Capítulo final parte dos

Al llegar a la habitación, Milo tomó a su amado rubio de la cintura pegándolo a su cuerpo; con ayuda de su pie cerró la puerta y sin romper ese momento entre ellos dos llegaron a la cama para poder dejarse llevar por sus más profundos deseos.

- Tu hermano se dará cuenta que estamos usando su cama - Susurró Hyoga sintiendo como su cuerpo quedaba atrapado con el peso de Milo quien se colocaba sobre él sin dejar de romper ese momento de miradas.

- Lo conozco, ahorita está abajo atendiendo a sus invitados... No se dará cuenta - Susurró con una sonrisa maliciosa.

Rápidamente bajó su mano diestra para poder desabrochar el pantalón de su pareja, combinado con los besos que comenzaba a repartir en su cuello.

Hyoga apretó con fuerza el edredón de la cama a causa de las sensaciones que Milo le hacía experimentar.
Con una sonrisa maliciosa, Milo le retiró totalmente el pantalón a su amado rubio, al ver su miembro totalmente despierto no dudó ni un solo segundo, lo tomó entre sus manos y se lo llevó a su boca haciendo que Hyoga levantara un poco su espalda en forma de arco dejando ver sus costillas marcarse en su piel debido a esta posición.

- Milo - Gritó pasando sus dedos sobre la cabellera alborotada de su pareja.

- No tenemos mucho tiempo pero hasta en un corto tiempo esto sabe a gloria.

Milo se acercó nuevamente al rostro del rubio y profundizó ese beso, con sus manos comenzaba retiró la camisa de su amado, con suma delicadeza.
De manera tortuosa comenzó a besar su cuello dejando ligeras marcas que después se notarían.

Hyoga deliraba por el placer que le brindaba Milo, el placer lo estremecía a tal grado que con sus uñas dejaba marcas en su espalda.
Nuevamente metió por completo a su boca el miembro del rubio masajeando acompañado de las maravillas que le daba con su boca.

- Ahora me toca mi hermoso rubio.

Milo se incorporó para ayudarle a Hyoga a colocarse en cuatro.
Se levantó de la cama y fue a buscar en el cajón de Aiacos un poco de lubricante, como buen hermano sabía que Aiacos no se molestaría por tomar un poco.

- Tu hermano se va a molestar que tomas sus cosas sin permiso - Murmuró Hyoga al sentir como su pareja dejaba caer lubricante en la entrada de su interior.

- Por favor... - Se burló con un toque de malicia - Aiacos también hace lo mismo en nuestra cama cuando tenemos reunión y anda ganoso con Camus.

Hyoga se quedó asombrado ante tal revelación, no se esperaba que Aiacos y Camus cometieran las mismas travesuras en su casa.
Al menos eso le daba un alivio, podía sentirse con la total confianza de que nadie entrará y les diga algo malo.

Milo aprovechó esa distracción de su pareja, tomó su miembro y fue metiendo poco a poco su falo hasta el momento que esas paredes lo envolvían con la calidez que tanto le gustaba de su amado rubio.

- ¡Milo...! - Hyoga echó su cabeza para atrás.

Amaba la forma en la que Milo lo trataba, porqué era muy romántico y detallista con él pero cuando de intimidad se trataba, experimentaban distintas formas y posiciones porqué los dos eran el complemento perfecto.






En la fiesta, Aiacos había subido a su habitación para poder ir por su cargador; la batería de su celular estaba por agotarse pero cuando escuchó que tenía a dos curiosos intrusos en su habitación decidió bajar nuevamente a la fiesta.

- ¿Sucede algo amor? - Cuestionó Camus mirando a su pareja bajar de las escaleras con una sonrisa mientras movía su cabeza de un lado a otro.

- Nada, solo que quiero estar contigo.

Lo tomó de la cintura y se acercó a su oído para susurrarle lo que estaba pasando en su habitación.

Camus se llevó una mano a su boca, después de todo era el turno de que Milo aprovechara su recámara así como ellos lo hacían.

- Ni modo... Vamos con nuestros invitados que se viene la parte del brindis.

Animado, el francés tomó la mano de su pareja y salieron al jardín para seguir en la fiesta.

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Nos vamos al epílogo...

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