Capítulo 23.

Richard.

   Llegó la tan esperada última celebración de la temporada. Las jóvenes doncellas con prometido están junto a ellos alrededor de todo el salón que está noche, luce su decoración en todo su esplendor. Tal parece que la reina en esta velada ha derrochado mucho dinero.

   Las jóvenes y no tan jóvenes aspirantes a encontrar un marido hacen su entrada desde lo más alto de las escaleras. Van nombrándolas una a una mientras yo espero impaciente escuchar un sólo nombre, el que me hace preguntarme una y mil veces qué hago aquí a poco tiempo de anunciar mi compromiso con su hermana.

   La veo con un vestido color vino que realza su blanca tez y sus labios tan provocativos, esta vez van de un color muy sutil. Desciende las escaleras con su sonrisa característica y no puedo dejar de verla.

   Empiezo a inquietarme cuando un hombre de unos treinta años se acerca a ella, toma su mano y la besa. Anne le sonríe y se deja llevar por él al centro de la pista de baile comenzando el primer vals.

    No le quito la vista de encima. Llevo la copa de champán que tengo en mi mano a mi boca tratando de tranquilizarme cuando él acerca su boca al oído de Anne para hablarle y ella le coquetea a este fulano.

   Bebo otra copa de un sólo trago y estiro mi mano para tomar la siguiente, pero recuerdo lo sucedido la última vez y desisto, no voy a cometer la misma estupidez dos veces.

   Espero que el vals acabe y me acerco para saludarla. Nota mi presencia y me ignora descaradamente. Quedo atónito ante ella cuando la veo irse y acercarse a un grupo de jóvenes con los que comienza a hablar amenamente dejándome en ridículo allí parado.

   Lo dejo pasar y juego con sus mismas fichas, me acerco a un grupo de jovencitas casamenteras y comienzo a escribir mi nombre en las tarjetas que traen atadas a sus muñecas. Miro de reojo y noto que me está viendo con los ojos entrecerrados, sonrío con disimulo porque acabo de lograr mi cometido y es hacer que me note.

—«Si tu puedes, yo puedo» —pienso.

   No me detengo a pensar en el error que estoy cometiendo al apuntar mi nombre en esas tarjetas ya que en menos de una semana y pocos días mi compromiso se formalizará, pero tengo el ego herido gracias a mi cuñada.

   Voy a la pista de baile con una de las doncellas, escogí la más voluptuosa, sus pechos sobresalen exageradamente de su  corsé, pero no dejan de ser provocativos. Cualquier hombre desearía perder el rostro dentro de este par de montículos.

   Anne se detiene junto a su acompañante a mi lado provocando la ira que vuelve a hacer estragos en mi pecho cuando la veo coquetearle al sujeto más viejo que ella.

   Baila con él muy a gusto y yo finjo hacer lo mismo con mi pareja. De vez en cuando nuestras miradas se encuentran y mi rabia crece cuando veo al vejete posar su mano más abajo de su cintura y ella lo permite «Quiero ser el único en posar las manos en ella». Doy un traspié en pleno baile y ofreciendo una disculpa salgo con mi acompañante de la pista.

—Lo lamento, creo que la champaña me ha caído un poco mal —le digo y la dejo amablemente junto a las demás damiselas salgo al jardín por un poco de aire para calmar mis ansias de partirle la cara al vejete.

   Escucho como indican el final de la música desde mi lugar imaginándome un sin fin de cosas que debe de estar haciendo la atrevida de mi cuñada y tomo una copa del primer mesonero que pasa a mi lado.

   Escucho pasos que vienen en mi dirección, pero no me molesto en girarme, en estos momentos lo que menos quiero es entablar alguna conversación con alguien.

—¿Contemplando la noche o calmando tu rabia? —dice la voz femenina detrás de mí y volteo al reconocerla.

—¿Qué haces aquí afuera? —pregunto molesto— Pensé que estabas muy a gusto con tu acompañante.

   Sonríe de medio lado como si disfrutara de lo que ha logrado hacer de mí. Un hombre que cela a su cuñada porque siente cosas por ella y la quiere para él, a pocos días de comprometerse con su hermana.

—¿Qué pretendes? —pregunto tomándola del brazo.

—Cuidado —advierte tomando mi mano aflojando el agarre que ejercía contra ella—, yo no soy mi hermanita que se deja lastimar por ti. Además, no entiendo tu actitud si te vas a comprometer con mi hermana.

—No puedes andar por ahí coqueteando con todo el que se te pare enfrente.

—¿Y porqué no? —pregunta acercándose a mi oído— Soy libre de hacer lo que me plazca, es más, esta noche vine en busca de un marido y Lord Benjamín tiene todo lo que busco en un hombre.

—¡Es muy mayor para ti! —alzo la voz molesto y ella se carcajea.

—¿Y quién es el hombre perfecto para mí?

   Me pregunta y quisiera decirle que soy yo, pero hice una promesa y no voy a retractarme. Le cumpliré a Katherine así me muera por Anne, con el tiempo estoy seguro que la sacaré de mi cabeza.

—Ves, no tienes respuesta, esta noche es mi última oportunidad para conseguir un marido, si no lo hallo pasaré a ser de las solteronas y eso jamás pasará. Así que si no tienes las agallas de hacer lo que en verdad deseas, déjame en paz.

   Se va junto a su chaperona y quedo peor que antes.

   La fiesta termina casi a media noche, las doncellas se han retirado y solo quedamos los caballeros solteros. A unos cuantos pasos de mí está el vejete que pretendió en toda la noche a Anne y claramente lo escucho decirle a sus compañeros que mi cuñada le había dado su permiso para cortejarla en su casa.

   Aparto a uno de sus acompañantes de mala manera haciendo que repita sus palabras. Este extrañado por mi actitud me mira desconfiado.

   Vuelvo a pedirle lo mismo y con un aire de grandeza en su voz que me llena de rabia confirma lo antes dicho.  Me retiro tomando un par de botellas que están sobre la mesa yéndome con ellas hasta la entrada principal, descorcho la primera y bebo casi la mitad de su contenido antes de subirme al coche.

   Voy camino a casa ebrio, con la ira a flor de piel y todo el alcohol que he bebido en mi sistema. Cierro los ojos recordando todo lo que hizo aquella descarada en la fiesta y aprieto las manos hasta dejar mis nudillos blancos alrededor de la segunda botella, bebo el resto del contenido, hasta la última gota y la tiro por la ventana hacia el camino sin importarme quien pueda verme.

—¡A la mansión Willson! —le ordeno al chofer quien da un giro indebido con el coche haciendo que salte de mi asiento.

   Desesperado llego a la casa donde vive y subo la pequeña escalinata dando traspiés. Golpeo la puerta una y otra vez sin parar hasta que abre una de las criadas con ropa de dormir y un pañuelo de tela envuelto en su cabello.

—¡Quiero ver a lady Anne! —ordeno alzando la voz.

——————————
   Eleanor.

Anne llegó hace aproximadamente una hora de la celebración con Camile. Esta última está conmigo en mi habitación dándome detalles de todo lo ocurrido está noche después de haber preparado a mi prima para dormir. 

   Me levanto con un sobresalto de mi cama al escuchar la voz de un hombre que proviene de la planta baja de la casa. Busco la bata que visto sobre mi camisón y salgo junto a Camile para ver de quién se trata.

   Mi sorpresa no podía ser mayor al ver a Richard ebrio parado en el recibidor. Con cautela me acerco a él y toco su hombro, este se sobresalta y me toma de los brazos. Me marea con el olor a alcohol que expide su boca invadiendo mis fosas nasales y comienza a balbucear.

—¿D... Dónde está Anne? Necesito...Verla

—Anne está en su habitación dormida —le digo calmada—. Deberías irte a casa y regresar mañana, estás no son horas de visita.

   Richard se niega a irse sin antes verla, lo noto desesperado, me cuenta lo que sucedió esta noche y abro los ojos con lo que me confiesa.

—Ella no puede casarse con ese hombre, yo... ¡Yo la quiero!

   Ebrio, desesperado al punto de confesar todo lo que siente, no podía salir mejor para mi plan.

   Hago llamar a la criada que me hizo el mandado hace unos días y le hablo al oído mientras envío a Camile por Anne.

—Ordénale que baje, este hombre no se irá de aquí sin antes verla y no queremos más escándalos por hoy.

   Richard se sienta recostando su cabeza hacia atrás, «no puedo dejar que se duerma».

—Mandé a preparar un té para que te baje la embriaguez, así como estás, no podrás hablar con Anne.

   Él asiente y entrecierra los ojos, lo muevo para que vuelva a abrirlos mientras ella aparece en mi campo de visión envuelta en una bata sencilla de dormir y aprovecho que Richard vuelve a cerrarlos para acercarme a ella y reclamarle.

—¡¿Qué haces vestida así?!

—¡Cómo qué hago vestida así, estaba en mi cama durmiendo!

—Sube inmediatamente y te pones un camisón más llamativo —le ordeno y esta se niega, la tomo del brazo ejerciendo fuerza—. Vas a hacer lo que te ordene si no quieres que tus padres se enteren del marinerete.

—¡No voy a hacer lo que me ordenas! —rebate la desgraciada.

—Haz lo que te digo, por tu bien si no quieres que el apellido de tus padres quede por el suelo.

   Camile le insiste a que haga caso a lo que pido, ella sabe lo que le conviene en estos momentos y Anne acepta sin volver a reclamar.

   Vuelvo al recibidor con Richard y en menos de diez minutos entra Anne con un camisón negro de encaje cubierta con la bata del mismo material. Es tan traslúcido que deja poco a la imaginación.

—¿Qué haces aquí a estás horas Richard?

   Él abre los ojos al escuchar su voz y se queda inmóvil al verla.

—Se amable con él —ordeno y acepta—, les traeré un té a ambos para que hablen, veo que tienen mucho que aclarar.

   Voy a la cocina por las tazas de té, envío a Camile a dormir, no quiero que presencie lo que haré para completar mi plan.

   La criada me entrega el pequeño frasco que mandé a preparar con las hierbas de hace unos días y vierto unas pocas gotas en las tazas junto a otras gotas para dormir.

—Dile a Jonás que esté atento, lo vamos a necesitar.

   Llevo las tazas al recibidor yo misma y finjo dejarlos solos ocultándome detrás del marco de la puerta que conecta con las escaleras. «Necesito oírlo todo».

————————
  Anne.

   Richard está frente a mi ebrio mirándome como un lobo observa a su presa antes de comérsela. No voy a negar que no me gusta que me mire así, porque si lo hace, así que lo provoco más apartando los brazos que tenía cruzados a mi pecho para que note mis senos cubiertos por el encaje negro. «Excelente elección Camile», pienso.

—¿A qué has venido Richard? Estás no son horas de visitar una casa decente.

—Lo lamento, pero tenía que verte, no puedo irme sin decirte esto.

   Abre la boca y me embriaga con el olor a alcohol que sale de su garganta, lo obligo a sentarse y a tomar el té, mientras yo tomo el mío.

   —¿Qué es lo que quieres decirme Richard? Habla ya

   Se lo piensa un poco antes de hablar, pero se sincera de una vez por todas, haciendo que mi pecho se hinche de gozo y de rabia al mismo tiempo.

—Anne no puedo ocultarlo más, yo... Yo te amo. Sí, lo hago desde hace algún tiempo y no quería darle rienda suelta a lo que siento por ti.

—¿Y qué piensas hacer ahora? —pregunto y comienzo a sentirme extraña—  ¿Romperás  tu compromiso o te vas a casar con mi hermana?

—No puedo romper el compromiso con ella —su frente comienza a cristalizarse por el sudor, toco la mía y está en el mismo estado.

—¿Qué pretendes con todo esto Richard?, no puedes casarte con ella amándome a mí.

   Empiezo a tener sensaciones extrañas en mi cuerpo, como si el calor se apoderara de mi ser, siento como se van endureciendo mis pezones.

—Le hice una promesa —balbucea y me lleno de rabia al escucharlo.

—¿Te vas a casar con mi hermana sin amarla? Entonces, tendré que buscar un marido para no ser la solterona y Lord Benjamín es un excelente partido. Es guapo, caballeroso —veo como comienza a endurecer la quijada—, aún es joven y fácilmente podría enamorarme de él.

   Se levanta de golpe y me toma de los brazos levantándome y poniéndome frente a él.

—¡No voy a permitir que otro hombre te toque! -- dice molesto y noto su pecho como sube y baja agitado al igual que el mío al sentir su toque.

—¡¿Y qué pretendes entonces, que me quede soltera?!

—Se mi amante —propone—, sé que es descabellado, pero podemos hacerlo, después de casarme, pediré a tus padres que vivas con nosotros y podemos vernos por las noches.

—¡No soy plato de segunda mesa! —intento zafarme de su agarre, pero no puedo— ¡¿Que te has creído que soy?! Si voy a ser la amante de alguien será la de mi esposo.

   Me abraza con rabia y siento lo endurecido de su miembro en mi vientre haciendo que mi entrepierna se humedezca acelerando el calor interno que tengo.

   Toma mi rostro entre sus manos y choca sus labios con los míos en un beso desaforado. Llevo mis brazos a su nuca sintiendo la necesidad de saborear nuestras lenguas en un vaivén fogoso.

   Lleva una mano a mi pecho apretando el pezón con fuerza, haciendo que un gemido salga de mi garganta lleno de deseo. Tomo su cabeza y llevo su boca a mi pecho para que muerda y chupe como un poseso. No se que me sucede, pero lo necesito como un ebrio al alcohol. Toco su entrepierna acariciándola por encima de la ropa.

   Me lleva contra la pared pegándome más a él y siento como mi humedad va corriendo por la parte interna de mis muslos «No se que me pasa».  Abro la boca buscando aire para llenar mis pulmones. En estos momentos no soy yo, no me importa el lugar en donde estoy y que en algún instante alguien pueda vernos.

   Richard baja una mano hacia mi entrepierna y echo la cabeza hacia atrás llenándome de sensaciones placenteras cuando logra tocar mi botón de nervios.

—Mira como te tengo y como me tienes —dice con la voz ronca, mientras me hace apretar más su miembro con mis manos.

   Me siento mareada y acalorada al mismo tiempo. De repente las luces se apagan y me quedo quieta intentando apartarlo de mi, pero lo que hace a continuación vuelve a nublar mi mente.

   Introduce un dedo en mi húmedo canal entrando y saliendo y jadeo ante el estímulo, llevo mis manos a la cremallera de su pantalón desabrochándolo y  sacando el miembro que acaricio de abajo hacía arriba haciendo que suelte un gruñido gutural.

   El temblor de mi cuerpo desencadena el primer orgasmo y necesito tenerlo dentro de mí. Lleva sus labios a mi cuello lamiendo y dando besos pequeños, para luego atacar mi boca de nuevo con euforia.

   Rodeo su cintura con mi pierna cuando introduce un segundo dedo e intensifico el movimiento sobre su miembro, el temblor invade mi cuerpo con la llegada de un segundo orgasmo y luego él llena mi mano con sus fluidos.

   Toma su miembro con una mano y lo acerca a mi canal, estoy tan desesperada de tenerlo dentro que no me importa nada más, cuando de repente, Richard se aparta de mí de golpe dejando un vacío helado por la falta de su contacto y lleva sus manos a la cabeza.

—Estoy mareado —me avisa mientras lo veo caer de lado sobre el sillón, preocupada voy a socorrerlo y mi cabeza comienza a atontarse también, haciendo que me siente a su lado tomando respiraciones largas.

   Mis ojos se van cerrando poco a poco y ya no tengo conciencia de mí.

————————
   Eleanor.

   Desde mi posición los escucho, alborotando mi ser de nuevo como aquella vez, pero debo ser precavida para que nadie los vea, apago las luces observándolos en plena libertad por el reflejo de la luna que entra por la ventana.

   Ambos parecen perros en celo, besándose y tocándose sin pudor alguno de que alguien pueda  verlos.

   Richard se aparta de Anne y me escondo para no ser vista por los amantes y cae sobre el sillón. ella corre a socorrerlo, pero los efectos del somnífero también hacen efecto en su sistema, haciendo que caiga junto a él.

—Llévalos arriba —le digo al hombre que ordené estar preparado. Primero lleva a Richard y lo acuesta sobre la cama destendida.

   Le quito la ropa deleitando mi vista con su cuerpo.

—Y pensar que de ahora en adelante te acostarás con este semental todas las noches gracias a mí, primita— digo quitándole la última prenda que lleva puesta.

    Lo cubro con las sábanas antes de que entre mi ayudante con mi prima y la acuesta junto a Richard.

—Déjanos solos y dile a Henrieta que suba.

   Desnudo a mi prima colocándola con algo de esfuerzo en una posición un poco indecorosa sobre Richard. Henrieta sube y demando que traiga lo que falta para que el acto quede perfecto. Se demora un par de minutos, pero unto lo que trae entre las sábanas, en mi prima y en él, dejando todo perfecto para mi venganza.

   Vuelvo a mi cama y  duermo toda la noche con la satisfacción de haber cumplido con mi cometido.

—————————
   Richard.

   Despierto y llevo las manos a mi cabeza, me duele tanto, que se me dificulta abrir los ojos.

   Siento un cuerpo descansando casi sobre el mío y lo toco. Su respiración es acompasada así que aún duerme. Vuelvo a quedarme dormido y no se cuanto tiempo pasa cuando abro los ojos poco a poco detallando el lugar donde estoy y no es mi habitación.

   Bajo un poco la vista para ver a la mujer que duerme conmigo y me aparto de golpe al darme cuenta de la persona que es, cayendo sentado en el suelo de la sorpresa notando en ese momento que estoy completamente desnudo. Me levanto con la cabeza martillándome y empiezo a despertar a Anne desesperado.

   Ella se mueve sobre la cama adormilada y abre los ojos asombrada al verme frente a ella, se incorpora y cubre su pecho al darse cuenta que está desnuda como yo.

—¡¿Qué pasó?! —pregunta preocupada y no tengo respuesta para ella.

   La puerta de la habitación se abre de golpe entrando Eleanor sorprendida de vernos. Tomo mi pantalón y me lo pongo cubriendo mi desnudez.

   Esta toma a Anne del brazo con fuerza haciéndola levantar y veo el rastro de sangre sobre la sábana que me aterra.

—¡Me puedes explicar qué pasó aquí Anne! ¡Te dije que hablaras con él para que se fuera, no que lo trajeras a tu cama!

   Anne la ve sin entender nada de la misma manera que estoy yo.

—¡Eres una perdida! —le grita y la abofetea frente a mí— ¡Es el novio de tu hermana!

   Levanta la mano para volver a golpearla, pero la detengo haciendo que Anne huya con la sábana envuelta en su cuerpo cruzando una puerta dentro de la habitación.

—¡Basta! —le grito.

—¡Te das cuenta de lo que sucedió aquí! —me grita arrancando la sábana manchada y la lanza a mi pies— ¡Has tomado la virginidad de tu cuñada a pocos días de tu compromiso!

   Mi cabeza da vueltas, las náuseas me invaden haciendo que tenga arcadas. Acabo de arruinarlo todo.

———————-
   Anne.

   Me encierro en el baño hecha un mar de lágrimas deslizándome por la puerta hasta el suelo con la mejilla adolorida de la bofetada.

—¿Cómo pudo suceder esto? —me pregunto una y mil veces tratando de recordar, pero en mi cerebro hay una nube que no me deja.

   Quito la sábana de mi cuerpo y noto la sangre seca entre mis piernas «¡No puede ser posible!» y ahí me doy cuenta de que todo fue una trampa.

—¡Maldita! —la rabia se apodera de mi cuerpo.

   Me doy un baño con agua fría, no puedo esperar que traigan la caliente para limpiarme.

   Me visto rápidamente y al salir de la habitación está todo en silencio. Pregunto a la primera criada que encuentro por Eleanor y me dice que no está, me encierro de nuevo barriendo con todo lo que está sobre la cama.

   Camile entra preocupada al ver el desastre y me apresuro a ella y la abofeteo con tanta fuerza que un hilo de sangre aparece en su labio inferior.

—¡¿Cómo permitiste que esto sucediera?!

   Le grito indignada, confiaba en ella y me traicionó de la manera más vil.

—Milady yo, no tuve nada que ver, después de que la dejé en el recibidor me enviaron a mi habitación, no podía quedarme.

—¡Maldita Eleanor! —grito con más fuerza mientras aprieto las sábanas entre mis dedos.

———————-
   Esperé un par de horas a que llegara la desgraciada, pero me quedé dormida sin darme cuenta. Camile toca mi puerta informando que ya Eleanor llegó y está almorzando en el comedor. Bajo rápidamente las escaleras y me detengo detrás de ella con la furia encendida. Me paro a su lado barriendo con todo lo que hay sobre la mesa tirándolo al suelo.

—¡Eres una mal nacida! —grito y ella sonríe limpiándose el rostro por el vino que la salpica— ¡Lo tenías todo planeado no es así!

—No sé de que me hablas —miente.

—¡Eres una hipócrita! ¡Lo planeaste todo, desde el té hasta la sangre en mi entrepierna!

—¡Richard te desfloró estúpida! ¡Eso es lo que sucede cuando un hombre te quita la virginidad!

—¡Eres despreciable! ¡Sabes bien que Richard no fue el primero en mi vida!

   Se levanta hecha una furia y me toma del brazo.

—¡Escúchame bien, niña estúpida! ¡Agradecida deberías estar conmigo porque acabo de conseguirte el mejor partido que podrías encontrar en tu vida!

—¡No, diré toda la verdad! —toma mi mentón con una de sus manos apretando fuertemente, la veo a los ojos y están oscuros de la rabia, tiemblo de pavor al ver que acerca su rostro al mio.

—¡Si te atreves a decir algo de lo sucedido, ten la plena seguridad de que abriré la boca y diré todo lo que sé! ¡Quedarás como una golfa y el apellido de tu padre estará en boca de todos! --amenaza— ¡Pondrás en peligro el puesto de tu padre en la cámara y nadie, absolutamente nadie querrá desposarse ni contigo ni con ninguno de tus hermanos!

   «Tiene razón».

—¿Eso es lo que quieres? ¿Arriesgarías todo lo que ha logrado tu padre por una pataleta tuya?

—No es ninguna pataleta, Richard ya había elegido a mi hermana.

—¡Te ama a ti estúpida! ¡¿Acaso no lo oíste decirlo anoche?!

—¡Aparte de hipócrita y traicionera, también oyes conversaciones ajenas! —le reclamo y me suelto de su agarre.

—Solo oigo lo que me importa y por tu bien y el de tu familia, será mejor que sigas mi plan.

—¡¿Si no lo hago qué?! ¡Negaré todo lo que puedas decir!

—¡Si he de venderle mi alma al diablo para lograr mi cometido lo haré y créeme que preferirás haberme hecho caso!

   Sale del comedor dejándome allí parada y recuesto mi cuerpo a la pared para tomar aire.

   Subo a mi habitación cerrando la puerta con llave. Camino de aquí para allá tratando de analizar todo lo sucedido, pero en el fondo soy consciente de que esto era lo que yo quería hacer desde un principio, pero a mi manera no a la suya.

—Debo salir de esta casa lo antes posible —me digo a mi misma.

   Abro la puerta y grito llamando a Camile quien en unos instantes está en la puerta.

—Prepara las maletas que nos vamos —ordeno.

—¿Nos vamos? —pregunta sin asimilar lo que le he dicho.

—Si, tú irás conmigo.

—Pero, aquí está mi familia, ¡No puedo dejarlos! —me dice preocupada.

—Vendrás conmigo y punto. Tienes una hora para despedirte de ellos, preparar tu cosas y venir a arreglar las mías.

—Como diga Milady —toma el pomo de la puerta cabizbaja y la detengo.

—Encuentra un coche que nos lleve esta misma noche a Kent. No quiero permanecer un día más aquí —asiente y se va sin decir nada más.

   Mañana por la mañana llegaré a Kent y ahí pensaré en algún plan que me beneficie.

—Maldita Eleanor, acaba de arruinar mi plan.

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