Capítulo 13

El clima fresco del amanecer llegaba, esta ocasión no hubo sol todo estaba cubierto por una espesa neblina después de la lluvia de la noche anterior.
Aiacos se quedó profundamente dormido abrazando a Camus de su cintura, después esa noche donde ambos se entregaron a sus deseos que los dos guardaban desde hace mucho tiempo atrás.

El primero en despertar fué Aiacos al escuchar que alguien tocaba la puerta. Se ruborizó al instante cuando miró al joven galo entre sus brazos durmiendo pacíficamente.
Poco a poco fué levántandose para no despertarlo, se colocó la bata de baño y caminó hasta la puerta para ver quien tocaba.

Era un empleado del servicio del hotel quien llevaba sus prendas limpias y secas.
Aiacos las recibió y agradeció no sin antes dejarle su propina al joven que les hizo el favor.

Camus lentamente fué abriendo sus párpados, ya no sintió el calor corporal de Aiacos y eso comenzó a preocuparle, de manera repentina se sintió en la cama para buscarlo con la mirada pero se sintió más aliviado cuando lo observó llegando con las  prendas.

— Buenos días Camus, veo que ya despertaste — Aiacos dejó la ropa en el mueble que tenía a su derecha y se acercó para besar tiernamente a su pareja.

— La verdad me preocupé al no verte aquí a mi lado — Susurró entre sus labios con timidez.

— Tocaron la puerta y recibí nuestras prendas eso es todo, no te preocupes — Después de decir esto entrelazó sus dedos con él  mientras ambos se miraban a los ojos.

— ¿Entonces podemos  bañarnos juntos? — Cuestionó con una sonrisa tierna, esperando la aprobación del contrario.

Aiacos tomó su rostro entre sus manos — No sé como logras hacer que ceda ante ti... Eres irresistible Camus — Dejó un tierno beso en la punta de su nariz.

— Mismo tú lo dijiste, soy irresistible  — Contestó con una sonrisa mientras jalaba a su pareja de los hombros para que nuevamente se volviera acostar a su lado.

— Camus, hay que apresurarnos... Saliendo de aquí nos iremos a desayunar antes de que entremos a la oficina — Suguirió Aiacos tomando al joven galo entre sus brazos.

— Si— Susurró Camus pero de manera repentina recordó que dentro de pocos días tenía que presentarse para que le hicieran estudios, además de su consulta.

— ¿Qué pasa Camus? Te noto un poco distraído...

Camus levantó su mirada para verlo de frente— La próxima semana necesito ir a realizarme mis estudios de cada mes, también mi consulta... Sólo que... — Se quedó pensando unos momentos.

— ¿Qué? — Preguntó el contrario con preocupación.

— No alcanzo a cubrir los gastos para que pueda realizarlos y... — En ese momento Aiacos posó su dedo sobre esos labios de los cuales ya era su dueño.

— Yo pagaré los estudios no te preocupes... Yo te dije que cuidaría de ti y eso haré — Después de decir esto se levantó de la cama y se llevó a Camus entre sus brazos para poder bañarse con él como lo había pedido.

— Esto es vergonzoso — Susurró el joven galo escondiéndose en el cuello del contrario.

— Ya te dije que te vayas acostumbrando, además me gusta llevarte en mis brazos — Le respondió bajándolo con sumo cuidado al llegar.

Aiacos prefirió darse un baño de manera tranquila con Camus en la tina que se encontraba dentro. Ambos disfrutaron de ese dulce momento con el jabón, las burbujas que salían por el shampoo, el agua caliente recorriendo sus cuerpos mientras ambos se regalaban caricias tiernas y también se daban un tiempo para poder hacer juegos entre ellos como algunas cosquillas ó colocando jabón líquido en sus cabellos, como si de dos niños pequeños se tratara.
Desde que Aiacos pudo conocer a Camus, la vida no se lo ha tomado ya con seriedad, puesto que está consiente que en cualquier momento Camus puede cerrar sus ojos para siempre y dejarse llevar por ese sueño eterno.

Cuando terminaron de darse un buen baño, ambos salieron con la bata de baño y después se arreglaron, se vistieron para poder irse a desayunar, así tendrían  tiempo de regresar a la oficinas para seguir con el trabajo, después de todo los dos pasaron una noche estupenda donde eran solo ellos...

Dos enamorados que sin pensarlo se conocieron en el momento específico para poder mostrarle al contrario la vida de otra manera.

Una que en especial Aiacos según él  iría en contra de sus principios que se había forjado y ahora cambiaba radicalmente con la  llegada de Camus en su vida.







El tiempo pasó de manera repentina, la hora de comer llegó.
Pasar a dejar en orden la oficina no fué fácil con Hyoga ayudándole ya que ese joven de cabellos rubios se la pasaba hablando y no prestaba atención a las indicaciones de Milo.

Gracias a eso no pudo hablar con Camus pero no sería impedimento para llamarle en su hora de comida.

— Milo... ¿Vas a salir a comer? Ó te quedarás aquí — Cuestionó Hyoga con curiosidad, aunque también lo hacía con el afán de querer acompañarlo si salía a comer.

— Me quedaré aquí... Tengo una importante llamada por hacer — Después de decir esto, Milo se levantó de su asiento y salió de la oficina dejando a ese joven rubio confundido.

Trató de buscar un lugar donde pudiera hablar sin interrupciones, al fin de cuentas se metió a la oficina de Saori.
Cuando entró, cerró la puerta con seguro y sacó su celular dispuesto para hablar con Camus de una vez por todas.







En ese mismo tiempo, antes de salir a comer Aiacos salió rumbo a la oficina de Hades para pedirle el gran favor de que le diera el día libre el día que Camus tiene programada su cita para sus estudios.
Mientras tanto el joven galo se encontraba sentado esperando a su pareja para poder irse a comer con él.

De pronto su celular comenzó a sonar, lo sacó de su bolsillo y miró que era una llamada de Milo, deslizó su dedo sobre el botón verde y tomó esa llamada saludando a Milo de manera cortés.

— Hola Milo, que gusto escucharte

Al escuchar su voz  no pudo evitar
Tartamudear un poco — Hola
Camus  ¿Cómo estás?

— Bien, gracias Milo... ¿A qué debo tu llamada? Te fuiste sin despedirte.

— Lamentablemente salí de imprevisto
A trabajar, mi trabajo me absorbe... ¿Y
Tú que me cuentas?

— Pues... Dentro de todo bien, además pude conocer a tu hermano, ese mismo día que partiste lo confundí contigo pero... Ambos nos llevamos bien.

Eso realmente no se lo esperaba Milo,
Estaba por preguntarle aquella
Duda que ronda en su mente pero ya
No lo hizo cuando escuchó a lo lejos
"Camus mi amor, vamos a comer"

— Me tengo que ir Milo, hablamos luego ¿Sí? Cuídate mucho por favor, espero verte pronto.

Milo aún seguía sin saber que responder
— Claro Camus, ve con cuidado, luego
Hablamos.
No perdió más el tiempo y terminó la llamada.

— Esto no puede ser cierto... Esa era la voz de Aiacos — Susurró para si mismo con molestia. Eso solo quería decir que ellos dos eran pareja — ¡Aiacos me quitaste a Camus! — Gritó con desesperación apretando sus puños y golpeando con fuerza el estante donde la señorita Saori guarda sus documentos.

Afuera de la oficina, Hyoga escuchaba con detenimiento todo lo que había pasado,  no podía evitar sentirse mal por Milo.










Camus guardó su celular y se levantó de su asiento para ir hasta donde estaba Aiacos esperándolo.

— ¿Ya estas listo lindura? — Preguntó Aiacos tomando de la cintura a su pareja.

— Claro... Aunque me gustaría comer comida francesa ¿Habrá algún restaurante por aquí? — Cuestionó nervioso.

— A una cuadra de aquí he visto un local pequeño de esa comida de tu país natal... Vamos antes de que se nos haga tarde — Después de decir esto tomó su mano y ambos caminaron juntos hasta el elevador para poder disfrutar su tiempo para la comida...

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