Capítulo 14.
Anne.
Los besos de Dominic nublan mi mente y me hacen caer en una inconsciencia mental de la que no puedo ni quiero escapar. Me atrapan de tal manera que dejo de ser dueña de mi misma y acepto todo lo que él me ofrece en estos momentos.
Siento la dureza de su entrepierna en mi vientre cuando me tiene presionada contra la pared, eso hace que mi cuerpo comience a sentir cosas que nunca había sentido antes. Lo peor de todo es que deseo más que unos simples besos.
Mi respiración es agitada y mi corazón comienza a acelerarse al sentir como una de sus manos se introduce debajo de mi camisón de dormir. mi garganta emite un gemido cuando él toca mi entrepierna y me calla poniendo sus labios sobre los míos.
Subo una de mis piernas rodeando su cintura. Es como una necesidad el roce de su miembro en mí. Su boca baja a mi cuello, cuando con la otra mano desliza hacia un lado mi camisón.
Mis manos permanecen en su nuca y me enredo con ambas piernas a su cintura. Me lleva cargada a la cama y me deposita en ella suavemente. Estoy ansiosa de lo que quiera que vaya a suceder ahora.
Nuestras miradas se conectan mientras comienza a quitarse la camisa que trae dejando ver su torso desnudo con una fina capa de vello en él.
Dominic coloca sus rodillas una a cada lado de mi cuerpo y comienza a desatar el nudo de mi ropa de dormir dejando mis pechos expuestos a su vista. Su mirada se oscurece de deseo al verlos y los ataca con fiereza con su boca.
El calor que siente mi cuerpo en estos momentos es avasallante, es como si fuera consumida por el fuego de una hoguera sin sentir dolor alguno, mi garganta emite sonidos que vuelve a callar con sus besos. Logra quitarme la ropa dejándome desnuda e indefensa ante su mirada.
Se coloca sobre mí al mismo tiempo que abre mis piernas con las suyas, roza con su mano mi entrepierna y pierdo totalmente el poder sobre mi cuerpo dejándolo hacer conmigo lo que desee en este momento.
Se recuesta a mi lado acariciando y besando mi espalda delicadamente, mientras mi mente y mi cuerpo aún no acaban de asimilar lo que acaba de suceder.
———————
Dominic.
El deseo que tengo por esta mujer es más fuerte que yo mismo. Vine con un propósito y es hacerla mi mujer. Presiono varias veces mi miembro endurecido sobre su vientre. Mi respiración se acelera al igual que la de ella. Siento como si dentro de mi pecho tuviera una manada de caballos galopantes. Puede sonar loco, pero me enamoré de ella en el mismo instante que la vi la primera vez.
Subo su camisón con mi mano mientras voy acariciando su muslo, tiene la piel tersa sin rastro de vello. Acaricio su entrepierna y suelta un gemido desde su garganta. Debo callarla con mis labios si no quiero que alguien se dé cuenta que estoy aquí.
Enreda una de sus piernas a mi cintura y es señal de que quiere sentir más. Desnudo uno de sus hombros y voy dejando besos en los lugares expuestos sintiendo su piel en mis labios.
Va enredando sus piernas en mi y con sus brazos rodea mi cuello asegurándose de no caer. Camino con ella sobre mí y la acuesto suavemente en la cama, me quito la camisa mientras que sus ojos verde esmeralda no se apartan de mí.
Subo sobre ella apoyando las rodillas a cada lado de su cuerpo para no lastimarla y desato el nudo del camisón que lleva puesto, «mis ojos están muriendo por ver lo que hay debajo de la fina tela».
Fijo mi vista sobre sus voluptuosos pechos decorados por unos pezones rosados los cuales devoro sin piedad mientras los aprieto con mis manos.
Charlotte arquea su espalda y suelta un gemido que callo con mi boca. La beso y desciendo con mis labios su cuerpo hasta llegar a su vientre. La dejo completamente desnuda ante mis ojos, es una mujer muy hermosa y cualquier hombre en mi posición estaría completamente loco si no la poseyera en este preciso instante que está completamente expuesta ante mí.
Me quito el resto de la ropa que traigo puesta y una sonrisa se dibuja en mi rostro al ver que fija su mirada en mi miembro endurecido. Me coloco sobre ella y voy separando sus piernas con las mías, llevo mi mano a su entrepierna que siento húmeda por sus fluidos, voy acariciándola despacio mientras ella se mueve deseosa y gustosa de lo que hago.
Introduzco un dedo dentro de ella y siento los pequeños espasmos que la consumen, voy entrando y saliendo varias veces envolviendola en la locura del placer y el deseo. Lleva sus manos a mi espalda presionando con fuerza con sus dedos cuando se arquea de nuevo. La beso y con una mano llevo mi glande a su entrada inundado con el éxtasis de penetrarla de una sola vez, pero me contengo de hacerlo de golpe ya que soy su primer hombre y quién la hará mujer.
La penetro metiendo en ella la mitad de mi miembro de una sola estocada y veo como arruga el rostro, «está sintiendo dolor», pero no puedo detenerme, hago un último esfuerzo y ya estoy todo dentro de ella. Mi espalda comienza a arder gracias a que clava sus uñas en mí carne.
Voy entrando y saliendo de su canal, al mismo tiempo que nos besamos como dos hambrientos, nuestras lenguas batallan una contra la otra para ver quien lleva el control mientras voy moviéndome con más fuerza dentro de ella. Gruño y me enciendo más al escucharla gemir el nombre con el que me conoció en casa de su amiga.
Siento como su interior se aprieta alrededor de mi miembro cuando su cuerpo llega al éxtasis liberando un intenso orgasmo. Doy unas estocadas más para llegar al clímax que me hace eyacular y derrumbarme a su lado.
La atraigo hacia mí para abrazar su cuerpo desnudo y bañado en sudor como el mío mientras tomamos largas respiraciones para controlar el ritmo de nuestros latidos.
—Me iré antes del amanecer —le digo dejando suaves besos en su espalda y poco a poco siento cómo se regula su respiración hasta que se queda profundamente dormida a mi lado.
——————
Ya casi amanece, los primeros rayos solares ya apuntan en el cielo. Me levanto y tomo mi ropa para vestirme mientras la veo ahí dormida como un ángel sobre las sábanas, «quién diría que semejante dama es puro fuego intenso por dentro», me digo y sonrío de mi mismo.
Con mucho cuidado de no despertarla le visto el torso con su camisón. Deposito un suave beso en sus carnosos labios y con toda mi fuerza de voluntad abro el ventanal y desciendo de nuevo por donde me trepé la noche anterior, escondiéndome como un ladrón tras los árboles y arbustos para no ser visto por nadie.
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Anne.
Los rayos del sol me dan en la cara y no quiero levantarme a abrirle la puerta a Camile que ya toca para que le permita entrar. Estoy cansada y mi cuerpo adolorido, pareciera que hubiesen caído sobre mí varios sacos de arena de un solo golpe.
Toco el lado de mi cama donde estaba Dominic sin abrir los ojos, para asegurarme que se haya ido, respiro al no sentirlo, «se fue antes del amanecer para no ser descubierto», recuerdo y con él mis fuerzas para levantarme. Camino hacia la puerta arrastrando los pies y quito el cerrojo.
—Buenos días Milady.
—Pasa —le digo, no tengo ánimos de aguantarla hoy.
—Voy a preparar su baño, debe apresurarse, su hermana se irá dentro de pocas horas.
Me dirijo al baño luego de que ella alista la bañera y me quito el camisón de dormir, «debió ser Dominic quien me vistió, no recuerdo haberlo hecho» pienso.
Me veo en el espejo antes de entrar al agua y me espanto al ver las marcas en mi cuello y pechos. «¿Cómo voy a cubrir esto?» mi mente comienza a pensar en la forma de tapar estas marcas.
Doy un salto al escuchar la voz de Camile del otro lado de la puerta:
—Milady, debo ir por sábanas limpias y por sus compresas.
—¿Compresas? —Pregunto en voz baja, tomo el albornoz del baño y me cubro para salir— ¿Compresas para qué? —Abro los ojos con temor al ver entre sus manos las sábanas manchadas de sangre por la pérdida de mi doncellez.
—Las pondré en agua caliente para quitar la mancha y vuelvo enseguida —dice y la detengo del brazo.
—¡Que nadie las vea! —Le ordeno y ella asiente con la cabeza antes de salir de la habitación.
Vuelvo al baño y me desnudo entrando al agua, cierro mis ojos al mismo tiempo que comienzo a recordar la locura que hice y regañandome por mi estupidez.
—¡¿Cómo pude perder así la cabeza?! —Me reclamo— ¡¿Ahora qué haré, quién querrá casarse conmigo?!
Termino de bañarme y voy por un vestido que cubra mi cuello por completo. Me arreglo y bajo al comedor para tomar el desayuno junto a Katherine, Eleanor y tía Gertrude que hoy tiene mejor semblante que el día de ayer.
Comemos y ya es hora de despedirme de mi hermanita. Para ella las despedidas son dolorosas, suele llorar aún cuando se despide de la servidumbre, tiene un corazón muy débil, no debería ser tan amable con quien nos sirve, para eso se les paga, no es como si lo hicieran por gusto.
La veo irse en el coche junto a Sophy, mientras yo me quedo aquí para el resto de la temporada. Subo a mi habitación caminando de aquí para allá:
—Debo hacer algo para solucionar esto y evitar males mayores —me digo mientras doy pasos angustiada.
Llamo a Camile y le pido que cierre la puerta.
—¿Sabes de alguna curandera por aquí cerca? —Pregunto.
—¿Para qué la necesita Milady?
—¡No es de tú incumbencia! —La reprendo— ¿Sabes o no de alguna?
—Conozco una, pero está un poco lejos.
—Llevame con ella.
—Pero es una zona poco decente Milady.
—¡No me importa! —Le grito—, ¡Quiero que me lleves allá y tráeme algo de tu ropa para cambiarme... Que esté limpia.
—Sí Milady.
Al rato regresa con lo que le pedí, voy al cuarto de la tía Gertrude y la convenzo de dejarme salir un rato, tomo como excusa la ausencia de mi hermana.
Me cambio y con mucho cuidado de no ser vista por nadie de la casa vestida con estos harapos salgo con Camile.
————
Llegamos al lugar donde vive la curandera, es un barrio de baja categoría. No miento al decir que tengo cierto temor de estar aquí y ser reconocida por alguien, pero el fin justifica los medios. Caminamos aproximadamente unos cinco minutos más, cuando Camile se detiene en una casa muy deteriorada. Sus paredes tienen partes en donde ya se nota el paso del tiempo.
—Aquí es Milady —me dice.
—¿Estás segura?
—Si —me acerco a la puerta un poco asustada— ¿Quiere que entre con usted? —Me pregunta y la miro con mala cara.
—¡No! Yo entro sola.
Toco la puerta un par de veces y espero que alguien abra. Una mujer entrada en años es quién se asoma.
—¿Quién eres y qué quieres? —Me pregunta.
—Necesito de sus servicios —me mira de arriba abajo y hace un gesto con la cara que no logro descifrar.
—¿Tienes dinero para pagarme? —Le muestro un saco de dinero que tengo en mi bolsa.
—¡Si! —La anciana abre los ojos apenas nota las monedas.
—¡Pasen!
—¡No!.. Ella se queda afuera.
—Cómo quieras.
Cierra la puerta detrás de mí y se sienta en un sillón viejo y roído. Veo todo a mi alrededor con cara de asco.
—¿A ver niña rica, que necesitas de mí?
—Eh... Tengo una amiga que ya tiene tres hijos —miento— y ya no desea tener más... ¿Tendrá alguna hierba o remedio que pueda darle?!
La anciana me mira analizándome y me pongo más nerviosa:
—¿Y porqué no vino tu amiga? —Me pregunta.
Dudo un poco en hablar, pero lo hago:
—No quiere que su marido se entere.
Ella se levanta de su asiento y camina hacia un armario donde tiene varias botellas y hierbas. Trae un manojo de ellas en su mano y luego toma un par de frascos, uno lleno de algún líquido y otro vacío.
—Debes poner a hervir las hierbas y luego le colocas tres gotas de esto... la medida que debes tomar cada vez que folles es la de este pequeño frasco.
—Pero esto no es para mí.
—Y yo soy familia del rey...Niña soy anciana, no estupida.
Mi cara se enrojece de la vergüenza al ser descubierta. Tomo todo lo que me da la anciana y le doy la bolsa con las monedas, abro la puerta para irme y me detiene diciendome:
—Debes tomarlo hasta dos días de haber follado, de lo contrarío, el brebaje no tendrá efecto alguno.
Cierro la puerta detrás de mí y regresamos a casa, subo a mi habitación y escondo en el armario todo lo que me dio aquella anciana asquerosa.
—Necesito que hagas algo por mi en la noche Camile.
—Lo que usted diga Milady.
—Cuando todos estén durmiendo, vienes aquí, tengo que darte algo.
Asiente con la cabeza y se va dejándome sola.
—Debo beberme eso hoy, no quiero arriesgarme a quedar en cinta de Dominic y tirar por la borda todo por lo que he luchado.
——————-
Cae la noche, ya todo el mundo se ha ido a dormir. Espero impaciente que aparezca Camile en mi habitación confirmando que no hay nadie dando vueltas.
Camino de un lado a otro viendo el paso de los minutos en el reloj que tengo en la pared. Dos toques en mi puerta me ponen alerta.
—Pasa.
—Ya todos están en sus habitaciones Milady y las luces apagadas —me confirma.
—Bien —camino al ropero y saco la bolsa con las cosas que me dio la anciana, le doy las instrucciones de cómo lo debe preparar y se retira.
Espero alrededor de una hora cuando vuelve a tocar y entra con el pequeño frasco y el brebaje dentro de él.
— Aquí tiene Milady... He de informarle que el resto de las hierbas y el otro frasco lo guardé en mi habitación.
—Está bien... Dámelo y ya puedes retirarte a dormir —me entrega el frasco y lo guardo en el baño, no quiero que sepa que es para mí.
—Estoy a sus ordenes Milady, puede confiar en mí para lo que sea, soy una tumba al guardar secretos.
—¡No digas estupideces! —Le reclamo— ¡Esto no es para mí!
—Cómo usted diga Milady, que pase buena noche.
Cierro la puerta luego que se retira y corro al baño en busca del frasco, lo abro y lo llevo a mi boca bebiendo todo el contenido. Sabe amargo, pero no me importa, solo espero que sea efectivo.
————————
Katherine.
Llego a Kent con la espalda adolorida, bajo del coche y en la entrada me esperan mis padres, corro hacia ellos dándoles un fuerte abrazo.
Les cuento todo lo sucedido en estas semanas. Mi padre se molesta al enterarse de la bofetada que me dio la tía abuela, sin embargo logro calmarlo.
Presento a Sophy con los empleados de la casa dejándola con ellos en la cocina para que pueda habituarse lo más pronto posible. Subo a mi habitación y está todo exactamente como lo dejé a excepcion del jarrón con flores que esta en la mesa de mi balcón.
—Las cambio cada tres dias —dice alguien a mi espalda y volteo al reconocer la voz de mi amiga.
—¡Jazmin! ¡Te he extrañado tanto! —le digo mientras la abrazo.
—Lo sé, yo también a ti... —Se sienta sobre mi cama y palmea para que me siente a su lado— A ver, soy todo oídos.
Le cuento todo desde que llegué a Londres, hasta el enfrentamiento contra la policía, ella por su parte agranda los ojos sorprendida.
—Sí que sucedieron cosas.
—Así es.
Pasamos el resto de la tarde en mi habitación poniéndonos al día, hasta la hora de la cena, bajamos al comedor donde nos esperan papá y mamá. Sophy ayuda a Josephine a servir la cena.
—¿Cuándo regresarán Phillip y Paul? —Pregunto.
—Estarán fuera un poco más de un mes cariño —dice mi madre.
Luego de la cena regreso a mi habitación, me cambio y me acuesto cerrando los ojos inmediatamente apenas mi cuerpo toca el colchón. A mi mente regresa la imagen de aquel caballero que ayudé en la calle, su rostro de mandíbula marcada, su nariz perfilada, lo carnoso de sus labios y esos ojos azules como el mar profundo. Hermoso y al mismo tiempo misterioso.
Abro los ojos al darme cuenta de las tonterías que comienza a pensar mi mente y me regaño a mi misma:
—¡Deja de estar pensando tanta tontería! —Me digo a mi misma en voz baja y me volteo abrazando mi almohada, trayendo a mi memoria el rostro de mi amado. Sonrío emocionada porque ya falta menos para nuestro compromiso. Voy cerrando lentamente los ojos hasta quedarme dormida.
—————
Anne.
Ha pasado una semana desde que Katherine regresó a Kent, no he podido salir de esta casa, me siento encerrada, ahogada, presa, como si estuviera pagando alguna condena.
Afortunadamente hoy en la noche es la siguiente celebración y podré ver más rostros que los que veo a diario aquí. La salud de la tía abuela ha mejorado un poco, hace un par de días que sale a caminar por el jardín.
—Milady ha llegado el vestido que se pondrá esta noche —me avisa Camile.
Abre la inmensa caja blanca y saca el precioso vestido vinotinto con incrustaciones de diamantes en la parte que cubre el torso. Camile coloca el vestido fuera del armario para evitar que se arrugue y me entrega una caja mucho más pequeña.
—Esto lo envía su madre —tomo la caja de sus manos y al abrirla me maravillo con lo que hay en su interior.
Me detengo frente al espejo y coloco la pequeña tiara de diamantes sobre mi cabeza.
—Es la que usó mi madre el día de su compromiso con mi padre.
—Así es —dice una voz detrás de mí.
—¡Tia abuela, es preciosa! —Le digo aún maravillada por tal joya.
—Espero que hoy si encuentres a ese príncipe que tanto anhelas Anne —dice mientras apoya sus manos sobre mis hombros.
—Seguramente.
————————
La noche llega y estoy en la cima de las escaleras del palacete esperando a ser nombrada por el mayordomo:
—¡Lady Anne Charlotte Kensington Willson!
El mayordomo termina de nombrarme y dibujo mi mejor sonrisa para bajar las escaleras. A lo lejos puedo divisar a Richard quien tiene fruncido el entrecejo al ver que no nombran a mi hermanita.
Abren la velada las damas que en el primer encuentro consiguieron pareja. La melodía inunda el lugar haciendo que los comensales dancen al compás de la música. Giros, cambios de manos y pequeños saltos en sincronía hacen que sea un deleite para la vista sus movimientos.
Esperamos sentadas mientras la melodía culmina, los caballeros solteros permanecen del otro lado de la pista observándonos. La música vuelve a sonar y los pretendientes comienzan a acercarse extendiendo sus manos para invitarnos a la pista de baile.
Un hombre guapo, poco mayor que yo me invita a bailar con él, acepto no sin antes darme cuenta de que ya las otras damas tienen pareja. Nos detenemos en el centro de la pista formando un círculo y comenzamos a bailar.
Giramos y danzamos de un lado a otro acompasados. Mi compañero de baile es un poco tosco al moverse, de vez en cuando se disculpa conmigo por los pisotones que me da, disimulo una sonrisa forzada para no incomodarlo. Por fortuna la coreografía nos obliga a realizar un cambio de pareja la cual agradezco.
Giro mi cuerpo encontrándome de frente con Richard y sonrío. Pongo mi mano sobre la suya bailando al compás de la música.
—¿Dónde está su hermana Milady? —Me pregunta, parece preocupado.
—¿No te lo dijo?.. Regresó a Kent hace días. Hace el amago de detenerse y lo obligo a continuar bailando conmigo.
—¡Por supuesto que no! —disimula su enojo, pero lo siento en su voz.
Me alza en sus brazos dejándome de nuevo frente a él según indica la coreografía.
—Tal parece que a mi hermanita no le importas tanto como ella a ti —le digo y vuelve a amenazar con dejarme allí parada— ¡Ni se te ocurra dejarme aquí ! —Lo amenazo.
Terminamos el baile y no supe de él hasta que logró salvarme de una situación muy incómoda con un Lord ebrio.
———————
Richard.
Escuchar de boca de su hermana que Katherine había vuelto a Kent me descolocó, por un momento intenté dejarla sola ahí parada e irme, pero sería descortés de mi parte hacer semejante falta.
Terminé el baile con ella y fui por un par de tragos para pasar el momento amargo de la noticia sin perderla de vista, hoy se ve realmente hermosa, sus voluptuosos senos son mayores que los de mi novia quien tiene los tiene un poco más pequeños, pero no dejan de ser apetecibles.
Pasada la mitad de la velada, veo como un caballero en edad madura se acerca a Anne y la invita a bailar, ella acepta imagino que por simple cortesía por la cara que pone.
Observo desde mi lugar el atropellado baile que tienen ellos dos mientras que la concurrencia comienza a murmurar con burla en contra de la pareja. Tomo el resto del trago que tengo en mi mano y decido intervenir al ver la mano de aquel vejete exceder los límites de la decencia.
—Si me disculpa Milord, ¿me concedería bailar con la dama? —Le digo y acepta a pesar de que tuve que insistirle un par de veces, rodeo la cintura de mi cuñada y suspira de alivio.
—Gracias, no me di cuenta de que estaba un poco ebrio.
—¿Un poco? Parece que lleva la licorera encima —me burlo haciéndola reir de mi mal chiste.
—Necesito contarte lo que sucedió con Katherine, pero no aquí —susurra para que nadie la escuche— ven a la medianoche a la casa, escóndete por los árboles, yo bajaré apenas apaguen todas las luces.
——————
Anne.
Richard asiente con la cabeza ante mi propuesta y lo dejo allí para no levantar sospechas. Camino en dirección opuesta a él encontrándome con los ojos analíticos de la tía abuela, me acerco a ella como si no sucediera nada y me siento a su lado.
—¿Qué hablabas con el novio de tú hermana? —Ella comienza a interrogarme.
—Nada, sólo preguntaba por Katherine.
—¿Y qué le dijiste?
—Nada, no es de mi incumbencia, es ella quien debe decirle algo a él, no yo —miento y comienzo a ponerme nerviosa porque no aparta los ojos de mi.
—————-
Llegamos a casa un poco más de las diez de la noche, finjo estar cansada y subo a mi habitación con Camile.
Han pasado ya dos celebraciones de la temporada y aún no he conseguido un pretendiente que valga la pena, si no encuentro algo en la próxima fiesta pasaré a ser una de las doncellas menos agraciadas y el año próximo estaré entre las solteronas de la nobleza.
—Busca el camisón más provocador que tengo —le ordeno a Camile.
Ella comienza a buscar entre mis ropas y trae consigo uno de seda negra con encajes en el busto. Penny me la obsequió el día de mi cumpleaños, pero hasta hoy no había tenido la oportunidad de vestirlo.
—¡Bien!.. Déjalo sobre la cama y prepárame el baño.
—¿A esta hora Milady?
—¡Si, a esta hora y apresúrate, quiero el agua perfumada!
—————————
Camino de un lado a otro en mi habitación mirando el reloj una y otra vez. La hora no pasa y me entra la desesperación.
—Hará un agujero en el piso —dice Camile sin ningún tipo de respeto hacia mí.
—¡Eres una insolente! ¡Cómo osas dirigirte a mí de esa manera! —La reprendo.
—Disculpe Milady, no volverá a pasar.
El reloj de la pared marca la medianoche y mi corazón comienza a acelerarse, le ordeno a Camile que esté atenta en la ventana a cualquier movimiento en el jardín y obedece.
Pasados cinco minutos, llega ante mí y me da la noticia que esperaba.
—Milady, hay un caballero afuera entre los árboles —me peino con premura y me doy un toque con mi perfume.
—Baja y revisa que todo esté en silencio y las luces apagadas y vuelves a avisarme.
Espero unos minutos ansiosa, cuando la veo entrar a mi habitación.
—Todos están en sus habitaciones Milady, deje la puerta de la cocina entreabierta para que pueda salir sin problema —me dice y sonrío.
Bajo en silencio las escaleras, salgo por la puerta de la cocina encontrándome a Richard entre los árboles con la misma ropa que llevaba en el baile.
—Milady —me saluda haciendo un ademán.
—Richard, te dije que sin nada de formalismos.
—Lo lamento, es la costumbre. ¿Y bien, qué sucedió con Katherine?
—Lo lamento tanto, ella decidió irse la noche antes de que vinieras a visitarla —sus ojos me ven perplejo ante la noticia.
—¿La noche antes?.. Pero ella no me dijo nada —habla confundido.
—Lo sé, fueron órdenes de la reina, que no te comentara nada —le cuento todo cuanto sé y veo en su rostro un dejo de tristeza—. Eso fue todo lo que sucedió, ahora debes continuar asistiendo a las celebraciones y fiestas de té para no levantar sospechas por los momentos.
—Está bien, así lo haré por un par de semanas más, luego regresaré a Kent para agilizar lo de nuestro compromiso y fijar fecha para la boda.
—¿Boda, tan pronto? —Pregunto y por descuido el albornoz que llevo sobre el camisón, resbala por uno de mis hombros dejando al descubierto el encaje sobre mi pecho.
Sus ojos se desvían hacia el bordado que no deja mucho a la imaginación y veo como mueve su manzana de Adan. Sonrío internamente alcanzando el objetivo de esta velada.
—¡Oh, mil perdones, cuanto lo siento! —Le digo, fingiendo vergüenza, mientras me acomodo de nuevo el albornoz de seda.
—No, no tienes que pedir disculpas, yo... Yo no vi nada —dice y luego voltea apartando la vista de mi avergonzado—. Será mejor que me vaya, antes de que alguien nos vea y mal interprete todo.
—¡Por favor Richard, ni una palabra de esta conversación a nadie, ni siquiera con mi hermana!
—Tienes mi palabra, este encuentro nunca pasó.
Me hace un ademán y se retira dejándome satisfecha.
—Lo siento hermanita, pero si no logro conseguir un pretendiente de mi altura en la próxima fiesta, deberé tomar medidas desesperadas —me digo y vuelvo a entrar a la casa.
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