Capitulo 3.
Paul.
Estoy furioso y decepcionado, pero de mí mismo, tantas oportunidades que tuve para confesarle lo que siento por ella y todo se va a la basura por mi cobardía, le va a dar la oportunidad a ese recién llegado. «¡Aún no lo puedo creer!».
Llego a la plantación y comienzo a cortar las ramas de las uvas sin medir lo que hago. Abro los ojos al darme cuenta que la sangre corre por mi mano.
Suelto lo que traigo y me quito la camisa para cubrir la herida, mi padre me pone mala cara cuando se para frente a mí, me envuelve la herida con la tela y dice:
—¡Concéntrate en lo que estás haciendo! —me regaña—. Si no pones atención puedes perder una mano.
Tiene razón, debo ser más cuidadoso. Camino a la casa grande y entro por la cocina a buscar el kit para curarme la herida, allí está Anne dando no sé qué órdenes a una de las mujeres de servicio, paso de ella, tomo lo que necesito y me voy, sin dejar de sentir sus ojos sobre mí.
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Katherine.
Voy camino a la casa y veo salir por la parte de atrás a Paul con un vendaje en la mano, intento llamar su atención pero me ignora.
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Han pasado dos semanas desde la primera vez que Lord Richard vino a la hacienda, él ha venido casi todos los días a visitarme, charlamos y hasta mis padres lo han invitado a cenar una que otra noche. El mismo tiempo que lleva Paul sin hablarme.
Lo estoy esperando como todos los días siempre en el jardín, Anne se acerca muy entusiasmada. Sonrío a su lado y veo que tiene aferrado a su pecho un sobre el cual me intriga, la dejo suspirar de nuevo a mi lado y le pregunto:
— ¿A qué se deben tantos suspiros? —me ve sonriente y vuelve a suspirar.
—Me escribió —me dice para luego fruncirme el ceño y no entiendo el porqué.
—¡El chico de las cartas, me escribió! —caigo en cuenta entendiendo lo que me dice, le pido que me lea la carta y se niega.
La dejo sola suspirando en el jardín, Lord Richard acaba de llegar y me espera en el recibidor. Pasamos otra tarde juntos, sin embargo lo veo desanimado, su semblante no es el mismo de hace unos días, me preocupa, le pregunto si le sucede algo y afirma a mi pregunta, su respuesta me cae como un balde de agua fría, a pesar de que ya lo sabia desde hace unos dias no es algo que me guste que suceda, debe irse a Londres por unas cuantas semanas, tiene asuntos que resolver, me entristece saber que no lo veré por el tiempo que esté afuera, pero lo animo y me sonríe.
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Lleva casi un mes desde que Richard se fue, mi ánimo esta decaido, me hace falta su compañía, «¿me estaré enamorando?», pienso.
Salgo al pueblo para distraer mis pensamientos un rato, camino detrás de Anne y Phillip que van charlando amenamente, cuando una mano me toma del brazo por detrás, me sobresalto y volteo para saber quién me agarra.
—Hola —me dice un poco apenado.
—Hola Paul—le respondo esperando que diga algo más.
Se acerca un poco con las manos en su espalda, «algo esconde».
—Discúlpame, por ser tan grosero contigo —me dice entregándome el pequeño ramo de flores que escondía.
Lo veo y lo recibo no muy contenta que digamos bajo la mirada burlona de Philip y el ceño fruncido de mi hermana.
Caminamos un rato más, ahora los cuatro por las calles empedradas del pueblo, todos nos ven y bajan la cabeza en señal de saludo, a veces estos gestos me incomodan, a pesar de pertenecer a la realeza mi familia es muy sencilla y siempre que podemos evitamos esa clase de cosas tratando de vestirnos diferente para ir al pueblo, pero es inútil nuestros rostros nos delatan.
Llegamos a la casa, Paul me sonríe pero no imito el gesto, debo hablar con él, el que me haya obsequiado unas flores no quiere decir que estemos bien, solo que en el pueblo todos murmuran al más mínimo gesto y sé que por recibirle las flores ya se a formado un chisme.
Dejo que Anne se adelante con mi hermano y me quedo en el jardín, Paul se me acerca y se para delante de mí, ya sabe lo que quiero, me conoce desde niña y sabe que no voy a dejar el tema así nada más.
—¡Suéltalo! —me dice sin más.
Lo miro y no digo nada, sabe que estoy molesta por su actitud que no entiendo.
—Kate, vamos no me mires así —me pide—, sé que no debí decirte nada ese día pero es que me molestó el hecho de que le des una oportunidad a él, a ese recién llegado mientras que a mi...
Vuelve a quedarse callado, me molesta que haga eso, pero esta vez no me va a dejar con la intriga, lo tomo del brazo y lo obligo a que continúe hablando.
—¿Mientras que a ti que, Paul?, ¡vamos dilo de una vez! —lo enfrento y veo como traga saliva.
—¡Mientras que a mi no me la das! —me dice y quedo estática en mi lugar— Si Kate yo desde hace tiempo estoy enamorado de ti.
No puedo creer lo que oyen mis oídos. «¡Está enamorado de mí!», mi corazón se sobresalta, lo miro sorprendida y suelto el agarre que tenía sobre su brazo, «Jazmin tenía razón , ¿como no me di cuenta?».
Me giro dándole la espalda, en estos momentos no sé cómo reaccionar, su presencia siempre me a puesto nerviosa, pero no es de ese tipo de nervios que siente una mujer por un hombre al que le gusta.
Me gira para verme a la cara, ahora es él quien me tiene tomada de los brazos y me mira a los ojos cómo si buscara decifrar mi mirada.
—¡Kate, yo te amo! Desde hace años lo hago, pero nunca me atreví a decirte nada por cobarde y me encantaría aunque sé que no soy digno de ti, que me dieras una oportunidad.
Siento su mano sobre mi mejilla, no sé que decir en estos momentos, mi cerebro está en blanco, lo veo ladear la cabeza y me doy una cachetada mental para reaccionar. «Debo ser sincera ahora mismo».
—Paul —lo miro con ternura y sonrojada hasta las orejas—, yo te quiero mucho lo sabes y me halaga que me digas esas cosas, pero —quita su mano de mi mejilla— yo no siento lo mismo por ti... Lo siento.
Siento como me suelta el brazo y da un paso atrás, pero lo tomo de la mano para terminar de hablar.
—Se que tienes un efecto en mi, cada vez que te tengo cerca me pongo nerviosa, pero no es porqué te ame, siempre te he visto como un hermano más, al igual que Jazmin eres de mí familia también, lo sabes, crecimos juntos y te quiero.
—Pero no me amas —me dice con pesar intentando que lo suelte.
—No, tengo sentimientos hacia Richard y creo que esto es amor.
Me mira por largos segundos y toma mi mano.
—Bien, espero que él sienta lo mismo por tí y no te haga sufrir Kate.
—Paul, no quiero que esto nos distancie, me gusta estar contigo —él asiente— y me dolería mucho si cambias tu trato hacia mí.
Lleva mi mano a su boca y la besa mientras me sonríe.
—No cambiaré nada Kate —me suelta y lo veo irse, mientras yo me quedo ahí parada con su ramo de flores entre las manos.
—————————
Paul.
Estoy parado frente a Kate, sé que se queda atrás para que le diga las razones de mi enojo, la conozco desde niña, me deja en mi sitio cuando me pide que hable, odio que me mire como lo hace y le pido que no lo haga. Todo el valor necesario y decido hablar al fin, me molesta que a él sí le dé una oportunidad mientras que a mí...y no se porqué me quedo callado sin poder decir más.
Siento su brazo tomar el mío e insiste en que continúe, no va a sacar el dedo del renglón tan fácilmente, trago grueso para decirle lo que siento de una vez y lo suelto de golpe, le digo que estoy enamorado de ella.
Suelta mi brazo y se gira dándome la espalda, pero ya hablé y voy a continuar haciéndolo, esta vez sacaré todo lo que siento por ella, la giro colocándola de nuevo frente a mi, la agarro y la miro directamente a los ojos intentando descifrar su mirada
—Kate, yo te amo, desde hace años lo hago, pero nunca me atreví a decirte nada por cobarde y me encantaría aunque sé que no soy digno de tí que me dieras una oportunidad —le digo mientras rozo su mejilla.
Se queda callada breves instantes, tal vez asimilando mi confesión.
—Paul —me dice mientras me mira con el sonrojo en su rostro, algo que me encanta de ella—, yo te quiero mucho lo sabes y me halaga que me digas esas cosas, pero... Yo no siento lo mismo por ti, lo siento.
La suelto del todo sorprendido por sus palabras y doy un paso atrás, «no quiero seguir escuchando». Me toma de la mano para evitar que me vaya.
—Se que tienes un efecto en mi, cada vez que te tengo cerca me pongo nerviosa, pero no es porqué te ame, siempre te he visto como un hermano más, al igual que a Jazmin, eres de mí familia también lo sabes, crecimos juntos y te quiero.
—Pero no me amas —le digo con pesar intentando que me suelte, pero no lo hace.
—No, tengo sentimientos hacia Richard y creo que esto es amor.
La miro por largos segundos, todo se revuelve en mi cabeza y en mi pecho siento como algo se quiebra, tomo su mano resignado, la perdí y debo aceptar mi derrota.
—Bien, espero que él sienta lo mismo por tí y no te haga sufrir Kate.
—Paul, no quiero que esto nos distancie, me gusta estar contigo —asiento a lo que me dice— y me dolería mucho si cambias tu trato hacia mí.
Beso su mano mientras finjo una sonrisa.
—No cambiaré nada Kate —la suelto y me voy dejándola allí.
Soy un verdadero idiota, estoy decepcionado de mí mismo, tantas oportunidades que tuve para decirle y ahora, justo ahora que llega el recien llegado es que decido sincerarme para recibir el puñal del rechazo en mi pecho.
Voy a mi casa a darme un baño para irme a trabajar, aunque no tenga ánimos de nada tengo un deber que cumplir.
Me encamino hacia la plantación y me encuentro con Phillip quien por mi cara ya debe saber que me pasa, se para frente a mí y coloca su mano sobre mi hombro.
—Hoy no hay trabajo para nosotros —me dice mientras lo veo extrañado—. Vamos por unos tragos.
Lo acompaño a donde quiera que me lleva, salimos de la hacienda rumbo al pueblo, para el coche frente a uno de los bares al cual no entramos, nos sentamos a la mesa y una chica de piel tostada llega para atender nuestras órdenes.
—Una copa de brandy —pide mi amigo y hermano Phillip, siempre lo he considerado como tal y sé que él a mi también.
—Un vaso de ron —pido mientras la chica sonríe de lado viendo de mí hacia Philip.
—¿Pena de amores eh?—dice la chica y se va por nuestra orden.
Brindamos y pedimos un trago tras otro, ya mi mente comienza a nublarse. Philip se pone de pie tropezando con la silla para volver a casa y lo imito poniéndome de pie también, pero mal para mí porque estoy peor de ebrio que él.
Regresamos a casa dando tumbos de un lado a otro, cantando y diciendo una que otra broma. Pasaba de la medianoche cuando llegamos. Anne está parada en la entrada principal esperando a Phillip en camisón, la bata que trae encima no evita que logre ver partes de su cuerpo, cuando la brisa hace de las suyas pegando la tela a su torso y marcando sus pezones por el frío, trago grueso al notarlo y ella intenta cubrirse mejor cuando se da cuenta que la estoy viendo.
—¿Qué horas son estas de llegar a casa? —pregunta cruzada de brazos mirando a su hermano y a mí de vez en cuando con cara de pocos amigos.
Phillip la abraza, le dice algo al oído que no logro escuchar y entran después de que él se despide de mí. Voy caminando dando tumbos hasta mi casa, entro sin hacer ruido para no despertar a papá, llego a mi habitación y sin más me tiro a la cama sin saber en qué momento me quedo dormido.
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Phillip.
Estoy en el pueblo con mis hermanas, improviso este viaje para que Katherine se distraiga, la veo triste desde que ese chico se fue, la verdad, no me cae muy bien el tal Richard y mucho menos su padre.
Vamos caminando por las calles empedradas, ellas se entretienen en la vitrina de una de las tiendas, son cosas de mujeres así que decido mirar hacia otro lado, en eso veo a mi amigo y hermano Paul salir de una de las tantas florerías que hay, sonrío ya sé para quien son, «no sabia que tenia ese lado romántico», él me ve y me hace señas para que no diga nada, decido hacerme el que no ha visto nada.
Mis hermanas al fin dejan de ver la vitrina y me adelanto con Anne para que él tenga su oportunidad con mi hermanita, voy hablando con ella observando de reojo de vez en cuando a Katherine y sonrío de medio lado al ver a Paul que la toma del brazo.
—¿Este rancherito va a seguir insistiendo?, ¡jum! —susurra Anne a mi lado.
—Dejalo que haga su lucha, él es mejor partido que ese Richard —, le digo y me ve como si me hubiese salido un tercer brazo, me carcajeo a su lado y la abrazo—. Continuemos.
Llegamos a casa, entro junto a Anne. Katherine se quedó afuera, es testaruda no quitará el dedo hasta que él le diga el porqué de su molestia. Me acerco al ventanal del recibidor escondiéndome tras la cortina para no ser visto por ellos y Anne se une para observar.
Los vemos conversar y lo que me temía pasa, Katherine lo rechaza lo veo por sus gestos, me apena en verdad, Paul es mejor partido que el tal Richard, hay algo en él que no termina de convencerme. Anne sonríe a mi lado, nunca le ha caído bien mi amigo, le doy un suave empujón en el hombro, se queja, sonrío y me saca la lengua.
—Debo ir a trabajar —le digo dejándola sola mientras ella celebra el infortunio de mi amigo.
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Paso por la plantación a dar algunas órdenes, veo que Paul viene en camino para comenzar con su faena, trae mala cara y no es para menos, ser rechazado por la chica que uno ama duele, me acerco y pongo mi mano sobre su hombro.
—Hoy no hay trabajo para nosotros —le digo y me ve extrañado— Vamos por unos tragos.
Me acompaña arrastrando los pies, como si andara en modo automático, le ordeno al cochero detener el coche en una cantina de las muchas que hay en el pueblo, entramos buscamos una mesa y nos sentamos.
Se nos acerca una chica muy llamativa, tiene piel morena, su ropa deja poco a la imaginación, me entretengo un momento mirando sus pechos casi al descubierto, salgo del trance cuando carraspea a mi lado.
—¿Qué van a beber? —me pregunta con una sonrisa, le pido una copa de brandy.
Paul ordena un vaso de ron, la chica nos mira y sonríe de nuevo, deduce que venimos por penas de amores y se va para luego traernos nuestros tragos, brindamos y pedimos trago tras otro. Horas después me levanto de la silla y tropiezo con ella, Paul me imita y veo que está más ebrio que yo, pedimos un coche para ir de regreso a la hacienda y le digo que nos deje en la entrada.
Anne me espera en la entrada de la casa y comienza a regañarme, la abrazo y digo en su oido:
—Te amo, pero si sigues así de amargada, no te casarás nunca —me despido de Paul y entramos a la casa.
—¿Por qué llegas en este estado?, si papá o mamá llegan a verte sabes la que te espera —me reclama, intento pasar de ella pero tropiezo al subir las escaleras.
La escucho resoplar detrás de mí y siento como me toma del brazo para ayudarme a subir, vuelvo a tropezar y caigo haciendo ruido, la puerta de la habitación de Kate se abre sorprendiendose al vernos.
—¡No te quedes ahí parada, ayudame! —le susurra Anne dándole una orden.
Katherine se acerca y me toma del otro brazo para ayudarme a llegar a mi habitación, entramos y me echan a la cama intentando quitarme los zapatos y los pantalones, pero las detengo de golpe.
—Yo puedo solo —les digo.
No voy a permitir que me vean en ropa interior, me levanto de la cama y voy al baño, tardo un poco en cambiarme y lavarme la cara «estoy muy ebrio», salgo y ellas aún están aquí, ambas de brazos cruzados, me acuesto y en un momento me quedo dormido.
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Al día siguiente me levanto con un fuerte dolor de cabeza, voy al baño y tomo un baño de agua fría a ver si eso calma mi malestar, mejora pero continúo mal dispuesto.
Bajo al comedor a desayunar y mis padres me ven serios, esperan a que me siente y mi padre comienza a sermonearme por mi acción de ayer, recibo mi castigo justificado, soy un noble de alta alcurnia y no debo dar de que hablar al pueblo, pero no conforme con eso, mi padre castiga a mis hermanas por mi culpa, me siento mal por ellas, pero desde que éramos niños nos cubríamos unos a otros y ayer no fue la excepción.
Paul también recibió el mismo castigo, así que, nos toca trabajar bajo el sol ardiente esta semana.
Voy de nuevo a mi faena sin reclamar, me encuentro con Paul y comenzamos con nuestros deberes, yendo de aquí para allá con las carretas llenas de baldes con uvas, mi amigo se queda observando a un punto fijo y tengo que mover mis manos frente a su cara para que salga de su trance. Miro hacia donde dirige sus ojos y veo a mis hermanas entrar a una de las bodegas con ropa de limpieza, me apena mucho que hayan sido castigadas por cubrirme, pero me siento orgulloso de ellas al mismo tiempo, siempre nos hemos apoyado los tres en todo.
Paul ve a Katherine como si fuera la única mujer en el planeta, es una lástima que ella no lo haya escogido.
—Se ve hermosa aunque lleve esa ropa —me dice y sonrío al detallarla también.
—No vas a dejarle el camino libre al tal Richard tan fácil, ¿verdad? —le pregunto y voltea a mirarme.
—No, aún tengo oportunidad, no son novios y seguiré ahi esperando por ella, sé que le gusto así lo niegue, pero insistiré.
Me alegra que piense así que luche por lo que quiere y no se deje vencer de buenas a primeras. Lo abrazo de medio lado y continuamos con nuestro castigo viéndolas entrar para que cumplan el suyo.
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