Capítulo 19
"Compra algo para la cena"
Ese fue el mensaje de Aiacos para Kardia, sin embargo el mayor de los hermanos no entendía porqué le pedía la cena a él.
— ¿Y yo porqué? — Se cuestionó a si mismo mirando su celular — Para eso trabaja Aiacos ¿De donde quiere que saque para pagar la cena? No tengo dinero — Respondió Kardia guardando nuevamente su celular en su bolsillo de su pantalón sin preocupación alguna.
— Porqué no has buscado trabajo Kardia — Respondió Degel con suma tranquilidad mientras sostenía su humeante taza de café.
— Bueno, te prometí ayudarte a buscar algún trabajo y también yo lo haría pero es tan difícil salir de tu casa desde que Camus se va con Aiacos — Le respondió en un tono de coquetería — Tenemos casa sola.
— Kardia no empieces... — Susurró Degel — Además si llegan nuestros hermanos, esto se volverá más incómodo.
— Cierto — Contestó molesto — Lo mejor será salir a buscar algo para cenar... Tengo la sensación que ese par vendrá aquí.
Kardia se acercó a la puerta para salir, en ese momento Degel se levantó de la silla para tomar su abrigo.
— Espera, yo voy contigo.
— Vamos copito, espero que alcance el dinero que llevo en mi tarjeta — Dijo Kardia esperando a Degel recargado en el marco de la puerta admirando a su bella pareja. Aunque no se han dado el tiempo de formalizar simplemente se han dejado llevar porqué a pesar de ser distintos ambos eran tal para cual.
La empresa donde labora Milo estaba a unos cuantos minutos para cerrar.
Desde hace cuarenta minutos atrás había enviado a Hyoga por unos documentos hasta la planta baja, un cuarto donde Saori resguardaba los papeles más importantes.
Miró su reloj de mano, se dio cuenta que su asistente se había tardado más de lo previsto.
— ¿Te puedo encargar si cierras nuevamente? — Cuestionó Saori entrando a la oficina de Milo.
— ¿Yo?... Claro — Respondió nervioso, lo había sacado de sus pensamientos, aunque también ya se le hizo costumbre pedirle ese mismo favor.
— Muchas gracias Milo sabía que podía contar contigo — En ese momento Saori se acercó para entregarle de nuevo las llaves — Nos vemos mañana.
Milo simplemente se quedó observando como salía esa joven de cabellos lilas de su oficina. Aceptaba porqué prácticamente ya estaba a unos pasos de ser su mano derecha.
Pasaron otros minutos más, nuevamente miró su reloj y en su entorno ya no se escuchaba más ruido, muchos de los empleados se habían pasado a retirar.
— ¿Hyoga donde te fuiste a meter?
Dejó su celular en el escritorio, así como las llaves de la oficina y se acercó hasta el elevador para bajar y buscar a Hyoga, extrañamente se estaba preocupando mucho por él.
Mientras llegaba a la planta baja recordaba aquella vez que se quedó a su lado en la oficina de Saori. Reconocía que en ese momento no lo dejó solo aunque él estuviera pasado de tragos; ahora era su turno de ver por él.
El sonido del elevador anunciando la llegada a la planta baja interrumpió aquellos recuerdos, rápidamente salió para comenzar a buscarlo.
Con pasos apresurados llegó al cuarto de archivo, se colocó frente a la puerta y tecleó la clave para poder entrar.
En pocos segundos el sistema automatizado le dio entrada, con pasos sigilosos se fue adentrando mientras lo buscaba.
— ¡Hyoga!
Comenzó a gritarle pero no obtenía respuesta, buscaba con la mirada a ese joven rubio pero por más que caminaba entre los estantes no lograba verlo.
— ¿Donde te fuiste a meter? — Se dijo a si mismo.
De pronto un extraño ruido lo hizo darse la vuelta, rápidamente corrió hasta donde escuchó aquel disturbio.
Los pasillos eran un poco largos, ese cuarto abarcaba por lo menos tres cuartas partes del ancho del edificio, la otra parte restante pertenecía a la entrada y recepción.
Justamente cuando llegó pudo ver varios papeles en el suelo, algunos sobres y carpetas, sin duda se habían caído.
En el rincón se encontraba Hyoga sentado abrazando sus piernas y su cabeza recargada en sus rodillas.
— ¿Hyoga? — Se fue acercándose para ver que pasaba con él.
— Lo mejor será que me dejes — Murmuró el rubio sin levantar la mirada — Nada me sale bien.
Milo no sabía a que se refería, poco a poco fue colocando su mano sobre su hombro, jamás lo había visto de esa manera.
— Tu no estás bien ¿Qué te pasó?
Sin embargo Hyoga no respondió.
Lentamente Milo retiró su mano de su hombro y comenzó a recoger todos los documentos del suelo, las carpetas que se habían caído y los demás sobres.
— Quiero imaginar que se te cayó todo esto ¿No es así?
Hyoga levantó su mirada y asintió con un ligero movimiento.
— Cuando estaba buscando lo que me pediste, me subí en esas pequeñas escaleras— En ese momento señaló al fondo el objeto mencionado — Pero no las coloqué bien y terminé cayendo, por instinto quise asegurarme del estante pero lo terminé tirando y...
— ¿Y...? — Cuestionó Milo esperando que prosiguiera hablando.
— Yo... — Nuevamente agachó la mirada esperando por lo menos un regaño por parte de su superior — Yo no puedo caminar, intenté levantarme pero no puedo apoyar mi pie derecho.
Milo dejó los documentos que recogió del suelo y los colocó de nuevo en el estante. Después de escuchar lo que había pasado se acercó al joven rubio para poder revisarlo.
Con delicadeza se acercó y se dio cuenta que no solo el inconveniente era su pie, sino que sus rodillas terminaron muy lastimadas, el pantalón terminó rasgado en esa parte.
Después desvió su mirada al suelo, lamentablemente el piso no estaba detallado con azulejo, aún permanecía de concreto era evidente que el chico se lastimaría más de la cuenta.
— Tranquilo Hyoga, los accidentes suelen suceder.
— Yo estoy bien — Mintió, porqué el dolor cada vez comenzaba a ser insoportable.
Mucho tiempo atrás, antes de la llegada de Milo; había intentado levantarse pero sus piernas no lo soportaban, perdía el equilibrio porqué sus fuerzas lo abandonaban.
— No estás bien.
Hyoga intentó levantarse del suelo regalándole una sonrisa forzada a Milo, pero en ese momento se encogió del dolor y nuevamente caería al suelo pero esta vez Milo lo detuvo a a tiempo evitando su caída.
No le dio tiempo de que Hyoga le respondiera, porqué en esos momentos ya estaba en los brazos de Milo.
Esta ocasión era el contacto más cercano que habían tenido, eso fue motivo para que el joven rubio se sonrojara levemente.
— Te llevaré de una vez al médico.
— Yo, estoy bien no pasa nada... Solo necesito descansar — Contestó Hyoga, no quería ser una molestia para él.
— Dije que te llevaré al médico, no pienso dejarte así.
Sin darle oportunidad de responderle de nuevo, comenzó a caminar con él en sus brazos.
Hyoga lo había cuidado aquella vez y esta ocasión le tocaba cuidar de él.
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