Capítulo 12.
*ADVERTENCIA*
Capitulo +18. Si no te gusta leer escenas de sexo, te invito a saltarte el capítulo y esperar el próximo.
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Katherine:
Salí corriendo después de que Richard me besó, me tomaron por sorpresa las sensaciones que sentí cuando con su mano rozó mi muslo sobre mi bata, fue como si algo se apoderara de mi cuerpo y un calor fugaz corrió dentro de mí.
Entro a mi habitación con la respiración agitada. Sus besos son tan cálidos. Toco mis labios que aún están hinchados, «No puedo creer lo que acabo de hacer», mi rostro dibuja una sonrisa al saber que fui besada por el hombre que amo y estoy plenamente segura de que amaré toda mi vida.
Me acuesto sobre mi espalda haciendo respiraciones profundas para poder calmar los latidos de mi corazón inquieto por las emociones. Cierro los ojos y mi mente comienza a jugar en mi contra llenándome de dudas, no sé lo que es vivir con un hombre, solo sé lo fundamental, la esposa debe obedecer al marido, cocinarle, lavarle, atenderle, pero de otras cosas no se habla y me da miedo no ser lo suficientemente atenta para Richard cuando nos casemos.
Cierte vez intenté preguntarle a mamá, pero nunca dijo nada de la vida de casada. "Ya aprenderás" es lo que siempre dice. Anne debe saber lo mismo que yo, así que no me he tomado la molestia en preguntarle. Dejo los pensamientos de lado cuando poco a poco el sueño me alcanza haciéndome cerrar los ojos y no tener más conciencia de mí.
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Amanece y no deseo bajar a desayunar, no quiero ver de nuevo el rostro de la mujer que se atrevió a abofetearme, mis padres jamás nos han puesto una mano encima y esta mujer osó hacerlo anoche.
Tocan a mi puerta antes de entrar y Sophy aparece en mi campo de visión apartando las cortinas como todos los días, me hago la dormida a ver si así no me molesta, pero es imposible.
—Buenos días Milady, es hora de que se levante y tome su baño para que baje a desayunar —me dice amablemente como siempre.
—Prefiero comer aquí, si es eso posible —niega con la cabeza.
—Voy a prepararle su baño mientras se levanta.
Se encamina al cuarto de baño mientras me quejo sobre el colchón, retiro las sábanas que están sobre mí de mala gana y me levanto.
Sophy tiende la cama mientras camino al baño, coloca sobre ella el vestido que voy a usar. Me ayuda a vestir y a peinar después del baño e insisto una última vez para comer en mi habitación, pero vuelve a negarse.
—Lo siento Milady, pero no puede a menos que esté indispuesta y no es su caso —suelto un suspiro resignandome a tener que verle la cara a la tía abuela.
—La comida me caera como una roca en el estómago —le digo y ella ríe por lo bajo.
Pasamos por el pasillo y veo al médico salir de la habitacion de tía Gertrude, le dice algo a Eleanor y la veo bajar la cabeza al mismo instante que él le entrega un papel.
—Estas son las indicaciones y deben seguirlas al pie de la letra —lo escucho decir al acercarnos—, recuerde que no puede tener disgustos fuertes, su corazón no es el de antes —Siento mi pecho como se aprieta al escuchar las últimas palabras del doctor, «fue por mi culpa», pienso.
Bajo al comedor y paso el cubierto por mi plato mezclando todo, una, dos, tres veces sin probar bocado, solo con un pensamiento en mente. Anne me ve extrañada, mientras Eleanor come como si no hubiese pasado nada con la tía abuela.
—Kathe —me susurra mi hermana— come, estas haciendo un revoltijo.
—Lo siento, no tengo apetito... Con permiso —me levanto de la mesa y camino hacia las escaleras.
Subo para ir a mi habitación de nuevo, pero al pasar por la habitación de la tía abuela escucho sin querer una conversación que tiene ella con Rose. Me detengo a un lado de la puerta entreabierta con cuidado de que nadie me vea:
—La enviaré a casa —dice la tía abuela Gertrude.
—Pero Milady...
Mi corazón se agita, ¿Estará hablando de mi?
—De nada sirve que la retenga aquí, no cambiará de opinión.
—¿Y qué hará con la reina, que excusa le dirá?
—Ninguna... Le diré la verdad, ella sabrá entender.
—¿Y si no lo hace? Quedará su apellido de boca en boca.
—No... Elizabeth y yo nos conocemos desde antes que llegara a ser reina, apelaré a eso para que no diga nada.
—Como usted diga Milady.
Ambas guardan silencio y aprovecho para retomar el camino a mi habitación, cierro la puerta y me siento en el balcón con mi cabeza hecha un remolino de pensamientos. «Me va a enviar a Kent, Anne se molestará conmigo si ella también es forzada a regresar a casa, el apellido de mi madre será motivo de habladurías por mi causa».
—¡No puedo permitirlo! —Digo en voz alta mientras me levanto y salgo de mi habitación para ver a tía Gertrude.
Me detengo frente a su puerta ahora cerrada y pienso dos veces si es prudente tocar, respiro profundo para tomar fuerzas y lo hago:
—Adelante —dicen desde adentro y mi mano tiembla antes de ponerla en la perilla para abrir la puerta.
—¿Puedo pasar? —pregunto al asomarme a la puerta luego que la abro, la Tia Gertrude está recostada en su cama con el ventanal abierto dejando que los rayos del sol calienten la habitación.
Me mira sorprendida al princípio, pero luego vuelve a su mirada helada como tempano de hielo como siempre.
Entro y veo la habitación, está hermosamente decorada como las otras. La cama con dosel esta decorada con apliques dorados de los cuales cae la fina tela que la cubre por las noches.
Las flores que le dan el toque de distinción y elegancia están apostados sobre la mesa del balcón y un jarrón a cada lado del ventanal. En el buró tiene varios frascos de perfumes y junto a el un espejo de cuerpo entero.
—Si vienes a rogar para que te levante el castigo, mejor te vas por donde viniste —me dice y me da la espalda.
—No vengo a rogarle nada —le digo con tono firme—. He venido a ofrecerle una disculpa por mi comportamiento de ayer, sé que soy la causante de que hoy esté indispuesta.
Lo que me dice a continuación me deja helada y en una sola pieza...
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Gertrude:
Escucharla disculparse y creer que es la culpable de mi malestar me crea incomodidad, ella no tiene la culpa de nada, soy yo quien no ha tomado el cuidado necesario y el disgusto de ayer tan solo fue la gota que derramó el vaso de todo lo que he contenido por meses.
Vuelvo a acomodarme en mi cama y la miro, aún permanece ahí parada a un costado de la cama con las manos entrelazadas y un poco cabizbaja. En estos momentos vienen a mi los recuerdos de aquel día cuando rogaba por amor y lo que recibí fue una puñalada de las más viles.
—He tomado la decisión de enviarte a casa en unos días —le digo y alza la cabeza para verme—, pedí una audiencia con la reina para mañana temprano y ya luego podrás irte. Se acerca a mi lado y se arrodilla frente a mí.
—¡No puede hacer eso!... ¡El apellido de mi madre será manchado por mí culpa! Anne no me perdonará si debe irse por mi culpa —suena desesperada— ¡Por favor, no lo haga, le enviaré una carta a Richard, le pediré que no vuelva a las fiestas, o encierreme aquí y diga que estoy indispuesta, lo que sea para no manchar el apellido!
—¡No voy a mentir! —le digo firme— no puedo mantenerte aquí y mucho menos arriesgar a que vuelvas a una fiesta y te ofrezcan otra propuesta y la rechaces —le hablo con la verdad—. Si tanto lo amas y él a ti, es mejor desistir ahora.
Me toma de las manos con las suyas, la veo a los ojos y me ablando ante su mirada. Ella intenta decir algo, pero no se lo permito, soy yo quien ahora merece tener la palabra:
—Hay algo que quería decirte, quiero pedirte una disculpa por como te traté anoche, nunca debí abofetearte —intenta interrumpirme, pero no la dejo—, está mañana muy temprano envié una carta a Lord Richard permitiéndole la entrada a la casa para que puedas hablar con él y despedirte por los momentos —se levanta asombrada dando dos pasos atrás— ¡No me mires así! Le prometí en la fiesta que le permitiría la entrada a esta casa y yo siempre cumplo mi palabra.
Katherine asiente con la cabeza y le pido amablemente que me ayude a levantar y me lleve al balcón, necesito que el sol caliente un poco mi cuerpo.
—Estoy orgullosa de ti sobrina —le digo luego de sentarnos y con la mirada fija en el jardín—, has sabido defender el amor que sientes por ese joven a pesar de haber recibido una propuesta tan importante.
—Tia abuela, yo sé que usted desea que nos casemos con alguien de la realeza, pero...
—Pero a ti eso no te importa —la interrumpo— le dije a tus padres que respetaría su decisión y sé que al principio no lo hice, pero si es a Lord Richard a quien realmente amas, los apoyaré —Katherine me mira sorprendida—. Esta casa será tuya apenas contraigas matrimonio, será tu dote de parte mía.
—Pero... No puedo aceptarla.
—Si puedes y lo vas a hacer —le digo— Les dejaré a ustedes tres todos mis bienes. Ya tu madre recibió lo que le correspondía al casarse.
—¿Y qué será de Eleanor? Ella vive aquí con usted y ¿Usted donde vivirá? —pregunta.
—A ella la enviaré a Suiza con mi prima y en cuanto a mí... Ya estaré rindiendo cuentas en el purgatorio —mi sobrina me mira extrañada por mis palabras.
—No diga eso, usted aún es fuerte, lo de su malestar es mi culpa —vuelve a repetirme y la regaño por eso.
—No fue tu culpa, estoy enferma desde hace mucho y no sigo las instrucciones del médico.
—Pero es que si yo no...
—¡Basta! —La reprendo— ¡Te he dicho que no ha sido tu culpa, deja de culparte y de disculparte, te hace ver una persona débil y no lo eres!..
Tienes carácter muchacha y sabes defender a capa y espada a los tuyos. ¿Quien más se ha atrevido a desafiarme?
Ella iba a decir algo, pero Rose la interrumpió al llegar a nuestro lado
—Con permiso Milady, traigo respuestas del encargo de esta mañana.
Me entrega tres mensajes, respuestas de Lord Chapman, la reina y mi abogado.
—Puedes retirarte Katherine —le pido amablemente y se va. Tomo las tres respuestas, las leo y ordeno preparar todo para las visitas que tendré en los próximos días.
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Eleanor:
—¡Enviarme a Suiza, ni estando loca me iría a vivir tan lejos! —Me digo en voz alta apenas entro a mi habitación.
Iba de camino a ver a mi tía cuando escuche la conversación que tuvo con esa niña consentida de Katherine. Ella y sus hermanos lo han tenido todo en bandeja de plata, educación, lujos, unos padres que los adoran y ¿Yo qué he tenido en todos estos años?...Nada, mis padres murieron junto a los de Caroline en un fatídico accidente, desde ese entonces ambas hemos vivido bajo la tutela de nuestra tía, quien desde siempre ha preferido a mi prima que a mí.
Ella siempre fue la consentida de todos, la buena, la adorable, la que siempre destacaba en todo, mientras que yo, siempre fui la segunda.
Camino hacia mi buró y tomo el retrato donde ambas estamos junto a la tía Gertrude y las miro con odio. Una tan perfecta y ejemplar y la otra, siempre tan orgullosa y firme. Jamás podré perdonarle que no me haya apoyado cuando le rogué que me ayudara con James...Aún esos recuerdos aparecen en mi mente:
"—¡Por favor tía, se lo suplico, hable con sus padres para que anulen el compromiso con Caroline!
—¡No puedo hacer eso!.. ¿Acaso te volviste loca?
—Usted sabe que yo lo vi primero, él coqueteo primero conmigo. —le digo y ella se mantiene firme.
—Él la ama a ella, no a ti —sus palabras me hieren— a pesar de no ser el hombre que quiero para ella, Caroline dio su palabra.
—¡Por favor, haga algo, estoy segura que puede hacerlo cambiar de opinión! —me hinco de rodillas y agarro con ambas manos su falda y con lágrimas en los ojos la miro, pero ella no se inmuta.
Quita mis manos de la tela de su falda y camina lejos de mí:
—Lo siento Eleanor, pero no hay marcha atrás, no puedes continuar con ese pensamiento impuro hacia el futuro esposo de tu prima hermana... Si continúas con eso, tendré que tomar medidas extremas —me dice y sale de mi habitación dejándome sola con mi pena.
Los días siguientes, yo aprovechaba cualquier oportunidad que tenía para acercarme a James, insinuarle mi interés por él para hacerlo cambiar de opinión, pero continuaba cegado por ella. Fue a mi a quien vio primero, fue a mi a quien le habló de amor, antes de conocerla.
Una noche mientras nuestras familias estaban de campamento en las viñas de Escocia, intenté entrar a su habitación para seducirlo y entregarme a él, así se vería obligado a contraer matrimonio conmigo, pero lamentablemente mi tía me descubrió antes de abrir la puerta y me arrastró con ella, haciéndome dormir en su cama.
A la semana siguiente luego del almuerzo, recibí la peor noticia que podían darme:
—Eleanor, él es Lord Antoine Rumier, Primo lejano del antiguo rey Luis XVIII de Francia, tu futuro esposo.
Tras esas palabras sentí como si me lanzaran al vacío desde un acantilado. Mi vida había sido decidida por ella quien no se detuvo ni un segundo a pensar en mí.
A los pocos meses estaba siendo unida en matrimonio a un hombre al que nunca amé, haciendo de mi vida un infierno mientras duró. Caroline y James se casaron y tuvieron a su primogénito, al mismo tiempo que yo enviudaba gracias a la enfermedad que lo consumió. Fue la mejor noticia que recibí, lamentablemente mi difunto marido lo que me dejó fueron deudas que pagar y tuve que entregar la casa donde vivía y regresar a Londres"
Juré vengarme de ambas y lo haré cuésteme lo que me cueste.
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Gertrude:
—Gracias por haber venido su majestad Elizabeth —le digo a la reina quien ha venido personalmente para hablar sobre la situación de mi sobrina.
—Siempre es un placer tomar el té con usted Milady.
—La invité a mi casa para que hablemos sobre un asunto muy delicado.
—A ver, escucho —Me dice y comienzo a relatarle todo desde el principio.
Ella escucha atentamente sin decir ninguna palabra, sólo se encarga de beber su té de sorbo en sorbo. Al terminar de contarle todo se queda en silencio un par de segundos para luego decir:
—Dejemonos de formalismos Gertrude, nos conocemos desde hace mucho y te hablaré como amigas que somos...
—Está bien —le digo.
—Sabes que es algo complicado retirar ahora a tu sobrina. El día de ayer recibí varias propuestas para ella y para Anne, que se vaya ahora ha comienzo de temporada va a ser causa de habladurías, lo sabes.
—Lo sé, pero ella está enamorada y no va a aceptar ninguna propuesta que no venga de él y voy a apoyarla.
—Entonces habrá que inventarse una excusa muy convincente para justificar su ausencia tan pronto —me dice y se queda en silencio, tal vez pensando en algo que justifique la salida de Katherine.
—¿Qué te parece si decimos que por órdenes médicas tuvo que volver a Kent?
—Esta bien, le diremos a todos que está indispuesta en la próxima velada y luego así justificaremos su falta permanente. Retiraremos a tu sobrina de la lista de aspirantes y que regrese a su casa lo más pronto posible —me dice Elizabeth—, pero Lord Richard debe continuar asistiendo a las fiestas quiera o no —advierte—. No quiero que mis celebraciones sean motivo de habladurías más adelante.
—Entonces le comunicaré a mi sobrina que no le comente nada de esto para evitar que él desista de asistir.
—Es lo correcto, quien diría que una de las debutantes ya tendría el corazón ocupado desde antes y yo sin saberlo —me dice y me disculpo por eso, fue mi culpa dar la palabra antes de saber lo que sucedía en casa de Caroline.
La reina y yo pasamos el resto de la tarde tomando el té y hablando sobre los pretendientes de Anne. Luego se marcha, dejándome pensativa.
—¿Sucede algo Milady? —Me pregunta Rose— la noto preocupada.
—Y lo estoy Rose, Lord Chapman debe continuar presentándose en las celebraciones que están por venir.
—Pero... ¿Y si él se interesa en otra joven, que pasará con su sobrina?
—Lamentablemente tendrá que enfrentarse a una desilusión y curar su corazón roto —le digo.
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Richard.
Pasan dos días, desde la última vez que la vi ahí frente a mí, envuelta en aquella bata de dormir, estaba deseoso de tocarla y acariciarla aquella noche, pero fue mayor su temor y salió huyendo de mí.
Salgo de la bañera y envuelvo mi cuerpo en una toalla de baño, me paro frente al espejo y me desnudo. Observo mi cuerpo un poco marcado por el entrenamiento militar que nos obligan a hacer. Puede sonar narcisista, pero no lo soy. Tengo todo lo que una mujer puede desear en un hombre. Soy caballeroso, atento, inteligente, provengo de una de las familias más influyentes de Sussex, tengo fortuna... Soy bueno en la cama, las mujeres con las que he follado gimen cuando las penetro con fuerza, al igual que lo hizo la prostituta que descansa sobre mi cama en estos momentos.
Tuve que recurrir a ella luego de que vinieron a mi mente los recuerdos de los besos con mi novia.
Me enciende el sólo pensar en ella desnuda sobre mi cama, es ahi cuando un calor se apoderó de todo mi cuerpo como si fuera una llama ardiente y fue entonces cuando decidí salir y contratar los servicios de esta meretriz para que calmara estas ansias que le tengo a Katherine.
Amo a mi novia, pero ese hecho no me prohíbe saciar mis necesidades físicas con otras mujeres mientras esté soltero. Me acerco al cajón para sacar mi ropa interior y la mujer en mi cama se gira hacia mí dándole una vista rápida a mi cuerpo y fija la mirada deseosa en mi miembro, el cual comienza a engrosarse cuando ella comienza a acariciarlo.
Se pone de rodillas sobre el colchón de mi cama dejando su cuerpo desnudo a mi vista y con su mano rodea mi falo. Comienza a moverla de abajo hacia arriba delicadamente bajando la piel de mi miembro. Cierro los ojos disfrutando del momento, mientras un escalofrío recorre mi espalda al sentir como lame la punta de mi glande como si fuera una niña lamiendo una paleta dulce.
Gruño al sentir cuando lo introduce en su boca. Es una sensación placentera sentir como entra y sale deseosa lamiéndome cada vez que saca su boca de mi tallo, la tomo del cabello guiando sus movimientos mucho más profundo. Sus ojos se nublan y tiene una que otra arcada mientras me introduzco todo, juro que puedo sentir que estoy en su garganta y lo disfruto, mientras que soy consumido por las llamas del deseo carnal.
Le permito saborearme un poco más, hasta que las ganas de meterme dentro de ella y penetrarla se apoderan de mí. La lanzo hacia atrás y abro sus piernas, ella comienza a acariciarse invitándome a deleitarme con lo que hace. Veo la humedad que viene de ella, el líquido brilloso que se unta en sus dedos cada vez que introduce uno en su canal. La observo darse placer mientras yo me froto disfrutando de la vista.
Arquea un poco la espalda y es mi turno para complacerla, retiro su mano y me introduzco con fuerza dentro de ella. Suelta un fuerte gemido de placer cuando empiezo a moverme de adentro hacia afuera sin delicadeza. Muerdo los pezones castaños que están sobre los montículos apostados en el pecho de la morena dejándole algunas marcas, se queja de dolor cuando los succiono como un bebé ansioso, pero no me importa, le pagué para complacerme y eso hago con ella.
La volteo dejando su rostro sobre la almohada y voy llevando sus fluidos a su trasero, voy lubricando, preparándolo para lo que quiero hacer con ella, se asusta e intenta levantarse, pero la tomo con fuerza obligándola a quedarse en su lugar.
—Quédate quieta y relájate —le digo al oído —lo vas a disfrutar.
Ella asiente un poco nerviosa y respira agitada mientras introduzco mi dedo pulgar, entro y salgo varias veces, lo está disfrutando, lo siento porque mueve sus caderas gustosa hacia atrás pidiendo más. Tomo el resto de sus fluidos y los esparzo por su orificio anal y me adentro poco a poco. Al principio se queja, mientras no se acostumbra a mi tamaño, pero luego comienza a disfrutarlo. Me muevo de adentro hacia afuera disfrutando de su estreches, mientras la escucho suplicar por más. Introduzco dos dedos en su vagina, follandola por ambos lados. Comienza a temblar con los orgasmos que la toman. Uno, dos mientras gime y grita de placer.
Me muevo un poco más rápido disfrutando de la sensación que aprieta mi miembro dentro de ella, hasta que siento que voy a explotar. Saco mi falo a punto de derramarse e inmediatamente me froto de arriba a abajo esparciendo mi semen sobre su espalda cuando eyaculo, cayendo rendido después sobre ella.
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Me arreglo por la mañana luego de haber disfrutado la noche placentera que me brindó la morena, para ir a ver a mi hermosa dama.
Solo cuento las malditas semanas que quedan de esta temporada para poder abiertamente visitarla y dentro de poco tiempo comprometernos y casarnos. No creo poder esperar mucho más para hacerla mi esposa y mía en todos los sentidos.
Toco a la puerta de casa de Lady Gertrude, esperando impaciente que el ama de llaves me abra la puerta, cuando alguien saluda detrás de mí:
—Buenos días Milord —dice lady Anne quien hoy se ve radiante con el escote que lleva en su vestido, intento disimular, pero ya ella me ha descubierto— espero que como me mira a mí, no vea a mi hermanita —ella sonríe picaramente.
—Buenos días Milady y mil disculpas por mi atrevimiento, pero hoy se ve muy hermosa —le digo y tomo su mano para llevarla a mis labios para saludarla.
—No tiene que disculparse —me dice sonriendo pícaramente— y ya va siendo hora de que nos tuteemos, al fin y al cabo, seremos familia.
—Como tu digas Anne —le digo y vuelve a sonreír.
Es el mayordomo quien abre la puerta para darnos acceso a la casa, permito que ella entre primero y el olor de su perfume invade mis fosas nasales cuando pasa junto a mí. Siento una cálida sensación invadiendo mi cuerpo al percibir el delicioso aroma.
Paso a la sala donde está sentada en un sillón Lady Gertrude la cual saludo respetuosamente, a decir verdad, no pensé que recibiría su invitación después del intercambio de palabras que sostuvimos aquella vez, pero me sorprendí al recibirla.
Ella me mira, más bien me analiza con la mirada y eso hace que me ponga un poco nervioso, me invita a tomar asiento y lo hago un poco alejado de ella.
—Agradezco que haya aceptado la invitación a mi casa Milord —me dice sin gesto alguno en su rostro, «esta mujer es fría como un témpano de hielo», me digo.
—Agradecido estoy yo con usted Milady, sinceramente no pensé que cumpliría con lo que dijo esa noche —me sincero.
—Siempre cumplo con lo que digo Milord.
Una dama entrada en años se acerca a Lady Gertrude y le dice algo al oído, esta se levanta con ayuda de la mujer y dirige a mí sus palabras:
—Mi sobrina bajará en unos instantes, queda usted en su casa Lord Chapman.
Asiento con la cabeza y la veo retirarse, va a paso lento, me recuerda a mi abuelo a quien ya extraño.
Luego de unos minutos Katherine entra en mi campo de visión tan hermosa como siempre, me aseguro que nadie nos ve para dejar un tierno beso en sus labios para saludarla.
—Buenos días —le digo emocionado.
—Hola —me dice un poco sonrojada por el beso.
Nos sentamos juntos en el mismo sillón de tres asientos. Charlamos un buen rato amenamente conociéndonos mucho más, ella me cuenta sobre las cosas que le gustan, sus libros favoritos, pasamos un rato ameno.
No sé en qué momento se pasaron la horas, pero ya debo retirarme, en un rato servirán el almuerzo y no fui convidado, o no lo estaba hasta que mi cuñada se acercó a la sala.
—La tía abuela, lo invita a quedarse para que almuerces con nosotras —dice y veo a mi novia quien ya tiene una sonrisa dibujada en sus labios.
—Está bien, puedes decirle que agradezco la invitación.
Pasamos al comedor. Anne y Katherine se sientan una al lado de la otra frente a mi, no puedo evitar de vez en cuando mirarlas y compararlas, son tan distintas, son muy hermosas, pero la mayor se ve que es atrevida, coqueta, tal vez fogosa a la hora de complacer a un hombre, en cambio Katherine, es dulce, tierna, amable, tiene todo lo que un hombre desea de su esposa, sin embargo, algo aún me inquieta de ella y es el no saber cómo se comportará a la hora de avivar la llama que habita en mí a la hora de complacerme en la cama ya que el sólo rozar su muslo la escandalizó y salió corriendo.
Puedo sobrellevar eso, la volveré loca de pasión, tanto así que solo hará lo que yo quiera cuando yo lo desee, la envolveré tanto que pedirá más y más de mí, la tomaré de todas las maneras y posiciones posibles sin tabúes y sin restricciones.
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Hola a todos!
Primero que nada, quiero agradecerles por su paciencia y esperar la actualización, como les he dicho he tenido unas semanas muy ocupadas y por eso no había podido subir el capítulo.
Espero que este haya sido de su
agrado. Hay muchas cosas por descubrir aún en esta historia.
Quiero agradecer especialmente a: garvifer por orientarme en la escena +18, no soy muy buena en esos menesteres, pero se hace el intento.
Se les quiere.
Por cierto, el próximo capítulo se las trae. 😈
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