Capítulo 11.
Su rostro es indescifrable, sus ojos se oscurecen, mi hermana se para frente a mi con Richard, mi vista va a su rostro, pero él solo ve a Lord Vincent.
—Buenas noches —dice Lord Vincent y ambos responden, pero Richard sigue sin mirarme.
Mi corazón parece que va a salir de mi pecho, mi respiración se acelera, temo que Richard reaccione de mala manera y piense lo peor de mí en estos momentos. Miro a Anne y le hago señas con mi mirada para que me saque del aprieto donde estoy metida sin ser culpable.
—La reina nos envió a todos al jardín —dice ella— según tiene una sorpresa para todos.
—Así es —respondió Lord Vincent— cortesía de mi país, un pequeño obsequio para las debutantes de este año —Lord Vincent toma mi mano, la lleva a su boca y la besa, veo como Richard se tensa al instante sin decir una sola palabra— Por cierto, disculpen mi falta de cortesía. Soy Vincent Greinburg, segundo en la línea sucesorial del reino de Noruega, para servirles a ustedes y a Dios.
Richard le extiende la mano:
—Lord Richard Chapman, hijo de Lord Thomas Conde de Essex, un placer conocerlo Milord ¿y la joven es? —pregunta fingiendo que no me conoce.
—La joven hermosa a mi lado es Lady Katherine Kensington —responde por mi Lord Vincent, yo solo hago mi reverencia ante Richard.
—Yo soy Anne —dice mi hermana sin respetar las reglas de etiqueta— y Katherine es mi hermana, si me permiten, quisiera llevármela.
Anne no espera respuesta, solo me toma de la mano y me lleva a un rincón donde comienza a hacerme varias preguntas:
—¿Qué haces aquí afuera y con ese caballero?... ¿Te propuso algo?... ¿Viste cómo se comportó Lord Richard?... ¡Dios Katherine, estás en problemas.
Mi cabeza es un remolino de pensamientos en estos momentos y Anne no ayuda en nada a calmarme con sus preguntas, mis manos tiemblan de los nervios. Richard está conversando con Lord Vinceny ¿De qué hablarán?
——————-
Richard.
Busco a Katherine con la mirada y no la veo, paso un buen rato ojeando por todos lados a ver si la encuentro y nada que aparece. Estoy un poco impaciente por no saber nada sobre su paradero cuando la reina nos da la orden de salir al jardín ya que en breves momentos habrá una sorpresa para las debutantes. Lady Anne se acerca a mí para preguntarme por su hermana y no tengo respuesta para su pregunta; ella coloca su mano sobre mi antebrazo para acompañarme al exterior y de camino, veo a Katherine caminando muy a gusto con un fulano con varias medallas en su traje.
Mi cuerpo se tensa al instante; un fuego intenso comienza a hacer que mi sangre hierva dentro de mí al verlo besar la mano de mí novia con tanto fervor, desearía tanto golpearlo en estos momentos, pero debo tener un poco de cordura para no estropearle la noche a quien no debo.
Lady Anne se lleva a su hermana apartándola de aquel engreído aristócrata que en algún momento dijo su nombre, pero no le di importancia, ni siquiera lo oí, lo único que me interesa saber es el porque estaba con mi novia en el jardín de noche.
—Son hermosas las debutantes de este año, ¿No le parece Mi lord? —Me pregunta viendo hacia donde se llevó Lady Anne a su hermana. «Es mi oportunidad de sacarle información» me digo a mí mismo.
—Tiene mucha razón usted... ¿Alguna de su interés? —Le pregunto y por dentro ruego que no diga el nombre de mi amada.
—De hecho, si me interesa una en particular —mi sangre comienza a hervir de nuevo—, pero se está haciendo la de rogar y no soy un hombre que acepte un no como respuesta.
—¿Y se puede saber quien es la afortunada? —No quiero escuchar su nombre salir de su boca— digo, para evitar cortejar a su interesada.
—Pues... Acaba de verla usted Milord, es Lady Katherine.
Me siento palidecer en estos momentos al escucharlo, mi cuerpo queda sin fuerzas con solo pensar que la puedo perder.
—¡Damas y caballeros he aquí la sorpresa de la noche! —Anuncia la reina y solo puedo ver los destellos de luces de colores en el cielo.
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Gertrude:
Por fortuna la fiesta culmina sin más malestares que lo del encuentro de mi sobrina con aquel joven.
Los coches se paran frente a la puerta de la casa y entramos al recibidor. Katherine pretende escabullirse, pero la detengo, aun debo tener una conversación con ella.
—¿A dónde crees que vas jovencita?, no creas que voy a pasar por alto lo sucedido esta noche —le digo y ella voltea a verme malhumorada.
—¿Acaso hice algo malo? Creo que tengo derecho a hablar con mi novio, además no estábamos haciendo otra cosa más que charlar en privado —espeta la muy maleducada.
—¡No pasó a mayores porque yo lo impedi! —alzo la voz y Anne se estremece en el sillón donde está sentada—. ¡¿Qué crees que hubiese pasado si en vez de ser yo quien los descubriera hubiese sido la reina?!
—¡Nada, le hubiésemos dicho la verdad Richard y yo de una vez, acaso está prohibido enamorarse! —me alza la voz como si pudiera faltarme el respeto.
—¡A mi no me alces la voz niña malcriada! —le grito y doy un golpe con mi bastón en el suelo, el cual la hace dar un pequeño salto atrás—, ¡Todo esto es culpa de tu padre que te ha malcriado toda la vida!...
—¡A mi padre no lo meta en esto! —Me grita y veo como la vena de su cuello se engrosa al alzarme la voz— ¡Mi padre es un hombre con principios y educación y le doy gracias haber sido criada por él y no por una vieja amargada como usted!
El golpe se escucha seco sobre su mejilla «la abofetee», dejándole marcado el rostro. Katherine pone su mano en la cara y su mirada en estos momentos es de odio puro, tanto así que me estremezco al verla, pero no voy a bajar la guardia con ella.
—¡Tienes terminantemente prohibido hablar con Lord Chapman, desde este momento te quedarás en tu recámara y solo saldrás para comer!
—¡Haga lo que usted quiera, enciérreme, máteme de hambre si quiere —saca toda si furia contra mi, mientras su hermana la sostiene de los brazos—, pero eso no evitará que deje de amar a Richard como lo amo.
—¡Basta, no digas más tonterías!
—¡No son tonterías, no tengo la culpa de que usted no sepa lo que es amar a alguien más que a usted misma y a su dinero! —Vuelvo a levantar mi mano para abofetearla de nuevo, pero en el camino me detengo y me arrepiento de lastimarla la primera vez— ¡Conviértase en mi carcelera, no me importa, amo a Richard y eso nadie lo cambiará!
Termina de gritar y me da la espalda yéndose escaleras arriba junto a su hermana, mis piernas se debilitan y tengo que sentarme para no caer al suelo.
—Voy por Rose —dice Eleanor al ver mi rostro pálido, pero ya ella viene a mi encuentro
—Escuché los gritos Milady —nos informa— la acompañaré a su habitación.
Rose ha sido mi ama de llaves de toda la vida, más que eso, se ha convertido en mi confidente, ella sabe todo sobre mí. Me ayuda a recostarme en mi cama, va por mis pastillas y un vaso con agua los cuales me entrega para que los tome.
—¿Escuchaste todo no es cierto? —La conozco y sé que lo escuchó todo desde el principio.
—Sí Milady.
—Me faltó el respeto, tuve que abofetearla, es una impertinente.
—Con el debido respeto, se parece mucho a usted —me dice y estoy sorprendida— no me mire así, ella tiene el mismo temperamento que usted, defiende a capa y espada lo que quiere, en eso se le parece.
—¡No! —le espeto— Eso no es cierto si yo defendiera a capa y espada lo que quiero...
—No hubiese pasado aquello que usted y yo sabemos —Rose termina la frase por mí.
—No me lo recuerdes. Todos los días lo veo en ella, su recuerdo siempre esta conmigo y el gran sacrificio que tuve que hacer por su felicidad —la melancolía me invade en este instante— me perseguirá hasta el día de mi muerte, que cada vez siento más cerca —sé que mi fin está cada vez mas próximo, a pesar de que el médico no me lo a querido decir, lo veo en su rostro cada vez que viene a revisarme.
—¡No diga eso Milady! —Rose me regaña, odia que hable de mi pronta muerte.
—Sabes que es cierto lo que digo y no le temo a la muerte —le aseguro— nunca la he tenido, el día que llegue a buscarme la abrazaré como a una vieja amiga y me iré feliz sabiendo que logré que mi familia sea una de las más respetadas e importantes del país.
Poco a poco el sueño va venciéndome, siento los párpados cada vez más pesados, el medicamento está haciendo su efecto en mí en este preciso instante y caigo vencida sobre mi cama.
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Katherine:
—Fuiste muy grosera allá abajo Katherine... Te desconozco —me regaña mi hermana.
—¡¿Grosera?!, Fui muy sutil con todo lo que tenía atragantado en la garganta, además me abofeteo —aún siento hervir mi sangre por el desagradable momento.
—¡Ambas llegaron al extremo, no debiste decir nada, debiste quedarte callada!.. ¿Que tal y ahora te manda o mejor dicho, nos manda a casa?
—No me importa, de todas formas, nunca quise venir hasta acá.
—Mañana trataré de hablar con ella —me dice.
Escucho un golpeteo en mi ventana y tras estos ruidos un sutil silbido.
—Debe ser para ti —le digo a mi hermana mientras voy de camino a mi baño para ponerme mi bata de dormir.
—Dudo que se haya equivocado de balcón querida Kathe.
Anne va camino al ventanal, lo abre y se asoma mientras yo termino de entrar al baño a cambiarme.
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Anne:
Dudo mucho que Dominic se haya equivocado de balcón, pero llevo días sin verlos así que tal vez, si cabe tal posibilidad, me acerco a la orilla emocionada para verlo de nuevo y me sorprende ver a Lord Richard debajo con una pequeña piedra en su mano izquierda.
Mi emoción se esfuma al saber que no es a mi a quien buscan, pero me divierte ver la cara de asombro que él pone al verme asomada ahí.
—¡Mil disculpas! —me dice casi que en un susurro— ya aventé varias piedras a tantos balcones que pensé que este finalmente era el de Katherine.
Le hago señas para que baje un poco la voz y le afirmo que está en lo correcto.
—Escóndase detrás de los arbustos, ya le aviso a mi hermana que está aquí —le digo y veo una señal de sonrisa en su rostro entre la oscuridad de la noche.
Me apresuro en tocarle la puerta a mi hermana y ella no abre, solo me pide que espere. Insisto una vez más y esta vez se asoma refunfuñando.
—¡¿Qué pasa?!, te hacía en el jardín —me dice mientras se sienta para peinar su larga cabellera.
—No es a mi a quien buscan —ella junta sus cejas extrañada de mis palabras—, es a ti a quien buscan —deja el cepillo a un lado y se levanta.
—¿Estás bromeando, no es cierto? —Niego con la cabeza y corre al balcón. Voy detrás de ella y le apunto un lugar en la oscuridad.
—Mira allá —Katherine fija su vista y detalla aquel bulto oculto entre los arbustos y su emoción es tanta que hasta a mí se me acelera el corazón.
—¡Tengo que hablar con él, debo bajar! —la tomo de los hombros y le pido que se calme.
—Debes esperar que apaguen todas las luces, de lo contrario, te descubrirán.
—No entiendes, debo hablar con él, necesito aclararle lo del jardín —Katherine se desespera y cuando está así, es un poco molesta.
—¡Debes esperar! —la regaño— Si bajas ahora, pueden descubrirte y empeorarás las cosas, entiendelo —veo como suelta el aire de sus pulmones resignada— veré que todo esté en calma y vendré a avisarte, mantente aquí.
Katherine asiente con la cabeza y salgo de su habitación camino a las escaleras, bajo lo más sigilosamente que puedo hasta llegar a la cocina, abro cuidadosamente la puerta que da al jardín y la dejo entreabierta para que mi hermana pueda salir y vuelvo a su habitación.
—Todo está listo, deje entreabierta la puerta de la cocina que da al jardín —le doy las instrucciones que espero sigo al pie de la letra— baja lo más silenciosamente posible Kathe, si te descubren, no podré cubrirte —me da un fuerte abrazo y salimos de su habitación, pero la acompaño hasta las escaleras y veo como va descendiendo cada uno de los escalones con mucha calma.
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Richard:
Necesito hablar con Katherine esta misma noche, así tenga que trepar paredes como un ladrón lo haré.
Llego a su casa y aún hay luces encendidas. Me escondo entre los árboles y arbustos del jardín mientras espero que las apaguen. Luego de esperar tanto al fin veo que se apagan las luces de la parte de abajo de la casa e inspecciono balcón por balcón.
Me juego que Lady Gertrude me descubra al ir lanzando piedras a los balcones, pero debo correr el riesgo hasta encontrar su ventana.
Hago el intento en cuatro balcones y nadie aparece, comienzo a silbar a ver si alguien sale, pero nada, tal parece que todos en esta casa tienen el sueño muy pesado.
Intento en un cuarto balcón, este aún tiene la luz encendida, «si no es de este lado, probaré del otro, pero no me daré por vencido», me digo. Me arriesgo y lanzo una primera piedra tras un silbido, nada, intento con otra y de nuevo suelto el aire entre mis labios soltando el sonido, nada otra vez. «A la tercera va la vencida» pienso, tomo otra piedrecilla del suelo, esta vez un poco más grande que las otras, escucho como resuena contra el vidrio y vuelvo a silbar.
«Que sea este... Que sea este», comienzo a pedir, mi pulso se acelera al ver movimiento en las cortinas, me oculto un poco no quiero saber que es la habitación de su tía abuela o de la otra mujer. Abren el ventanal y la figura de una joven dama se asoma, salgo para que me vea muy emocionado y la vergüenza me embarga cuando noto que es la habitación de Lady Anne.
—¡Mil disculpas! —le susurro, pero tan alto que pueda escucharme— aventé varias piedras a tantos balcones que pensé que este finalmente era el de Katherine.
Me confirma que estoy en lo correcto a la vez que me hace señas para que baje la voz.
—Escóndase detrás de los arbustos, ya le aviso a mi hermana que está aquí —me dice y no puedo ocultar la sonrisa que se dibuja en mi rostro mientras me oculto.
Espero unos minutos y veo cuando se asoma al balcón, aparezco en su línea de visión y se sorprende tanto que lleva ambas manos a su boca, entra de nuevo y vuelvo a ocultarme, deseando que baje. Veo como mi cuñada vuelve a salir y me hace señas de que espere y así lo hago.
La espera se me hace eterna, pero mi mundo se paraliza al verla venir hacia mí envuelta en una bata de seda tan solo anudada a su cintura y con el cabello suelto. Parece una deidad del olimpo. El verdaje de la hierba bajo sus pies se ilumina al rozar la fina tela blanca de su ropa, tal parece como si de una luz natural se tratase.
Llega hasta mí y sin pensarlo mucho la envuelvo en un fuerte abrazo, quiero tenerla así para siempre. La mantengo pegada a mi unos segundos que parecen minutos, pero pide que la suelte y cedo a sus deseos.
—Richard lo de hoy no fue nada, no quiero que malinterpretes lo que viste, entre ese caballero y yo no hay nada solo... —Ella no para de hablar y se lo permito— ...Él me hizo la propuesta de cortejarme y yo... —comienzo a tensarme, la felicidad de hace unos breves instantes se esfuma— le dije que no, me negué a su propuesta —comienzo de nuevo a respirar— le inventé una excusa y él simplemente aceptó y echó para atrás su idea.
Pongo mis manos en sus mejillas y fijo mis ojos en los de ella. Nos quedamos asi varios segundos.
—¡Eres mía Katherine! —mi instinto posesivo aparece— nadie más que yo puede tocarte, nadie más que yo puede hablarte de amor —ella solo me escucha sin pronunciar palabra— tus ojos solo pueden estar fijos en los míos —rozo sus labios con mis dedos— solo yo puedo hacer esto, solo yo puedo besarte y lo ansío tanto que ya no puedo contenerme más.
Vuelvo mis manos a su rostro y pego mis labios a los suyos de una vez por todas, no pido permiso, no espero aprobación alguna de ella, lo hago y ya. Al principio es un beso necesitado, pero poco a poco voy suavizando mis ganas. Voy dándole besos cortos. Mi piel se calienta cuando la acerco más a mí.
Siento una corriente eléctrica recorrer mi cuerpo cuando siento sus pechos rozar el mío, puedo decir que hasta siento como sus pezones se yerguen cuando la atraigo más a mi cuerpo, intento con mi lengua abrir un poco sus labios para que permita el acceso a su boca y probar su sabor, al principio se niega e intenta apartarse de mí, pero se lo impido tomándola más fuerte de la cintura.
—Hermosa... No puedo más, necesito esto de ti, por favor... Te amo, quiero probar el dulce néctar de tu boca —le ruego, ahora es ella quien pega sus labios a los míos y esta vez si me permite el acceso a su boca. Rozo mi lengua con la suya en un baile atropellado ya que ella no es experta.
Mi pecho se hincha al corroborar que soy el único que ha probado su boca y seré el único en hacerlo. Voy a besarla y profanar su cuerpo tantas veces, que ella no volverá a ser dueña de sí misma jamás.
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