Capítulo 5

No tuve el valor para tocar la puerta, preferí salir corriendo de la casa de aquel chico llevándome nuevamente su libreta.
No niego que comenzaron a brotar algunas lágrimas, tomé el primer taxi que pasaba en esos momentos para ir a mi trabajo.

Tal vez me había tomado el atrevimiento de juzgarlo mal cuando me busca y es que solo lo hace por qué se siente solo, busca un apoyo y no tiene a nadie más que solo a Degel. Quizá se sienta como un estorbo para su hermano y es que busca hacer hasta lo imposible para que viva más tiempo.

— Oye amigo... ¿Porqué esa cara triste? — Me cuestionó el joven que manejaba el auto, mirándome por el retrovisor.

— ¿Yo?... No es nada, solo quiero llegar a mi trabajo — Contesté desviando la mirada para otro lugar.

— Ya veo... ¿Acaso terminó su relación o algo así? — Me preguntó el joven de cabello en tono rosa pálido sin dejar de manejar.

— ¡No! Bueno, ni siquiera es algo mío, solo que... Me llevé una gran noticia, que no me esperaba. Tengo poco tiempo de conocerlo, estoy confundido — Respondí observando a la gente que caminaba por las calles, como si nada en la vida les preocupara.

— No quiero parecer entrometido pero... Siempre he dicho que las personas no nos conocemos por simple casualidad. A veces las personas llegan a nuestras vidas para levantarnos en nuestros momento más difíciles  — Me contestó sin entender porqué decía todo esto ¿Acaso me veía tan mal?

Me llevé las manos a mi cabeza para tratar de tranquilizarme, dejé escapar un suspiro recordando a Camus. No sé porqué personas tan gentiles como lo es él, tengan que pasar por pruebas muy difíciles en su vida.

— Quizá tenga razón — Respondí recargándome en el asiento y cerrando mis ojos, necesitaba pensar mejor las cosas.


Me había quedado dormido, ni cuenta me di... El taxista me despertó avisando que ya habíamos llegado a mi destino.

— Disculpe joven me quedé dormido — Contesté adormilado y tomando mis cosas — ¿Cuánto le debo?

— Está muy distraído joven, quizá descansar le haga bien — Me dijo mostrándome la cantidad marcada en el taxímetro.

Saqué mi cartera y pagué, cuando agradecí el servicio, se despidió de mi.

— Suerte joven, mi nombre es Valentine para servirle — Después de decirme esto encendió el motor y se fué dejándome muy confundido.





Toda la tarde se me fué en mi trabajo tratando de despejar mi mente, pero no pude.
Mi jefe Hades tuvo que llamarme la atención varias veces, no presté atención como otros días.

Por curiosidad abrí la libreta de Camus, quería saber para que lo usaba... Lentamente fué pasando las hojas, parecía ser que lo usaba para escribir lo que siente:

Muchas personas piensan que soy frío en todos los sentidos.
Admiro a esas personas que viven con despreocupación, a diferencia de mi, mi vida está entre el límite de la muerte.
La verdad es que yo su sufro más de lo que se imaginan, frente a los demás trato de ser aquél que no le preocupa nada, pero en el fondo, mi corazón me duele cada día que pasa...



Camus — Susurré cuando terminé de leer esas palabras, ahora que lo analizo mejor... No quisiera estar en tus zapatos, te he juzgado mal desde aquél día que te conocí.

Seguí recorriendo lentamente cada hoja, era como si pudiera escucharte, como si me confiaras tu sentir.



Es increíble haber confundido a una persona, sin saber que  ese alguien se está convirtiendo en mi mayor alegría...


— ¡Espera! Esto es... ¿Se tratará de mi? — Me cuestioné, pero esto es imposible, tiene poco tiempo que te conozco.

Me dejé caer rendido a mi silla, cerré la libreta de Camus y cerré mis ojos, aún no asimilaba todo esto.
Desde que aquella persona me rompió el corazón, jure jamás amar a alguien más pero...
No puedo verlo como algo más ¿Qué pensará Milo? Camus lo ama y mi hermano... Jamás se lo he preguntado. No puedo verlo de la misma manera ¿Qué tal si Milo le corresponde?

Genial, lejos de que esto me ayudara a despejar mi mente... Me hace pasar una mal jugada.

— Debo estar loco.

Tomé mi celular para hacer una llamada, marqué pero nadie me contestó. Decidido comencé a redactar un mensaje.

— Hola Camus, te veo dentro de una hora en la casa de mi hermano... Quiero que salgamos a cenar. Puedes traer a Degel contigo.

Después de redactar esto, dejé mi celular a un lado, ansioso por saber la respuesta de ese chico. Por lo mientras me dediqué a guardar mis cosas, mi celular comenzó a vibrar, Camus había respondido mi mensaje.

— Hola Aiacos, agradezco tu invitación. En una hora llego a la casa de Milo... Degel no está, salió a una entrevista de trabajo y estoy solo. Espero que hayas tenido un agradable día. Es todo, nos vemos en un rato.
                                                          Camus.

¿Es normal que me sienta extraño? Después de hacerle la invitación para cenar, siento que mi alma descansó. No sé que ocurra después de esto pero de algo estoy seguro — No mereces sufrir Camus...












Degel había dejado a Camus solo, se llevó parte de la mañana buscando algún empleo nuevo para poder absorber los gastos que requería su hermano. También tenía pendiente de dejarlo solo en casa pero no tenía a  nadie más, solo eran ellos dos.

Sentado en una banqueta de un parque, trataba de descansar un poco. Dentro de algunos días se le acabaría su medicamento a  Camus, tenía que comprar más... Si esto seguía así la situación lo volvería loco.

— Te ves muy tenso lindura.

Aquella voz sacó de sus pensamientos a Degel, levantó su mirada para ver a un joven de tez morena y cabellos alborotados azules tomando asiento justamente a su lado.

— ¿Q...Quién es usted?

— ¡Oh! Lamento no presentarme, mi nombre es Kardia y estoy perdido.... Verás, tuve un mal día y me salí sin darme cuenta que me perdí entre estas calles, soy nuevo aquí preciosura — Se presentó regalándole una sonrisa coqueta al galo.

Después de todo no fué un mal día para Degel.

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