una cita
Después de limpiarse bien, y estar un agradable rato en el jacuzzi se cambiaron y salieron a desayunar algo en algún café, el hotel tenía restaurante pero ellos querían salir.
Caminaron varias calles, a algún lugar que fuera nuevo para ambos, para guardar recuerdos de su cita.
Porque eso era, una cita dónde dos enamorados salían a disfrutar de la compañía del otro visitando diferentes sitios.
Entre nerviosos y avergonzados, caminaban de la mano, Bakugo fue quien hizo toda la investigación de cuáles lugares ir, así que Midoriya solo tenía que seguir sus pasos.
Luego de desayunar en café muy popular, con ambiente de gatos, dónde toda la decoración eran gatos y más gatos, hasta el café en la espuma tenía la crema con forma de gato, un poco fastidioso a su parecer, sin envargo era popular y a Deku realmente parecía gustarle, se trago sus quejas y solo se concentró en la sonrisa de su chico.
Al salir, caminaron por algunas tiendas, hasta que fue hora de comer, y fueron a algún restaurante también con buenas críticas y muy recomendado, al menos para algo servían sus disque amigos, una bola de extras que lo seguían, como si fuera un Dios.
Al finalizar la comida fueron por algunas golosinas y regresaron a la habitación del hotel.
Tenían un televisor y podían pasar la tarde viendo alguna película, con golosinas, mientras se la pasaban abrazados y besandose.
Aunque quisieran ya no iban a seguir teniendo relaciones, por varios motivos, como que debían irse a casa antes de que anocheciera, tendían clases al día siguiente y ya sus aromas estaban muy mezclados como para negar lo sucedido y con las actividades físicas que les ponían sus maestros, estarían agotados y adoloridos, era mejor no tentar la suerte.
Pero podían estar abrazados, rozar sus cuerpos y besarse mucho mientras fingían ver una película.
Además que poder liberar sus aromas libremente era lo mejor, como si el ambiente fuera el ideal solo por tener el aroma de ambos.
Katsuki no se resitió a besar y lamer esa marca en el cuello de Deku, no lo entendía realmente pero siempre quería verla, se molestaba si la ropa la cubría y cuando la probó se dió cuenta de al peliverde le volvía loco esa parte de su cuerpo, así fuera un rose, y lo que más le gustaba era saber que él la hizo.
Izuku se retorcía de placer, no podía ocultarlo, al final ninguno pudo resistir, la ropa les estorbaba y con con prisa empezaron a sacarse la ropa y dejarla en el piso o donde fuera.
Y besandose se masturbaron juntos, de maneras lenta y sin dejar de besarse.
Querían más, pero eran concientes de que no era lo mejor esforzarse tanto, aún podían tener otra cita.
Al terminar estaban sucios y decidieron entrar una vez más al jacuzzi antes de perder sus cosas y salir del lugar.
Caminando algo nerviosos después de todo pasaron todo el fin de semana juntos.
No era la primera vez pero así lo sentían ya que está vez ambos recordaban cada caricia, beso, toque, cada embestida, cada grito, los rasguños, los chupetones, esas miradas cómplices en que sin palabras se entendían, fue mágico para ambos.
Pero al no poner eso en palabras y a viva voz, quedaba un deje de duda.
Llegaron a la casa del peliverde dónde se despidieron con un beso y un abrazo, el pecoso estaba agradecido de que su madre fuera beta y que no notará el claro aroma de ambos, fue a su habitación y se acostó en su cama con tanta felicidad que no podía dejar de dar vueltas, pensando en cuanto le había gustado, se puso su piyama y a penas pudo dormir de tan feliz que estaba.
En cambio el rubio llegó a su casa y su madre le gritó, le regaño por no llamar aunque sea una vez, le cuestión el uso de condones y más grito al no recibir respuesta.
Cuando su padre apareció en su habitación solo le dijo que iba preparado y este solo lo abrazo y le dió un beso en la frente, dejandolo solo nuevamente.
Se acercó a su ventana y rememoro todo lo ocurrido, antes de irse a dormir.
Al siguiente día también se levantó temprano y fue por su peliverde, para ir juntos a la escuela, estudiar mucho, mejorar juntos y si, ser héroes.
Salvar vidas, ser reconocidos, salvar muchas vidas, patear villanos, enviarlos a prisión, ser muñecos de acción e inspirar nuevas generaciones, y salvar más vidas.
Les esperaba un gran futuro, pero mientas a su lado estubiera ese nerd, lo sabía todo sería perfecto.
Llegó a casa de su suegra, llevo al peliverde de la mano y por alguna razón que no entendía bien, estaba muy feliz.
Tal vez demaciado.
Tendía que esperar un poco para tener otra cita, pues había gastado también de su sueldo para para hacer esa salida realidad.
Pero había valido toda la maldita pena.
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Gracias por esperar...
Gracias por leer...
Siguiente cap, el celo se sale de control😈
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