Capítulo 22.

—¿Qué está sucediendo aquí? —la voz de un hombre resuena a mi espalda logrando que el otro se detenga y se tense al instante.

Volteo por inercia, pero debo alzar mi rostro para poder verlo ya que es mucho más alto que yo. Noto en su mirada el enojo que carga bajo sus cejas castañas, mientras que el otro hombre mantiene su agarre en mi brazo.

—Milosh, hice una pregunta —se cruza de brazos dejando que note la musculatura que posee en sus antebrazos y pecho que a pesar de que este último está cubierto de vello castaño igual que su cabello y barba tupida no pasa desapercibido.

El hombre a mi lado titubea antes de hablar y va aflojando su agarre en mi brazo, mientras yo sigo expectante entre ambos.

—No puede estar aquí —dice el pelinegro—, son terrenos del clan y nadie puede entrar.

El castaño me ve detallandome de arriba a abajo y el niño toma mi mano.

—¿Qué buscas por estos lares?, este no es lugar para una "gachí" (mujer) como tú.

— La "manclayí" (princesa), viene a buscar a Kassandra —dice Ravi.

Veo al niño y le sonrío con dulzura. Vuelvo mi vista al hombre de cabello castaño y con un poco de temor le respondo.

—Vengo a hablar con Kassandra como dijo el niño —le hablo sin dejar de verlo a la cara para mostrarle que no me intimida aunque así sea—. Ayer me dijo ciertas cosas de mi futuro y quisiera que ella me las explicara.

—Ya le dije que los gitanos no hacemos espectáculos privados —vuelve a decir el pelinegro y el castaño aprieta el cruce de sus brazos.

—Y yo le dije que de aquí no me muevo sin antes hablar con ella.

Me paro firme ante los dos hombres que me sacan más de dos cabezas de altura sin dejarme intimidar, mientras que Sophy me pide al oído que nos retiremos, muevo la cabeza negándome a darles el gusto de irme hasta que el castaño habla dirigiéndose al niño.

—Llevala a la tienda y que sea breve —ordena—. Que no se diga que los gitanos tratamos mal a tu "manclayí" Ravi.

Ravi sonríe feliz llevándome de la mano apresuradamente, sin darme tiempo de agradecerle al castaño.

Nos detenemos frente a una tienda de tela azul oscuro que tiene una especie de cortina hecha de pequeños trozos de bambú dando a entender que es la puerta.

—Es aquí —dice Ravi antes de desaparecer entre la cortina.

Espero impaciente afuera junto a Sophy quien no se separa de mí llena de miedo al igual que yo. Vuelve a aparecer el niño con una sonrisa de oreja a oreja.

—Espera a Kassandra adentro.

Cruzo la cortina y mi nariz se inunda con el olor a inciensos, detallo todo lo que alcanzo a ver a simple vista: Velas por doquier, alfombras de colores en el suelo de tierra y decorando la tela que hace a la vez de pared. En el centro de la tienda hay una mesita de patas cortas que descansa sobre la alfombra del medio. Encima de esta un trozo de tela roja y una bola de cristal apoyada sobre una base de plata tallada a mano.

Hay algunos cojines de colores alrededor de la mesita que hacen la vez de asientos.

—Ponte cómoda "manclayí" —dice Ravi señalándome uno de los cojines frente a la mesita— Kassandra se está preparando.

Esperé solo un par de minutos cuando la veo aparecer con un vestido floreado, pañuelo atado a su cintura y otro cubriendo la coronilla de su melena negra suelta a su espalda, me ve y sonríe. Al verla todo el nerviosismo que sentí antes se incrementa.

—Sabía que vendrías —me dice muy segura.

—Quiero que me aclares lo que me dijiste ayer.

—Está bien, como quieras. ¿Pero estás muy segura de querer escucharlo todo? —me advierte y lo pienso por breves segundos.

—Habla de una vez. No tengo mucho tiempo.

—Bien.

Aparta la bola de cristal de la mesa y en esta coloca un manojo de cartas que trae envuelto en una tela de seda blanca. Enciende una vela y la pasa por encima de ellas murmurando algo para ella misma mientras cierra los ojos.

Estoy atenta a todos sus movimientos. Las manos me sudan de lo nerviosa que estoy.

—Debes colocar tu mano sobre las cartas y decir tú nombre —hago lo que me indica con la mano temblorosa y Kassandra sonríe. Divide las cartas en tres puñados y me dice— Tu pasado, presente y futuro ¿Cuál eliges?

Me interesa saber sobre mi presente y futuro, pero al final elijo el último señalando el mazo de cartas más alejado. Ella toma las barajas en sus manos, comienza a mezclarlas, las extiende sobre la mesa y las observa.

—El futuro es muy incierto, cualquier acción del presente puede cambiar esto —me advierte—, sin embargo, rara vez las cartas se equivocan. Las barajas pueden hablar sobre un futuro cercano o que sucederá dentro de muchas lunas.

—Entiendo —respondo atenta al movimiento de sus ojos sobre las cartas.

—Hay un matrimonio en puerta que te traerá muchas lágrimas.

—¿Lágrimas de felicidad cierto? —pregunto un poco nerviosa y ella niega con la cabeza.

—Una traición de alguien cercano volteara la suerte de muchos. La desgracia caerá sobre tu familia después del acontecimiento que se acerca.

—¿Qué desgracia? —le pregunto poniendo mis manos sobre la mesita.

—Malas decisiones tomarás, pero el destino se encargará de llevarte al camino correcto.

—¿Malas decisiones?, no entiendo nada —mi cabeza se llena de dudas al oírla.

Toma de nuevo el mazo de barajas para revolverlas y extenderlas otra vez, pero demora en hablar.

—Pasaran muchas lunas para que un hombre reaparezca en tu vida —dice mientras apunta la carta de un caballero montado en un caballo—. Cambiando tu destino.

—¿De qué hombre hablas?

—Las cartas no dicen nombres, en algunos casos pueden decir alguna inicial, pero hoy no quieren hablar de eso.

Coloca sobre la mesa siete cartas más.

—Nunca he visto unas cartas tan enmarañadas desde que aprendí a leerlas —me dice y vuelve a revolver el mazo—. Conocerás una mujer de cabello castaño, debes cuidarte de ella.

—¿Quién es?

—Te tiene celos, tendrás algo con lo que ella a soñado siempre. Ella traerá disputas y desconfianza. Debes hacerle frente a lo que se viene "gachi" (Mujer) —me advierte y vuelve a extender tres cartas más.

—Tienes un aura blanca y por eso las personas te envidian y quieren apagar tu luz.

—¿Mi luz? —«de que luz habla» me pregunto.

—Mmmm, no todo serán lágrimas —me dice con una media sonrisa—, veo cama de amor.

Vuelve a revolver las cartas y las extiende frunciendo el ceño.

Toma tres cartas del mazo y al poner la última aparta las manos de la mesa abriendo los ojos sorprendida mientras alza la mirada hacia mí.

—¡¿Qué pasa?! ¿Qué viste? —Me inquieto al ver la carta tan extraña que hay sobre la mesa, la figura de una persona envuelta en un manto negro con un cráneo entre sus manos— ¿Qué significa?

—Muerte —me espanto

—¿La muerte de quien?, ¿Mis padres? Vamos habla! —inquiero.

Toma el mazo entre sus manos nerviosa barajando las cartas y extiende cinco nada más sin decir una palabra. Coloca tres más y mantiene su posición.

—¿Qué pasa? —susurra para ella, pero logro escucharla— ¿Por qué no quieren hablar?

—No entiendo... ¿Qué ves? —pregunto mientras siento el corazón en mi garganta. Kassandra vuelve a tomar todas las cartas y las mezcla una vez más, para extender tres sobre la mesita.

—Resurgirá como el ave fénix para reclamar lo que es suyo —suelta de repente.

—No comprendo nada de lo que dices, por favor se más específica —le exijo.

—Te dije que nunca había visto unas cartas tan enmarañadas como estas. Tal parece que hablan en clave, no lo sé —dice algo confundida y extiende tres más, luego otras cuatro sin decir más. Quedo atenta a que diga algo, pero suelta de repente—. Se han quedado calladas, ya no quieren continuar.

—¡No! —me levanto de forma abrupta— ¡No puedes dejarme peor que antes! Necesito saber de quién hablaban.

—Lo lamento, pero no dicen nada más.

Toma todas las cartas, las coloca en su pañuelo y lo guarda en su bolsillo mientras mi cabeza está más confundida que antes.

—¡No puedes dejarme así, por favor, debes aclarar las cosas!

—No puedo decirte más, lo siento, hoy no fue el mejor día de ellas, es muy extraño que hablen en clave, pero me dieron un mensaje —me dice y se levanta del cojín—. Espera aquí por favor.

Desaparece entre la cortina de bambú y llevo mis manos a mi rostro cubriéndolo llena de frustración.

—¡No puede ser que vine por respuestas y ahora me voy con más dudas de las que llegué! —me digo mientras me encuentro sola en el lugar.

Kassandra llega después de unos minutos y coloca en mis manos un pequeño envoltorio.

—Es una protección —me indica—, debes llevarlo en tu ropa interior para que nadie lo vea y no hagan preguntas. Lamento mucho que las cartas no dijeran más.

Salgo del lugar con una gran frustración en mi mente. Me acerco a Sophy quien me espera cerca de la tienda y sin decir nada caminamos hasta llegar a la iglesia donde nos recibe Jazmin molesta, ella no paró de regañarnos todo el camino a casa luego de haberle contado lo sucedido.

El resto de la tarde la pasé en mi habitación hasta la hora de la cena. Mis padres estaban extrañados de verme tan callada, pero mis pensamientos estaban en aquello que me dijo la gitana. ¿Quien me traicionaría?, ¿Quien me haría derramar tantas lágrimas?

——————-

Pasa una semana desde que fui a ver a Kassandra y las palabras de aquella gitana persisten en mi mente. Algunas noches despierto a mitad de la madrugada con pesadillas donde una mujer vestida de negro con la cara cubierta me aparta de Richard cuando estamos en el altar frente al arzobispo que nos va a casar.

   El mismo sueño se ha repetido una y otra vez al punto de llevarme a una ansiedad constante. Mi madre dice que es a causa de la cercanía del compromiso, que a ella le sucedió algo parecido cuando se iba a comprometer con papá, sin embargo, en mi pecho siento como se siembra una impaciencia que no me deja tranquila y siento que esto no va a pasar hasta que vuelva a ver a Richard y saber que todo está bien.

——————-
Eleanor.

Ha pasado poco más de una semana desde que descubrí que la golfa de mi primita no sólo se ha acostado con el marinete, si no que también se atrevió a besar al novio de su hermana, esto me ha dado una gran idea para mi venganza en contra de Caroline quien va a sentir en carne propia el dolor que se siente que te arrebaten el amor de tu vida a través de su hija.

Esta mañana me encontré a Richard en el centro del pueblo y lo he invitado a tomar el té en la casa, así veré si mis sospechas son ciertas o me equivoco.

Todo está listo en el jardín para su llegada. Los bocadillos y el agua para el té están en la cocina a la espera de ser servidos. Un toque en la aldaba de la puerta principal comienza a alegrarme la tarde.

—Pensé que no vendría Milord —le dije alegremente apenas cruza la puerta de entrada en compañía del mayordomo—. Me alegra que haya decidido aceptar la invitación, un caballero con una agenda tan ocupada como usted.

—En realidad Milady, no podía rechazar una invitación de alguien perteneciente a mi futura familia.

Lo veo sonreír y no puedo evitar compararlo con su padre, tiene el mismo porte y seguridad que Thomas, a pesar de tener similitudes y el cabello igual al de la difunta, es a él a quien se parece.

—Pues entonces puedes venir cuantas veces quieras —le digo sonriente, deseando que mi plan salga a la perfección—. Y ya que vamos a ser familia, va siendo hora de que nos tuteemos, ¿No lo crees Richard?

—Por supuesto —responde.

Pasamos al jardín donde ya está todo servido, aprovecho que estamos solos y voy tanteando el terreno buscando conversación sobre mis primitas.

Habla de Katherine como si ella fuera la perfección andante, algo que me molesta porque entorpece mis planes, pero me atrevo a pisar en campo minado con lo que suelto a continuación.

—Veo que quieres mucho a Katherine por lo que dices, sin embargo, dudo que ese amor que le profesas sea tan sincero de tu parte.

—No entiendo a qué te refieres —me dice extrañado—, ¡Claro que la amo!

—¿Tanto la amas que besaste a su hermana? —le suelto mientras llevo la taza de té a mis labios— Lo sé todo, Anne me lo confesó hace unos días.

Le digo arriesgándome a que le vaya con el chisme.

—N... No se de que me hablas —titubea y noto que se mueve incómodo en su asiento.

—No hace falta que lo niegues, como ya te dije, ella me lo confesó hace unos días.

—Fue... Un accidente... Un impulso que no volverá a repetirse.

—¿Estás seguro? Por qué ella dijo todo lo contrario —intento sembrar la duda en él

—No entiendo.

—Pues... Ella me confesó que desearía sentir tus labios sobre los de ella de nuevo y no le importa que seas el novio de su hermana —miento.

—¡Pero si ella salió corriendo!

Me dijo sorprendido y luego calló al ver el error que cometió. Aprovecho para tomarle la mano para tranquilizarlo un poco y así llevar a cabo mi plan.

—Créeme que desea más de ti, o me vas a negar que tú también no lo deseas —lo miro fijamente para comenzar a provocarlo—. Vas a negarme que no mueres por besar sus labios carnosos otra vez, o más aún, tocar lo que esconde bajo su falda.

Se levanta de su asiento de golpe incómodo y sigo provocando sus ganas.

—¿Vas a negarme que no lo has pensado o imaginado alguna vez? Sentir la suavidad de su piel, rozar la humedad que puede llegar a correr por sus pliegues gracias a tu tacto.

Veo como cierra los ojos y aprovecho para acercarme para hablarle cerca del oído.

—¿Vas a decirme que no te has imaginado encima de ella haciéndola gemir y gritar tu nombre mientras la haces tuya?

—¡Basta! Esas no son conversaciones que debo tener con una dama —me dice ofendido, pero no quito el dedo del renglón.

—No veo el pudor si vamos a ser primos muy pronto, además somos adultos y estas conversaciones deberían ser más naturales—me defiendo—. Ya he hablado de esto con Anne y créeme cuando te digo que se sonroja al imaginarlo, ya hasta te ha soñado me confesó anoche.

—Y... Yo, amo a mi novia y me voy a casar con ella —se excusa tratando de convencerse a si mismo.

—Puedes querer a Katherine, pero no la amas, no la deseas como lo haces con su hermana. Mi primita menor es aún muy inocente, apuesto a que se ha escandalizado con una simple caricia de novios de tu parte.

No dice nada.

—¿Crees que una mujer tan mojigata cómo ella sabrá complacer a un hombre como tú? A leguas se ve que eres de esos que les gusta la rudeza a la hora de la intimidad y no la delicadeza, te aburrirás muy pronto de ella.

—¡¿Qué te hace pensar esas cosas de mí? ¡Ni siquiera me conoces! —suelta un poco molesto.

—Por qué conozco a los hombres como tú, ¿crees que no me enteré de lo sucedido en el aniversario del Duque de Edimburgo? Cómo trataste a tú novia, un caballero dulce y delicado jamás hubiese hecho eso.

Su frente se va cristalizando con el sudor.

—Estaba ebrio —suelta incómodo—, no era yo en mis cinco sentidos.

—No justifiques tu proceder culpando al alcohol, eso solo ayudo a que sacarás el verdadero yo que ocultas a los demás. Creeme cuando te digo que hombres así son los que le gustan a Anne.

—Cómo puedes decirme esas cosas si soy el novio de tu otra prima, ¡Ellas son hermanas! —alza la voz mientras que yo me mantengo serena.

—No te estoy obligando a que rompas el compromiso con ella

—No entiendo de qué me hablas

—Sólo te digo esto para que sepas en qué terreno vas a meterte, casándote con una y deseando a la otra. Lo que puedo aconsejarte es que hagas lo que tengas que hacer para demostrarte a ti mismo que es con Katherine con quien quieres vivir y padecer el resto de tu vida.

—No estoy entendiendo tu punto, se más específica.

—¡Sé sincero contigo mismo una vez en tu vida! —le digo.

—¡Katherine, es el amor de mi vida! —miente tratando se creerselo él mismo—, es dulce, amorosa, será una buena esposa, la madre perfecta para mis hijos.

—¿Y Anne? Vamos, a mi puedes decirme lo que en realidad sientes, no voy a decírselo a nadie —se lo piensa unos segundos y toma una gran bocanada de aire antes de responder.

—Anne, es el tipo de mujer que todo hombre desea tener en la cama, es atrevida, coqueta, pienso que sabrá complacer a un hombre cómo yo en la cama —sonrío ante su confesión—, el fuego que emana su cuerpo hace estragos en mí cada vez que la veo y tengo que hacer un enorme esfuerzo para mantener mi autocontrol. La he soñado tantas veces debajo y encima de mí que ya pienso que es real.

—Ves, asi debiste hablar de la mujer que supuestamente amas y no lo hiciste.

—Tengo que apagar estas ganas que siento —me confiesa al fin—, voy a casarme con Katherine, voy a mantener mi palabra, no voy a lastimarla ni exponerla a las habladurias de la nobleza.

—Está bien, si es lo que quieres no insistiré más, pero te aconsejo que hables con Anne y se despidan de una vez por todas, porqué lo que sientes por ella, ella tambien lo siente por ti.

—Lo sé y lo haré, cuando me case moldearé a Katherine a mi modo para que sea lo más complaciente posible.

Anne viene caminando por el pasillo a nuestro encuentro con uno de esos vestidos que dejan al descubierto gran parte de sus pechos. Me acerco sigilosamente a Richard quien la observa sin darse cuenta del mundo a su alrededor y le susurro al oído.

—Apuesto a que en estos momentos te ves prendido de sus senos como un poseso mientras ella tiembla debajo de ti, ¿no es cierto? —siento como se tensa— Es una lástima que no puedas apagar esas ganas que le tienes en estos momentos. ¿Ves ese vestido? Sólo se lo puso para provocarte —relame su labio inferior— ¿Todavía piensas que le eres indiferente?

Me alejo ante la cercanía de Anne para que no sospeche nada. Se saludan. Decido dejarlos solos luego de una corta charla donde Anne me ignora la mayoría del tiempo para ver su reacción y me escondo detrás de una de las columnas para verlos.

Richard sin más se abalanza contra ella y le da un beso desesperado que ella corresponde de la misma manera. Sonrío ante el triunfo de mi primer cometido. Voy a la cocina y busco a la empleada que se vende por cuatro monedas y le pido que haga un mandado por mí.

Esta acepta ir al mercado por las hierbas que necesito. Sólo queda esperar unos pocos días y todo estará hecho.

—————————-

Richard.

Ver caminar a Anne con ese vestido ceñido a su cintura donde sobresale su apetitoso busto me trastorna la cordura.

Las palabras de Eleanor retumban en mi cabeza mientras tomamos un poco de té. Ver sus labios maquillados de rojo carmesí, cómo saborea la taza con su lengua me da un cosquilleo electrizante.

Todo lo que dijo ella es cierto, cada palabra, cada frase es verdad. Katherine es la mujer perfecta para ser mi esposa, pero Anne es la amante que todo hombre desea tener.

Eleanor habla y habla por unos minutos que se me hacen eternos. Anne no la toma en cuenta y yo, sólo quiero besar y probar aquellos labios de nuevo.

Aprovecho que Eleanor nos ha dejado solos y me voy en contra de mi cuñada sin más y la beso desesperado, al principio la tomo por sorpresa y pone algo de resistencia, pero a medida que intensifico el beso cede y me corresponde con la misma intensidad.

Nos besamos olvidándonos del mundo a nuestro alrededor. No importa nadie más si no ella y yo. La pego contra de la pared y bajo mis labios a su cuello dando besos cortos que la hacen entreabrir los labios.

Llevo una de mis manos a su busto y aprieto con fuerza uno de sus pechos y me aparta.

—Esto no puede pasar Richard —me dice con el aliento agitado al igual que el mío—, vas a casarte con mi hermana.

—Me gustas Anne —soy sincero—, no sé cómo pasó, pero es algo que está sucediendo entre los dos y no podemos negarlo.

—¡Eres el novio de mi hermana! ¡Aquí no sucede nada! —alza la voz y luego se calla con temor a que alguien nos escuche— ¿Qué pretendes?

—No lo sé, sólo sé que me vuelves loco, pero no puedo dejar a tu hermana y  tampoco puedo estar separado de ti.

—¡¿Y qué pretendes entonces?! Falta menos de dos semanas y media para anunciar el compromiso.

—Lo sé y no quiero que llegue ese día —¿Qué diablos estoy diciendo?.

—Si no la amas déjala.

—Estoy confundido.

—Pues aclara tu confusión de una buena vez, porque no puedes andar por ahí besándome cuando te vas a casar con otra.

Se va molesta dejándome solo en el jardín con mil dudas en mi cabeza. Salgo de la casa sin despedirme de nadie. Llego a casa y entro a mi habitación lanzándome de espaldas contra la cama.

—Debo aclarar todo esto que me pasa antes de que sea tarde —me digo convencido de que no está bien lo que hago y siento.

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