Capítulo 4

Milo había propuesto ser el mejor en aquella capacitación donde ascendería de puesto.
No se negaba ante cualquier cosa que Saori le pedía, pero admitía que terminaba cansado por todo el trabajo.
Muy pocas veces habló con Aiacos para saber como marchaban las cosas en su casa,  porqué llegaba rendido del trabajo, solo se limitaba a bañarse, cenar y después a dormir lo suficiente para poder seguir trabajando.

Es por ello que la señorita Saori recurrió a solicitar más personal, le daría a Milo un auxiliar para que le sea de ayuda con todos los documentos que necesitaba revisar.

— Milo que conveniente verte tan temprano — Saludó la dueña de aquella empresa, justo en el momento cuando miró a su empleado llegar una media hora antes de la entrada.

— Buen día señorita Saori, la verdad pienso llegar más temprano para poder entregar el trabajo a tiempo, las cuentas y los balances no se hacen solos.

— Eres muy buen contador Milo, tu trabajo es impecable... Tanto que me he dado cuenta que eres muy responsable y del dinero generado por la fundación de mi abuelo no presenta algún robo o desbalance... Me queda claro que mis empleados anteriores robaban parte de los ingresos. Es por ello que acabo de contratar a un ayudante para ti.

— No se hubiera tomado la molestia señorita, hago mi trabajo con gusto— Respondió el heleno dejando su maleta en el escritorio para después tomar asiento en su lugar frente a la computadora.

— Te será de gran ayuda Milo, en unos momentos llegará y te lo presentaré... Aún es pasante de la carrera de contaduría — Después de decir esto la chica salió de la oficina donde trabajaba  el heleno.

Soltó un suspiro, después de todo quizá Saori tenía razón... Todo el trabajo lo ha hecho solo, la ayuda de alguien más le caería muy bien.

Su celular comenzó a vibrar, era un mensaje de su hermano, lo sacó de su bolsillo y lo desbloqueó para poder leerlo.

Milo, sé qué estás muy ocupado pero... Que fea ciudad donde vives. ¿Sabes? Salí al cine y tuve que defender a un chico que era perseguido por unos tipos de mala .
Date un tiempo para que hablemos, luego me siento muy solo.

Ja, ja, ja. Ahora resulta que vas a los cines si a ti ni te gusta... ¿Con quién fuiste? Porqué solo no creo — Escribió en el mensaje para enviarlo. Aunque Aiacos demoró un poco en responder. Dejó su celular a un lado y encendió la computadora para seguir trabajando.
Después de unos minutos volvió a vibrar su móvil.

Estos días pude conocer a un amigo tuyo. De hecho por él fuí al cine... Me confundió contigo ¿Puedes creerlo? Además yo soy más guapo que tú. Como se les ocurre confundirme contigo.

Milo comenzó a reírse después de leer aquel  mensaje de su hermano. No cambiaba en nada simplemente una plática común de hermanos que a veces se quieren y se molestan.

— Creo saber más o menos de quien se trata, es un poco distraído... Ya le hablaré después, no tuve tiempo de despedirme de él. Luego te llamo Aiacos, el personal ya está entrando. Por cierto, en mi clóset tengo una caja de chocolates que me compré antes de venir para acá. Hazme el gran favor de comertélos por mí, de lo contrario se echarán a perder — Escribió nuevamente y lo envió. Después puso su celular en modo silencio para evitar distracciones.

— Milo ¿Puedo pasar? — Preguntó Saori recargada en la puerta.

— Claro señorita, usted es la dueña... No necesita preguntar — Contestó Milo dejando su celular en la maleta.

— Aunque sea la dueña Milo, es necesario preguntar... He traído a tu auxiliar — Saori comenzó a dar unos cuantos pasos para dejar pasar al chico que sería el ayudante de Milo — Te presento a Hyoga. Es un joven estudiante, está dispuesto para aprender mucho de ti y sobre todo para ayudarte.

El heleno no se esperaba que aquél ayudante fuera ese chico de cabellos rubios que tenía enfrente. Se veía muy tímido ¿Cómo una persona así le ayudaría?

— Pasa Hyoga, para que Milo pueda conocerte — Saori colocó su mano sobre la espalda del joven y para que de esta manera sintiera un poco más de confianza.

— Mu... Muchas gracias — Tartamudeó nervioso.

El heleno solo lo miraba de la cabeza a los pies, lo que necesitaba es ayuda, no un chico que quizá sea muy mimado aún por su mamá y sobre todo que no sea seguro de sí mismo.

Dejó escapar un suspiro y trató de acomodar sus ideas. No podía reclamar algo ante Saori, todo su esfuerzo se vería perjudicado solo por un simple capricho por no estar de acuerdo al tener a ese chiquillo que quizá lejos de ayudarlo sería completamente un estorbo.

— Está bien señorita Kido, me será completamente de ayuda este joven... Gracias.

— Cualquier cosa que necesites Milo estaré en mi oficina — Saori salió de ese lugar dejándolos solos.

— Bien, escúchame Hyoga... No me gusta retrasarme en mi trabajo. Puedes ir empezando en aquel estante — Señaló Milo aquel mueble repleto de papeles y sobres por doquier.

— ¿Necesita que... lo vaya ordenando? — Preguntó Hyoga un poco nervioso.

— Claro, después de eso necesito que me traigas un café — Contestó el heleno sin quitar la vista de la computadora.

El joven rubio asintió, no decía nada malo porqué quedó maravillado ante ese hombre de cabellos en  tono ciruela. Esa era la razón por la cual se sentía nervioso, jamás se imaginó fijarse en alguien de esa forma...










Después del mal día que pasó Camus con Aiacos, aunque fueron perseguidos por unos sujetos que iban tras el galo... La salida al cine con el hermano de Milo no salió tan mal.

Camus recordaba como se quedó dormido Aiacos en su hombro, justamente a media película. Quizá se encontraba cansando por su trabajo ó por correr junto con él para tratar de esconderse de aquellas personas.

Mirándose frente al espejo de cuerpo completo, el galo terminaba de cepillar su largo cabello en tonos virídían.

— Camus... ¿Puedo pasar?— Preguntó Degel asomándose en la puerta de la recámara.

— Claro — El galo dejó a un lado su cepillo y se giró para ver de frente a su hermano.

— Te noto diferente ¿Cómo te fué con tu nueva cita? — Cuestionó su hermano, porqué no se pudo dar el tiempo de preguntarle. Degel salía en ocasiones a trabajar para que a su hermano no le faltara nada y menos con su enfermedad, siempre necesitaba sus medicamentos a la mano para que su salud no decaiga.

— Bien, Aiacos es una buena persona... Solo que no le gusta socializar mucho que digamos.

— Ja, Y tu sí ¿No? Si tampoco te gusta estar socializando.

— Pues... No, pero Aiacos es muy agradable. Mejor cambiemos de tema ¿Cómo te fue en tu trabajo?

Degel respiró profundo y se sentó en la cama de su hermano — Mal.

Camus se sorprendió al escuchar esas palabras — ¿Porqué?

— La tienda para la que trabajo cerrará pronto y nos van a liquidar... Necesito otro empleo, uno que me de el tiempo de llevarte a tus consultas y estudios.

— No me gusta ser una carga Degel... A veces pienso que lo mejor es que me dejes así. Yo veo como sufres por conseguirme mis consultas, medicamentos, estudios... Para qué si de todas formas moriré.

Degel se levantó de la cama de manera repentina — ¡No quiero que vuelvas a decir eso! Yo haré hasta lo imposible con tal de que tu estés bien... No importa si tengo que trabajar de noche y de día... Pero jamás quiero que digas eso.

Camus cerró sus ojos y trató de relajarse, ver a su hermano dar todo por él le preocupaba muy en el fondo.




Aiacos antes de irse a trabajar, tomó rumbo a la casa de Camus. Necesitaba entregarle aquella libreta que cargaba en sus manos antes de irse al cine.

Estaba por tocar la puerta pero se detuvo al escuchar como discutía el hermano de Camus con el joven...

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Buenas noches mis queridas lectoras, también se me hizo interesante meter la idea de Hyoga con Milo, no sé... Luego traigo ideas extrañas pero me gusta experimentar...
Sin más me despido... Un abrazo 🥰🥰🥰

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