celo
Despertar del celo debería ser alegre lleno de mimos y abrazos, miradas tiernas, frases cursis y amor desbordando en los ojos de ambos.
Pero no, al despertar ella devia quedarse sola añorando las horas pasadas.
Dónde el deseo superaba todo lo malo y se fundían en un solo ser.
Masaru se despertaba casi siempre primero y aún cuando no, ella fingía dormir, este iba al baño a limpiarse los mejor que podía mientras lloraba.
Ella solo se quedaba en la cama respirando el aroma de ellos entrelazados, porque solo durante el celo es que podía tener en sus brazos a su amado, que siempre de alguna manera le huía, pero durante el celo el instinto era más fuerte y la necesidad le cegaba.
Había adquirido el departamento hacía bastante tiempo, para no importunar a su hijo en esas fechas, sobre todo porque era alfa y existía cierta rivalidad entre ellos.
Era también donde se quedaban cuando Katsuki estaba con el dulce Izuku.
Nunca dijo que compro ese lugar y solo sabían que era rentado, tal vez tenía miedo de que malinterpretaran ese echo, como tantos otros.
Cómo hacía una semana que le llevo flores a Masaru y ese le pregunto si algo iba mal en la empresa o tal vez una buena noticia, ya que esos detalles eran raros por no decir nulos en su relación.
También le compro un nuevo libro, para cambiar de táctica porque sabía que este amaba leer un buen libro, pero ese ejemplar el Omega ya lo tenía, tubo que investigar cómo nunca antes en su vida y al fin logro enterarse de cuál era el nuevo libro que este amaría leer y que no estubiera en su estantería, pero aún no encontraba la manera de dárselo.
Tal vez leer le haría olvidar un poco su tristeza en la que se sumía luego del celo.
Porque días después de estar juntos, este solía ir por la casa cabizbajo, sin mirarlo a la cara, seguramente reprochando se por no controlarse.
O tal vez destruido por dentro al saber que no se usó ningún método de protección y aún así su cuerpo ya no albergaría una vida nuevamente.
Era lo más probable y lo que menos quería saber.
A ella también le dolía eso.
Ella también quería más familia.
Ella tenía que cargar con ese pecado y esa culpa por el resto de su vida.
Al menos ese alfa rubio lograba siempre sacarlo de ese hueco en que se sumía y lograba hacerlo sonreír un poco, le daban celos de su propio hijo.
Abrazo la almohada vacía y aspiro su dulce aroma.
Cansada de lamentarse se levantó, abrió la ventana para ventilar la habitación, sabía que a Masaru detestaba el aroma de ambos mezclados, mucho más después del celo.
Recogió las sábanas y colchas para llevarlas luego a la lavandería, estaba seguro que su esposo no quería estar más tiempo en ese lugar, busco el libro donde lo dejo guardado y lo puso en el armario, para que fuese lo primero que viera en cuanto terminará su larga ducha.
Preparo un desayuno simple pues no sabía si tendría ánimos de comer.
Masaru comía gustoso la comida del pequeño clon suyo, pero de ella, rara vez aceptaba comer algo.
Razón principal para que su hijo aprendiera a cocinar desde muy joven.
Katsuki tubo que aprender a hacer muchas cosas a muy tierna edad.
Tal vez de ahí su grave problema con su carácter y vocabulario.
Por su culpa.
Tantas cosas eran su culpa.
Termino su cereal, labo su plato en eso Masaru aprecio en la cocina, saco un yogurt del refrigerador y fue lo único que bebió.
No hubo palabras de por medio pero lo sabían, era hora de regresar a su casa.
El camino fue muy silencioso, el Omega, se sentó en la parte de atrás del auto, manteniendo distancia.
Eso lastimaba a la alfa, más sin embargo está vez había un pequeño rayo de esperanza al saber que él traía consigo el libro que le regaló.
La casa fue aún más silenciosa, sobre todo porque el hombre llegó directo al sofá para empezar su lectura, al menos no se veía tan triste está vez.
Recordaba cuando al principio se lastimaba al tallar de manera excesiva su cuerpo queriendo eliminar su aroma.
Cuando solía ir a correr para liberar tensión y se exedía en ejercicios, como queriendo castigarse.
O la ocasión en que por salir caminar distraído casi lo atropellan, si no fuera que alguien lo logró salvar antes que algo malo pasará.
Y todas esas veces, en cada ocasión fue el pequeño Katsuki quien lo sacaba de su miseria y le preparaba algo rico para comer o inventaba cosas nuevas para probar e incluso se metía en problemas para desviar su atención y sacarlo de esa tristeza en que se encapsulaba.
Solo su hijo era capaz de hacerlo querer vivir.
Porque ella no, solo se quedaba observando apartada.
Y es que si intentaba acercarse, este lo rechazaba y empeoraba su estado de ánimo a uno deprimente y casi suicida.
Los peores episodios eran si ella trataba de ayudar, por eso mejor se quedaba apartada solo mirando.
Al llegar el rubio cenizo de la escuela o donde estubiera ya que últimamente llegaba tarde y la verdad no tenía tantos ánimos de investigar esto, y solo lo dejo pasar. El chico llegó abrazando a su padre e ignorandola a ella, preparo la cena en la que estubo callada, solo mirando como su amado comía con alegría todo en su plato, ella apenas había logrado exitosamente que tomara un yogurt esa mañana, en cambio el niño logro que comiera comida decente y dos platos.
Era una dinámica algo preocupante, pero les funcionaba.
Con dolor ella aceptaba la culpa y aún no sabía pedir perdón.
Esa noche, compartirían cama sin hablarse o tocarse, o también existía la posibilidad de que se durmiera en el cuarto de su hijo y este en la sala.
Todo dependía de que tan fuerte o leve fuera su depresión en esa ocasión.
Pero al parecer el libro ayudo, ya que pasaría esa noche a su lado.
Un decir pues el contacto sería minino al igual que las palabras, cada uno por su lado, como si estuvieran peleados, solo durante un par de días, después sería normal otra vez.
Pero a media noche despertó al no sentir su aroma a su lado y se dió cuenta que aún estaba en la habitación, pero llorando en un rincón, con cautela se acercó y le pidió volver a la cama, solo para darse cuenta que su llanto era causado por el libro en sus manos, su regalo.
Al parecer la lectura era tan atrapante que no pudo dormir sin leer un capítulo más, otro más, otro y otro hasta llegar a una situación dolorosa para los protagonistas del libro y de ahí su llanto.
Luego de una pequeña discusión dónde no pudo ganar y el Omega termino leyendo un capítulo más al fin se durmieron, aunque muy temprano este ya había retomado la lectura pues la historia era simplemente increíble y deseaba saber más.
Masaru verdaderamente amaba leer un buen libro y la ojeras eran la clara señal de que amo ese regalo.
Tal vez ahora tenía un medio para acercarse un poco.
Y su plan ahora consistía en leer, para saber porque su esposo lloro de esa manera y para tener algo más que platicar que solo trabajo y su hijo.
Estaba decidida y no perdería.
%%%
Encontré esa imagen de cómo se vería Masaru de joven😍 tenía que compartirla😍
Perdón por la espera, aún tengo que acomodar mis ideas ..
Gracias por leer...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top