deseaba su consentimiento para desposarla, no para ser su novio, no tengo paciencia para esas niñerías de noviazgos y tomadas de mano, quiero meterla de una vez entre mis sábanas y escucharla gemir mi nombre mientras estoy dentro de ella.

   No soy ningún niñato para andarme con tonterías a estas alturas de mi vida.

   Las ruedas del coche se detienen frente a la escalera de la mansión. Subo y toco la aldaba tantas veces que pierdo la cuenta hasta que la anciana abre la puerta he irrumpo dentro de la casa.

—¿Dónde está Lord James?

—Él está en el despacho del viñedo Milord.

   El enojo de la anciana al responderme me lo paso por el forro de mi entrepierna y sin más salgo al jardín para encaminarme al viñedo.

   Me aseguro de mantener el documento en el saco de mi traje. Para cuando levanto la mirada, la vista se me oscurece al ver al hombre que besa lo que me pertenece.

—¡Suéltala! —espeto con furia mientras me acerco a ellos rápidamente con zancadas contra el suelo.

    Maldigo al tiempo que cierro el puño, tomo impulso y golpeo el rostro del hijo de perra que reconozco del aniversario de su abuelo. Lo veo tambalearse con el impacto y con fuerza tomo el brazo de la niñata que se escondía detrás de la espalda del imbécil aquel. 

—¡Tú vienes conmigo! —la jalo a las malas y ella cae al suelo cuando forcejea negándose a caminar.

  El impacto en mi boca me hace probar el sabor metálico de mi sangre y otro golpe me hace ver estrellas en el ojo izquierdo. Sin dudarlo regreso el golpe propinándole uno en el estómago que le saca el aire y me lo devuelve.

   Lo rodeo por la cintura y estrello su espalda  contra un árbol. El codazo que me da en el hombro hace que lo suelte dando tres pasos hacia atrás.

   Un hombre viene contra mí para detenerme, pero mi furia es mayor y me suelto lanzando otro golpe que él esquiva y me lanza al piso para sentarse a horcajadas sobre mí para golpearme de nuevo.

   Su golpe es detenido por Phillip, quien llega tras los gritos de Katherine, que  llora en brazos de la sombra que siempre anda con ella.

  El niñato es levantado de mi a la fuerza e inmediatamente reacciono para irme en su contra, pero unos brazos me toman por debajo de las axilas inmovilizándome.

—¡A la casa todos! —grita el que a partir de hoy será mi cuñado y con los brazos aún inmóviles caminamos todos a la mansión.

   Como niños pueblerinos, lady Caroline nos hace sentar a cada uno en una silla del despacho. Intento levantarme para seguir dándole su merecido, pero las manos sobre mis hombros no me lo permiten.

   El duque llega al despacho enrojecido de furia, me toma del saco y me levanta a las malas mientras lo encaro.

—¡¿Qué demonios piensas que estás haciendo?! —tutea. Ya no hay títulos entre nosotros— ¡¿Quién te dio autoridad para irrumpir en mi casa como si fuera la tuya?! Y más aún tomar a mi hija como lo hiciste —escupe de rabia—¡A MI HIJA NADIE LA LASTIMA!

   El golpe certero en el pómulo me tumba al suelo e intento irme contra él, pero los brazos del moreno vuelven a detenerme.

—¡Suéltalo para que le dé su merecido! —grita James, pero su esposa le ruega que se calme y tras sus súplicas termina sentándose en su silla detrás del escritorio con la respiración agitada.

   Me levanto y saco el documento que extiendo sobre el escritorio con fuerza.

—¡Esto indica que soy el novio de tu hija! —grito y miro a Katherine quien palidece en brazos de su sombra— ¡El rey me dio la licencia para ser su novio, así que a partir de hoy ella me pertenece!

—¡No!, ¡no! ¡Eso no puede ser posible!

   Su voz tiembla tanto como su cuerpo, pero no me importa ya es mia y nadie puede contradecir las palabras del rey.

—¡Sobre mi cadáver vas a casarte con ella! —grita James.

   El nieto de lord Ferguson se levanta y estoy a la defensiva ante cualquier ataque de él contra mi, toma el documento que acaba de leer James y me mira con prepotencia.

—Aquí dice si ella no ha aceptado a alguien más y déjeme decirle que usted llegó tarde —miro de ella a él sin comprender—, hace más de tres semanas que lady Katherine y yo somos novios.

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   William:

   Tomo el documento en mis manos y comienzo a leerlo sin poder dar crédito a las palabras de este vejete malnacido. La sangre aún me quema en las venas por seguir golpeándolo. Me cegué al verlo como la intentaba arrastrar para llevársela, pero verla caer al suelo fue como si mil leones corrieran a cazar a su presa.

   Continuo leyendo el maldito documento hasta que veo las palabras que pueden salvarnos. Sonrío con prepotencia al saber que está perdido.

—Aquí dice si ella no ha aceptado a alguien más y déjeme decirle que usted llegó tarde —cruza miradas entre Katherine y yo sin comprender lo que digo—, hace más de tres semanas que lady Katherine y yo somos novios. Le lanzo a la cara el pergamino para que lo guarde de recuerdo si quiere.

   Miento y la veo asintiendo para que mienta, de lo contrario todo estará perdido.

   Todos ponen sus ojos en ella y responde confirmando mis palabras. Lord Chapman da dos pasos atrás sin creer en sus palabras y empieza a despotricar para todos alterado. El duque se va contra él y vuelve a pegarle un fuerte golpe como el primero tirándolo nuevamente al suelo.

—¡LÁRGATE DE UNA MALDITA VEZ DE MI CASA Y NO REGRESES!

   A lord Chapman no le queda más remedio que irse, luego de que dos de los sirvientes de la casa lo tomen a la fuerza para sacarlo de la mansión, no sin antes amenazarnos a todos con hacernos pagar la afrenta.

   Corro a los brazos de Katherine y la traigo contra mi pecho tratando de calmarla. Levanta la vista y ve los golpes que tengo e inmediatamente pide algo para limpiarme.

—No me importan los golpes. ¿Tú estás bien? —asiente con lágrimas en los ojos y no le creo, pero lo dejo pasar.

   Traen algunas gasas y antisépticos con los que me limpia el labio y el pómulo. «Arde», me quejo, pero dejo que termine con su tarea si eso la hace sentir mejor. Deja las cosas de lado y sin importarme nadie más que nosotros, le beso la comisura de los labios. «Suaves y dulces».

—Debo ir a ver al rey antes de que aquel vejete cometa una imprudencia —le digo al duque y él asiente—, debo llevar algunos testigos que confirmen nuestro noviazgo, si su majestad se entera que no llevamos ni tres horas de novios, le dará la potestad absoluta a lord Chapman.

   El duque manda a llamar a tres de sus empleados, la anciana que es la nana de Katherine, Sophy su mucama y a un hombre que no había visto durante mis visitas.

—Estos serán tus testigos —dice— Josephine te conoce desde el primer día al igual que Sophy. Archie los ha vigilado de lejos desde el día uno —me sorprende su confesión—, después de lo sucedido con mi contador, mis hijos tienen custodios.

   Me despido de todos antes de acercarme a mi novia y depositar un beso en su frente.

—Mañana tendré noticias y vendré a verte.

   Llenándome de valor la dejo con lágrimas en los ojos y junto a Simon y los testigos nos encaminamos a Londres para ver al rey.

   La audiencia fue pospuesta para el día siguiente. Sin pensarlo mucho nos quedamos en la pequeña casa que tengo aquí cuando visitaba a Claus y reparto las habitaciones como puedo: Las mujeres se quedarán juntas, Archie en la habitación cercana a la que ellas usarán y Simon y yo en las nuestras respectivamente.

—Hay comida en la despensa e implementos de aseo personal en las despensas si quieren asearse.

—¿No comerá nada Milord? —pregunta una de las muchachas de servicio que aún mantengo aquí y niego.

   Subo a mi habitación para darme un baño, cuando entro a la bañera, descargo mi rabia golpeando el agua salpicando y mojando todo sin importarme quien tenga que limpiar el desastre por la mañana.

—————
   No pude pegar un ojo en toda la noche, la mandíbula y el pómulo me duelen, además de la espalda que golpee con fuerza contra el árbol. Con todo y eso, me alisto y bajo a desayunar junto a los demás, dejándoles bien en claro lo que tienen que testificar para que sea creíble nuestra historia.

   A media mañana nos recibe su majestad y tras todo nuestro relato queda convencido de que Katherine y yo sosteníamos ya un noviazgo antes de que él sellara la petición de lord Chapman quedando esta anulada.

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   Katherine:

   No pude pegar un ojo durante toda la noche. Solo pude llorar y llorar por mi suerte en manos de aquel ser tan detestable.

   Todo estaba fluyendo tan bien entre William y yo, al fin me había pedido que fuera su novia y yo acepté gustosa, pero él tuvo que arruinarlo todo. Me asusté muchísimo al percatarme de quien era el que se acercaba a nosotros y temerosa me oculté tras la espalda de mi novio.

   Nunca imaginé que lord Thomas fuera agredirlo como lo hizo. Siento tanta vergüenza con William. Dos veces lo han golpeado y las dos veces por mi culpa. Me acurruco de lado abrazando mi almohada aterrada de lo que pueda decir el rey.

   Paso la mañana entera acostada en mi cama cargando con la pena de mi suerte si nada se determina a nuestro favor. No pruebo bocado, tengo la garganta cerrada y el estómago hecho un nudo.

—Debes tomarte aunque sea la sopa cariño —mamá está aquí acariciándome el cabello intentando convencerme de que me alimente.

—No tengo hambre.

—Debes comer y levantarte de la cama. Todo saldrá bien —intenta darme ánimos—. El rey les creerá, además es amigo de tu padre, no va a perder esa amistad solo por un hombre.

   Mamá tiene razón en lo que dice, papá lleva mucho tiempo en la cámara y es una de las personas de confianza del rey. Sin embargo estoy consciente de que su majestad siempre se ha movido a su conveniencia, muy distinto a la reina.

   Veo la mesa de té que tengo cerca del balcón y las rosas rojas hacen que mis ojos vuelven a cristalizarse al no tener noticias. Mamá nota mi pesar e intenta de nuevo persuadirme de que salga de la cama.

—Mmm, rosas rojas. ¿Significa algo para ti? Porque para mi si. Y por eso debes levantarte de esa cama, arreglarte y comer algo antes de que llegue tu novio. ¿O quieres que te vea así? Porque puedo hacerlo subir.

   Abro los ojos observando a mi madre.

—No está bien visto que un caballero entre en la habitación de una dama —digo.

—No hay ningún problema si tú madre está de acompañante.

   Vuelvo a verla y cuando noto que no bromea, me levanto y corro al cuarto de baño quitándome el camisón.

—Asegúrate que coma —escucho tras la puerta que le dice a alguien.

   Me obligo a comer solo un poco a pesar de que la angustia aún me carcome los pensamientos. Me acerco al hermoso arreglo de rosas y aspiro su aroma para tratando de tranquilizarme.

—Todo va a salir bien. Todo va a salir bien.

   Me repito varias veces con los ojos cerrados cuando estoy sola en mi habitación. La puerta se abre de repente y escucho gritar a Jazmin:

—El coche de lord William está en el camino.

   Apresurada, salgo de mi habitación corriendo por el pasillo hasta llegar a las escaleras las que bajo sin ningún cuidado. Abro la puerta principal para esperarlo y cuando veo el coche que atraviesa el jardín, bajo los escalones con el corazón en la garganta, veo cómo se detienen frente a mi y no espero a que abran la puerta.

   Soy yo quien de afuera la abre y espero que él salga tomándome por los hombros al ver la angustia en mi rostro. Sonríe y creo que mi alma vuelve a mi cuerpo cuando dice:

—Todo está aclarado. Seguiremos siendo tu y yo.

   Dios estas palabras son música para mis oídos y calma mi corazón afanado. Lo abrazo por la cintura sorpresivamente. Sé que no son modales para una dama, pero en estos momentos lo único que me importa es tenerlo a él en mi vida y para siempre.

   El resto de la tarde la pasamos en el recibidor donde todos cuentan todo lo que tuvieron que decirle al rey. Me siento avergonzada por las cosas que ha tenido que pasar William por mi causa. Apartándome un poco del bullicio le pido que venga conmigo.

—Quiero ofrecerte una enorme disculpa por todo lo que ha sucedido —le digo cuando estamos solos en el pasillo junto al recibidor—. Me apena que hayas pasado por esto dos veces y que además hayas tenido que ir a ver al rey por mi.

—No tienes de qué disculparte —toma mi rostro entre sus manos—. Los golpes sanan y por lo del rey, fue un simple paseo y nada más —dice todo como si nada fuera importante mientras yo muero de vergüenza—. Además, si por tenerte conmigo debo pasar por esto otra vez, lo haría mil veces más. 

   Lo miro a los ojos y veo cómo acerca su rostro al mío «Va a besarme», pero esta vez no cierro los ojos. Veo cómo observa sobre mí cabeza y suspira dejando un tierno beso sobre mi frente.

—Cuando nos interrumpió lord Chapman, ibas a confesarme lo que sucedió para no te casarás con él que era tu novio ¿Quieres hablar de eso?

   Asiento y le pido a Jazmin que nos acompañe al jardín ya que Sophy acaba de llegar de viaje.

   Nos sentamos en uno de los bancos apostados por todo el jardín principal y comienzo a contarle todo desde el principio. La lucha con la tía abuela en no aprobar mi relación. Los únicos detalles que omito de todo es la aventura que tuvo mi hermana en Londres durante la temporada.

   Eso nadie debe saberlo.

—Lamento todo el sufrimiento por el que pasaste, pero en el fondo no puedo dejar de alegrarme.

—¿Alegrarte? —pregunto confundida.

—Si, porque así te tengo para mi.

   Besa mi mano y sé que ahora podría morir en paz.

   Volvemos al salón junto a los demás donde mamá comenta que pronto será el cumpleaños de Phillip y quiere celebrarlo con una gran cena, aunque él se niega, prefiere algo más familiar y estoy de acuerdo con él. La economía de papá aún no es lo bastante holgada y hay muchas cuentas por pagar.

   Después de tanto insistirle a mamá con que hiciera algo más pequeño aceptó.

—Seremos entonces nosotros, usted está invitado lord William junto a su familia y a lord Simon —le dice mamá contenta a mi novio— y mi hija llegará en una semana, así que espero tenerla también en casa para que celebre con nosotros.

   Antes de que se hiciera de noche, William decide irse a casa de su abuelo. Papá no quiere ponerlos en peligro con los bandidos de camino sueltos. Así que lo acompaño a la puerta y me despido de él hasta la próxima semana porque debe viajar con su abuelo por asuntos comerciales.

Esperar para verlo una semana será una tortura para mi. Sin embargo me aseguró que escribiría y que cada día sin verme lo compensaría con flores.

——————————
   Lord Thomas:

      Llego a casa con la ira a flor de piel luego de volverme a reunir con el rey esta tarde donde no obtuve respuesta alguna a mi favor, ya que el niñato aquel se encargó de llevar testigos declarando lo que ya me habían dicho en la hacienda.

   Barro con todo lo que hay encima del escritorio dejando que caiga al suelo. Papeles, plumas, fotografías, absolutamente todo.

   Camino a la licorera y no me preocupo en agarrar un vaso. Destapo la botella de Jhonny Walker y la llevo a mi boca dejando que caiga por mi garganta un largo trago que me quema por dentro.

—¡Malditos! ¡Mil veces malditos!

   Grito sin importarme quien de la casa me escuche. A ese niñato lo tengo entre ceja y ceja, después de haberse atrevido a golpear a mi hijo en aquella fiesta del demonio donde Richard y yo quedamos en ridículo.

   Tomo otro trago que se derrama por la comisura de mi boca mojándome el saco. Me lo quito y lo lanzo con rabia contra el sillón.

—¡Está ofensa me la voy a cobrar James! ¡Tanto tú como el niñato ese pagarán por meterse conmigo!

   Vuelvo a gritar bebiendo el resto del líquido y estrello la botella contra la ventana que da al jardín. Alguien toca a la puerta desesperadamente y lo mando a irse.

—¡Lárguense! ¡Lárguense todos, no quiero a nadie hoy en la casa!

   Tomo otra botella de la licorera y me sabe a estiércol, la estrello contra el suelo haciendo que los vidrios se esparzan por todo el lugar.

   Siento mis venas arder con la furia desmedida que tengo que descargar.  Abro la puerta del despacho y encuentro todas las luces apagadas. Subo a la segunda planta y por las rendijas de las puertas veo oscuridad absoluta.

   Instintivamente me paro en la puerta de Juliet e intento abrirla, pero noto que le pasó llave.

«Maldita hija de perra». Voy a mi habitación y busco en el cajón el juego de llaves que siempre guardo.

   Meto la llave en la puerta y está no cede ante mi esfuerzo. Es ahí donde me doy cuenta que cambió la cerradura.

—¡Maldita, abre la puerta! —grito y empiezo a golpear con fuerza y forzando el pomo para que ceda, pero es inútil.

»Es mejor que abras la puerta Juliet, porque mañana estaré aquí y te haré pagar por el atrevimiento que tuviste por cambiar la llave.

   Golpeo con el puño cerrado hasta que la puerta comienza a abollarse.

—¡Abre, maldita sea!

   Sigo y sigo golpeando la puerta. No me importa quien me escuche. Estoy lleno de ira y si no abre ahora, será peor mañana para ella.

—Abre maldita sea —mi voz suena ronca luego de un rato después de tanto gritar, ya ni los golpes son fuertes en la puerta. Mi pecho comienza a doler y los ojos comienzan a escosearme.

   He perdido y no lo admito, no lo acepto.

—Juliet, abre —vuelvo a golpear la puerta cuando mi voz se quiebra. Me dejo caer de rodillas al suelo frente a la puerta.

  Estoy cansado, ya mi cuerpo no da para más. Me siento de espaldas a la puerta y cierro los ojos. Para cuando despierto estoy en mi cama con mi ropa de dormir puesta.

   Siento la cabeza estallar, pero no logro mantener los ojos mucho tiempo abiertos, así que me dejo llevar por el sueño unas horas más.

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   Juliet:

   Cuando escuché el estruendo en la primera planta me asusté muchísimo y junto al jardinero corrimos hacia el despacho para ver que sucedía. La voz de Thomas adentro me dio escalofríos por todo el cuerpo.

   Corri a la cocina y obligué a todo el mundo a irse a sus habitaciones y me encerré en la mía. Coloque una silla obstaculizando la entrada para evitar que él entrara si se atrevía a hacerlo.

   Pegue mi oído a la puerta para oírlo subir y mi piel se erizo al escuchar sus pasos del otro lado. Mi sangre se heló cuando se detuvo frente a mi puerta.

   Descanse la frente en la tabla de madera para calmar mi angustia cuando oí sus pasos seguir de largo, pero me aparté inmediatamente de la puerta cuando sentí que metió la llave e intentó girarla y la puerta no cedió.

   Los fuertes golpes en la puerta me pusieron alerta y con miedo llevé  mis manos a mi boca cubriéndola para que no escuchara mi respiración.

   Las lágrimas se derramaban por mi rostro y mi cuerpo se estremecía con cada golpe y con cada maldición que despedía por su boca.

   Luego los golpes fueron mermando su intensidad y la voz quebrada de Thomas me hizo un nudo en el estómago. No lo oía así desde que mi hermana Allison falleció. No me moví de mi lugar hasta después de un rato cuando los golpes cesaron.

   Con sumo cuidado, aparté la silla de la puerta y giré la llave para ver si se había ido, pero mi sorpresa fue mayor al abrir y el cuerpo de Thomas cayó dentro de mi habitación haciendo que soltara un grito.

   Cuando me di cuenta de que no despertaba. Corri escaleras abajo y salí con destino a la casa de los empleados para pedir la ayuda de uno de los hombres de servicio.

   Entre los dos lo cargamos y rogándole que no me dejara sola, le pedí que me ayudara a cambiarlo para acostarlo.

   Lo dejé tendido en la cama y volví a mi habitación a encerrarme.

   No se que me esperará mañana cuando lo encuentre, pero trataré en lo posible de mantenerme siempre acompañada de una de las mucamas.

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   Recuerden que este solo es un borrador y como tal puede tener errores ortográficos...

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